X - EL MUNDO DE LAS APARIENCIAS


Melinar introdujo su conciencia en el grupo de seres que estaba reunido en el óvalo de Inanna: Atilar, Chandhroma, Olnwynn, Graciela, Merwin y, por supuesto, Inanna.

 

Cuando Melinar empezó a hablar, las formas geométricas llamativas, o sea los brillantes, empezaron a cambiar rápidamente.

 

Ningún aspecto del Primer Creador está realmente separado del resto. La puerta de salida del mundo de las apariencias puede asumir cualquier forma. Cada expresión de vida lleva consigo el potencial de la libertad y cada uno de ustedes se vistió de los colores y temperamentos que estaban disponibles en el tiempo en el que vivieron.

 

Debido al poder de los cinco sentidos, se perdieron en medio de la dualidad de estas expresiones y se dejaron llevar por las polaridades continuas inevitables. Pero, como ven, esas realidades se han desvanecido, mas permanecen como datos almacenados. Existen por separado pero, no obstante, están conectados eternamente a todos.

 

Nada muere; nada se pierde.

"En una dimensión de realidad, ninguno de nosotros jamás ha abandonado la mente del Primer Creador".



Graciela estaba sentada en el bosque de cedros con sus hermosos perros y pensaba cuán tristes habían sido casi todas sus vidas. Toda esa lucha por aprender y llegar a ser algo, para luego dejarse llevar por algún impulso insensato.

 

¿Para qué era todo eso?

 

Si sólo pudiera regresar y sanar a los otros. Si el padre de Merwin hubiera sido amable, si sólo Chandhroma le hubiera hecho caso a Inanna para no beber el veneno, si Atilar hubiera dejado de contemplar los ojos de la joven sacerdotisa, si Olnwynn no hubiera sido tan amante de la bebida. ¡Si sólo!

 

Esa era la historia actual de la especie humana. La guerra y la destrucción se veían lo suficientemente siniestras en los libros de historia, pero cuando uno las vive en carne propia, el dolor es íntimo y penetrante.


Graciela empezaba a ajustarse a toda esa descarga de información. Las historias de sus otras existencias le fascinaban y la dejaban exhausta. Se dio cuenta de que sus experiencias de muerte no fueron fáciles; tal vez la muerte no se hizo para que fuera fácil.

 

Quizás es la única manera de convencernos de que podemos salir de nuestro cuerpo. De algún modo ella empezaba a desapegarse un poco de todos los datos y comenzaba a ver todas las vidas como partes de un acertijo que se movía en ciclos. Había varios patrones que se repetían. Ella se sentía como si fuera un detective privado a punto de resolver un gran misterio.

 

¿Pero se resolvería alguna vez el misterio? ¿Lo habían creado para que alguna vez fuera resuelto?


Graciela se acostó sobre el piso duro del bosque y respiro profundamente.

 

El aroma del cedro llenó su ser y cerró sus ojos.
 



La Doncella del Cielo yacía sobre el piso de su tipi.

 

El curandero la había atado contra el suelo con el fin de "amarrar el dolor". Ella sabía que eso era una tontería; sabía que moriría. ¿Qué sabían los hombres en cuanto a dar a luz? Su bebé dio la vuelta en su vientre y se atoró. A medida que perdía más sangre el dolor se hacía más intenso.

 

¿Dónde estaba Pequeña Nube, su amiga y partera?


¿Deseaba Pequeña Nube tanto a Pluma de Fuego como para dejar que su amiga, la Doncella del Cielo, muriera en el parto?

 

Ella pensó en su esposo Pluma de Fuego. Siempre se habían amado; habían estado juntos toda la vida; desde niños habían sido inseparables. Y, por supuesto, Pequeña Nube los había seguido a todas partes. La Doncella del Cielo comprendía cómo su amiga amaba a su esposo, pero nunca se inmutó porque nunca dudó del amor que le profesaba Pluma de Fuego. Él pertenecía a la Doncella del Cielo y a nadie más.


Mucho antes de que el hombre blanco llegara a sus tierras, los miembros de la tribu de Doncella del Cielo vivían pacíficamente en sus hermosas colinas.

 

Respetaban la Tierra y a todos los espíritus. Trabajaban para lograr la armonía con el viento y las estrellas y sabían cómo llegar a ser uno con todos los espíritus animales. Cuando era una niña la iniciaron en el conocimiento de los cielos nocturnos. Ella pasaba muchas horas en silencio bajo las estrellas y traía las esencias del cielo hacia la tribu y sus tierras.

 

La sabiduría de Doncella del Cielo era venerada.


Los miembros de la tribu creían que habían venido de las estrellas y que algún día regresarían. Se sabía que el grupo de siete estrellas a las que llamaban Las Hermanas era su lugar de origen. Durante las noches oscuras, ella miraba a ese grupo y le hablaba a una Dama Azul que a menudo se le aparecía. Esta dama le daba conocimientos y sabiduría. La animaba a que se respetara a sí misma.

 

La Doncella del Cielo llegó a amar a esta Dama Azul y a creer que algún día la tribu regresaría a las estrellas.


Pluma de Fuego era un joven atractivo y fuerte que adoraba a Doncella del Cielo. Habían pasado muchas horas juntos riendo y caminando por el bosque o montando a caballo por las colinas con el viento en sus almas. La vida era muy agradable cuando estaban juntos. De su unión ya había un niño. ¿Por qué estaba causando tantas dificultades este segundo parto?


El dolor se volvió agudísimo y había perdido demasiada sangre. La Doncella luchaba contra las ataduras de cuero mientras el sudor corría por su rostro. Si sólo pudiera zafarse. Miró a una abertura que había en la parte superior de su tepee y pudo ver un pedacito de cielo azul. ¿Por qué la habían dejado sola? Un agudo dolor partió su cuerpo y no sintió más.

 

Se alzó por encima de su cuerpo atado y, cuando miró hacia abajo, vio sangre por todas partes. Pequeña Nube entró en el tepee, gritó y halló a su amiga muerta. Sacó al bebé del cuerpo de Doncella que todavía estaba caliente, cortó el cordón umbilical y le dio una palmada en el trasero. Una niñita empezó a chillar. Estaba cubierta de sangre, pero estaba viva.


Pluma de Fuego y otros entraron. La Doncella del Cielo sintió el dolor y el impacto de su esposo al ver su cuerpo inerte. Ella sabía que él no iba a llorar; él no podía, no era su costumbre. Pero algo dentro de él se quebró y no volvió a ser el mismo. Porque para aquellos que están destinados a estar juntos, cuando el compañerismo termina, toda la vida termina. Pluma de Fuego no quiso cuidar al bebé.


Pequeña Nube no sabía si sus celos habían evitado que se presentara con más prontitud al parto. ¿Por qué no regresó a tiempo como lo había prometido? Empezó a limpiar la sangre del cuerpo de la niña. Ella sabía que Pluma de Fuego nunca sería para ella; él ya pertenecía a los muertos vivientes, ya no le servía a nadie.

 

Decidió encargarse del bebé y criarlo. Por lo menos podía decir que tenía su hija.


El bebé pudo ver con facilidad el cuerpo etéreo de la Doncella del Cielo, aunque nadie más lo vio.

"Mami, ¿por qué te vas?"

Los pensamientos de madre e hija eran como uno.

 

Todavía flotando por encima, la Doncella le habló a su niña:

"Niñita, mi amor, debes ser valiente. Sabe que te amo. Consuela a tu padre si puedes y quédate con Pequeña Nube. Ella ha jurado cuidarte y tú serás lo único que ella tendrá de él. Siento no poder estar contigo para enseñarte los caminos del cielo. Adiós, mi hijita, mi amor siempre está contigo".

Años después, una niña india desarrapada y delgada le seguía el paso a su padre.

 

El hombre, ya avanzado en años y entumido de la pena, no le prestaba atención. La niña se había vestido con ropa de muchacho con la esperanza de complacer a su padre. Le jalaba la manga al viejo guerrero, pero él no se daba cuenta.

 

Para él, ella ni siquiera existía.
 



Graciela empezó a llorar. ¡Oh, Dios mío, esa pobre muchachita! La vida estaba hecha de texturas infinitas de experiencia. Quién si no un ser de poder infinito e ilimitado se atrevería a colocarse en un mundo tan precario como éste.


Graciela pensó que nunca había querido tener hijos. Se había dicho a sí misma que temía tratar a sus hijos como sus padres la habían tratado a ella. Pero en lo más profundo de su ser también había un temor escondido a la acción de dar a luz.

 

¿Por qué estaba la vida de la Doncella del Cíelo grabada en los impulsos de Graciela?


Pluma de Fuego le recordaba a Miguel, quien fue su novio en la escuela. Se conocieron cuando ella sólo tenía doce años, pero los dos inmediatamente supieron que eran el uno para el otro. Miguel tenía pensado casarse con Graciela, pero a medida que pasaban los años, ella temía terminar como su madre y se alejó de él. Ella hablaba de marcharse, de irse a Nueva York o a París. Él se casó con otra, una amiga que para Graciela era como Pequeña Nube.


Graciela se imaginó que caminaba por un laberinto sin fin en el cual tropezaba con partes de ella misma y de las cuales ni siquiera sabía que existían. De algún modo todas las partes estaban conectadas y todas las conexiones podrían responder sus preguntas y llenar el vacío que siempre había sentido dentro de ella.
En su mente vio las hermosas formas geométricas que ya le eran tan familiares.

 

Los colores eran vivos y las formas resplandecientes se movieron en sucesión rápida cuando Melinar empezó a hablar.

"Todos los sistemas filosóficos y religiosos que están disponibles en forma escrita son reflejos de la verdad en diferentes momentos que fueron necesarios para satisfacer las necesidades de ese tiempo. No es necesario que ligues tu conciencia a ninguno de estos sistemas y las formas de expresión religiosa que existen todavía les son útiles a muchos, pero muchas otras formas se perdieron desde el período prehistórico puesto que no se escribió nada.

 

La verdad es la verdad en cualquier momento presente de existencia, sin importar la forma en que se manifieste. La forma está sujeta a las necesidades y capacidad de recepción de la raza de seres que exista y es establecida por el nivel de su evolución. Esas formas de pensamiento que construimos a nuestro alrededor para protegernos son a menudo las mismas formas que invitan nuestra destrucción.

 

El Primer Creador siempre está en movimiento y siempre cambia".

Los brillantes de Melinar se movían más rápidamente de lo que los ojos humanos de Graciela podían captar, pero entendió que había una trampa inevitable en la necesidad humana de detener el cambio. Todo lo que se coloca en piedra inevitablemente se deteriora.

 

Aquello a lo que tratamos de aferramos se pierde. Nadie puede detener un río.


Graciela se puso de pie y fue a acostarse junto a sus perros. Se sintió cómoda en medio de su piel gruesa y oscura y se imaginó que estaba bien protegida en brazos de Inanna. La bella diosa azul abrazó a la pequeña Graciela, que se quedó dormida.

 

Era bueno estar en casa.
 

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XI - LA CORTINA


Inanna y Melinar buscaron cuidadosamente a Atilar en sus conciencias. El era tan experto en proyectarse a sí mismo hacia otras realidades que era difícil seguirle el rastro.

 

Él se retiraba continuamente para visitar a la gente que se aparecía del líquido: los Liquidianos, como les decía él.

 

Estaba fascinado con su estado fluido, y ellos a su vez estaban interesados en su conocimiento de los objetos duros, o sea, los cristales.


Inanna se interesaba más y más en el progreso de sus Yo multidimensionales. Ella sabía que en el año 2011 terminaría el acuerdo contractual entre el Consejo Intergaláctico y Marduk, el tirano pleyadiano. La Tierra empezaría a dividirse en por lo menos dos realidades y sólo aquellos humanos que hubieran superado la cuarta y quinta dimensión, tendrían la capacidad de alejarse de las frecuencias tiránicas del primo de Inanna, el maestro reptil, Marduk.

 

Si al menos la familia lo hubiera dejado morir cuando Inanna lo enterró vivo en la Pirámide de Giza. Desde ese día, Marduk llevaba consigo su odio por Inanna por todo el planea Tierra y deliberadamente procuraba esclavizar y degradar a las mujeres, especialmente a las sacerdotisas de sus templos, debido a lo que ellas enseñaban.

 

Durante los últimos milenios la Tierra había sido un triste recordatorio de la degradación de la diosa y de su sabiduría.


Uno de los Yo multidimensionales de Inanna había sido una hermosa joven que vivió en España durante la Inquisición. Se llamaba Raquel y nació dentro de la fe judía.

 

Inanna pensó que había tenido precaución en el caso de Raquel pues solamente le había otorgado poderes de sanación. No era que tuviera tantos poderes como para convertirse en una amenaza o fomentar una revolución. No, Raquel era una chica dulce, sencilla e inculta, cuyo toque y proceder a menudo curaba los enfermos. Pero esto fue suficiente para que la Inquisición la acusara de ser una bruja, servidora del demonio. La arrastraron a una prisión y la torturaron brutalmente antes de quemarla en el madero.


