INTRODUCCIÓN DE LA AUTORA

Fue el 29 de febrero de 1968. Yo estaba celebrando una de mis clases, sobre PES. El gran ventanal que da a la bahía estaba abierto y dejaba entrar el tibio aire nocturno. Las luces, como siempre, se hallaban encendidas en mi sala principal, donde se llevaban a cabo mis clases. De pronto tuve la sensación que teníamos un visitante. Como de costumbre, entré en trance con toda facilidad, sin que mediara preámbulo alguno.

Esta clase estaba compuesta por jóvenes universitarias. Habían leído mi primer libro, sabían lo concerniente a Seth y habían concurrido a varias clases; mas nunca habían presenciado una sesión con Seth. Mis ojos se cerraron y, cuando se abrieron algunos momentos después, eran mucho más oscuros. Yo empecé a hablar por Seth. Este había dejado caer mis anteojos al suelo en un rápido gesto característico; no obstante, ahora miré detenidamente a cada estudiante, con un foco agudo y claro. La voz que hablaba era profunda, bastante fuerte y más masculina que femenina.

Estábamos teniendo una sesión de Seth espontánea, que sirvió para presentar a mis estudiantes a Seth, y dejaré que algunos trozos de ella sirvan el mismo propósito ahora, introduciendo a Seth con aquellos lectores que no han tenido noticias de él:

"De acuerdo con lo que se les ha enseñado, ustedes están compues­tas de materia física de la que no pueden escapar; pero esto no es así. La materia física algún día se desintegrará, pero ustedes no. Si bien no pueden localizarme ahora, sepan que estoy aquí. Sus propios padres parecen desaparecer ante vuestros ojos y desvanecerse en la nada para siempre. No obstante, puedo asegurarles que ellos continuarán vivien­do y también puedo asegurarles que la muerte no es sino otro principio más y que, cuando estén muertas, no estarán en silencio. Pues ¿es esta voz que ahora escuchan, silencio? ¿Es esta presencia que ahora sienten dentro de este salón, la muerte?

"Estoy aquí para decirles que su felicidad no depende de juventud, puesto que difícilmente yo puedo considerarme joven. Estoy aquí para decirles que su felicidad no depende de su cuerpo físico, puesto que, según su concepto de él, yo no tengo ninguno. Yo poseo lo que siempre he tenido: la identidad que es mía y que nunca ha disminuido. Por lo contrario, crece y se desarrolla.

"Ustedes son lo que son y serán más. No tengan miedo del cambio, pues ustedes son el cambio y están cambiando mientras se encuentran sentadas ante mí. Toda acción es cambio, ya que de otro modo habría únicamente un universo estático y entonces ciertamente la muerte sería el final. Lo que yo soy es también lo que ustedes son: conciencia indi­vidualizada.

"Cambien con las estaciones, pues ustedes son más que las estacio­nes. Ustedes forman las estaciones y éstas son reflejos de su propio clima psíquico. Esta noche yo vine para cierto propósito: de modo que puedan sentir mi vitalidad y, al palparla, saber que yo les hablo de di­mensiones más allá de aquéllas con las que están familiarizadas. La tumba no es el final, puesto que yo no les hablo con los labios de la muerte.

"Me encuentro en este salón, aun cuando no hay objeto alguno dentro del cual puedan colocarme. Ustedes están tan descarnadas como lo estoy yo. Ustedes tienen un vehículo que usar: un cuerpo que llaman propio y eso es todo. Tomo prestado el nombre de Ruburt (nombre que me da Seth; además, Seth siempre habla de mí como si yo fuera hombre), con su consentimiento; pero lo que soy no depende de átomos y moléculas y lo que vosotros sois tampoco depende de materia física. Ustedes han vivido antes y vivirán de nuevo y, cuando hayan cumpli­do con su existencia física, todavía vivirán.

