Capítulo II
Emancipación

Hora de liberaros, si habéis de lograr lo que vinisteis a cumplir aquí como miembros del amanecer.

 

El proceso de liberación se inicia con el simple deseo de admitir la esclavitud de cualquier axioma, paradigma o estructura que agite sentimientos de impotencia y resignación en vosotros. Una vez que el carcelero ha sido identificado, podéis quitaros las cadenas que os han atado a esas estructuras de creencia tan fácilmente como las pusisteis en vuestro cuello.


Sabed que vuestros televisores os son más útiles cuando están desenchufados, pues vuestra preciosa mente está empezando a conocer la aceleración que está suscitándose en los campos vibratorios del planeta Tierra, y sería sabio de vuestra parte eliminar los instrumentos de condicionamiento que interfieren en ese proceso. Poneos a prueba, teniendo presente que si no podéis prescindir de algo, sois adictos. Quizás también os gustaría silenciar vuestras computadoras durante un tiempo determinado, así como cualquier ruido y distracciones irrelevantes en el ambiente hogareño, para que podáis experimentar vuestros pensamientos y emociones sin los sonidos e imágenes que os bombardean a velocidades que vuestra mente consciente ni siquiera puede percibir.

 

Os instamos a que desenchuféis vuestros equipos estereofónicos, lavavajillas, teléfonos móviles, hornos microondas y dispositivos similares, permitiendo que el precioso ritmo natural de vuestro cuerpo tenga la oportunidad de realinearse, liberado de las emisiones de radiación electromagnética que están rasgando y mermando vuestra capa de protección —vuestra aura—, tal como estos contaminantes están contribuyendo a la destrucción del ozono de vuestro planeta.


Si aún no estáis informados de los riesgos para la salud de las emisiones electromagnéticas que os están enviando desde todas las direcciones —dentro y fuera de vuestro hogar, lugar de trabajo y en las vías metropolitanas—, enteraos ya de qué medidas se pueden adoptar para minimizar los efectos dañinos que producen en vuestro cuerpo mental, emocional y físico. El consumismo monumental y el uso derrochador de la energía generan lo que constituye una de las formas más insidiosas de polución en el planeta verde-azul. La radiación electromagnética altera los campos sutiles de energía que rodean vuestro cuerpo, provocando un verdadero cortocircuito en vosotros.

 

No obstante, la mayoría de vosotros tiene una conciencia muy limitada del efecto que tendrá la exposición a largo plazo en vuestros pensamientos, emociones y estado de salud física. Vuestros hogares se están atiborrando cada vez más de muchos aparatos eléctricos innecesarios (todos emisores en cierto nivel), pero los criminales más grandes son los televisores, las computadoras, las antenas parabólicas, los teléfonos móviles y los hornos microondas. Cada vez que la corriente pasa por un cable, su radiación llega al medio ambiente penetrando el campo áurico de la Tierra y emanando al espacio, a la vez que grandes cantidades son absorbidas por vuestros campos de múltiples capas, dada vuestra condición de seres «en un cuerpo».

 

Poseídos como estáis por vuestros electrodomésticos, computadoras, equipos estereofónicos y luz eléctrica, os habéis convertido en conejillos de Indias humanos que vivís en los campos de exterminio de las frecuencias eléctricas circulantes, acumulando radiación aun cuando dormís. Los meridianos de energía natural del cuerpo finalmente se descentran y alteran, teniendo como resultado la enfermedad y el desequilibrio emocional.


Los hornos microondas son especialmente devastadores. A pesar de las garantías de seguridad que arguye la propaganda de ventas, éstos emiten niveles peligrosamente altos de radiación electromagnética. La exposición a largo plazo puede producir estados de aguda desarmonía en el cuerpo físico, tales como la esterilidad y el cáncer.

 

De hecho, constituyen un factor primordial en el alarmante aumento de estas enfermedades específicas en vuestras culturas occidentales. Asimismo, sus emanaciones están llegando al cosmos, generando perturbaciones en otros planos. Estáis envenenando la galaxia, interfiriendo en el medio ambiente de otros mundos, y esto es simplemente inaceptable.


