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			Prologo
 por Brian Swimme
 
 Entre los sinólogos hay una leyenda popular sobre los primeros 
			occidentales -un grupo de jesuitas eruditos que estudiaron el I Ching 
			en el siglo XVII.
 
			  
			La empresa comenzó con gran alegría y esperanza, 
			el idioma había sido aprendido, y los significados al fin habían 
			sido descifrados y examinados con madurez. Entonces vino la tragedia. 
			Algunos de los jóvenes inteligentes estaban locos. Sencillamente, la 
			dificultad para entender la sabiduría del I Ching dentro de las 
			categorías de la mente occidental, abrumó a estos hombres 
			consagrados.  
			  
			Finalmente, la Compañía de Jesús se vio obligada a 
			abandonar el proyecto, y aún a prohibir cualquier estudio posterior 
			de esta extraña escritura China.
 Este relato, si bien apócrifo, arroja luz en la obra del Dr. José 
			Argüelles, porque él también se ha sumergido de todo corazón, en 
			aquello que para la mente occidental es igualmente un engañoso 
			sistema de conocimiento,
			o sea el 
			Tzolkin Maya. Después de gastar una parte de su vida dando 
			vueltas alrededor de este enigma, el Dr. Argüelles ha aparecido con 
			su relato de lo que él significa, y realmente es un relato 
			descabellado. Se nos pide que examinemos los siguientes puntos, 
			entre otros igualmente insólitos:
 
 Primero, que la historia humana está formada en gran parte por un 
			rayo galáctico a través del cual la Tierra y el Sol han estado 
			pasando durante los últimos 5.000 años, y que nos espera un gran 
			momento de transformación, a medida que lleguemos al final del rayo 
			en el año 2012.
 
 Segundo, que las perspectivas y actividades culturales del mundo 
			siguen la naturaleza de las “estaciones galáctica?, cuyo código fue 
			captado matemática y simbólicamente por los mayas.
 
 Tercero, que cada persona tiene el poder para conectarse 
			directamente, ya sea sensoria, sensitiva, o electromagnéticamente 
			con la energía/ información de este rayo que emana del corazón 
			galáctico, y de este modo se puede despertar la verdadera mente de 
			uno, es decir, al mente superior, la mente profunda.
 
 Indudablemente muchos pensarán que el Dr. Argüelles ha seguido el 
			mismo camino de los jesuitas, quienes se extraviaron en el I Ching, 
			y se volvieron dementes y maniáticos, quedando aislados en sus 
			propias fantasías engañosas. Ciertamente, el mismo Dr. Argüelles es 
			consciente de que sus conclusiones son de naturaleza inquietante.
 
			  
			Él 
			nos advierte honestamente desde el comienzo:  
				
				“Para mí la situación 
			significaba dar un salto, sumergir bruscamente la punta, como si la 
			tuviese, en un territorio mental que los patrones de la cultura 
			dominante habían declarado inexistentes o como un tabú”.  
			Y en verdad, 
			su obra tiene la extravagancia y la confusión de las ideas propias 
			de toda nueva visión de la realidad, y esto sólo hace que leer su 
			libro sea un desafío, aún aparte de la magnitud cósmica que tienen 
			sus declaraciones.
 Habiendo dicho todo eso permítaseme indicar por qué pienso que la 
			visión del Dr. Argüelles es de un valor profundo. Estoy convencido 
			de que cualquier visión del universo que no logre estremecernos, es 
			porque carece de valor para nosotros. Debemos tener en cuenta que, 
			nosotros, occidentales racionales, nosotros ciudadanos mundanos y 
			demócratas judeo-cristianos, con nuestras armas nucleares hemos 
			convertido la Tierra en un rehén. Nosotros los industriales modernos, 
			somos los que practicamos el ecocidio que ha cubierto la superficie 
			de todos los continentes.
 
 Decir que una visión del universo es “racional”, quiere decir que 
			ella se ajusta a esta visión del mundo moderno, el cual ha iniciado 
			y sostiene el terror global.
 
 No necesitamos visiones racionales; necesitamos las más 
			descabelladas e inquietantes visiones que podamos encontrar respecto 
			al universo. La visión del Dr. Argüelles es idónea.
 
 Pero su visión no es totalmente descabellada. Con la exactitud 
			infalible de todo genio, el Dr. Argüelles conoce la ciencia 
			occidental y sabe que la única esperanza de un equilibrio para la 
			sociedad occidental, consiste en asimilar plenamente la cosmología 
			de los pueblos primitivos, ven particular la cosmología Maya.
 
			  
			¿Porqué 
			deben ser estudiadas por aparte las cosmologías primitivas? Porque 
			los pueblos primitivos empiezan con la misma convicción: la Tierra, 
			el Sol, la galaxia, el universo, todas las cosas en todas partes, 
			están vivas y son inteligentes.
 Todo lo que necesitamos es humildad. Nosotros, quienes fuimos 
			educados en esta moderna visión del mundo, que es la que dirige y 
			sostiene nuestro militarismo, con su mismo patriarcado y 
			antropocentrismo, necesitamos comprender nuestro error fatal: la 
			suposición de que el universo está muerto, y carece de sensibilidad, 
			inteligencia, y propósito. ¿Podremos encontrar el valor para 
			librarnos de este engaño fatal?.
 
 ¿Encontraremos la sabiduría para volvernos hacia los mayas y su 
			ciencia, y para aprender la verdad del universo?.
 