Cuando a Graciela le mostraron los datos de Raquel, suplicó que no le mostraran lo que le habían hecho a ella. Sus verdugos se obsesionaron con sus propios demonios mientras torturaban a esta chica inocente. Luego la vistieron de blanco para indicar que la habían purificado y por último la llevaron al madero. Cuando encendieron el fuego a sus pies, bajaron tres ángeles y sacaron a Raquel de su demolido cuerpo.

 

La liberaron del dolor que implicaba el que la quemaran viva. En el planeta Tierra muchas mujeres pasaron por esto. Dentro de sus memorias celulares quedaron escondidos estos temores. A Graciela la perseguían momentos fugaces de esta experiencia.


Inanna sabía que todos sus Yo tendrían que contribuir a la transformación de Graciela. Ella quería que Graciela encarnara la sabiduría y conocimiento de los otros, hombres y mujeres.

 

Inanna llamó a Atilar quien les estaba dando a los Liquidianos una conferencia sobre los cristales.

"Yo, Atilar, soy un Guardián de los Cristales. Yo sirvo a la Luz y me comunico con los Guardianes de la Evolución".

Atilar sabía ahora que esos guardianes eran Inanna y Melinar.

 

Él continuó su charla a los Liquidianos.

"En el tiempo de mi existencia, el concepto fundamental de adoración era la luz, no una persona, un dios o un objeto. La luz se encuentra en cada parte de la existencia. La luz interior, así como la luz que se refleja al exterior, se percibía como el corazón de la vida y se veneraba como tal.


"Los cristales simbolizan muchas cosas. Se relacionan con la luz en varias ondas, patentes y sutiles. Son sistemas de reacción a la luz, al calor y a la energía. Al igual que las computadoras pequeñas, los cristales se pueden usar para almacenar información y también se pueden programar a un nivel más sutil, más psíquico. La propensión natural hacia una estructura atómica armoniosa les permite transmitir y sugerir diferentes estados de conciencia, tales como la creatividad y la sanación, a través de la armonía, la polaridad y la energía.


"Los cristales también pueden representar experiencias de memoria almacenada y por lo tanto tienen el poder de recordar la memoria visual de dichas experiencias. Es sólo la variable de calidad y forma de estas experiencias lo que posibilita los infinitos de diferencias. Todo es verdad. Cada expresión lleva dentro la luz".

Inanna interrumpió:

"Atilar, los Guardianes de la Evolución te convocan al punto focal central".

Atilar se disculpó con sus nuevos amigos. Estaba muy ansioso de aprender sobre ellos y de cómo él podría convertirse en líquido.

 

Se despidió de ellos y en el pensamiento se proyectó hacia el lugar de donde venía la voz de Inanna.

"Me alegro de estar en tu presencia otra vez, hermosa dama. ¿Dónde está el que llaman Melinar? Sus formas geométricas me recuerdan a mis cristales".

Atilar encontró a Melinar que estaba empezando a mutar rápidamente, como era su costumbre cuando estaba emocionado.

 

Melinar fusionó su conciencia con la de Atilar. Graciela todavía dormía, pero en su estado de ensoñación estaba sentada en actitud absorta mientras todos los Yo de Inanna se juntaban en un solo estado de conciencia.


Melinar empezó a hablar mientras sus brillantes zumbaban:

"El Primer Creador es la Fuente de toda Vida. El fuego del Creador es el líquido que corre por todos los seres y les da energía. Mientras que ninguna experiencia carece de valor, el recordar y experimentar la reunión con el Primer Creador debe venir finalmente de adentro. Las experiencias en el continuo tiempo/espacio y en el plano material lo atan a uno a la cadena de causa y efecto de esas experiencias.

 

El Primer Creador es lo que está adentro, y no depende de ninguna forma o estructura externa, las cuales también son Primer Creador. El ser que sabe esta verdad es puesto en libertad, porque ¿de quién o incluso de qué puedes ser dueño cuando sabes que la fuente de todo está dentro de ti?


"Las leyes que gobiernan los lazos de energía son correctas y útiles en los planos materiales. El átomo se mantiene unido mediante las leyes de la polaridad: la carga eléctrica positiva del protón, la carga neutra del neutrón y la carga negativa del electrón. En el campo de la biología, las polaridades como la vida y la muerte, el principio y el fin, se traducen en limitación, contracción y finalmente la ilusión de la muerte. En términos de psicología, las leyes de la materialización dan origen al ego.

 

El ego es una entidad ficticia que posee las sensaciones de temor, vulnerabilidad y una necesidad de protegerse y defenderse a sí mismo. En el momento en el que el ego de la personalidad se identifica con cualquier estructura de pensamiento, busca conservar esa identidad así como la roca busca quedarse como una roca.


"Con el fin de mantener su identidad con la estructura de pensamiento escogida, el ego inmediatamente empieza a definir su identificación con la de otros egos. Por eso empieza a producir sistemas de juicio interminables para poder apoyar esas identidades ficticias. A medida que la personalidad continúa con sus definiciones, se olvida de su verdadera naturaleza y empieza a vivir en el temor de perder esa identidad ficticia que realmente nunca tuvo.

 

De esta manera, el Primer Creador juega al escondite consigo mismo."

Melinar pudo hablar de esta manera por lo que se podía percibir como una cantidad de tiempo interminable en términos terrícolas.

 

Pero para él, este tipo de expresión era gozo puro y sus brillantes nunca parecían cansarse.
 



Cuando despertó de sus sueños, Graciela recordó un poema que había leído hacía muchos años y que no había olvidado. Normalmente ella no recordaba los versos, pero este poema siempre había permanecido cerca de su corazón.

 

Fue escrito por un maestro Sufi, Mahmud Shabistarí, en el siglo XIV, D.C.. El poema hablaba de la belleza del rostro del amado, el cual permanece vivido bajo la cortina de cada átomo.


Graciela siempre se había imaginado que levantaba la cortina de un átomo y que allí lo vería, ese algo engañoso que había anhelado toda su vida. La belleza sanadora de "el rostro del amado", la haría sentirse plena otra vez y podría recordar. Graciela sintió que esa época se estaba acercando. Sentía una gran diferencia desde que había llegado a la montaña, era como si todo su cuerpo estuviera burbujeando y cambiando, como si estuviera mutando.


Estar sola en Montaña Perdida le estaba ayudando a Graciela a encontrar su camino de regreso a casa.
 

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XII - VOLANDO EN EL TIBET

A la luz del amanecer, Graciela observó cómo salía el vapor de una taza de delicioso café. Estaba sentada en la ventana contemplando la luz del alba que ya se tendía sobre las apacibles Montañas Olímpicas cubiertas de nieve.


Todo era tan prístino y hermoso. Ella ya estaba aprendiendo a permitir que el silencio la colmara. Sólo se escuchaban los sonidos crepitantes del fuego y de vez en cuando el ladrido de los perros a los coyotes. Montañas cubiertas de nieve, los cielos estrellados de la noche, bosques de cedro tupidos y flores silvestres que cubrían su pequeño valle, eran experiencias nuevas para Graciela y ella disfrutaba de ellas a cada momento. Pensaba que uno solamente puede sentir la naturaleza cuando está solo.

 

¿Por qué siempre necesitaba contarle a alguien lo que había visto?


Mientras disfrutaba de su café, meditaba sobre lo que estaba aprendiendo.

 

Había esperado tanto para que llegara esta ocasión. En su vida hubo muchos maestros, algunos maravillosos, otros no tanto. Pensó en el monje tibetano con el que había estudiado años atrás. En ese entonces ella no comprendió lo que se le enseñó. Una vez él traspasó su brazo por una mesa, como si no hubiera nada sólido, para mostrarle la esencia engañosa del mundo material. Ella realmente no comprendió pero había deseado entender y, cuando decidió ir a otro lugar, le dejó un dibujo confuso para agradecerle su sabiduría.


Más tarde se unió a un ashram. El maestro había crecido en la India y había vivido en un ashram bastante conocido allá. Ella estuvo feliz por un tiempo, pues era algo maravilloso estar rodeada de otros cuyo único deseo era comprender el significado de la vida y que no se burlaban de su deseo de lograr ese conocimiento.

 

Durante sus meditaciones, de vez en cuando experimentaba la sensación de ser una con la vida y con la creación. Pero muy rápidamente se dio cuenta de que su maestro se estaba enamorando de su propio poder y ya Graciela no podía explicarse el comportamiento excéntrico del maestro.


Un día, mientras estaba sentada en un salón enorme con cientos de otros discípulos, su voz interior, ese saber interior silencioso en el que había llegado a confiar durante los años, le dijo que se marchara y nunca regresara.

 

Esto fue una sacudida para ella y sintió pesar, pero se fue a casa.


Allá sola caminaba de acá para allá en su cocina tratando de comprender por qué su voz interior le había dicho que se marchara. Estaba confundida y no quería dejar a sus amigos.

 

La voz le dijo en un tono alto y claro:

"¡BOTAS!"

Graciela quedó totalmente confundida. ¿Botas? ¿Qué quería decir eso? Entonces empezó a recordar.


Cuando tenía siete años había ido a un campamento de verano. El primer día hubo una iniciación. Todos se reunieron y el jefe del campamento propuso una adivinanza:

"¿Qué es botas sin zapatos?"

Graciela quedó horrorizada, por temor de no saber la respuesta y de que las otras niñas pensaran que ella era estúpida y no la aceptaran. Ella se escurrió hacia la parte posterior del grupo.

 

Las niñas repetían "¡botas sin zapatos!" como si fuera un canto hasta que casi todas ellas adivinaron la respuesta.


Por fin le vino la respuesta, que era por supuesto "¡botas!" Graciela empezó a reír; la adivinanza era tan sencilla. Su voz le decía que era su temor a no comprender lo que dificultaba las cosas y que simplemente confiara en sí misma; todas las enseñanzas saldrían de dentro de ella. Ya Graciela había aprendido todo lo que necesitaba del ashram y era hora de que buscara algo nuevo. Ya podía confiar en su guía interior, sabiendo que ella era parte de la vida, parte del Primer Creador.

 

Las respuestas habían estado dentro de ella desde el principio.


En la parte superior de Montaña Perdida, Graciela se rió de nuevo de "botas sin zapatos". Sus guías a veces eran chistosos y de vez en cuando traviesos, pero en lo profundo de su corazón, ella sabía que podía confiar en ellos.

 

Contempló las Montañas Olímpicas; la luz del sol bajaba por ellas con un color rosado y dorado.

 

Pensó que siempre había sentido miedo de las alturas.
 



Choje Tenzin llegó al monasterio en el Tíbet cuando sólo tenía siete años. Sus padres no podían mantenerlo y era el último de nueve hijos. Lloró cuando lo dejaron en la entrada, pero no se podía hacer nada, y su padre lo golpeó cuando trató de correr tras ellos.

 

El monje que vino a recogerlo lo llevó a un salón donde había cientos de otros muchachos. Había mucho alboroto en el recinto, los muchachos charlaban, sus platos tintineaban sobre los pisos de piedra. A Tenzin le dieron un tazón de té caliente con mantequilla y lo dejaron para que se valiera por sí mismo.


Durante los primeros años se sintió terriblemente solitario; él era un niño delicado y sensible. Cuando estaba en casa, sus hermanas lo habían consentido con lo poco que tenían y le habían mostrado mucho afecto. Él estaba muy solo y los otros muchachos se mofaban de su debilidad física hasta que se dieron cuenta de que Tenzin dibujaba muy bien.

 

Este monasterio particular estaba dedicado a producir pinturas tántricas, y todo aquel que mostraba un talento especial era digno de mucho respeto. Enviaron a Tenzin al Maestro Profesor de pintura para que lo entrenara en las técnicas y rituales del arte tibetano.


Lin Pao, el Maestro Profesor, era un hombre de gran belleza física y refinamiento. Se rumoraba que venía de una familia muy rica y aristocrática de China. Llegó al Tíbet para darles uso a sus grandes talentos. Se le respetaba como el pintor más grande de los tantras tibetanos.


Al principio Tenzin no recibió enseñanzas de Lin Pao, pero después de muchos años de servir como aprendiz, se le permitió estudiar bajo el gran maestro. Durante horas Tenzin observaba las manos delicadas y fuertes de Lin Pao que hábilmente ejecutaban línea y color. Tenzin adoraba a su maestro. En realidad él estaba profundamente enamorado de su profesor. Era sólo natural que un muchacho tan solitario llegara a albergar tales sentimientos por alguien tan grandioso como Lin Pao, pero dichos sentimientos eran prohibidos y permanecieron en secreto.