Os preguntamos: ¿por qué creéis que no podéis vivir sin este mortal horno microondas? Como si no fuera suficiente que esté inundando de emisiones de radiación electromagnética vuestro hogar, el medio ambiente y el espacio, por añadidura reorganiza la estructura molecular de vuestros alimentos. En términos simplistas, estas moléculas chocan entre sí, la fricción genera calor y la comida queda instantáneamente «cocinada».


Exponemos aquí otra preocupación que tal vez aún no hayáis tomado debidamente en cuenta, y que aconsejamos que pongáis al frente de vuestros pensamientos conscientes en cuanto a la salud y el medio ambiente, prestando especial atención a la difusión generalizada de la cocina en horno microondas.

 

¿Entendéis lo que pasa cuando las sustancias químicas y hormonas que se usan en el procesamiento y conservación de los alimentos se someten a una alteración molecular?

 

Más importante que la pérdida del valor nutritivo de los alimentos es la toxicidad de los aditivos, sustancias químicas y hormonas que se desestabilizan en el proceso de alteración molecular. Ni siquiera habéis empezado a imaginar los efectos a largo plazo que esto tendrá en vuestros cuerpos físico y sutil.

Sustancias químicas inestables en alimentos muertos: ¿es esto lo que os proponéis para «alimentar» y «nutrir» el cuerpo? Racionalizáis que los hornos microondas constituyen un gran ahorro de tiempo. Nosotros os preguntamos: ¿qué prisa tenéis? ¿Os lo cuestionáis alguna vez?

 

La verdad es que os inculcan subliminalmente la noción de que el tiempo no alcanza para que sigáis comprando las tecnologías de ahorro de tiempo más recientes, mediante las cuales, irónicamente, creéis que estáis trabajando en el «tiempo real».

 

Asimismo, tened en cuenta que al seduciros para que «bombardeéis» la comida (vuestro sustento) en el microondas a fin de ahorrar tiempo (para tener más tiempo de mirar hipnóticamente durante largas horas vuestros aparatos de vídeo), os estáis negando la riqueza de estar simplemente en la experiencia del «ahora» en vuestra vida terrenal. Os estáis haciendo blancos pasivos, distraídos del panorama más amplio.


Hay algo muy irreal en «el tiempo real» puesto en un contexto semejante. Hasta que entendáis que sólo existe el momento, y que todo lo demás es ilusión, nunca desarrollaréis esa sensación de serenidad y conciencia de sí mismos que se presenta cuando estáis en «el centro», en unidad con vuestro entorno, viviendo la experiencia absoluta de vuestro momento «ahora», maestros de vuestra mente, cuerpo y emociones.


Y así, en verdad, os incitamos a que rechacéis estos dispositivos de microondas en su totalidad, y que desarrolléis un nuevo planteamiento para preparar y consumir alimentos saludables que acrecienten la vida, que se descompongan por medio del exquisito proceso del metabolismo y se conviertan en lo que sois. Tenéis todo el tiempo que necesitáis sin ellos. Abrazad el arte de cocinar como una expresión de vuestro amor, imaginación y maestría. Notaréis la diferencia en el sabor y la calidad de lo que coméis; estaréis enviando el mensaje del amor a vuestro ser, y vuestro hogar se llenará de aromas y no de radiación.

Recientemente, la industria ha empezado a irradiar las frutas y vegetales, lo que contribuye a mantener la duración de su prolongada apariencia fresca en vuestros almacenes y mercados. Ellos también están muertos en cuanto a su valor nutritivo. Se destruyen las enzimas vivas y todos los nutrientes de los alimentos, pero esas fresas de hermosa apariencia conservan su brillante pátina roja durante mucho más tiempo.

 

La estrategia consiste en matar el proceso enzimático (los elementos vivos) que lleva a la maduración, lo cual, a su vez, reduce la descomposición. Vosotros seguís comprando durante más tiempo, ¿y qué sucede? ¡Aumentan las ganancias!


Está claro que los efectos dañinos que los alimentos irradiados ocasionan en la salud pública no son una preocupación primordial para los perpetradores de dicha tecnología, ni tampoco para los organismos de control de vuestro gobierno, quienes lo permiten. No parece que vais a tener que cuidar de vuestra propia salud y nutrición de ahora en adelante.

