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por Jordi Pigem
22 Octubre 2025
del Sitio Web
BrownstoneEsp
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Jordi Pigem
es Doctor en
Filosofía por la Universidad de Barcelona. Fue profesor
del Masters in Holistic Science del Schumacher College
(Inglaterra).
Entre sus libros
destaca una reciente trilogía sobre el mundo
contemporáneo:
Pandemia y Posverdad (2021), Técnica y
Totalitarismo (2023) y
Conciencia o Colapso (2024).
Desde 2025 es
Fellow del Brownstone Institute y miembro fundador de
Brownstone España. |

Entramos en la posverdad
cuando
nuestras creencias
no se ven
(apenas) afectadas
por los
hechos que las contradicen.
Eso abre
la puerta al nihilismo,
al
totalitarismo y al delirio colectivo...
"Nada es verdadero, todo está permitido",
anota Nietzsche en su cuaderno, en la primavera de 1884.
Inmediatamente antes escribe:
"Signos de la mayor confusión".
Efectivamente, si perdemos el sentido de lo que
es verdadero o falso, lo perdemos todo, nos quedamos sin horizonte.
Y, sin horizonte, pasamos a ser plenamente manipulables.
A mitad de camino entre Nietzsche y nosotros, en
1951, Hannah Arendt concluye en The Origins of
Totalitarianism (Los orígenes del Totalitarismo):
El sujeto ideal del gobierno totalitario no
es el nazi convencido ni el comunista entregado, sino la persona
para la que ya no hay distinción entre hecho y ficción, entre
verdadero y falso.
La propaganda ha ido triunfando sobre el
conocimiento y el entretenimiento sobre la cultura.
Hace casi medio siglo, Chomsky y Herman
habían mostrado que los medios de comunicación siempre tienen un
sesgo y generan un adoctrinamiento que a veces no es fácil de
percibir:
El sistema de "lavado de cerebro en
libertad", con los medios de comunicación de masas
autocensurándose voluntariamente de acuerdo con los intereses
del Estado, ha funcionado de manera brillante.
La nueva línea de propaganda ha sido
establecida con la repetición perpetua de las Grandes
Distorsiones.
Estas palabras son de 1979 y se refieren sobre
todo a la política exterior de Estados Unidos, pero se pueden leer
también en clave contemporánea.
Más recientemente, varios críticos habían
señalado que la verdadera cultura estaba siendo erosionada por la
sociedad del espectáculo, que oculta el latido de la realidad bajo
una densa capa de fantasía, entretenimiento y falsas certezas.
Las luminosas líneas que distinguían lo verdadero
de lo falso se han ido borrando y en su lugar ha aparecido una
niebla que llamamos posverdad.
En 2016 la palabra post-truth ('posverdad')
fue escogida palabra del año por el Oxford English Dictionary.
La prestigiosa obra lexicográfica la vincula a,
"circunstancias en que los hechos objetivos
son menos influyentes a la hora de conformar la opinión pública
que los llamamientos a la emoción y a las creencias personales".
Doce años antes, Ralph Keyes reflexionaba
sobre el hecho de que la mentira ha dejado de ser algo vergonzoso y
es cada vez más empleada por los medios, las empresas y los
políticos, en The post-truth era - Dishonesty and deception in
contemporary life ('La era de la posverdad: Deshonestidad y
engaño en la vida contemporánea').
Entramos en la posverdad cuando nuestras creencias no se ven
(apenas) afectadas por los hechos que las contradicen. Eso abre la
puerta al nihilismo (como preveía Nietzsche) y al totalitarismo
(como veía Arendt).
En términos de psiquiatría, abre la puerta al
delirio colectivo, si seguimos el criterio que Jaspers estableció
hace más de cien años al definir la creencia delirante como
aquella que es defendida con absoluta convicción pese a que la
realidad muestra repetidamente que es falsa.
Si nada es falso, nada es verdadero y todo
vale...
Este proceso de las sociedades capitalistas (más
huxleyanas que orwellianas) tuvo un correlato en las sociedades del
bloque soviético (más orwellianas que huxleyanas).
Es lo que el antropólogo Alexei Yurchak
llamó hipernormalización en su libro Everything was
forever, until it was no more ('Todo era para siempre, hasta que
ya no era', 2005).
