por Wanderer
Julio 10, 2012
del Sitio Web Erraticario

 

 

 

 

 

 

En 2011, la ONU comenzó a trabajar en una fuerza de paz para eventos climáticos, coloquialmente llamada "los cascos verdes", cuya misión será la de intervenir en los previsibles conflictos relacionados con la escasez de recursos, alimentos, agua, terrenos fértiles y desplazamientos de población a causa de catástrofes naturales según avanza el cambio climático.

 

Nótese cambio climático, y no 'calentamiento global' - la gran mentira en que muchos caímos y que sigue funcionando a la perfección. 

 

Es así, con el tiempo, que se entiende mejor el informe del Pentágono presuntamente filtrado por The Observer en 2004, en el que se advertía al presidente de los Estados Unidos sobre la necesidad de estar preparados para enfrentar conflictos globales a causa de las profundas transformaciones que habría de sufrir la Tierra en la próxima década.

 

El problema fue que se cayó en la trampa del calentamiento global antropogénico y la filtración sirvió a otros intereses.

 

 

 

 

Clima extremo

 

Los climatólogos coinciden en que, efectivamente, las condiciones de clima severo van en aumento.

 

De hecho, dada su frecuencia, rara vez son noticia y apenas merecen unas pocas palabras en los grandes medios de comunicación, esos por los que la inmensa mayoría se considera bien informada, fenómenos como las continuas inundaciones que se vienen dando en los últimos tiempos por todo el planeta.

 

En cuestión de un año, hemos asistido a las "peores inundaciones en la historia" en Sudamérica, Australia y Asia. Esta misma semana, dos millones de personas se han quedado sin hogar en la India, mientras aquí se dedicaban algunas pocas líneas a las inundaciones del Reino Unido y Rusia.

 

Y apenas si habremos escuchado algo sobre las grandes tormentas de nieve, incremento de ciclones y oleadas de incendios de Estados Unidos.

But the run of extreme weather offers real-time proof of the consequences of climate change, said Kevin Trenberth, who heads climate research at the National Centre for Atmospheric Research in Colorado - itself the scene of devastating wildfires.

"We are certainly seeing climate change in action," he said. "This year has been exceptionally unusual throughout the United States."

Jeff Masters director of meteorology at the Weather Underground website, told Democracy Now:

"What we’re seeing now is the future. We’re going to be seeing a lot more weather like this, a lot more impacts like we’re seeing from this series of heat waves, fires and storms."

He added:

"This is just the beginning."

(Fuente: The Guardian)

 

Actualización:

En noviembre de 2012, las Academias Nacionales de Estados Unidos publicaron un  informe de 206 páginas donde se advierte de que se avecinan tiempos de sorpresas climáticas que no siempre podrán ser previstas. (Véase artículo relacionado

 

 

 

 

Catástrofes

 

 

 

 

Así que la cuestión no es si está pasando o no.

 

Todos coinciden en que sí. El problema es la causa. Y ahí tenemos el asunto del calentamiento global por culpa de la acción humana como explicación generalizada de este empeoramiento.

 

Al mismo tiempo, otro fenómeno, en principio sin nada que ver con todo esto, es el de los terremotos y la actividad volcánica. Su aparente incremento se atribuye a la mejora de los instrumentos de detección y a que hay más rincones poblados en el planeta que antes.

 

En cuanto a sus causas, no existen, son fenómenos que responden al azar:

"No ha habido más terremotos en el mundo", le dijo a BBC Ciencia el profesor Francisco Vidal Sánchez, sismólogo investigador del Instituto Andaluz de Geofísica de la Universidad de Granada.

 

"Los terremotos son procesos condicionados en el tiempo en cada zona y si vemos la distribución a escala global podríamos considerarlos como un proceso aleatorio".

Lo que sí es un hecho, afirman los expertos, es que estos fenómenos son cada vez más devastadores. Pero no porque la Tierra se sacuda más, sino por el incremento en la densidad de población que vive en las zonas de riesgo.

(Fuente: BBC)

Ante tales explicaciones, no hay objeción posible.

 

Estamos ante una verdad lógica, donde resulta correcto que, al haber más instrumentos y personas, se detectan más terremotos. Pero una verdad lógica no es una verdad ontológica. Y no excluye otras verdades lógicas, por ejemplo que se detectan más terremotos porque hay más terremotos.

