por Laura Anido del Sitio Web Publico
Camisetas con imágenes del presidente ruso Vladimir Putin y del presidente estadounidense Donald Trump.
REUTERS
los dos líderes llegaron a celebrar seis cumbres
de las que
el ruso salió siempre mejor posicionado. entre los mandatarios en la nueva legislatura de Trump, aunque han mantenido media docena de conversaciones telefónicas.
El encuentro también será clave para definir la actual relación entre los dos mandatarios. Sus interacciones, que incluyen varios encuentros y llamadas, han sido objeto de debates internacionales.
Los expertos señalan un patrón:
Desde que Trump regresó a la Casa Blanca en febrero, él y Putin han tenido media docena de conversaciones telefónicas.
Ello es debido a que el republicano se ha implicado en una de sus promesas electorales:
Sin embargo, la realidad ha resultado mucho más complicada para el estadounidense, evidenciando los límites de sus aspiraciones frente a un conflicto de dimensiones globales y mostrando que negociar con Putin no es tarea sencilla...
Pero la relación entre ambos comenzó mucho antes de que el magnate estadounidense se convirtiese en presidente. Durante la campaña de 2016, Trump expresó públicamente su admiración por Putin, a quien describió como un "líder fuerte y astuto".
Moscú respondió con comentarios favorables,
mientras que en Washington crecieron las sospechas de una posible
intervención rusa en las elecciones, algo que nunca se llegó a
probar.
No cuestionó la anexión de Crimea en 2014, ni la presunta participación del Kremlin en el uso de un agente en suelo británico cuatro meses antes.
Tampoco dio credibilidad a las teorías de la interferencia rusa en las elecciones de 2016, poniendo en evidencia a sus propias agencias de inteligencia estadounidenses al dudar de la participación de Rusia en el hackeo de correos electrónicos del Partido Demócrata:
La "invasión" rusa a Ucrania en 2022 reconfiguró la narrativa.
Trump, ya fuera del poder, criticó la guerra calificándola de "ridícula", pero insistió en que él podría solucionarla. Esa promesa se convirtió en eje de su campaña de 2024.
Desde entonces, ha buscado abrir negociaciones, facilitó un alto el fuego parcial en marzo y lanzó reproches públicos a Putin tras los ataques en Kiev , aunque en febrero había culpado a Kiev de iniciar la guerra, al decir que Zelenski,
En julio, con el conflicto estancado, amenazó con aranceles del 100% a Rusia y a los países que siguieran comerciando con Moscú, estableciendo un plazo de 50 días.
Hasta ahora, ninguna de estas medidas se ha aplicado. Ahora, Trump busca que la reunión en Alaska sirva para acercar posiciones y lograr un acuerdo de paz en Ucrania con Putin.
Sin embargo, con el paso de los días, el republicano se ha ido mostrando menos optimista:
A principios de esta semana, el equipo de la Casa
Blanca incluso calificó el encuentro como un mero "ejercicio de
escucha".
Trump ha asegurado que el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, excluido de este primer encuentro, podría participar en esa hipotética segunda ronda.
Al ser preguntado sobre si cree posible convencer a Putin de que detenga los ataques contra civiles en Ucrania, Trump respondió:
Aun así, insistió en que se firmará algún tipo de
acuerdo durante la cumbre en Alaska.
En este contexto, la sola realización de la cumbre en Alaska se interpreta como un triunfo simbólico para Rusia.
La cumbre permite a Putin recuperar protagonismo en la escena internacional y desafiar a quienes esperaban que quedara marginado por su papel en la guerra de Ucrania.
Aunque ha declarado que sería un "error" predecir
el resultado de las conversaciones, subrayó que no hay expectativas
de que el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente
estadounidense, Donald Trump, formalicen algún acuerdo.
Señalando como objetivo principal del Kremlin reanudar y normalizar las relaciones de Rusia con Estados Unidos, el presidente ruso destacó que la reunión es importante,
Putin no mencionó pasos concretos hacia el fin de la guerra en Ucrania y se centró en cambio en los contactos de Moscú con Washington,
El Instituto para el Estudio de la Guerra, con sede en Estados Unidos, sostiene que,
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