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por Zhandra Flores
13 Octubre 2025
del Sitio Web
RTEsp

Imagen ilustrativa
creada por inteligencia artificial.
Desde el siglo XIX,
el control
político
y
económico de la región
ha sido un
punto clave
para que
Washington consolidara
su
hegemonía global...
El número preciso varía según las fuentes, pero
se cuentan por
decenas las veces que EE.UU. ha
intervenido militar, política o diplomáticamente en América Latina y
el Caribe para alcanzar sus objetivos geopolíticos durante al menos
siglo y medio.
Las
modalidades abarcan desde,
-
guerras abiertas
-
invasiones militares para deponer
gobiernos incómodos
-
ocupación
-
neocolonialismo
-
financiamiento de opositores - incluso
armados
-
operaciones de falsa bandera
-
respaldo a dictaduras
-
difusión de mentiras
-
manipulación de organismos multilaterales
para revestir de legalidad acciones injerencistas e ilícitas
-
uso de organizaciones no gubernamentales
como mecanismos de desestabilización,
...por citar algunos 'modus operandi'
verificables.
Un trazado histórico con arranque en la década de 1840 permite
identificar dos momentos claves - a menudo superpuestos - de la
consolidación de EE.UU. como potencia continental y luego global:
el expansionismo y el control de sus
dominios, ora por la vía de la fuerza, ya sea por medio del
llamado 'poder blando', bajo la premisa del
excepcionalismo.
Es decir:
el supuesto "carácter único" de la
nación estadounidense, que la distingue simbólica y
materialmente del resto de los países, una idea que se asienta
un cúmulo de creencias económicas, militares, raciales y
religiosas cuyos primeros despuntes se pueden rastrear incluso
antes de su independencia del Reino Unido...
Sobre estos soportes, los territorios de
América Latina y el Caribe
devinieron en blanco privilegiado para el expansionismo y la
dominación gradual pero incesante de Washington en la región, que ha
reclamado en no pocas ocasiones como parte de su área de influencia
inmediata, cuando no denominado su 'patio trasero'...

Imagen ilustrativa
creada por
inteligencia artificial.
"El expansionismo (asociado a una insaciable
sed de dominación) es pues rasgo estructural permanente y
dominante de la sociedad estadounidense;
-
ya sea en su forma territorial inicial y
más directa, apropiándose de territorios vecinos
-
ya sea en su ulterior forma imperial
marítima, apoderándose de islas o archipiélagos, cercanos o
distantes, situados en los dos océanos que desde la segunda
mitad del siglo XIX marcan el limite geográfico de sus
costas, atlántica y pacífica
-
ya sea, como ocurriera en fechas más
recientes, sin necesidad de apropiarse de nuevos territorios
y países, solo sometiéndolos de forma sutil y disfrazada
pero a menudo también más brutal y violenta, imponiendo su
dominio económico, político, cultural y militar sobre países
soberanos",
...detalla el historiador venezolano
Vladimir Acosta en
su libro 'El
Monstruo y sus Entrañas - Estudio Crítico de la Sociedad Estadounidense'.
El también académico de la Universidad Central de
Venezuela destaca que esta tendencia se incrementó desde mediados
del siglo XX a través de mecanismos como,
"'ayudas económicas',
presiones, golpes de Estado, invasiones y guerras asesinas que
últimamente disfrazan de humanitarias", en pos de imponer "su
dominación mundial imperialista y neocolonizadora".
'Destino Manifiesto' en Acción
El proceso de consolidación estadounidense como potencia continental
vino aparejado, en primera instancia, de la expansión hacia el oeste
y el sur.
Tras una guerra derivada de una aparente disputa
fronteriza entre 1846 y 1848, México, su vecino, perdió entonces más
de la mitad de su territorio.
La herida, no cerrada del todo, sigue
extendida como una mancha en las complejas - y necesarias -
relaciones bilaterales entre los dos países.
Entonces, la doctrina del 'destino manifiesto' asestó su primer
espuelazo y durante el resto de ese siglo se extendería a Nicaragua,
República Dominicana, Cuba y Puerto Rico.
Aunque los alegatos para justificar guerras e
incursiones militares abiertas o soterradas mudaron varias veces de
ropajes, el objetivo era terminar de expulsar al debilitado imperio
español del continente americano e impedir que otras potencias
europeas llenaran el vacío dejado por Madrid, forzada a abandonar
sus mermadas posesiones coloniales ante la imposibilidad de vencer a
Washington en las arenas militares.
El siglo XX inició y con él vinieron las llamadas 'guerras
bananeras', con el corolario Theodore Roosevelt como brújula.
Esa directriz de política exterior habilitaba a
EE.UU. para,
"ejercer el poder policial internacional en
casos flagrantes de tales irregularidades o impotencia",
...según
reseña un documento de la Oficina
del Historiador del Gobierno de EE.UU.

