
por Jan Wellmann
18 Junio 2025
del Sitio Web
JanWellmann
traducción de
Biblioteca Pleyades
Versión original en ingles

La
visión Macro de este conflicto
debería
inspirarte
a
Descentralizar, no a Demostrar...
El espectáculo entre Israel e Irán, transmitido a
través de luces intermitentes y teatralidad de centros de
investigación, no es una guerra en ningún sentido significativo:
es una presentación...
Una escalada planificada en un juego mucho más antiguo.
Mientras los analistas echan espuma por la boca y
tejen narrativas geopolíticas en brillantes mapas de estudio, la
verdadera operación continúa silenciosamente tras bambalinas:
la lenta y deliberada centralización de
todo.
El conflicto es una distracción planificada.
El comentario es una distracción predefinida.
Ambas banderas en el campo de batalla marchan
hacia el mismo punto de fuga:
la sumisión total a una estructura de mando
global.
Seamos claros... el enemigo no es el pueblo
israelí ni el iraní.
¡Son víctimas, no villanos...!
La tragedia es que ambas poblaciones se ven
arrastradas a la destrucción mutua por una arquitectura
supranacional que no le debe lealtad a ninguna bandera, ni a
ninguna fe, ni a ningún futuro.
Sus líderes son marionetas en un guión que
ninguno de los dos bandos escribió, avanzando hacia una
aniquilación que nadie pidió.
La mente humana no está diseñada para comprender esto con
claridad.
No procesa la verdad; fabrica una versión que parece estable.
El cerebro pliega el caos de campos, señales y ruido inmaterial
en algo que no nos hará gritar.
¡La percepción es una gestión de crisis...!
No vemos lo real:
vemos lo que necesitamos para seguir
funcionando.
Por eso cada guerra nos resulta familiar, cada
villano lleva una bandera y cada crisis exige nuestra opinión.
Pero no se trata de un duelo entre el bien y el mal, ni de
Occidente contra Oriente. Es un juego a largo plazo, diseñado
para confundir, provocar, desestabilizar y, finalmente, absorber.
El plan se trazó mucho antes del primer disparo.
En el siglo XIX, circulaban cartas que describían tres guerras
mundiales necesarias:
-
la primera para derrumbar las
monarquías
-
la segunda para elevar los sistemas de
control ideológico
-
la tercera - esta última - para incitar
conflictos religiosos y regionales tan destructivos, tan
espiritualmente desorientadores, que las masas rogarían por
orden... cualquier orden...
¿Qué mejor manera de engrasar los rieles de la
centralización que reduciendo a escombros a las últimas naciones
soberanas, un misil a la vez?
En 1995, algunos países aún se mantenían al margen del cártel de la
banca central:
Irak,
Libia,
Siria,
Afganistán,
Irán
No santos, solo soberanos.
Imprimieron su propio dinero.
Establecieron sus propios términos.
Eso no se podía permitir.
Así que fueron eliminados sistemáticamente.
Irak fue desmantelado por armas imaginarias.
Libia fue aniquilada por soñar con una moneda respaldada por
oro.
Siria fue desangrada por un agente terrorista fabricado,
diseñado en la sombra por la inteligencia occidental e israelí.
Afganistán, el cementerio del imperio, fue arrastrado a un
purgatorio sin fin.
Sudán, fracturado por la guerra civil y el asedio económico, fue
finalmente absorbido cuando su banco central, antes aislado, se
reconectó al sistema bancario central bajo el
manto del caos.
Y cuando la situación se calmó, si es que alguna
vez lo hizo, cada uno se conectó a la red financiera global a la que
una vez se resistieron.
Incluso Siria, tras una década de guerra con apoyo extranjero, se
reincorporó al cártel bancario en 2025. No importó cómo se produjo
la integración (por golpe de Estado, bombardeos o rescate), solo que
se produjo.
Ahora es Irán...
No por armas nucleares, teología o derechos
de las mujeres, sino porque su banco central aún no está
plenamente integrado.
Su régimen, una vez instaurado con ayuda occidental, se ha
vuelto incómodo.
Y, como los anteriores, será ablandado con sanciones, agitado
mediante protestas y desestabilizado hasta que colapse o se
rinda.
Los misiles y los martirios son secundarios. El
objetivo es la centralización. ¡Siempre lo ha sido...!
Lo que viene después no es paz, es una carga...
Un mundo gobernado por una moneda gestionada
por IA, identificaciones vinculadas al comportamiento y derechos
programables disfrazados de protecciones.
La infraestructura ya está construida (CBDCs,
puntajes de carbono,
pasaportes biométricos) a la
espera de que se desate el caos suficiente para justificar su
lanzamiento.
Y cuando llegue ese momento, dentro de uno o dos años, no
llegará como un golpe de Estado, sino como un rescate.
No con tropas sobre el terreno, sino con aplicaciones en tu
teléfono.
La abrumadora mayoría se unirá y se sentirá agradecida.
Y nuestra soberanía (individual, nacional, espiritual) se
convertirá en una garantía.
Esto no es Israel contra Irán.
No es el islam contra el sionismo.
Es centralización contra soberanía.
No es una guerra de misiles, sino de sistemas.
De arquitectura.
Una conquista estructural se despliega bajo cada tratado,
titular y hashtag.
Y cuando termine, no habrá bandos. Solo un único
sistema.
Uno que sabe lo que gastas, lo que dices, lo
que piensas y lo que puedes creer a continuación.
Solo hay una salida a este vector:
construir nuestra propia infraestructura,
nuestros propios sistemas de soporte vital, nuestra propia
economía (basada en blockchain), bajo reglas descentralizadas.
Nada más resistirá...
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