Parte I

La Tierra sujeta a catástrofe


 


1. EL CORRIMIENTO POLAR - LA CATÁSTROFE DE LA ATLÁNTIDA

La historia de la Atlántida que relato a continuación se basa en la traducción que el egiptólogo Albert Slosman hizo de antiguos manuscritos, además de en su exclusivo desciframiento de los jeroglíficos inscriptos en los templos. Su trabajo es tan meticuloso y sorprendente que debo aceptar como verdadero el texto siguiente.

 

Ahora vamos a retroceder ahora a 21312 a.C, año en que se produjo un hecho terrible.

 

En este tiempo, Aha-Men-Ptah (la Atlántida) tenía un clima templado. Vastos bosques cubrían el norte del país. Ocasionalmente nevaba y el hielo era un fenómeno casi desconocido. En el sur, predominaba una exuberante vegetación durante todo el año. Muchas especies animales extinguidas solían vivir aquí, como los gorilas sin la nariz achatada, enormes y pacíficos mamuts, rinocerontes de cuatro metros de altura con cuatro dedos y tigres de dientes de sable.

 

En el extremo sur de este inmenso continente podían observarse montañas y llanuras que guardaban valiosos tesoros: fértiles tierras que producían casi sin ninguna ayuda.

 

En el horizonte, se divisaban cadenas montañosas y, también, algunos conos con forma de pirámide, de volcanes extinguidos, que habían estado inactivos durante tanto tiempo que ya nadie recordaba sus últimas erupciones. Los habitantes no podían imaginar más que árboles verdes, algunos de ellos con tiernos frutos comestibles en todas las estaciones.

 

En resumen, el legendario paraíso descrito en la Biblia se encontraba aquí. Este relato ha sido tomado de la historia egipcia.
 


El paraíso sujeto a enormes terremotos

Los habitantes tenían conocimiento del movimiento de la Tierra alrededor del Sol y del corrimiento del zodíaco, por eso pudieron transmitirnos lo que sucedió en aquellos días. En menos de una hora se produjo una catástrofe. No incluyó una inversión total de los polos, como la ocurrida en el año 9792 a.C, sino parcial. No sólo el continente sino la Tierra entera estuvieron sujetos a enormes terremotos.

 

Entonces, el eje del planeta empezó a deslizarse. Los edificios se derrumbaron, las montañas temblaron y se desmoronaron, mientras el mundo parecía colapsar. Antes de esto, el Sol salía a 15 grados de Sagitario. Después de que los elementos se agotaran en su lucha, ¡el eje de la Tierra se había movido hacia el final de Acuario! Este movimiento del planeta llenó los mares con una enorme cantidad de energía cinética. Incontrolables corrientes de agua inundaron inmensas partes de la tierra.

 

La Atlántida se hundió por debajo del nivel del mar, y debido al corrimiento de la tierra fue a parar parcialmente bajo lo que entonces era el Polo Norte y quedó cubierta por una gruesa capa de hielo.


A partir de ese día comenzó la verdadera historia de la Atlántida. Los pocos sobrevivientes se reagruparon en el sur, dado que el norte se había tornado inhabitable. Sin embargo, si bien el gran norte había desaparecido, la Atlántida seguía siendo muchas veces mayor que Europa. Profundamente conmovidos, decidieron estudiar el cielo con más precisión que antes y registraron en detalle un intervalo de tiempo específico. Todos los movimientos y combinaciones del Sol, la Luna y los planetas fueron registrados con minuciosidad y reproducidos gráficamente en rollos.

 

En esos tiempos, no había televisión, radio, cine ni ninguna otra posibilidad para distenderse; por lo tanto, la gente tenía muchísimo tiempo para observar las estrellas mientras permanecía sentada alrededor del fogón de un campamento. Hacía mucho tiempo, sus antepasados habían descubierto figuras en el cielo; algunas parecían animales, como por ejemplo un oso, caballo, león, etc. Podían discutir sobre esto durante horas hasta ponerse de acuerdo con el nombre.


Ahora, le prestaban especial atención al movimiento del zodíaco, y estudiaban y describían con intensidad hasta el más mínimo detalle. Bien podía ser que en este movimiento se ocultara una clave acerca de lo que había conducido a la catástrofe. Vieron que las estrellas y el Sol siempre salían por el Oeste (actualmente salen por el Este) y que las estrellas necesitaban toda una noche para cruzar el cielo.

 

Además, notaron que los distintos signos estelares se veían en diferentes estaciones. Nunca sucedió que un nuevo signo surgiera súbitamente por el Oeste. Todo evidenciaba un orden y una regularidad predecibles, que los aliviaban ante la pérdida de todo lo que había muerto en la catástrofe. Con el paso del tiempo, descubrieron otros fenómenos estelares.


Algunas estrellas salían o se ponían justo antes del amanecer, y la hora y lugar variaban con las estaciones. En realidad era un redescubrimiento de lo que sus antepasados ya habían averiguado. Sin embargo, con su dedicación y habilidad, finalmente pudieron explorar en profundidad gran cantidad de códigos celestes.
 

Más aún, volvieron a investigar con suma curiosidad la constelación de Orión y la estrella Sirio. Si usted pudiera ver en mi computadora el cielo estrellado después de la catástrofe, vería que es bastante lógico. En esa época, Orión regía principalmente el cielo estrellado del norte y sur de la Tierra; además, era la constelación más claramente visible. Sirio, la gran estrella brillante, estaba alineada con Orión y el zodíaco, por eso le prestaban tanta atención.


Después de la catástrofe, la vida en este enorme continente se recuperó. La gente descubrió metales como el hierro, el cobre y el plomo, y aprendió a explotarlos. Hicieron hermosos adornos de plata y oro y les adjudicaron valores sanadores a las piedras "preciosas", originadas por la esencia de cada uno de los doce signos del zodíaco.

 

A medida que progresaron en los conocimientos adquiridos y en el uso racional de las materias primas, decidieron erigir edificios religiosos. Esto condujo a una superconstrucción con un diámetro de ocho kilómetros: el "Círculo de Oro", que les llevó cientos de años completar. En este edificio indescriptiblemente gigantesco, los "expertos del número" estudiaron las "combinaciones matemáticas celestes" y se registraron todas las observaciones astronómicas y de otro tipo; observaron el Sol, los planetas y las estrellas.

 

Descubrieron las leyes del movimiento, la gravedad, la cartografía e innumerables ciencias. Hace más de quince mil años, formularon el mundial-mente famoso teorema de Pitágoras y desarrollaron las matemáticas casi hasta nuestro nivel actual. Por último, esto condujo a develar el mayor secreto de las ciencias: la teoría del ciclo de las manchas solares. Por medio de la deducción precisa pudieron calcular los ciclos con anticipación.

 

El tema crítico era los campos magnéticos del Sol: cuando éstos alcanzan un punto crucial, se producen enormes explosiones o erupciones solares capaces de revertir el campo magnético de la Tierra. Con la ayuda de este conocimiento, pudieron calcular la fecha exacta de un "gran cataclismo" futuro que destruiría completamente su país.

 

A pesar del hecho de que esto solamente fue anunciado en el palacio real, la noticia se propagó como el fuego y el pánico se desató, hasta que el sumo sacerdote informó que la fecha quedaba dos mil años adelante en el futuro.


En el año 10000 a.C. un sumo sacerdote dio la señal para realizar un enorme éxodo, porque la catástrofe era inminente; puede leer esa historia en el libro anterior, La Profecía de Orión.
 


El Laberinto egipcio

Si supiera que actualmente quedara una copia idéntica del "Círculo de Oro" en un lugar subterráneo de Egipto, ésta sería una razón suficiente para alertar a los excavadores de tesoros más fanáticos del mundo. Sin embargo, no tienen que seguir investigando porque Gino y yo ya encontramos el lugar. Ahora, sólo esperamos encontrar patrocinadores que nos ayuden a desenterrar este monumento extramundano que oculta esos supersecretos.


También es sabido qué es lo que vamos a descubrir aquí: papiros egipcios que anuncian cosas increíbles que nos aguardan en el futuro. Hay ciertas claves en algunos de los libros de Slosman acerca del Laberinto. Según su decodificación de los jeroglíficos, los archivos hablan de una civilización con los mismos antecedentes y cultura que los egipcios, y también con las mismas leyes, arte y diplomacia. Además de esto, no hay que olvidar los conocimientos secretos ocultos en sus textos sagrados.

 

Quienes se preparaban para el sacerdocio recibían exhaustivas lecciones sobre esto; en un período de cuatro años, tuvieron que luchar a lo largo de cuarenta y dos libros de texto que se originaron a partir del Laberinto. Los dos primeros contienen himnos que alaban a Ptah y Ra, y en los dos siguientes hay crónicas de los faraones, que ¡se remontan a más de treinta mil años atrás!

 

Son exactas porque coinciden con las combinaciones matemáticas astrales del zodíaco. Luego, tenían los "Libros de los Cuatro Tiempos", sobre astronomía, cuyas primeras escrituras se retrotraen a su primer país natal: Aha-Men-Ptah, nombre que posteriormente se convirtió en Atlántida. El primero de estos escritos trata sobre el pasado astronómico; el segundo, el período en esa época y el futuro; el cuarto está dedicado completamente a Ptah.

 

Diez escrituras describen en detalle la religión tradicional con sus celebraciones y ceremonias; cuatro tratan sobre el conocimiento médico, la estructura del esqueleto, el instrumental y la sanación por medio de las plantas. Diez libros contienen leyes y constituyen un tesoro sin precedentes, lleno de secretos; otros versan sobre su escape de la catástrofe anterior y su huida a Ath-Ka-Ptah (Egipto).

 

¿Qué más se puede encontrar en este "Círculo de Oro"?

 

¡Más de lo que puede imaginar!

Figura 4.

He aquí un extracto del Libro Egipcio de Los Muertos,

que relata un poema heroico sobre los "Escapados" y la resurrección de Osiris (véase capitulo 3).

La obra original habrá que encontrarla en el Laberinto.

 

En el centro hay un círculo que simboliza el zodíaco de Dendera, en el que los doce signos estelares están representados a gran escala.

 

Ptah se halla en el punto central y debe de haber tenido una estatua que está más allá de toda descripción. Nut, la madre de Osiris, se ubica muy cerca. En el segundo círculo hay cosas más complejas para ver. Ilustraban aquí los treinta y seis elementos que les permitieron calcular con anticipación la catástrofe anterior. Esto fue de vital importancia.

 

¡Sin estos cálculos, nadie hubiera podido sobrevivir al cataclismo, que resultó ser muchísimo mayor que el ocurrido en el año 21.312 a.C.!

Figura 5.

El Laberinto contiene un enorme planisferio sobre el que está grabada la fecha exacta del corrimiento polar anterior.

Debemos intentar hallar esta construcción lo antes posible.
 

Además, su país había desaparecido completamente debajo del Polo Sur (después de la inversión de los polos).

 

Geb, el último gobernante de Aha-Men-Ptah, quien falleció en la catástrofe anterior, también está retratado aquí. Lleva sobre su cabeza el peso de la Tierra, que debía resucitar a través de su esposa Nut. Ella escaparía y establecería, junto con los otros sobrevivientes, las bases del nuevo país nativo.


Sin los conocimientos correctos de esta mezcla de acontecimientos históricos y espirituales no se puede hacer una reconstrucción confiable de la historia de Egipto. La Gran Esfinge, por ejemplo, está retratada como un león porque la catástrofe anterior ocurrió en la era del León. En el zodíaco de Dendera hay líneas quebradas debajo del león, que simbolizan una enorme ola.


El Laberinto también contiene gran cantidad de jeroglíficos sobre el éxodo a Egipto, e ilustraciones que señalan una nueva era, como Tauro y Aries. Más aún muestra un planisferio indescriptible (un mapa del cielo con dos hemisferios) que ilustra una innumerable cantidad de estrellas. Y lo más importante de todo: ¡podemos hallar el conocimiento sobre cómo calcular una inversión de los polos! En definitiva, los conocimientos que se pueden hallar allí ensombrecen cualquier otro descubrimiento arqueológico.

 

Afortunadamente, ya no tenemos que esperar demasiado.



Consecuencias mundiales

Ahora, la excavación para encontrar el Laberinto resulta urgentemente necesaria; de lo contrario, la humanidad estará en gran peligro. Hace doce mil años, una civilización sumamente desarrollada gobernaba en este planeta. En aquellos días, la gente tenía conocimientos de geometría espacial, geología, matemáticas y geografía. Navegaba los océanos y tenía calendarios increíblemente precisos; la prueba de esto se encuentra acumulada en el Laberinto.

 

La revelación de estos conocimientos cambiará para siempre la historia de la Tierra. Más aún, la evidencia de dónde hallaron sus conocimientos y sabiduría para predecir la destrucción de la Tierra, estará a nuestra disposición. Al principio, la idea de que nuestra civilización está amenazada con desaparecer a causa de un gigantesco desastre geológico causará inmenso pánico. Sin embargo, inmediatamente después de esto, se tomarán precauciones mundiales para preservar los conocimientos más preciados e importantes para los sobrevivientes de la catástrofe.


Durante mi investigación, con frecuencia me he asombrado por la ciencia sumamente evolucionada de estos antiguos genios. En muchos temas ésta alcanzó un nivel muy superior al nuestro. Ellos podían calcular de antemano las órbitas exactas más allá de los cuatro millones de días de duración, algo que nosotros aún no hemos dominado por completo.

 

De numerosos hechos, ellos dedujeron la destrucción final de la Tierra; supieron que un acontecimiento como éste se repite en ciclos y, por lo tanto, se convirtió en la base de toda su religión. Espero que ahora todos reconozcan que la revelación de este centro astronómico es de extraordinaria urgencia.

 

Si no empezamos a excavar ahora, su misión de informar a las generaciones posteriores sobre esta catástrofe habrá fracasado. Como he mencionado repetidamente, este desastre puede llegar a significar el fin de la humanidad.

 

Espero que haya una razonable cantidad de seres humanos en este mundo que contribuyan a que esta excavación tenga un final favorable; de lo contrario, la mayor catástrofe en la historia barrerá los rastros humanos para siempre.
 


Hechos sobre el Laberinto

Aunque muy poca gente oyó hablar de él, este Laberinto es, por cierto, el edificio más grande que la humanidad haya construido jamás. No hay superlativos para describirlo, pero permítame ofrecerle un ejemplo: contiene el "Círculo de Oro", una habitación legendaria a la que se refiere el Libro Egipcio de los Muertos.

 

Está hecha de granito y cubierta de oro, y en su interior hay documentos sobre la historia de Egipto y conocimientos astronómicos de su civilización.

 

Su tamaño es gigantesco y, por lo tanto, su construcción llevó muchos años. Trabajaron con todas sus fuerzas en la "Casa Doble" de las "combinaciones matemáticas celestes" durante 365 años (desde el año 4608 hasta 4243 a.C). Para hacer una comparación: ¡la pirámide mayor fue construida aproximadamente en veinte años!

 

Por lo tanto, no es de extrañar que el largo total de Este a Oeste sea de 48.000 codos egipcios de largo (un codo egipcio => 0,524 metros), es decir (48.000 x 0,524), ¡25.152 kilómetros!


Si usted se perdiera en el edificio encontraría una muerte segura, porque muchas paredes se movían, ¡una de las razones que hicieron de él un verdadero laberinto! Las antiguas escrituras cuentan historias sobre personas que se perdieron y murieron de agotamiento. Nadie sabe cuál es la situación actual, pero, considerando el magnífico estilo de construcción de los egipcios, con seguridad nos sorprenderíamos.

 

Algunas habitaciones deben de ser impresionantemente grandes, con todas las constelaciones estelares posibles grabadas en las paredes o los cielos rasos. Además de esto, los conocimientos astronómicos prácticos de los egipcios están ilustrados en largos muros y pueden leerse en los jeroglíficos.

 

Entre ellos se encuentra la cuenta regresiva de la catástrofe anterior hasta la que ocurrirá en 2012.

 

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2. LOS SOBREVIVIENTES DE LA ATLÁNTIDA

Después de haber leído Le Grand Caíaclysme [El gran cataclismo] (descrito en mi anterior libro, La profecía de Orión), naturalmente me moría por saber qué venía después de lo sucedido con la Atlántida. Con premura empecé a buscar el libro siguiente de Slosman, Les Survivants de L'Atlantide [Los sobrevivientes de la Atlántida].

 

Sin embargo, resultó bastante difícil de hallar, porque el libro se había agotado hacía años y no lo habían vuelto a imprimir.

 

Por eso decidí acudir a la Biblioteca Nacional de París, seguro de que allí lo tendrían. El 3 de enero de 1998, en la mañana de mi cuadragésimo tercer aniversario, tomé el TGV en Amberes y algunas horas más tarde me encontraba en la Gare du Nord, una enorme estación de París, a la que llega y de donde sale un tren detrás de otro.

 

Una vez fuera de la estación, torné el subterráneo hacia el mundialmente famoso Museo del Louvre, donde se exhiben antiquísimas pinturas y otras obras de arte. La vieja biblioteca, que había sido fundada nada más y nada menos que por Napoleón, no estaba muy lejos de allí y quince minutos más tarde me encontraba en ella, donde pedí un billete de admisión por un día.


Al pasar por una entrada bien custodiada, caminé hacia el corazón del complejo. Es un magnífico edificio con una gran cúpula abovedada, hermosamente decorada con coloridas ilustraciones, enriquecida con oro. Pregunté con mi mejor francés posible cómo hallar mi camino y una amable empleada me indicó la manera de insertar en la computadora la tarjeta que me habían entregado a la entrada; de ese modo, podría pedir el libro en forma electrónica.

 

Algunos minutos más tarde ya tenía el número correspondiente. Cuando solicité la obra, la empleada sonrió. Me acompañó, apretó un botón y me mostró la silla correspondiente a mi número; ¡en media hora me entregarían el libro! Mientras tanto, miré a mi alrededor con curiosidad. El lugar estaba bastante animado, había muchos visitantes que anotaban información en sus computadoras portátiles, y al cabo de quince minutos el libro llegó a mis manos.

 

Con un profundo suspiro lo tomé y noté que tenía más de trescientas páginas; era imposible leerlo en un par de horas, de modo que me dirigí al departamento de copiado.

 

Allí me esperaba una sorpresa desagradable: ¡no permitían llevar los libros a casa ni sacar copias de ellos! ¡Por eso había visto tantas computadoras portátiles! De todos modos, ¡no se iban a deshacer de mí tan fácilmente! Me arriesgué y decidí ir a la oficina de dirección.

 

Después de muchas idas y vueltas, y de pasar de un departamento a otro, lo logré. Tuve que llenar varios formularios donde debía justificar cómo y por qué quería esa copia, y más tarde me informarían su decisión. Me retiré de la. biblioteca con un suspiro y regresé a la estación.


Dos semanas más tarde, recibí el mensaje de que el libro no estaba agotado y que podía solicitarlo a la editorial, cosa que hice de inmediato. Sin embargo, la editorial me contestó que el libro, en verdad, estaba agotado. Casi con desesperación, envié copia de esta respuesta a la biblioteca junto con una detallada carta. Les expliqué que necesitaba un ejemplar del libro para hacer algunas excavaciones en Egipto, esperando que se mostraran receptivos ante mi súplica, porque acababan de abrir un gran departamento sobre egiptología en el Louvre.


Al cabo de tres semanas, recibí una factura proforma por quinientos francos franceses, casi cinco veces el precio de un libro similar. De todos modos, ¿qué podía hacer? inmediatamente, les envié un cheque y una semana después ¡volví a recibir otra factura proforma por el mismo importe! Sumamente ofendido llamé al departamento en cuestión, pero siguieron pasándome de un lugar al otro, y abandoné el intento al cabo de cuarenta y cinco minutos.

 

Esta vez, les envié una carta con las copias de ambas facturas, y durante algunas semanas todo entró en una calma mortecina; entonces, presenté un nuevo pedido que resultó tener más éxito, pues en el correo me aguardaba un paquete certificado, que retiré con impaciencia y empecé a leer de inmediato.


Antes de seguir adelante con esta parte, le brindaré un resumen de todo lo que leí.

 

Albert Slosman tradujo este material de las sagradas escrituras que están grabadas en forma de jeroglíficos.

 


Aha - el Primogénito

En los albores de los Elegidos, nació un "Primogénito" con dones especiales, cuyo nombre fue Aha.

 

Enseñó la Divina Ley de la Creación y por esta razón, miles de años más tarde, todos los reyes de las dinastías egipcias llevaron el nombre de Per-Aha ('descendiente del Primogénito'), término que los griegos cambiaron fonéticamente por "faraón". Estos descendientes del Primogénito sabían que estaban hechos a imagen y semejanza de su Creador. Por lo tanto, para ellos era de vital importancia vivir según las Leyes Celestiales. Una alianza consagraría la armonía.


No obstante, con el paso del tiempo, parte de sus conocimientos fue desapareciendo. El hombre se sintió Dios, lo que condujo a la gran catástrofe del año 9792 a.C. Una inmensa ola gigante arrasó con decenas de millones de Elegidos del Creador y, a partir de aquí, esta tierra marchita de Aha-Men-Ptah llevó el nombre de "Imperio de los Muertos en la Otra Vida".

 

Profundamente conmocionados, los sobrevivientes decidieron celebrar una nueva alianza con el Creador; le agradecieron por haber sobrevivido y le pidieron perdón por sus faltas. A fin de lograr la paz eterna en la Tierra, esta vez su tratado sería indestructible. Escribieron todo con sumo cuidado para crear lazos inquebrantables para siempre, y por esta razón puede rastrearse su éxodo.

 

Desde las costas de Marruecos, donde desembarcaron con sus mandjits (botes que no podían hundirse), siguieron una exacta ruta delineada hacia Egipto, en una travesía que duró miles de años, permaneciendo siempre en el mismo grado de latitud. Esto lo hicieron los seguidores de Horus y también los rebeldes de Seth.

 

Los sumos sacerdotes tenían el mismo origen étnico y, después de estudiar el cielo estrellado, arribaron a conclusiones similares, dado que no debían perturbarse las Leyes Celestiales.

 

Figura 7.

Ath-Ka-Ptah, el "Segundo Corazón de Dios", es la personificación de la llama eterna,

que se elevó de las cenizas, gracias a Osiris, el Primogénito, y sus descendientes.