El ex-presidente
estadounidense
Theodore Roosevelt
en Nueva York, 1915.
Heritage Art /
Gettyimages.ru
Entre otros puntos de la región, en la época se
contaron intervenciones estadounidenses directas en,
-
la
separación de Panamá de Colombia (1903)
-
la
ocupación de Nicaragua (1912-1933)
-
la ocupación de Haití (1915-1934)
-
la ocupación de República Dominicana
(1916-1924)
En el primer caso,
el
objetivo era asegurarse el control del canal transoceánico,
apenas un proyecto en papel, pero que estaba destinado a convertirse
en un punto clave para el comercio.
A estos efectos, una vez en marcha una rebelión
secesionista en el istmo, el presidente estadounidense Theodore
Roosevelt envió al puerto de Colón el acorazado USS Nashville para
"proteger las vidas estadounidenses en Panamá", lo que disuadió a
una Bogotá disminuida por las guerras intestinas de intentar una
contraofensiva.
Washington se aprestó a reconocer el recién
formado país y, dos semanas más tarde, suscribió con Panamá el
polémico
tratado Hay-Bunau-Varilla, que contemplaba la cesión "a
perpetuidad" de una franja de 10 millas de ancho a lo largo de la
vía transoceánica.
El dominio colonial estadounidense sobre el istmo
se extendió hasta 1999, cuando entraron en vigor los Tratados
Torrijos-Carter, firmados en 1977 por el líder panameño Omar
Torrijos y el presidente estadounidense Jimmy Carter, hoy
cuestionados por el actual inquilino de la Casa Blanca,
Donald
Trump.

El ex-presidente
estadounidense Jimmy Carter
y el líder panameño
Omar Torrijos
en la firma de los
tratados Torrijos-Carter,
16 de junio de 1978.
Gettyimages.ru
En los casos de Nicaragua, Haití y República
Dominicana, hubo diferencias en las alegaciones que se esgrimieron
para justificar la ocupación militar directa, pero tuvieron como
factor común,
la supuesta defensa de vidas e intereses extranjeros,
así como el cobro de deudas en escenarios de inestabilidad política,
aunque el motivo real era desplazar a las potencias europeas de un
espacio ya estimado como estratégico.
Así, por ejemplo, tras ocupar el territorio
haitiano, EE.UU. trató a ese país "como una caja registradora", al
sustraer 500.000 dólares del Banco
Nacional de Haití pocos días después de la invasión y
depositar luego esas riquezas en una bóveda de Wall Street, como se
recoge en un
reportaje de The New York Times sobre el precio que hubo
de pagar la nación caribeña por haber sido la primera de la región
en independizarse de su metrópoli.
En Nicaragua, la
ocupación vino aparejada con la protección a la United Fruit
Company, la poderosa bananera que en aquellos tiempos ejercía un
poder omnímodo sobre Centroamérica.
No obstante, allí encontraron resistencia.
Augusto César Sandino lideró un ejército
de campesinos que puso en jaque a la poderosa tropa de ocupación.
Washington se vengó asesinando a Sandino e
instalando una oprobiosa dictadura
dinástica que trocó su fin en 1979, cuando el Frente
Sandinista de Liberación Nacional consiguió conquistar Managua y
expulsar a Anastasio Somoza Debayle, 'Tachito', el último de
la estirpe instalada más de cuatro décadas atrás.
La Guerra contra el
"Comunismo"
Tras la II Guerra Mundial y el advenimiento de la
Guerra Fría, el control hemisférico se hizo todavía más acuciante
para Washington.
El propósito era claro:
el comunismo no podía tener cabida en su área
de influencia.