 

Por supuesto, esto tampoco es una verdad ontológica dentro del marco de acción que nos da este asunto de población e instrumentos.

 

En definitiva, "no ha habido más terremotos en el mundo" quiere decir, en realidad,

"no podemos saber si ha habido más terremotos porque limitamos nuestro conocimiento a los datos mostrados por unos instrumentos que han ido mejorando con el tiempo, por lo que desconocemos si el incremento sugerido por tales datos responde a la mejora tecnológica o a un aumento real en sí".

 

 

 

Un elemento que se suma a la sensación de una mayor actividad sísmica y volcánica es la de los famosos agujeros que están surgiendo por todas partes, lo que en geología se conoce como dolinas.

 

Se trata de un vacío que se forma en el subsuelo a causa de la disolución de los minerales que lo componen. Cuando la cavidad se ha aproximado lo suficiente a la superficie, ésta carece de la base necesaria para soportar su propio peso y se produce el colapso del terreno.

 

El incremento de este fenómeno se deja ver en la preocupación de las compañías de seguros al respecto.  

 

Un dato de las aseguradoras del área de Florida, una de las más afectadas, establece que los daños por los llamados "sinkholes" se incrementaron un 1200% desde 1999 hasta 2010, evaluando la suma anual de desperfectos como equivalente a la de una gran catástrofe por año desde 2006.

 

Esta circunstancia bien podría explicarse por el aumento de la actividad sísmica de bajo nivel, si queremos tomar este dato como algo más que la mejor sensibilidad de los aparatos de medición, claro está.

 

Este tipo de eventos hace que la corteza terrestre se someta a tensiones continuas que podrían estar acelerando el debilitamiento de las zonas más frágiles.

 

Además, el incremento de inundaciones contribuye a agravar el problema de la erosión subterránea.

Sin embargo, la explicación mejor aceptada es el aumento de las obras y perforaciones subterráneas. Podría ser válido, de hecho lo es para la gran mayoría, si sólo se limitara a zonas como Florida, pero no al resto del planeta.

 

Cuando el terreno se derrumba en zonas costeras, el espectáculo es realmente "simbólico", como ocurrió en la playa australiana de Queensland, donde el mar se la merendó lenta pero obstinadamente:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Causas externas

 

En su día, hablamos de Elchin Khalilov, presidente del Comité Internacional "Geochange", una asociación que engloba a científicos de 86 países, según el cual estamos en una fase activa de cataclismos naturales que durará hasta el año 2015 y  llegará a su máximo, tanto por el número de desastres como por su potencial energético, en los años 2013 y 2014.

 

Según este científico, el núcleo de la Tierra ha experimentado un incremento en su nivel energético, y esto es debido a la influencia que ejerce la actividad cósmica sobre el planeta.

 

Algo que la NASA también contempla al sugerir la posibilidad de que un fenómeno externo a la Tierra pueda influir tanto en el núcleo como en el clima:

one possibility is the movements of Earth’s core might disturb Earth’s magnetic shielding of charged-particle (i.e., cosmic ray) fluxes that have been hypothesized to affect the formation of clouds.

 

This could affect how much of the sun’s energy is reflected back to space and how much is absorbed by our planet.

 

Other possibilities are that some other core process could be having a more indirect effect on climate, or that an external (e.g. solar) process affects the core and climate simultaneously.

(Fuente: NASA)

¿Efectos externos que pueden afectar al núcleo y al clima simultáneamente?

 

Vayamos por partes…

 

 

 

 

Por un lado, esta influencia de la radiación solar en el clima es algo que hemos tratado en otras ocasiones.

 

Cuando el Sol está en un ciclo de máxima actividad, el viento solar refuerza la heliosfera y se reduce la entrada de rayos cósmicos. Y, al contrario, en los periodos de mínima actividad, los rayos cósmicos son más abundantes.

 

Investigadores como Henrik Svensmark, Jack Eddy o Samy Solanki defienden desde hace años que el incremento de rayos cósmicos supone un aumento en los procesos de formación de nubes. De hecho, el CERN ("Consejo Europeo para la Investigación Nuclear") cuenta con el llamado "Proyecto CLOUD" para tratar de verificar la hipótesis.

