Voyager 1 de la NASA
NASA/JPL-Caltech por las sondas de la NASA redefinen nuestra comprensión del límite del Sistema Solar y su interacción con el medio interestelar...
Lo que han encontrado al otro lado derrumba viejos mitos y ofrece un retrato inquietante de lo que nos rodea más allá de los últimos planetas:
A más de 18.000 millones de kilómetros de casa (las Voyager han logrado medir, con datos directos y sin precedentes, lo que sucede justo donde termina la burbuja protectora del Sol) la región conocida como heliopausa (una especie de frontera móvil entre el viento solar y el espacio interestelar) ha resultado ser,
La imagen popular de un "muro de fuego" en el borde del Sistema Solar se desinfla al examinar los datos.
Esta ilustración muestra la posición de las sondas Voyager 1 y Voyager 2 de la NASA, fuera de la heliosfera, una burbuja protectora creada por el Sol que se extiende mucho más allá de la órbita de Plutón. La Voyager 1 cruzó la heliopausa, o el borde de la heliosfera, en agosto de 2012. En una dirección diferente, la Voyager 2 cruzó otra parte de la heliopausa en noviembre de 2018.
Sí, las Voyager detectaron temperaturas extremas en la transición (decenas de miles de kelvin, lo que equivale a más de 50.000 grados Celsius, o casi 90.000 grados Fahrenheit) pero la densidad de partículas es tan baja que ni el metal ni la electrónica sufrieron daños.
Lo que hay, en realidad, es una "costra" de plasma comprimido y una drástica caída de partículas solares, reemplazadas por una avalancha de rayos cósmicos (los verdaderos invasores del espacio interestelar).
Uno de los grandes hallazgos es que la heliopausa no es una muralla impenetrable.
Voyager 2 (que cruzó la frontera en
2018 por un punto diferente al de su gemela) detectó una región
mucho más porosa, lo que sugiere que el borde solar se comporta como
un filtro imperfecto.
Hasta ahora se creía que ambos campos estarían
desalineados, pero los datos de la Voyager 2 han zanjado la duda (la
frontera solar es menos abrupta de lo que se pensaba).
Hoy sabemos que la burbuja solar nos protege de más del 70% de la radiación cósmica, y que la verdadera frontera, lejos de ser un muro ardiente, es un delgado y poroso velo de plasma donde el poder del Sol se diluye y la galaxia toma el relevo.
La NASA no descarta más sorpresas.
De momento lo único seguro es que nunca antes
habíamos tenido acceso a la "playa cósmica" donde termina el Sol y
empieza el resto de la Vía Láctea.
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