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			por Andreas Faber-Kaiser 
			
			1993 
			de
			
			AFK Website 
			  
			Mucha gente se pregunta por qué el virus causante del 
			SIDA no ha 
			podido controlarse aún, ni ser eliminado del organismo humano, al 
			cabo de 12 años de haber sido detectada la enfermedad, en 1981. 
			Otros se preguntan por qué, si había médicos que indicaron cómo 
			había que curar a los afectados del Síndrome Tóxico de 1981 en 
			España, la Administración dejó morir a más de 700 de sus 
			administrados, y permitió que quedaran afectados más de 60.000 
			españoles.
 
			Tal vez eche un poco de luz sobre estos enigmas, el saber que existe 
			un plan de eliminación de casi la mitad de la población del planeta, 
			para garantizar la supervivencia de la otra mitad.
 
 El 24 de julio de 1980 el Departamento de Estado norteamericano 
			hacía público el "Informe Global 2000 para el Presidente", preparado 
			conjuntamente con el Consejo de la Casa Blanca sobre la calidad 
			medioambiental, y cuyo proyecto, dirigido por personajes de la 
			cumbre de 
			la Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y 
			Cyrus 
			Vance, se remontaba a los primeros días de la administración 
			trilateral de Jimmy Carter.
 
 La finalidad de este informe era, de hecho, legitimar a posteriori 
			una política perseguida desde hacía tiempo por la Comisión 
			Trilateral, el 
			Consejo de Relaciones Exteriores de New York y otros 
			bloques pensantes del Establishment liberal norteamericano.
 
 Se trata del planteamiento político de un verdadero genocidio a 
			escala planetaria. La proposición esencial de este largo informe es 
			que toda la política norteamericana futura dependa esencialmente de 
			un control de la población. Los temas evocados en el informe, al 
			igual que en numerosos documentos anexos, son las múltiples penurias 
			y crisis que se considera amenazan al mundo en los años venideros: 
			crisis de los recursos del agua, penuria de energía, penuria de 
			materiales estratégicos, y así sucesivamente. Y todas estas crisis, 
			según dicho informe, tienen una causa esencial, fundamental: el 
			crecimiento demográfico.
 
			  
			Si no se toman medidas para frenar este 
			crecimiento, en el año 2000 habrá 2.400 millones de seres humanos 
			"de más", subrayan los expertos. Dado que este exceso de población 
			es el origen de todos los problemas graves que afronta la humanidad 
			hoy en día, dichos expertos recomiendan que la política 
			norteamericana tanto interior como exterior, tienda hacia este 
			objetivo: a saber, ¡la eliminación de 2.400 millones de seres 
			humanos en los años venideros!
 
			  
			
			LAS GUERRAS QUE NO SE VEN
 
			Pero, ¿cómo puede eliminarse tamaña masa de seres humanos en una 
			época en que oficialmente se está abogando por la confraternización, 
			y por la supresión del riesgo de confrontación armada entre las 
			grandes potencias —reducidas ya a una sola—, en que parece 
			inevitable la paz mundial y se plantea como harto difícil el 
			exterminio violento de seres humanos a gran escala?
 
			  
			Parece claro que 
			había que buscar otras fórmulas para eliminar a la humanidad 
			sobrante. Una de ellas sería la de minar el organismo humano en el 
			marco de un ataque menos vistoso y declarado: había que recurrir a 
			las posibilidades que ofrece la guerra de "baja intensidad", efecto 
			de la cual podrían muy bien ser determinadas nuevas enfermedades. 
			Por poner un ejemplo, el SIDA.
 Oficialmente se dice que el SIDA es de origen desconocido, que su 
			solución está más o menos lejana, y que el tratamiento más efectivo, 
			hoy en día, es el AZT o azidotimidina, una droga altamente tóxica.
 
 Si el Poder quisiera, el SIDA posiblemente ya sería curable. En este 
			sentido ha venido investigando por ejemplo el Instituto Weizmann en 
			Israel, sin ningún tipo de financiación adecuada.
 