 

Puesto que las nubes reflectan la luz solar hacia el exterior de la atmósfera, el efecto es una disminución de las temperaturas en la superficie terrestre y la existencia de periodos climáticos fríos.

 

Y al contrario, durante las épocas de máximo solar la incidencia de rayos cósmicos procedentes de la galaxia es menor y, por tanto, las capas de nubes no son tan abundantes, de manera que la radiación solar calienta la superficie terrestre y los periodos climáticos registran temperaturas más cálidas.

 

Dejemos al Sol de lado por un momento. 

 

En 2001, científicos de la NASA advertían de que la capa de ozono tendría dificultades para regenerarse por culpa del aumento de la humedad en las zonas altas de la atmósfera, pues el vapor de agua destruye las moléculas de ozono.

"Climate models show cooler stratospheric temperatures happen when there is more water vapor present, and water vapor also leads to the breakdown of ozone molecules," Shindell said.

According to satellite data, upper atmospheric temperatures around the world (20-35 miles high) have cooled between 5.4-10.8 degrees Fahrenheit over recent decades.

 

The stratosphere is the typically dry layer of the atmosphere above the troposphere, where temperatures increase with height.

El problema que se planteaba era de dónde provenía ese aumento de la humedad. La respuesta es la mejor parte del estudio en cuestión:

Though not fully understood, the increased transport of water vapor to the stratosphere seems likely to have been induced by human activities.

No se comprende muy bien, pero seguramente se debe a causas humanas.

 

Dejémoslo…

 

 

 

 

Según la idea generalizada, el calentamiento de la superficie es la causa del enfriamiento de la mesosfera, debido a la ascensión del vapor de agua por procesos poco claros relacionados con el metano y otros gases de efecto invernadero.

 

Sin embargo, esta explicación no parece capaz de ajustar a sus fórmulas la cantidad de agua que realmente hay allí arriba, pues resulta excesiva.

 

Existen otros estudios desde los años ochenta por los que el origen de la humedad en la mesosfera se atribuye a otro fenómeno muy diferente: la entrada de materia cósmica en la atmósfera.

 

Resulta curioso haber encontrado algunos de estos informes en ámbitos relacionados con lo militar. Le da caché al asunto…

 

Por añadir otro ejemplo, científicos de los laboratorios estadounidenses de Sandia y Los Álamos, también relacionados con el Departamento de Defensa de EE.UU., subrayaron la importancia de esta hipótesis en un artículo publicado en Nature en 2005 al afirmar que no somos conscientes de la gran cantidad de materia cósmica que entra en nuestra atmósfera y de su capacidad para alterar el clima.

 

Hay quienes incluso, siguiendo esta línea, han propuesto el evento de Tunguska como posible causante del incremento de temperaturas en el siglo XX.

 

Es el caso de Vladimir Shaidurov, de la Academia Rusa de Ciencias, que señalaba en 2006 la posibilidad de que las importantes alteraciones que aquel suceso infringió en la atmósfera habrían tenido algo que ver con el calentamiento global de las décadas posteriores, aunque no es suficiente como fenómeno único, sino sumatorio, pues no explica los años anteriores.

 

En 2009, se confirmó que la tendencia en las capas altas de la atmósfera iba en aumento, al haberse registrado un enfriamiento "dramático", según los titulares. Esto implica que, en realidad, podríamos estar asistiendo a un aumento de la materia cósmica que ronda nuestro vecindario.

 

Si esto fuera así, los cambios no estarían afectando únicamente a la Tierra, sino a todo el Sistema Solar.

 

Y parece que podrían existir varias pistas al respecto:

Pero, de nuevo, la tecnología es el problema. ¿Estaban ahí y no teníamos los medios para verlos o forman parte de algún proceso en curso? Difícilmente lo sabremos.

 

De hecho, el aumento de asteroides y bolas de fuego en los cielos es una constante de los últimos tiempos.

 

 

 

 

El enfriamiento de la mesosfera, al aumentar los cristales de hielo, es el que explica fenómenos "anómalos" como una mayor manifestación de las formaciones noctilucentes, cuyos avistamientos han experimentado un importante crecimiento en los últimos años.