 En lo que resta de esta introducción, me gustaría comentar 
			extensamente algunas cosas respecto a los tres puntos 
			“descabellados” del Dr. Argüelles. Ya que mi propia educación la 
			constituyó la física matemática, mi línea de pensamiento refleja 
			necesariamente los contornos de la ciencia contemporánea. Pero 
			necesito hacer énfasis aquí, en que no estoy intentando ubicar la 
			visión de los mayas dentro de las categorías modernas y científicas.
 
			  
			La cosmología Maya no puede ser ubicada dentro de las categorías 
			modernas y científicas. Pero ahí es donde surge en nuestra época una 
			ciencia post-moderna, una orientación científica que asimila la 
			visión del mundo de los pueblos primitivos, con la visión del mundo 
			de la ciencia moderna.  
			  
			Estoy hablando desde el contexto de esta 
			ciencia integral, pan-humana, y post-moderna.
 
				
				Primero 
				El rayo galáctico a través del cual estamos pasando, según 
			lo afirman los mayas. Para empezar, permítanme decir que la ciencia 
			moderna nunca ha hablado de tal rayo, en la forma en que lo hacen 
			los mayas. Pero recientemente, los físicos se han hecho conscientes 
			de la manera en que estamos siendo influenciados por los rayos que 
			pasan a través de la galaxia, y esto en sí mismo, es algo nuevo. La 
			astrofísica comente describe estos rayos como unas ondas densas que 
			irrumpen a través de la galaxia, influenciando así su evolución.
				   
				Por 
			ejemplo, el nacimiento de nuestro Sol fue una consecuencia de estas 
			ondas. Las ondas densas pasaron a través de una estrella gigante y 
			la incendiaron, esta explotó y provocó la existencia de nuestro 
			propio sol.
 En efecto, la formación de toda estrella se debe principalmente a 
			que estos rayos irrumpen a través de nuestra galaxia. Podemos 
			comenzar a formular la noción de que la galaxia es un organismo, el 
			cual está comprometido en su propia evolución. Hablamos de la 
			“dinámica auto-organizadora” de la galaxia. O con una perspectiva 
			más orgánica, hablamos de que la galaxia está desplegándose. El 
			nacimiento de las estrellas se describe como parte de la epigénesis 
			galáctica.
   
				Entonces se ve que el Sol es activado por la dinámica 
			dirigida desde el centro galáctico; el ojo de una rana se ve 
			exactamente así, activado por la dinámica dirigida desde su propio 
			centro orgánico.
 La pregunta obvia es esta:
 
					
						
						
						¿Exactamente hasta qué punto está el 
			dinamismo galáctico relacionado con el desarrollo del sol y de sus 
			planetas en evolución?
						
						Es decir, ¿Si la dinámica galáctica tiene 
			que ver solamente con la ignición inicial del Sol, después de ella 
			el Sol y la Tierra quedan fuera de esta influencia?
						
						O ¿está comprometido el rayo 
					galáctico en la evolución de la vida? 
				Aquí son necesarios dos explicaciones. 
				 
					
						
						
						Primera, puede decirse con 
			bastante simplicidad que la galaxia está continuamente comprometida 
			con la evolución de la Tierra y su vida.    
						Los rayos que tienen 
			densidad galáctica, han atravesado con fuerza a través de la galaxia, 
			durante la totalidad de los 4.55 billones de años que tiene de 
			existencia el Sol, y en cualquier época en que estos rayos pasen a 
			través del Sol, alteran su dinámica, y así alteran la energía 
			radiante que baña a la tierra.    
						No tengo ninguna duda de que, a 
			medida que los biólogos evolucionistas comiencen a reflexionar sobre 
			esto, ellos articularán las maneras como esta dinámica ha dado forma 
			al desarrollo de la vida en la tierra. Nos volveremos más 
			conscientes de que la forma que tienen las hojas del olmo, no ha 
			sido moldeada únicamente por la selección natural de la Tierra, sino 
			por la acción de la galaxia como un todo.
						
						Y segundo, hemos de reconocer que para la ciencia moderna ha 
			resultado sencillamente imposible observar la existencia de un rayo 
			galáctico, tal y como lo describen los mayas.    
						La ciencia moderna se 
			concentró sobre lo material y sobre su cambio de posición. Todas las 
			cualidades, colores, olores, emociones, sentimientos percepciones 
			interiores fueron clasificadas como secundarias y descartadas. 
						   
						Es 
			decir, nos comprometimos desde el comienzo con un modo de conciencia 
			que nunca reconocerá el rayo galáctico Maya. 
				Lo que debe evaluarse al mismo tiempo, es precisamente cuán difícil 
			fue hacer lo que la ciencia moderna ha hecho.    
				Por ejemplo, el 
			descubrir empíricamente que el Sol tuvo un comienzo, este es un 
			conocimiento que requiere un grado muy elevado de conciencia. 
			Pensemos solamente qué tan exótica tuvo que volverse la conciencia 
			para ver el movimiento de los continentes; ¡O realmente escuchar el 
			eco del primer globo de fuego, hace 20 billones de años en los 
			comienzos del tiempo!.    
				Al reconocer el desarrollo particular de la 
			conciencia de la ciencia moderna, podemos empezar a perdonar sus 
			equivocaciones, y a evaluar otros grados de conciencia que se han 
			desarrollado alrededor de diferentes proyectos culturales.
 Los mayas fueron un pueblo embriagado por un objetivo cultural que 
			requería un desarrollo de conciencia bastante diferente. Donde los 
			científicos modernos han sido capaces de detectar experimentalmente 
			los efectos físicos de los rayos densos pasando con fuerza a través 
			de la galaxia, los mayas fueron capaces de detectar 
			experimentalmente rayos de diferentes efectos, rayos que no sólo 
			influenciaron el nacimiento y el funcionamiento de las estrellas, 
			sino también el nacimiento y el funcionamiento de las ideas, 
			visiones, y convicciones.
   