 Paralelamente, en Francia, el Dr. Mirko Beljanski desarrollaba sin 
			apoyo oficial alguno otra serie de productos que parecen frenar la 
			progresión del virus causante del SIDA. Años atrás ya le habían 
			expulsado del Instituto Pasteur —en el que había trabajado durante 
			27 años como jefe de investigación—, porque sus hallazgos relativos 
			a la terapia del cáncer no encajaban en la filosofía sanitaria 
			oficial.
 
 Los intereses de las grandes multinacionales farmacéuticas son 
			muchas veces más determinantes que el objetivo final de la curación 
			de los enfermos.
 
 Pero cabe otro trasfondo en la pandemia del SIDA. No en vano, un 
			informe de los servicios de Inteligencia españoles insinuaba ya en 
			el año 1987 la posibilidad de que el virus del SIDA hubiera sido 
			creado en un laboratorio y que la expansión de la enfermedad podía 
			enmarcarse en el contexto de una guerra de baja intensidad.
 
 Y naturalmente comienzan a tambalearse los pocos resortes de 
			confianza que uno aún tenía en los dirigentes de la comunidad humana. 
			Uno sabía —porque salta a la vista— que la política, la religión, y 
			todo cuanto supone un poder sobre las masas humanas, se mueve 
			prioritariamente por intereses económicos, por pautas de dominio que 
			poco tienen que ver con la satisfacción, la felicidad y el bienestar 
			de los ciudadanos, y mucho por el contrario con la lucha de unos 
			pocos por empuñar cada vez con mayor firmeza las riendas del control 
			total. Pero lo que a uno le eriza los pocos pelos ingenuos que aún 
			le quedaban, es la evidencia de que este juego del que es víctima 
			participa incluso en la ruleta de la Sanidad internacional.
 
 En el año 1981 se descubren dos enfermedades nuevas, desconocidas en 
			el planeta hasta entonces, y cuyos orígenes siguen siendo 
			oficialmente, hasta hoy, sendos misterios. Me refiero naturalmente 
			al Síndrome Tóxico español y al Síndrome de Inmunodeficiencia 
			Adquirida (SIDA), de proporciones planetarias. En la historia de 
			ambos síndromes se ven envueltos dos organismos de proyección 
			mundial: la OMS (Organización Mundial de la Salud) y el
			CDC (Center 
			for Disease Control = Centro de Control de Enfermedades); y una 
			multinacional de la industria química: Bayer.
 
 En lo que respecta al SIDA, la multinacional alemana reconoció a 
			principios de 1987 que había comercializado un fármaco coagulante 
			que actuó como transmisor del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), 
			el virus del SIDA. Un fármaco, el coagulante factor VIII, que se 
			obtiene a partir de un concentrado de plasma sanguíneo, transmitió 
			el virus del SIDA a la mitad de los seis mil hemofílicos de la 
			antigua República Federal de Alemania, creando alarma en todo el 
			mundo.
 
			  
			Un elevado número de ellos contrajo la enfermedad, y una 
			parte han muerto.
 
			  
			
			EL SIDA, ¿PRODUCTO DE LABORATORIO?
 
			En cuanto a la OMS, con sede en Ginebra (Suiza), y al CDC, con sede 
			en Atlanta, en Georgia (Estados Unidos), extracto los siguientes 
			párrafos de un amplio informe redactado por los servicios secretos 
			españoles y reproducido en la publicación restringida de 
			Inteligencia "Pri" en mayo de 1987:
 
				
				En 1986 se publicaron unas acusaciones muy concretas efectuadas de 
			forma independiente por tres científicos. Estos coincidieron en 
			afirmar el origen artificial del virus del SIDA en los Estados 
			Unidos por un lado, y, por otro, el hecho accidental de su hallazgo.
 En resumen, sus acusaciones son las siguientes:
 
					
					
					El profesor Jacob Segal, de la universidad de Berlín Oriental, 
			apunta que fue probablemente en los laboratorios militares de Fort 
			Detrick (Maryland) donde tuvo lugar la manipulación genética. El Dr. 
			Segal ha redactado un informe de 30 páginas sobre su convicción del origen artificial del virus, en el que afirma que el retrovirus 
					VIH 
			(virus del SIDA) creado en Fort Detrick, es una combinación del 
					virus MAEDI-VISNA, oriundo de las ovejas, y el virus humano de la 
			leucemia de células T (HTLV-I). Muy probablemente, añade el Dr. 
			Segal, los científicos no eran conscientes de la terrible creación 
			que habían logrado. Al Dr. Segal la teoría del mono verde le resulta 
			divertida e increíble y la considera una cobertura ideada por los 
			propios norteamericanos.
					