La "hipernormalización", por supuesto, algo tiene
que ver con la "nueva normalidad".
Esta situación queda resumida de manera difícilmente mejorable en un
pasaje de las memorias de Elena Gorokhova, A mountain of
crumbs (Un montón de migajas):
Las reglas son simples:
ellos nos mienten, nosotros sabemos que
nos están mintiendo, ellos saben que sabemos que nos
mienten, pero mienten de todos modos, y nosotros seguimos
fingiendo que nos lo creemos.
La posverdad, repitámoslo, va de la mano con el
nihilismo, el totalitarismo y el delirio colectivo.
Un mundo feliz es un mundo que ha abolido la
verdad y es efectivamente un mundo nihilista, totalitario e inmerso
en el delirio colectivo.
Ha abolido la verdad porque era un obstáculo para
la eficiencia tecnocrática y para su escaparate de felicidad
superficial.
Fue necesario,
pasar del énfasis en la verdad y la belleza
al énfasis en la comodidad y la felicidad. La producción en masa
pedía este cambio. La felicidad universal hace que vayan girando
los engranajes; con la verdad y la belleza, no se podría.
Como explica el Controlador, antes,
"el bien supremo era el conocimiento, el
valor supremo era la verdad".
Ahora ya no.
Al contrario:
"La verdad es una amenaza, la ciencia es un
peligro público".
En este mundo tecnocrático se mantiene la ciencia
que sirve directamente al poder, pero ya no hay ciencia como
búsqueda desinteresada de la verdad.
El Controlador lo dice sin tapujos:
Todo descubrimiento científico es
potencialmente subversivo; incluso la ciencia ha de ser tratada
a veces como un posible enemigo [...].
La ciencia es peligrosa; hemos de tenerla
cuidadosamente encadenada y con bozal.
Toda nuestra ciencia es solo un libro de recetas [...] que no se
permite que nadie cuestione.
En el prólogo a Un mundo feliz, Huxley señala que
el tema de la obra es,
"el progreso de la ciencia en la medida que
afecta a los seres humanos".
Es decir, la posibilidad de que el progreso
tecnocientífico, dirigido por una élite, se vuelva en contra de la
humanidad y de la vida, como hoy vemos en la llamada
Cuarta Revolución Industrial.
Del poder de las élites ya habíamos sido suficientemente advertidos.
En 1936, el presidente Roosevelt denunció que,
"los monopolios empresariales y financieros,
la especulación y la banca irresponsable" actuaban como si el
gobierno fuese "un apéndice" de sus asuntos.
Otro presidente de la gran potencia,
Eisenhower, denunció en
su discurso de despedida, antes de
la toma de posesión de Kennedy, que sobre la democracia se
cernía la amenaza del "complejo industrial-militar", es decir,
de la alianza entre los intereses creados de
la industria y del ejército:
'Debemos protegernos contra la
adquisición de una influencia indebida, buscada o no
buscada, por parte del complejo industrial-militar.
El potencial para el surgimiento
desastroso de un poder indebido existe y se mantendrá.'
Eisenhower, que había sido general de cinco
estrellas en la Segunda Guerra Mundial, dirigió al mundo estas
palabras el 17 de enero de 1961 (el mismo día que Patrice Lumumba,
líder de la independencia del Congo, era asesinado con la
complicidad de los servicios secretos belgas y de la CIA).
Eisenhower advertía que "la revolución
tecnológica" es "en gran medida responsable" de las dinámicas del
complejo industrial-militar, porque
hace que toda actividad se vuelva más compleja y más económicamente
dependiente.
Ello tiene efectos corrosivos en todo tipo de
ámbitos, incluido el funcionamiento de la universidad:
La universidad libre, históricamente la
fuente de las ideas libres y del conocimiento científico, ha
experimentado una revolución [...].
La perspectiva de que los académicos del país
estén dominados [...] por el poder del dinero está siempre
presente y se ha de considerar seriamente.
Por ello, concluye, tenemos que estar atentos
ante,
"el peligro de que las políticas públicas
caigan en manos de una élite tecnocientífica".