Sin embargo, a medida que pasaron los años, aparecieron fracturas en la alianza y la gente olvidó sus compromisos.

 

Este extenuante y trágico período fue más desenfrenado que la más alocada imaginación: durante más de cinco mil años los clanes de Seth y Horus lucharon entre sí. Estos alucinantes enfrentamientos no terminaron hasta que llegaron a la Tierra Prometida.

 

Las antiguas crónicas cuentan exultantes sobre la llegada a Ath-Ka-Ptah (Egipto), el "Segundo Corazón de Dios".

 

Además, los clanes se unieron en un momento en que las estrellas y los planetas estaban en una posición favorable; una nueva era podía empezar.

Figura 8.

Los dos leones, que miran en direcciones opuestas,

muestran que la Tierra empezó a girar hacia el otro lado, después de la catástrofe anterior.


La influencia de la terrible catástrofe puede observarse en todos los edificios construidos después de este acontecimiento. Hay dos leones representados en el sarcófago de Ramsés II, que miran en direcciones opuestas, indicando que después de la catástrofe y, por lo tanto, después de la inversión de los polos, la era del León se invirtió.

 

Entre los leones hay un Sol que descansa en un cielo invertido, con la cruz de la vida vinculada a él. Simbólicamente, representa un renacer radical de la vida en la Tierra; también muestra la horrible posibilidad de una nueva catástrofe si las Leyes Celestiales no se respetan.


Este razonamiento profundo es la fuerza impulsora detrás de la creación de los enormes monumentos en honor a Ptah, que formaron el corazón de la nueva alianza con su Creador en el "Segundo Corazón de Dios".

 

El Laberinto, de increíble tamaño, con sus tres mil habitaciones, no es el único ejemplo de esto. Para su construcción, que llevó trescientos sesenta y cinco años, se utilizaron imponentes monolitos: el templo de Karnak y las pirámides de Giza son otras muestras destacadísimas de la adoración a Ptah. En todos los templos se hallan himnos y textos en honor del Creador.

 

La profunda fe de esta civilización se origina en su resurrección en una nueva madre patria. Aun si la fantasía y los hechos se hubieran mezclado al cabo de miles de años, no habría ninguna diferencia. Los antiguos egipcios estaban completamente convencidos de que estas creencias heredadas eran verdaderas y basaron todas sus acciones en ellas.

 

Usted puede advertir que esta historia muestra gran similitud con la religión católica, con respecto a la resurrección de Osiris, por ejemplo.
 


Después de la catástrofe

Esa noche, los sobrevivientes vieron los últimos espasmos de Aha-Men-Ptah. Después de gigantescos terremotos, la ciudad capital desapareció bajo el agua que subía, y un irreal brillo púrpura rodeó al continente que se hundía. Desde sus botes, los sobrevivientes vieron cómo los volcanes que explotaban disparaban lava hacia el cielo, mientras que el inmenso continente descendía.

 

Había sido su madre patria por toda una eternidad, y ahora casi había desaparecido. No obstante, su sufrimiento no terminaría todavía, pues macabros haces de luz gigantescos bailaban alrededor de sus mandjits, a los que les costaba mucho mantenerse en pie con semejantes fuerzas huracanadas. Nadie sabía si sobrevivirían. La noche parecía durar una eternidad, mientras que la Luna y las estrellas hacían abruptos movimientos. Otra vez, los volcanes estallaron y dispararon sus mortales restos más allá de los mandjits.

 

Un fuerte olor a azufre llenó el aire, al tiempo que un apocalíptico y elevado pilar de brillante luz se elevaba por el cielo.

 

Además, la noche continuaba; esto no era ninguna ilusión, sino una realidad matemática, porque la corteza terrestre se estaba corriendo miles de kilómetros. No sólo los sobrevivientes, sino también todo sobre la Tierra era arrojado en una gran conmoción. Florecientes civilizaciones que no tenían ninguna clave de lo que estaba sucediendo fueron barridas, decenas de especies animales encontraron su inevitable final, mientras el aspecto de la Tierra cambiaba drásticamente.

 

Las montañas surgían de la nada, al tiempo que otras regiones de la Tierra descendían con rapidez; el agua estaba por todas partes y se elevaba hasta alturas catastróficas, y los huracanes azotaban la superficie de la tierra. Durante estos acontecimientos, los sobrevivientes debieron mantenerse en pie, tarea muy difícil de cumplir en un mundo que se desvanecía. Ocasionalmente, el cielo parecía que iba a aclararse, pero era sólo en apariencia. Por fin, un milagro tuvo lugar y un nuevo día empezó; gritos de alegría salieron de los pulmones de los pobres afligidos.

 

Sin embargo, una gran sorpresa se hacía visible en el cielo.


¿Era verdad lo que veían o era una ilusión? Tal vez un fenómeno celestial más difícil de entender todavía que el anterior creaba esta ilusión. ¿O no lo era? ¿Quién podría decirlo?

 

La omnipresente bruma maloliente persistía, haciendo difícil reconocer los rayos difusos, hasta que se tornaron más fuertes. ¡Anunciaban la salida del Sol por el Este! Gritos de sorpresa surgían de los frágiles botes, pues simplemente no podían creerlo. ¡El Sol salía desde el punto donde se había puesto!

 

Llenos de sorpresa señalaron el movimiento invertido del Sol; para muchos de ellos éste era un dilema incomprensible.

 

Sin embargo, algunos sacerdotes pudieron comprender por qué la noche había sido tan dramáticamente larga. La Tierra solía moverse de Este a Oeste y, debido a la catástrofe, este movimiento se había invertido; por eso la fatídica noche había sido más prolongada. Además, la corteza terrestre se había corrido, agregando más horas todavía a esa noche.


Una enorme ola, causada por gigantescos maremotos, llegó rodando hacia ellos. Esto captó por completo la atención de los sobrevivientes, quienes olvidaron el milagro y se concentraron en sobrevivir: permanecer vivos, ¡ésa era la misión!

 

Los mandjits se elevaron entre quejas:

"¿Podremos superar esto?", se preguntaban los exhaustos pasajeros; ya no podían aguantar por mucho tiempo más.

En condiciones normales, los botes podían soportar las más tempestuosas aguas del océano, pero esto era una acumulación de todos los desastres naturales posibles; nadie había experimentado alguna vez algo como esto.

Figura 9.

¡Llegó la hora!

Osiris toma el peso de los errores de la humanidad,

coronándose con el Sol Muerto,

para permitir que el Nuevo Sol salga por el Este como un nuevo instrumento de Dios.
 

Los nudos estaban desechos; las velas, desaparecidas; los timones estaban destrozados y los botes tenían filtraciones.

 

En resumen, la mayoría de los barcos ya no servían para navegar. En ese momento, no se dieron cuenta de que una nueva Ley Armónica Celestial estaba rigiendo: su Creador les había dado la posibilidad de construir una nueva existencia. Para ilustrar esto, el tiempo volvió a correr en un año solar, pero todos los cuerpos celestes se movían ahora en dirección inversa. Varias horas más tarde, en ese día inolvidable, se hizo evidente que la armonía había vuelto a ser cíclica. Los elementos se habían calmado.


En los días subsiguientes, personas destrozadas y con una palidez mortecina fueron arrastradas por la ola gigante hasta el sur de las costas de Marruecos, a lo largo de cientos de kilómetros.

 

Esto había sido posible sólo por la frágil pero magnífica construcción de los mandjits, famosos porque no se hundían.

 

Gran cantidad de cadáveres llegaron a las nuevas costas, aumentando los riesgos de epidemias; por lo visto, su sufrimiento todavía no tenía fin. Durante muchas noches, vieron en sus sueños imágenes de cuerpos desechos, con los rostros contraídos y los ojos bien abiertos, en cuya mirada se había congelado el horror. Sólo unos pocos de sus desafortunados compatriotas pudieron ser enterrados.


La gran mayoría fue enviada de vuelta al mar, donde las rompientes los arrastraron a las aguas más profundas, para convertirse en presa fácil de cangrejos, peces y tiburones.


Además de la inmensidad del mar, todavía podían divisarse algunos picos montañosos y volcanes que habían logrado escapar de la inundación. Un puñado de voluntarios empezó a buscar sobrevivientes y encontró algunos habitantes originales, que recibieron el nombre de "Sobrevivientes de las Islas Afortunadas". Dichas islas conservaron esta denominación hasta el siglo XVI, cuando adoptaron el nombre de Islas Canarias.


En el lugar donde se reagruparon los sobrevivientes se fundó una ciudad, que recibió el nombre de Nut, la "Dama del cielo", madre de Osiris y última reina de Aha-Men-Ptah. Actualmente, este lugar sigue llamándose Cabo Nut. Las crónicas cuentan que alrededor de ciento cuarenta y cuatro mil personas sobrevivieron a la catástrofe.

 

Lo extraño es que esta cantidad coincide con la prédica de los Testigos de Jehová, quienes anuncian que después del fin de los tiempos sólo ciento cuarenta y cuatro mil elegidos serán admitidos en el Paraíso, indudablemente, se basan en la historia egipcia (si los Testigos de Jehová quieren sobrevivir a la próxima ola gigante, les aconsejo que urgentemente construyan una nueva Arca de Noé).


En los primeros días, la vida de los pasajeros estaba a la deriva, y una gran tristeza por la magnitud del evento les arrebató su impulso vital. Algunos estaban desesperados, destruidos por la tristeza provocada por la pérdida de sus familiares; otros meditaban sobre su situación; y había otros en un estado de conmoción tan profunda que se encontraban como en trance y miraban al vacío, sin ninguna expresión.

 

Nada volvería a ser como antes, y de eso estaban convencidos. Por ahora se encontraban a salvo, pero eso era todo; no volverían a ver a su país otra vez. Durante ocho largos días, el Sol salió por el Este, cuando, repentinamente, aclamaciones de júbilo resonaron entre la multitud.

 

¡Neftís y los restos de Osiris habían desembarcado!

 

No obstante el hecho de que Osiris ya tenía una vida extramundana, él seguía siendo el Primogénito de Dios. Nadie supo por qué, pero todos recuperaron su fuerza y confianza. La hermana melliza de Isis (junto con sus cuatro hijos) se reunió con su esposo, el sumo sacerdote; ella nunca había dudado de que debía cumplir una misión divina. A la mañana siguiente, llegó un enviado trayendo la buena noticia de que Nut, la Reina Madre, ya estaba en camino, y la muchedumbre recibió su llegada con mucho entusiasmo.

 

De inmediato, ella ordenó fundar una nueva aldea, empresa que se cumplió con el esfuerzo mancomunado de todos.

Figura 10.

En la parte superior: el hundimiento de Aha-Men-Ptah.

Abajo: Osiris abraza uno de los mandjits donde están sentados los sobrevivientes, representados simbólicamente.

El Escarabajo, Maestro de la Vida, es el símbolo divino del mecanismo celestial.

Éste sostiene al viejo Sol, que está por hundirse.
 

Luego indicó a los trabajadores que construyeran un alto muro de tierra alrededor de la aldea y, si bien no guardaba ninguna semejanza con su palacio de Ath-Mer. no estaba para nada triste. Se resignó pensando que esto era similar a los villorrios primitivos que se habían construido después de la catástrofe anterior.

 

¡Habían pasado miles de años y ahora se encontraban en el mismo punto de partida!


En este período de ajuste hubo un aspecto que pasó casi inadvertido. Después de haber tenido una visión, Neftis - junto a algunas mujeres - construyó un lugar para el descanso final de Osiris.

 

En la visión, le habían ordenado no sepultar el cuerpo del Primogénito ni sacar el cadáver de la piel de toro en la que estaba envuelto. Su esposo, el sumo sacerdote, protestó tibiamente contra esta medida, pero, conociendo los dones de vidente que ella tenía, no insistió en hacer lo contrario. Sin embargo, Nut, su madre, se negó a aceptar el postergado funeral.


Los "Anales de las Cuatro Horas" lo describen de la siguiente manera:

—Sólo Isis puede tomar una decisión al respecto, pero no tenemos ninguna noticia de ella...
—Querida madre, ella está cuidando de su hijo, que está gravemente herido; en breve estarán aquí.
—¡Qué buenas noticias! ¡Estaba tan preocupada! Dime, ¿no deberíamos pedirles a algunos de los hombres que los pasen a buscar? ¿Dónde se encuentra ella?
—Madre, no necesitan ayuda porque nos reuniremos con ellos. Prepare las chozas que sean necesarias para el séquito que los acompaña.

Mientras pronunciaban estas palabras, Isis, la esposa de Osiris, todavía sufría en el mar, preguntándose desesperadamente qué sería de su futuro.

 

Como viuda y ex reina de un país que ya no existía, ese futuro parecía muy sombrío; sólo su hijo, Horus, le infundía el coraje para seguir viviendo. Volvió a quedarse dormida hasta que, de repente, oyó voces. Todavía exhausta, abrió los ojos y miró a su alrededor. La línea costera se encontraba muy próxima y el mandjit se detuvo con un sonido chirriante.

 

Con sus últimas fuerzas arrastró a su hijo hasta la playa, lo más lejos posible, y lo acostó al amparo de unos árboles que habían sido derribados. En seguida un grupo de sobrevivientes los rodearon; habían ido tierra adentro y habían hallado montañas, por lo tanto habían tenido que regresar con las manos vacías.

 

Si bien Isis se encontraba sumamente debilitada, la gente la reconoció de inmediato, y tanto hombres como mujeres se arrodillaron ante su presencia; con presteza construyeron dos camas para la familia real.

Figura 11.

La descripción esotérica del mandjit de Horus

 

Esa noche, todos durmieron a su alrededor.

 

A la mañana siguiente comenzaron la travesía; dos hombres transportaron a Horus. Se alegraron al reunirse con un grupo de veinte personas. Le dijeron a Horus que la Reina Madre estaba reagrupando a todos los sobrevivientes que quisieran fundar el "Segundo Corazón de Dios". Entonces, él decidió caminar, hecho que limitó considerablemente la velocidad del grupo. Al cabo de un viaje de doce días arribaron a la aldea primitiva y, cuando lograron reunirse, una profunda dicha se apoderó de todos.


Mientras tanto, Seth había logrado reagrupar parte de sus tropas en un lugar situado a dos días de allí, camino al sur, en un pozo de agua llamado E-Lou-Na o "Los Escapados del cielo".

 

Se sintió sumamente ofendido al enterarse de que su familia trabajaba en el establecimiento de una nueva vida. ¿Cómo podían su madre y hermanas hacerle esto? Juró venganza y, al poco tiempo, su cerebro enfermo hervía con nuevos planes. Cargado de furia les ordenó a sus tropas tomar la ciudad, pero éstas se rebelaron porque nadie sentía el deseo de continuar con la guerra. Por lo tanto, con la cabeza gacha, el tirano tuvo que reconocer su temporaria derrota.


Al mismo tiempo, Neftis le enseñaba a su hermana gemela:

"Los signos celestiales nos servirán de guía y nos permitirán descubrir por qué hemos pecado contra las leyes de Dios. El Gran Poder, el León, nos dominó y entonces se produjo la destrucción. Hace mucho tiempo ocurrió un desastre similar, bajo las mismas circunstancias, y Dios quiere que lo comprendamos.

 

Por eso nos enseñó, manifestándose por medio del Sol, y el León fue su verdugo. Ahora, recibimos conexiones armónicas de una nueva alianza con el León y su doble, para mostrarnos que el Sol ahora se mueve en sentido inverso en el León. Sólo el Descendiente puede crear la existencia de este lazo entre su pueblo y su Padre, Dios.

 

Ni bien tu hijo se recupere, será iniciado como Per-Aha y por medio de esta iniciación podrá restablecerse la Alianza con los Doce. Este lazo une la Tierra con los Cielos y protegerá a nuestro pueblo para siempre. El día que este vínculo se rompa, una catástrofe más horrible todavía destruirá nuestra civilización. No quedará nada más que piedras como símbolo de un glorioso pasado".

Estas últimas palabras continuaron resonando de manera siniestra en los pensamientos de Isis y ella nunca las olvidaría.

 

Algún tiempo después, Neftis consideró que ya había llegado el tiempo para cumplir con los designios de Dios, entonces tuvo el honor de ejecutar lo que Él había escrito.

 

En presencia de su amado sumo sacerdote, Isis y sus sacerdotes iniciaron la ceremonia.

"Que nuestro honorable sumo sacerdote pronuncie las palabras purifica-doras para despertar a Osiris de su largo sueño. Que el antiguo ritual para la protección de los vivos se desarrolle ante nosotros. ¡Que el Hijo del Primogénito sea restituido a sus seres queridos y todos sus descendientes!".

Entonces, los siervos ele Dios se dirigieron al cuerpo sin vida envuelto en piel de toro, los asistentes se arrodillaron y el sumo sacerdote pronunció estas claras y hermosas palabras:

"Alabad al Señor en este momento especial, para que nos ayude con su inmensa misericordia".

Y continuó con las honorables palabras que serían guardadas para siempre, en el futuro Libro de los Muertos, como el Himno a Osiris:

"Honra a ti, Padre de todos nosotros, por todo lo bueno que nos has entregado después de nuestra llegada a esta tierra. Ven a nosotros, ¡oh!, Tú, Padre que todo lo sabes, para que podamos devolverte, al final ele esta ceremonia, a Osiris, Tu hijo y padre ele Hprus. Él proviene de Ti y regresó a Ti, Padre de los felices en la Vida Extraterrena. Pero te imploramos que nos lo devuelvas en su forma humana...".


La resurrección de Osiris
Luego de rezar por algunos instantes, el sumo sacerdote y sus asistentes tomaron un escalpelo y con cuidado empezaron a cortar la piel del toro, cuando de repente se produjo el milagro. Osiris apareció en perfectas condiciones y parecía que se había quedado dormido durante un par de horas.

 

Sólo le había crecido la barba, pero el resto del cuerpo lucía perfecto y bien conservado, sin vestigios de descomposición.

Figura 12.

El mandjit que transportó el cuerpo de Osiris

sin signos de descomposición a Ta Mana durante el Gran Cataclismo.


Se oyeron gritos de alegría y asombro, y ya, a esta altura, nada parecía imposible para Isis; sólo Dios habría podido hacerlo. Con este conocimiento, una fuerza espiritual, más poderosa que la causa del Gran Cataclismo, se apoderó de ella.


Se arrojó a los brazos de su amado, cuyo cuerpo parecía vivo, ¡aunque hasta ese momento no había mostrado signos de vida! Isis comenzó con una letanía de lamentos, con la esperanza de invocar la resurrección de su marido.

 

Aunque ya han transcurrido casi doce mil años, esta invocación todavía sobrevive, grabada en docenas de tumbas de Tebas y Saqara:

"¡Oh, Amo de los Espíritus, este llamado también es Tuyo! ¡Oh, Señor sin enemigos!, somos Tus hijos que te imploramos. Por favor, responde las plegarias de Tu hija, a quien no puedes rechazar, porque has permitido que nacieran en mi corazón.

 

Mi alma va camino hacia Ti, a quien ofrezco mis ojos. Te imploro por el regreso de Osiris. Ven, mira a la que ama a Tu hijo y a su alma entera. ¡Oh, Señor, por favor, concede el deseo de tu hija!".

Figura 13.

La adoración del 'Toro Celestial".

Su cabeza está cubierta por el nuevo Sol que representa a Osiris resucitado en el cielo.


Entonces, de pronto, todos los presentes sintieron una fuerza espiritual extremadamente inusual e intensa y temblaron de emoción; Nut e Isis dejaron que las lágrimas corrieran libremente.

 

En ese momento preciso, Osiris despertó como si nunca hubiera estado muerto. ¡El milagro por el que todos habían rezado con tanto fervor aparecía delante de sus ojos! Con loca alegría, Isis fue la primera en abrazar a su marido y, después de ella, todos se reunieron con Osiris y quisieron conservar un pedazo de la piel de toro que lo había preservado de manera tan milagrosa.

 

Posteriormente, esta energía sería descripta como la "Fuerza Celestial" que devuelve la vida por medio de su "Hálito de Vida". Miles de años más tarde, este acontecimiento se convertiría en la base de un culto, la alianza entre los "Seguidores de Horus" y el "Toro Celestial".


Mientras tanto, no había límites en el entusiasmo de la gente por la resurrección de su rey. En ese momento, Isis todavía no sabía que su marido había regresado con una tarea especial, la de enseñar a su hijo Horus y dejarlo apto para gobernar al pueblo elegido de Dios. Sólo de esta manera las leyes y los Mandamientos de Dios serían bien comprendidos y respetados.

 

Al día siguiente, Osiris comenzó con las lecciones.

—Hijo, pronto te recuperarás. Tus ojos simbolizarán el despertar de la nueva historia. A partir de mañana serás el protector del pueblo, porque tus ojos habrán recobrado la vista por completo. El símbolo del día será tu ojo izquierdo, que el Sol protegerá mientras navega el Gran Arroyo Celestial. Tu otro ojo cerrado será el Justificador de la noche, allí donde el tiempo pasa dubitativamente. Hasta el fin de los tiempos serás el Guía de tu pueblo.
—¡Pero, padre, tú aún estás entre nosotros! Es tu deber guiar a nuestro pueblo.
—Hijo, mis días están contados. Estoy aquí para enseñarte los símbolos sagrados y su significado. Mira el mar, Horus: se ha calmado, pero ya no es lo que solía ser, porque el Sol ahora se asoma del otro lado; un nuevo ciclo ha empezado...
—Recuerdo muy bien las profecías de tu padre, Geb —respondió Horus— y todas se han cumplido... ¿Por qué tuvo que sucedemos esto?
—Para que la gente comprenda; tiene que ver con nuestro compromiso con Dios, que es muy frágil y que nos deparó esta tragedia.
—¿Qué quieres decir, padre querido?
—Para estar nuevamente conectados por completo con nuestro Creador, debemos volver a respetar sus mandamientos; nuestras fuentes de conocimiento espiritual deben convertirse en una; por lo tanto, debemos basarnos en las nuevas "combinaciones matemáticas celestes" que nos permitirán volver a vivir en armonía con el movimiento del cielo.
—Pero, padre, ¿no es acaso Dios el principal responsable de eso?
—¡Con toda seguridad que no, Horus! Nuestros antepasados, los Elegidos, hicieron por única vez un pacto con Dios, el cual no fue respetado por sus descendientes. Sin duda, esto debe de haber provocado la ira celestial sobre nosotros. Mucho antes de Geb, las fuerzas destructoras habían empezado su tarea maléfica. El egoísmo, el odio, la envidia y muchos otros vicios negativos estaban minando la alianza. Si todos hubieran permanecido fieles y hubieran seguido rezando, Dios hubiera tenido piedad de nosotros, porque Él es el padre de todos nosotros. Sin embargo, los templos estaban desiertos y casi derrumbados, y por esta falta de creencia en Dios cayó sobre nosotros el horror indescriptible del Gran Cataclismo.