El hecho de que Tenzin fuera considerado como un artista talentoso no lo eximía de las rigurosas disciplinas del monasterio. Así que también recibía las lecciones de abstenerse de comida y calor, las horas de permanecer totalmente inmóvil en posiciones de meditación y las artes marciales.


Había una meta disciplinaria que preocupaba a todos los estudiantes.

 

A un grupo selecto de novicios se le enseñaba a elevar su energía hasta el punto de que podían desafiar la gravedad y aprender a volar. Ellos pasaban años perfeccionando esta técnica situados al borde de los peñascos en la parte más alta del monasterio. Lin Pao no solamente era un gran artista, también tenía la habilidad de volar desde los peñascos sin perecer. Tenzin estaba decidido a aprender con el fin de complacer a Lin Pao.


Se decía que el secreto del arte de volar estaba en un enfoque ininterrumpido. Muchos monjes pasaban años preparándose para su primer intento y muchos caían a la muerte. Se creía que todos regresaban a la vida; incluso si un monje fallaba, podía reencarnar, regresar al monasterio y persistir en su intento.
Era un día frío y azotado por el viento.

 

Tenzin y otras almas valientes estaban sentados en los peñascos designados cuando se les unió Lin Pao. Por supuesto, Tenzin quería impresionarlo. Invocó su máxima concentración y de una forma apresurada decidió intentar el vuelo.

 

Se puso de pie y enfocó toda su voluntad, pero cuando dio su primer paso desde el precipicio, la confusión que lo había motivado también distrajo su concentración. Sintió que el amor reprimido que sentía por Lin Pao diluyó el poder su voluntad y Tenzin se desplomó por el precipicio. Su cuerpo se estrelló contra las rocas que había abajo.


Cuando la conciencia de Tenzin flotaba por encima de la concha que había sido su cuerpo, miró anhelosamente a su ídolo Lin Pao.

 

Avergonzado, ni siquiera se atrevió a despedirse.
 



A Graciela le parecía que todas sus vidas habían terminado sin esperanza, pero Inanna y Melinar le explicaron que cada vida era un acopio de experiencia e información. Graciela y todos los otros eran la suma total de cada uno; compartían la sabiduría y el conocimiento que cada quien había adquirido de una forma tan dolorosa.


Inanna le mostró a Graciela cómo Tenzin había contribuido a su ser. La sabiduría del Tíbet era una de las últimas plazas fuertes de la verdad en su tiempo. Ella siempre se había sentido impulsada a buscar la verdad y siempre quiso ir al Tíbet.

 

Hasta estudió con un monje tibetano. La afinidad instintiva de Graciela con las enseñanzas tibetanas y el arte le habían proporcionado mucho discernimiento y le habían permitido liberarse de las limitaciones de su propia formación cultural. La habilidad de Tenzin para la pintura le había llegado a Graciela y había reconocido milagrosamente a Lin Pao como su mejor profesor en la escuela de artes donde había estudiado en Nueva York.

 

Bueno, ¿y si la dejaron con un residuo de temor a las alturas? Ella podía superarlo.


Graciela pensaba que para Inanna y Melinar era muy fácil decir que esto se podía superar. Para ella ellos realmente no estaban en cuerpos físicos aunque decían que sí lo estaban. Graciela todavía no veía muy bien a dónde llevaría todo esto. En medio de su aprendizaje, de vez en cuando sentía la necesidad de entumecerse a sí misma viendo televisión o saliendo de compras. ¿Pero, a dónde podría una chica ir de compras en Montaña Perdida?


Graciela fue a su biblioteca. Por Dios, qué cantidad de libros. La última vez que se mudó, incluso los empleados de la mudanza se desalentaron al ver el volumen de su colección. Su biblioteca estaba repleta de toda clase de rarezas, desde Tolstoi hasta Lao Tzu, desde economía hasta los OVNIS; toda clase de temas había en su biblioteca.


Su atención cayó sobre un libro que le habían regalado hacía muchos años. El libro había sido escrito en 1949 cuando Graciela tenía sólo cuatro años. En 1969 trató de leerlo. En esos días llevaba el pelo hasta la cintura, y su ropero lo formaban dos camisetas y una falda de algodón hecha en la India. Era muy emocionante estar en Nueva York con tantos otros jóvenes que creían poder cambiar el mundo.

 

Graciela había luchado por comprender este libro, pero en ese tiempo no había tenido la suficiente experiencia de la vida para comprender su significado. Ahora mientras lo tenía en sus manos le parecía muy claro lo que el autor estaba diciendo.


El universo es un sueño holográfico proyectado como un pensamiento dentro de la mente de Dios, y sólo nuestras percepciones individuales de las frecuencias rítmicas relativas y variantes hacían al mundo parecer real. El autor continuó hablando sobre cómo es posible ir más allá del tiempo ordinario, ir al pasado o al futuro, e incluso pasar hasta más allá de la dimensión manifiesta.


Graciela comprendió que esto era exactamente lo que ella estaba haciendo. Ella era sus otros Yo en el tiempo de sus datos y, simultáneamente, Inanna era todos ellos, incluyendo a Graciela. El tiempo no existía, excepto como un pensamiento que le permitía a la existencia jugar a sí misma en el espacio. Graciela había tomado conciencia de la realidad secreta del mundo aparente y había escapado de las leyes que la sujetaban a la ilusión del tiempo.


Graciela pensó que si el Primer Creador era todas las cosas, entonces Marduk también debía ser parte de la comedia divina, una parte del Primer Creador. Melinar estaba sumamente complacido de que Graciela pudiera abrigar este pensamiento.

 

Él comprendió que así como el papel de Inanna era luchar contra Marduk, también era el destino de éste ser exactamente como era, porque el Primer Creador era todas sus partes variables, que se mueven en el flujo del tiempo para examinarse a sí mismo, para expresarse y para experimentar, para jugar.

 

A medida que Graciela era más capaz de interactuar con sus otros Yo multidimensionales, podía asimilar más datos y más sabiduría y mayor era su oportunidad de activar el ADN divino de su cuerpo: los códigos genéticos que se perdieron hace tanto tiempo.


Melinar abrazó a Inanna como mejor pudo.

 

Todavía había mucho por hacer, pero estaban progresando.
 

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XIII - ALMUERZO CON MARDUK


Marduk estaba sentado en su comedor privado en la suite del edificio más alto de Hong Kong. Estaba a punto de almorzar con la cabeza de las cadenas de comunicación del planeta Tierra. Le echó un vistazo a su vestido, un Saville Row por supuesto, y a sus zapatos italianos. La Tierra era algo muy divertido, pensó. Sus planes estaban saliendo mejor de lo que pensaba.

 

La semana entrante tendría su reunión habitual con los banqueros del mundo y la otra con los líderes políticos.


El comedor estaba forrado con esculturas excepcionales y espejos antiguos; las paredes estaban adornadas con paneles de caoba pulida. El alto cielo raso brillaba con arañas de luces de cristal que alumbraban las pinturas al fresco que Marduk había extraído de las tumbas egipcias. La mesa ya estaba perfectamente puesta, cubiertos de oro sólido y vajilla de París.

 

No era que Marduk necesitara impresionar a nadie; sencillamente le gustaban las cosas bellas.


Durante los siglos Marduk se había dedicado a convertirse en un conocedor de todo lo que la Tierra tenía para ofrecer. Detrás de él y de rodillas, esperaban seis concubinas bellísimas, listas para servirle en cualquier momento. Si por casualidad dejaba caer una migaja durante el almuerzo, una de las chicas la quitaba inmediatamente del mantel blanco con una paleta de plata.

 

En las puertas había cuatro guardaespaldas, con otros dos al otro lado de la puerta. Todos tenían entrenamiento de ninjas, pero sólo por diversión. A Marduk le encantaba fingir que era una estrella de cine. Disfrutaba de las películas violentas con mucha sangre y escenas de artes marciales. Después de todo, era su mundo y podía jugar de cualquier modo que quisiera.


Muy pronto ya no se discutiría quién tenía el derecho a controlar la Tierra. Marduk se había apoderado de ella, el poder puede con todo y el planeta le pertenecía por derecho a él. Siempre había sido capaz de dominar a su padre Enki.

 

No podía evitar que su padre fuera débil y le encantaba doblegar su voluntad o la de cualquier persona. A él le parecía que el mundo estaba lleno de apocados que esperaban que él los dominara. También estaban los peleles que no representaban un gran desafío. Por último estaba la mayoría que requería un poco de lavado de cerebro por medio de la propaganda. Unos pocos habían sido torturados pero casi todo el mundo cedía.

 

En este almuerzo se discutiría el asunto de la programación y lavado de cerebro. Marduk quería mostrarle a su huésped, el presidente de las cadenas de comunicación, quién era el jefe. A él le encantaba amedrentar a sus empleados; era como su entretenimiento y últimamente había estado muy aburrido. El año 2011 se estaba acercando muy lentamente y él quería que esa Federación Intergaláctica se alejara de su camino para siempre.


Él sabía sobre los intentos de su padre Enki y de esa bruja Inanna para despertar a la especie humana. Sabía que ellos y otros miembros de su familia pleyadiana querían probarle a la Federación que los humanos podían, a través de su propio libre albedrío, activar los genes durmientes y tomar su lugar como iguales en la galaxia no como esclavos.


Marduk les había seguido cuidadosamente el rastro a todos los datos de los Yo multidimensionales proyectados. No había sido gran problema frustrar sus tristes intentos de creer en sí mismos. Si sus propias pasiones no los destruían, él fácilmente podía encargarse de que uno de sus agentes los eliminaran. La Historia como él la había moldeado permitía muchas ondas convenientes de histeria, todas diseñadas a la perfección para extirpar cualquier pensamiento original.

 

Mientras los humanos creyeran que eran impotentes, podían ser entrenados para adorar a Marduk en todos sus disfraces. Como los humanos siempre buscaban ayuda y consuelo por fuera de ellos, permanecían débiles y vulnerables a las ingeniosas manipulaciones de Marduk.


Su nueva idea de una cadena de comunicaciones era lo mejor que había inventado hasta ahora. En silencio se felicitó a sí mismo. Una extensa red de señales electromagnéticas rebotaba contra los satélites que le daban la vuelta a la Tierra y mantenía las frecuencias de todo el planeta en un espectro muy limitado. Era casi imposible que cualquier cerebro humano pensara más allá de la frecuencia de supervivencia. Lo único que quedaba era programar imágenes de riqueza y poder más allá del alcance de los humanos y de esta forma dejarlos en medio de un estado de frustración y temor.

 

Era demasiado fácil, Marduk estaba más que aburrido.


Se paró frente a uno de los espejos antiguos que forraban las paredes del comedor.

"¡Dios, qué hermoso soy!", pensó.

Durante los siglos había perfeccionado su belleza con un sin número de procedimientos quirúrgicos, pero intencionalmente había conservado ese rasgo de crueldad por el cual era famoso. Le proporcionaba mucho placer observar las expresiones de terror en los rostros de sus víctimas a medida que con timidez se acercaban a él.


El presidente de la cadena fue anunciado y entró en el cuarto.

 

Monsieur Atherton Spleek se inclinó servilmente ante Marduk.

"Maestro, ¿puedo sentarme?", preguntó.

Atherton les tenía pavor a estas reuniones.

 

Marduk era algo horrible de mirar, y algo extraño siempre ocurría, dejando a Atherton débil del estómago durante semanas después de la reunión. Todo era muy extraño: Marduk se las arreglaba para verse juvenil y hermoso a primera vista, pero cuando uno realmente lo miraba, no podía dejar de preguntarse si Marduk no era el mismísimo demonio.

 

Rápidamente Atherton sacó esos pensamientos de su cabeza; después de todo, él no creía en esas cosas. Solamente creía en el poder y en el dinero, todo lo cual se lo proporcionaba Marduk.


Atherton había nacido en los tugurios de Yakarta y desde niño había sido ambicioso. Esperaba a las puertas de los altos edificios de la ciudad y les rogaba a los hombres de trajes oscuros que le permitieran servirles. En esos días el único negocio que había en Yakarta era el del petróleo, y los hombres de negocios occidentales solitarios querían todos la misma cosa: mujeres.

 

Entonces el pequeño Atherton se convirtió en un intermediario entre los hombres del petróleo y los proxenetas de la ciudad. Era un comienzo. Una de las chicas le había puesto el nombre de Atherton y él inventó el apellido Spleek. En un programa de televisión había escuchado el nombre Spock pero lo confundió y se quedó Spleek.


Atherton le agradaba a Marduk porque era totalmente controlable. A pesar de la posición que él había logrado en el mundo, por dentro era vacío y seco y no conocía otra cosa que la obediencia a su maestro, Marduk. Atherton observó a las chicas que gateaban de rodillas. Qué buen toque, pensó.

 

Tengo que arreglar esto para mis oficinas en París.

"Dime tus noticias, Atherton", ordenó Marduk.