Los "monopolios empresariales y financieros" y el
"complejo industrial-militar" denunciados, respectivamente, por
Roosevelt y Eisenhower siguen en pie, pero su centro de
gravedad se ha desplazado hacia el complejo tecnofinanciero...
La confluencia de la posverdad con los intereses del
complejo tecnofinanciero tiene múltiples consecuencias.
Crece la confusión e incluso se empaña el
espejo de la ciencia...
NB:
Extraído del capítulo 17 de 'Pandemia
y Posverdad - La Vida, la Conciencia y la Cuarta Revolución
Industrial' - Fragmenta, Barcelona, 2021, p. 69-73.
Reseña del libro:
Pandemia y Posverdad
La Vida, la Ciencia y la
Cuarta Revolución Industrial - de Jordi Pigem
por
Yuri Posadas Velázquez
Recibido: 10 Febrero 2022
Aprobado: 4 Abril 2022
publicado: Enero-Junio 2023 -
MF-Reseñas-91
del Sitio Web
Revistas.Unam
|
Yuri Posadas
Velázquez
Es físico egresado de la Facultad de Ciencias de
la Unam. Docente del plantel Oriente del Colegio de
Ciencias y Humanidades desde 1997, profesor
definitivo y de carrera para Física I-IV desde 2001.
Autor de
artículos publicados en revistas científicas y de
divulgación como Revista Mexicana de Física, Boletín
de la Sociedad Mexicana de Física, Ciencias y
Eutopía. Autor de diversos libros para el
bachillerato publicados por
Edelvives.
Ha sido
consejero Académico del Área de Ciencias
Experimentales y consejero interno del plantel
Oriente. |

El filósofo Jordi Pigem (Barcelona, 1964) nos presenta en
Pandemia y Posverdad, obra a la vez sintética y profunda,
una serie de hechos y de reflexiones en torno a la 'pandemia'
del
Covid-19 que, si estamos
atentos a sus argumentos, nos hacen cuestionar el relato oficial
de las instituciones de salud nacionales e internacionales,
además de la narrativa de los grandes medios de comunicación.
En veinticuatro capítulos que se van concatenando con
naturalidad, Pigem desvela los entresijos detrás del fenómeno
pandémico que, lejos de ser un problema exclusivo del campo
médico-sanitario, se revela de mayor complejidad porque
involucra a diversos actores y poderes que se encuentran tras
bambalinas, por ejemplo,
el tecnocapitalismo y sus peligros, como
el aumento del poder de los robots y la tecnología, mientras
el ser humano se convierte en un recurso y se propicia cada
vez más la alineación social, como lo había advertido
Carl Marx en su crítica al sistema capitalista.
El también autor de Ángeles o robots
(Fragmenta, 2018) nos advierte sobre otros actores que
participan del entramado del Covid, como,
...entre otros.
En reiteradas ocasiones, Pigem trae a
colación pasajes de las novelas
Un Mundo Feliz, de
Aldous Huxley, y
1984, de George Orwell,
para ilustrar los sorprendentes paralelismos de las distopías
planteadas en esas obras con la sociedad coetánea:
-
la adicción a la tecnología
-
el entretenimiento enajenante
-
la vigilancia omnipresente
-
la neolengua,
...que van configurando una nueva normalidad
tecnocrática donde se expande el control de masas y se reduce la
dimensión humana.
En esta novela aparecen palabras de la neolengua orwelliana:
-
crimethink (delito de pensar por
cuenta propia)
-
thinkpol (policía del pensamiento)
-
prolefeed (entretenimiento para las
masas)
-
doublethink (pensamiento doble:
incapacidad de percibir las propias contradicciones)
Pigem observa con atingencia que, a
partir de 2020, estos conceptos orwellianos cobran significado,
basta señalar el surgimiento de los autodenominados fact-checkers,
que se han convertido en la policía del pensamiento y se
atribuyen el derecho de decir qué es cierto y qué es falso.
El filósofo catalán identifica que en la
distopía orwelliana y en las sociedades totalitarias, se impone
el poder basado en vigilar y castigar.
Por su parte, en Un Mundo Feliz, el
poder tiene más efectividad cuando se fundamenta en distraer y
alienar, por lo que el autor apunta que la sociedad actual se
perfila hacia una fusión de ambas distopías.