Figura 14.

La Era de Tauro custodiada por Osiris.

Al frente, Su Alteza el Sol se yergue protegiendo a las Dos Tierras y los descendientes de Osiris.
 

—¡Oh, padre, tienes razón! Mientras que los sacerdotes no olviden sus tareas más importantes, serán la garantía de nuestra resurrección.
—Es cierto, hijo mío; por lo tanto, es necesario repetir constantemente los hechos importantes para las generaciones venideras. Sólo un intensivo entrenamiento oral puede llevar a cabo la transferencia de nuestro conocimiento, de modo que no habrá separación entre Dios y Ka, el creador de sus imágenes físicas. Cuando esto se cumpla, adquiriremos el derecho de tener una Segunda Patria. El "Segundo Corazón de Dios" llevará el nombre de Ath-Ka-Ptah, en honor a nuestra madre patria, y para agradecerle a la armonía celestial que nos ha permitido escapar a un nuevo país.
Hubo un largo silencio antes de que Osiris continuara:
—El mar todavía está rojo, teñido de sangre, pero en breve volverá a ser azul y todo habrá quedado en el olvido. De ti depende imprimirlo en la memoria de tu pueblo para siempre, porque, si lo olvidan, las cadenas volverán a romperse, y esta vez, te lo «aseguro, Horus, significará el fin definitivo.
—Me ocuparé de que la alianza con nuestro Creador nunca se rompa. Las estrictas órdenes de los sumos sacerdotes también serán de utilidad para ellos.
—Mientras nuestro pueblo permanezca unido, esto será posible, pero ya existen dos grupos hostiles; por lo tanto, tu tarea no será fácil.
—¿Qué sugieres, entonces?
—Tu único propósito es evitar que esto vuelva a empezar. Todos deben sentir de verdad que tienen la protección de Dios para toda la vida. Más aún, es necesario enseñarles a todos con suma prioridad hasta la noche de los tiempos, más allá del gobierno que impere. Por lo tanto, debes esculpir las leyes de Dios en estas rocas indestructibles, como también la historia del gran cataclismo anterior, con su fecha precisa y sus consecuencias. Los dos leones que miran hacia horizontes opuestos, con e* sol entre ambos, serán el símbolo que las generaciones más jóvenes comprenderán.
—Pero, por cierto, padre mío, todavía es mucho lo que debo aprender. Primero tendremos que volver a estudiar las "combinaciones matemáticas celestes", luego de lo cual podremos restablecer nuestra perdida armonía con el
Cielo.
—Eso no será demasiado difícil, hijo mío. Si no me equivoco, el Creador ha dejado los movimientos del universo tal como eran y sólo la Tierra gira en dirección opuesta, sin influir en nuestro viaje espacial alrededor del Sol.
—Entonces, ¿el Sol sigue en su mismo lugar?
—Sí, pero la Tierra ha cambiado de curso y, debido a esto, ahora vemos todo del lado opuesto. Pronto este conocimiento matemático será claro para ti, y los otros elementos que te enseñaré te ayudarán a terminar tus estudios mediante la meditación. Dentro de un par de meses tendrás disponible un conocimiento sin igual. Aquí te entregaré la Palabra, basada en veintidós versos fonéticos y, entonces, una sabiduría todopoderosa será parte de ti. Gracias a tu nombre serás tú mismo y nadie más.
—Cumpliré con la tarea, padre mío.
—No lo tomes demasiado a la ligera, hijo. Los cálculos de los maestros de las mediciones y los números son los únicos que cuentan, y nunca debes dejar que nadie haga una broma sobre eso. A propósito, tendrás que hacer todas las combinaciones matemáticas mucho más difíciles de comprender, pues de lo contrario podrán convertirse en tema de burla.
—Lo sé muy bien, padre mío. Los sumos sacerdotes fueron humillados por sus profecías basadas en sus cálculos. Aún puedo oír las palabras sarcásticas de innumerables escépticos. Pobre Geb, mucho debió soportar para salvar a los hijos de la Luz que habían nacido en su tierra.
—Por lo tanto, al Maestro Geb lo describirán en los Anales como el Padre de la Tierra, porque debido a su perseverancia los mandjits pudieron escapar de este inmenso horror. Horus, tú eres su nieto y también un Primogénito, y el lazo vinculante con las próximas generaciones. Por tu intermedio, las Leyes Divinas serán restauradas.
—Comprendo, padre.

Mientras tanto, el sumo sacerdote había vuelto a estudiar con todo cuidado las nuevas combinaciones; las antiguas, las sabía de memoria. Se encontraban en las Sagradas Escrituras, que cada uno de los sacerdotes había enseñado a su Primogénito, del mismo modo en que él había estudiado las combinaciones matemáticas celestiales en su niñez.

 

Por lo tanto, conocía el mecanismo que les permitiría crear una nueva alianza con Dios y su "Segundo Corazón". Espiritualmente, ya se estaba preparando para esta travesía a su nueva patria. Sin embargo, no resultaría fácil. Una gran cantidad de reflejos solares estaban ejerciendo sus influencias positivas y negativas, de modo que debía elegir la correcta con sumo cuidado.

 

Sólo él podía decidir la ruta exacta que debía transmitir a su sucesor y a nadie más.

 

Estaba seguro de que el viaje a Ath-Ka-Ptah (Egipto) sería largo y agotador. Conocía con precisión tanto el punto de partida como el de llegada; en medio de ambos se extendía la ruta a seguir, la que no debería ser ni demasiado larga ni demasiado corta y, más importante todavía, debía estar inspirada por la divinidad. El trayecto que las estrellas fijas seguían era idéntico a la ruta opuesta que seguía el Sol en las configuraciones, mayores, como la del León.

 

Una aguda observación de Orión y Sirio le mostró el camino correcto hacia el "Segundo Corazón". Mucho más tarde, las Escrituras lo confirmarían: el Oeste y el Este están unidos junto con el ojo vigilante del Corazón del León, que muestra el camino al lugar de llegada.


Una pesada tarea les aguardaba.

 

Todos los niños y niñas debían recibir instrucción, tal como Horus había ordenado.

Figura 15.
Aquí, el Sol navega en una nueva dirección en un cielo invertido,

después del Gran Cataclismo, guiado por el Santo Ojo.

 

Sin embargo, debido a la falta de conocimientos, sólo unos pocos pudieron cumplir con la tarea. Además, la tradición y las fuentes del conocimiento no podían ponerse en manos de cualquiera. Por añadidura, este conocimiento debía repetirse con minuciosidad a estos jóvenes, sin cometer ni un solo error.

 

Ellos, a su vez, deberían transmitirlo a sus propios hijos, generación tras generación, hasta que la Palabra se transformase en una escritura, que los retrotraería a la civilización. Esto sólo podría suceder el día predeterminado por Dios y no antes, porque, de lo contrario, se violarían sus leyes. De esta manera, los descendientes, en un futuro muy lejano, muchos siglos o miles de años por delante, una vez arribados a su punto de destino podrían reiniciar todas sus ciencias.

 

Era una jugada colosal, pero la única manera posible de recuperar la armonía con las Leyes Celestiales. El sumo sacerdote volvió a examinar con esmero sus cálculos; el tiempo evolucionaría lentamente en esta marcha opuesta con relación a la Gran Corriente Celestial, que corría junto a las doce constelaciones.


Además, el ciclo del Sol permanecería mucho más tiempo en el León, añadiendo todavía más tiempo a la progresión. Aun así, incluso cuando saliese de Leo, el momento no sería suficientemente favorable, sino que tendrían que esperar hasta la era de Tauro. Sólo en ese futuro lejano, y no antes, iba a ser factible encender su "Segundo Corazón".


Mientras el sumo sacerdote contemplaba las numerosas posibilidades, su esposa, Neftis, se reunió con Horus, el hijo de su hermana.

Figura 16.

El León mira a la derecha, mientras todas las caras de los jeroglíficos miran a la izquierda.

El Ojo Sagrado está representado en sus dos posiciones: el viejo, hacia la izquierda, y el nuevo (la Creación), hacia la derecha.

 

Al estar todos al corriente, de inmediato ella formuló la pregunta correcta:

—¿Qué te está molestando, oh, hijo de mi amada hermana? —Mi padre ha sugerido una alianza con Dios mediante la fe incondicional en nuestro Creador.
—¿Tú no estás de acuerdo?
-—Con la alianza no tengo ningún problema, pero la fe no será eterna y, por lo tanto, será imposible que la alianza perdure.
—Horus, comprendo tus dudas, pero la fe es la única manera posible. Esto debe transmitirse a las generaciones venideras: de lo contrario, se habrá perdido todo. Esta catástrofe también se produjo por un completo ateísmo, y si éste regresa será el fin de la humanidad.
—¿Quieres decir que un cataclismo destruirá nuestra nueva patria?
Neftis guardó silencio y miró a Horus de manera inquisitiva, luego continuó:
—Por favor, no hagas la Ley Celestial más difícil de lo que ya es. La fe debería ser suficiente para explicar las "combinaciones matemáticas celestes". En todos estos años por venir, los sacerdotes y maestros, entre los que tú eres el primero, deben colaborar unos con otros para profesar el dogma de Dios y su poder por sobre todas las cosas y seres bajo cualquier circunstancia.
—¿No es esta tarea demasiado pesada para mí?
—Ciertamente que no, Horus, pues tú eres la imagen del Creador, y este conocimiento protegerá a nuestro pueblo. Tú estás en condiciones de asegurar que todos los niños y sus descendientes se convenzan de este hecho. Más aún, debes enseñar la Ley Celestial en todo su esplendor, sin cambiar nada. La fe debe convertirse en una parte integral de la vida. Tú eres el descendiente del Primogénito y serás el guía del que nadie dudará. Así, el acuerdo se transmitirá de generación en generación de manera natural. Dios, entonces, nos recompensará con un largo período sin la amenaza del cielo, cuya duración será decidida por Él mismo.

Mientras tanto, Osiris visitaba al sumo sacerdote:

—¿Son difíciles los nuevos cálculos?
Dios ha sido bueno con nosotros, Osiris, y todo ha quedado igual, sólo que a la inversa. Mañana serán el tema de mi primera lección, que brindará la base para determinar la ruta a nuestra segunda madre patria. Existen algunos indicios de que, bajo la estrella favorable, en un futuro lejano, podremos iniciar un nuevo calendario, al que deberemos ajustamos.
—¿Estás pensando en que Sirio indique el año divino?
—Sí, es el centro de nuestra nueva alianza con Dios.
—¿Cuándo empieza este nuevo calendario?
—Las observaciones que hemos realizado en estos últimos diez días son bastante interesantes y los cálculos muestran que el Sol permanecerá en el León casi todo su ciclo.
—Qué buena noticia. Este conocimiento permitirá que nuestros descendientes aseguren la alianza hasta el fin de los tiempos.

Esta conversación, que se llevó a cabo no mucho tiempo después del gran cataclismo, sería decisiva para el futuro de Egipto.

 

No obstante, la profecía de Osiris se disolvería en los miles de años por venir, en la bruma de los tiempos, especialmente bajo la influencia de las distintas invasiones persas, romanas, griegas y árabes. El conocimiento del surgimiento y caída de las civilizaciones en forma cíclica, junto con el corrimiento de los polos, se perdió por completo con la profecía.


La vida continuó y Seth volvió a controlar a sus tropas. Afirmaba que el Sol los había creado y que, a partir de ese momento, debían adorar a Ra. También les asignó un nuevo nombre: Ra-Seth-Ou, 'Soldados del Sol'.

 

Para tener al Sol completamente de su lado, pronunció las siguientes palabras dirigidas a Ra:

"Desbórdame con tus rayos bienhechores, ¡oh, Santo Creador! Que mi cetro, con tu aquiescencia, dé la orden para destruir a todos mis enemigos".

Figura 17.
Una de las tantas copias, de miles de años de antigüedad,

que cuenta acerca de la vida de Horus.

 

Además, comenzó a movilizar un ejército, seguido por mujeres y niños, que poco después se cruzó con las tropas de Horus. Seth miró con descreimiento a su primo aún con vida, quien de inmediato dio la siguiente orden:

—¡Detengan la marcha! Soy yo, Horus, quien se lo ordena. Dios les permitió escapar. Si nos unimos, ¡Dios enviará a sus almas sin mácula a la otra vida!

Sin embargo, Seth no quiso oírlo:

—¡Será mi placer matarte y lamento terriblemente no haberlo logrado la última vez que nos encontramos! Como amo de la nueva tierra, éste es mi deber. Además, no tienes ningún derecho al trono. —¿Estás seguro de que eres el nuevo amo?
Sin saber exactamente el significado de estas palabras, Seth miró a su alrededor con cierto asombro y una voz sonora rompió el silencio:
—¡Les debería dar vergüenza! ¿Acaso han olvidado que son hijos de Dios?
Seth reconoció la voz de inmediato y una gran conmoción nubló su mente; las palabras siguientes lo hicieron sentir peor todavía:
—¡Sí, soy yo, Osiris! Regresé para decirles que Horus es el único y verdadero sucesor. Horus es el hijo del Sol, el toro del Tauro celestial que ha retornado a la Tierra. Sólo él tiene la autoridad de Dios para conducirlos al "Segundo Corazón de Dios", donde la prosperidad y la felicidad los aguardan.

Lleno de ira, Seth contestó:

—No eres más que una réplica, sin cuerpo ni alma. ¡Retírate, oscuro fantasma!
—Estoy vivo; por lo tanto, en este momento confiero a Horus mi celestial autoridad. A todos les digo con claridad: yo, Osiris, coloco a Horus en el trono de esta Segunda Tierra. Él será el amo indiscutible y el primer Per-Aha con descendientes celestiales. ¡Aquellos que no estén de acuerdo, que hablen ahora! Deberán marcharse de inmediato para que no les haga ningún daño. Pero ¡cuidado los que se queden con un corazón impuro!

Estas palabras tuvieron una influencia hipnotizante en las mujeres y niños que seguían a Seth, quienes se retiraron con inquietud. Seth debía proseguir con sus tropas. Miles de años más tarde, esta antigua conversación quedaría esculpida en varios templos, grabada como la Lucha de los Gigantes, es decir, los "seguidores de Horus" contra los "rebeldes de Seth".

 

Y nuevamente, la vida continuó.


Los seguidores de Horus se dieron cuenta de que les faltaban ciertos elementos esenciales para cumplir con el renacimiento de su pueblo. Uno de ellos era el hierro.

 

Osiris decidió dirigir él mismo una expedición. Horus reunió a cuarenta de sus mejores y más leales soldados. Neftis provocó un conflicto sumamente inusual al insistir para que su primogénito, Anubis, los acompañara para ayudarlos. Sin pedir ninguna explicación, su marido, el sumo sacerdote, estuvo de acuerdo con esto. Ella debía ciertamente tener una buena razón, considerando la edad de su joven hijo.

 

Anubis, junto con su enorme perro, siguió al grupo con toda lealtad. Al cabo de un par de días, la expedición aminoró la marcha. Osiris sabía dónde hallar una mina de hierro. Algunos antiguos marinos le habían dado la descripción de la ruta que antes del Gran Cataclismo conducía a la mina. Sin embargo, este acontecimiento había cambiado el entorno en gran medida y de tal forma que el sitio actual no concordaba con sus recuerdos.

 

En los días previos a la catástrofe, solía haber un torrentoso río en un área de exuberante vegetación, pero ahora se había topado con una montaña muy alta situada en un paisaje trastrocado; no podía hallar su norte aquí.


De repente, una serpiente hambrienta se enroscó alrededor de Anubis. Su enorme perro salió en su ayuda, acción que le valió el título de mascota de todo el grupo. Los días transcurrían lentamente, hasta que una cadena montañosa cubierta de nieves eternas se divisó en el horizonte. Osiris supo que ésta era la dirección correcta y, con renovado coraje, retomaron la travesía. En tanto avanzaban, la temperatura bajó rápidamente, pero antes de que cayeran los primeros copos de nieve hallaron un desfiladero entre dos montañas y luego el camino comenzó a descender.

 

El aspecto físico del terreno cambió por completo. Visto desde arriba, lo que primero semejaba un mar había cambiado por una inmensa llanura de arena, A medida que se acercaban, parecía un mar seco. Pronunciados muros de piedra se elevaban desde lo que alguna vez, seguramente, había sido un gran río. Con cuidado, anduvieron a los tropezones por la polvorienta masa de arena, que estaba rodeada de dunas de variadas alturas.

 

Un cálido viento torturaba las colinas arenosas, alguna vez acariciadas por las olas de un mar desaparecido. Enormes cantidades de conchillas aún no fosilizadas confirmaban que esta visión alucinante era la secuela del desastre que había causado tan tremenda agitación en el mundo.


Esa noche, Anubis no pudo dormir. Lleno de admiración observaba el cielo, y sus ojos se posaban, principalmente, en la clara bruma lechosa que parecía un río: Hapy. Demasiado joven para comprenderlo, seguía contemplando fascinado.

 

Osiris se le acercó y le dijo:

—Nuestros maestros de las mediciones y los números han llegado, a veces con el máximo detalle, al fondo de muchas cosas que ahora te parecen inexplicables. Podrás trascender esta etapa, oh, Anubis, y serás el ejecutor de los decretos celestiales, el mediador entre la muerte y la vida extramundana. Además, llevarás á nuestro pueblo en la dirección correcta a la nueva tierra, pero no más rápido que el lento movimiento del Sol.

Lleno de orgullo, Anubis siguió contemplando el cielo y vio una estrella fugaz, que reconocía el hecho de que este mensaje tendría un final favorable.

Al día siguiente parecían haber llegado a otro mundo. Todo tenía la apariencia de haber sido arrasado por un remolino, evidenciando una visión apocalíptica del desastre; incluso se podía observar en las montañas, cuyas inmensas grietas daban la impresión de ser recientes. Había muchos árboles carbonizados y pastizales que empezaban a crecer de los restos de la mustia vegetación.

 

Aquí encontraron los primeros trozos de hierro. Entonces, Osiris dejó a sus hombres para ir a buscar otros recursos, mientras Anubis y su perro comenzaron a explorar en algunas cuevas. Durante su meditación en una de ellas, una voz celestial le habló, y esas palabras se transformaron, dentro de su cerebro, en imágenes que le mostraron un acontecimiento aterrador.


Casualmente, Seth había desembarcado en este punto, junto con veinte de sus rebeldes del Sol, y cuando vio a su hermano explotó con toda furia:

—¡Mírenlo con detenimiento! Esta vez, su falso Dios no lo salvará; el brillante disco que cruza el cielo será mi testigo. Al ser el Creador, justificará la muerte de Osiris.

El Primogénito lo miró con serenidad y le respondió con voz potente:

—Sí, me matarás, pero sólo porque Dios así lo ha decidido. Es Él quien guiará tu brazo para ejecutarlo, para demostrarles a tus descendientes que eres el hijo desleal del único y verdadero Dios, Ptah.

Rojo de ira, Seth tomó una lanza de uno de los rebeldes y gritó:

—¡Yo soy el hijo del Sol! ¡Tú no eres mi hermano y morirás!

—Estás completamente equivocado. Tu castigo por este asesinato será que no reines ni un solo día en ninguno de mis territorios.

Apoyado en un pie, Seth blandió su lanza, que entró directamente en el pecho de Osiris con una fuerza quejumbrosa. Éste eayp y el extremo puntiagudo desapareció en la tierra.

 

Profiriendo gritos de júbilo, el vencedor se puso a bailar con deleite.

—¡Osiris ha muerto! Y esta vez para siempre; nada podrá devolverlo a la vida. ¡Oh, Ra, te ofrendo esta conquista!

Después de estas palabras, Seth consideró que era prudente retirarse, pues tanta suerte en un solo día era algo demasiado bueno para ser realidad, y el ejército, que venía detrás, seguramente los seguiría.

 

Por lo tanto, lo mejor no era descansar sino huir de inmediato.

Figura 18.

En su nueva navegación celestial, el León arrastra a Osiris sobre la espalda del Toro,

guiándolo a su morada de eterno descanso.

 

El perro fue el primero en acercarse al cuerpo y lamió el rostro con devoción.

 

Un poco más tarde, llegó Anubis y oyó las últimas palabras sollozantes de Osiris:

—Entiérrenme cerca del lugar donde se encuentra el hierro... Mi espíritu protegerá a todos nuestros descendientes por muchos siglos... ¡Oh, Dios, a ti regreso!...

Actualmente es posible reconstruir la ruta que siguieron. Se inició en Ta Mana, a unos cien kilómetros de Agadir. En Ta Ouz, cerca de la frontera entre Marruecos y Argelia, hay tumbas que están allí desde el comienzo de los tiempos. Enterradas cerca de Osiris están Nut, Neftis e Isis, además de algunos sumos sacerdotes y consejeros de Horus. Los visitantes sienten que ingresan en un mundo diferente, mientras observan estos restos de las nieblas de la historia.


Pasaron los siglos bajo el signo estelar del León. Hor-Ou-Tir, el faraón regente en ese período y descendiente lejano de Osiris, reunió a su consejo; ése sería un día muy importante para los habitantes de Ta Mana.

 

El faraón empezó a hablar con voz enérgica:

—Estimados miembros del consejo, he convocado a esta asamblea extraordinaria porque el día de la gran partida está próximo. Debemos emprender la marcha juntos el día señalado por las "combinaciones matemáticas celestes", para disfrutar sus bienhechoras influencias. Sin embargo, primero debemos resolver algunos problemas.

Con gesto majestuoso, se echó la túnica sobre los hombros y se sentó en el trono.

Figura 19.

Osiris, de hecho, está enterrado en Ta Ouz (su santuario).

La llama eterna que condujo a los "escapados" hacia su Segundo Corazón,

Ath-Ka-Ptah o Egipto, se recoge de su cuerpo.