					El Dr. John Seale, un especialista londinense en enfermedades 
			venéreas, muy conocido en el tema por haber seguido la enfermedad 
			desde el principio y haber predicho la expansión de la misma, no 
			está de acuerdo con el Dr. Segal sobre el origen militar del virus, 
			aunque sí afirma:  
						
						
						"Estoy totalmente convencido de que el virus del 
			SIDA está fabricado por el hombre, y que es el resultado de haber 
			combinado accidentalmente, en algún centro de investigación sobre el 
			cáncer en los Estados Unidos, el virus MAEDI-VISNA de las ovejas y 
			el virus de la leucemia bovina, muy parecido al HTLV humano."
					
					Por su parte, el Dr. Robert Strecker, médico californiano que 
			también ha seguido la enfermedad desde sus orígenes, opina asimismo 
			que,  
			  
			
			AGUAS TURBIAS EN LA 
			DIRECCIÓN SANITARIA MUNDIAL
 
			Cabe tener en cuenta que en el caso del 
			SIDA, al igual que en los de 
			otras epidemias mundiales de los últimos años, los dos organismos 
			citados —la OMS y el CDC— han tenido un papel predominante, aceptado 
			por los demás países. Sus informes, conclusiones, opiniones y 
			consejos han marcado y dirigido todas las pautas a seguir.
 
 
			  
			
			EL CDC
 
			Las autoridades de todos los países han ofrecido a los 
			investigadores del CDC vía libre, tanto en la investigación de campo 
			como en la investigación clínica, así como en todo tipo de recursos 
			humanos y económicos, facilitando las muestras necesarias para que 
			realicen sus investigaciones.
 
 Y comenta al respecto el informe de Inteligencia:
 
				
				
				Pese a esta facilidad que los distintos gobiernos ofrecen al CDC, no 
			se acostumbra a exigir como contrapartida ninguna prestación. No es 
			de extrañar, pues, que el CDC posea todo tipo de información sobre 
			el desarrollo y extensión mundial de todo tipo de enfermedades y que 
			la extrapolación de estos datos a un próximo, medio y largo futuro, 
			sea para el CDC algo factible debido a la enorme cantidad de 
			recursos que posee.
				
				Pero conviene señalar que el CDC es un organismo norteamericano, con 
			presupuesto norteamericano y que, muy probablemente, servirá en 
			primer lugar a los intereses de su país y, quizá, en alguna ocasión 
			a los intereses de un determinado sector de su país. 
			Por otra parte, el tipo de información que maneja el 
			CDC no es una 
			información científica cualquiera, sino que se trata de información 
			epidemiológica, es decir, datos que hablan sobre: 
				
					
					
					El origen de las enfermedades 
					(infecciosas, ambientales, sociales)
					
					La extensión y progresión de las 
					mismas
					
					Los factores que inciden 
					positiva y negativamente (sociales, económicos, productos 
					químicos, tratamientos)
					
					Esta información puede llegar a ser muy estratégica por su 
			repercusión económica, política y social 
			Importantes sectores económicos o políticos pueden tener interés en 
			que un posible factor sea enfatizado o silenciado según convenga. 
			Cierto tipo de explicaciones sobre una epidemia pueden hacer 
			reclamar a los ciudadanos una política sanitaria costosa que los 
			políticos no puedan satisfacer.
 Es por ello que, dentro del mundo científico sanitario, sean los 
			epidemiólogos y los centros de investigación epidemiológica los que 
			suelen recibir más presiones de todo tipo.
 
 El tratar de controlar e infiltrar estos centros puede ser un 
			objetivo a conseguir por ciertas multinacionales y por otros centros 
			de poder.
 