Atherton tomó un sorbo de vodka ruso, su mano temblaba un poco.

"Maestro, todo está saliendo a la perfección. Las cadenas por cable están listas para unirse con las compañías de teléfono celular y las cadenas de fibra óptica están casi listas".

Marduk estaba construyendo una nueva rejilla electromagnética por debajo de la Tierra para asegurar su control en caso de que alguna nave estúpida de la Federación decidiera derribar sus satélites.

 

La famosa ley de no interferencia debería estar en acción, pero todavía se discutía en todas las escuelas de derecho de la galaxia cómo se interpretaba esa ley. Marduk había violado esta ley muchas veces y no confiaba en su padre Enki ni en ninguno de los de la Federación. Él sabía muy bien que su abuelo Anu y su tío Enlil estaban buscando su caída.

 

En algún lugar, su familia entera conspiraba contra él.


Cuando Marduk se apoderó de la Tierra, también se apoderó del planeta Nibiru. Este pertenecía a Anu y la Tierra se le había entregado a sus hijos Enki y Enlil. Marduk sorprendió a todo el mundo cuando conquistó todo el sistema pleyadiano con sus extensos ejércitos de clones, todos diseñados para parecerse a él.

 

Pasaron siglos creando estos batallones de guerreros clones en un planeta secreto. Nadie se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde para detenerlo. Ahora no quedaba nadie que se le enfrentara, con excepción de la Federación. En cuanto al intento de devolverles a los humanos su nivel genético, Marduk pensaba que ninguno de los humanos esclavizados tendría las agallas de enfrentársele. Ese plan era demasiado ridículo y ni siquiera merecía su atención.


Todavía odiaba a esa bruja Inanna y recordó el día de su juicio hace mucho tiempo. Toda la familia de Anu se había reunido para juzgarlo. Fue acusado de traspasar los límites y de asesinar a su propio hermano Dumuzi, quien por casualidad estaba casado con esa hembra ambiciosa Inanna. Marduk sabía que Inanna quería controlar Egipto y estaba manipulando a su enclenque esposo con ese fin.

 

A Marduk no le importó en lo absoluto haber hecho degollar a su hermano.

 

Pero sí le molestaba que Inanna hubiera sugerido que lo enterraran vivo en la pirámide y que toda la familia hubiera estado de acuerdo.


Incluso ahora recordaba el sonido de las enormes piedras cuando caían en su lugar y sellaban su tumba. La pirámide era un preservador excelente, hubiera necesitado una eternidad para morir de hambre o de deshidratación. La furia y rabia de esta experiencia había cambiado el ser de Marduk. Después de ese día no era el mismo. El ruego ferviente de su esposa y de su madre convencieron a su padre Enki de que hablara con Inanna para que ella lo soltara.

 

Ella lo hizo y le ordenó que se disculpara. Para empeorar las cosas, Inanna le ordenó que hiciera ofrendas en sus templos. Más tarde, Marduk se deleitó destruyendo esos templos y asesinando a las sacerdotisas que había dentro de ellos.


Marduk había ganado. Una y otra vez había derrotado a Inanna. Había disfrutado de la degradación y sometimiento de todas las hembras en el planeta. Con la llegada de los medios masivos de comunicación electrónica, todo era aún más fácil. Marduk jubilosamente pensó en todas las mujeres de la Tierra sentadas en sofás, pegadas a sus televisores, queriendo desesperadamente ser tan hermosas o ricas como los androides que a diario desfilaban ante ellas.

 

El desear lo que nunca les podría proporcionar felicidad rompía sus espíritus y les drenaba toda su fuerza de vida. Marduk se sentía muy satisfecho, todas esas telenovelas patéticas, todas esas almas desesperadas.

 

A él le encantaba.

"Dime, Atherton ¿ya están listos los planes con más canales de televisión para vender productos?"


"Sí, Maestro. Para el año 2006 la mitad de la programación será totalmente dedicada al consumo de bienes materiales. La gente trabajará más y más por menos dinero y querrán más y más cosa que no podrán comprar".


"¡Qué maravilla!", exclamó Marduk.

De vez en cuando no podía evitar emocionarse con su propio genio.

"¿Y cómo va la alteración de la percepción del tiempo?"


"Es como Usted lo ha ordenado, maestro. Los humanos tienen menos y menos tiempo para todo. No tienen tiempo para su familias y sus hijos son cada vez más vulnerables a nuestras técnicas de lavado de cerebro. Los niños ya desean todo lo que ven en televisión sin tener que trabajar por ello. Y lo mejor de todo es que nadie tiene tiempo para pensar o hacer preguntas".

Marduk asintió serenamente y le ordenó a Atherton que se pusiera de pie y se alejara de la mesa. Atherton tembló y sintió náuseas. Uno de los guardaespaldas se movió hacia él y le apuntó con un arma de plasma directamente a la parte baja de su cuerpo.

Un rayo de energía instantáneamente evaporó las piernas de Atherton, que cayó al piso en agonía.

 

Marduk se rió histéricamente.

"Bien, Atherton, no quiero que empieces a tener ideas en cuanto a tu propio poder. Eres mi esclavo por completo. Nunca lo olvides. Puedo hacer que te maten y que hagan un clon de ti en un minuto".

Las puertas del comedor se abrieron y un equipo de cirujanos entró para llevarse a Atherton a repararle sus piernas desvanecidas.


Marduk estaba seguro de que este enteco había entendido el mensaje. Atherton hizo un intento lastimoso de inclinarse cuando lo sacaron en silla de ruedas. Marduk ordenó que le sirvieran el almuerzo. Qué lástima que Atherton no podía quedarse para disfrutar de esta deliciosa comida.

 

Haciendo una mueca de satisfacción, Marduk se llevó a la boca un faisán tierno dorado entero cubierto de chocolate, con huesos y todo.
 

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XIV - EL HOMBRE IDEAL


Inanna despertó de un sueño horrible; sus dragones guardianes la miraban de una forma protectora.

 

Soñó que estaba cubierta de chocolate y que el desagradable Marduk estaba pensando en darle un mordisco. Ella se estremeció, se levantó de su cama y llamó a Melinar a su conciencia.

 

Éste flotó por el cuarto emitiendo frecuencias tranquilizadoras hasta que Inanna y sus dragones estuvieron otra vez calmados. Era bueno tener un amigo para los tiempos difíciles. Inanna se sirvió un brandy arturiano. Era un poco temprano pero el brandy bajó por su garganta y calentó todo su hermoso cuerpo azul.


Hoy era el día en que Inanna y Enki debían asistir a la reunión de la Federación Intergaláctica. Ella estaba muy emocionada, no sólo por la importancia de su misión, sino porque en secreto tenía la esperanza de encontrarse con el misterioso extraño que había visto en la última reunión. Miró toda la ropa que tenía en su armario y no sabía qué ponerse para impresionar a aquel hombre.


Ella no sabía absolutamente nada sobre su extraño; sólo sabía que nunca había visto a otro igual. Él poseía un aire de fuerza y de dignidad silenciosa que ayudaba a aumentar su belleza física.

 

En la familia de Inanna no había nadie que se pareciera a él, ni siquiera Anu o Enlil. Era alto, su cabello largo, lacio y plateado y sus ojos eran tan oscuros como el cielo nocturnal; eran unos ojos que brillaban con humor. A Inanna le parecía que había diamantes dentro de esos ojos oscuros y ella deseaba saber más sobre este hombre.


Se vio a sí misma recordando sus manos; eran totalmente delicadas, tenían dedos largos y suaves pero, no obstante, no mostraban ningún rasgo de debilidad. Inanna pensó que éste era un hombre que estaba por encima de las subidas y bajadas de la vida.

 

Era profundamente apasionado, pero sus pasiones no le agobiaban. Su aspecto le dijo a ella que él veía el humor de la vida y de sus cambios infinitos, que la vida por sí misma lo deleitaba y que sentía compasión por todos los seres sin importar en qué estado de evolución se encontraran. Inanna comprendió que este hombre sabía que era parte de toda la vida y, a causa de ese conocimiento, amaba la vida en todas sus partes infinitas.


Ella se preguntó si verdaderamente había cambiado lo suficiente como para que él se fijara en ella. Pensó que en la pasada reunión ni siquiera la había mirado, ¿o sí? No sabía qué ropa ponerse y después de dar lata y de tirar más de una prenda sobre el piso se decidió por algo modesto y de buen gusto, algo muy raro en ella.


Sintió que Enki se acercaba montado en su dragón y rápidamente sintió la presencia de los otros dos, Anu y Enlil. Enlil siempre la ponía nerviosa. Ella se imaginaba que él la juzgaba severamente y que no estaba del todo satisfecho con su nieta.

 

Pero para ella siempre era un placer ver a Anu, pues su mismo nombre significaba "amada de Anu", y siempre había sido cierto que Anu adoraba a su bisnieta.

"¡Mi muchachita, me alegro tanto de verte otra vez!" Anu abrazó a Inanna y sus ojos se llenaron de lágrimas.

 

"Estoy muy orgulloso de tus esfuerzos diligentes para ayudar a los terrícolas. Todos hemos cambiado desde los primeros días, ¿no es cierto, mi pequeña?"


"Anu, ¿cómo has estado? Cuéntame tus noticias".

Inanna se inclinó graciosamente ante Enlil y preguntó por su madre, Ningal, y por su padre, Nannar, el hijo de Enlil.


Enlil y Anu habían estado reuniendo sus fuerzas en el exilio en una galaxia cercana y habían estado mirando con mucho interés los experimentos de proyección de los Yo multidimensionales en el continuo espacio/tiempo de la Tierra. Inanna y Enki no eran los únicos miembros de la familia que estaban involucrados en esta actividad. La familia había llegado a aceptar la verdad: ésta era su única esperanza de crear otra realidad en la cual la especie humana pudiera liberarse de la tiranía de Marduk.


Recientemente Anu y Enlil se habían unido a los Etéreos en sus naves que le daban la vuelta a la Tierra, pacientemente esperando que sucediera la transformación del ADN en los seres humanos y protegiendo al planeta de los invasores de Marduk y de otros extraterrestres piratas.

 

Los Etéreos se habían comprometido a proteger la Tierra con el fin de darles a los humanos la oportunidad de activar sus genes latentes y de probarle al Consejo Intergaláctico que ellos habían superado la etapa adolescente por la cual pasan todas las razas, que estaban listos para ser responsables de sí mismos y de ocupar su lugar como iguales en el universo.


Era una empresa difícil, pensó Inanna, especialmente cuando Marduk obstaculizaba todo intento que la familia hacía en beneficio de la humanidad. Ciertamente Marduk había hecho todo lo que había podido para frustrar los planes de Inanna. Muchos de sus Yo encarnados habían caído en sus trampas y habían perdido su camino.

 

¿Podría ser que Graciela fuera la última esperanza de Inanna? No Quería pensarlo por mucho tiempo; era demasiado pavoroso.


Inanna, Anu, Enki y Enlil caminaron hacia el portal del tiempo y se transportaron hacia el salón de la Federación. Melinar los siguió como parte de la conciencia de Inanna. Era tal como Inanna lo recordaba: un cielo raso enorme y abovedado que permitía ver todas las galaxias. La vista era imponente. Los cielos son aún más hermosos que mis joyas, dijo ella; sería muy divertido jugar con las estrellas.

 

El salón estaba lleno de la extensa variedad de seres de toda clase de razas. Entraron los Etéreos y saludaron a Anu y a su familia. La reunión estaba a punto de comenzar.


Por el rabillo del ojo, Inanna lo vio entrar solo y silenciosamente en el salón. Era tal como Inanna lo recordaba; su belleza procedía de una fuente soberana en lo profundo de él y magnetizaba todo el ser de Inanna. Él era todo aquello en lo que ella quería convertirse, garboso y amable y, no obstante, fuerte y sapiente. Inanna se sentó recta y trató de no ser muy visible. Si sólo se sentara en un lugar donde ella lo pudiera ver con facilidad.

 

Para su deleite, él caminó hacia el área elevada de los Etéreos y se sentó a un lado. Inanna contuvo la respiración, su corazón estaba latiendo muy rápidamente, pero él era tan maravilloso.


Un Etéreo muy alto y elegante se puso de pie y empezó a dirigirse al salón por medio de sonidos que comprendieron las mentes de todos los presentes sin importar cuál fuera su lenguaje o dialecto nativo. El Consejo enfatizó el hecho de que todavía estaba haciendo valer su ley de no interferencia, mientras que de cerca seguía las actividades de la familia de Anu, en particular las de Marduk.