 

Entonces, el sumo sacerdote tomó la palabra:

—¡Que Ptah le otorgue a nuestro faraón una larga vida y una gran fuerza para destruir a todo aquel que se resista a las leyes de Dios! Somos todos descendientes del linaje de Osiris y nuestra victoria ya no está lejana. Por esta razón debemos resolver un dilema: la destrucción de otros como nosotros, los Ra-Seth-Ou, descendientes del apóstata Seth. Sólo entonces estaremos en condiciones de partir a nuestra Segunda Patria en paz y tranquilidad. Por lo tanto, este consejo debe hallar los hombres más apropiados para terminar favorablemente esta misión. Que la presencia de Dios nos ayude en estos tiempos memorables.

El sumo sacerdote se inclinó con dignidad frente al faraón y luego se puso de pie el presidente del consejo, quien empezó a hablar con voz resonante:

—Ya hemos hablado demasiado; es necesario formar un ejército de inmediato. Hace mucho tiempo, el Sol cambió su trayectoria en la era del León, pero ahora la dejará y, dado que debemos vencer a nuestros enemigos urgentemente, tenemos que irnos de inmediato. Todas nuestras acciones serán registradas en los anales. No olviden que nos aguarda una larga marcha, y no sólo deberemos defendernos, sino también lanzar contraataques para proteger a nuestras familias.

Tomando esto en cuenta, el faraón convocó al jefe de las tropas, Mash-Akher, quien anunció su punto de vista:

—Para conquistar a los rebeldes, oh, descendiente de Osiris, aquí te ofrendo mis hombres; estoy a tu disposición, oh, Amo representante de la eternidad en la Tierra. Sólo nos faltan las armas, pero, si el consejo está de acuerdo con mis planes, podremos tenerlas a nuestra disposición rápidamente.

Estruendosamente, el faraón se levantó del trono y dijo:

—Discutiremos tu propuesta en un minuto, pero, mientras tanto, te nombro capitán de mi guardia exclusiva.

Mash-Akher hizo una profunda reverencia y aguardó sus instrucciones. El Primogénito volvió a hablar:

—Te ordeno que sigas sus planes. El día que el Sol despierte por cuarta vez, todo deberá estar listo, porque será el día de nuestra gran partida. Yo mismo conduciré al ejército, será el día de los seguidores de Horus. Por decreto celestial, ordeno que esto se inscriba en los anales.

En la mañana del cuarto día, el sumo sacerdote vio un inmenso ejército de soldados. Miles de lanzas, hechas con el hierro que Osiris había descubierto, brillaban a la luz del Sol. Catorce siglos después de la lucha entre sus líderes legendarios, un nuevo enfrentamiento los aguardaba. Bastante seguros de su victoria, los seguidores de Horus se arrojaron a la batalla. La lucha fue corta, sangrienta e intensa, y sólo unos pocos fueron apresados.

 

Con voz estentórea el faraón dio la orden:

—Díganle a su jefe que no es necesario que nos sigan amenazando. Yo, Hor-Ou-Tit, faraón de sangre pura y descendiente de Osiris, soy el hijo de Dios y es Él quien me ha concedido esta victoria. Abandonaremos esta tierra, que no debe ser de ustedes y, por lo tanto, nunca lo será. Si llegáramos a encontrar a alguno de sus hermanos en nuestro camino, no tendremos ninguna piedad y lo mataremos. ¡Vayan y díganle esto a su jefe!

El Sol se encontraba en el punto donde concluiría la era del León. Con este auspicioso signo partieron hacia Ath-Ka-Ptha, el "Segundo Corazón de Dios". Esa misma mañana, Sirio había salido justo antes del amanecer.

 

Este vigésimo segundo día de julio del año 8352 a.C. se inició una nueva era, con la larga marcha hacia la Luz.

 

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3. LAS CATÁSTROFES DE LOS CORRIMIENTOS POLARES Y LAS ERAS GLACIARES

La historia de los acontecimientos precedentes nos permite ahora explicar gran cantidad de misterios geológicos.

 

Hace más de doce mil años, enormes partes de Europa y América del Norte estaban cubiertas de glaciares, de innumerables bloques de hielo. En ese período. Dinamarca no existía, pero había un paisaje horripilante de más de un kilómetro de altura. La mayor parte de las Islas Británicas yacían bajo el hielo y había vastos glaciares en muchos otros sitios.

 

La actual Bahía de Hudson solía ser un paisaje congelado de una blancura extraterrena. El hielo estaba por todas partes. Las enormes capas de hielo eran tan gruesas que hasta la cima del monte Washington, de casi dos mil metros de altura, en lo que es hoy New Hampshire, yacía debajo de ellas. Al oeste, otra sábana de hielo se extendía desde las Montañas Rocallosas del norte hasta las Aleoets. En el hemisferio sur, los glaciares descendían de los Andes y de las montañas de Nueva Zelanda.

 

¿Por qué tenemos tanta certeza de ello en la actualidad?

 

Es fácil de explicar: las capas de hielo y los glaciares dejan huellas muy marcadas tras de sí. Cuando se alcanza el punto de fusión, el hielo se desliza cientos de metros abajo, por su propio peso, y "araña" la tierra, arrastrando consigo los desechos en su congelada garra.

 

Por lo tanto, rocas grandes - del tamaño de camiones - se rompen y son transportadas a lo largo de kilómetros y kilómetros. Los escombros corren hacia los valles de los ríos y erosionan sus lechos en forma de "V", transformándola en "U" y si estos valles cubiertos de hielo se encuentran cerca del mar, se forman filosos y pronunciados fiordos.


No hay geólogo que pueda explicar de manera lógica por qué hubo tanto hielo en Europa y América. Ha circulado todo tipo de conjeturas. Algunos astrónomos suponen que la órbita de la Tierra pudo haber tenido mucho que ver con esta masa de hielo; la explicación sería que tal vez el planeta se ubicaba un poco más lejos del Sol, en una posición algo inclinada.

 

Pero otros pudieron comprobar que la diferencia en la radiación solar no hubiera sido lo suficientemente grande. Se echaron a correr por el mundo innumerables teorías, pero todas regresaron con las manos vacías por falta de evidencia. De lo único de lo que están seguros es de que existe una relación entre la precesión (del zodíaco) y la existencia de las eras glaciares.

 

Salvo eso, el resto es un enigma; sin embargo, ahora podemos ponerles fin a todas estas dudas. Sabemos lo que sucedió en Aha-Men-Pta, el paraíso perdido.

 

En el año 21312 a.C. el eje de la Tierra se corrió; en 9792 a.C. la Tierra empezó a girar en la dirección opuesta, y su corteza tuvo un deslizamiento de miles de kilómetros. Cada catástrofe movió la ubicación de los polos. Con eso solo se cumplen todas las condiciones para explicar la alternación entre las eras glaciales y los climas moderados.

 

Primero, deben de haber aumentado las precipitaciones; de lo contrario, las masas de hielo no pueden desarrollarse. Entonces, ¿de dónde vino el agua?

 

La explicación es simple.

Figura 21.

En el año 21312 a.C. la Tierra se corrió setenta y dos grados en el zodíaco.

Al mismo tiempo, nuestro planeta se inclinó,

de modo que el norte de la Atlántida en ese momento

pasó a ubicarse debajo del Círculo Polar, en un instante.

La circunferencia señala el Círculo Polar.


Las masas de hielo que se corren de los polos comienzan a derretirse y evaporarse en la atmósfera; esta creciente evaporación aumenta la cantidad de precipitaciones en toda la Tierra.

 

Donde se hallan emplazados los nuevos polos, el agua cae bajo la forma de nieve y hielo, que se acumula en enormes cantidades. Miles de millones de toneladas de hielo se depositan sobre las ciudades muertas y el centro astronómico de la Atlántida. Al cabo de unos pocos años, nuevos paisajes glaciales dominarán una gran parte de Europa y Norteamérica; esto es inevitable...


Para sobrevivir a esta catástrofe, se deben fijar urgentes prioridades.

 

Sólo una pequeña parte de la población podrá sobrevivir a un corrimiento de los polos y a las consecuentes olas gigantes, terremotos y explosiones volcánicas. Y después, cuando seamos catapultados a temperaturas de cincuenta grados bajo cero, cambiaremos un terrible escenario por otro; esto es lo que nos espera.

 

Este conocimiento no sólo nos hace temblar o nos paraliza de miedo, sino que nos cuenta qué ha sucedido muchas veces antes; nos da la respuesta de muchos enigmas geológicos.

 

¿Por qué los glaciares cubrieron la mayor parte de Europa, mientras que el noreste de Siberia, que ahora se encuentra encima del Círculo Polar, permaneció libre de hielo?

 

La respuesta de los científicos tradicionales es:

"Bueno, no se sabe... no tenemos idea...".

Todavía estamos esperando de ellos una respuesta satisfactoria, pero eso no significa que no la podamos dar ahora. Por medio del corrimiento de la corteza terrestre, Siberia cambió su latitud en forma repentina y se ubicó en el lugar más frío del mundo, pasando de un clima templado a uno de frío polar, y eso sucedió en un día.

 

Hay pruebas contundentes de ello. Antes del corrimiento de la corteza terrestre, gran cantidad de animales ahora extinguidos vivían en esta zona, como los herbívoros mamuts, pero con el fin de la última era glaciar estos mastodontes se extinguieron. En el noreste de Siberia se halló gran cantidad de esqueletos de estos animales y, también, cuerpos enteros congelados de mamuts; este hallazgo fue un hecho mundial extraordinario. Hasta ahora, se han desenterrado más de cincuenta cuerpos perfectamente conservados, algunos de los cuales todavía tenían restos de plantas en sus bocas, mientras que otros conservaban pedazos de alimento sin digerir en sus estómagos.

 

Los cuerpos estaban tan bien preservados que los perros podrían comer la carne sin consecuencias negativas. Según testigos oculares, la carne es similar a la carne vacuna congelada. Es seguro que encontraron su fin de manera súbita; de eso no hay duda. Los análisis demostraron que murieron asfixiados, posiblemente porque se ahogaron.

 

Si no se hubieran congelado de inmediato, un proceso de descomposición los hubiese desintegrado. Sólo una catástrofe tal como el corrimiento de los polos puede brindar la suficiente explicación de este enigma. En un frío tan extremo, no hay posibilidad alguna de supervivencia para estos mamuts.

 

Murieron de repente, sin advertencia.

 

Con la comida todavía en su boca y estómago, fueron arrastrados miles de kilómetros y luego quedaron sepultados por el hielo.
 


Un escenario idéntico para nosotros

Este fenómeno es lo que le espera a la mayor parte de la población mundial actual. Las regiones de la Tierra que ahora tienen un clima templado hace miles de años tenían frío polar.

 

Debido a que se producirá un nuevo corrimiento de los polos, la Tierra girará en sentido contrario y las zonas más pobladas y bajas sufrirán una verdadera masacre; casi nadie sobrevivirá a esta catástrofe. De cualquier modo, sin barcos no tendremos la menor posibilidad. Con el trastorno general de esta inversión, millones de cuerpos perfectamente conservados quedarán sepultados bajo las masas de hielo durante miles de años, hasta que despierten de manera despiadada por el siguiente corrimiento polar. ¡Qué idea espantosa!

 

Este conocimiento me perturbó durante días y meses; me levantaba a la mañana y me iba a dormir con esta idea. Mis sueños se convirtieron en pesadillas donde morían miles de millones de personas, mientras la Tierra temblaba. Solía despertarme temblando sudoroso y luego trataba de calmarme, pero no lo lograba, realmente no podía. Soñaba con las víctimas anteriores, con seres peculiares como el tigre de dientes de sable y el canguro gigante, de tres metros y medio de altura, que murieron en esta destructiva violencia de la naturaleza.

 

Una y otra vez, aparecían estas imágenes fantasmagóricas de un colosal incendio mundial.


Había castores de casi tres metros de largo, perezosos que pesaban más de tres toneladas y alcanzaban los seis metros de altura cuando se erguían en sus patas traseras, los que se alimentaban de los árboles mientras descansaban en sus colas asombrosamente gruesas, pero todos perecieron durante estos sucesos inexorables.

 

Las palabras de R. Dale Guthrie, del instituto de Biología Ártica ("Grandes Desastres", Readers Digest), resonaban en mis pesadillas.

 

Él descubrió que, hace doce mil años, la flora y la fauna de Alaska eran completamente diferentes de lo que son hoy:

"La manera como murieron estos animales debe de haber sido lamentable. Ellos vivían en un ambiente totalmente distinto. Sólo así podemos explicarnos la presencia de esta exótica diversidad de hienas, mamuts, tigres de dientes de sable, camellos, rinocerontes, ciervos con enorme cornamenta y antílopes. Entonces, llegó el frío polar y se extinguieron masivamente".

El destino mundial de tan extrañas criaturas nos da una seria advertencia: ya sucedió antes y volverá a suceder innumerables veces.

 

Sólo nos quedan unos pocos años hasta la próxima catástrofe; lo que nos aguarda es tan apocalíptico que va más allá de toda imaginación. Todo apunta a la extinción de la humanidad en los hechos por venir, del mismo modo en que murieron los enormes mamíferos del pasado.

 

Hace más de cien años, el conocido zoólogo Alfred Wallace ("Grandes Desastres") escribió:

"Desde un punto de vista zoológico, estamos viviendo en un mundo empobrecido, donde las especies animales más colosales, salvajes y peculiares han desaparecido recientemente".

De igual modo, se producirá una masacre de enormes proporciones, pero esta vez la mayor víctima será la humanidad, dado que domina toda la Tierra. No hay posibilidad de escape. Mis hallazgos son devastadores.

 

Avanzamos indefensos hacia este suceso. Este conocimiento está arruinando mi salud y toda mi persona, porque no puede hacerse nada; casi no he conciliado el sueño en dos años. Tal vez, después de leer este libro muchas personas tengan la suficiente motivación para tomar las medidas necesarias en cuanto a la supervivencia, y luego puedan empezar una nueva cultura.

 

Nunca se sabe. Mis pesadillas aterradoras seguro que perderán dramatismo.


La siguiente cita penosamente nos recuerda la última catástrofe (Berlitz, Atlantis, 1984):

"El rostro de los cielos se había oscurecido, nadie sabía qué iría a suceder. De repente, un fuego subió desde la tierra hacia el aire, cayó una lluvia de fuego y cenizas, y rocas y árboles fueron derribados. La gente quedó destrozada y sepultada en la arena y el mar; en una enorme, repentina y feroz inundación, la Gran Serpiente Celestial fue raptada del firmamento. El cielo se desplomó y la tierra se hundió cuando los cuatro dioses, los Bacabs, se levantaron y se ocuparon de la destrucción del mundo".

En el siglo XVI, Diego de Landa escribió lo siguiente sobre este acontecimiento:

"Entre la gran cantidad de dioses que los mayas solían adorar estaban los Bacabs. Decían que eran cuatro hermanos que Dios, luego de crear el mundo, había colocado en las cuatro esquinas para apuntalar al cielo para que no se cayera. También decían que estos Bacabs huyeron cuando una inundación destruyó el mundo".

Pueden hallarse informes similares en todas partes del globo.

 

El Avesta narra el desastre que se desató en su paraíso - Airyana Vaejo -, que, del clima templado, fue catapultado al frío glaciar (Tilak, The Arctic Home in the Vedas - El hogar ártico en los Vedas, p. 340):

"Entonces, Angra Mainyu, que está lleno de muerte, creó un enemigo... La nieve cae por todas partes en gruesas capas; es la más horrorosa de las plagas..."

Más aún, leemos en estas escrituras que este frío terrible había sido profetizado y que el pueblo había recibido la advertencia de protegerse de él:

"Por lo tanto, preparen un herbolario. Lleven a él un representante de cada especie. Pongan allí todo tipo de plantas y los más jugosos frutos, los más delicados y dulcemente perfumados. Todas estas cosas y criaturas no morirán, siempre que permanezcan protegidas allí".

Las leyendas de los indios tobas hablan de un enorme frío acompañado por oscuridad. Según ellos, les enviaron el desastre porque la Tierra debe cambiar a medida que se va llenando de gente, o sea que, para salvar al mundo, la población debe ser reducida.

 

Todos estos mitos prueban que se produjo un desastre de proporciones descomunales; una y otra vez hallamos principios idénticos en ellos: estrellas que caen del cielo, terremotos titánicos, una inmensa inundación y terribles fríos. Los profetas predijeron el desastre por orden de Dios. Personajes del tipo de Noé construyeron las arcas necesarias para que de ese modo sus descendientes volvieran a poblar el mundo. Dichas historias fueron escritas a modo de advertencia para nosotros.

 

Hace mucho tiempo, estos mitos mundiales fueron concebidos para transmitir estas visiones apocalípticas, las que en breve habrán de convertirse en una aterradora realidad. Entonces, los recuerdos del pasado perseguirán nuestras mentes.


El profesor Hapgood (The Path of the Pole - El camino del Polo], 1970) escribió acerca de los acontecimientos que sucedieron hace casi doce mil años:

"Por todas partes en Alaska existen pruebas de una grave conmoción atmosférica sin precedentes... Si bien algunos de los animales pesaban un par de toneladas, simplemente fueron destrozados y desparramados como plumas al viento sobre la tierra. Las pilas de huesos están mezcladas con los árboles, que también fueron arrancados y hechos pedazos... Todo está cubierto por una fina capa de polvo congelado".

Cuando leemos esto, de inmediato sabemos que fueron poderes aterradores los que crearon esta enorme tumba durante estos acontecimientos. Decenas de millones de animales y personas sufrieron una muerte súbita, causada por inundaciones, terremotos, enormes tormentas y un establecimiento instantáneo del período glaciar.

 

La Tierra entera se tambaleaba; en el Nuevo Mundo se perdieron más de setenta especies de grandes mamíferos. Para colocarlo en su justa perspectiva, durante los trescientos mil años precedentes sólo se habían extinguido unas veinte especies, y el mismo patrón se repitió en el mundo entero.

 

Alaska y Siberia recibieron el mayor de los golpes: cientos de miles de animales murieron congelados en el lugar y fueron preservados, de modo que, después de más de diez mil años, todavía podrían alimentar a los perros esquimales. Estas cifras encabezan la lista de los números apocalípticos involucrados en la catástrofe.


Miles de volcanes deben haber explotado, porque con frecuencia se hallan cenizas volcánicas alrededor de los animales congelados.

 

Se descubrieron esqueletos de mastodontes en el valle de San Pedro, de pie, sostenidos sobre enormes pilas de cenizas volcánicas (Velikovsky, Mundos en colisión). La mayor parte de Europa y de lo que luego se conocería como Nuevo Mundo estaba cubierta con una capa de hielo de varios kilómetros de espesor.

 

Cuando la corteza terrestre se movió, esas zonas fueron a dar a una región de clima moderado. Entonces, diez millones de kilómetros cúbicos de hielo empezaron a derretirse y quedaron reducidos a agua. Estos torrentes desembocaron en los mares y océanos, hecho que elevó su nivel en más de ciento sesenta metros.

 

Las costas bajas volvieron a inundarse, millones de litros se evaporaron y cayeron en los polos en forma de nieve. Como resultado de esto, el nivel del agua descendió. En el norte de la Florida pueden hallarse sedimentos marinos a una altura de al menos setenta y cinco metros. Ciertas zonas que actualmente son yermas, como el Sahara, en ese período estaban llenas de vida y vegetación, a causa de las abundantes lluvias.


Este período tan horripilante ha dejado profundas huellas en todo el mundo. En muchos lugares, la gente temía que los terremotos fueran la antesala de una nueva catástrofe. Al oeste del río Volga, en Rusia, los marineros creían que la tierra descansaba sobre uno de los cuernos de un toro gigante y que cada movimiento del animal podía provocar un sismo. En el momento en que la cabeza del toro se inclinase, el cielo aparentemente se vendría abajo y la tierra caería al océano.

 

En un lugar distante, en Machu Picchu, los incas tenían un asentamiento de jóvenes mujeres para volver a poblar al mundo después de un nuevo desastre.

 

En Islandia un mito se inicia con la aterradora profecía de un visionario:

"El Sol se ennegrece, la tierra se hunde en el mar y las estrellas ardientes también caen en él...".

Sin duda, el Sol jugaba el papel más importante en estos hechos; durante la catástrofe anterior se movía incesantemente en el horizonte. Este tema aparece en diversas culturas, en todo el mundo.

 

Cada solsticio de invierno en Machu Picchu, los sacerdotes ataban un cordón místico a un gran pilar, para evitar, de esa manera, que el Sol abandonara su rumbo y esparciera la muerte y la destrucción. Pensaban que un Sol controlado no podría provocar una nueva ola gigante.

 

En Stonehenge, como en toda la Europa prehistórica, se erigieron enormes edificaciones de piedra en honor al Sol; se levantan allí como un recurso mágico contra una nueva ola gigante. Por medio de fórmulas hipnóticas, el movimiento del Sol podría mantenerse bajo control. Durante miles de años, estas piedras han mantenido la seguridad del mundo.

 

Pero estos rituales se dejaron de practicar por largo tiempo. El violento dios Sol no puede estar feliz con esto; por lo tanto, en una devastadora explosión, el Sol errante lanzará una reacción en cadena, la cual sacudirá nuestro mundo hasta sus cimientos. El cielo se derrumbará y la Tierra quedará hecha pedazos pollos terremotos, en tanto una enorme ola inundará todo y lo destruirá.

 

Así está escrito en los mitos de innumerables culturas, porque ya antes sucedió muchas veces.


En las escrituras leemos acerca de los acontecimientos sumamente traumatizantes ocurridos hace casi doce mil años: incendios, rayos, huracanes, olas gigantes, explosiones volcánicas, un cielo ennegrecido, hambruna, frío, etc.

 

Los desafortunados que vivieron este acontecimiento deben haberse visto tan conmocionados que el suceso dominó su vida entera. Advirtieron de esta catástrofe a sus hijos, nietos y bisnietos, quienes a su vez pasaron esta advertencia a las generaciones venideras. En el centro de todo esto se encuentran las historias sobre los sobrevivientes. Y estas historias contienen códigos cuyo fin es permitir a las generaciones futuras prepararse para este horror de todos los horrores.

 

Los escritos de los mayas y los antiguos egipcios constituyen el vehículo principal por el que estos conocimientos han llegado hasta nuestros días.

 

En sus secretos muy bien preservados, podemos hallar los alarmantes números que nos conducirán a develar el período de la catástrofe anterior, y sus predicciones de la siguiente.