 Por ello no se considera conveniente tomar las conclusiones del CDC 
			y de otros centros similares, que en muchos casos son simples 
			declaraciones, como dogmas inamovibles por las autoridades 
			sanitarias de los distintos países. En todo caso, las declaraciones 
			de estos centros han de ser analizadas y contrastadas con otras que 
			ofrezcan mayores garantías de objetividad.
 
 En 1981, y durante el primer año, el CDC mantuvo que el SIDA era 
			propio de homosexuales, pese a que ya había afectado a varios 
			drogodependientes. Incluso bautizó la enfermedad como GRID (Gay 
			Related Inmunodeficience), afirmando que esos drogadictos 
			probablemente tenían pautas sexuales anormales.
 
 El hecho de no prestar atención a esos primeros drogadictos y a las 
			hipótesis que varios médicos lanzaron sobre la posible transmisión 
			sanguínea de la enfermedad, fue la causa principal de que no se 
			investigase precozmente esta vía y que no se impusieran medidas 
			preventivas hasta tres años después sobre la sangre contaminada. 
			Ello provocó que el SIDA se haya extendido entre los hemofílicos y 
			transfundidos, no sólo norteamericanos sino también europeos, a 
			través de las exportaciones masivas de plasma norteamericano a 
			Europa, especialmente a España, que depende en un 90% de este plasma 
			extranjero.
 
 Al cabo de dos meses, el CDC tuvo que admitir otras formas de 
			contagio. A partir de entonces afirmó que la enfermedad se 
			transmitía sólo entre los llamados grupos de riesgo: homosexuales, 
			heroinómanos, hemofílicos, transfundidos y haitianos, y que la 
			entrada del virus en la sangre era la única forma de contagio del 
			SIDA.
 
 Los casos cada vez más crecientes de afectados que no pertenecían a 
			estos grupos fueron rechazados por el CDC como casos que "no habían 
			sido cuidadosamente estudiados". Ello ha podido retrasar, una vez 
			más, el estudio sistemático de otras formas de contagio, con el 
			consiguiente precio de una mayor expansión de la enfermedad.
 
 Dada la influencia que ejerce el CDC en las políticas sanitarias de 
			los países occidentales y la excesiva rigidez que demuestran en la 
			valoración de los factores que inciden en la transmisión del virus,
			el CDC podría contribuir a retardar la aplicación de una precoz y 
			eficaz prevención por parte de los distintos gobiernos.
 
			  
			Y es de 
			destacar que las medidas preventivas son la única arma de que se 
			dispone, hoy día, para luchar contra el SIDA, a falta de una vacuna 
			eficaz y de algún tipo de tratamiento curativo.
 
			  
			
			LA OMS
 
			En lo que a la OMS respecta, hay que señalar que se le ha delegado 
			un importante papel en la prevención y control del SIDA, 
			especialmente en los países del Tercer Mundo. En este marco, la 
			Oficina Regional de la OMS en África es la que lleva desde hace 
			décadas la iniciativa sanitaria en este continente.
 
			  
			Y cito al 
			respecto del referido informe de Inteligencia: 
				
				Sin embargo, pese a las campañas sanitarias realizadas en 
				África 
			durante años, no parece que la OMS haya sido capaz de detectar, o al 
			menos informar, de la existencia en África Central de una extraña 
			epidemia, el SIDA, que desde hace unos 15 años está extendiéndose 
			por toda el África Subsahariana.  
				  
				No fue hasta 1983, dos años después 
			de detectar el primer caso en EEUU, que se diagnosticaron los 
			primeros casos en Africa. Estos casos tampoco fueron descubiertos 
			por los servicios de la OMS, sino por un equipo de epidemiólogos 
			belgas y franceses que viajaron a Centroáfrica para averiguar si en 
			esta zona tropical estaba presente el SIDA. En una sola semana 
			descubrieron 35 casos en un solo hospital del Zaire. 
			El no haber sabido detectar el nacimiento y expansión, durante 15 
			años, de una epidemia tan grave como la del SIDA es sorprendente.
 En octubre de 1985 el Dr. Sergei K. Litvinov, epidemiólogo ruso 
			especialista en enfermedades transmisibles africanas que ostentaba el 
			cargo de secretario adjunto al director general de la OMS en 
			Ginebra, y a cuya dirección estaban las principales divisiones y 
			subdivisiones de la OMS para la vigilancia, control y supuesta 
			prevención de todas las enfermedades transmisibles —incluido el 
			SIDA— declaró a un semanario que,
 
