por Dr. Mark Sircus
28 Septiembre 2025
del Sitio Web DrSircus

traducción de Biblioteca Pleyades

Versión original en ingles







Cuando pensamos en enemigos de la humanidad, a menudo imaginamos,

tiranos, pandemias o guerras...

Pero ninguno de ellos podría perdurar sin la mano firme de una institución que los alimenta y los normaliza.

La prensa estaba destinada a ser el guardián de la democracia, un faro de la verdad y un freno al poder.

Hoy se ha convertido en lo contrario:

un megáfono para los poderosos, un manipulador de la percepción y un maestro de la distracción.

Al controlar la narrativa, la prensa dominante fabrica el consenso, oculta hechos inconvenientes y garantiza que los ciudadanos sigan siendo espectadores en lugar de participantes de su propio destino.

El peligro de la prensa no reside solo en lo que dice, sino en lo que se niega a decir.

El silencio selectivo es la forma más insidiosa de censura.

Un crimen de guerra no denunciado es, para la opinión pública, un crimen de guerra que nunca ocurrió.

Una cura no mencionada bien podría no existir.

Una pregunta nunca planteada muere antes de poder despertar la reflexión.

Un gobierno que mata a su propia gente nunca es cuestionado por la prensa.


"Si no hubiéramos ganado estas elecciones,

todos habríamos sido

vacunados hasta la muerte y

censurados para que nadie pudiera

escuchar nuestros últimos gritos."
Mike Benz on "X"



En lugar de la verdad, nos alimentan con mentiras, propaganda, y en lo que respecta a la medicina, la prensa asesina sin pensarlo dos veces.

El miedo es su mayor arma.

La prensa se nutre de la ansiedad, amplificando las crisis, prediciendo el colapso y luego señalando a la autoridad como la "única salvadora"...

Una población temerosa es una población obediente.

Miren lo que hizo la prensa con el COVID...

La industria médico-industrial prácticamente domina la prensa:

por lo tanto, son los medios los que apuntalan el terrorismo médico y farmacéutico.

Hitler envidiaría la maquinaria de propaganda que tenemos ahora, profiriendo desinformación tantas veces al día que es suficiente para enfermar a cualquiera.

Juntos, forman una sola bestia:

los medios de comunicación como megáfono, el sector farmacéutico como amo.

Es esta alianza nefasta la que sustenta lo que solo puede llamarse terrorismo médico y farmacéutico.

Hitler envidiaría la maquinaria de propaganda actual.

Tenía a Goebbels y una radio.

 

Ahora tenemos:

  • redes de noticias globales 24/7

  • algoritmos de redes sociales

  • un sector farmacéutico con billones para gastar...

El mensaje se repite tantas veces al día, de tantas maneras, que la persona promedio ya no piensa por sí misma.

Solo repiten lo que han oído.

 

Bernie Sanders:

Todos en esta sala aceptaron dinero

de las grandes farmacéuticas.

'¿Son todos corruptos?'

Bernie Sanders

Fuente

 

 

La prensa ya no informa:

ingenia el consentimiento...

Las historias no se reportan para revelar la verdad, sino para moldear creencias y comportamientos.

Por eso se demoniza a los disidentes médicos, se entierran las terapias alternativas y naciones enteras pueden ser tildadas de héroes o villanos de la noche a la mañana.

 

Es una guerra abierta en la prensa contra Kennedy, el único hombre vivo dispuesto a confrontar el statu quo que tiene a los estadounidenses enfermos y muriendo a un ritmo sin precedentes.

Sin embargo,

un hombre con bata blanca dice algo en CNN, y es la verdad.

Un médico disidente dice lo contrario, y es desinformación, digna de censura.


Parece que esta semana,
con Robert F. Kennedy, Jr.,
se anunciarán los presuntos culpables
de la gran cuestión del autismo.

Eso sacudirá a la industria farmacéutica
hasta sus cimientos.

Llevan intentando desde la década de 1980
enterrar la idea
de que el autismo proviene de cualquier cosa que hagan.

 

 

 

Todavía estaba enojada

porque RFK Jr. la delató.
¡Cómo se atreve

a cuestionar mi integridad,

Sr. Kennedy!

Elizabeth Warren

Fuentes AQUÍ y AQUÍ



Las compañías farmacéuticas son los mayores anunciantes en los principales medios de comunicación.

La televisión, las revistas e incluso las plataformas digitales están saturadas de anuncios de medicamentos.

Ese dinero compra silencio, lealtad y obediencia.

Intenten imaginar una cadena cuya supervivencia depende de que la publicidad de Pfizer exponga su corrupción.

O un periódico adicto al presupuesto publicitario de Johnson & Johnson que publique en primera plana una investigación sobre los daños de sus productos.

Eso no sucede...

En cambio, vemos anuncios brillantes de actores sonrientes que venden pastillas que causan muerte y discapacidad, seguidos de segmentos de "noticias" que refuerzan la necesidad de más de lo mismo.

Esto no es solo corrupción:

¡Es terror por parte de la medicina...!

 



El Costo del Silencio

Mientras tanto, las medicinas naturales, las terapias sencillas y las soluciones económicas son ignoradas o atacadas.

Magnesio, bicarbonato, hidrógeno, yodo, vitamina D: todos basados ​​en la evidencia, todos seguros, todos baratos.

Pero ninguno puede patentarse, así que ninguno se promociona.

En cambio,

se burlan de ellos llamándolos "alternativos" o "no probados", mientras que el público es atraído hacia productos farmacéuticos caros y de alto riesgo que pocos pueden permitirse.

Este silencio cuesta vidas.

Roba a la humanidad la salud y a las personas la soberanía sobre sus propios cuerpos.

Y no es accidental. Es una censura sistémica, impuesta por la fusión de la medicina corporativa y los medios de comunicación corporativos.

Eso es fascismo.
 

 

 


Conclusión

El mayor enemigo de la humanidad no es la enfermedad en sí, sino ¡el sistema que la convierte en arma para obtener ganancias y controlar...!

La prensa dominante es su principal herramienta, moldeando mentes y doblegando voluntades, mientras que el complejo médico-industrial extrae riqueza y propaga la dependencia.

Mientras creamos lo que dicen, seguiremos atrapados.

El hechizo se rompe en el momento en que empezamos a escuchar con nuestros propios oídos, a cuestionar con nuestra propia mente y a buscar la verdad fuera de los cauces del poder.

Hasta entonces, la prensa seguirá siendo lo que se ha convertido:

¡el patógeno más peligroso del mundo...!