Figura 22.

A fines del año 2012, las creaciones de los mayas quedarán destruidas para siempre.

Entre ellas se encuentra este hermoso bajorrelieve.
 

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4. EL PROGRAMA COMPUTARIZADO DEL CATACLISMO ANTERIOR

En el libro La profecía de Orión, en parte descifré el "programa de computación" diseñado por los antiguos egipcios y por los mayas, que predice el fin del mundo. Contenía una lógica matemática que me condujo a una mayor sospecha: un amplio plan que lleva al Apocalipsis en el año 2012 d.C.

 

Pude hallarlo, después de lo cual mi temor creció de manera significativa: llana y sencillamente, temí por mi vida. Caminé por ahí durante días, temblando como una hoja. Al cabo de un par de meses, seguro que un zombi tenía mejor aspecto que yo. Por fin, cuando me encontraba exhausto completamente, tomé coraje porque mi tarea todavía no había terminado.

 

En el cataclismo anterior - que había destruido la Atlántida - ciertamente se hallaría oculta gran cantidad de códigos; por lo tanto, tal vez podría encontrar más claves sobre el venidero, y con esta evidencia probablemente estaría en condiciones de convencer a una cantidad de gente suficiente para que tomase las medidas necesarias a fin de salvar su vida. Quién sabe, tal vez se pueda hacer algo para contribuir con la supervivencia de la humanidad. En todo caso, pensé que valía la pena el intento, aunque mis sueños eran perseguidos por imágenes de horror.

 

Un par de veces me desperté a mitad de la noche, con visiones de terremotos que destruían plantas nucleares, provocando verdaderos holocaustos, y realmente no tenía la clave de cómo alguien podría evitarlo. Sin embargo, seguí en pos de mi tarea y pronto hallé las claves que aludían a la caída de la Atlántida.
 


Descifrar los códigos por primera vez
En el desarrollo del cálculo que conduce a prever el próximo cataclismo del año 2012, hallé la serie numérica 2,66666. Decidí poner a prueba la serie 0,66666 porque la había visto en varios cálculos y me pareció un número que podría llevar a lo que sucedió con la Atlántida. ¿Por qué? De hecho, pura coincidencia, pero parecía ser el camino correcto. Parece que estaba predestinado a descifrar los códigos.

 

Más tarde, descubrí que la serie 0,66666 estaba asimilada en sus cálculos de la órbita de la Tierra alrededor del Sol. ¡Con este número puede probarse que los habitantes de la Atlántida medían el año solar con cifras de hasta nueve dígitos después de la coma! También contiene el número del Apocalipsis, 666, que luego me conduciría a otros descubrimientos asombrosos.

 

Para entonces aún no lo sabía, pero fue mi intuición la que me condujo a los primeros códigos. Mucho tiempo después pude asociar otros desciframientos, porque los números de los mayas y de los antiguos egipcios tenían significados diferentes. Sin embargo, en ese momento no había llegado tan lejos y decidí seguir investigando sobre las conclusiones a las que había llegado.

 

Por mi libro anterior podrá saber que ellos tenían tres calendarios diferentes, de 360, 365 y 365,25 días, pero que estos números no lo asusten, porque los cálculos son muy fáciles de comprender. Todos sabemos sumar, restar, dividir y multiplicar; es así de simple. Ni siquiera tiene que hacer cálculos, porque mi calculadora de bolsillo ya lo hizo por usted.

 

He aquí los primeros códigos:

365,25 x 0,66666 = 243,499999

365 x 0,66666 = 243,33333
360 x 0,66666 = 240

Al principio, esto no tenía para mí pies ni cabeza; mi cerebro bullía, me salía humo por las orejas.

 

Me puse de pie y, preocupado, empecé a dar vueltas. Logré colocar el número 240, que contenía las veinticuatro horas de un día, pero el número 243 no me dio ninguna clave. Aquí quedé empantanado.

 

¿Dónde debería buscar?

 

Decidí no seguir haciendo cálculos hasta hallar una solución. Esto me mantuvo ocupado durante dos días enteros y empecé a lamentar mi promesa. Busqué en varios capítulos de diversos libros para encontrar un indicio posible, pero todas las claves parecían conducir a un callejón sin salida. Caramba, ¿por qué perdía tiempo aquí? Entonces, de repente, tuve un destello de inspiración y tomé mi enciclopedia de astronomía; algo me impulsó hacia el capítulo de Venus, ¡y ahí estaba!

 

¡El número 243 aludía a la órbita de Venus alrededor del Sol!

 

Para ser exactos, Venus tarda 243,01 días en dar la vuelta alrededor del Sol (luego descubrí que había cometido un error, que no era la órbita de Venus, sino el tiempo que tardaba en girar alrededor de su propio eje, pero eso no influía en nada en mis desciframientos). Los habitantes de la Atlántida redondearon muchos números; por lo tanto, en este caso era más que lógico que este número (243) se relacionara con Venus.


Pude hallar, mediante este descubrimiento, muchos otros códigos de los atlantes que revelaré en el capítulo "Venus, la clave de todos los misterios" y, como verá, hay una concordancia innegable entre el número 243 y el de la precesión. De él pude derivar páginas de desciframientos, algunos de los cuales son bastante importantes y tienen que ver con los conocidos números de los mayas y con el ciclo egipcio de Sothis (o Sirio).

 

También existe una conexión con el ciclo maya de las manchas solares. Y, por sobre todo, me fue posible probar la conexión directa entre el número 666 y Venus. Como podrá ver, gracias a mi obstinada persistencia, esta pequeña lista no está tan mal. Junto con los posteriores descubrimientos pude cerrar esta investigación con una abrumadora evidencia, pero en ese momento todavía tenía una noción nublada de mi propósito.

 

Decidí, intuitivamente, seguir haciendo cálculos con la serie 0,66666 y, para mi asombro, me topé con tres números que ya había visto antes en otros cálculos (véase más adelante y en el Apéndice). Por cierto, esto no podía ser una coincidencia.

 

Si lo desea, puede hacerlo usted mismo:

243,49999 x 0,66666 = 162,33333

243,33333 x 0,66666 = 162,22222

240 x 0,66666 = 160

También supe de inmediato dónde habían hallado estas series numéricas, respecto de las cuales, tiempo atrás, me había estado devanando los sesos.

 

Sin embargo, durante las decodificaciones anteriores me topé accidentalmente con ellas, aunque... ¿habrá sido accidentalmente? ¿No sería más que lógico llegar a la conclusión de que existía una conexión entre México y Egipto?

 

Las cifras y las combinaciones fueron tales que lo descubrí automáticamente. Esto prueba, una vez más, que el programa fue concebido de tal manera que ;no había más opción que descubrirlo! Al dar una y otra vez con esta misma serie, volví a probar la belleza y complejidad de su software. Pero aún más asombroso es el hecho de que ¡también hallara estos números en la decodificación del Códice Dresden!

 

Los matemáticos y otros interesados los encontrarán al final de este capítulo; ¡y es sólo el principio! Al multiplicar las series precedentes por 0,66666 ¡llegué a otro conjunto de números sagrados! Y cuando repetí este procedimiento, nuevamente descubrí algo más hermoso todavía, pues había varias conexiones entre ellos que combinaban correctamente (para los matemáticos, véase el Apéndice).

 

Con esto, comprobé de manera innegable que utilizaron estos números.



0,66666 y el año solar de los mayas
A propósito, ¿no había visto en Fingerprints of the Gods [Las huellas digitales de los dioses], de Graham Hancock, algo sobre el número 66,6? Fui a abrir el libro y, sí, efectivamente, ahí estaba. En resumen, ésta es la conclusión.

 

En la Pirámide del Sol (México), en los equinoccios del 20 de marzo y 22 de septiembre ocurre un fenómeno: durante 66,6 segundos pasa una sombra por el lado oeste.

 

Desde el principio de la construcción de la pirámide, esto se produce dos veces al año.

"¡Esto era!", grité en mi mente.

¡Una de las múltiples funciones de la pirámide era la de comunicar los mensajes codificados del culto de la sabiduría que había gobernado en la Tierra durante miles de años!

 

Había aquí una innegable conexión entre el año solar - como lo demuestran los equinoccios - y el número 0,666, por el que debía multiplicarse para develar toda una serie de números codificados. Me encontraba completamente maravillado por su peculiar conocimiento interconectado de la ciencia, su ingeniería constructiva y su cultura. El resultado de un complejo desafío intelectual, el compromiso de demostrar que, en verdad, fueron capaces de calcular la fecha del fin del mundo.


Este descubrimiento me dejó sin palabras y generó en mí una buena sensación, pues al indicar que aparecía una sombra durante 66,6 segundos - fenómeno que se produce sólo dos veces al año - nos estaban diciendo que este número se relaciona con el año solar; según el calendario que utilizaban, éste duraba 360, 365 ó 356,25 días, de modo que mi investigación intuitiva se había confirmado.

 

Perdí la cabeza al ver tantos conocimientos mágicos.

"¿Qué otra cosa podría averiguar?", me pregunté desesperadamente.

¿Qué secretos seguían ocultos en estas creaciones magistrales de tiempos tan lejanos?

 

Desbordado por el deslumbramiento, miré las fotos de los edificios mayas con la esperanza de hallar inspiración. Con asombro, leí qué cantidad de piedras habían empleado en algunas de ellas: números que inducían a la alucinación giraban frente a mis ojos. Grandes, mayores, enormes, de esa manera podían delinear las pirámides y los templos, y todo eso para expresar sus "números sagrados".

 

Era demasiado para comprender, demasiado vasto para mi mente.

 

Entonces, una especie de trance se apoderó de mí y mis pensamientos continuaron con sostenido fervor.

Figura 23.

Esta reconstrucción de la pirámide del Sol muestra cómo luciría el centro religioso en su esplendor.

Desde entonces, una sombra pasa por la cara oeste durante los equinoccios. Este fenómeno dura exactamente 66,6 segundos.

 

Me di cuenta de que la construcción de este fenómeno, que duraba precisamente 66,6 segundos en la Pirámide del Sol, se basaba en los "números sagrados" que había hallado en mis cálculos.

 

No sólo podían ellos construir edificaciones de gran magnitud, sino que el conocimiento subyacente que poseían para construirlos también era sorprendente. Se trataba de una creación puramente geométrica, conectada con el paso del tiempo y dominada por el número y el recuerdo de épocas heroicas.

 

Combinaciones de ángulos sorprendentemente extraños se unían en deslumbrantes obras maestras, con la magia de figuras esotéricas, entretejidas con miles de toneladas de bloques de roca cortados artísticamente, como si a los antiguos constructores no les hubiera costado ningún esfuerzo.

 

No hay nada más loco e imaginativo, y esto se aplica tanto a los mayas como a los egipcios.


Es obvio que dichos números son parte del legado de la perdida civilización de la Atlántida. Sin lugar a duda, los mayas son los seguidores más dóciles e inspirados de esta antigua ciencia, y por todas partes se halla evidencia de su permanente obsesión con el tema del tiempo, que controlaba todos sus actos de manera sin igual en la historia de la humanidad.

 

Al develar sus códigos, que describen el tiempo con suma precisión, se pueden resolver muchos misterios mayas y "cuellos de botella" de su religión.

 

Los impresionantes acertijos y las raras manifestaciones de sus lazos con el tiempo tienen una explicación lógica, con la ayuda del pensamiento científico moderno.
 


El código de precesión de los mayas y los antiguos egipcios
Por cierto, los números mencionados precedentemente estaban allí para que fueran empleados por las futuras generaciones.

  • ¿No sería lógico imaginar que tenían que ver con la herencia de una civilización perdida?

  • ¿Que éstos son números mágicos que se originaron en un culto de sabiduría que había sido destruido por un terrible desastre?

Es probable que lo sean.

 

Yo estaba listo para buscar en esa dirección, pero primero debía realizar otros cálculos, y con este propósito era necesario pensar en las dos catástrofes polares anteriores. La primera tuvo lugar en el año 21312 a.C. y, de un plumazo, empujó al territorio de Aha-Men-Ptah debajo de lo que entonces era el Polo Norte. Miles de años más tarde, el 27 de julio de 9792 a.C, la Atlántida quedó completamente destruida y fue a parar debajo de lo que es hoy el Polo Sur.

 

El período entre estos dos sucesos duró 11.520 años.

 

Teniendo en cuenta los códigos del programa que ya estaban descifrados, multipliqué la cantidad de años entre las dos catástrofes por la cantidad de días que conforman cada variedad de año, de la siguiente manera:

11.520 x 365,25 = 4.207.680

11.520 x 365 = 4.204.800

11.520 x 360 = 4.147.200

Como puede observar, el lapso entre las dos catástrofes tiene más de cuatro millones de días, lo cual es un período terriblemente largo.

 

Y la caída de la Atlántida se produjo hace más de cuatro millones de días. El tiempo vuela y aquí está la prueba. Todavía no se han remontado las consecuencias de una catástrofe (recién ahora estamos en condiciones de hacer lo que podían hacer los atlantes), cuando la otra ya está golpeando a la puerta; pero ésta puede llegar a ser la última para la humanidad.

 

De nuevo, mi mente corre a toda velocidad y supera mis pensamientos, porque decididamente estamos avanzando a grandes pasos hacia nuestra caída, y nadie parece preocuparse por ello. Sigo tratando de motivar a la gente con mis libros y, si no lo logro a tiempo, bueno, podrán olvidarse todos estos conocimientos recopilados, pues para entonces sólo los insectos y algunos animales con mutaciones gobernarán sobre la Tierra; tendrán todo un reino para ellos solos.


Otra vez, esto era demasiado para mí. No podía terminar mis cálculos, mis nervios estaban destrozados y cada nuevo día mi esperanza de una vida próspera se debilitaba. Tratando de alejar mis sombríos pensamientos, dividí con desesperación los números precedentes.

 

Debido a estas cifras, había hallado en el pasado un número que era bastante similar al de la precesión (véase el apartado siguiente) y, a partir de este último, pude encontrar dos números codificados de los mayas, lo cual derivó en más desciframientos. Por lo tanto, tal vez pudiera hallar algo similar, ¿o no? Quedé asombrado, pues tal cosa ¡sucedió!

 

Me sentí conmovido al comprobar los números resultantes:

4.207.680 / 163,33333 = 25.920 (25.761)

4.204.800 / 163,22222 = 25.920 (25.761)

4.147.200 / 160 = 25.920

Al ver tres veces el número de precesión, un frío sudor corrió por mi cuerpo, y nuevamente estaba perdido. ¡El fin del mundo de los atlantes no podía ser otra cosa más que la verdad! Aun así, no era todo, pues sobre la base de esta y otras decodificaciones se puede probar que efectivamente pasaron 11.520 años entre las catástrofes anteriores.

 

Si mira estas cifras con detenimiento, hallará una idéntica manera de calcular que conduce al año 2012 d.C, pero esta vez con otro número de precesión.

 

Esto significa que, sin lugar a duda, los 11.804 años entre la catástrofe anterior y la venidera se calcularon de la misma manera, y también que 2012, de hecho, ¡es el año de la gran cuenta regresiva de la próxima hecatombe!

 


25.920: el número sagrado de los atlantes para el zodíaco
Como habrá leído en mi libro anterior, el número 25.920 no sólo representa la duración de un ciclo zodiacal completo, sino también la cantidad de años de existencia de la Atlántida.

 

En total se produjeron tres catástrofes en la historia de este legendario imperio, y con la tercera, cuyos códigos ahora estaba descifrando, el país fue barrido por completo del mapa. Exactamente, transcurrieron 25.920 años desde el establecimiento de la Atlántida. Antes de la catástrofe, los sumos sacerdotes habían calculado con exactitud que el imperio sería destruido en su totalidad.

 

Aha-Men-Ptah -nombre verdadero y original- se convertiría tan sólo en una tierra de sombras. Este cálculo probablemente estaba relacionado con ello. Después de todo, el número muestra que el ciclo ha sido completado, por eso aparece tantas veces en los mitos egipcios. Aparece también en antiguas escrituras, tomado como base para hacer cálculos; de esto hay ejemplos en mi anterior libro, La profecía de Orion.

 

La arqueo-astrónoma Jane B. Sellers está en un todo de acuerdo con esto, y en su obra The Death of Gods in Ancient Egypt [La muerte de dioses en el antiguo Egipto] afirma que este número está bien elegido.

 

Yo tomé su declaración con seriedad y logré descifrar muchos códigos; ahora estaba empezando a ir en la dirección correcta a la luz del número original.

Figura 24.

El zodíaco, para los antiguos egipcios y los mayas,

era una parte esencial de la ciencia astronómica.
 

Al cabo de minuciosos cálculos, los sumos sacerdotes de la Atlántida habían detectado el número entre una increíble cantidad de posibles combinaciones, y construyeron toda su historia alrededor de él.

 

No es imposible que hayan recalculado períodos de tiempo anteriores que pasaron en su zodíaco, para hacerlos concordar con las predicciones de este número mágico. Además, yo había leído en el libro de Slosman L'Astronomie selon les Egyptiens [La astronomía según los egipcios] que los nombres de los signos del zodíaco habían cambiado muchas veces, y que lo mismo podía haber ocurrido con los períodos de tiempo. De lo contrario, sería una coincidencia demasiado grande.


Cuando se estudian en profundidad los años transcurridos en un determinado signo zodiacal, se llega a la misma conclusión. Es imposible trabajar con esos números especialmente codificados desde el comienzo de una civilización.

 

Ellos fueron puestos allí de manera deliberada una vez que los sacerdotes de la Atlántida hubieron hecho sus cálculos sobre el cercano fin del mundo. Después de todo, había que cumplir con las expectativas de las Leyes Sagradas Celestiales. Sólo así se puede explicar esto de manera lógica. Según su concepción, esto no era una falsificación de la historia, sino simplemente un ajuste de las leyes de la realidad; la "divina realidad", como ellos la experimentaban.


Por cierto, esta decodificación no es una coincidencia, sino el resultado de una decisión sopesada y finamente sintonizada. En caso de que posteriormente surgiese una civilización, ésta podría rastrear sus importantes descubrimientos. La precesión de los equinoccios o, más todavía, el corrimiento del zodíaco está en el centro de ellos, y el número 25.920 aparece en todo el mundo, una y otra vez.

 

En Egipto, la Gran Pirámide es un ejemplo de construcción en la que se ocultan importantes números sobre el corrimiento del zodíaco, y esto en sí mismo no puede ser casual porque los egipcios se originaron en una civilización sumamente evolucionada, que encontró su lugar de descanso debajo del Polo Sur.


Cuando hallamos este número en la decodificación y también en las antiguas obras de arte de los tiempos remotos, una prueba se refuerza con otra. Por ejemplo: el número aparece automáticamente en cálculos elementales que luego forman una unidad lógica en las pirámides.

 

Gracias a la obra de Robert Bauval sabemos que las tres pirámides egipcias están ubicadas según la constelación de Orion. Y no sólo eso, sino que fueron emplazadas en ese lugar de tal modo que reflejan la precesión de esta constelación, y muestran de manera específica la situación de hace casi doce mil años; esto es sumamente importante. El corrimiento del zodíaco puede reproducirse con cálculos matemáticos.

 

Los sobrevivientes de la catástrofe diseñaron un plan con detalles científicos, para mostrar la fecha precisa de la catástrofe; pero hay más todavía. Cuando Gino Ratinckx estudió conmigo la precesión con mayor exactitud, ¡la del año 9792 a.C. pareció ser la misma que la del año 2012 d.C!

 

Por eso los egipcios quisieron que nosotros observáramos esta constelación con la mayor minuciosidad posible. En cuanto alcancemos la misma precesión, se producirá un desastre en la Tierra, idéntico a la catástrofe que causó la caída de la Atlántida.

 

En mi libro anterior describí las implicancias con sumo detalle.


De hecho, las pirámides, una especie de "reloj de estrellas", fueron construidas por personas que podían calcular la declinación de los signos estelares, tanto hacia delante como hacia atrás en el tiempo; eran científicos sumamente civilizados. Al mismo tiempo, eran topógrafos muy competentes, que sabían todo acerca de la geometría y las cuatro direcciones del viento.

 

Por eso, desde este punto de vista es necesario seguir estudiando las pirámides.

 

Las palabras de Bauval sobre la Gran Pirámide son bastante elocuentes (Hancock, Fingerprints of the Gods, 1995):

"Observe su poder; lo obliga a realizar un proceso de pensamiento específico... Lo obliga a aprender. Cuando formula una pregunta sobre ella, también formula una pregunta sobre construcción, sobre geometría, sobre astronomía. Lentamente, empezará a darse cuenta de su grado de adelanto, y querrá averiguar. Ése es su poder".


72: el número sagrado
Desde este punto de vista, es probable que se hayan podido asimilar muchos más de estos códigos en esta construcción, y ése es el caso.

 

Investigando un poco, inmediatamente se obtienen evidencias diferentes que comprueban que el número de precesión está oculto en la Gran Pirámide. En ella se descubre un ángulo de 72 grados, que conduce al numero 25.920. Si multiplicamos 72 x 360 obtenemos 25.920, es decir, el número de precesión. Se menciona aquí el número 72 para dar un valor de código.


En su libro The Death of Gods in Ancient Egypt ya mencionado, Sellers afirma que el mito de Osiris está codificado intencionalmente con un par de números clave, de los cuales se pueden extraer valores que sorprenden por su exactitud. Se necesitan setenta y dos años para completar un corrimiento de un grado en la eclíptica.

 

Según la autora, este número -que es el ingrediente básico del código de precesión- aparece de manera persistente en los mitos de la antigüedad y en la arquitectura. Más aún, este número esotérico puede emplearse en otras combinaciones. A menudo se le suma el número 36 y el resultado, 108, suele ser dividido por 2, lo que arroja el número 54, que volveremos a hallar más tarde en el Códice Dresden.


Sin embargo, el códice no queda restringido a las escrituras de la mitología. El complejo religioso de Angkor, en la selva de Camboya, parece ser una metáfora bien elegida para este esotérico número y sus combinaciones. Cada uno de los cinco caminos que conducen a este complejo está flanqueado por 108 figuras de piedra, 54 de cada lado. Cada hilera de figuras transporta una parte de una enorme serpiente Naga.

 

Es como si el fin de nuestro mundo estuviera aquí expuesto, porque, como señalan Santillana y Von Dechend en Hamlet's Mill [El molino de Hamlet], las figuras empujan la serpiente.