El autor, citando a Naomi Klein, nos
recuerda que,
el llamado "capitalismo del desastre"
aprovecha momentos de caos y confusión para afianzar su
poder.
Con la crisis del Covid-19, se ha creado un
"shock pandémico" que, a fuerza de crear miedo y
anomia en la gente a partir de los mensajes de los
medios de masas, ha provocado la cesión de derechos
fundamentales como la libertad de tránsito, el derecho al
trabajo, entre otros, a la vez que se ha ido imponiendo la
sanidad y la educación a distancia, además de los denominados
pases sanitarios.
A partir de 2020, con el pretexto de la
'pandemia' se promueve el cambio total - a partir del Great
Reset, promovido por
el FEM - el nuevo "Gran
Hermano" orweliano - hacia un mundo hiperdigitalizado, robotizado
y deshumanizado.
Es importante destacar que el autor de La
Nueva Realidad (Kairós, 2013) de ninguna manera es un "negacionista"
o un teórico de la conspiración, pues sustenta sus
argumentaciones en documentos y cifras oficiales.
Por ejemplo, al analizar el libro
Covid-19 - El Gran Reset,
de
Klaus Schwab (director del
FEM), encuentra las ideas que demuestran el cambio hacia la
nueva normalidad tecnocrática:
-
la expansión y el desarrollo de la
digitalización, a raíz del confinamiento por la
'pandemia'
-
la necesidad de rastrear a las
personas y sus contactos para combatir la Covid-19
-
la "cooperación público-privada" para
la "gestión sistémica de la existencia humana"
-
el impulso a la "economía sin
contacto" como un paso hacia la Cuarta Revolución Industrial
Schwab reconoce que, a raíz de la 'pandemia'
de 2020, se relajaron varias regulaciones que obstaculizaban el
progreso.
Lo cita Pigem:
Lo que hasta hace poco era impensable, de
golpe se hizo posible".
Sí, el shock pandémico - idea
de Klein - parece haber facilitado estos cambios.
Pigem también aborda el tema de la posverdad.
Reflexiona que,
"si nada es verdadero, parece que todo
está permitido",
...por lo que advierte del peligro de ser
manipulado cuando se pierde el sentido de lo verdadero y de lo
falso.
Define la posverdad como las,
"circunstancias en que los hechos
objetivos son menos influyentes a la hora de conformar la
opinión pública que los llamamientos a la emoción y las
creencias personales".
Así, concluye que la posverdad se encamina
con el nihilismo, el totalitarismo y el delirio colectivo.
"Con el Ministerio de la Verdad - comenta
el autor - la distopía de Orwell anticipa de manera genial
lo que ahora llamamos posverdad",
...y argumenta que los fact-checkers
no son guardianes de la verdad, ni guardianes de la mentira,
sino guardianes de la posverdad.
Son los encargados de que no haya
grietas en la narrativa oficial.
El también autor de Inteligencia Vital
(Kairós, 2016) nos muestra que el poder tecnocrático se sustenta
en,
-
el "capitalismo de la vigilancia"
(concepto desarrollado por
Shoshana Zuboff)
-
la especulación tecnofinanciera
-
los grandes medios de comunicación de
masas
-
los fondos de inversión
-
la industria farmacéutica
-
las fundaciones "filantrópicas"...
El capitalismo de la vigilancia es el
apuntalado por los desarrollos tecnológicos vinculados al
tratamiento digital de los datos, es un capitalismo que, según
Zuboff, se apropia de la experiencia humana para prácticas
comerciales ocultas de extracción de datos, predicción de
comportamientos y ventas, pero que de facto expropia los derechos
de las personas y derroca la soberanía popular.
Detrás de este capitalismo, apoyado por la
Inteligencia Artificial (I.A.)
y la digitalización, se encuentra el poder tecnofinanciero que
propugna la desaparición del dinero en efectivo para que las
economías sean digitales y controlables desde un poder
centralizado global.
A raíz de la 'pandemia', continúa Pigem, los procesos de
digitalización y robotización se han incrementado, generando
empobrecimiento y deshumanización en la mayoría de la población,
pero incrementando las fortunas de los billonarios y creando
otros nuevos millonarios a raíz de la 'pandemia'.