 

Y explica también, al adquirir mayor densidad a causa del frío, la menor altura a que se forman las nubes en estos tiempos que corren:

En efecto, el ancestral miedo de que el cielo se desplome sobre nuestras cabezas se está haciendo realidad. Pero, por supuesto, no es exactamente el cielo lo que cae, sino las nubes.

 

Un satélite de la NASA ha descubierto que las nubes de la Tierra están cada vez más bajas. En concreto, han perdido un 1% de su altura -de 30 a 40 metros- a lo largo de la última década. Este fenómeno tiene implicaciones potenciales para el clima mundial en el futuro.

 

Según los científicos, de continuar este proceso, nuestro planeta podría enfriarse de manera más eficiente, reduciendo la temperatura de la superficie del planeta y "ralentizando potencialmente los efectos del calentamiento global".

(Fuente: ABC Ciencia)

 

 

 

Universo eléctrico

 

Avanzando en el tema, si retomamos el asunto de la materia cósmica, el aumento de partículas ionizadas en la atmósfera potencia la carga eléctrica de la misma y altera los procesos de formación de nubes y cambios de temperatura, como se ha señalado más arriba.

 

Pero hay quienes van más allá.

 

Existe una teoría propuesta por James McCanney, y apoyada por otros como Walter Thornhill y Alexander Dimitriev (El Universo Eléctrico), según la cual los eventos climáticos son de naturaleza eléctrica y cumplen un papel estabilizador.

 

Cuando los cinturones de radiación que rodean la Tierra se cargan por un exceso de energía cósmica, el planeta recurre a un proceso de descarga que se traduce en eventos climáticos por los que se restaura el equilibrio.

 

 

 

 

Para estos investigadores, los cuerpos celestes son objetos cargados eléctricamente que circulan por un ambiente plasmático (viento solar en nuestro caso) muy activo, de manera que las interacciones y descargas son algo constante, tanto en el exterior como en nuestra atmósfera.

 

La Tierra se comportaría, así, como un condensador, esto es, un objeto capaz de almacenar energía: está formado por dos superficies conductoras o "láminas", de manera que las líneas de campo eléctrico que parten de una van a parar a la otra. 

 

Las placas, sometidas a una diferencia de potencial, adquieren una determinada carga eléctrica, positiva en una de ellas y negativa en la otra, siendo nula la variación de carga total.

 

Las partículas o materia cósmica entran en la magnetosfera y aumentan la carga. Se produce una transmisión de líneas de corriente entre atmósfera y superficie.

 

Los eventos climáticos serían la manera de reconducir las cargas y recuperar el equilibrio entre ambas láminas del condensador.

 

 

 

 

El fenómeno más evidente es el de los rayos, cuya formación es aún incierta, desconociéndose la verdadera causa de tales descargas eléctricas.

 

Los tornados también serían un método para favorecer la descarga eléctrica de la atmósfera, canalizando la carga a tierra gracias a la típica forma de embudo. Esto supone que la rotación del viento es consecuencia de un campo electromagnético previo que controla su movimiento. De hecho, un método ensayado por la NASA para tratar de predecir tornados consiste en medir la cantidad de rayos que surgen en las partes altas de la atmósfera.

 

De la misma forma, huracanes y tifones también responden a ese mismo patrón de embudo.

 

El hecho de que pierdan fuerza al llegar a tierra se debería a que ésta permite que las nubes descarguen su corriente eléctrica, efecto contrario al producido cuando están sobre el océano, donde ionosfera y superficie marina se están retroalimentando.

 

Hemos hecho referencia a las teorías de Khalilov sobre un incremento de actividad en el interior de la corteza terrestre debido al aumento de energías por efecto de acontecimientos espaciales, en especial el Sol, que afectarían al núcleo terrestre y, por tanto, incidirían en el aumento de actividad sísmica.

 

También hemos citado las sospechas de la NASA en el mismo sentido.

 

Por cierto, Khalilov también contempla el desplazamiento del eje magnético terrestre como consecuencia de tales variaciones, lo que supondría un debilitamiento temporal de la magnetosfera que incrementaría los efectos cósmicos.

 

Dicho esto, sigamos.