Figura 25.

El Palacio Zayi, en Yucatán. Esta estructura contiene 72 habitaciones contiguas;

una prueba más de la preponderancia de este número.


Esto quiere decir que las 54 figuras están "batiendo el océano de leche" (la Vía Láctea), lo cual significa que la serpiente desempeña un papel importante en los acontecimientos catastróficos que la Tierra está signada a enfrentar.

 

Como sabemos, Venus pasa por el signo estelar de la Serpiente durante el período fatal en diciembre de 2012. Desde el punto de vista mítico, la Serpiente se encuentra en la fuente de la violenta turbulencia que barrerá los océanos.


En México, hallamos abundante evidencia del uso del número 72. Los números pertinentes que se obtienen, aparecen abundantemente en los calendarios mayas:

  • 1 katún = 7.200 días

  • 1 tun = 720 días

  • 5 baktunes = 720.000 días

Encontré el número 72 por todas partes, en cualquier civilización que estuviera investigando. ¿Era acaso una mera coincidencia en el desarrollo cultural? Me costaba creerlo; incuestionablemente, ¡esto debía de tener una fuente común!

 

Entonces, un rayo iluminó mi cerebro: en el desastre de 21312 a.C, ¡Aha-Men-Ptah se corrió 72 grados en el zodíaco!

 

Si su imagen del mundo cambia tan drásticamente, ¡este número jugará un papel decisivo en su vida y en la de sus descendientes también! Por eso todas las civilizaciones lo han incluido en sus mitos; y no sólo en sus historias, sino también en su arquitectura, en su ciencia, en sus matemáticas, etc. Y los mayas lo han procesado en un año solar. El factor decisivo para mí fue descubrir que cuándo multiplico un año solar de 365 días por 0,666 ¡el resultado es 72!

 

Era imposible seguir multiplicando; lo que obtenía era un patrón matemático incoherente. Me pregunté si podría haber una conexión con los números precedentes.
 


El origen de los números de Venus
Con la sensación de que estaba en la senda de algo increíble, había miles de preguntas que giraban en mi cabeza. ¿Los mayas heredaron de los atlantes su calendario y las matemáticas?

 

Y si fue así, ¿cómo lograron ajustados a su propia manera de pensar? Yo estaba completamente convencido de esto, y debido a esta certeza me topé con evidencia excepcional.

 

He aquí el resultado de la división por 72 de la cantidad de días entre 21312 a.C. y 9792 a.C. según los tres calendarios (cifras obtenidas en la página 68):

4.207.680 / 72 = 58.440

4.204.800 / 72 = 58.400

4.147.200 / 72 = 57.600

Los últimos dos números son sumamente importantes.

 

Antes había calculado el número 576 del zodíaco, y por medio de este número logré rastrear el período sinódico de Venus, que contiene 584 días. Justo ahora estaba observando ambos números, que, nítidamente, se encontraban uno encima del otro. Luego de este hallazgo, necesité un poco de aire fresco. Por supuesto, tenía que haber más.

 

El número 576 tenía que ver con esto, estaba convencido de ello, pero ¿cómo? Difícil pregunta si no se conoce la respuesta. Posteriormente, la descubrí en el Códice Dresden de los mayas. ¡Parecía ser el valor esencial para Venus! No hay que subestimar el poder de estos números. La manera de pensar de los hombres de la Atlántida, en gran parte se basó en ellos; egipcios y mayas los tomaron e hicieron otras combinaciones con los mismos números.

 

Una vez que uno conoce la fuente, también sabe que puede usar estos números, A su vez, esto lo conduce a otras posibilidades, mediante las cuales puede decodificar la totalidad, paso a paso, como un buen detective que resuelve un caso de asesinato. Como puede ver, fui a dar con los números de Venus apenas con unos pocos cálculos.


Venus era sagrado para los mayas, y generaciones de investigadores sé han ocupado de la pregunta esclarecedora de por qué los mayas estaban tan obsesionados con este planeta.

 

Una vez que uno sabe cómo develar sus motivos, encuentra respuestas asombrosas: los números de Venus están relacionados con las catástrofes que torturaron la Tierra de manera regular, y con las que volverán a hacerlo. Lo mismo ocurre con los egipcios, aunque los números de Venus estaban ocultos en sus códigos. Ellos pusieron más énfasis en el ciclo de Sothis, y su razón será más que clara en posteriores decodificaciones.
 

Como acabo de decir, entre los mayas todo se centraba en Venus. Solían mantener una observación muy aguda de nuestro planeta hermano, tomaban nota de todo y construyeron a su alrededor un complejo sistema para el cálculo del tiempo, que fue utilizado por miles de años. Las investigaciones sobre el Códice Dresden - el más importante de los documentos mayas - demostraron que se puede determinar el movimiento de otros planetas sobre la base del de Venus.

 

Más todavía, contiene tablas lunares para calcular posibles eclipses solares, tan sólo con una mínima desviación respecto de los valores reales. Las tablas del Códice Dresden también coincidieron con el importantísimo Tzolkin, el ciclo de 260 días, por el que los mayas profesaban un profundo respeto.

 

También se descubrió que tenían a su alcance números de corrección, con los cuales podían ajustar la primera tabla, que redujo el margen de error a un día en 4.500 años. Basándome en estos hallazgos, continué investigando en profundidad y ¡descubrí que los números que los mayas conocían eran todavía más exactos de lo que los investigadores suponen!


En el Códice Dresden se destinaron cinco páginas a los cálculos sobre Venus. Para los mayas, el ciclo promedio para los períodos más largos tenía una importancia fundamental. Un año venusiano podía extenderse 581 ó 587 días, pero en promedio duraba 584. Este número y sus múltiplos eran de sumo interés para los sacerdotes.

 

Los números precedentes sobre Venus son parte de una herencia inconmensurable. Son el legado de una civilización prehistórica perdida, destruida por un desastre catastrófico, y más tarde fueron transmitidos a sus sobrevivientes y mantenidos vivos por los sumos sacerdotes egipcios y mayas. La parte más importante de sus conocimientos se ha perdido, pero se pueden resolver muchos acertijos de la antigüedad, con sus códigos tan particulares.

 

Todos estos números milagrosos y misteriosos son tan intrigantes como las maravillosas edificaciones construidas por estos científicos que sabían pronosticar. Es la herencia de un antiguo pueblo, amante de la observación de las estrellas, que sus descendientes han cultivado y enriquecido.


Y este legado de conocimientos de un orden superior apunta a una civilización aún no identificada. Este patrón de pensamiento significa aire fresco en la búsqueda de la civilización de los atlantes. Mientras no haya pruebas sobre la mesa, la ciencia contemporánea permanece despreocupada y no cambia su punto de vista sobre esta cultura "desaparecida".

 

La consideran como una obra de teatro en un drama cósmico, imposible de probar y sepultada por las aguas. Sin embargo, ¿en verdad es éste el caso? ¿No muestra esta decodificación algo diferente, algo mucho más alarmante? Sin duda alguna, los números hallados nos conducen al desastre que significó el fin de esta civilización.

 

Predijeron el Armagedón - el fin de los tiempos - para su madre patria, que, en un día y una noche, desapareció bajo el hielo polar. Semejante caída necesita las mayores conexiones científicas y matemáticas; y yo también las he descubierto.

 

Durante mi incansable búsqueda he hallado tantas paradojas que hasta el mayor de los escépticos tendrá que bajar la cabeza y reconocer que esto no puede ser una mera coincidencia, porque la afinidad es demasiado grande; lo mismo ocurre con la próxima.

 


El ciclo de Sothis de Egipto
Sólo se trata de pensar a la manera de los atlantes. Nada más. Cada vez me estoy familiarizando más y más con esta forma de pensar, en mis progresivas revelaciones de sus secretos perdidos ya hace mucho tiempo y estoy convencido de que yo hubiera tenido un trabajo como sumo sacerdote de la Atlántida si hubiera vivido en esa época; pero es obvio que mi tarea todavía no había terminado.

 

El hecho de haber podido hallar números esenciales en cálculos tan simples significaba que debía de haber más por descubrir. Mis pensamientos se remontaron al desastre del año 21312 a.C. En ese momento la Tierra giró 72 grados en el zodíaco. Al preguntarme si acaso no habría otro número importante que se aplicase a esto, mis pensamientos comenzaron a seguir un camino lógico: un círculo tiene 360 grados; si se le restan 72 (360 - 72) obtenemos 288 grados.

 

Más tarde, el número 2.880 parece haber tenido un valor esencial en el ciclo de las manchas solares. Esto prueba, una vez más, que el mismo número fue utilizado varias veces.


De los muchos cálculos que realicé, sólo me quedó claro que, en sus estimaciones, ellos casi siempre usaban los mismos números. Casi todos los que empleaban los mayas eran derivados del ciclo de las manchas solares; y no debe sorprendernos que haya similitud con la manera de calcular egipcia. Para ellos, la uniformidad no tenía ninguna importancia, sólo el número debía ser exacto.

 

He aquí los cálculos con el número 288:

4.207.680 + 288= 14.610 4.204.800 + 288= 14.600 4.147.200 + 288= 14.400

Justo antes de la publicación de este libro pude demostrar que el número 288 no era ninguna casualidad.

 

Contiene la diferencia entre los primeros dos calendarios:

4.207.680 - 4.204.800 = 2.880

Con esto, encontré algunos "números sagrados" de los egipcios. Cada 1.461 años celebraban el ciclo de Sothis. Esto requiere mayor explicación porque varios antiguos misterios egipcios ahora pueden correlacionarse. Una vez más, esto demostrará cómo los egipcios entretejían sus conocimientos y ciencia con sus construcciones.

 

Tiene que ver con la estrella Sirio, los ya mencionados "números sagrados" y las pirámides. En Dendera, la estrella Sirio sale cada año con una desaceleración de seis horas, y cada cuatro años esto da como resultado un día de desaceleración. Al cabo de 365,25 x 4 = 1.461 años, Sirio viaja un ciclo completo. Este intervalo se llama "el año de Dios". En esos días, Sirio habrá salido 1.460 veces. La notación jeroglífica de Sirio tiene la forma de un triángulo con su vértice hacia arriba y es idéntica a la de "la creativa hilera de rayos" que hallamos en todas las escrituras y archivos.


Entonces, ¿qué significa esta luz?

 

Según las sagradas escrituras, se origina en los doce signos estelares. Salvo por un par de días, se la ve permanentemente en las regiones del trópico de Cáncer. Todas las mañanas, al amanecer, aparece en el Este, y todas las noches, inmediatamente después de la puesta del Sol, en el Oeste. Empieza en un punto alto del cielo, desde donde desciende y se despliega en una enorme pirámide que posee la forma geométrica básica de un hermoso triángulo.

 

Desde el templo de Dendera se puede observar esta clara visión extraterrenal por más de media hora.

 

En diciembre y enero es posible ver este fenómeno en todo su esplendor. Especialmente durante el crepúsculo, uno se siente abrumado; es como si esta luz clara, en su nítida forma geométrica piramidal, fuera emitida por un poder divino desde un punto exacto de la Vía Láctea. Y desaparece con la misma rapidez con la que aparece.

 

Si llega a ver este fenómeno, esta luz casi mágica con forma piramidal lo sorprenderá. Para los antiguos egipcios debe de haber sido un fenómeno sobrenatural, un signo divino del Creador, que la enviaba a sus criaturas terrenales. Los maestros de las mediciones y los números, y los sumos sacerdotes la estudiaron en profundidad y se enfocaron en las características físicas de esta luz y en su influencia sobre la mente. Hicieron planes para copiarla a escala terrenal.

 

Ellos asociaban la estrella Sirio con esta luz radiante, y su jeroglífico literalmente representaba "la luz radiante que brilla en la Tierra con sus partículas divinas, gracias a Sirio".

 

En la actualidad, los astrónomos conocen muy bien la luz zodiacal y sospechan que proviene de la ionización del aire -como las luces boreales-, pero todavía no conocen su causa. Aunque existen muchas teorías diferentes, hasta el presente ninguna ha resultado satisfactoria. En todo caso, es un fenómeno admirable.

 

Visto desde el techo del templo de Dendera, debe de haber sido un espectáculo mágico. Hace miles de años, solían quedarse allí observando e investigando el cielo durante noches y noches, interminablemente. Además del manojo piramidal de rayos radiantes provenientes de un punto fijo de la Vía Láctea, nada que emanara de ese elevado punto fijo y desconocido de nuestra galaxia podía escapar a la atención de los maestros y sus alumnos todavía inexpertos.


El curso de todos los planetas se calculaba y registraba con toda precisión. Más aún, en cuanto la pirámide de luz desaparecía, algunos surcos específicos permitían delinear con exactitud el movimiento de Sirio.

 

El Papiro de Kahoen (Papiro Kahun???) demuestra que podían hacerlo. Estos astrónomos de tiempos remotos, a partir de estos documentos, compilaron algunas cartas que mostraban la altura de Sirio encima del Sol, en el grado de latitud geográfico de Dendera. Era imperioso que esto se hiciera con suma precisión, para verificar el fin del calendario.

 

Nuevamente, el Papiro de Kahoen demuestra que ellos estaban en condiciones de hacerlo.

 

Un sumo sacerdote nos dice lo siguiente:

"La gloriosa salida de nuestra leal Sirio se producirá el cuarto mes de Perit de este año; para ser exactos, el decimoquinto día. Mencionen esta fecha a la gente de su vecindario y anúncienla en la entrada de su templo, para que los creyentes puedan celebrar ese día de júbilo y realizar los sacrificios necesarios".

La fecha del tercer mes de Perit, el octavo día, está anotada al final de este mensaje. Esto fue demostrado y reconocido por todos los egiptólogos. Entonces, esta escritura fue realizada treinta y siete días antes de que se produjera el hecho real. Pero, además, miles de años antes se hicieron los mismos cálculos, lo cual prueba el alto nivel de la astronomía egipcia.


Los desciframientos del ciclo de Sothis mencionados precedentemente son sólo la punta del iceberg. Aparecen muchas veces en otros cálculos y en los análisis de los números mayas.

 

Los egipcios sabían de dónde provenía su conocimiento heredado.

 

Establecer códigos elementales era de fundamental importancia para que estos números pudieran hallarse fácilmente por medio de otros números; era una manera de corregir la reserva de tradiciones afectadas, de recuperar el completo significado de los recuerdos distorsionados. De modo que aquí no podemos hablar de una simple coincidencia, sino de una manera intencional de pensar, conducida por mentes brillantes. Ellos combinaban sus observaciones astronómicas en cálculos que eran fáciles de comprender.

 

Mediante toda esta aritmética, usted podrá extraer estas alarmantes conclusiones:

  • Los "números sagrados" egipcios se originan a partir de los cálculos que permitieron predecir a la catástrofe anterior. Su madre patria Aha-Men-Ptah (Atlántida) desapareció por completo bajo el Polo Sur. La conmoción que recibieron fue tan devastadora que estos números quedaron impresos en su memoria para siempre.

     

    Las pirámides contienen números que se usaron para calcular la fecha de la caída de la Atlántida. De esta manera, honraban a todos aquellos que habían muerto durante estos acontecimientos. Pero esto demuestra, además, la confiabilidad de su manera de calcular. Por medio de las pirámides, damos con el hecho de que el código de precesión de la catástrofe anterior es similar al que corresponde al año 2012 d.C.

     

    En efecto, las pirámides nos informan qué es lo que irá a suceder.
     

  • En el ciclo actual puede hallar los mismos números de código que se usaron en ese entonces. Además, el movimiento circular de Venus encima de Orion, con un código idéntico al de 9792 a.C, regresa en el año 2012 d.C; y esto es lo más aterrador, nadie puede negarlo.

     

    Personalmente, estoy estupefacto.

     

    ¿Acaso mi corazón sufrió un colapso?

     

    Muchas veces, cuando comprendí el resultado de los cálculos, un sudor frío corrió por mi espalda. Sin embargo, esto no ayuda para detener la catástrofe. Cuando divida 360 (grados) por,72 y 288, hallará los "números sagrados" de los egipcios y mayas, luego de dividirlo por el período entre los cataclismos anteriores.

     

    La interminable serie de 36 conducirá después a una increíble serie de decodificaciones que se relacionan con el ciclo de las manchas solares, y además, luego, al origen de los 360 grados.
     

  • Si yo podía obtener estos números esenciales por medio de cálculos tan simples, seguro había más por descubrir. Los egipcios eran conocidos por su doble trabajo en todo. Yo debía hallar los mismos números mediante un camino diferente. Por lo tanto, decidí echar un nuevo vistazo a todo eso. En alguna parte debía haber códigos comunes que nos condujeran a develar los secretos de los atlantes, los antiguos egipcios y los mayas.

     

    En las páginas siguientes podrá leer acerca de esta averiguación en particular.

Para los matemáticos, véase el Apéndice.

Figura 26.

En un rincón del templo de Dendera,

un maestro de las mediciones y los números medita acerca de nuevas posibles combinaciones.


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5. EL CÓDIGO OCULTO EN EL INTERVALO ENTRE LOS CATACLISMOS

En las páginas anteriores leyó sobre la historia de Aha-Men-Ptah, que fonéticamente se convirtió en Atlántida. También leyó sobre la catástrofe que ocurrió en el año 21312 a.C, cuando la Atlántida quedó parcialmente cubierta de nieve y hielo en el Polo Norte.

 

En 9792 a.C. los polos se invirtieron y se produjo un corrimiento de la corteza terrestre. En una sola noche Aha-Men-Ptah desapareció bajo el actual Polo Sur. El período entre los dos cataclismos (un rápido corrimiento y una inversión) fue de 11.520 años. La más reciente de esas catástrofes definitivamente ocurrió porque el año 9792 a.C. guarda correlación con el código estelar mencionado en el Libro Egipcio de los Muertos.

 

Durante varios meses en ese año, Venus hizo un movimiento retrógrado tras el signo de Géminis, a la izquierda y encima de la constelación de Orión. Para verificarlo, lea el capítulo correspondiente en mi libro anterior y estudie con detenimiento el gráfico del capítulo siguiente. Este código prueba la exactitud de esa fecha.


Este código no aparece en ninguno de los registros que encontramos relacionados con la catástrofe ocurrida en el año 21312 a.C, hecho que pudimos verificar con un programa de computación con el que pudimos indagar más atrás en el tiempo. Por lo tanto, tuvimos que buscar otras evidencias. La tarea no resultó insuperable, como pensé que sería, pero terminó conduciéndome a una respuesta diferente.

 

Durante meses investigué todo tipo de posibilidades. Pude hallar varias claves en el programa pre-computadora sobre la catástrofe anterior diseñado por los atlantes, pero no alcanzaban a ofrecer la evidencia irrefutable requerida para convencer a científicos experimentados. Aunque pensaron que el juego con los números era muy inteligente, no les resultaba convincente. Hasta que tuve un brillante destello de intuición y pude recuperar las (detalladas instrucciones de los mayas.

 

Verá: yo ya había averiguado que ciertos números estaban ocultos en su manera de calcular. Era sólo cuestión de extraerlos. Venus lo era todo para los mayas y yo me preguntaba si iba a poder resolver el acertijo usando lo que sabía sobre este planeta.

 

Según el Libro Egipcio de los Muertos, el código de Venus regresa en el año 2012, el mismo año en el que los mayas predicen otra súper catástrofe: una inversión de los polos magnéticos de la Tierra, que provocará enormes terremotos y olas gigantes. Dada la manera original de realizar los cálculos, había que recuperar los códigos comunes. Con esto yo tendría una clave muy seria sobre cómo llevar mi investigación a buen puerto.

 

Pero ¿dónde podría hallar estos códigos?

 

¿Eran fáciles de encontrar o los mayas los habían ocultado debido a su obsesión por el "fin de los tiempos"?


Mi respuesta es que todo tiene una solución cuando estamos lo suficientemente obsesionados como para examinar todas las posibilidades hasta en el último detalle. Por ejemplo, trate de investigar los números sagrados. Para los sobrevivientes, la pérdida de su país representó una catástrofe tan descomunal que sus pensamientos estuvieron poseídos enteramente por ella.


Honraron a las decenas de millones de muertos mediante sus construcciones y números de código. Nada podría escapar a eso, y mucho menos la cantidad de años entre las catástrofes. Según los números de los mayas, finalmente pude probar que el período entre los dos cataclismos es innegablemente correcto. Tal vez usted se pregunte cómo se puede probar esto: matemáticas, mi querido lector, puros números.

 

Cuando hay una línea de pensamiento específica detrás de modos idénticos de codificación, se obtienen pruebas contundentes, y esto es incuestionable. Todo lector sagaz puede recalcular este tour de forcé y, para eso, no se necesita una mente brillante. En los códices mayas, el número 365 es crucial. Más adelante, en otros capítulos, demostraré que los mayas conocían el período exacto de la órbita terrestre alrededor del Sol: 365,2422 días.

 

Sin embargo, dado que sólo los sumos sacerdotes tenían permiso para acceder a este tipo de información, ésta era guardada en el más absoluto secreto. Por eso, las cifras que siguen a la coma decimal fueron dejadas de lado. El conocimiento es poder.

 

Este adagio prevaleció en la antigüedad al igual que en el presente.
 


Evidencia innegable
Multiplique el período entre los cataclismos por 365:

11.520 x 365 = 4.204.800.

Por ahora, no se preocupe por las matemáticas porque ya lo hice yo exhaustivamente; sólo lea. Antes que nada, debe saber que Venus está relacionado con el zodíaco egipcio.

 

Los egipcios usaban un valor de 576 días para la órbita de Venus; los que leyeron mi libro anterior ya lo saben. Para los mayas, Venus era excepcionalmente importante. Al poseer esta pista, me preguntaba si podía acercarme un poco más a la solución. Los mayas empleaban el número 584 para el valor de la órbita de Venus, antes de que retornara al mismo lugar en el cielo.

 

¿Cómo puede ser?

 

Lo cierto es que ambos números son correctos, pero lo explicaré en otro capítulo. Querría hacer notar aquí, sin embargo, que Venus desaparece por ocho días detrás del Sol (576 + 8 = 584). Esto nos lleva a la solución del interrogante. ¿Cómo puedo demostrar que el período entre los dos cataclismos es exacto?

