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Las noticias que se difunden sobre esta problemática suelen tener un tono alarmista y catastrófico, responsabilizando a,
Para frenar y revertir el aumento de la temperatura, la mayor parte de los países están adoptando políticas climáticas que inducen a condicionar y restringir algunos aspectos de la vida cotidiana, como por ejemplo,
...limitaciones que implican importantísimas consecuencias económicas.
La imposición de este tipo de medidas se apoya en un supuesto consenso científico sobre el origen humano del calentamiento global [sic] y sus dramáticas consecuencias, profetizadas para las próximas décadas gracias a "sofisticados" modelos climáticos que utilizan millones de datos meteorológicos y las más poderosas herramientas informáticas disponibles.
Sin embargo, ese alardeado consenso está lejos de existir, porque miles de científicos (entre ellos, varios premios Nobel) opinan que,
La información geológica, que permite reconstruir la historia climática del Planeta a lo largo de miles de millones de años, demuestra que,
Estos datos indican no sólo que las temperaturas actuales están muy
lejos de ser anómalas (por el contrario, son frías en comparación
con las alcanzadas en épocas anteriores) sino que, además, la
evolución térmica de la Tierra es independiente del contenido de
CO2 en la atmósfera.
La tozuda realidad, la que se deriva de la observación de los procesos naturales, desautoriza las interpretaciones catastrofistas del calentamiento global, ya que ninguno sus dramáticos pronósticos se han cumplido.
En efecto, en contra de los vaticinios,
Sin embargo, a pesar de la flagrante contradicción entre realidad y vaticinios, la interpretación que atribuye a las actividades humanas la responsabilidad del calentamiento del Planeta,
Ese es el dogma que sustenta las políticas climáticas oficiales y que, gracias a una formidable campaña de publicidad a nivel global, han conseguido incrustar el miedo al cambio climático en la conciencia colectiva.
Ese logro ha sido posible gracias a un enorme y continuado despliegue informativo en los medios de comunicación, en las redes sociales (incluyendo la Inteligencia Artificial...) y también en los programas educativos.
En efecto, en los libros de texto, empezando por los niveles más elementales de la educación, se presenta la hipótesis antrópica del calentamiento global como un hecho probado e indiscutible, educando a las nuevas generaciones con las mismas informaciones sesgadas que inundan periódicos y noticieros.
Existe por lo tanto una considerable presión mediática que, gracias a un gigantesco embudo informativo, empuja la conciencia social colectiva hacia un pensamiento único.
Esta situación empieza a tener una deriva peligrosa que recuerda a las sociedades descritas en las fábulas distópicas escritas por Aldous Huxley (Un Mundo Feliz) y Georges Orwell (1984).
Ambas novelas, a pesar de sus diferencias de estilo y planteamiento, tienen un inquietante punto en común porque en sus respectivas tramas, barridas por el viento del desarrollo tecnológico,
La comparación entre las sociedades descritas en dichas novelas y alguna de las tendencias que se observan en el mundo actual,
2064, Un Mundo No tan Feliz constituye la tercera entrega de una trilogía focalizada en conflictivos temas medioambientales.
La acción se inicia en 1989, cuando al mismo tiempo que se derrumbaba el Muro de Berlín, una élite global maniobra para establecer un nuevo orden mundial, basado en el miedo, convirtiendo el ecologismo en una nueva religión, que servirá como excusa para limitar libertades y manipular a la población.
Las bases conceptuales de la narración se fundamentan en los criterios científicos detallados en los numerosos artículos publicados aquí, en Entrevisttas.com y en la obra Cambios Climáticos, escrita conjuntamente con Jose Antonio Saénz de Santa María y con Stefan Uhlig.
Con este telón de fondo, la novela trata de alertar sobre,
Leyendo las novelas antes mencionadas desde la perspectiva actual, debe reconocerse la formidable intuición que tuvieron sus autores hace un siglo.
En aquellos momentos, ellos aún desconocían las capacidades que en el futuro tendrían los medios de comunicación, antes de que Joseph Goebbels empezase a aplicar en Alemania,
Ellos no podían vislumbrar ni por asomo el enorme potencial de la tecnología hoy disponible, aunque en cierto modo, los omnímodos poderes del Gran Hermano pueden considerarse precursores de las herramientas cibernéticas actuales.
Hoy, a punto de culminar el primer cuarto del siglo XXI, mirando a nuestro alrededor, podemos observar cómo se cumplen con asombrosa precisión las profecías de Huxley.
Esta situación se ha alcanzado después de una larga evolución, registrada a lo largo de las últimas décadas, gracias a lentos cambios progresivos en la escala de valores, donde han influido significativamente las modificaciones introducidas en los sistemas educativos.
