por Ramón Soriano
07 Julio 2025
del Sitio Web Publico

 

 

Ramón Soriano

Catedrático emérito de Filosofía del Derecho y Política de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla






Imagen de archivo

del presidente de Estados Unidos,

Donald Trump,

en los jardines de la Casa Blanca.

ZUMA vía Europa Press




Desde el inicio del régimen teocrático iraní de los ayatolás en el año 1979, que destrona al Sha de Persia, Mohammad Reza Pahlavi, la rivalidad de Estados Unidos con Teherán ha sido constante.

 

Se hace más explícita cuando el presidente George Bush da cuenta a la opinión pública de su programa de guerras contra lo que denomina el Eje del Mal, formado por,

  • Irak

  • Irán

  • Corea del Norte,

...y emprende en 2003 la guerra contra Irak, acompañado por el presidente español Aznar y el primer ministro británico Tony Blair.

 

Los reveses sufridos en esta primera guerra contra Sadam Hussein obligaron a interrumpir el programa bélico.

 

Trump ha tomado ahora la antorcha de Bush, republicano como él - tras el paréntesis de los presidentes demócratas Obama y Biden - y disfrazando su lenguaje e intenciones, ha emprendido una guerra contra Irán, el Estado al que en el programa bélico citado de Bush le correspondía el segundo turno para ser intervenido por el belicoso Estados Unidos.

 

 

 


Un hipotético Acuerdo de Fin de la Guerra No Fiable para ambas partes

Afirma Trump en sus discursos que terminará la guerra contra Irán, si este se presta a firmar un acuerdo para concluir su programa nuclear.

 

Pero, mirando hacia atrás la conducta y las aspiraciones de Trump, está claro que no dejará en su empeño de controlar a los líderes del régimen político de Irán por tres razones.

 

Primera: Trump no se fía del actual régimen iraní, de sus líderes, ni de que el acuerdo, en el caso de alcanzar la firma de los iraníes, sea cumplido.

 

El régimen tiene suficientes técnicos y científicos para la construcción de la bomba atómica y estructuras sumergidas y escondidas a lo largo del territorio del país, difíciles de ser eliminadas con bombardeos.


Segunda: la razón encubierta en el cínico lenguaje de Trump, la intención de apropiarse o controlar un país tan rico en petróleo y gas como Irán, de la misma manera que desea apropiarse de Groenlandia y las raras, críticas y ricas tierras de Ucrania.
 


Tercera: el apoyo que Trump puede encontrar para derribar el régimen iraní en la resistencia de la sociedad civil al dominio teocrático de los ayatolás, que algunas veces ha aflorado públicamente.

 

Estados Unidos siempre ha dispensado internamente su ayuda a,

la resistencia social rebelde dentro de los Estados adversarios díscolos con sus consignas y aspiraciones.

 

Injerencias internas constantes, que sabe complementar con la intervención militar externa en los momentos claves.

 

Intervenciones que no tienen color político, sino la confluencia u oposición del país intervenido a los intereses estadounidenses.

Ahora está en el ojo de Estados Unidos el Irán de la dictadura de los ayatolás.

 

Antes el Chile de la democracia de Allende, sobre cuyas cenizas surgió la dictadura de Pinochet con el apoyo del hegemón.

 

 


La Compleja y Cambiante Ideología Política del presidente Trump

En los medios,

no se suele hablar de los apoyos doctrinales de los presidentes estadounidenses, de las filosofías que sustentan su ideología y estrategia política.

 

Parece como si los presidentes actuaran con autonomía según sus propias conveniencias.

 

Pero no hay ejercicio de poder que no vaya acompañado de sus teorías defensoras.

 

Tampoco los medios se ocupan de las corrientes de filosofía política imperantes en Estados Unidos y su influencia en los presidentes de la nación.

 

Ni siquiera ahora, en estos momentos en los que Estados Unidos inunda los programas de cualquier medio.

En Estados Unidos coexisten cuatro corrientes filosóficas predominantes:

  • liberalismo

  • realismo

  • conservadurismo

  • neoconservadurismo,

...que sirven para etiquetar a los presidentes:

  • el conservador Reagan

  • el realista Nixon

  • el neoconservador George Bush

  • el liberal Obama...

Pero, ¡cuidado con las etiquetas de los presidentes!, porque no siempre responden en sus actuaciones a una determinada etiqueta.