 

Señalando que el número 4.204.800 es el resultado de multiplicar los dos números más importantes de las órbitas de Venus por dos destacados números de código mayas:

584 x 7.200 = 4.204.800

576 x 7.300 = 4.204.800

Con esto, obtenemos la primera evidencia irrefutable. Sin pensarlo demasiado se puede extraer la correlación. Usted ni siquiera tiene que saber contar. Yo he recalculado estos resultados muchas veces. La correlación es irrefutable; ni los críticos más acérrimos pueden negarlo. Cuando combinamos estos hechos mayas con los egipcios, se pueden develar todos sus secretos.

 

¿Quién más hubiera podido diseñar un sistema tan complejo? ¿Eran distorsionados recuerdos de sus predecesores y su conocimiento astronómico?

 

Sólo teniendo todos los hechos a nuestra disposición, podemos averiguar las conexiones subyacentes. Por cierto que esto no es todo. ¡7.200 y 7.300 son números de código mayas sumamente importantes cuando se los multiplica por el año sagrado maya de 260 días! Pero hay más todavía. La decodificación de los calendarios mayas demostrará que el número 260 se obtiene sobre la base de la precisa órbita sinódica de Venus.

 

Más adelante encontrará su cálculo exacto. Lo mismo se aplica para una unidad elemental del ciclo de las manchas solares. Cada 260 días, el campo polar completa 7,027027 revoluciones, un número de código que conduce a develar los más grandes secretos mayas.


La evidencia precedente demuestra la inventiva de este pueblo. Su calendario de 260 días se basa en una combinación superior de astronomía y matemática avanzadas. En otras palabras, su calendario era un instrumento religioso y, al mismo tiempo, un milagro matemático y tecnológico.

 

Sin lugar a duda, al descifrar los códigos se comprueba que 260 es el principal número de código del ciclo actual.

Figura 27.

El 11 de agosto de 3114 a.C. comenzó la cuenta regresiva de los mayas hasta el año 2012.

La Calle de los Muertos apuntaba a la posición de las Pléyades.

 

De esta manera, los mayas entretejieron importantes mensajes en un sistema simple y comprensible, para que nosotros tuviéramos en claro que Venus, en su ciclo anterior, era responsable del código principal. Pero ahora estamos en un ciclo diferente, que pertenece a un código principal diferente también.

 

Debido al hecho de que el campo magnético del Sol decide cuándo el campo magnético de la Tierra dará un viraje, ellos entretejieron el nuevo valor en el calendario que termina en 2012:

1.898.000 = 7.300 x 260

1.872.000 = 7.200 x 260

El último número maya es sumamente importante ¡y se utiliza como cuenta regresiva para la fecha de la catástrofe venidera! Su calendario empezó el 11 de agosto de 3114 a.C. y terminará el próximo 21 de diciembre de 2012, exactamente 1.872.000 días después.

 

Según los mayas y los antiguos egipcios, éste es un período fatal en el que el campo magnético del Sol volverá a hacer un viraje. Al mismo tiempo, una ola de partículas cargadas, llamadas "viento solar", caerá sobre la Tierra, y cuando alcance nuestro planeta hará que su campo magnético colapse estrepitosamente, provocando un corrimiento de la corteza terrestre. Como consecuencia, se producirán terremotos en gran escala y explosiones volcánicas descomunales, además de demoledoras olas gigantes.


El número 1.872.000 de ningún modo fue elegido al azar.

 

Después de haber estudiado el ciclo teórico de las manchas solares de los mayas durante meses, obtuve sorprendentes desciframientos que aclararon por completo su mensaje en código: el final se acerca. La fecha del desastre es incuestionablemente cierta porque hay demasiadas pruebas matemáticas y astronómicas que se van acumulando. Al principio, apenas tenía algunos indicios, pero ahora todo se ha ido acomodando en una abrumadora ola de hechos; por cierto, esto se debe a la belleza de su programa de software.


Si no hubieran utilizado una lógica similar a la de los egipcios con idénticos números, nunca hubiera podido descifrar sus códigos. Hallé con increíble asiduidad los números que conducen al período entre las catástrofes anteriores y la que vendrá; estos números se encontraban en el núcleo de su manera de pensar.

 

Por eso tengo la suficiente confianza para garantizar que sus cálculos son sumamente exactos.

Figura 28.

En la astronomía maya, las Pléyades desempeñan un papel preponderante.

 

Al desciframiento de los primeros códigos y claves en el génesis de la historia de Aha-Men-Ptah pronto le siguieron muchos más, y de ahí en adelante me resultó bastante fácil pasar a los mayas.

 

Una meticulosa consolidación de los hechos finalmente me condujo a las claves que tanto necesitaba para cumplir esta tarea. Por ejemplo, los mayas hicieron una correlación entre cinco años venusianos y ocho años terrestres. En su marco mental esto da como resultado lo siguiente: 5 = 8. Empleando la órbita correcta de Venus, pude recuperar los primeros códigos mayas. Luego, con desgarradora premura, descifré los otros códigos mayas; describo estos cálculos en detalle al final del libro.

 

Llevando este razonamiento hasta el final, pude descifrar el Códice Dresden con la ayuda de Venus. Como usted ya sabe, Venus hizo un movimiento retrógrado por encima de Orión durante el año del cataclismo anterior y lo volverá a hacer en 2012. Por eso en sus cálculos entretejieron a Venus de todas las maneras posibles; mediante este descubrimiento pude relacionar el ciclo de Sothis con los números mayas.


Estas combinaciones matemáticas celestes son ejemplo de una mentalidad distinta de la nuestra.

 

Las traducciones de Albert Slosman nos dicen que dichas combinaciones representan figuras geométricas y movimientos en el cielo:

"De luces que se mueven en relación con puntos fijos".

Estas combinaciones, que dependen sólo de una ley que crea el universo, son las que producen la armonía cósmica. Por supuesto que no puedo más que estar de acuerdo con ello, pero eso no vuelve más fácil la tarea de la decodificación. Con las matemáticas puede probarse casi todo. Sin embargo, para conseguir algo es necesario ceñirse estrictamente siempre a las mismas reglas.

 

Después de haber descifrado los primeros códigos en mi libro anterior, me aferré al mismo proceso de pensamiento. Sólo así pude seguir elucidando los puntos de coincidencia entre los mayas y los egipcios, y presentar la irrefutable prueba de que tenían un origen idéntico. Todas estas reglas fueron elaboradas en Egipto, en la "Casa Doble de la Vida", y en un lugar equivalente entre los mayas.

 

Estas antiguas escuelas, con sus "secretos sagrados", constituían la fuente básica del conocimiento de ambas civilizaciones; por lo tanto, se apoyaban en los cálculos que sus antepasados habían realizado en el "Círculo de Oro" en Aha-Men-Ptah. Estos cálculos dieron lugar a las Leyes Celestiales. Estas leyes lograron permanecer con los sobrevivientes de la catástrofe.

 

Entonces, sería su decisión -y luego la de las generaciones sucesivas- emplearlas o no y con qué fin, para bien o para mal.


Los antiguos sacerdotes de Aha-Men-Ptah habían sondeado y comprendido muchas verdades que mantuvieron en secreto; sabían acerca de la existencia de los ciclos tanto en el universo como en la Tierra.

 

Luego de un ciclo, aparecía otro que traía vida nuevamente, pero en una diferente proyección del espacio. Esto significa que lja Tierra nunca es la misma; por el contrario, hoy es totalmente distinta de como era en períodos anteriores. Esto también se aplica a-todos los seres que hay en ella, porque nuestro planeta evoluciona junto con todos los seres vivientes que contiene, según el ritmo del Sol y el movimiento de las doce constelaciones del zodíaco.

 

Estas nuevas combinaciones se forman día a día, segundo a segundo, y tienen incidencia en el futuro.
 


El código principal de Venus
Ya leyó anteriormente que 7.200 x 584 = 4.204.800, y que esto refleja la cantidad de días entre los dos cataclismos según el calendario de 365 días. Aunque 584 es sólo una cifra estimativa, es un valor bastante exacto de la órbita de Venus.

 

¿Acaso los mayas conocían un valor más preciso que éste?

 

Por supuesto que sí. El cálculo que ellos hicieron del tiempo promedio que Venus necesitaba para regresar al mismo lugar se basaba en sus observaciones durante un período más prolongado, y dio como resultado 583,92 días. Me preguntaba si, tal vez, aquí pudiera hallar la solución a este acertijo milenario.

 

Tenía que ser así, dado que, al multiplicar este valor por el "número sagrado maya", obtuve un resultado de lo más intrigante:

7.200 x 583,92 = 4.204.224.

Detrás de estos simples cálculos se oculta la decodificación completa del Códice Dresden. Si toma su calculadora y resta este número del otro mayor, obtendrá el código de Venus:

4.204.800 - 4.204.224 = 576.

Esta cuenta demuestra, innegablemente, el origen del número 576; fue el principal número codificado obtenido de los cálculos que indicaban la catástrofe anterior. Intente recordar este número, pues los egipcios y los mayas basaron muchos de sus cálculos en él.

 

Toda su manera de codificar se basa en el siguiente principio: honrar los "números sagrados" utilizándolos todo cuanto sea posible. Una vez que uno se da cuenta de este secretito, puede descubrir muchas cosas acerca de estas civilizaciones y de las razones que subyacen a su metodología. El "pensamiento ele los atlantes": a esto se reduce la cuestión.

 

Al proyectar nuestro pensamiento en su mundo, fácilmente podemos resolver los acertijos que ellos plantean, y es así exactamente como yo lo logré. Por lo tanto, el mensaje es que hay más decodificación. Aplicando estos principios, al fin pude descifrar la parte más importante del Códice Dresden. De idéntica manera, usted podrá hallar en este Códice el número 260, que es el código principal del ciclo actual.

 

Le brindaré evidencias de esto en el capítulo "Los calendarios mayas revelados".


Aquí, lo importante es que esta antigua cultura utilizó números astronómicos exactos en sus cálculos místicos. Muchas de sus ideas reflejaban el conocimiento que tenían del hecho de que lo que aconteciera en el reino de los cielos influía enormemente en ellos. Los templos, objetos mágicos, reliquias y escrituras religiosas en Egipto y México fueron un eco de este pasado lejano.

 

Tanto para los egipcios como para los mayas, el cielo era el reino de los dioses y de la vida extraterrenal.

Figura 29.

La pirámide escalonada de Kukulkán, con sus 91 escalones.

Sobre el costado de la escalera izquierda se ve una sombra ondulante,

cuyo movimiento genera la ilusión de una enorme serpiente.

En el piso, al principio de la escalera, hay una cabeza de serpiente.

 

 

Los templos y pirámides de la Tierra fueron creados, como una imagen especular de los cielos, que representaba la estructura metafísica de lo sobrenatural.

Figura 30.

También entre los antiguos egipcios
se pueden hallar muchas ilustraciones de serpientes relacionadas con el Sol.

 

En Chichén-Itzá, por ejemplo, hay una plataforma rectangular de dos pisos, sobre los cuales se levanta una torre en forma de cilindro. Esta torre tiene tres ventanas desde las que se puede ver perfectamente el punto de la posición más austral y más meridional de Venus.

 

Además, una de las diagonales de la plataforma apunta en dirección a la puesta del Sol hacia fines del invierno, y otra diagonal, en dirección al punto de la salida del Sol en el pico del verano. A más de setecientos metros hacia el Noreste desde allí, se levanta la pirámide escalonada de Kukulkán, cuyos cuatro tramos de escaleras apuntan a las cuatro direcciones del viento, y cada uno de ellos tiene 91 escalones 91x4 = 364; si le sumamos el último escalón, que los cuatro tienen en común, obtenemos 365, o sea, el año solar de los mayas.

 

Al anochecer, durante el equinoccio, Kukulkán ofrece un espectáculo sin igual, en el que dibujos triangulares esotéricos de luz y sombra aparecen de manera casi asombrosa, creando la ilusión de una enorme serpiente.

 

Dado que los sumos sacerdotes estaban en condiciones de explicar esto como un acontecimiento cósmico, gozaban de alto respeto y tenían un gran poder político y social; por supuesto, deseaban mantener su posición y sólo podían hacerlo codificando sus hallazgos científicos. Cuando ajustamos nuestra mentalidad a la de ellos, podemos darnos cuenta de que estos secretos ejercen la misma atracción para nosotros que para ellos.

 

Detrás de los secretos radica la fuerza irrefrenable que definió la estructura edilicia de los templos y las pirámides.

 


La evidencia definitiva
Por cierto, hay mucho más detrás de todo esto. Tomemos el número que los mayas usaban para indicar la órbita terrestre alrededor del Sol:

365,242 días.

Aquí llegamos a un hecho crucial: la ciencia moderna coincide en que el valor real de la órbita de la Tierra alrededor del Sol es de 365,2422 días.

 

Multiplique ambos números por el período entre los dos cataclismos y luego efectúe algunos cálculos muy simples, según el patrón que ya se ha descifrado; entonces, ¡nuevamente hallará el ciclo de Sothis de los egipcios! (Puede encontrar la explicación matemática en el Apéndice).


Este descubrimiento brinda una excelente prueba de lo avanzada que era la ciencia con que contaban estas antiguas civilizaciones. Los mejores egiptólogos se quedarán sin palabras; hasta ellos tendrán que admitir -aunque sea con cierta reticencia- que los egipcios y los mayas estaban mucho más evolucionados de lo que pensaban.

 

¿Por qué? ¡Porque conocían la órbita terrestre alrededor del Sol tal como la conocemos en la actualidad!

 

Sólo que ellos la "disfrazaron", al trabajar con números codificados. El código que alude a la órbita de la Tierra medida en años es una herramienta muy útil para descifrar o descubrir otros códigos; por ejemplo, es posible usarlo para encontrar los importantísimos números de Venus. Más aún, posteriormente podrá comprobar que los dos números de Venus, 576 y 584, son esenciales para descifrar el Códice Dresden.

 

Los mayas heredaron estos números de sus antepasados y los usaron en sus propios cálculos. Con sumo placer contemplé esta decodificación muchas veces. Se puede comparar la belleza de estos números con la de los valses de Strauss. Cuando me aseguré de su coherencia matemática, traté de contener mi entusiasmo; Venus, tal como lo mostraban los cálculos, era la clave de casi todos sus misterios.


Yo estaba en lo cierto de un modo irrefutable, pero, aun así, no podía creerlo. Al tomar literalmente las afirmaciones de los mayas, los egipcios y los atlantes, había dado con una manera de hacer cálculos dentro de un sistema ordenado. Este descubrimiento no sólo me produjo perplejidad, sino que me impulsó hacia una maravillosa serie de revelaciones posteriores.

 

Con él, develé un sistema similar detrás del patrón de pensamiento de estos antiguos gigantes de la matemática y la ciencia. Cuando nos enfocamos en este sistema, se abre un mundo mágico de números, lleno de extrañas similitudes inesperadas, pero innegables; esto es algo sin parangón y no hay matemático que pueda negarlo. Tendrán que admitir que esta matemática codificada es más hermosa que el aburrido apretujamiento de números que manejamos.


Con sobrecogimiento, muchos contemplarán la revelación de los códigos mayas como algo casi sobrenatural; y, de hecho, lo es. Para hacer semejantes cálculos se necesitan genios científicos.

 

Los de la antigüedad observaban el cosmos con curiosidad y de ahí extraían leyes que se vertían en números específicos, formando un resumen de toda una serie de descubrimientos. Si no lo sabe, sé asombrará cuando vea el Códice Dresden. La cantidad de números y las posibilidades de combinaciones son enormes; sin embargo, cuando sabemos dónde mirar, podemos buscar según las reglas descifradas y, con toda seguridad, lo lograremos.


Esto nos retrotrae al mito de la Atlántida.

 

Como lo hemos demostrado, contiene ciertos números clave que fueron diseñados de tal manera que permiten el ingreso en la "ciencia" de las catástrofes polares que azotaron a la tierra con regularidad, y tiene que ver con un patrón entretejido de religión y pensamiento de avanzada. Sólo mediante un esfuerzo tenaz puede descifrar estos códigos de modo de relacionar la caída de la Atlántida, el corrimiento del zodíaco y el ciclo de las manchas solares, tal como leerá en las páginas siguientes.

 

Le presento aquí una anomalía: codificaciones tan complejas no pertenecen a aquí.

 

Son demasiado avanzadas para una civilización antigua, a menos que, por supuesto, la ciencia de esta antigua civilización fuera muy adelantada. Estoy hablando aquí de un pueblo sumamente civilizado que vivió en un pasado más que remoto: los mitos y números datan de, por lo menos, decenas de miles de años atrás, lo que significa que se debe llegar a conclusiones inevitables.

 

La más importante de ellas es que la catástrofe del año 21312 a.C. en verdad sucedió tal como está descrita en los anales. Esto será sorprendente para algunos, pero aun así este método de hacer cálculos es tan exacto que ya no se puede dejar de considerar sus mensajes codificados.

De modo que estamos en condiciones de arribar a las siguientes conclusiones:

  1. Nuestro punto de partida es la existencia de una conexión entre Venus y el período entre los cataclismos anteriores. Con este hecho damos con las similitudes que existen entre el ciclo de Sothis de los egipcios y los números de los mayas. Por deducción lo hemos demostrado de manera innegable.
     

  2. La correlación entre los súper números de los mayas y los de Sothis se demostrará sobradamente más adelante. Varios números mayas resultan de multiplicar los números sóticos por números de código. ¡Utilizando estos números de código pude decodificar los calendarios mayas y el Códice Dresden!
     

  3. La manera de hacer cálculos que tenían los mayas y los egipcios se sostiene, se apoya, innegablemente, en la misma serie de números. De ahí que mayas y egipcios tengan el mismo origen, en este caso, la Atlántida.
     

  4. Descubrirá los números que utilizaron para la cuenta regresiva hasta el cataclismo anterior en el programa computarizado configurado para explicar los hechos que conducen al cataclismo del año 2012. Esto confirma su forma matemática de trabajar.
     

  5. Tanto los mayas como los egipcios conocían números astronómicos exactos, y este hallazgo es el más sorprendente de todos. Mediante estos conocimientos pudieron realizar predicciones extremadamente exactas sobre las órbitas planetarias, con miles de años de anticipación. Por eso también pudieron efectuar con increíble exactitud los cálculos de la "fecha del fin del mundo". Por lo tanto, deberíamos tomar sus advertencias más que seriamente.
     

  6. Cualquiera que todavía se atreva a decir que esta evidencia no es incontestable, no comprende su modo de pensar. Los números fueron el punto de partida más importante en su mundo de pensamiento, porque eran aceptados universalmente. De hecho, nosotros aplicamos una manera de cálculo idéntica a la de los mayas: cada cuatro años ajustamos nuestro calendario con un día adicional.

     

    Este ajuste se realiza grosso modo, porque después de 128 años no contamos un día adicional y, por lo tanto, ese año no es bisiesto. Si lo piensa con detenimiento, podrá comprender con facilidad su modo de calcular. Lo empleaban en todas sus operaciones. En el caso del año bisiesto, se relaciona con un día, y cuando se acumula en miles de años, se obtiene un gran número de días extra; al cabo de un cierto período obtenían, por ejemplo, tantos miles o millones de días.

     

    Para hacer coincidir esto con otros calendarios, o bien sustraían x cantidad de días o agregaban y cantidad de días, hasta alcanzar la similitud. En el período anterior, una gran cantidad de números se correlacionaban con Venus, por eso los mayas y los antiguos egipcios seguían honrando a Venus, y por eso yo, finalmente, pude revelar tantos de sus códigos.

Para los matemáticos, véase el Apéndice.
 

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6. EL NACIMIENTO DEL SOL

Las cifras de los capítulos previos ocultan dramas humanos sin precedentes y fenómenos naturales impresionantes, intentaré explicar esto. Estamos habituados a ver que el Sol nace por el Este. El 21 de marzo, primer día de la primavera1, el Sol se encuentra siempre en el mismo sitio, tanto en altura como en latitud; nace en el mismo lugar del horizonte y llega a su punto de máxima altura también en el mismo lugar.

 

1 N. de la T.: El autor se refiere al hemisferio norte.

 

A partir de este hecho, los antiguos científicos calcularon la precesión del zodíaco. Hasta aquí todo es normal, pero ¿había sido siempre de la misma manera? ¿El Sol siempre había nacido en el mismo sitio? En las antiguas escrituras podemos encontrar testimonios de catástrofes que hicieron que la Tierra "se diera vuelta".

 

Después de eso, nada fue igual.

 

Esta alucinante frase proviene del Libro Egipcio de los Muertos:

"Puse el Sol en un nuevo horizonte".

Cuando escribía mi anterior libro, uno de los primeros códigos que encontré mientras investigaba fue éste. Se lo puede explicar de la siguiente manera: después de que la corteza terrestre se corrió, el Sol se elevó en otro lugar del horizonte. Si se tiene en mente esto, todos comprenderán esta extraordinaria frase. Si usted vive en Suecia, sabrá que en verano el Sol casi no se oculta y que su luz brilla todo el día (el famoso sol de medianoche).

 

En el ecuador, la historia es totalmente diferente; allí, el Sol "se acuesta temprano" y en pocos minutos desaparece por completo. Los turistas que visitan islas exóticas lo saben muy bien: en un instante hay resplandeciente luz de día y al siguiente una repentina oscuridad.

 

Es como si el fin de los tiempos hubiera sobrevenido tan rápido como un relámpago. Imagínese ahora que vive en Inglaterra y que, de repente, se produce un deslizamiento de la corteza terrestre; de improviso, su ciudad es trasladada a regiones tropicales a miles de kilómetros de distancia.

 

Para todo aquel que sobreviva, será evidente que el Sol saldrá y se pondrá en un lugar completamente diferente. No es necesario ser astrónomo para probarlo. Al igual que en los trópicos, el Sol aparecerá en otro punto, permanecerá a mayor altura en el cielo, brillará más intensamente y se ocultará mucho más rápido.
Bueno, esto es sólo una parte de la historia.

 

En su informe sobre Egipto, Heródoto escribió una nota marginal sumamente enigmática. Literalmente dice que los egipcios le habían asegurado "que el Sol nació dos veces en donde ahora se oculta".

 

Hasta ahora los científicos han ignorado este sorprendente comentario y se distancian de él lacónicamente. Muchos escritores han investigado en vano posibles explicaciones, pero la famosa cita del segundo libro de Heródoto sigue poniendo a prueba la sabiduría de los comentaristas. Por supuesto que usted puede cuestionar la credibilidad de las afirmaciones de los sacerdotes; tiene todo el derecho de hacerlo. También se puede poner en duda la exactitud de la trascripción de Heródoto.