 

Los defensores de la teoría eléctrica (del Universo) también tienen su hipótesis de lo que puede estar pasando en lo que a terremotos y volcanes se refiere.

La ionosfera forma una lámina del condensador, mientras que la Tierra forma la otra. Los cambios de voltaje en una induce el movimientos de cargas hacia la otra.

 

Pero, al contrario que un condensador, la Tierra tiene las cargas distribuidas en su superficie. Y si las rocas del subsuelo se convierten en semiconductores debido a la tensión, existe la opción de que una repentina descarga eléctrica rompa a través de la roca.

 

[...] Los rayos subterráneos provocan los terremotos.

 

Las ondas sísmicas son el equivalente al retumbar del trueno. La energía liberada puede ser equivalente a muchas bombas atómicas, pero sólo es necesario que una pequeña proporción proceda de la liberación de la tensión en las rocas.

 

La mayoría viene de la energía almacenada en el interior de la Tierra.

(Fuente original: Thunderbolt.info)

Esto explicaría el por qué de tantos fenómenos electromagnéticos asociados a terremotos y volcanes, el por qué de las variaciones en las resonancias Schumann, antes de un evento sísmico y otro fenómeno "anómalo" donde los haya en los últimos tiempos, el zumbido.

 

Un resumen del proceso se ejemplifica en un artículo de la Web de David Talbott y W. Thornhill:

La radiación y las partículas se disparan por el espacio.

 

La magnetosfera terrestre se enciende con auroras; se forman ciclones, los volcanes entran en erupción con una exhibición de grandes rayos sobre sus cimas, mientras que los terremotos, con sus descargas eléctricas paralelas, devastan ciudades y generan tsunamis.

 

Las tormentas de nieve, como los recientes ejemplos de Estados Unidos y Europa, las inundaciones en Australia y Pakistán, los volcanes en Islandia, Japón e Indonesia, todos podrían estar conectados. hay un fuerte freno a que estos caprichos de la naturlaeza estén conectados.

 

El hilo común es la conexión eléctrica del Sol con la magnetosfera terrestre.

(Fuente original: Thunderbolt.info)

 

 

 

 

 

Otras ideas

 

Existen otras hipótesis ajenas a la teoría eléctrica que también llegan a las mismas conclusiones por otros caminos, y que no resultan incompatibles unas con otras.

 

Es el caso de otro extenso informe recogido por los editores de la Web SOTT.net y del que se han extraído buena parte de las referencias aquí citadas.

Ellos hablan de una ralentización de la rotación terrestre provocada por los cambios en la atmósfera.

 

Se trata, obviamente, de un cambio inapreciable salvo mediante aparatos de precisión. Recordemos, por cierto, que hace poco hubo que ajustar el reloj atómico mundial, retrasándolo un segundo.

 

El caso es que, en 2010 el Geophysical Research Letters publicó un estudio según el cual los rayos cósmicos podían ralentizar el movimiento de rotación de la Tierra, debido a que las variaciones en el nivel de energía que absorbe la atmósfera repercute en la velocidad y organización de los vientos y de ahí se producen cambios en el momento angular, o cinético, del planeta.

 

Pero, ¿cómo afecta la actividad sísmica al clima?

 

El enfriamiento de las capas altas de la atmósfera es el detonante de todo un proceso que, una vez en marcha, resulta imparable en cuanto a que los efectos se interrelacionan y retroalimentan, aumentando su nivel de incidencia. Cuando la superficie se ve afectada por los movimientos sísmicos que liberan energías caloríficas, no hace sino complicar la cosa aún más.

 

Cuanto más vulcanismo, mayor emisión de gases de efecto invernadero, aumento del calor en las capas bajas de la atmósfera y, por tanto, incremento de la humedad y formación de bolsas calientes que, aportando más "combustible" para la formación de nubes y chocando con las capas frías, provocan las fuertes lluvias y demás eventos de clima extremo.

 

 

 

 

Cambio climático natural

 

El año pasado, científicos franceses estudiaron los cambios provocados por las erupciones volcánicas en Islandia y concluyeron que el ácido sulfúrico reacciona con otras moléculas de la atmósfera y altera enormemente el índice de precipitaciones, primero a nivel local y luego en un entorno mucho más amplio.