				
				"todo ha sido un pánico y una 
			exageración proveniente del país originario del SIDA, es decir, EEUU". 
			El Dr. F. Assad, que dirige la sección específica de lucha contra el 
			SIDA en la sede central de la OMS en Ginebra, declaró a la Prensa en 
			esa misma época:  
				
				"Mi reacción respecto al miedo al SIDA es que ésta 
			es una enfermedad, y que quien no utilice 'ciertas prácticas' no la 
			va a contraer. Lo más importante es un buen sistema de información, 
			es decir, abstenerse de ciertas prácticas sexuales y de drogas. ¡Eso 
			es todo! Es de ese tipo de enfermedades que uno va a su encuentro. 
			Es difícil adquirirla. Se tiene que 'trabajar duro' para lograrlo. 
			Todo el mundo es libre de especular, pero la gente responsable 
			debería controlarse a sí misma. No deberíamos tener pánico." 
			Estas declaraciones realizadas por un responsable de una institución 
			como la OMS, cuya principal función es la información directriz, la 
			educación y prevención estratégica sanitarias, pueden considerarse 
			como irresponsables si se tiene en cuenta que para esa fecha, 
			octubre del 85, ya se tenían datos como los siguientes: 
				
					
					
					El 20% de casos de SIDA en 
					África afecta a niños
					
					Cada día nace en Nueva York un niño con SIDA
					
					Existía en el mundo occidental al menos un 6% de casos de SIDA de 
			los que no se conocía la posible causa de su contagio 
			Sirvan estas pinceladas para que el lector comprenda que las 
			opiniones de organismos de prestigio mundial como lo son por ejemplo 
			los citados (OMS y CDC), no responden siempre, necesariamente, a un 
			espíritu de progreso científico transparente.
 
			  
			
			BERTRAND RUSSELL
 
			Para no perder de vista en ningún momento la posibilidad expuesta 
			sobre el origen y la finalidad de la pandemia del SIDA, así como 
			sobre lo que se estuvo ensayando en España en 1981 —con el triste 
			resultado del Síndrome Tóxico— con vistas a una aplicación masiva en 
			el futuro en esta u otra área del globo, cabe tener bien presente lo 
			que Bertrand Russell dejó escrito en la obra Impacto de la Ciencia 
			en la Sociedad:
 
				
				"Actualmente la población del mundo se está incrementando en unos 
			85.000 individuos por día. La guerra, hasta ahora, no ha tenido un 
			gran efecto en este incremento, que ha ido continuando a través de 
			cada una de las guerras mundiales... La guerra, hasta ahora, no ha 
			sido efectiva en este aspecto... Pero tal vez la guerra 
			bacteriológica llegará a ser efectiva. Si una Muerte Negra se 
			extendiera por el planeta, una vez por cada generación, los 
			supervivientes podrían procrear libremente, sin llenar excesivamente 
			el planeta." 
			Para valorar debidamente esta reflexión, cabe tener presente que 
			Bertarnd Russell fue un intelectual "orgánico", que trabajaba para 
			el Departamento de Guerra Psicológica del Foreign Office.
 Lo grave es que las elucubraciones de Russell, son hechos trágicos 
			hoy en día. Por si alguien lo duda, volvamos al informe "Global 
			2000":
 
				
				Toda la argumentación en que se basa es una falacia. No hay ninguna 
			correlación entre "recursos naturales" y potencial demográfico, por 
			la sencilla razón de que no existen "recursos naturales" como tales, 
			dado que son la ciencia y la tecnología las que definen los 
			recursos. Si las tecnologías modernas disponibles se empleasen en 
			las regiones atrasadas del mundo, es evidente que generarían los 
			recursos requeridos por la población prevista para el año 2000.  
				  