 

Desde la última reunión las cosas no habían cambiado mucho. El fin del año 2011 era todavía la fecha acordada para resolver el asunto del dominio del planeta Tierra. Si un número suficiente de humanos podía ser convencido de su habilidad genética latente para asumir el control de su realidad y abandonar su dependencia de los tiranos, se formaría una Tierra alterna en forma natural, la cual permitiría expresión de esta nueva conciencia. Aquellos humanos que desearan permanecer bajo el reino de Marduk y sus tiranos, serían dejados a su suerte, quizás para aprender la independencia en otra época en un futuro posible.


El Consejo preguntó si alguno de los presentes deseaba hablar en favor de los terrícolas, o si tenían alguna evidencian nueva para presentar ante la corte. La mente de Inanna se agitó. ¿Que podría decir? ¿Que Olnwynn había sido asesinado por su propio hijo, que Atilar había violado a una joven sacerdotisa, que Chandhroma había sido envenenada en el harem?

 

Todo eso no sonaba muy prometedor.

 

La Tierra era algo tan difícil de explicar; era algo tan denso y complicado a causa de sus innumerables polaridades. Sintió que se le secaba la boca, pero de todas maneras se puso de pie para hablar.


No tenía idea de qué la había afectado o de lo que iba a decir, pero una fuerza la puso de pie y le colocó las palabras en su boca. Era Olnwynn.

 

De algún modo él se había apoderado temporalmente de su conciencia y, para bien o para mal, estaba a punto de hablar a través de ella ante todo el Consejo.

"Deseo hablar por la Tierra y su gente. Puede que sea muy difícil para ustedes comprender lo que es la vida en la Tierra. Nunca se han sentado en un bosque verde a escuchar el viento. Nunca han visto ese sol dorado silencioso que se eleva por encima de nuestras majestuosas montañas; no han escuchado las alas de un colibrí que golpean mientras bebe el néctar de una rosa.

 

Sé que los humanos no están conscientes de muchas cosas, pero son dignos de su atención y merecen ser salvados. ¿Nunca han tenido un bebé desamparado en sus brazos, quizás su propio hijo, con un deseo de protegerlo?"

Melinar sacó a Olnwynn y continuó hablando a través de Inanna.

"La especie humana es una mezcla de todas las razas que han venido a la Tierra y se han cruzado con las formas de vida que existieron allá. Ellos son ustedes; portan las semillas de muchas de las líneas genéticas que existen a través de todo el universo. Si se les brinda una oportunidad, si se les da ayuda, pueden ser maravillosos en verdad. Quiero pedirles a los Etéreos que continúen aumentando la banda de frecuencia de la Onda".

La Onda era un término que describía una banda de frecuencia que los Etéreos estaban emitiendo hacia el planeta Tierra. Ella portaba energías de verdad e iluminación; portaba el poder de despertar los genes durmientes.

 

Si tan sólo los humanos durmientes pudieran despertarse de su sueño de la limitación y se abrieran a esta Onda, su ADN mutaría automáticamente y los haría libres. Lo único que tenían que hacer era apagar las máquinas electrónicas que emanaban las frecuencias de Marduk y escuchar los sonidos de la naturaleza, del bosque, de los ríos que cantan y los vientos que susurran.


Inanna le contó la historia de Graciela al Consejo. Les dijo que Graciela tomaría ciertas decisiones muy pronto. Inanna sabía que era una probabilidad muy remota y que estaba exagerando, pero era su única oportunidad. Quizás la historia de Graciela animaría a los Etéreos a aumentar la frecuencia de la Onda.
Inanna concluyó diciendo que realmente amaba la Tierra y a la gente que la habitaba y que ella y su familia estaban haciendo todo lo posible para desbaratar los planes de los tiranos. Le rogó al Consejo que continuara ayudándoles. Luego Anu les agradeció a los Etéreos por la protección a la Tierra y por el asilo que le estaban brindando a Anu y a su hijo Enlil.


Todos los del Consejo comprendieron que en la situación de la Tierra estaban envueltos no solamente sus habitantes. También se entendió que si la especie humana se podía liberar a sí misma, los efectos de la tiranía que ahora rondaban por todo el sistema solar pleyadiano, disminuirían. Anu y Enlil regresarían en el tiempo para liberar a los líderes de los numerosos mundos pleyadianos y ayudarían en la liberación de sus tierras.


Era hora de un cambio en el equilibrio del universo. Las fuerzas de la luz estaban listas para vencer las fuerzas de la oscuridad, por un tiempo.

 

Era el fin del Kali Yuga, el fin de un período de juego en la mente del Primer Creador.
 



De regreso a casa, Inanna pensó en su hombre y se preguntaba si la había visto.

 

¿Había escuchado él cuando ella habló? Oh, ¿cómo podría conocer a uno como él? Melinar rió tontamente mientras hacía fulgurar su brillantes en la mente de Inanna, pero no dijo nada.

 

Él estaba guardando el futuro de Inanna en un lugar secreto, porque ahora era mejor que regresaran hacia Graciela.
 

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XV - UN HELICÓPTERO NEGRO


Desde su cabaña Graciela observaba el cielo estrellado.

 

El fuego ardía con vigor y sus perros soñaban cómodamente sacudiendo sus patas. Graciela se quedó sin aliento ante la belleza de una estrella fugaz que cayó a lo largo del cielo nocturnal. Trató de recordar lo que eso significaba. ¿Acaso era buena suerte? En ese momento sólo pudo pensar en objetos voladores no identificados.

 

En 1975 ella había visto un ovni sobre el Monte Shasta en California. No era extraño ver ovnis en este lugar; la gente los veía todo el tiempo, pero Graciela había visto la nave a plena luz del día y no había olvidado esa experiencia.


Ella había salido a caminar con algunos amigos y luego decidió seguir sola. Miró al hermoso cielo azul claro y vio un disco grande como de peltre que flotaba por encima de ella. En vez de emocionarse, ella sintió pánico y la adrenalina se aceleró por todo su cuerpo. En ese mismo instante, la nave ascendió en forma vertical y desapareció.

 

Graciela corrió hacia sus amigos y con la voz entrecortada les preguntó:

"¿Lo vieron, lo vieron?"

Pero ninguno había visto nada; solamente ella había visto el ovni ese día. Nunca pudo olvidar ni resolver este misterio, el cual la había obsesionado desde entonces.


Por supuesto ella había leído todos los libros que había encontrado sobre los ovnis y las experiencias que otras personas habían tenido con ellos, pero esto no pareció ayudar. Muchas personas trataron de convencerla de que sólo había sido su imaginación puesto que la suya era muy viva, pero ella sabía lo que había visto ese día y nadie pudo persuadirla de lo contrario.


Aun más extrañas eran las imágenes que Graciela había pintado antes del avistamiento, y cuando tenía escasos 16 años.

 

Las pinturas eran de grupos de seres que se veían exactamente como los extraterrestres grises que más tarde eran dibujados por la gente que decía haberlos visto o que habían sido raptados por ellos. Graciela se disgustó cuando vio a los extraterrestres grises de sus pinturas en una película muy de moda y en la cubierta de un best seller.

 

Ella no recordaba si la habían raptado, como a muchos otros, aunque trató de recordar. Tampoco le inspiraban temor estos pequeños amigos grises. De una forma misteriosa, todas las pinturas que ella había hecho en este período fueron hurtadas. Esas pinturas constituían su serie más popular.


Se dio cuenta de que sus ojos estaban ya cansados de observar las estrellas y los cerró. En su mente, se vio volando por el espacio, las galaxias le pasaban zumbando, ¿o era al contrario?

 

Ella sintió que se acercaba más y más a un planeta en particular. Sus colores eran muy extraños, algo así como animación surrealista por computadora, pero no eran colores de la Tierra. El planeta estaba desierto, vacío de vida o seres vivientes. Rápidamente se cansó de esos paisajes solitarios tan elegantes.


Regresó al espacio y sintió que descansaba dentro de lo que parecía ser su nave privada. Había una silla reclinable que estaba al frente de un panel de control, pero todo era oscuro y escasamente alumbrado en la parte interior. La nave parecía funcionar única con los pensamientos de Graciela y, el ser en el que ella se había convertido, quien piloteaba este vehículo, sabía exactamente cómo darle órdenes con su mente.


La nave como objeto material desapareció misteriosamente de los alrededores de Graciela y su conciencia empezó a moverse con facilidad a través del espacio para explorar otro planeta. Este planeta tenía colores similares, pero había grandes charcos de líquido y seres que tomaban forma a partir de esos charcos. Los seres de líquido eran muy amables y amistosos.

 

Ella sintió que podía permanecer allá mucho tiempo y aprender de ellos.


Graciela escuchó una voz en su cabeza:

"¡Son los Liquidianos!"

La aventura de Graciela había atraído a Atilar, ya que este planeta era uno de sus favoritos.

 

Le sonreía a Graciela, saludaba a sus amigos y uno por uno se los presentaba. Esto era demasiado para Graciela. Se sentó en medio del desconcierto y asustó a sus perros. Trató de recuperar el control de sí misma y decidió que era hora de ir a la cama y dormir un poco. De vez en cuando las cosas se volvían demasiado pesadas y ella no podía manejarlas.


Fue hacia su pequeña cama y se acomodó debajo de las mantas calientes. Olnwynn apareció para protegerla. Le llamó la atención a Atilar y lo acusó de sobrecargar a la pobre muchacha.

 

El gran guerrero celta se sentó al pie de la cama de Graciela entre los dos perros para montar guardia esta noche.
 



Marduk flotaba sobre las aguas color turquesa de su piscina en Sri Lanka.

 

Le gustaba especialmente esta isla sobre el océano índico porque cuando le pusieron el nombre de Ceilán, había sido el hogar del demonio Raksasa Ravanna, quien les había causado grandes dificultades al dios Rama y a Sita en una época anterior.

 

Mientras les sonreía a sus recuerdos, Marduk observó un pájaro llamativo y raro que volaba por el cielo. También amaba a Sri Lanka porque era un lugar de conflicto como el Oriente Medio, el Norte de Irlanda y más recientemente Egipto. Todas estas áreas de conflicto constituían deliciosa comida para Marduk y sus ejércitos, los cuales se alimentaban del temor y el desespero.


Un sirviente androide entró en el jardín de Marduk:

"Señor, algo está apareciendo en la unidad exploradora y yo creo que usted debe verlo. Hay evidencia de una conciencia interdimensional entre los terrícolas".

 

"¿Cómo?" Marduk se levantó bruscamente de su salvavidas inflable y tumbó su vaso de martini de cristal francés.

 

"Sígueme al cuarto de exploración", ordenó.

Marduk condujo al androide hacia el cuarto de exploración, nadie se atrevía a guiar a Marduk a ningún lugar.

 

La unidad exploradora estaba en el centro subterráneo de comunicaciones, uno de los tantos que había construido. Él había convertido la arquitectura subterránea en todo un arte. Sus nuevas máquinas para construir túneles hacían que los viejos túneles de la Gente de la Serpiente se vieran toscos y patéticos.

 

Los túneles de Marduk eran sin par y estaban forrados con un material que parecía mármol italiano fino pero que emitía un amplio espectro de luz y frecuencias electromagnéticas.


El cuarto de exploración estaba amueblado con un escritorio Luis XIV, ornamentado con oro real y una silla de trono que hacía juego. Sillas de mano antiguas chinas adornaban la pared del cuarto y un tapete persa cubría el piso de lapislázuli. La unidad exploradora emitía una señal que mostraba el lugar de la conciencia interdimensional.

 

Se señaló el lugar: Montaña Perdida, el Noroeste del Pacífico.


Marduk estaba furioso. Esta nueva conciencia apenas comenzaba, pero Marduk sabía que tenía que extinguirla inmediatamente antes de que creciera y se esparciera hacia otros como un cáncer. Si los seres humanos se daban cuenta de que había otras dimensiones y otras formas de vida, sus cerebros podrían abrirse más allá de su lastimosa capacidad normal del 10% y ya no podrían ser controlados.

 

Y Marduk vivía para y del control.


Ordenó que se enviara un helicóptero a Montaña Perdida con la doble función de fotografiar el área y de asustar al ser humano que vivía allá.

 

Quizás él podría espantarla de la montaña y hacerla regresar a las ciudades donde las frecuencias electromagnéticas eran más fuertes, más hostiles y la harían volver a modo de supervivencia, lo que aplastaría este nuevo estado de conciencia que florecía.
 



Graciela despertó.

 

Sus perros ladraban furiosamente. A través de la ventana de su cuarto se filtraba un chorro de luz que caía sobre las mantas de la cama de Graciela. La luz venía de un helicóptero que flotaba ruidosamente en el aire por fuera de la ventana. Ella brincó de la cama y corrió hacia abajo.

 

¿Qué diablos pasa?


Ahí estaba, un enorme helicóptero negro que no era como los helicópteros que ella había visto antes. Era liso, ominoso, amenazador, algo como sacado de una novela de ciencia ficción. Su oscuridad se veía más siniestra a causa del diseño aerodinámico de su estructura.