 

Además del sulfuro de los volcanes, tenemos las bolsas de metano. En el mes de mayo, se publicaba lo siguiente:

Un grupo de científicos identificó miles de filtraciones en el Ártico donde el metano está burbujeando después de permanecer varios milenios atrapado por el hielo.

 

Los investigadores resaltaron en la publicación Nature Geoscience que este gas podría tener un impacto significativo en el cambio climático.

 

[...]

 

Hay muchas fuentes del gas alrededor del mundo. Unas son naturales y otras son fabricadas por el hombre, como en el caso de los vertederos de basura.

 

Rastrear el metano de estos lugares no es fácil, pero los investigadores en este nuevo proyecto en el Ártico, liderado por Katey Walter Anthony de la Universidad de Alaska en Fairbanks, lograron identificar el gas oculto gracias a la proporción de isótopos de carbón diferentes en las moléculas de metano.

 

Al utilizar mediciones aéreas y en tierra, el equipo encontró unas 150.000 filtraciones de metano en Alaska y Groenlandia en lagos ubicados en las márgenes de la cubierta de hielo.

 

Muestras en el lugar revelaron que algunas de esas filtraciones están liberando el metano más viejo, tal vez de gas natural o depósitos de carbón bajo los lagos, mientras otros están emitiendo un gas mucho más joven, que pudo haberse formado gracias a la descomposición de materiales derivados de las plantas en los lagos.

 

[...]

Añaden que si esta relación es cierta para otras regiones como el norte de Siberia Occidental -que es rico en gas natural y está parcialmente cubierto por permafrost- podría haber un incremento muy fuerte en los ciclos del metano.

 

Varios países han enviado misiones al Ártico para monitorear áreas tanto en tierra como en el mar para cuantificar las emisiones de metano, pues la región tiene enormes cantidades del gas en diferentes lugares: en y debajo del permafrost en tierra, en y bajo el lecho marino, y - como reveló la reciente investigación - en las reservas geológicas.

(Fuente: BBC)

Al mismo tiempo, la actividad volcánica submarina calienta los océanos y aumenta dramáticamente los niveles de humedad, sumándose a la formación de nubes y el índice de precipitaciones que acabamos de mencionar.

 

Y recordemos la hasta hace unos años (2008) desconocida actividad sísmica y volcánica bajo el Ártico, la cual resultó toda una sorpresa para los científicos, quienes pensaban que las erupciones más allá de los 3.000 metros de profundidad eran imposibles:

Using robot-operated submarines, researchers have found deposits of glassy rock - evidence of eruptions - scattered over more than 5 square miles (15 square kilometers) of the seabed.

 

Explosive volcanic eruptions were not thought to be possible at depths below the critical pressure for steam formation, or 2 miles (3,000 meters).

 

The deposits, however, were found at seafloor depths greater than 2.5 miles (4 kilometers).

"This kind of implosive seismicity is rare anywhere on Earth," said study author Robert Sohn, a geophysicist at the Massachusetts-based Woods Hole Oceanographic Institution.

(Fuente: National Geographic)

Y ahora recordemos la noticia surgida hace un mes (junio de 2012) sobre el descubrimiento de un bosque de algas bajo las aguas del Ártico:

Así lo describen, en un comunicado, los científicos que han descubierto, en una expedición de la NASA, que el Océano Ártico se está tiñendo de verde por la proliferación de plantas marinas microscópicas, que son esenciales para la vida en otros mares, pero que no habían sobrevivido hasta ahora en un ecosistema tan frío.

 

El calentamiento global está, según el trabajo que publican esta semana en ‘Science’ detrás de un fenómeno que hasta ahora no se había detectado en toda su amplitud.

(Fuente: El mundo)

 

 

 

He ahí de nuevo el calentamiento global como responsable.

 

Puede que sea culpa de quien esto escribe no haber encontrado las alusiones, pero no he podido hallar un medio de comunicación que hiciera mención a la posible relación entre ese auge de vida y la actividad volcánica bajo aquellas aguas.

 

Mientras que aquí abajo sigamos experimentando temperaturas altas, la excusa del calentamiento global podrá seguir funcionando.