				O más bien, yo pienso que el caso es que 
			tanto los científicos modernos como los mayas responden a los mismos 
			rayos. Los científicos modernos desarrollaron un grado de conciencia 
			que los capacita para articular los efectos Físicos de estos rayos; 
			Y los mayas desarrollaron una conciencia que los capacitó para 
			articular los efectos psíquicos de estos rayos.
 
 
				Segundo 
				Las estaciones galácticas. Los mayas, en la presentación 
			del Dr. Argüelles, enseñaron que cada era tiene una cualidad 
			particular de sí misma, una cualidad que favorece un tipo especial 
			de actividad, y todo esto se encuentra registrado en el código del Tzolkin.
				   
				Al conocer los códigos galácticos para las estaciones, se 
			puede prever la llegada de éstas, y así se puede actuar de acuerdo a 
			ellas, y con gran efecto. Tal orientación hacia el universo era 
			común para la mayoría de los pueblos primitivos, aunque quizás 
			ninguno tuvo la exquisita sutileza de los mayas. Además de esto, la tradición religiosa 
			occidental primitiva y medieval tenía una concepción similar del 
			tiempo, según la cual cada momento o era, tenia su cualidad 
			especial, otorgada por el corazón de la Divinidad; al conocer la 
			cualidad del momento, uno se capacitaba para entrar profundamente en 
			una actividad divina.
 Mi propia manera de aproximarme a esta idea de una “estación 
			galáctica”, se basa en los 20 billones de años que lleva la historia 
			cósmica. Si examinamos nuestra relación de lo que realmente ha 
			sucedido, vemos que cada era tiene una cualidad especial su momento 
			singular su, creatividad particular.
 
 Por ejemplo, hace medio millón de años en la epopeya cósmica, llegó 
			el tiempo para crear los átomos de hidrógeno.
   
				Necesitamos recalcar 
			aquí, que esta creatividad está ligada intrínsecamente a la macrofase natural del cosmos en ese momento. Hasta entonces, los 
			átomos de hidrógeno, no habían sido creados; Pero en el momento en 
			que los átomos de hidrógeno pudieron, saltaron a la existencia por 
			millares. Hay docenas de tales ejemplos a través de todas las eras 
			de la epopeya cósmica, pero quizás podemos quedarnos con la 
			aparición de los átomos de hidrógeno, para aclara el punto referente 
			a la actividad inherente a una estación cósmica.
 Antes de que apareciera el hidrógeno, en verdad fue posible que se 
			formase un átomo individual de hidrógeno. Pero el hacerlo requirió 
			un formidable gasto de energía, y el átomo se fundió rápidamente en 
			el horno primordial. La creación de átomos de hidrógeno en otras 
			épocas, habría sido ir contra la comente del universo.
   
				Una fluida y 
			abundante creatividad, depende por una parte de la necesidad natural 
			que se tenga del hidrógeno, y por otra de la cualidad de la época 
			del universo.    
				La creatividad efectiva sólo apareció, dice el Dr. 
			Argüelles,  
					
					“cuando la momentánea necesidad se unió con el propósito 
			universal. Cuando la cualidad del universo determinó invitar a la 
			existencia a los átomos de hidrógeno, estos salieron en gran 
			abundancia”.  
				La existencia de las estaciones cósmicas y galácticas 
			se encuentra siempre a través de los 20 billones de años de 
			existencia.
 En la mente occidental, la pregunta que inmediatamente sale a la 
			superficie es:
 
					
					“Puede haber estaciones para el nacimiento de átomos, 
			de galaxias, o de células primitivas, pero, ¿qué hay respecto a mis 
			propios pensamientos?. ¿Qué hay respecto a la cultura humana?. ¿Lo 
			uno y lo otro son afectados por las eras galácticas?”.  
				Esto nos 
			lleva a nuestro debate sobre:
 
 
				Tercero 
				La interacción personal con la mente galáctica. Realmente, 
			¿qué podemos decir respecto a la noción de inteligencia y propósitos 
			galácticos?.
 Dejé este punto de último, porque aquí trataremos de los profundos 
			alcances de la represión psíquica en occidente. Los mayas sintieron 
			que ellos estaban unidos con la mente del Sol, la cual manifestaba 
			para ellos la mente y el corazón de al galaxia. Los mayas captaron 
			que la galaxia tenia deseos. Cuando los científicos modernos 
			escucharon esto, colocaron a los mayas en el cuarto destinado a los 
			“cuentos de hadas”.
   
				Pero nuestro rechazo a su conocimiento, revela 
			únicamente lo desequilibrado y peligroso de nuestra condición 
			psíquica.
 Considere lo siguiente. Nuestros antepasados intelectuales de la 
			Europa del siglo XVII, podían estar ante un animal que profería 
			alaridos, y sin embargo estaban convencidos de que el animal no 
			sentía. Cuando se les preguntaba cómo podían tener un corazón tan 
			frío, ellos explicaban que los animales eran sólo máquinas que 
			habían sido dañadas, y que emitían sonidos lastimeros igual que lo 
			hacía cualquier máquina cuando estaba descompuesta.
 
 Por ser descendientes de ellos, nosotros tenemos la misma 
			sensibilidad distorsionada. De otro modo, ¿cómo podemos permanecer 
			apáticos cuando en la actualidad el mundo viviente da alaridos de 
			angustia a través de todo el planeta?
   