 

La razón es su respuesta y acomodo a las imprevisibles circunstancias y retos que le depara el devenir. Y no siempre una misma receta puede aplicar a todas ellas.

 

La conducta política de Trump nos puede servir de ejemplo.

 

Si leemos las ya abundantes biografías que sobre él se han publicado, advertimos que es alto el número de calificativos. No creo equivocarme si señalo como más habituales que el presidente es un ultraconservador y un populista.

 

En consecuencia, la ultraderecha europea - desde el congreso en Coblenza en 2014 - le ha considerado su líder indiscutible, como buen ultraconservador, e igualmente, como buen populista, Trump prescinde de los procedimientos democráticos al uso y publica sus decisiones en las redes (como si no existiera el Senado y la Cámara de Representantes de su país).

Pero Trump es un pulpo avezado y experimentado de la política, que lanza sus tentáculos en cada caso hacia la doctrina que le interesa, en sus decisiones más atrevidas, como excelente presidente-empresario, tal como le definí en un artículo anterior.

 

Y hete aquí que en su guerra contra Irán se ha convertido en discípulo de los neoconservadores estadounidenses, que aman tanto a la democracia y a las libertades de su país que desean fervientemente expandirlas por todo el orbe terráqueo, sustituyendo dictaduras por democracias, si es necesario con la fuerza... de los cañones.

 

No es expresión mía, sino de ellos, reiterada en sus obras más relevantes y especialmente en Peligros Presentes, la Biblia de los neoconservadores.

 

En realidad el propósito no deja de ser sarcástico, porque Estados Unidos trata bien a Estados tiranos amigos y mal a Estados, que simplemente son díscolos y no siguen las consignas del hegemón.

 

Los neoconservadores tuvieron un gran ascendiente en la política del presidente George Bush:

este les encaramó a altos puestos de su Gobierno y ellos le correspondieron justificando su programa bélico, especialmente su lucha contra los "Estados canallas", catalogados como,

Estados tiránicos, autores y cómplices del terrorismo internacional, violadores de los derechos humanos y portadores de armas de destrucción masiva...

 

 


Trump - Neoconservador

Defino a los neoconservadores en mi libro Los Neoconservadores y la Doctrina Bush de esta guisa:

"Los neoconservadores constituyen un grupo de ideólogos que se caracteriza en política exterior por la defensa de la expansión de los valores americanos fuera del territorio estadounidense y de la democracia como sistema político, propugnando el derrocamiento de las tiranías y su sustitución por regímenes democráticos, empleando a tal efecto un nuevo tipo de acción bélica, la acción preventiva.

 

Defienden las acciones unilaterales de Estados Unidos, sin sujeción a las instituciones internacionales como Naciones Unidas o el derecho internacional, debido a la ineficacia de los tratados internacionales, la acción lenta de los Estados y coaliciones, la prioridad de los intereses nacionales y la responsabilidad de la hiperpotencia, Estados Unidos, para garantizar la paz mundial.

 

Critican la política exterior de gobiernos anteriores, porque no han sabido colocar a Estados Unidos en el lugar que se merece, como única superpotencia mundial tras la caída de la URSS.

 

Insisten en una 'revolución militar', que convierta al ejército de Estados Unidos en un eficaz guardián de la paz mundial.

 

Comparan al virtuoso y decente Estados Unidos y la vieja y decadente Europa, impotente y laxa".

 

  • ¿No les suenan los caracteres anteriores lo suficiente para aplicarlos a la política de Trump?

     

  • ¿No les viene la imagen del presidente cuando leen estas notas?

Trump ha adoptado el más importante de los principios de los neoconservadores:

el cambio de régimen para la expansión de la democracia y las libertades made in USA...

Ahí están las palabras de su discurso del 22 de junio de 2025 pronunciado en Truth Social:

"No es políticamente correcto usar el término cambio de régimen, pero si el actual régimen no puede hacer a Irán grande otra vez, ¿por qué no habría un cambio de régimen?".

Palabras que acompañan a la referencia del presidente al acuerdo, que pondrá fin a la guerra, su guerra agresora contra Irán.

Un acuerdo en el que Irán se comprometería a terminar su programa de producción de una bomba atómica...

Pero Trump ya no engaña a nadie, y menos a los líderes iraníes.

 

Ellos saben muy bien - y sabemos - que tras el acuerdo firmado, el ambicioso presidente con hambre de territorio no parará hasta controlar y servirse de la extraordinaria riqueza de Irán...