				Y 
			¿cómo llega este informe a unas previsiones tan siniestras? Pues 
			excluyendo precisamente toda difusión de las tecnologías 
			agroindustriales modernas en el tercer mundo, excluyendo toda 
			posibilidad de un verdadero desarrollo económico de estos países, y 
			excluyendo todo desarrollo económico que pudiera darse más allá de 
			su actual estado.  
				  
				Sobre esta intención política, planteada como 
			axioma, se ha levantado el andamio de esas previsiones de 
			superpoblación; es decir, que en el año 2000 una economía mundial 
			fatalmente estancada, e incluso en franco declive, no permitirá 
			vivir a 2.400 millones de seres humanos, que por lo tanto sobrarán. 
			  
			
			UN HORRIBLE GENOCIDIO A ESCALA INTERNACIONAL
 
			Así, este informe dirigido al presidente de los Estados Unidos 
			intenta justificar, con gran abundancia documental, la contradicción 
			de que el orden mundial que persigue la Trilateral, pase por un 
			horrible genocidio a escala internacional.
 
 Ya en 1965 se constituyó una comisión especial, llamada "Agenda para 
			el año 2000", en la que participaron futuros dirigentes de 
			
			la 
			Comisión Trilateral como Zbigniew Brzezinski y Samuel Huntington. 
			Este grupo publicó un informe que apelaba al control demográfico en 
			el Tercer Mundo. El mismo año, el futuro trilateralista George Bell, 
			entonces subsecretario de Estado para asuntos económicos, nombró a 
			un "responsable demográfico" en el Departamento de Estado, a la 
			cabeza de un equipo encargado de estudiar los medios de reducir la 
			población.
 
			  
			Cyrus Vance y Richard Gardner, este último también futuro 
			trilateralista, formaban parte de este equipo, que precedió 
			directamente a la Oficina de Asuntos Demográficos creada en 1967 en 
			el Departamento de Estado.
 En 1969, Henry Kissinger tomaba el control del Consejo Nacional de 
			Seguridad y del Departamento de Estado, y bajo su petición el 
			entonces presidente Richard Nixon estableció una Comisión para el 
			Crecimiento Demográfico, cuya dirección fue confiada a
			
			
			Laurence 
			Rockefeller.
 
			  
			En un informe de 1972, esta comisión apelaba a un 
			crecimiento demográfico cero, tanto en los Estados Unidos como en el 
			resto del mundo. Paralelamente, la Oficina de Asuntos Demográficos 
			del Departamento de Estado inició en 1970 la publicación de una 
			serie de estudios que anticipaban directamente el
			
			Informe Global 
			2000.
 A continuación, Kissinger tomó dos medidas para institucionalizar 
			esta política de planificación del genocidio. En 1975 creó el grupo 
			indicado sobre la política demográfica en el seno del Consejo 
			Nacional de Seguridad y reorganizó el Departamento de Estado 
			añadiéndole un nuevo servicio: el de la Oficina de Océanos y Asuntos 
			Internacionales, Científicos y del Medio Ambiente. Esta oficina 
			tiene la misión de supervisar las transferencias de tecnología al 
			Tercer Mundo. Por iniciativa de Brzezinski y de Vance, el presidente 
			Jimmy Carter encargó a esta oficina la preparación y redacción del 
			Informe Global 2000.
 
			  
			Participaron en la elaboración del informe 
			varios bloques pensantes anglo-norteamericanos de la vanguardia del 
			movimiento neomaltusiano —abogados del "pensar lo impensable" 
			para 
			reducir la población del planeta—, como la rama norteamericana del 
			World Wildlife Fund, Draper Fund y Population Crisis Comittee.
 