				Esto lo menciono, con la 
			esperanza de que una vez sospechemos la verdad que nuestra moderna 
			sensibilidad es la más deformada en todos los 50.000 años de 
			existencia del Homo Sapiens, comencemos con la tarea de despertar 
			todas las gamas de la sensibilidad psíquica en los seres humanos. 
			Sólo entonces así detendremos nuestro ataque violento contra la vida. 
			Sólo así viviremos una existencia en un éxtasis similar al de los 
			mayas.
 Nuestra dificultad surge desde nuestro error cultural de creer que 
			los átomos de las estrellas de hidrógeno, y todo lo demás, son “sólo 
			cosas materiales”, y que nosotros y nuestra vida psíquica son 
			trascendentes, completamente desconectados del universo.
 
 El relato de la creación cósmica que presenta la ciencia post-moderna, 
			ofrece un punto de partida diferente: es decir el universo como un 
			solo, multiforme evento energético. Y de este modo, la conciencia 
			humana y el cuerpo humano, y la conciencia del búho, y el cuerpo del 
			búho, todos son el florecimiento de un numinoso proceso cósmico.
   
				En 
			esta orientación integral, podemos comenzar a apreciar la forma en 
			que nuestros pensamientos, huesos, e intuiciones (y los pensamientos, 
			huesos, intuiciones del búho), todos son los tejidos de la misma 
			dinámica sagrada y fundamental.
 En esta perspectiva, las sensaciones no son elaboradas en la mente 
			humana trascendente sino que son transmitidas, del mismo modo en que 
			se transmiten los fotones. Esta es en verdad la experiencia más 
			común. Una persona que esté ante una gran roca de granito, es bañada 
			con toda clase de sensaciones, estas son las sensaciones que la 
			montaña ha comunicado al ser humano.
 
			Piense entonces en un Maya de pie que está siendo bañado por la luz 
			del Sol. ¿Qué podemos decir respecto a lo que está sucediendo? 
			  
			Qué 
			este evento, como cualquier otro, es al mismo tiempo físico y 
			psíquico. Podemos hablar de la acción recíproca quanto-electrodinámica de los fotones solares con los electrones 
			humanos; O podemos hablar de las sensaciones y los acontecimientos 
			íntimos que se experimentan “interiormente”. La totalidad del 
			acontecimiento exige que ambos polos sean tenidos en cuenta.  
			  
			El Sol 
			calienta la piel y enciende la mente. El Sol comparte su calor y 
			expresa su sentimiento interior; el Sol transmite su energía 
			termonuclear y proyecta sus ideas y peticiones.
 Es difícil dejar de reflexionar en las ideas fascinantes que se 
			encuentran en el libro del Dr. Argüelles. Amesgue y véalas por usted 
			mismo.
 
			  
			¡Que regrese con el nuevo poder para activar la salud y la 
			creatividad de la Comunidad Terrestre!.
 Brian Swimme
 
			Instituto para la cultura y la 
			creatividad espiritual 
			Holy Names College, OkIand.
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			Introducción 
			El Misterio De Los Mayas - La Ciencia Trascendida 
			
			Desde el triunfo del racionalismo y de la revolución industrial del 
			siglo XVIII, siempre ha sido una verdad institucionalizada, el que 
			la ciencia moderna representa el pináculo de los logros humanos.
 
			  
			
			Esta creencia es la piedra angular de la doctrina del progreso 
			material y tecnológico. Virtualmente es inconcebible la noción de 
			que pudo haber existido una ciencia más avanzada que la predominante. 
			Y que de todos modos subyace en cada aspecto de la civilización 
			industrial global.  
			  
			
			Sin embargo, ha llegado el momento en que lo 
			racionalmente inconcebible pude ser la única solución que queda, o 
			que ofrezca seguridad en el paso más allá del pérfido ataque 
			violento del militarismo nuclear, y del envenenamiento del medio 
			ambiente que ahora amenaza la existencia de este planeta.
 Atrincheradas y siempre vigilantes en sus propias bases, las fuerzas 
			del materialismo científico custodian celosamente los portales de 
			sus dominios, con un solo objetivo en mente: mantener el mito de una 
			superioridad tecnológica que siempre continuará progresando.
 
			  
			
			Así 
			pues, los objetos voladores no identificados, la variedad de 
			experiencias paranormales, y el descubrimiento en 1976, de fenómenos 
			“racionalmente” inexplicables en la superficie de 
			Marte, rápidamente 
			se convirtieron en documentos clasificados, que le fueron ocultados 
			al público. Sin embargo, en la mañana del 28 de enero de 1986, 
			exactamente cuatro días después de que el triunfante Voyager 2 
			pasara cerca a Urano, suministrando una asombrosa cantidad de 
			información, el vehículo espacial Challenger explotó a plena vista 
			del público y la televisión.  
			  
			
			En aquel asombroso momento de fuego, el 
			mito de la superioridad tecnológica sufrió un duro golpe.
 Es desde la ventana de la duda y de la vulnerabilidad suscitadas por 
			la fatal misión del Challenger que las personas inteligentes pueden 
			cuestionar como nunca antes, el propósito de la tecnología y la 
			“infalibilidad” de la ciencia moderna. A través de esta grieta 
			soplan ahora vientos extraños en el mito de la superioridad 
			tecnológica.
 