 

Aun así, ello no aclarará las cosas pues un escritor latino, Pomponio Mela, escribió en el primer siglo lo siguiente:

"En los auténticos anales de los egipcios se puede leer que el curso de las estrellas ha cambiado de dirección en cuatro oportunidades, y que el Sol se puso dos veces en donde ahora nace"

(De situ orhis: 9,8).

Aquí, Mela corrobora lo que escribió Heródoto. ¡No sólo el Sol sino también las estrellas cambiaron la dirección de sus trayectorias! Cuando pensamos en esto, se produce un nuevo código. En lugar de aparecer en el Este, lo hizo en el Oeste y viceversa.


Por lo tanto, el código de los egipcios tiene un doble significado. No sólo la altura en la que el Sol nacía era diferente, ¡sino también la dirección en que se movía!

 

En el Papiro de Ipuwer se establece lo siguiente:

"La Tierra gira como una rueda de alfarero".

Y el Papiro de Harris apunta:

"Si el Sur se transforma en el Norte, fuego y agua arrasarán la Tierra mientras da vueltas".

No puede retratarse una catástrofe con mayor claridad. Esta clase de advertencia prueba que el campo magnético de la Tierra se invirtió. Por supuesto, esto requiere una explicación más profunda.
 


Cuando el Este se vuelve Oeste
Todos saben que la Tierra gira alrededor del Sol y que éste no se mueve. La rotación de la Tierra es la causa de su aparente movimiento. ¿Cómo es posible qué el Sol aparezca de repente del otro lado?

 

Bueno, la explicación es sencilla, pero primero echemos otra mirada atenta al movimiento de la Tierra; ésta se desplaza en dirección contraria a la del nacimiento del Sol.

Figura 31.

Las direcciones del mundo acompañadas de sus correspondientes colores,

según los científicos mayas.
 

En un sentido práctico, quiere decir que su movimiento es opuesto al de las agujas del reloj, es decir, de Oeste a Este. A modo de ilustración para sí mismo, trace un movimiento circular con su mano.

 

Comience en el punto en que el sol se pone y encontrará el sol con su mano, de derecha a izquierda. Interrumpa la lectura e inténtelo porque sólo así, mediante este simple mecanismo, advertirá que el Sol nace en el Este y se pone por el Oeste. Ahora procure imaginar la misma situación durante la catástrofe. Los polos se invierten.

 

Y, por supuesto, aquí se encuentra la explicación de la misteriosa cita de Heródoto:

¡la conversión del Polo Norte en Polo Sur significa que el interior de la Tierra gira en la dirección contraria!

La corteza externa, desde luego, tiene que acompañar este movimiento y no lo hace sin protestar. Debido a la inversión, las áreas terrestres se desmoronarán, y titánicos terremotos y olas gigantes atormentarán a toda la Tierra. Algunos continentes se hundirán, mientras que otros se elevarán. No podemos imaginar una pesadilla peor. Después de que los elementos se calmen, en 2012 será evidente que la Tierra habrá invertido la rotación, pasando a girar en el sentido de las agujas del reloj, de izquierda a derecha.

 

Ahora invierta el movimiento de su brazo: comience por donde el Sol nace en este momento y acompañe el desplazamiento, de izquierda a derecha. Trate de comprender que, después de la catástrofe, se está dirigiendo hacia donde sale el Sol, ¡porque la Tierra gira en el sentido de las agujas del reloj! ¡Esto significa que el Sol, de manera inevitable, aparecerá en el Oeste y no por el Este!


Ya ha sucedido antes muchas veces, según lo prueban los textos de la pirámide traducidos por K. Piehl en su libro Inscriptions Hiéroglyphiques [Inscripciones jeroglíficas] ("L'ouest qui est á FOccident" [El oeste que está en Occidente], p 65):

"La fuente de la luz cesó de vivir en el Oeste. Una nueva ahora aparece en el Este".

Un poco más adelante, el texto aclara lo siguiente:

"El Oeste, es decir, donde el Sol se pone".

En tiempos pasados, esto era al revés. En los Ancient Records of Egipt, Part III [Antiguos Archivos de Egipto, III Parte], de Breasted, las inscripciones inequívocamente explican lo siguiente:

"Ella, Harakhte, nace en el Oeste".

Harakhte es el nombre egipcio para el Sol en el Oeste. Los hechos astronómicos de la tumba de Senmut, el arquitecto de la reina Hatshepsut, prueban que ésta es la traducción correcta. No lejos del Valle de los Reyes, Hatshepsut construyó el templo mundialmente famoso donde su arquitecto estaba pintado en los nichos del corredor central.

 

La tumba de Senmut está situada al norte del camino que conduce al templo. La composición arquitectónica de éste es en extremo impresionante; incluye una sucesión de terrazas y portales alargados, que se recortan bellamente contra la falda vertical de la montaña; la escalera que lleva a una terraza se encuentra cerrada por un doble pórtico. La esquina noroeste del edificio está dedicada a Anubis - el dios con cabeza de perro -, que supervisaba las momificaciones.

 

Su figura está pintada en las paredes del vestíbulo de doce pilares. En el centro de la pared del fondo hay un corredor pequeño abovedado que conduce a los santuarios. En un nivel más alto del edificio hay una terraza cuyo patio tiene un altar solar cuadrado que mira al Norte, lo que prueba que los egipcios eran "adoradores del Sol".


Teniendo en cuenta el papel principal que ocupó el Sol durante los catastróficos acontecimientos que llevaron a la inversión de los polos, esto es bastante lógico y nos trae de regreso a la tumba del arquitecto de este edificio. El templo mantiene un secreto bien guardado desde tiempos antiguos. En el cielo raso hay un panel que muestra el hemisferio sur del cielo.

 

Podemos pensar que eso no tiene nada de especial, hasta que lo estudiamos con un poco más de atención. Los signos del zodíaco y otros signos astrales no están pintados tal como hoy los conocemos, sino que aparecen con una orientación invertida. El grupo Orión-Sirio ocupa el centro del panel sur del cielo raso de Senmut; sin embargo, aquí Orión está en el lado occidental en vez de estar del lado oriental de Sirio, como si fuera una imagen especular.


Para los astrónomos, esto es una locura total.

 

En The Astronomical Ceiling Decoration in the Tomb of Senmut [La decoración astronómica del cielo raso de la tumba de Senmut], A. Pogo escribe lo siguiente:

"El panel sur está orientado de tal forma que quien se encuentra en la tumba y desee mirarlo tiene que alzar la cabeza y mirar al Norte, no al Sur".

Otros astrónomos también están desconcertados y se preguntan por qué los egipcios lo hicieron así, pues lo encuentran completamente ilógico ya que con la orientación de la imagen especular parece que Orion se mueve hacia el Este, es decir, en la dirección equivocada.

 

Sin embargo, Heródoto dio una explicación convincente y todavía hay otra. Para los egipcios, Orión era el sistema estelar más importante y colocarlo fuera de su lugar debía haber significado una blasfemia, razón por la cual tenemos que encontrar la explicación en su religión. Todos los eventos que ocurrieron durante la catástrofe precedente ocupan un lugar especial.

 

Después del inmenso cataclismo, los polos se invirtieron; el Sur se transformó en el Norte, lo que implica que el Este y el Oeste también se intercambiaron, y aquí encontramos la motivación que inspiró al arquitecto.


Al colocar a Orión en una posición invertida, mostró que se había producido una inversión de los polos y que las direcciones del viento habían cambiado; más claro no pudo haber sido. Mientras tanto, también hemos aprendido que las pirámides de Gizeh fueron ubicadas según la constelación de Orion y, para asombro de todos, ¡vistas desde el cielo, ellas también forman una imagen especular!

 

Por mi libro anterior, usted ya sabe que Orión ocupaba la posición de código astronómico durante el año de la previa inversión de la Tierra: Venus hizo una curva de retroceso planetario sobre Orión y, después de ello, intensos terremotos y estallidos volcánicos atormentaron a Aha-Men-Ptah. Esa curva de retroceso de Venus sobre Orión ilustra la inversión del campo magnético de la Tierra. Este castigo que lo destruyó todo fue un acto de furia de Ptah - el dios todopoderoso -por haber sido desobedecido.

 

En El Político, Platón escribió:

"En ese tiempo, se producirá en todas partes una enorme extinción de animales y sólo sobrevivirá una pequeña parte de la humanidad".

Que ésta sea una advertencia para todos los que no creen en el poder de predicción de la profecía de Orion.


En el Libro Egipcio de los Muertos se menciona que la posición de código de Venus sobre Orión durante el cataclismo precedente transmite una advertencia: cuando Venus llegue a una posición similar, el fin estará próximo.

 

En el año 2012, Venus realizará el mismo movimiento, salvo que será la imagen especular del movimiento que hizo en el año de la desaparición de Atlántida.

Quienes no creen en esto serán destruidos en la catástrofe y les sucederá lo que Eurípides escribió en Elecira:

"El Sol retrocedió con el látigo de su cólera, lleno de ira, y recompensó a los mortales con desastres".

En Timeo, Platón describe esto más poéticamente todavía:

"La Tierra será presa de vientos tormentosos, las aguas de una inconmensurable inundación lo desbordarán todo, mientras la Tierra se mueve sin cesar yendo a la deriva y extraviándose en todas direcciones".

La inversión no es un fenómeno afable, digámoslo con claridad. Todas las civilizaciones del mundo poseen mitos y leyendas que describen lo horrible que fue. Los chinos y los hindúes, como así también los mayas, tienen otras numerosas historias sobre eventos devastadores de nuestro planeta.

 

Según el relato cosmogónico de los lapones, casi todos los seres humanos murieron cuando los huracanes y un inmenso maremoto abrumaron al mundo:

"El centro mismo de la Tierra temblaba. Las capas superiores habían desaparecido. Mucha gente fue sepultada y murió. Y Jubmel. el Señor del Cielo, envió su terrible enojo en forma de serpientes de fuego, rojas, azules y verdes. La gente se cubría los rostros y los niños gritaban de miedo".

El dios airado dijo:

"Daré vuelta al mundo de arriba abajo. Me ocuparé de que el mar se convierta en una pared montañosa, que arrojaré sobre ustedes, malvados hijos de la Tierra".

Esta descripción narra exactamente lo que sucedió durante la inversión de los polos precedente: terremotos, montañas que se elevaron y hundieron, rayos, una pared de agua, el Sol que desapareció, y así sucesivamente.

 

Estos espantosos hechos dejaron una impresión profunda en los pocos sobrevivientes. Habían sido espectadores desesperados, que observaban impotentes mientras se acumulaban inconmensurables mareas y la Tierra se volvía un enorme campo de batalla. Al mismo tiempo, el cielo mostraba un enorme espectáculo: estrellas y planetas cambiaban de improviso su curso, y la Luna y el Sol se sacudían.


A causa de las luces polares, irradiadas por las tormentas de Sol, parecía como si la atmósfera ardiera en llamas. La inversión de los polos es tan devastadora y atemorizante que, en pocas palabras, el temor más indescriptible no es tan horrible si se lo compara con esta pesadilla.

 

Por eso en el mundo entero hay tantas tradiciones escritas en las que se describe un cataclismo mundial.

 


Períodos de tiempo zodiacal invertido
Comprendemos muy bien que este tipo de catástrofe es colosal, pero ¿cuáles serán las consecuencias reales? ¿Cómo es posible describir científicamente el movimiento del Sol después de cada inversión de los polos?

 

¡El Sol no sólo se levantó en otra dirección, sino que también la Tierra alcanzó otra era! Y esto se produjo como consecuencia de que su corteza se deslizó sobre el núcleo al comenzar éste a girar en sentido opuesto. Una solución complicada aunque lógica.

 

Pero ¿cómo se lo comunicamos a nuestros descendientes? ¿Con qué medios es posible explicarles adecuadamente esto sin causar confusión?

 

Y aquí nos topamos con la obra maestra de este antiguo culto de sabiduría: el curso del zodíaco. Éste oculta los únicos códigos astronómicos posibles que describen o indican con precisión los diferentes cambios que pueden esperarse.

 

Ellos son:

  • En primer lugar, el zodíaco describe un período exacto de tiempo: su calendario cuenta los años que el Polo Norte necesita para completar un círculo: 25.920. en total. En el transcurso de ese tiempo, el verdadero Norte se moverá paso a paso a través de las diferentes eras. Esto tiene validez universal y puede compartirse con las generaciones venideras, a pesar de que nos separe un período muy largo.

     

    Por ejemplo, podemos determinar que en el año de aquella era la Tierra soportó una catástrofe; podemos otorgarle a esto una implicación profética. Y esto servirá para nuestro propósito, no por su fondo esotérico sino por el trasfondo científico para el que fue diseñado.
     

  • En segundo lugar, el zodíaco es la señal de un cambio en el movimiento del Sol. Debido a que después del desastre precedente éste salió del otro lado del mundo, la Tierra comenzó a cruzar las eras zodiacales con secuencia invertida. Esto es absolutamente comprensible. Además arroja nueva luz sobre el uso del zodíaco.

     

    Los indicios son contundentes e implican al mismo tiempo una advertencia para nosotros: ha sucedido muchas veces con anterioridad y volverá a ocurrir innumerables veces.
     

  • En tercer lugar, el zodíaco contiene una señal exacta del cambio de la precesión. Tal como usted sabe por mi libro anterior, el movimiento del zodíaco fue perturbado en su totalidad tras cada desastre precedente. Más aún, descifré los códigos incluidos en este libro con la ayuda de la catástrofe del año 21312 a.C.

     

    En esa época, la Tierra fue a parar a otra era zodiacal a través de un cambio repentino de 72 grados. ¡El calendario volvió a comenzar a partir de ese punto!

La catástrofe del año 9792 a.C. fue la más grande y, de allí en adelante, el curso del zodíaco se invirtió, prueba de una inversión de los polos.

 

Sin embargo, bastante curiosamente, y después de mucho andar a la derivadla Tierra se detuvo en la misma era, pero un poco más adelante. En el cuadro de p.* 103 puede ver en orden cronológico las diferentes catástrofes que atormentaron a la Tierra en los últimos cuarenta mil años, junto con su respectiva influencia sobre el movimiento del zodíaco.


A qué era seremos catapultados esta vez es pura conjetura, pero es matemáticamente cierto que entrañará una enorme catástrofe. Cuanto más largo es el período que media entre las colisiones, más poderosas serán las fuerzas contenidas y sus descargas.

 

Por esa razón el zodíaco era "sagrado" para los egipcios: les recordaba la manera en que las catástrofes recurrentes podían afectar a la Tierra y específicamente a su civilización. Eran felices cuando llegaban a una nueva era sin que hubiera habido destrucción, y entonces honraban a su dios Ptah con construcciones espectaculares; las numerosas esfinges de las Eras de Tauro y Aries son ejemplos contundentes de ello.

 

El monumento espiritual más grande que nos legaron, la Esfinge, también señala la catástrofe precedente que destruyó por completo su tierra de origen. En el año 9792 a.C. - en la Era del León - su patria, Aha-Men-Ptah, se hundió en un día y una noche en las aguas tempestuosas y finalmente fue cubierta por hielo. En la actualidad, esta civilización hace largo tiempo perdida yace bajo toneladas de hielo en el Polo Sur.

 

Por esta razón no hallamos sus edificios y los científicos dudan de los relatos que giran en torno a este tema. Por la misma razón tampoco toman en serio la catástrofe venidera. Sin embargo, si estudiaran los antecedentes científicos del zodíaco con más atención, su escepticismo pronto se transformaría en temor.

 

La astronomía y especialmente la teoría del ciclo de las manchas solares de los mayas y de los antiguos egipcios con toda seguridad les provocarían estupor.

 

¡El conocimiento de esos antiguos científicos es tan grande que avergüenza al que tenemos en la actualidad!

 

En los capítulos siguientes volveré sobre este tema más extensamente, ya que es un elemento crucial de mi argumentación. Será posible entonces descifrar un mensaje milenario a partir del cual podrían calcular con exactitud la catástrofe venidera. Nuestros ancestros nos advirtieron de ella mediante mensajes cifrados. Conocían los mecanismos que se ocultaban detrás de los cambios atmosféricos y terráqueos más grandes. Con precisión incomparable siguieron el zodíaco, lo pintaron y calcularon la fecha de la catástrofe precedente, para asegurar su conocimiento sobre esto.

 

Los descendientes, sobrevivientes de la descomunal catástrofe, nos previenen a través de sus mitos y fórmulas astronómicas y matemáticas exactas y nos informan que ahora es nuestro turno.

 

La Tierra girará en dirección contraria y una ola gigantesca destruirá casi toda vida.

Estas inversiones de los polos se pueden probar con la ayuda de rocas pirogénicas.

 

Los datos geológicos muestran que las inversiones se produjeron incontables veces en el pasado, pero los científicos aún no tienen ni la menor idea sobre el mecanismo que los causa.

 

Para ellos continúa siendo un enigma por qué los polos precedentes se hallaban en diversos lugares; hace mucho tiempo, por ejemplo, el punto central del Polo Norte se encontraba en China y, en otro momento, en Madagascar. La lava solidificada que presenta un magnetismo inverso, cientos de miles de veces más fuerte que el campo magnético de la Tierra, así lo prueba; revela también el carácter de los poderes que estaban en actividad en aquel momento, ya que se encuentran extensas corrientes de lava dondequiera que se puedan detectar las polaridades invertidas.


Los enigmas con los que se enfrentan astrónomos, geólogos, físicos y ele-más se pueden resolver en una sola instancia con las teorías catastróficas de los antiguos egipcios y mayas.

 

Ellos sabían que cuando el haz de un rayo impacta con un imán, los polos se invierten. Los rayos de luz del Sol - o, dicho de manera científica, las tormentas solares - también pueden provocar ese fenómeno en la Tierra pues, a fin de cuentas, ésta es un gran imán. En el instante en que las partículas ionizadas de una tormenta solar se abran paso hasta llegar a los polos, se producirá un gigantesco cortocircuito. Del mismo modo que en un imán común, el Polo Norte magnético permutará su lugar con el Polo Sur magnético.

 

La Tierra comenzará a girar en sentido contrario, con catastróficas consecuencias para la humanidad, como lo prueba abundantemente la polarización invertida del magma enfriado encontrado por los geólogos. Por esta razón los mayas y los antiguos egipcios temían tanto este fenómeno.

 

Sabían que, si la Tierra volviera a hacer un cortocircuito, su núcleo se invertiría de improviso, al tiempo que un terremoto colosal la haría temblar.

Figura 32.

El zodíaco de Dendera prueba de un modo más que claro

el conocimiento astronómico de los antiguos egipcios.

 

Todo - seres humanos, animales, árboles, edificios, etc. - sería reducido a pedazos.

 

Algunas partes de la Tierra descenderían y otras ascenderían, provocando fallas y-grietas. La lava correría por la tierra resquebrajada ejerciendo su efecto destructivo sobre la vida; luego, la corteza exterior de la Tierra se quebraría y se desplazaría miles de kilómetros en tan sólo un par de horas.


Las estrellas desaparecerían y el cielo se desplomaría; ciclones y huracanes azotarían a la Tierra trayendo consigo destrucciones masivas. Más tarde, debido a las fuerzas inerciales, los mares entrarían en colisión con los continentes, arrastrando rocas, arena y animales marinos, y entonces, mientras los habitantes tratan de escapar, vastas partes de tierra resbalarían bajo las salvajes aguas arrastrando a la gente petrificada. La catástrofe sería cada vez mayor y los últimos sobrevivientes intentarían desesperadamente encontrar un lugar seguro.

 

Sin embargo, sólo a unos pocos se les garantizaría la supervivencia porque la Tierra, con sus lagos inclinados, terrenos que se hunden, fuegos sofocantes, volcanes enfurecidos, vientos huracanados y colosales terremotos, arrastraría consigo casi todo lo que reste de animales y seres humanos. Al mismo tiempo, los enormes logros de la civilización actual desaparecerían por completo y casas, templos y bibliotecas serían destruidos en un mar de agua. Los equipos de comunicación se anularían y las reservas de comida y energía se destruirían; en resumen, no quedaría nada, excepto descomunales ruinas.

 

Sólo en un día, unas regiones de la Tierra pasarían a tener clima polar, en tanto que las regiones que actualmente tienen clima polar serían catapultadas a climas mucho más cálidos.
 


Conclusión

Este cataclismo universal, y sólo él, puede explicar, en un paso,

  • decenas de enigmas referidos a la física, la biología, la geología y demás

  • prueba también que el centro de los polos se puede situar en otros lugares de la Tierra y explica por qué se han encontrado restos de bosques tropicales en el Polo Sur

  • por qué hace doce mil años tantas especies, como el mamut y el tigre de dientes de sable, se extinguieron

  • por qué hace años grandes partes de Europa y de Estados Unidos se encontraban debajo de millones de toneladas de hielo

  • por qué se hallaron mamuts congelados, aún con comida en la boca, en Siberia

  • por qué se pueden rescatar esqueletos de ballenas en los montes Himalaya

  • por qué existen tantos mitos en todo el mundo que hablan de una enorme catástrofe que casi destruyó a la humanidad

En resumidas cuentas: con una teoría se responden muchas preguntas.


Todos estos hechos y los mensajes de los antiguos científicos nos proporcionan testimonios e informes oculares de las repetidas aniquilaciones polares. Sin embargo, estos importantísimos sucesos históricos son ignorados porque los actuales científicos son arrogantes y autosuficientes. Sorda y ciega, nuestra civilización encontrará su fin.

 

Cualquiera que sea capaz de pensar con lógica entenderá de dónde provienen los "números sagrados" de los egipcios.


En los capítulos que siguen lo aguardan más sorpresas. Descifrar la serie completa de los códigos de los mayas y del zodíaco egipcio es posible, pero únicamente si, para decodificarlas, estas obras maestras de los científicos de la antigüedad se toman en conjunto.

 

Es tiempo de que rindamos respeto a aquellos científicos altamente desarrollados y a sus conocimientos. Entonces podremos hacer que suene la alarma en todo el mundo y tratar de ayudar a que al menos una parte de la humanidad sobreviva. Ése es mi objetivo fundamental.

 

O bien encontraremos nuestro Armagedón o sembraremos las semillas de una nueva civilización que nos sucederá.
 

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