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02 Octubre 2018
del Sitio Web
Tendencias21

Así resplandece el oscuro universo.
Crédito: ESA/Hubble & NASA, ESO
Lutz
Wisotzki et al.
Lo baña
una misteriosa luz
emitida desde el
universo temprano.
Los astrónomos han descubierto
que el cielo
nocturno es invisiblemente brillante.
Lo baña una
misteriosa luz emitida
desde el
universo temprano
por grandes
nubes de hidrógeno atómico.
Procedente de
galaxias distantes,
esa luz nos abre
una ventana al pasado...
Un equipo internacional de astrónomos ha descubierto una abundancia
inesperada de emisión Lyman-alfa en la región del Campo Ultra
Profundo del Hubble (HUDF).
La emisión procede de
grandes reservorios cósmicos de hidrógeno atómico situados alrededor
de galaxias distantes.
Esas nubes de hidrógeno detectadas en el universo temprano brillan
en
emisión Lyman-alfa, revelando que
casi todo el cielo nocturno es invisiblemente brillante.
La luz viaja
asombrosamente rápido, pero a una velocidad finita, lo que significa
que la luz que llega a la Tierra procedente de galaxias
extremadamente distantes ha viajado durante mucho tiempo,
abriéndonos una ventana al pasado, cuando el universo era mucho más
joven.
La emisión cubre casi el todo el campo de visión, lo que ha llevado
a los astrónomos a considerar que casi todo el cielo refulge
intensamente de forma invisible en emisión Lyman-alfa desde el
universo temprano.
Aunque los astrónomos están acostumbrados a observar el cielo en
múltiples longitudes de onda y de maneras muy diferentes, la
magnitud de la emisión Lyman-alfa ha resultado impactante.
"Darse cuenta de que,
cuando observando la emisión Lyman-alfa de las distantes nubes
de hidrógeno, todo el cielo se ilumina en el óptico, fue una
inmensa sorpresa", explica Kasper Borello Schmidt, miembro del
equipo de astrónomos que ha obtenido este resultado.
Gran
descubrimiento
"¡Es un gran
descubrimiento!", añade Themiya Nanayakkara, miembro del equipo.
"La próxima vez que
miren al cielo en una noche sin luna y vean las estrellas,
imaginen el brillo invisible del hidrógeno: el primer elemento
básico para la construcción del universo, iluminando todo el
cielo nocturno".
La región HUDF que
observó el equipo es un área que, en principio, no es especialmente
destacable.
Se encuentra en la
constelación de Fornax (el horno),
famosa por haber sido cartografiada por el Telescopio Espacial
Hubble de NASA/ESA en 2004, cuando el Hubble dedicó más de 270 horas
de precioso tiempo de observación buscando en lo más profundo de
esta región del espacio, algo que no se había hecho antes.
Las observaciones HUDF revelaron miles de galaxias dispersas en lo
que parecía ser una mancha oscura del cielo, dándonos una visión
humilde de la escala del universo.
Ahora, las excepcionales
capacidades del espectrógrafo
MUSE, instalado en el VLT (Very
Large Telescope) de
ESO, han permitido profundizar aún
más en lo profundo.
Esta detección de la emisión Lyman-alfa en el HUDF es la primera en
la que los astrónomos han podido detectar la débil emisión de las
envolturas gaseosas de las galaxias más tempranas.
Esta composición muestra
la radiación Lyman-alfa en azul superpuesta a la icónica imagen del
HUDF.
MUSE, el instrumento que está detrás de estas últimas observaciones,
es un avanzado espectrógrafo de campo integral instalado en la
Unidad de Telescopio 4 del VLT, en el Observatorio Paranal de ESO.
Cuando MUSE observa el cielo, ve la distribución de las longitudes
de onda de la luz que ha alcanzado cada píxel de su detector.
Mirando el espectro
completo de la luz que nos llega de los objetos astronómicos,
obtiene importante información sobre los procesos astrofísicos que
ocurren en el universo.
Nueva visión
"Con estas
observaciones de MUSE, obtenemos una vista completamente nueva
de las envolturas de gas difuso que rodean a las galaxias en el
universo temprano", afirma Philipp Richter, otro miembro del
equipo.
El equipo internacional
de astrónomos que hizo estas observaciones ha identificado de forma
tentativa el motivo por el cual estas distantes nubes de hidrógeno
emiten en Lyman-alfa, pero la causa exacta sigue siendo un misterio.
Sin embargo, dado que se cree que este débil resplandor omnipresente
es ubicuo en el cielo nocturno, se espera que futuras
investigaciones arrojen luz sobre su origen.
"En el futuro,
planeamos hacer mediciones más sensibles", concluye Lutz
Wisotzki, líder del equipo.
"Queremos conocer los
detalles sobre cómo se distribuyen en el espacio estos inmensos
reservorios cósmicos de hidrógeno atómico".
La radiación Lyman-alfa
observada por MUSE tiene su origen en la transición electrónica
atómica de los átomos de hidrógeno, que emiten luz con una longitud
de onda de alrededor de 122 nanómetros.
Como tal, esta radiación es totalmente absorbida por la atmósfera de
la Tierra.
Solo la emisión
Lyman-alfa desplazada al rojo procedente de galaxias extremadamente
distantes tiene una longitud de onda lo suficiente larga como para
atravesar la atmósfera de la Tierra sin impedimentos y ser detectada
con los telescopios terrestres de ESO.
Referencia
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