			  
			
			A la luz lunar de lo que trasciende al racionalismo 
			científico, podemos formular las siguientes preguntas:  
				
					
					
					¿Y si la 
			manera como estamos haciendo las cosas no es la mejor o la más sabia?
					
					¿Y si no somos la civilización más inteligente que la Tierra ha 
			conocido?
					
					¿Pudo haber existido un pueblo más inteligente, más sabio, 
			y más avanzado que nosotros, al que hemos menospreciado por causa de 
			nuestra autosatisfacción?
					
					¿Pudo haber existido una ciencia superior 
			a la nuestra que haya sido practicada en este planeta y en otras 
			partes?
					
					¿Qué es lo que nos hace estar tan seguros de que el 
			materialismo científico es la mejor técnica para arrancar respuestas 
			de un cosmos infinitamente más vasto y misterioso que lo que la 
			mente racional puede comprender? 
			
			En otras palabras, lo que el 
			espectro de la crisis tecnológica invoca es un cambio paradigmático 
			de naturaleza genuinamente radical.  
			  
			
			Dicho cambio ha estado en el 
			aire durante largo tiempo, gracias a la pionera investigación de la 
			física cuántica, pero ha necesitado una sacudida experimental para 
			lograr cimentarse.
 Durante todo el siglo XX, las mentes científicas sensitivas han 
			estado tratando de informarse y de alertar al público, respecto al 
			comportamiento irracional en el mundo, que la ciencia racional trata 
			de implantar. Aunque su mensaje ha escapado a los señores de la 
			guerra y a los tecnócratas, cuyo poder decisorio da forma al orden 
			social, los difusores de la “nueva ciencia”, como Frijof Capra, 
			Isaac Bentov, y Gary Zukov, han hecho esfuerzos admirables para 
			darle a conocer la similitud que hay entre la física cuántica y el 
			misticismo oriental, por lo menos a una minoría de pensadores 
			críticos.
 
			  
			
			En realidad, la parte final de los Maestro danzante de Wu Li (1979), se aproxima a lo inconcebible al afirmar que nos estamos 
			acercando al “fin de la ciencia”. Sin embargo aún él es incapaz de 
			rehuir la noción del “esfuerzo sin tregua”, y del desarrollo en 
			continuo progreso de más y más teorías físicas que son-comprensibles 
			y útiles.
 El “fin real” de la ciencia, el cambio paradigmático y radical, 
			previsto hace mucho tiempo, significa renunciar al concepto mismo 
			del progreso incesante. O al menos renunciar a él, el tiempo 
			suficiente para ver si no pueden existir ciencias no físicas y no 
			materiales, que trasciendan totalmente el concepto del progreso y 
			del no progreso.
 
			  
			
			De hecho el mito del progreso científico y de la 
			superioridad tecnológica no podría recibir un golpe más duro que el 
			de descubrir que una ciencia más avanzada existió antes de que 
			surgiera el mito del progreso, y esta fue practicada por un pueblo 
			que aún estaba en la edad de piedra, según la opinión moderna. Me 
			estoy refiriendo, más específicamente, a un sistema de pensamiento 
			que virtualmente fue pasado por alto por todos los impulsores de la 
			“nueva ciencia”. Este sistema de pensamiento es la ciencia que fue 
			conocida y practicada por un pueblo antiguo llamado los mayas.
 El ejemplo más cercano al sistema de la ciencia Maya, y que es 
			conocido por los defensores de la nueva ciencia, es el legado chino 
			del 
			I Ching.
 
			  
			
			Sin embargo, el I Ching aún no ha sido plenamente 
			comprendido por los “nuevos científicos”, quienes, todavía 
			sumergidos en la doctrina del progreso, no han sido capaces de ver 
			lo que es: la forma codificada de una ciencia basada en la 
			resonancia holonómica, y no en la física atómica.
 Martín Schönberger en El I Ching y el Código Genético, 
			La Clave 
			Oculta de la Vida (1973), Robert Anton Wilson en 
			Los Documentos 
			Iluminados (1980), y mi propia La Tierra en Ascenso (1984), son 
			algunos de los pocos esfuerzos que postulan al I Ching como el 
			ejemplo de un sistema que es más comprensivo que la ciencia de la 
			actualidad.
 
			  
			
			Como Schönberger lo expone, el I Ching representa,  
				
				“...una fórmula universal con la estatura de un orden de la realidad...; la respuesta a la búsqueda de Heisenberg de aquellas “formas 
			anónimas básicas y simetrías polares de naturaleza uniforme”. 
			
			Igual que el sistema de orden universal del I Ching, el sistema de 
			la ciencia Maya es de resonancia holonómica, tanto del futuro como 
			del pasado.  
			  
			
			Y es que, desde la perspectiva de la ciencia Maya, los 
			términos futuro y pasado son de poco valor como medios para medir la 
			superioridad del progreso. Para los mayas el tiempo no existe en 
			modo alguno, este es un circuito desde cuya fuente común proceden 
			igualmente el futuro y el pasado, siempre encontrándose y uniéndose 
			en el momento actual.  
			  
			
			La ciencia Maya, al igual que el I Ching, 
			puede ser considerada como pre-científica y post-científica. 
				
					
					
					¿Cómo es entonces, que en este momento de crisis tecnológica y de 
			cambio paradigmático los mayas invitan a entrar en nuestra 
			conciencia?
					
					¿Quiénes fueron, o quiénes son los mayas?
					
					¿De dónde 
			vienen?
					
					¿Cuáles fueron sus logros?
					
					¿Por qué hicieron lo que 
			hicieron?
					
					¿Por qué abandonaron su civilización cuando esta estaba 
			en su apogeo?
					