La máquina negra continuaba derramando su rayo de luz hacia la cabaña de Graciela. Por un momento pensó en un arma para defenderse pero luego se dio cuenta de que eso no le serviría para nada. Un helicóptero como ese seguramente tendría a bordo armas sofisticadas, por lo menos rifles M-16. Ella se obligó a respirar profundamente. El helicóptero voló a lo largo y ancho del valle donde Graciela vivía muy sola. Envió una poderosa luz infrarroja a un establo y gallinero abandonados que había en la parte baja de la carretera.


Finalmente, después de meter a la fuerza otra vez el chorro de luz, el desagradable helicóptero negro desapareció, aparentemente rumbo hacia el norte. Graciela no sabía a que punto exactamente. Se sentó rendida y trató de calmar a sus perros.

 

¡Definitivamente necesitaba un trago de vino!
 



Mientras Graciela corría por su cabaña, Olnwynn llamó la atención de Inanna hacia el helicóptero negro.

"¡Marduk!", exclamó Inanna. "¿Cómo se atreve? Si llega a tocar a Graciela, lo llevaré ante el Consejo antes de que pueda parpadear. ¡Lo que no daría por apuntar mi arma de plasma a su perfecta nariz!"

Melinar detuvo esos pensamientos en Inanna.

"Inanna, querida, estamos en el proceso de evolución. No es apropiado que abrigues pensamientos de venganza en este momento".


"Quisiera envolver a ese reptil hijo de.... Está bien, Melinar, me calmaré; estoy pensando como Olnwynn".

Éste se rió.

 

Ahora me va a echar la culpa a mí, pensó él, cuando ella fue quien me creó para empezar.

"Inanna, tenemos que proteger a Graciela", le suplicó Olnwynn.

Inanna acudió a sus pantallas y llamó a Anu, quien estaba en las naves de los Etéreos con Enlil. A Atilar todo esto le pareció muy interesante y, cuando vio que la nave nodriza de los Etéreos entró en la conciencia de Inanna, con emoción se proyectó a sí mismo a bordo.

 

Inmediatamente estaba parado al lado de Anu y Enlil en el cuarto de comunicaciones y en ese momento les estaban informando sobre el incidente del helicóptero.

"Atilar, ¿qué haces?", gritó Inanna.

Anu respondió por Atilar:

"Oh, permítele que se quede. He querido hablar con uno de tus Yo multidimensionales Inanna, y éste me parece bastante apropiado. No te preocupes por Graciela; voy a ordenar protección inmediatamente. Ese pillo, aunque sea mi nieto no le permitiré que destruya lo que podría ser nuestra última esperanza".


"Oh, Anu, no digas esas palabras, última esperanza. Muy seguramente los Yo multidimensionales de Enki, Ninhursag o de los otros se están acercando hacia la activación de sus genes divinos", dijo Inanna.


"Bueno, parece ser cuestión de sincronicidad y sinergia, querida. Si sólo uno despierta, los otros que también lo deseen despertarán simultáneamente. La transformación es interconectada. Cada humano está conectado a otro, y por eso cada uno es parte de los otros. Todos son vitales para nuestra misión".


"Te extraño, Anu. Dale mi amor a mi bisabuela Antu. Cerraré la transmisión ya. No dejes que Atilar te moleste".

Anu se volvió a su hijo Enlil con toda su majestuosidad y belleza. Los dos eran tan parecidos por naturaleza que incluso el cabello dorado de Enlil estaba empezando a encanecer como el de Anu. Había sido una época difícil para ambos líderes.

 

Anu había perdido a Nibiru y Enlil a la Tierra. Los dos, padre e hijo, habían pasado los últimos siglos conformando un ejército de renegados para reclamar el sistema solar Pleyadiano de las manos de Marduk y sus tiranos. Estaban planeando el regreso y trabajaban hombro a hombro con el Consejo y muchos otros líderes pleyadianos que también estaban en el exilio.

 

Pero primero había que sanar las heridas que la familia de Anu le había causado al planeta Tierra.


Anu y Enlil, así como Enki y los otros, habían sido obligados a pensar introspectivamente. Tenían que llegar a un acuerdo con la etapa adolescente de su evolución y tenían que cambiar lo suficiente para ir más allá de la tiranía.

 

Anu y Enlil fueron hacia la puerta y le ordenaron a Atilar que los siguiera para encontrarse con los Etéreos.
 

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XVI - LA NAVE NODRIZA


Anu y Enlil, seguidos por Atilar entraron en el salón central de reuniones de la nave etérea. Alrededor de una mesa grande y ovalada, estaban sentados tres etéreos: el capitán, el ingeniero jefe y el director de comunicaciones. Atilar se maravilló de los cuerpos de los etéreos; a primera vista parecían sólidos, pero cuando se les miraba de cerca, era obvio que realmente eran transparentes o quizás traslúcidos.

 

Sus formas físicas podrían describirse como moléculas que vibraban a diferentes frecuencias para emitir muchas apariencias diferentes de densidad. Era como si ellos pudieran modificar sus frecuencias y adaptarse a cualquier nivel de vibración.

 

Eran más hermosos que cualquier raza que Atilar hubiera visto. Su inteligencia fina y apacible les daba a sus rostros una belleza estructural que ningún humano poseía, ni siquiera la desafortunada sacerdotisa de Atilar.


El interior de la nave era limpio, elegante y muy funcional. La luz salía de las paredes. Había aquí un matrimonio perfecto entre la tecnología y el arte. Atilar nunca había visto algo así. La nave debía de medir muchos kilómetros de diámetro, era mucho más grande de lo que se veía en la pantalla de Inanna y a bordo había cientos, quizás miles de seres.


Anu le habló al capitán:

"Señor, el tirano dios Marduk ha enviado un helicóptero negro para atormentar a uno de los Yo multidimensionales de la señora Inanna. Ella ha mostrado potencial para una futura activación de su ADN y ha recordado a muchos de sus otros Yo, los cuales han estado en comunicación entre ellos y también con Inanna. Yo quiero ponerle fin a este hostigamiento. De nuevo Marduk viola la ley de no interferencia.

 

Solicito que sobre el área de Montaña Perdida se coloque una cúpula de luz protectora y que su jefe de comunicaciones esté pendiente de la muchacha. Nos parece que ella es muy valiosa para el proceso de transformación y el futuro posible".

 

"Sí, por supuesto, Anu. Nos encargaremos de eso inmediatamente".

El capitán le hizo una seña al director de comunicaciones y al ingeniero jefe quienes salieron del cuarto para hacer los preparativos pertinentes a la cúpula protectora.

"¿Quién es el que está con ustedes?", le preguntó el capitán a Anu.


"Este es uno de los Yo multidimensionales de Inanna; creo que se llama Atilar. ¿Es correcto?", preguntó Anu.


"Así es, ese es mi nombre. Soy de la época de la Atlántida, de antes de la gran corrupción de poder que se presentó allá. Los datos de mi vida son básicamente los de un adepto. Durante toda mi vida busqué el control de mí mismo y logré mucha grandeza, pero como nunca me permitieron sentir, el desequilibrio me impulsó a arrebatarle la virginidad a una joven sacerdotisa de quien me había enamorado. Como consecuencia de ese crimen me ejecutaron".

El capitán miró profundamente a Atilar y con mucha compasión dijo:

"Hijo mío, ese es el estilo de las frecuencias de densidad inferior. La intensidad de los anillos materiales de la Tierra y otros lugares similares tiende a generar experiencias desequilibradas que a menudo conducen a la tragedia. Estos mundos de densidad inferior son los lugares que le dan al Primer Creador la oportunidad de aprender, de probarse a sí mismo en medio de las vastas ilusiones de su separación. Tú debes ser como el Primer Creador; perdónate a ti mismo y asimila las extravagancias de los datos de tu vida. Entonces podrás moverte hacia otros mundos para jugar en la eternidad".


"Pero todavía no", interpuso Anu, "ahora estamos jugando a liberar a los humanos de sus tiranos".


"Sí, estoy empezando a comprender".

A Atilar le encantaba la nave nodriza; se sentía extraordinariamente bien.

"Quisiera permanecer aquí y aprender de ustedes todo lo que pueda. Mis antecedentes como modulador de cristales de frecuencia me motivan a interesarme mucho por su nave y la tecnología etérea. A menos que Inanna me llame o me necesite. Como ella es mi creadora, todavía deseo servirle en todo lo que pueda".

Anu miró al capitán buscando su aprobación para que Atilar se quedara.

 

Éste estuvo de acuerdo y dijo que sería interesante tener a bordo un ser humano del planeta Tierra, aunque esté desencarnado. Quizás todos podían aprender de todos y ellos querían explorar el potencial humano con alguien de las cualidades de Atilar.


Atilar estaba feliz; con su vocabulario trató de expresar sus sentimientos, mas no pudo. La nave en sí misma poseía un nivel de frecuencia de ser tan inédito que Atilar no había podido encontrar las palabras para expresar las sutilezas de sus pensamientos.


El capitán leyó la mente de Atilar y dijo:

"Ya has descubierto uno de nuestros dilemas. ¿Cómo nos comunicamos con seres cuya frecuencia no vibra con la misma sutileza que la nuestra?"

Se abrió la puerta y entró un hombre, con su brazo alrededor de una mujer increíblemente hermosa.

 

El capitán los presentó:

"Quiero que conozcan a la Dama de los Granates y a su esposo, el comandante Naemon. Ellos son de la familia de Lona, una gran dinastía de pleyadianos que tuvieron la mala suerte de haber sido conquistados por aquel que también atormenta al planeta Tierra. Ellos están aquí por la misma razón que ustedes, Anu y Enlil, para observar el progreso de la especie humana y para ayudar en todo lo que sea posible".

Atilar no pudo dejar de contemplar a la Dama de los Granates; se parecía mucho a su sacerdotisa.

 

Su piel era suave y blanca e irradiaba salud. Sus ojos eran de color verde esmeralda. Pero fue su cabello lo que más lo impresionó. Era rojo oscuro con reflejos de cobre. De conformidad con su título, ella estaba cubierta de granates que le daban la vuelta a su atractiva garganta y estaban hábilmente cosidos por toda su vestimenta. Ella era muy hermosa y su esposo, el comandante, era la pareja perfecta: bien parecido y fuerte. Era evidente que la adoraba.

 

Ella le hizo una seña a Anu a quien obviamente conocía y mirando a Atilar preguntó:

"¿Quién es este ser tan encantador?"

No era común ver a un terrícola, incluso a uno sin cuerpo, a bordo de la nave y por eso la curiosidad de la dama se despertó.

 

El capitán respondió:

"Este es Atilar, que acaba de llegar del planeta Tierra. Es uno de los Yo multidimensionales de Inanna y ha solicitado permanecer en la nave con el fin de aprender".


"¿Uno de los Yo de Inanna? Oh, qué emocionante", respondió la dama. "Inanna y yo somos muy amigas. Cuando yo era niña solía asistir a las fiestas de su bisabuela Antu, en Nibiru. Ella y yo éramos unas niñas de mucha imaginación y muchas aventuras. Nuestras personalidades son muy similares. Yo la estimo mucho y me encantaría enseñarle la nave a Atilar".


"¿No sería eso interesante, querido?"

Atilar se dio cuenta de que el comandante se alegraba de hacer lo que su hermosa mujer deseara.

"Por supuesto, mi ángel".

El comandante apretó su delicada mano.

 

Entonces Atilar hizo un recorrido por la nave con sus nuevos amigos mientras Anu, Enlil y el capitán etéreo iban a chequear la cúpula que se estaba planeando sobre Montaña Perdida en el Noroeste del Pacífico.
 



Graciela salió perezosamente de la cama.

 

No había dormido muy bien después de que el helicóptero se había marchado. Empezó a moler muchos granos de café y el sonido del molino le recordaba los motores del helicóptero. Dios mío, ¿de qué se trataba todo eso? Ante todo ella estaba furiosa.

 

¿Cómo se atreve a volar por encima de su casa de esa forma y a arrojar esa maldita luz en su cuarto? ¿Había algo que pudiera hacer?


Se sentó junto al teléfono con una taza de "espresso" oscuro y fuerte y empezó a buscar en las páginas amarillas. Llamó a todas las agencias del gobierno y a los aeropuertos que pudo. Pero siempre era la misma respuesta: no había ningún reporte de vuelos de helicópteros la noche anterior, nada, cero. Absolutamente nada. Casi todos la dejaban esperando, luego la transferían a otra persona. La demoraban una eternidad. Incluso llamó a la Agencia de Control de Drogas. Ah, ellos fueron muy serviciales. Le pidieron que los llamara de nuevo en caso de que el helicóptero regresara.

 

Pensaron que se trataba de narcotraficantes canadienses y le agradecieron.