Al centro
el ex-presidente guatemalteco
Jacobo Árbenz.
Gettyimages.ru
En 1954, la Agencia Central de Inteligencia
(CIA) levantó una operación de falsa bandera para
deponer al presidente guatemalteco
Jacobo Árbenz, quien lideraba un proyecto
nacionalista y popular cuya bandera clave era la reforma agraria.
Esa medida atentaba directamente contra los
intereses de la todopoderosa United Fruit Company y, por
extensión, contra la influencia estadounidense sobre los destinos
del pequeño país centroamericano.
Así, Árbenz, admirador del 'New Deal' del
presidente estadounidense Franklin Delano Roosevelt y de ningún modo
comunista, fue tildado de tal y marcado como objetivo por la Casa
Blanca, que puso en marcha la
'Operación WASHTUB', consistente en la siembra de armas
soviéticas en suelo guatemalteco en cooperación con la dictadura
somocista de Nicaragua.
Aunque el 'fake news' fue desestimado, marchaba
en paralelo con la 'Operación PBSUCCESS', de mucho mayor calado y
cuya línea gruesa consistía en
justificar el derrocamiento del dignatario por la vía de la
supuesta comprobación de sus nexos con la Unión Soviética y el
comunismo internacional a través de acciones variopintas.
Tuvieron éxito...
En junio de 1954, Árbenz renunció en favor de un
Gobierno militar respaldado por EE.UU., que trajo consigo largas
décadas de inestabilidad política y una cruenta
guerra civil que se extendió por 36 años, concluyendo apenas en
1996 tras unos 200.000 muertos
y desaparecidos, el genocidio de pueblos originarios y millones de
desplazados.

El líder
revolucionario Fidel Castro (c.)
en su entrada
triunfal a La Habana
tras el triunfo de la
Revolución Cubana.
Enero de 1959.
Gettyimages.ru
El año 1959 marcaría un punto de inflexión en la
política de EE.UU. con el triunfo de la Revolución cubana.
La hegemonía estadounidense se resquebrajó
irremisiblemente y Cuba se convirtió en una suerte de cáncer que
debía ser extirpado cuanto antes, sin importar el método.
Las iniciativas incluyeron,
-
centenas de
intentos de
magnicidio contra el líder Fidel Castro
-
un plan de
asesinato de ciudadanos estadounidenses
-
el
envenenamiento de sacos de azúcar
-
un intento fallido de
invasión
-
el financiamiento de opositores
-
la propagandización negativa del Gobierno
de la isla
-
un feroz
bloqueo económico que, a la fecha, como en Cuba,
sigue en pie...
Desde otro costado, el proyecto socialista cubano
también devino en excusa para injerencias de diversa índole, bien
fuese por medio,
-
de
operaciones disfrazadas de ayuda humanitaria a
través de la extinta Agencia de EE.UU. para el Desarrollo
Internacional (USAID)
-
de la
fragua de golpes de Estado para deponer a gobiernos
adversos, como ocurrió en el
Chile de Salvador Allende
-
de las
incursiones militares abiertas.
Tres Casos - Tres Tiempos
Resulta acaso excesivo hacer un listado
pormenorizado de todas las intervenciones estadounidenses en la
región latinoamericana y caribeña.
Empero, tres ocurridas entre las décadas de 1960
y 1980 dan cuenta de que Washington estaba ya más que dispuesto a
dejar la trastienda y aparecer en primera fila para garantizar el
control político y económico en su zona de influencia.
¿'Casus belli' común...?
La "protección" de
vidas estadounidenses...
República Dominicana, 1965
El primer objetivo de esta lógica, cebada al
calor de la Guerra Fría, fue
República Dominicana.
En abril de 1965, un grupo de jóvenes
oficiales liderados por el coronel Francisco Caamaño
protagonizaron una
revuelta para deponer a un régimen de facto, instalado
después del derrocamiento del presidente nacionalista Juan
Bosh - al que se tildó falsamente de comunista - y procurar
el retorno del líder depuesto a su posición.
En unas pocas semanas, los insurrectos
obligaron a la renuncia de los cabecillas del régimen, mas
hubieron de hacerle frente a un grupo de militares leales, que
pretendían que el país caribeño volviera a los tiempos en los
que era gobernado por la sangrienta dictadura de Rafael
Leonidas Trujillo.
El resultado fue una guerra civil en la que,
no obstante, los partidarios de Bosh estaban apoyados por
amplios sectores de la población.