					¿Adónde fueron, y por qué? 
			
			Mientras que las formas del pensamiento oriental y las prácticas 
			actuales como la yoga, la meditación, los arreglos florales, las 
			artes marciales, y otras cosas, lentamente se convirtieron en un 
			fenómeno sobresaliente que viene en aumento durante la última mitad 
			del siglo, revolucionando inexorablemente nuestra cultura e 
			impactando en nuestro pensamiento científico, los mayas han quedado 
			como algo enigmático y extraño.
 Sin embargo, evocar a los mayas de América Central, es evocar una 
			curiosa resonancia del oriente, de la India. Después de todo, Maya 
			es un término filosófico clave hindú que significa “el origen del 
			mundo”, y “el mundo de la ilusión”.
 
			  
			
			Además de eso, la palabra Maya 
			en sánscrito, está asociada a conceptos que significan “grande”, “medida”, 
			“mente”, “magia”, y “madre”. No nos sorprende encontrar que Maya es 
			el nombre de la madre del Buddha. Y en el clásico de los Vedas, el 
			Mahabharata, leemos que Maya era el nombre de un eminente astrólogo, 
			astrónomo, mago, y arquitecto, como también era el nombre de una 
			gran tribu de navegantes erráticos.
 No solamente en la antigua India, hogar de alta metafísica y 
			aventura espiritual, encontramos el nombre Maya, sino que la 
			encontramos aún más al occidente:
 
				
					
					
					El tesorero del célebre Tutankhamen, el rey niño de Egipto, se llamaba Maya, mientras que en 
			la filosofía egipcia encontramos el término Mayet, que significa el 
			orden universal del mundo. 
					
					En la mitología griega, las siete 
			Pléyades, hijas de Atlas y Pleione, y hermanas de Hyades, enumeran 
			entre ellas a una llamada Maia, también conocida como la estrella 
			más brillante de la constelación de las Pléyades. 
					
					Y finalmente, 
			sabemos que nuestro mes de Mayo se deriva de la diosa romana Maia, 
			“la grande”, la diosa de la primavera, hija de Fauno y esposa de 
			Vulcano. 
			
			Volviendo a los mayas de América Central, encontramos que su nombre 
			se deriva de la palabra Mayab, término que describe a la península 
			del Yucatán, área clave de la base y hogar bio-regional de los mayas. 
			 
			  
			
			Así pues, queda la pregunta:  
				
					
					
					¿Quiénes fueron los mayas?
					
					¿Por qué el 
			nombre asociado con esta civilización de América Central, aparece en 
			muchas otras civilizaciones del mundo?
					
					¿Es tan sólo una 
			coincidencia?
					
					¿De dónde vinieron los mayas? 
			
			El dogma antropológico en boga, afirma que los mayas fueron parte de 
			un numeroso grupo de amerindios que atravesaron el estrecho de 
			Behring durante la última edad del hielo, hace 12.000 años, y 
			eventualmente se establecieron en lo que hoy es América Central.  
			  
			
			Al 
			leerlos recientes textos mayas como el 
			
			Popol Vuh, 
			
			El Libro de Chilam 
			Balam, y Los Anales de los Cakchiqueles, tenemos la clara impresión 
			de que en verdad, los mayas llegaron de muy lejos,  
				
				“del otro lado 
			del mar llegamos al lugar llamado Tulan, donde fuimos engendrados y 
			nacimos de nuestras madres y padres...”  
				(Cakchiqueles) 
			
			A fin de que uno no crea que el asunto es simple, leemos en 
			cualquier otra parte del mismo libro un texto algo adulterado según 
			el cual hubo cuatro Tulanes: 
				
				“La gente llegó a Tulan de cuatro lugares. En el oriente hay un Tulan. Otro en Xibalbay (el mundo inferior); otro en el occidente 
			desde donde vinimos nosotros mismos, desde el oeste, y hay otro 
			donde está Dios (arriba, en los cielos). Por eso hubo cuatro Tulanes”. 
			
			Al examinar el pasaje anterior, encontramos que el lugar de los 
			orígenes, o el proceso de los orígenes descrito por los mayas en 
			este último texto, es de naturaleza mandálica, celestial, y cósmica. 
			 
			  
			
			Los cuatro Tulanes representan el paso del Sol, de oriente a 
			occidente, como también un mundo superior y uno inferior. Además, 
			una lectura de la antigua historia y mitología, Maya mejicana en 
			general, demuestra que Tulan o Tollan es un nombre arquetípico, 
			clave, tanto como un lugar real. ¿Que sucederla si Tulan no 
			describiese necesariamente un lugar geográfico, sino un proceso de 
			transformación y un punto de entrada de un reino o mundo a otro?.  
			  
			
			A 
			este respecto, el recuerdo que los mayas tenían de sus orígenes, se 
			parece al de 
			los Hopi, que describe una travesía desde mundos 
			diferentes, de los cuales el actual es el cuarto.  
			  
			
			Pero,  
				
			 
			 
			
			Dejando a un lado por el momento la cuestión sobre los orígenes, nos 
			encontramos en terreno más firme contemplando los logros de los 
			mayas indudablemente, los mayas representan una de las 
			civilizaciones más grandes que haya florecido en el planeta Tierra. 
			 