La única persona que le ayudó fue un piloto retirado que trabajaba en uno de los pequeños aeropuertos locales. Le dijo que lo olvidara todo, que nunca, para decirlo claramente, nunca averiguaría quiénes eran o por qué estaban allá. Lo que vio simplemente no había sucedido. También mencionó algo muy extraño. Graciela le había dicho que ella sabía que no era un ovni puesto que el helicóptero hizo mucho ruido y los ovnis eran silenciosos.

 

Pero él la desconcertó diciendo:

"¡No todos!"

Para el mediodía Graciela había agotado todas las posibilidades. Si ni la Armada, ni la Agencia de Control de Drogas, ni la Fuerza Aérea le querían ayudar, ¿por qué molestarse? Decidió ir al pueblo y buscar algo para almorzar. Montó sus perros en la camioneta y bajó por el camino de tierra alejándose de Montaña Perdida hasta llegar al pueblo cercano. Estaba cansada, enfadada y tenía hambre. La atormentaba la idea de no poder averiguar quiénes eran los intrusos.

 

¿Y si regresaban?


Se detuvo para visitar a algunos de sus nuevos amigos y les contó la historia. No le creyeron y se preguntaban qué estaba haciendo una chica tan atractiva como Graciela viviendo sola en Montaña Perdida. Les pareció que era una chica muy rara. Fueron muy amables, pero no le pudieron brindar ninguna ayuda. Graciela sabía que, como de costumbre, estaba sola.


Cuando regresó a su cabaña, se dio cuenta de que había mensajes en su contestador automático. Sintió algo de esperanza, quizás alguien la había llamado con información. Apretó el botón para escuchar sus mensajes, pero no había voces, sólo un sonido totalmente desconocido. Ella escuchó con atención y trató de identificar el ruido.

 

Era tan misterioso, como... ¿qué era eso? Como una especie de máquina de coser que hacía eco en un anfiteatro enorme, o como el zumbido suave de motores. Sonaba como, bueno, sí.... sonaba como el interior de una nave espacial gigante.

 

¿Pero cómo podía saberlo ella?

 

De algún modo lo sabía; de algún modo sabía que estaba escuchando sonidos que procedían del interior de una nave, una nave que estaba en algún lugar del espacio exterior.


Toda la cinta del contestador contenía los ruidos extraños. Ella se sintió mucho mejor. Esa noche mientras dormía soñó que su pequeño valle estaba cubierto por una cúpula de energía invisible que la protegía a ella y a sus perros de cualquier intruso.

 

La cúpula salía de una nave espacial enorme que estaba en el espacio, en algún lugar más allá de Saturno. Graciela durmió muy bien protegida por esta luz de amor que venía de encima del planeta Tierra.


Inanna y Melinar sonrieron desde el óvalo transparente que estaba en lo profundo de la Tierra.

 

Qué bueno era tener amigos en las altas esferas.
 

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XVII - FUSION


A la mañana siguiente, Graciela se fue al bosque de cedros.

 

Era uno de aquellos días que se pueden presentar en cualquier época del año en el Noroeste del Pacífico, en primavera o en invierno. En la Costa Este a este tipo de días se le llama Veranillo de San Martín. El sol brillaba y hacía calor, el cielo era azul claro y una brisa penetrante y fresca jugaba con los cedros y hacía que la luz del sol danzara a través de los árboles y sus hojas verde pálidas. La neblina y el polvo se levantaban desde el piso del bosque como mágicas columnas de humo.


Graciela se acostó sobre una gruesa capa de musgo y sintió la fuerza de la Tierra.

 

Se relajó con la sensación de que se acercaba a su verdadero hogar, al hogar que está adentro. Sus perros se acomodaron a su alrededor de la manera protectora usual. Los dos reían felizmente al estar en un lugar tan maravilloso; era como si sintieran que algo especial estaba a punto de suceder y Graciela sonrió al verlos tan felices.


Ella miró alrededor del bosque y vio a Inanna parada al lado de un bello árbol antiguo.

 

Ya confiaba y amaba a esta dama sabia y hermosa de piel azul que estaba parada mirando con amor a Graciela y sus perros. Era un hermoso día que le recordaba a Inanna las épocas felices cuando su vida había sido tan sencilla, cuando había sido la niña malcriada y adorada de la familia de Anu. Melinar estaba con ella y sus brillantes fulguraban.


Inanna se concentró en el Ser de Luz radiante que se le había aparecido en el óvalo de la vieja Mujer Serpiente y lo llamó al bosque de cedros, a este tiempo y a esta dimensión.

 

Ante los ojos de Graciela tomó forma el ser más hermoso que había visto.

 

El Ser de Luz estaba hecho de luces radiantes llamativas, era un espectro de colores diferentes dorados, de azules tornasolados y colores rosados, todos salían como disparos, como si fueran fotones que se reagrupan permanentemente para su propio placer. El sólo mirar este espectáculo dejó a Graciela sin aliento. Lágrimas de gozo bajaron por su rostro. Melinar explotó de energía e Inanna sintió una paz y alegría inusuales.


Graciela preguntó:

"¿Quién eres tú?"

El Ser de Luz comenzó a hablar con una voz melodiosa que repercutía en las armonías de los reinos angelicales.

"Yo soy tú, Graciela, soy Inanna y todo lo que ella ha sido, todos sus Yo. Yo soy Olnwynn y Atilar, soy Doncella del Cielo y Chandhroma, soy todas las expresiones que han venido de la mente del Primer Creador a través de mí y de mi querida Inanna".

Graciela comenzó a dudar de sus ojos y oídos. Ella pensó que seguramente nunca sería tan extraordinariamente bella o maravillosa como este ser que ahora estaba frente a ella.


El Ser contestó los pensamientos de Graciela:

"Mi dulce niña, yo soy lo que tú siempre has sido. Recuerda quién eres, recuerda quiénes somos, Inanna y yo. No te juzgues a ti misma. Cuando tú juzgas, te retiras de nosotros. Nosotros no juzgamos. Recordamos, somos y siempre hemos sido uno: un ser, un cuerpo. Recuerda".

Graciela sintió que el temor inundaba su cuerpo, el temor a lo desconocido.

 

De nuevo, el Ser habló al corazón de Graciela:

"Yo soy lo que tú siempre has sido, amada. No es necesario que sientas temor. Tu sistema de circuitos está ahora alineado para tener una mejor recepción. Al abandonar tu programación de temor te abrirás hacia nuevas realidades posibles y nos autorizarás a transmitir una onda de cambio a tu ser, a todas tus células.

 

Pero tienes que abrirte, tienes que permitirnos que te ayudemos. No podemos ir a donde no nos han invitado, y no podemos interferir a menos que tú nos pidas que te ayudemos a limpiar la programación limitada de tus códigos genéticos. Deseamos llegar a ser conscientemente uno contigo".

Graciela miró a Inanna que obviamente deliraba de felicidad, y a Melinar que parecía girar más rápido que la velocidad de la luz. En el desierto había una tenue luz dorada. Todo lo que normalmente parecía ser sólido, vibraba con luz y aparentemente era traslúcido.


¿O será que las cosas realmente nunca son sólidas sino que oscilan con energía de luz?


El Ser habló de nuevo:

"Tú ves la materia como energía vibrante porque eso es lo que es. Borra tu programación de temor, amada. El temor y la duda son interruptores de circuito, el amor es un intensificador. Nosotros somos amor, el amor del Primer Creador. Ábrete a nosotros y suelta tu temor. Tu vida y sus expresiones se incrementarán más allá de lo que te hayas imaginado.


"Nunca estuviste separada de nosotros, amada. Estás dentro de nosotros y nosotros dentro de ti. Como esas muñequitas rusas que encajan una dentro de la otra, nosotros todos somos parte del otro. En otras épocas muchos de los otros Yo multidimensionales empezaron a recordar, pero es ahora, en este tiempo y espacio que tú, Graciela, empiezas el proceso de unificar todas las experiencias de los Yo proyectados por Inanna.

 

Todos los datos de vida de diferentes Yo vienen hacia ti en este ahora porque tú has buscado la verdad y ahora es el momento. El coraje y la pasión de todos aquellos que están dentro de ti activarán lo que ha estado latente dentro de tus códigos genéticos, irradiando así un gozo contagioso a todo el planeta".

Graciela sintió una brisa suave que acarició su rostro mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Nunca había estado tan feliz en su vida.

 

Era como si todo el dolor que llevaba adentro lo hubieran lavado y ese lugar lo ocupara algo nuevo. Se sintió amada y el poder de ese amor inició una reacción nuclear en todo su sistema metabólico. Sintió que sus células explotaban, que hacían burbujas dentro de ella. Nunca antes había experimentado algo así.


Miró a su alrededor y se dio cuenta de que el bosque estaba repleto de seres, algunos eran los Yo multidimensionales de Inanna, o las vidas pasadas de Graciela, las cuales no eran del todo pasadas, porque como ella lo veía claramente, estaban todos aquí, ahora. Y se fusionaban con ella mientras conservaba sus Yo separados.


Miró a Olnwynn, el maravilloso guerrero celta, aun atractivo, que sonreía de oreja a oreja. Lo escuchó dar su grito de guerra y sintió que su coraje se fundía dentro de ella.

 

Chandhroma danzó frente a Graciela; las campanas de plata que rodeaban sus tobillos delicados sonaban con deleite. Los movimientos garbosos de Chandhroma inspiraron a Graciela a recordar lo que su propio nombre significaba: gracia. Su madre le había puesto ese nombre porque siempre había dicho que Graciela había venido por la gracia de Dios. Incluso en medio de su propia infelicidad personal, su madre había tratado de amarla y le había dado regalos inestimables. Graciela lloró al pensar en todo esto.

 

La vida podía doler tanto.


Atilar caminó hacia Graciela y entró en su ser. Estaba ansioso de regresar a la nave nodriza, pero sabía que este momento era más importante. Él había sido un maestro de la concentración y su conocimiento de la variación de las frecuencias de poder en los cristales tenía muchas otras aplicaciones potenciales.

 

Graciela absorbió este entendimiento y la sabiduría que Atilar había adquirido de su caída. Él todavía amaba a la joven sacerdotisa con todo su corazón y estaba decidido a encontrarla en algún lugar de la inmensa extensión del tiempo para ayudarla como mejor pudiera .


Apareció Doncella del Cielo. Se sentía muy a gusto en este bosque puesto que amaba la Tierra y el cielo. Se había convertido en una con los cielos para atraer sus bendiciones hacia la Tierra, el campo y el bosque. Bendijo a Graciela y le dio la sabiduría de su vida como india. Fue una unión muy natural para ellas dos; la sangre de la tribu de la Doncella todavía corría por las venas de Graciela. Ella sintió que absorbía los datos de la vida de la Doncella del Cielo, su amor por los cielos y su amor perdido, Pluma de Fuego; la tristeza de la pérdida y la pasión por la vida.


Cada uno de los Yo de Inanna se disolvió en la conciencia de Graciela y cada uno le trajo dones. Merwyn le trajo su paciencia y amor por el conocimiento, Raquel su pureza inocente y Tenzin sus visiones místicas y artísticas. Graciela estaba plena, su cuerpo estaba encendido; el fuego que quema pero que no consume.

 

Inanna tocó tiernamente el rostro de Graciela y desapareció en la neblina del bosque. Los otros también se desvanecieron.

 

Algunos no eran Yo multidimensionales de Inanna y estaban allí sólo para observar. Graciela nunca los había visto antes y no sabía quiénes eran. Para sorpresa suya había estado allí una hermosa mujer de cabello rojo ondulado que estaba cubierta de granates. Tenía que acordarse de preguntarle a Inanna quién era esta dama, pero no ahora. Ya se estaba sintiendo un poco cansada y tenía mucha hambre. Era hora de ir a casa.


Los perros saltaban de regreso a casa; pensaban en la sopa de pollo y el pan con mantequilla caliente. Guiaron a Graciela por la trocha que conducía a la cabaña.

 

¡Qué día!, pensó ella. ¡Qué día tan sorprendente, mágico y maravilloso!

 

Se preguntó si así sería el gozo supremo.


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XVIII - POLVO COSMICO


Marduk estaba sentado en la sala de control principal observando la pantalla de la unidad exploradora de las fuentes de energía. La población de la Tierra producía continuamente lo necesario para que se alimentaran él y sus legiones: temor, culpa y ansiedad, las energía sutiles de las cuales se alimentaban sus tropas.

 

Estaba esperando que le sirvieran champaña y caviar, de modo que cuando se abrió la puerta se sorprendió mucho al ver la expresión en el rostro de su sirviente que llegó con las manos vacías.

"Maestro, sobre el área de Montaña Perdida han colocado una cúpula protectora de luz de alta frecuencia. No estamos seguros de su fuente, pero pensamos que viene de una nave nodriza etérea localizada más allá de la órbita de Saturno".

Marduk sintió su adrenalina reptil agitándose por todo el cuerpo. ¿Cómo se atreven?

