"Primero, porque la 
				vi morir en mis brazos, y me dí cuenta de que la muerte es como 
				el nacimiento, es una transición, un umbral, y le perdí 
				el miedo en lo personal. 
				 
				
				Ahora, si me agarra 
				el virus, pertenezco a la población más vulnerable, la gente 
				mayor, tengo 77 años y sé que si me contagio voy a morir. 
				
				 
				
				Entonces la 
				posibilidad de la muerte se presenta muy clara para mí en este 
				momento, la veo con curiosidad y sin ningún temor.
				
				Lo que 
				la 'pandemia'
				me ha enseñado es a soltar cosas, a darme cuenta de lo 
				poco que necesito. No necesito comprar, no necesito más ropa, no 
				necesito ir a ninguna parte, ni viajar. 
				 
				
				Me parece que tengo 
				demasiado. Veo a mí alrededor y me digo 'para qué todo esto'. 
				Para qué necesito más de dos platos.
				
				Después, darme cuenta de quiénes son los verdaderos amigos y la 
				gente con la que quiero estar.
				
				¿Qué crees que la 'pandemia' nos enseña a todos...? 
				 
				
				Nos está enseñando 
				prioridades y nos está mostrando una realidad. 
				
					
					La realidad de
					
					la desigualdad...
				
				
				De cómo unas personas 
				pasan la 'pandemia' en un yate en el Caribe, y otra gente está 
				pasando hambre.
				
				También nos ha enseñado que somos una sola familia. Lo que le 
				pasa a un ser humano en Wuhan, le pasa al planeta, nos pasa a 
				todos. 
				 
				
				No hay esta idea 
				tribal de que estamos separados del grupo y que podemos defender 
				al grupo mientras el resto de la gente se friega. No hay 
				murallas, no hay paredes que puedan separar a la gente.
				
				Los creadores, los artistas, los científicos, todos los jóvenes, 
				muchísimas mujeres, se están planteando una 'nueva normalidad'.
				
				 
				
				No quieren volver a 
				lo que era normal...
				 
				
				Se están planteando 
				qué mundo queremos. Esa es la pregunta más importante de este 
				momento. 
				 
				
				Ese sueño de un mundo 
				diferente:
				
					
					¡para allá 
					tenemos que ir...!
				
				
				Y reflexiono: 
				
				
					
					Me di cuenta en 
					algún momento de que uno viene al mundo a perderlo todo. 
					Mientras más uno vive, más pierde. 
					 
					
					Vas perdiendo 
					primero a tus padres, a gente a veces muy querida a tú 
					alrededor, tus mascotas, los lugares y tus propias 
					facultades también. 
				
				
				No se puede vivir con 
				temor, porque te hace imaginar lo que todavía no ha pasado y 
				sufres el doble. 
				 
				
				Hay que relajarse un 
				poco, tratar de gozar lo que tenemos y vivir en el presente".
				
				Isabel Allende