 

Os sugerimos que tengáis en cuenta estos puntos cada vez que andéis confiadamente con vuestro carrito por los pasillos de vuestro supermercado favorito, admirando la frescura de las frutas y verduras, y creyendo que si escogéis los productos agrícolas más grandes y de mejor aspecto, estáis haciendo lo mejor para vuestro cuerpo.


¿No es suficiente que estéis siendo bañados con la radiación electromagnética del medio ambiente?

 

¡Sin duda no deseáis procesar en vuestro aparato digestivo alimentos irradiados, los que también llegan a vuestra sangre y sistema linfático! Junto con otros individuos en vuestra comunidad, podéis boicotear los alimentos irradiados y negaros a ingerir esas toxinas, y veréis que el fenómeno desaparecerá. El asunto es, simplemente, hasta dónde permitiréis que os empujen, y cuan fuerte se levantará vuestra voz colectiva en contra de la manipulación de vuestro bienestar.

 

¿Pondréis vuestra salud en manos de las industrias ávidas de dinero y las corruptas agencias gubernamentales a su servicio? ¿O vais a juntaros para constituir un frente unido, un organismo, una sociedad consciente?

 

Podéis dirigir el resultado de esta realidad al haceros conscientes de los efectos venenosos de la radiación en vuestros alimentos, y luego llevar ese mensaje a vuestras comunidades. Haceros activistas; escribid a las organizaciones para el consumidor y a los medios de comunicación; hablad con los gerentes de almacén; reuniros con individuos del mismo parecer en vuestras áreas para boicotear todos esos productos alimenticios en vuestros mostradores. Desaparecerán cuando dejéis de comprarlos; así de claro y fácil.


De los alimentos que son dañinos para vosotros, sugerimos que prestéis debida atención a las toxinas contenidas en la carne y en los productos derivados de la carne; y en verdad observamos que un número cada vez mayor de vosotros, simplemente, está perdiendo el gusto por la carne animal. Aquí también la industria ha exacerbado los efectos negativos del consumo de carne, que ahora se trata con hormonas de crecimiento, pesticidas, antibióticos y otros venenos utilizados para incrementar la producción y vender más, aumentando las ganancias.

 

Por fortuna, una cantidad cada vez mayor de vosotros, simplemente, será incapaz de comer carne mucho más tiempo, y encontraréis que es muy fácil dejarla. Os mantiene pegados a la densidad en una época en que estáis iniciando el proceso de transmutación al cuerpo de luz. Os podemos decir que el síndrome que se ha denominado «el mal de la vaca loca» ha sido creado, a niveles astrales, por seres más elevados que os están instruyendo y dirigiendo en este aspecto de vuestro despertar consciente, dado que ahora es esencial que entendáis la importancia de ingerir la vida, y no la muerte.

 

Vuestro paso a salvaros depende de ello.


Antes de que se puedan activar las claves sirianas, debéis limpiar vuestro campo y desprender la acumulación de venenos y perturbaciones en vuestro cuerpo mental, emocional y físico tanto como sea posible, para que vuestra capacidad receptiva mejore lo suficiente como para manejar los abrumadores niveles de energía que pasarán a través de vosotros.

 

En vuestros términos, os decimos que a medida que Gaia entre en la próxima fase vibratoria de su evolución, o bien os encenderéis igual que un árbol de Navidad o quemaréis vuestros fusibles, igual que una manzana entera de Manhattan se queda a oscuras por causa de una chispa. Si podéis sentir e integrar a vuestro ser la analogía de la Tierra como el macrocosmos de vuestro cuerpo físico-mental-emociona!, entenderéis lo que os está sucediendo como seres tridimensionales y veréis que los cambios de la Tierra son un reflejo del proceso que ha comenzado su fase más significativa de alteración.


La enfermedad principal de Gaia tiene sus raíces en la excesiva superpoblación. Como el cáncer, la tasa de la población está aumentando a una velocidad astronómica, matando las demás células sanas: los seres sensibles y las formas de vida que están intentando compartir lo que queda del jardín. Las especies están extinguiéndose rápidamente; los bosques, que una vez fueron exuberantes, están siendo arrasados; las aguas, envenenadas; y a medida que este cáncer crece, sofoca la vida del cuerpo de Gaia consumiendo todo a su paso.