 

El problema es que, según entremos en el mínimo solar más acentuado de la Historia (últimamente la cosa va de récords por todas partes…), y cuanto más material cósmico nos aborde, el aporte calorífico desde el exterior se reducirá considerablemente.

 

Los eventos sísmicos y volcánicos son los que favorecen los procesos atmosféricos.

 

Después de un periodo de inestabilidad y caos, cuyo máximo, según Khalilov, será sobre 2015, tras remitir poco a poco la actividad, llegará, a pesar de Al Gore, la ONU y sus interminables protocolos de distracción, una inevitable edad del hielo.

 

Saltándose la parte desagradable de la película, sustituida por el calentamiento antropogénico, la NASA coincide con este calendario:

Los expertos comparan esta perspectiva con la situación que vivió nuestro planeta entre los años 1645 y 1715, cuando se registró un periodo de inactividad solar que duró 70 años y que es conocido como la "Pequeña edad de hielo".

 

Una prolongada época en la que las temperaturas bajaron entre 10 y 15 grados, según las latitudes, y en la que el hielo llegó a cubrir buena parte del norte de Asia, Europa y América.

 

[...]

 

Sobre la situación que se avecina, que será más bien fresquita, el científico de la NASA Richard Fisher apunta que cada uno de los ciclos solares tiene sus periodos naturales de baja actividad, sin embargo, hace hincapié en que este mínimo solar hacia el que nos dirigimos llega "extraordinariamente lento", y durará "más de lo habitual", tal vez tres o cuatro ciclos seguidos.

 

Actualmente, el Sol se encuentra en su ciclo número 24 desde que los astrofísicos comenzaron a registrar los fenómenos solares (a mitad del S.XVIII). Comenzó en 2008, es una alta actividad y debe durar hasta 2019.

 

Para entonces, con el próximo ciclo, llegarían los grandes fríos.

(Fuente: ABC Ciencia)

 

 

 

Conclusiones

 

Hay quienes seguirán atribuyendo las condiciones climáticas a la actividad humana, o incluso las catástrofes planetarias a armas de control.

 

Pero no nos engañemos. En el fondo, lo haremos porque así podremos seguir pensando que tenemos el poder y la capacidad de decisión sobre los acontecimientos. Y, por tanto, la solución.

 

Es posible que, de esta forma, quienes estén al mando puedan saberse tranquilos porque todos estamos tranquilos. Nuestro comportamiento sigue controlado porque vive sobre la premisa de que el humano domina la naturaleza.

 

¿Qué ocurriría si supiéramos de algo que está fuera de todo control, de algo que, "de verdad de verdad de la buena", es realmente inevitable?

 

 

 

 

Si asumiéramos que nadie tiene poder sobre los acontecimientos que se nos vienen encima, el caos sería inmediato.

 

Acontecimientos que ningún grupo en la sombra puede evitar. Ellos necesitan hacernos creer que tienen el control y nosotros necesitamos creer que es cierto para conservar la esperanza.

 

Así estamos entretenidos en la esperanza de poder pararlo, no en contemplar la realidad. Porque darse cuenta de que se trata de verdaderos cambios en la Tierra, y no de un asunto de control, elimina la esperanza. Y una sociedad sin esperanza es muy peligrosa.

 

Dominada por el miedo de aquellos que ignoran lo que ocurre, aquellos que pensaban que las cosas serían de otra manera y a quienes nadie enseñó a enfrentar las sombras.

 

Puede que esté ahí la explicación al por qué de una "fuerza de paz para eventos climáticos", a la amenaza del calentamiento global por causas humanas, a tanto conflicto sin más sentido que el de meter miedo. Sólo para entretenernos y alejarnos de nuestro propósito, sea el que sea.

 

En estos casos, se suele citar al astrofísico Victor Clube, que en su día dijo aquello de:

"no necesitamos una amenaza de los cielos para disimular las intenciones de la Guerra Fría, pero sí necesitamos la Guerra Fría para disimular las intenciones de los cielos"…

Por supuesto, todo esto no son sino simples especulaciones, como tantas otras, una disposición de datos sagazmente articulados. No superaría ninguna prueba de calidad.

 

Así que,

"puedes decirme una y otra vez, amigo, ¡ah…!, que no te crees que estemos en vísperas del desastre"…