La
lógica tecnocrática impone
criterios de eficiencia y de control por encima de todo.
Detrás del poder tecnofinanciero - nos
muestra el autor - se encuentran los grandes fondos de inversión
como
Black Rock y Vanguard, que
gestionan 7 billones 1 y 8.5 billones de
dólares, respectivamente.
Se piensa que en 2028 podrían ser dueños de
casi todo. 2
Para Pigem, la Cuarta Revolución Industrial y el
transhumanismo aspiran a un mundo en el cual la tecnología
se impone sobre la vida, y los algoritmos y los datos, sobre la
conciencia y el sentido común.
Por otra parte, el autor nos descubre que la
ciencia se ha empañado con la posverdad y los intereses
creados, afirma que buena parte de la investigación dependiente
de
las industrias farmacéutica y médica
tiene como objetivo el beneficio de los accionistas, no la salud
de las personas.
Para ejemplificar lo anterior, cita algunos
artículos de grandes y honestos investigadores que han
denunciado el fraude en la ciencia:
"Por qué la mayoría de los resultados de
investigación publicados son falsos" (Ioannidis, 2005).
"Compañías farmacéuticas y médicos: una
historia de corrupción" (Angell, 2009).
"Mucho de lo que se publica es
incorrecto" (Horton, 2015).
Es decir, la ciencia ha sucumbido a la lógica
del tecnocapitalismo:
la obtención de ganancias por
encima de la verdad...
El empañamiento de la ciencia también ha
provocado que la salud humana haya sido trastocada, según Pigem,
dando lugar a una sanidad tecnocapitalista en la cual las
grandes farmacéuticas, a través de su red de influencias imponen
su criterio sobre qué se debe administrar a las personas y qué
no.
En la lógica
del capitalismo, la salud
pública se convierte en una vía donde la extracción del dinero
público termina en manos privadas.
En este libro, comenta que dos de las
revistas médicas más prestigiosas estuvieron implicadas en un
escándalo, durante 2020, porque se demostró que realizaron
estudios fraudulentos para aprobar ciertos tratamientos contra
el Covid-19.
Además, Pigem advierte que, en pleno siglo XXI, el paradigma
mecanicista de la salud, fundamentado en simples conexiones
lineales entre un patógeno [p.e., el SARSCOV-2], una enfermedad
[el Covid-19] y un remedio [las
"vacunas"], es una
ficción porque desconoce la compleja red de relaciones de los
fenómenos biológicos, además de que la salud de cada persona es
única y los tratamientos médicos no funcionan igual para todos.
El filósofo español hace hincapié que en la novela 1984,
Orwell ya era consciente del poder que ejercerían las pantallas
capaces de recibir y transmitir simultáneamente información, y
que este invento terminaría con la vida privada de las personas.
A través de las pantallas de televisión,
computadora o smartphones es donde se ha desarrollado la batalla
por la narrativa pandémica, cuya versión oficial se ha impuesto
por parte de las grandes corporaciones tecnológicas, de
comunicación y farmacéuticas.
Otra consecuencia de la omnipresencia de las
pantallas en la vida cotidiana es que el ser humano, dice Pigem,
no está atento.
Al encontrarse absorto en las pantallas,
el homo sapiens se transforma en homo absortus...
Por esta razón, buena parte de las páginas
Web y aplicaciones de éxito están diseñadas para crear adicción
y mantener absorto al individuo, por lo que los grandes medios
de comunicación han abandonado su papel crítico y plural,
fomentando el miedo y la obediencia, imponiendo un
pensamiento único que censura las voces críticas tanto en medios
convencionales (radio y tv) como en los digitales, debido a la
intrincada red de intereses del complejo tecnofinanciero.
El autor destaca el hecho de que en ningún
medio de comunicación de masas haya existido un debate sobre el
impacto de las medidas impuestas por las autoridades a raíz de
la 'pandemia'.
Recordemos que en los medios de comunicación
sólo aparecieron los llamados expertos que seguían la narrativa
oficial, pero no se dio voz a los disidentes - pero sí se les denostó
o ridiculizó - aunque éstos fueran reconocidos especialistas o
incluso premios nobel.