 

No obstante, la naturaleza, como conciencia divina, se adapta, y ahora estáis experimentando el fenómeno de una súbita y drástica disminución de la cantidad de esperma en la especie masculina en todos los rincones del planeta. Es la manera que tiene la naturaleza de enmendar el desequilibrio.


Un exceso de seres que necesitan agua, comida y espacio está consumiendo los recursos de Gaia en demasía, originando devastadores desperdicios y escasez.

 

¿Por qué creéis que se creó el virus del sida? Un virus menos violento fue reestructurado genéticamente en un laboratorio, y la idea diabólica de que conjuntamente se haya fabricado el antídoto es, en efecto, una realidad, aunque la cura se hizo inservible debido a la mutación. Como en el caso de la mayoría de los virus, las variedades mutantes son más mortíferas, más devastadoras y son resistentes al antídoto principal, de modo que ahora el virus está completamente fuera de control.

 

El virus del sida y otros que ahora se están preparando en vuestros laboratorios subterráneos son, simplemente, tecnologías de control de la población diseñadas para restablecer el equilibrio de la cantidad de cuerpos en vuestro planeta.


Si podéis ver más allá del horror de semejante genocidio a gran escala, puede que entendáis el asunto de mayor alcance. Dado que el hombre ha alterado el equilibrio y la población está desquiciada, tenía que suscitarse alguna catástrofe de grandes proporciones para reducir drásticamente el número de habitantes, y los gobiernos del mundo entienden esto.

 

Como la medicina, las condiciones de vida, y las fuentes alimenticias han prolongado considerablemente la longevidad (mientras el control de la natalidad sigue estando prohibido por la mayoría de las religiones, y es desconocido en muchos países del Tercer Mundo), tenéis la situación inconcebible de seis mil millones de seres humanos que se multiplicará hasta llegar a veinte mil millones en un período de veinte años.

 

Si la Madre no puede sustentar la carga que ahora tiene, mucho menos el triple, y esto se refleja en sus erupciones y su violenta rebelión de terremotos, volcanes y mares arrasadores. Ella os está quitando de encima, como un semental enjaezado que se rebela contra el peso de su futuro amo.


El crecimiento descontrolado consume todo a su paso, una razón más de por qué los gobiernos de la Tierra originan las guerras, las armas biológicas y las hambrunas. La muerte es esencial para la vida. Ésta es la paradoja que parece escapársele a la humanidad. Os aferráis a vuestra realidad física porque aún no habéis entendido vuestra inmortalidad y, revestidos de vuestra ignorancia, de vuestra noble intención de salvar la vida humana a toda costa, estáis matando a los animales, las aguas y las riquezas de la reserva biológica de Gaia. Estáis succionando su rico petróleo, desgarrando su centro mineral y asfixiándola con vuestros desperdicios.

 

¡Y esto se hace en nombre del «respeto por la vida»!


En una época, cuando la población de la Tierra estaba en armonía con el resto del planeta, los ríos fluían daros y brillantes, sus jardines, exuberantes, llenaban de oxígeno vuestros pulmones y la humanidad prosperaba. Pero es el hombre quien ha destruido el equilibrio y a pesar de la advertencia, continúa violando despiadadamente a Gaia, por lo cual, a no ser que os unáis y os movilicéis rápidamente para salvarla —para elevar su vibración—, será Gaia misma, y sólo ella, quién rectifique la desarmonía.


Podéis descansar más a gusto sabiendo que en la perfección de Todo-lo-que-es y en la progresión eterna de la existencia, todas las cosas, finalmente, se resuelven en favor del propósito más elevado. No obstante, cada unidad microscópica interviene en el desarrollo del proceso.


En vuestras manos está la elección. Aceptad la responsabilidad por el despliegue de vuestra vida. Vosotros creáis vuestra propia realidad y afectáis la realidad del Todo con cada aliento.


Éste es el poder de conocer a Dios dentro de vosotros.

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