Es decir, gracias a lo que se ha denominado ingeniería social.
A lo largo de la Historia, han sido los conceptos religiosos o nacionalistas (y con frecuencia, una combinación de ambos), los que a menudo han servido de excusa a los gobernantes, o a las élites dirigentes, para satisfacer sus ambiciones personales a costa de imponer sacrificios a la población.
Durante siglos, a los ciudadanos normales, se les ha imbuido de la imprescindible necesidad de autoimponerse restricciones y sacrificios, sufriendo en este mundo para optar a la recompensa de la vida eterna, ya fuese en el cielo cristiano o en el paraíso de la huríes.
En el siglo XVIII, conocido como Siglo de las Luces, la fulgurante evolución de la Ciencia, la Ilustración y la Revolución Industrial, se llevaron por delante en buena medida los criterios religiosos como vertebradores sociales, imponiendo (al menos teóricamente), criterios basados en la Razón y el Conocimiento.
Como consecuencia, gobernantes y dirigentes se vieron obligados a recurrir a nuevas estrategias de movilización y de control de la población, ya que las doctrinas religiosas, dejaron de ser mayoritariamente efectivas como instrumento político.
En los países donde las doctrinas y credos fueron erradicadas por razones ideológicas, o en aquellos otros donde las religiones fueron permitidas, aunque bajo regímenes dictatoriales, la solución fue simple:
Pero,
Es complicado imponer un criterio único, cuando oficialmente existe libertad de pensamiento, sin restricciones para acceder, publicar o difundir cualquier tipo de información.
Sin embargo, como ha demostrado la experiencia, se puede conseguir el objetivo deseado mediante la implantación de una estrategia múltiple.
Dicho sustitutivo, apareció de forma espontánea y poco llamativa hace algunas décadas, aunque no tardó mucho en llamar la atención de dirigentes y políticos.
El movimiento ecologista surgió en la década de los años 70 del siglo XX, y pronto consiguió un logro tan imprescindible como urgente:
Gracias a las ideas ecologistas, ha sido posible romper la inercia de comportamientos sociales inaceptables, creando conciencia sobre los problemas de medio ambiente y cambiando los hábitos cotidianos de millones de personas.
Es este un mérito indiscutible e incuestionable, que debe ser reconocido como tal, ya que, sin su contribución, la situación y las perspectivas de futuro del medio ambiente en nuestra querida Tierra, no serían hoy las mismas.
Sin embargo, la implantación y aceptación social del ecologismo ha sido tan fulgurante, ha tenido tal impacto social, que aquel movimiento inicialmente espontáneo y desinteresado, se vio rápidamente abocado a participar en la vida política, aumentando progresivamente su cuota de poder, accediendo a responsabilidades legislativas y de gobierno, así como a ingentes recursos económicos, y evolucionando en sus estrategias hacia los comportamientos habituales en política.
Así, progresivamente, el ecologismo se fue desvirtuando respecto de sus planteamientos iniciales para convertirse, salvo raras y honrosas excepciones, en lo que es hoy:
Y en la cresta de la ola de esa tendencia de politización interesada se encuentra,
En todo sistema religioso son imprescindibles las verdades que se tienen como ciertas, que no tienen por qué ser demostrables y no pueden ser puestas en duda, porque constituyen el núcleo de la creencia.
Es decir, los dogmas, que deben ser obligatoriamente aceptados, aunque existan muchas evidencias sobre su falta de realidad.
En la nueva religión climática, el dogma principal sobre el que se basa toda la doctrina, afirma que,
Afortunadamente, el mundo actual está todavía lejos de las distópicas sociedades descritas por Huxley y Orwell, ya que los patriarcas de la nueva religión no han alcanzado todavía el control absoluto de la sociedad.
Sin embargo, no deben minimizarse los riesgos que conlleva la progresiva intromisión en nuestras vidas de la nueva religión, limitando de forma creciente las libertades individuales, como demuestra la Agenda 2030 y el Green Deal diseñado por la Unión Europea.
Estas son las reflexiones a las que invita la lectura de 2064 - Un Mundo No Tan Feliz, una fábula que intenta alertar sobre un futuro potencialmente peligroso y oscuro si se continúan y acentúan ciertas derivas actuales.
A quienes hayan leído Un Mundo Feliz y 1984, no les costará reconocer que, desde el punto de vista conceptual, el control de las redes sociales empujado hacia un pensamiento único recuerda bastante,
Por eso, volviendo al encabezamiento de este artículo, cabe preguntarse,
Aldous Huxley fue capaz de responder una disyuntiva similar con una frase genial:
El refranero español, por su cuenta, lo dice de una forma más sucinta y directa,
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