"Vengo aquí como si me hubiera aparecido a través de un agujero en el espacio y el tiempo. Siempre hay senderos en el espacio y el tiem­po a través de los cuales podrán viajar y, en sueños, ustedes han esta­do donde yo estoy. Quiero que sientan su propia vitalidad. Sientan que viajan a través del universo y sepan que eso no depende de su ima­gen física. En realidad, ustedes proyectan su propia energía para for­mar el mundo físico. Por lo tanto, para cambiar su mundo son ustedes mismas las que deben cambiar. Deben modificar lo que proyectan.

"Ustedes siempre fueron y siempre serán. Este es el significado de la existencia y el gozo. El Dios que es, se halla dentro de ustedes, puesto que ustedes son parte de todo lo que es."

 

Seth habló a través de mí durante dos horas, con tanta rapidez que las estudiantes tenían dificultad para tomar notas. Su placer y vitalidad eran obvios. La personalidad no era en verdad mía. El humor seco y sardónico de Seth brillaba en mis ojos. Los músculos de mi rostro se descompusieron en diferentes patrones. Mis gestos, normalmente fe­meninos, fueron reemplazados por los suyos. Seth estaba disfrutando de sí mismo en la forma de un anciano, astuto, vivaz y completamente humano. Cuando hablaba del gozo de la existencia, retumbando con aquella voz tan peculiar suya, esa voz profunda y sonora tronaba. Más tarde, una de las estudiantes, Carol, me dijo que aun cuando ella conocía las palabras que brotaban de m¡ boca, sentía no obstante que le estaban llegando de todas partes, de las paredes mismas.

Durante un descanso, Carol leyó las notas que había tomado. De pronto, sin transición alguna, me convertí de nuevo en Seth, inclinán­dome hacia adelante y bromeando:

"Si eres mi estenógrafa, debes hacerlo mejor que ahora. Eres una escritorzuela emborronadora."

Luego tuvo lugar un periodo de toma y daca, en el que Seth corri­gió las notas de Carol conforme ésta las leía, agregó varias obser­vaciones para aclarar ciertas frases e intercambió con ella algunos conceptos. Las estudiantes formularon preguntas y Seth dio respues­ta a ellas.

Esta fue una sesión sumamente sencilla. Seth se dirigió por sí mismo a las estudiantes por vez primera; no obstante, tocó varios tópicos que con frecuencia aparecen en el material de Seth. La personalidad es multidimensional. El individuo se halla básicamente libre de espacio y tiempo. El destino de cada uno de nosotros está en nuestras propias manos. Los problemas con que nos enfrentamos en esta vida, nos con­frontarán en otra. No podemos culpar a Dios, a la sociedad o a nuestros padres por nuestras desgracias, puesto que antes de esta vida física nosotros mismos escogimos las circunstancias en las cuales naceríamos y los desafíos que podrían mejor apartarnos del desarrollo. Confor­mamos la materia física sin esfuerzo alguno, y de manera tan incons­ciente como cuando respiramos. Telepáticamente, todos percibimos las ideas masivas, con las que formamos nuestra concepción total de la realidad física.

Para el mes de diciembre de 1969, mi esposo Rob y yo habíamos celebrado 500 sesiones con Seth, durante un lapso de cinco años. Mi primer libro en este campo, How to Develop Your ESP Power (Cómo desarrollar su facultad de PES), explicó brevemente las circunstancias que me llevaron a interesarme en la PES y los experimentos que con­dujeron a la introducción de Seth. Desde entonces, Seth ha demostrado aptitudes telepáticas y de clarividencia, en ocasiones tan frecuentes, que es inútil repetirlo. Mediante estas sesiones ha ayudado a amigos, extraños y estudiantes y, siguiendo sus instrucciones, mi esposo y yo estamos aprendiendo a desarrollar nuestros potenciales psíquicos.

No obstante, yo no era una "psíquica nata", con antecedentes de experiencia paranormal. Ni Rob ni yo teníamos conocimiento alguno sobre tales cuestiones e, incluso después de mi entusiasmo inicial, yo no aceptaba estas cosas sin un serio autocuestionamiento y análisis in­telectual. Quería mantener mis experiencias sobre una base tan cientí­fica como fuera posible.