			  
			
			LA MANERA MAS EFICAZ: FOMENTAR EL HAMBRE Y LAS ENFERMEDADES
 
			En 1981 el jefe del servicio de América Latina de la Oficina de 
			Asuntos Demográficos del Departamento de Estado, Thomas Ferguson, 
			declaró a la publicación de Inteligencia 'EIR' que lo estaba 
			interrogando sobre la política del secretario de Estado Haig 
			respecto a América Central:
 
				
				"Una vez que la población escapa a todo 
			control, se impone un gobierno autoritario, incluso fascista, para 
			reducirla. Esto interesa solamente a los expertos en reducir la 
			población con fines humanitarios. En El Salvador no hay sitio para 
			tanta gente. Consideren también el Vietnam. Hemos estudiado el 
			asunto. Aquella región estaba también superpoblada y planteaba un 
			problema. Pensamos que la guerra haría descender los índices de 
			crecimiento y nos equivocamos. Para reducir rápidamente y de manera 
			efectiva la población, es necesario que todos los hombres sean 
			movilizados para el combate y que se mate a una gran cantidad de 
			mujeres en edad de procrear. Mientras tengan ustedes un gran número 
			de mujeres en edad de procrear, tendrán un problema.  
				  
				En El Salvador 
			se mata un pequeño número de hombres y no a las suficientes mujeres 
			para que ello tenga una influencia sobre la población. La manera más 
			rápida de reducir la población es el hambre, como en África, o la 
			enfermedad, como la Peste Negra. Lo que podría suceder en El 
			Salvador es que la guerra desorganizara la distribución de los 
			alimentos. Entonces, la población se debilitaría y habrían 
			enfermedades y escasez. En este momento, podrían ustedes crear una 
			tendencia a la baja rápida de los índices demográficos. De otro 
			modo, la gente se reproduce como animales." 
			William Paddock, consejero del Departamento de Estado bajo 
			Kissinger 
			y Vance, declaró por su parte durante un seminario organizado en el 
			mismo año de 1981 por la Georgetown University, y hablando en nombre 
			del Departamento de Estado, que sobre los 4 millones de habitantes 
			con que cuenta El Salvador, 3.5 podrían eliminarse si "la violencia 
			y la guerra civil continuasen, lo cual es la única solución al 
			problema de la superpoblación".
 El año 1981 en que se efectuaban estas declaraciones —cabe 
			recordarlo siquiera a guisa de dato anecdótico— es el mismo año 1981 
			en que se descubre la existencia del SIDA y en que se desencadena en 
			España el enigmático Síndrome Tóxico.
 
				
				"El documento Global 2000 es maravilloso", confiaría todavía 
				William Paddock a la publicación 'EIR', "es excelente y ha recibido bastante 
			más publicidad que la mayoría de estudios preparados a petición de 
			la Casa Blanca. Nos hace falta un 'Global 2000' para el Estado para 
			empezar a planificar y a adaptarnos a la situación que se avecina. 
			Sería bueno que nadie tuviese ningún hijo más desde ahora hasta el 
			año 2000, pero el gran problema se sitúa más allá." 
			El general Draper, presidente del 
			Draper Fund que tomó parte en la 
			elaboración de Global 2000, lanzó en 1971 la propaganda en favor del 
			modelo chino de control demográfico, un control que recurría a la 
			práctica del infanticidio.  
				
				"¿Quién va a eliminar el excedente de 
			población en tal o cual país, cuando la presión ejercida por un 
			número demasiado grande de personas y con muy pocos recursos llegue 
			a límites intolerables?", preguntaba Draper. 
			Cuando el trilateralista Henry Kissinger era secretario de Estado, 
			inauguró la política llamada de la "carta china" en el marco de los 
			acuerdos secretos establecidos con los chinos, que les garantizaban 
			la hegemonía del Sudeste asiático, empezando por Camboya.  
			  
			Así pues, 
			el Departamento de Estado norteamericano se desentendió del gobierno 
			de Lin Nol y permitió que los Khmers Rojos, fantoches de China, se 
			apoderaran del país. El resultado de ello, que Kissinger conocía con 
			antelación, o debería de haber conocido, fue el genocidio de casi la 
			mitad de la población camboyana, de 7 millones de personas, bajo la 
			supervisión de unos 10.000 consejeros chinos.
 No es de extrañar pues que a Cyrus Vance le esté costando tantísimo 
			la pacificación de los territorios de la antigua Yugoslavia.
 
			  
			En el 
			fondo, esa pacificación no le conviene en absoluto.
 
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