 

Esos malditos etéreos no bloquearían tan fácilmente su misión de reconocimiento. Enviaría un par de sus naves de guerra para contrarrestar la cúpula protectora. Dos o tres ráfagas de radiación de sus armas de plasma destruirían la cúpula con facilidad. Dio las órdenes y pidió su champaña. Se sentó de nuevo frente a sus unidades exploradoras y maldijo a los etéreos, algo que simplemente no se hace.


Era de noche en Montaña Perdida. Los cielos estaban transparentes y Graciela sentía algo que las palabras no podían expresar. Encendió las velas en su cabaña, se sentó junto a la ventana y miró hacia la noche. Todo se veía tan diferente; era como si nunca antes hubiera visto las estrellas.


Graciela se preguntó cómo había empezado Inanna a emprender su viaje multidimensional. Inanna puso en acción su enfoque y llamó a la primera de sus excursiones de carne y sangre, o sea al ser de túnica blanca que les había mostrado una columna de luz a los buscadores en el Himalaya.

 

Le enseñó a Graciela el círculo y le permitió sentir el poder del amor que aquel ser había sentido por los que estaban en el círculo. Inanna se había entregado a ellos y había llegado a amarlos profundamente. Y, como nosotros nos convertimos en lo que amamos, ella se convirtió en parte de ellos. Formar estos seres había sido la experiencia más satisfactoria que había conocido hasta ese tiempo.


Inanna explicó:

"Todos los seres que están en ese círculo han sido la fuente del amor que ha generado tanta pasión dentro de todos mis Yo multidimensionales. Y algunos de los que están en el círculo son las mismas personas que mis Yo han amado y que se han afectado mutuamente en el tiempo y el espacio".

Graciela vio a Inanna como el ser de túnica blanca que había sentido tanto amor que se atrevió a descender a las densas frecuencias de la Tierra en un cuerpo humano.

 

No sintió temor cuando vio que salían ondas de energía de las manos que estaban dentro de la túnica blanca. Estas ondas se movieron con ternura hacia ella y la llenaron de una liviandad de ser. Graciela se abrió.


En el ojo de su mente, Graciela vio los brillantes cambiantes con todos sus colores; la temperatura de su cuerpo aumentaba y a medida que las ondas la bañaban, cada célula de su cuerpo empezaba a vibrar a una frecuencia más alta y a convertirse en luz. Graciela se estaba convirtiendo en luz: no luz reflejada, sino luz de su propia fuente, de adentro.


Sentía que se extendía, se expandía hacia el universo. Recordó a todos los Yo de Inanna, a Olnwynn, Doncella del Cielo, Tenzin y los otros. Todos vinieron a ella y sonrieron porque estaban en ella y eran parte de su proceso. Lo que ella experimentaba, ellos lo sentían. Graciela sintió una unidad, no sólo con los Yo sino también con Inanna y más allá con la Tierra, con los cedros altos, con las estrellas y el universo. Se transformó en un sentimiento de gozo inefable cuando supo, simplemente supo, que era una con toda la vida, con todo. Se convirtió en el gozo mismo.


Graciela empezó a reír. Una risa tierna y afectuosa la rodeó y, como la risa es contagiosa, Inanna empezó a reír con ella. Las dos chicas reían, reían y reían.
Las dos empezaron a sentir algo nuevo.

 

En el mismo momento sintieron que, como eran una con todo lo que había en la creación, también eran una con Marduk. No sólo era él parte de ellas sino que lo amaban. De un modo increíble, Inanna sintió amor por Marduk, hasta vio su belleza. Ese amor les proporcionó a ellas dos la sabiduría para saber que Marduk no solamente era la proyección inconsciente de la locura tiránica de los hijos de Anu, sino que también era parte del Primer Creador.


Marduk era la porción de energía que permitía que sobre la Tierra, en la especie humana, se presentara una comedia mágica, una ilusión de limitación con el suficiente poder de crear una forma de vida completamente nueva, un nuevo código genético que portaba posibilidades nuevas y potenciales frescos para la creación.


La tierna risa de Inanna y de Graciela resonó por toda la Tierra hasta el cielo. La fuerza de su gozo se esparcía simultáneamente por toda la Tierra y más allá de ella. La conciencia no tiene barreras, así que los otros que también buscaban la verdad estaban sintiendo exactamente lo mismo en el exacto momento. Los Yo multidimensionales de Enki y Ninhursag, así como los de otros miembros de la familia de Anu, empezaron a reír. También otros quedaron afectados por este contagio de la verdad, gentes que eran de otras formas de vida y también terrícolas; todos reían en su nuevo conocimiento.

 

El proceso había comenzado. La verdad los había hecho libres.


Marduk derramó su champaña. Se enfrentó a una visión terrible: en las pantallas de sus unidades exploradoras se vio evidencia repentina de una disminución enorme en la productividad. En menos de un minuto de la Tierra el suministro de temor había disminuido de una forma alarmante. Saltó de su trono dorado y se lastimó el dedo del pie, bueno, su garra.


Tenía que haber un error; el extenso suministro de recursos no pudo haber disminuido tan rápidamente. Empezó a gritarles a sus sirvientes y a presionar toda clase de botones electrónicos de alarma. Se estaba enloqueciendo; sus ojos se hincharon y su rostro se desfiguró. Manoteaba como un loco y les gritaba a sus clones.

 

Pero Graciela y todos los otros estaban por encima de él, ya no los podía controlar o lastimar porque habían cambiado sus códigos genéticos y se habían alejado de su frecuencia.

 

Ellos ya vibraban en medio de un espectro que él ni siquiera podía ver, mucho menos tocar.
 



Atilar había regresado a la nave nodriza y estaba con el comandante y su Dama de los Granates.

 

Todos estaban emocionados por lo que estaba sucediendo en la Tierra. La Dama había decidido proyectar Yo multidimensionales en diferentes coordenadas de tiempo/espacio para unirse a la alegría de su amiga Inanna. Naturalmente el comandante se uniría a ella, pues era tan protector de su amada.

 

Había empezado una nueva tendencia y muchos otros seguirían este curso de acción
 



De regreso en Montaña Perdida, Graciela miró el reloj.

 

Eran casi las cuatro de la mañana y todavía estaba oscuro. Las estrellas apenas empezaban a palidecer. Ella se sentía llena de energía y se le ocurrió que sería maravilloso ir a dar un paseo. Echó algunas cosas en su mochila, llamó a sus perros y todos se dirigieron al camión. Mientras bajaban por el camino de tierra que daba comienzo a la montaña, Graciela pensó cuan agradable sería bajar por la carretera abierta a media noche y sentir el viento sobre su cabello.


Sí, pensó Graciela, iré a la ciudad, a cualquiera y de ahí me iré a otra llevando conmigo la Onda dentro de mí y ofreciéndola, simplemente con el hecho de estar ahí, a todo aquel que la quiera.

 

¿Cuál era el dicho?

"Lo que hay que hacer, es ser"

¡Sí, eso es!

 

En voz baja empezó a tararear compases de esa vieja canción gospel de la Guerra Civil, Amazing Grace. Los perros competían por la ventana. Ellos compartían su felicidad y siempre estaban listos para cualquier aventura.

 

Mientras bajaban por el camino de tierra, la camioneta de Graciela levantaba polvo; pero esta noche era polvo cósmico.
 

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XIX - DESPUES


Era hora de reunirse con el Consejo de la Federación intergaláctica. Debían asistir Inanna y Anu con los otros miembros de la familia, Enki, Ninhursag, Ninurta, Ereshkigal y todos los otros con excepción de Marduk.


Inanna estaba muy emocionada porque tenía tantas cosas para informar. Por fin sus Yo multidimensionales estaban progresando muy bien y el verdadero cambio estaba comenzando, gracias a la Onda y a tantos otros factores. No podía olvidar agradecerles a los etéreos por proteger a Graciela. Inanna se sentía regocijada con esa felicidad que llega con la realización, y también con esa nueva sensación de unidad que ella y Graciela habían descubierto. La vida era buena; Inanna se veía más hermosa que nunca. Se sentía plena y su suave piel azul resplandecía.


Incluso Enlil había felicitado a Inanna y Anu la había besado cariñosamente. El siempre había amado a su Inanna. Antu también estaba allá; no quería perderse toda la emoción del momento.


También estaba la posibilidad de conocer nuevos amigos e invitarlos a sus fiestas. Esta era una gran celebración.


Anu y Enlil estaban listos para discutir las posibilidades de trasladar a los líderes exiliados otra vez a las Pléyades. Todavía había mucho trabajo por hacer pero habían llegado muy lejos y Enlil ya estaba planeando la logística de la operación. El puño de hierro de la tiranía estaba empezando a aflojar en todas las galaxias. Era hora de que empezara una nueva edad dorada; le había llegado su final al Kali Yuga, la edad de la oscuridad. El Primer Creador estaba evolucionando como siempre.


Inanna estaba de pie mirando a los otros en el salón intergaláctico. Se sentía muy feliz y no estaba pensando en nada particular, cuando sintió una presencia detrás de ella. Por su cuerpo se esparció una sensación calurosa y sintió que alguien respiraba muy cerca de ella.


Lentamente dio la vuelta en respuesta a esta energía sutil que empezaba a atraer toda su atención. Ahí estaba él, el hombre maravilloso que había deseado conocer desde hacía tanto tiempo. Inanna lo miró a los ojos; ellos danzaban con sabiduría y humor y eran como diamantes en la noche. Sintió una profunda reminiscencia, pero no supo por qué. El silencio la inundó.


El extendió su mano hacia la de ella y sonriendo dijo:

"Permíteme presentarme."

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FIN

 

 

 

 


FUENTES PARA EL REGRESO DE INANNA

"Abduction: Human Encounters with Aliens", John Mack; Scribner's Sons, 1994.
"Alien Identities: Ancient Insights into Modern UFO Phenomena", Richard Thompson; Govardhan Hill Publishing, 1993.
"Babylon", Edición revisada, Joan Oates; Thames and Hudson, 1979.
"Bringers of the Dawn - Teachings from the Pleiadians - Mensajeros del Alba", Barbara Marciniak; Bear & Co., 1992.
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"Gilgamesh, translated from the Sin-leqi-unninni versión ", John Gardner y John Maier; Alfred A. Knopf, 1984.
"The Greatest Story Never Told", Lana Corrine Cantrell; Biohistorical Press, 1988.
"The Holographic Universe", Michael Talbot; Harper Collins, 1991.
"Inanna, Queen ofHeaven and Earth: Her Stories and Hymns from Sumer", Diane Wolkstein and Samuel Noah Kramer; Harper and Row, 1983.
"The Language of the Gods: Sanskrit Keys to India 's Wisdom", Judith M. Tyberg; East West Cultural Center, 1970.
"The Mahabbarata", traducido y editado por J.A.B. van Buitenen; University of Chicago Press, 1973.
"The Myth of the Goddess: Evolution of an Image", Anne Baring y Jules Cashford; Arkana Penguin Books, 1991.
"Myths and Symbols in Indian Art and Civilization", Heinrich Zimmer; Bollingen Series/Princeton University Press, 1946.
"Quantum Reality: Beyond the New Physics ", Nick Herbert; Anchor Press/Doubleday, 1985.
"Samuel Taylor Coleridge, The Oxford Poetry Library", editado por H.J. Jackson; Oxford University Press, 1994.
"The Secret Garden", Mahmud Shabistari, traducido por Johnson Pasha; The Octagon Press, London, 1969.
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"Wholeness and the Implícate Order", David Bohm; Ark Paperbacks, 1983.


Libros de Alain Danieloy:
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"While the Gods Play: Shiva Oracles and Predictions on the Cycles of History and the Destiny of Mankind", Inner Traditions International Ltd., 1985.
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"Gods of Love and Ecstasy: the Traditions of Shiva and Dionysus", Inner Traditions International Ltd., 1979.
"The Complete Kama Sutra", traducido por Alain Danielou; Park Street Press, 1994.
 

Libros de Samuel Noah Kramer:
"History Begins at Sumer: Thirty-Nine Firsts in Man's Recorded History", University of Pennsylvania Press, 1981.
"In the World of Sumer: an Autobiography", Wayne State University Press, 1986.
"The Sumerians: Their History, Culture and Character", University of Chicago Press, 1963.

Libros de Doris Lessing:
"Briefingfor a Descent Into Hell", 1971.
"Canopus in Argos - Archives"
"Re: ColonizedPlanet5, Shikasta", 1979.
"The Marriages between Zones Three, Four andFive ", 1980.
"The Sirian Ezperiments", 1980.
"The Making ofthe Representative for Planet 8", 1982.
"The Sentimental Agent in the Volyen Empire", 1983.
 

Libros de Zecharia Sitchin:
"The 12th Planet", 1976.

"The Wars of Gods and Men", 1985.

"The Stairway to Heaven", 1980.

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