-Sí -afirmé-; hablo en trance por una personalidad que asegura haber sobrevivido a la muerte. Sí, tu puedes desarrollar tus propias fa­cultades extrasensoriales. Sí, Seth insiste en que la reencarnación es un hecho. Pero. . . pero. . . pero. . . De cualquier modo, encontré las ideas que se presentan en el Material de Seth, fascinantes; mas de nin­guna manera estaba dispuesta a aceptarlas como el mismo tipo de hecho sólido con que aceptaba, digamos, el tocino que tomé durante el desa­yuno. Ahora sé que son mucho más importantes.

Para mí esto equivalía a un suicidio intelectual; hasta admitir la po­sibilidad de que Seth fuera realmente una personalidad que hubiera sobrevivido a la muerte. En ninguna parte de mi primer libro dije que pensara que Seth fuera exactamente lo que él aseguraba ser: "una esencia de personalidad de energía no enfocada ya en la realidad física". En vez de ello, estudié las diversas posibles explicaciones para tales personalidades, dadas por psicólogos y parapsicólogos, por un lado y por espiritualistas por el otro. En ninguna parte pude encontrar una explicación tan lógica y consistente como la dada en el mismo material de Seth.

Estaba yo tan acostumbrada a pensar de mí misma como criatura física, limitada por el espacio y el tiempo, que casi me rehusaba a aceptar la evidencia de mi propia experiencia. Si bien involucrada en la labor más intuitiva del mundo, yo trataba de ser más y más objeti­va. Traté de dar un paso atrás, a un mundo que realmente había aban­donado para siempre: un universo en el que nada existía excepto en términos físicos, un mundo en el que las comunicaciones de cuales­quiera otras realidades o dimensiones, era imposible. No obstante, continuamos celebrando sesiones con Seth dos veces por semana.

Empecé a gozar de experiencias fuera del cuerpo (proyecciones as­trales), mientras me hallaba sentada en mi sala de estar hablando por Seth. Seth describía lo que yo veía mientras mi propia conciencia se hallaba a millas de distancia, percibiendo ubicaciones y sucesos en otras ciudades o estados. Nuestros archivos contienen las declaraciones de dos hermanos en California, por ejemplo, asegurando que Seth descri­bió correctamente su hogar y vecindario, mientras yo hablaba por él en Elmira, Nueva York, a más de cuatro mil quinientos kilómetros de distancia. Difícilmente podía yo negar tales hechos.

Subsecuente a la publicación de mi libro anterior, recibí cartas de extraños solicitando mi ayuda o mi consejo. Finalmente convine en ce­lebrar algunas sesiones para aquellos que se hallaban necesitados, aun cuando esta gran responsabilidad me atemorizaba. Las personas invo­lucradas nunca asistieron a las sesiones, puesto que vivían en otras partes del país; no obstante, me aseguraban que el consejo les fue de gran ayuda y la información dada sobre sus antecedentes individuales, era correcta. Seth a menudo explicaba los problemas como resultado

de tensiones no resueltas en vidas pasadas de su reencarnación y daba consejos específicos respecto a la forma en que los individuos podían usar sus aptitudes, para enfrentarse a 'estos desafíos.

Antes de esto, yo había sospechado que los datos sobre la reencar­nación constituían un delicioso platillo de fantasía, fraguado por mi propio subconsciente. Cuando todo esto comenzó, de hecho no estaba yo segura en lo absoluto de que sobrevivimos a la muerte alguna vez y, mucho menos, una y otra vez.

Rob y yo difícilmente podíamos considerarnos muy religiosos, de acuerdo con los términos convencionales. Ni siquiera hemos asistido a la iglesia en años, excepto para asistir a bodas o funerales. A mí se me educó como católica; pero, cuando crecí fue más y más difícil aceptar el Dios de mis ancestros. La ironía me susurraba que Él estaba tan muerto como lo estaban aquellos. El cielo que me sustentara cuando era niña, una vez que llegué a mi adolescencia me parecía una sutil fa­lacia para dar sentido a la existencia. ¿Quién quería permanecer senta­do siempre por allí, cantando himnos para un Dios padre, incluso si Él existía en realidad, y qué especie de Dios inteligente requería tal adora­ción constante? Ciertamente se trataba de un Dios inseguro, con ca­racterísticas sorprendentemente humanas.