			  
			
			Esparcidas a través de las selvas de Yucatán, y de las tierras 
			montañosas de la actual Guatemala, hay un número increíble de 
			ciudades antiguas y templos. Pirámides escalonadas, plazas 
			elegantemente dispuestas, y centros ceremoniales exquisitamente 
			adornados con piedras esculpidas y cubiertas por todas partes con 
			inscripciones jeroglíficas.
 Respecto a las espléndidas ruinas de los mayas, hay varias cosas que 
			nos sorprenden, siendo la principal entre ellas, su aislamiento. Aún 
			si se compara con la cercana civilización de las tierras montañosas 
			mejicanas, el estilo artístico de los mayas es único.
 
			  
			
			Aislados en 
			las junglas de América Central, los mayas se nos presentan tan 
			elevados como remotos. Al considerar sus pirámides que como torres 
			se elevan sobre los contornos de la jungla, y sus intrincados 
			jeroglíficos, también nos sorprende lo tarde que los mayas aparecen 
			en la historia universal. Casi tres mil años después de que 
			culminara la construcción de las pirámides en Egipto, con cuya 
			civilización son justamente comparables, los mayas aparecieron 
			súbitamente en escena.
 Pero aún más dramático que el ascenso relativamente tardío de la 
			civilización Maya, lo es su repentina desaparición. En el año 830 
			D.C. después de unos 500 a 600 años de intensa actividad, los 
			principales centros fueron dejados a merced del tiempo y de la selva. 
			De todos los enigmas dejados por los mayas, este parece ser el más 
			grande.
 
			  
			
			Aunque se han hecho esfuerzos para dar la hipótesis de una 
			revolución interna, una sequía,
			o una peste, como causa del desalojo de los grandes centros, no 
			existe ninguna prueba convincente que confirme alguna de estas 
			teorías. Aún queda la posibilidad, tan conmocionante como puede ser 
			para nuestra manera de pensar, de que los mayas abandonaron 
			conscientemente su civilización cuando ella estaba en su apogeo.  
			  
			
			Si 
			este es el caso, debemos preguntar ¿por qué?.
 Íntimamente relacionado con el misterio del desalojo de los centros 
			claves alrededor del año 830 D.C. está el enigma no sólo del 
			significado de los jeroglíficos, sino de los datos calendáricos, 
			matemáticos, y astronómicos dejados por los mayas.
 
			  
			
			Si los mayas sólo 
			hubieran dejado su arquitectura y su trabajo artístico, su 
			civilización estaría en línea con lo más alto que la humanidad ha 
			logrado, es decir, con los egipcios y los griegos, la dinastía Gupta 
			de la India, los templos de Java, la dinastía T'ang de la China y la 
			clásica dinastía Heian del Japón. Pero son además sus alcances 
			científicos los que sobresalen tanto o más que las alturas armónicas 
			de su trabajo artístico, los que continúan asombrándonos.
 Comúnmente se habla de los alcances científicos de los mayas en 
			términos de sus adelantos en el calendario.
 
			  
			
			Los mayas calcularon la 
			longitud de la revolución terrestre alrededor del Sol, con una 
			precisión de cerca de una milésima de un punto decimal de acuerdo a 
			los cálculos de la ciencia moderna. Esto, se nos dice incesantemente, 
			lo hicieron sin nuestros instrumentos de precisión.  
			  
			
			No sólo eso, 
			sino que elaboraron calendarios sobre los ciclos de las lunaciones y 
			de los eclipses. Y aún más, tenían calendarios que registran las 
			revoluciones sinódicas y las sincronizaciones de los ciclos 
			pertenecientes a Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, y Saturno. Y, en 
			algunos de sus monumentos encontrados los registros de fechas y 
			acontecimientos que sucedieron hacen 400.000.000 de años.   
			  
			
			Ellos 
			hicieron todo esto con un sistema numérico único e increíblemente 
			sencillo y flexible, en el que contaban por veintenas (en lugar de 
			hacerlo por decenas), y únicamente utilizaron tres símbolos de 
			numeración escrita. ¿Por qué, y con qué fin?.
 ¿De qué manera el conocimiento del calendario Maya se refiere al 
			misterio de sus orígenes, y al enigma del desalojo de sus ciudades 
			principales en el año 830 D.C.?. Y ¿a dónde se fueron los mayas 
			después del año 830?
 
			  
			
			Ciertamente, hubo quienes se quedaron, y sin 
			embargo, hay una brecha tan clara, anterior al nuevo comienzo de la 
			civilización Maya en la postrimerías del siglo X, que parece como si 
			hubiera sido hecha de manera consciente y deliberada. No sólo existe 
			una brecha entre el llamado Nuevo Imperio Maya, y el Gran Imperio 
			Maya anterior al año 830 D.C., sino que también en la época en que 
			llegaron los españoles, es como si se hubiera olvidado todo el 
			conocimiento del pasado.  
			  
			
			Y sin embargo, quedó el calendario. Una 
			pista. ¿Para quién?.
 De hecho, los arque6logos ven el sistema del calendario tan sólo 
			como eso, es decir, como una manera de registrar el tiempo.
 
			  
			
			Pero 
			queda sin respuesta la pregunta de por qué se gastó tanto tiempo 
			registrando el tiempo, surge entonces la sospecha de que el 
			calendario es más que un calendario. ¿Es también el sistema numérico, 
			- tan delicadamente proporcionado-un medio para registrar las 
			señales armónicas que no sólo se refiere a las posiciones del 
			espacio-tiempo, sino a las cualidades resonantes del ser y de la 
			experiencia, cuya naturaleza nos la oculta nuestra predisposición 
			materialista?.
 No hay ninguna duda de que en los volúmenes de literatura que se han 
			escrito sobre los mayas y sus sorprendentemente precisos logros 
			intelectuales, pocos son los escritores para quienes la civilización 
			Maya no haya representado una “cosa del pasado”, y una civilización 
			no tan avanzada como la nuestra.
 