Pigem asegura que,
este pensamiento único que ha empezado a
imperar con el visrus se dirige a "no pensar".
Y también - añado - a no cuestionar...
Recordemos los miles de videos censurados por
la plataforma Youtube por contener "desinformación
médica", y los millones de mensajes y cuentas de usuarios de
Facebook, Twitter y otras aplicaciones
canceladas por "violar las reglas de la comunidad" con respecto
al Covid-19.
El Gran Hermano orwelliano
ahora es digital...
Revisando la historia, el doctor barcelonés nos presenta
información relativa a la 'pandemia'
de la gripe A, en 2009, donde
la OMS ocultó el hecho de que sus expertos cobraron de las
farmacéuticas.
Continuando con esa revisión, nos enteramos
de que las fundaciones "filantrópicas" llevan años preparando
escenarios para posibles 'pandemias'.
Aquí algunos ejemplos:
-
en 2010, la
Fundación Rockefeller
planteó, ante el escenario de una 'pandemia',
confinamientos e imposición de leyes estrictas (uso de
mascarillas y control de la temperatura corporal)
-
en el
Foro de Davos, en 2017, se
presentó una coalición para la preparación de
'pandemias'
-
en 2019,
la OMS y el
Banco Mundial presentan
el informe: "Preparación para una 'pandemia' por un
patógeno respiratorio de gran impacto"
-
el
Evento 201, que consistió en un
ejercicio de prospectiva en el cual se escenificó una
'pandemia' causada por coronavirus...
Todo lo anterior se encuentra en documentos
oficiales, por lo que el lector atento no puede dejar de
sorprenderse de que, meses antes de la declaratoria de
'pandemia' por parte de la OMS, fundaciones y organismos
internacionales ya estuvieran trabajando sobre escenarios
'pandémicos', específicamente de patógenos respiratorios y - lo
más sorprendente - de coronavirus...
¿Casualidad?
Para
Klaus Schwab, recuerda
Pigem,
la 'pandemia' ha sido un catalizador para
la transformación digital, y con el confinamiento, se ha
desarrollado y expandido el mundo digital.
Ante este abrumador panorama donde la
inteligencia artificial y el mundo digital parecen ahogar la
experiencia humana, el filósofo español nos advierte sobre el
peligro de tener una vida sin sentido, pues de esto se deriva la
codicia desmedida por dinero y poder.
Pigem nos invita a retomar la confianza en la vida:
"vivir es renovarse".
Esa vida que desde 2020 se ha ido imponiendo,
basada en el temor, la distancia y la renuncia para la
supervivencia biológica, en nada se parece al vivir plenamente...
Como decía
Eric Fromm,
para que el ser humano sea plenamente
humano, tiene que ser aventurero, valiente, imaginativo,
capaz de sufrir y de gozar.
Así, estará al servicio de la vida, no al
servicio de la muerte.
Esta visión del ser humano nada tiene que ver
con el individuo miedoso, aislado y sin
capacidad crítica que se mantuvo confinado.
El autor termina con una seria advertencia:
"Atención: estamos personalizando a
los robots y, a la vez,
estamos robotizando a las personas".
De nosotros depende, y de nuestra capacidad
de ser plenamente humanos, no ser robotizados.
'Pandemia y Posverdad', alcanzando ya su cuarta edición, es una
obra de obligada lectura para comprender no solamente el impacto
de la 'pandemia' sobre nuestras vidas, sino también para
estimular el pensamiento crítico en una época donde el
pensamiento y el sentimiento únicos amenazan con imponerse para
ahogar la vida y la libertad humanas.
Referencias
-
Un billón americano equivale a mil
millones.
-
"BlackRock y Vanguard administran 16
billones de dólares. Si fueran un bloque de naciones, serían
la tercer potencia mundial por debajo de Estados Unidos y
China, de acuerdo con datos del Banco Mundial en 2019. No es
un dato trivial, ya que este peso les permite tener voz,
voto e influencia en las asambleas generales de muchas
empresas".
Tomado de:
https://expansion.mx/mercados/2021/03/08/blackrock-y-vanguard-16-billones-de-dolares-detras-de-las-vacunas
(Fecha de consulta: 26 de septiembre de 2022)
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