La alternativa, la del fuego infernal, era igualmente increíble. No obstante, el Dios convencional de nuestros padres se conformaba apa­rentemente con permanecer sentado, sin preocupación alguna, entre los benditos en el cielo, mientras el diablo torturaba al resto de los muertos desafortunados. Ese Dios, decidí entonces, quedaba elimina­do. Yo no lo toleraría como amigo. A ese respecto, Él tampoco trató a su Hijo muy bien que digamos, según nos cuenta la tradición. Pero a Cristo por lo menos se le podía aceptar, pensaba yo. Había estado aquí y sabía cómo era todo.

Más tarde, antes de cumplir los veinte años, dejé tras de mí al Dios arcaico, a la Virgen y la comunión de los santos. El cielo y el infierno, los ángeles y los diablos, fueron despedidos por mí. Este grupo particu­lar de productos químicos y átomos que yo conocía como "yo", no cae­ría en tales trampas, por lo menos ninguna que yo pudiera reconocer.

Los antecedentes de Rob eran diferentes. La clase de religión de sus padres era una suerte de protestantismo social, más bien deliciosamen­te inocente de dogmas. En general, Dios amaba a los niños y a las niñas con camisas almidonadas, aceptable educación, zapatos brillantes y padres que ganaban suficiente dinero. . . también ayudaba el que las madres prepararan sabrosas galletas para los pequeños.

Ninguno de nosotros se sentía amargado por la aparente injusticia de Dios: la verdad es que no le prestábamos mucha atención. Yo con­taba con mi poesía y Rob, que era un artista, tenía su pintura. Cada uno de nosotros abrigaba un fuerte sentido de contacto con la natura­leza. Nadie estuvo más sorprendido de lo que yo estaba, entonces, al encontrarme de una manera sumamente abrupta, hablando por alguien que supuestamente había logrado sobrevivir a la muerte. En ocasiones me reprendía con vehemencia, pensando que hasta mi abuela irlandesa hubiera encontrado bastante difícil de aceptar el tener espíritus en que hubiera sobrevivido a la muerte, me parecía parte integral de la tontería de los adultos a la que yo pensaba haber escapado, gracias a una educación universitaria, una mentalidad rápida y una buena dosis de rebeldía natural. Me llevó buen. tiempo descubrir que yo estaba mostrándome muy prejuiciada contra la idea de supervivencia, tanto como otras personas estaban a su favor. Ahora, comprendo que, si bien me sentía orgullosa de mi abierta mentalidad, mi flexibilidad mental se extendía únicamente a ideas que encajaban dentro de mis propias ideas preconcebidas. Ahora me doy cuenta que la personalidad huma­na posee una realidad mucho más grande de lo que por lo regular esta­mos preparados a concederle. Alguien ha producido más de cincuenta cuadernos de notas de fascinante material, y hasta en mis momentos de mayor escepticismo tengo que aceptar la realidad de las sesiones y del material. El alcance, calidad y teorías del material, "nos atrapó" casi de inmediato.

Tanto Rob como yo estamos convencidos de que el material de Seth brota de fuentes más allá de mi yo, y que está mucho menos distorsio­nado por un simbolismo frío y convencional, que otros escritos para­normales con que nos hemos encontrado. Seth dice que este material ha sido entregado por él mismo y por otros, en distintos tiempos y lu­gares; pero que se da otra vez, en formas nuevas, para cada genera­ción subsecuente, a través de los siglos. El lector tendrá que hacer su propio juicio y sacar sus propias conclusiones; pero yo en lo personal acepto sus teorías como válidas ,y significativas.

Además, el acertijo de personalidades tales corno la de Seth, lláme­sele "posesión del espíritu" o "daimon" (como lo hizo Sócrates), ha venido preocupando a la humanidad a través de los siglos. El fenóme­no difícilmente puede decirse que es nuevo. Por medio del relato de mi propia experiencia y la presentación del material, espero arrojar algu­na luz sobre la índole de tales experiencias y demostrar que la persona­lidad humana posee habilidades todavía por estudiarse y otras formas de recibir conocimientos que aquellas que usualmente emplea.

