por Guillermo Carvajal
08 Junio 2017

del Sitio Web LaBrujulaVerde


 

 


La cúpula desde el mar

foto SonicBomb
 

 


En 1958 los Estados Unidos realizaron una serie de pruebas nucleares en el Pacífico, englobadas bajo el nombre genérico de Operación Hardtack I.

 

La zona ya había sido objeto de detonaciones en años anteriores, un área al que se denominaba Pacific Proving Grounds (terrenos de prueba del Pacífico), comenzando en 1946.

En aquella ocasión, entre el 28 de abril y el 18 de agosto de 1958, se detonaron 35 bombas, un número superior al de todas las pruebas anteriores juntas.

 

Los lugares elegidos fueron los atolones de Bikini y Johnston, localizados a medio camino entre las Islas Marshall y Hawai, y el atolón de Enewetak, al noroeste de las Marshall y muy cercano a estas.

Los estudios elaborados en marzo de ese mismo año indicaban que las personas situadas a menos de 650 kilómetros de distancia de las detonaciones podían sufrir quemaduras severas de la retina, por lo que los tres atolones elegidos se hallaban a más de 800 kilómetros de la isla habitada más cercana, aunque previamente se había realojado a la población que habitaba algunas de las islas, como fue el caso de Enewetak.

 

 


Foto Dominio público

Wikimedia Commons
 


En total se detonaron más de 30 megatones, tanto en tierra como en altitud.

 

La más potente de todas las explosiones, de 3,8 megatones y a 77 kilómetros de altitud sobre Enewetak, produjo una aurora que se pudo ver desde Hawai, a 1300 kilómetros de distancia. Inmediatamente tras la detonación las comunicaciones de radio en el Pacífico se interrumpieron.

 

En Hawai el apagón duró unas 2 horas, y en Australia se extendió hasta 9 horas.

En 1977, una vez finalizados los tests nucleares, los norteamericanos comenzaron la descontaminación de Enewetak y otras islas. El proceso de limpieza duró tres años y costó unos 100 millones de dólares.

 

Se recogieron 85.000 metros cúbicos de tierra contaminada y residuos en todas las islas, las mezclaron con cemento Portland y las enterraron en el cráter creado por la detonación de la bomba Cactus el 5 de mayo de 1958 en el extremo norte de la isla Runit, en el atolón de Enewetak.

 

 


El atolón Enewetak

con la isla Runit marcada en amarillo

foto Dominio público en Wikimedia Commons
 


El cráter tiene 9 metros de profundidad y 110 de anchura, y sobre él se construyó una cúpula con 358 paneles de hormigón de 45 centímetros de espesor.

 

Hoy se la conoce como cúpula Runit o cúpula Cactus.

En 1980 el gobierno norteamericano declaró el atolón seguro y a partir de ese año comenzaron a regresar sus habitantes. Desde entonces Estados Unidos viene pagando reparaciones por daños y perjuicios a Enewetak.

 

Entre otros, en el año 2000 se destinaron 108 millones de dólares para la restauración ambiental de la zona.

 

Pero en lugar de remover las capas de tierra contaminada lo que se hizo fue tratarlas con potasio de modo que fueran aptas para uso humano.

 

 


Foto Panoramio
 


Las tierras que no pudieron ser tratadas de ese modo se utilizaron como relleno de la carretera que hoy conecta las dos islas principales del atolón.

 

Según las previsiones la mayor parte del atolón será apta para la ocupación humana a partir del año 2027.

En cuanto a la cúpula Runit, según un informe del Departamento de Energía norteamericano en 2015 el suelo alrededor de la misma está más contaminado que los residuos que contiene.

 

La propia cúpula presenta brechas que hacen temer la posibilidad de que un tifón u otro evento catastrófico puedan terminar por romperla y verter su contenido al Océano.

 

 


Foto Panoramio
 


Los habitantes de Runit fueron realojados en una isla cercana en 1980, por lo que a día de hoy permanece deshabitada, aunque todavía hay quien se atreve a acercarse para recoger metales y cables dejados atrás en los búnkeres de las pruebas nucleares.
 

 

 


Fuentes