			  
			
			La visión que informa de casi todo 
			lo que se ha dicho respecto a los mayas, es la visión atrincherada y 
			progresiva de que los mayas representaron una de las diversas 
			comentes de civilización que lucharon contra todas las dificultades 
			ambientales para alcanzar nuestro nivel de materialismo y ciencia. Y 
			por esta razón, la mayor parte de todo lo que se ha dicho respecto a 
			los mayas puede estar completamente equivocado.
 Después de muchos años de estudio y meditación sobre el misterio de 
			los mayas, he llegado a la inevitable conclusión de que los mayas no 
			pueden ser comprendidos con la vara que hemos usado para medirlos y 
			juzgarlos.
 
			  
			
			Habiendo captado intuitivamente que el objetivo de la 
			vida de acuerdo a los mayas, en gran parte pudo haber sido muy 
			diferente de lo que nuestra imaginación materialista puede reconocer, 
			muy recientemente he llegado a la conclusión de que los mayas, al 
			menos los mayas cuya civilización llegó a una parada repentina en su 
			pináculo, durante el año 830 D.C., no sólo fueron más inteligentes 
			que nosotros, sino que su ciencia estaba mucho más adelantada que la 
			nuestra.  
			  
			
			Por esta razón poco importa el que ellos no hubieran 
			utilizado herramientas metálicas, o inventos que ahorrasen trabajo, 
			tales como la rueda (tampoco utilizaron bestias de carga).
 Debido a que ellos pudieron realizar tantas cosas con tan pocos 
			medios, los mayas tienen algo muy importante que enseñarnos en 
			nuestro tiempo de crisis tecnológica y cambio paradigmático. En 
			realidad, los mayas no sólo pueden poseer ya el “nuevo modelo”, sino 
			también el conocimiento científico por el cual puede aplicarse éste 
			modelo. Siendo esto así, no pudo haber sido meramente una casualidad, 
			el que los mayas fueran la última de las antiguas comentes 
			civilizadoras que florecieron en este planeta.
 
			  
			
			Ni tampoco puede ser 
			una casualidad, el que los mayas representen la última tradición 
			antigua, a examinarse y entenderse a la luz del pensamiento moderno. 
			Parece que ya a llegado el momento para un “redescubrimiento de los 
			maya”.
 Al reflexionar en todo esto, he llegado a percibir la presencia 
			espiritual de los mayas. Hábiles sabios de lo que nosotros llamamos 
			tiempo, Maestros de la sincronización, los espíritus de los mayas se 
			sonríen y hacen muecas. Por supuesto, la época es precisa. Todo esto 
			ha sido diseñado, dispuesto, e impreso. Las pistas fueron dejadas 
			deliberadamente.
 
 Todo lo que se ha estado esperando es llegar a un estado mental que 
			sea conveniente para interpretar las pistas. La depresión del actual 
			estado mental, permite la posibilidad de interpretar las pistas, y 
			sacar de ellas las conclusiones correctas. Conclusiones que pueden 
			tener mucho que ver con timonear los asuntos planetarios no con 
			rumbo a la extinción sino rumbo a una transformación.
 
 Al preparar la presentación de este texto, hay dos cosas que me 
			sirven de guía: el estudio de un fenómeno que he llegado a 
			interpretar como un código maestro galáctico, y el presentimiento de 
			que es absolutamente necesaria una ruptura dramática con el modelo 
			científico ordinario, si hemos no sólo de sobrevivir sino de 
			transformarnos de la manera más positiva y benigna posible.
 
			  
			
			Después 
			de haber sido menospreciado durante tanto tiempo, el Factor Maya 
			debe ser examinado ahora.
 La intención de escribir este libro me vino muy repentinamente. Sin 
			embargo, mientras reflexionaba en ello, comprendí que había estado 
			trabajando con el material por más de 30 años. En esta etapa de mi 
			vida, y de la vida de este planeta, es necesario presentar clara, 
			coherente, y honestamente aquello que es verdadero. Los medios para 
			llegar a la verdad son múltiples.
 
			  
			
			La intravisión, la intuición 
			directa, la experiencia y la revelación, son complementados por el 
			estudio, la investigación, la experimentación, y el examen. Todos 
			estos elementos han sido puestos en juego al tratar con el Factor 
			Maya, y al presentarlo. Pero más que cualquier otra cosa,
			siento que es mi deber presentar el Código Maya, o sea el Código 
			Armónico, tan sencillo y directamente como sea posible.
 Más que un calendario, el Módulo Armónico Maya presentado en esta 
			época, evoca la imagen del I Ching en el Hexagrama 49:
 
			  
			 
			  
			
			Se ha dado a conocer este libro con miras a poner en orden el 
			calendario - el calendario que conocieron los viajeros mayas del 
			cosmos - y para destacar que estamos implicados en las estaciones 
			galácticas.  
			  
			
			Armados y reasegurados con dicho conocimiento, podemos 
			ponernos a tono con la Tierra, y abandonar nuestro infantil y ahora 
			muy peligroso encaprichamiento con el mito del progreso y la 
			superioridad tecnológica.  
			  
			
			En esto radica la importancia de El Factor 
			Maya: Un Camino Más Allá de la Tecnología. 
			 
			
			GRAN RUEDA, MANDALA DE
			PACAL VOTAN
 
			 EL CALENDARIO AZTECA EN PIEDRA, SIGLO XV D.C.
 
 
			
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