El Material de Seth ha transformado por completo mis ideas y la índole de la realidad, y reforzado mi sentimiento de identidad. Ya no pienso, como lo hacía anteriormente, que el hombre sea esclavo del tiempo, el mal y el deterioro y se halle a merced de tendencias destruc­tivas incorporadas sobre las que no tiene ningún control. Me siento en control de mi propio destino, como nunca antes lo estuve y ya no lo siento regulado por patrones forjados subconscientemente durante mi infancia.

De ninguna manera quiero implicar que roe siento por completo li­berada de toda preocupación y temor, sino únicamente que ahora sé que tenernos la libertad de cambiar nosotros mismos y nuestro entor­no y que, de una manera muy básica, nosotros mismos formamos el ambiente en el que luego vivimos. Creo que formarnos nuestra propia realidad, ahora y después de la muerte.

El propósito de este libro es introducir a Seth y a su Material a ustedes. Aun cuando Seth se ha aparecido sólo una vez en una materializa­ción física, Rob lo ha visto con suficiente claridad para pintar un re­trato de él que adorna nuestra sala de estar (véase la sección ilustrada). A través mío, Seth ha producido un manuscrito continuo, que abarca más de cinco mil cuartillas escritas a máquina a doble espacio, dentro de un lapso no superior a cinco años. Conozco a muchas personas "vi­vas" que no han producido tanto durante toda su vida. No obstante, mi propia labor continúa; desde que comenzaron las sesiones, he escri­to dos libros de ensayos (sin contar éste), dos de poesía y una docena de cuentos cortos. Seth ciertamente no ha "robado" nada de mi propia energía creadora para sus propios fines.

Los primeros capítulos de este libro se referirán al surgimiento de la personalidad de Seth y al impacto que ejerció en nuestras vidas, mien­tras nosotros tratábamos de entender qué estaba ocurriendo. Como salidas de ninguna parte, parecía que me encontraba sufriendo expe­riencias que yo consideraba. casi imposibles. Nunca en nuestras vidas nos habíamos encontrado tan atrapados entre la curiosidad y la pre­caución, tan fascinados y asombrados.

En los primeros capítulos también se hallarán extractos de algunas de las primeras sesiones, puesto que las ideas de Seth eran entonces tan nuevas y extrañas para nosotros, como las sesiones mismas. Pero el énfasis principal estará en el relato mismo, desde el primer experimen­to con la tabla ouija, hasta el primer caso en que yo asombré a Rob y a mí misma hablando por Seth; y los cambios en nuestras actitudes conforme tuvieron lugar acontecimientos posteriores. Asimismo, in­cluiré ejemplos de las habilidades clarividentes de Seth.

La mayor parte del libro discutirá las ideas de Seth sobre diversos tópicos, como la vida después de la muerte, la reencarnación, la salud, la índole de la realidad física, el concepto de Dios, los sueños, el tiem­po, la identidad y la percepción. Estoy segura que estos extractos del material mismo y algunas lecturas de ejemplos sobre la reencarnación, proporcionarán a la mayoría de los lectores mayor introspección dentro de sus propias personalidades y las situaciones en que se encuentran. Abrigo grandes esperanzas de que las teorías de Seth sobre la salud beneficiarán a todos mis lectores, y que el material respecto a la perso­nalidad ayudará a cada uno a descubrir por sí mismo la realidad multi­dimensional que es su herencia.

Se estudiarán las implicaciones filosóficas y psicológicas de la cali­dad de médium, fenómenos de PES y los posibles orígenes del Material de Seth, junto con varias cuestiones concernientes a la realidad inde­pendiente de Seth. También transmitiré el consejo de Seth respecto al desarrollo de aptitudes psíquicas.

Alguien que se halle familiarizado con la literatura psíquica y experiencias paranormales,

hubiera estado mejor preparado para estos acontecimientos de lo que yo estaba; pero yo no me los hubiera perdido para el mundo.

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