El ex-presidente
estadounidense
Lyndon B.
Johnson.
Gettyimages.ru
Así las cosas, el presidente estadounidense
Lyndon Johnson autorizó la 'Operación
Power Pack', tras afirmar que la situación en la nación
antillana era caótica y urgía
proteger las vidas de estadounidenses y de otros extranjeros.
Inicialmente se desplegaron 400 infantes de Marina, pero
en su punto más álgido
alcanzaron a ser 45.000.
El objetivo de esta incursión era impedir
"una segunda Cuba" en América Latina, como luego evidenciaron
documentos desclasificados.
Está claramente establecido que la
intervención estadounidense, que intentó revestirse de legalidad
con el despliegue de una fuerza internacional autorizada por la
Organización de Estados Americanos (OEA), fue decisiva
para inclinar la balanza hacia la capitulación de Caamaño y la
instalación de un nuevo Gobierno que, si bien fue refrendado en
las urnas, sumió al país en una era de autoritarismo y
represión que se prolongó por más de una década.
Granada, 1983
La invasión estadounidense a República
Dominicana parecía haber cerrado el ciclo de las incursiones
militares directas en América Latina.
Pero en 1983, el entonces inquilino de la
Casa Blanca, Ronald Reagan, apostó nuevamente por el
cuestionado método, eligiendo como blanco la pequeña isla de
Granada, en el Caribe
oriental.
Su independencia del Reino Unido, concretada
en 1974, se tornó peligrosa para EE.UU. en 1979, tras el
ascenso al poder por medio de un golpe de Estado incruento
del Movimiento Nueva Joya, una organización
marxista-leninista liderada por el abogado Maurice Bishop.
Con esto, el peor temor de Washington por
aquellos días se había concretado:
había una "nueva Cuba" en su
área de influencia.
Entre 1979 y 1983, los altos mandos
estadounidenses optaron por desacreditar a Bishop y a su
administración - a la que tacharon de "dictadura comunista" -
denunciar su cercanía con La Habana y Managua y afirmar, sin
prueba alguna, que el aeropuerto de Point Salines, que se
construía con ayuda de internacionalistas cubanos presentados
ante la opinión pública como "combatientes", era en realidad una
instalación en la que se pretendía asentar armas cubanas o
soviéticas.

El ex-primer
ministro granadense
Maurice Bishop
en una visita a
la ONU,
Nueva York, 1979.
Chuck Fishman /
Gettyimages.ru
La oportunidad para la
invasión apareció en octubre de 1983, cuando Bishop y otros
miembros de su gestión fueron detenidos y posteriormente
ejecutados por fuerzas militares locales.
Entonces, Washington reflotó la acusación
sobre el aeropuerto y argumentó la necesidad de
salvaguardar las vidas de 600
estadounidenses que cursaban estudios de medicina en la
isla, supuestamente comprometidas por la inestabilidad política
reinante.
Regan autorizó la 'Operación
Furia Urgente' el 25 de octubre de 1983, traducida en
el despliegue de unos 7.000
efectivos militares, incluyendo tropas enviadas por la
Organización de Estados del Caribe Oriental, que
convenientemente solicitó la intervención directa de EE.UU. en
el conflicto interno.
A diferencia de lo que ocurriera en tierras
dominicanas, en Granada prácticamente no hubo resistencia.
Las fuerzas de EE.UU. avanzaron sin
dificultades y dejaron establecidas las condiciones para la
celebración de elecciones antes de su retiro en diciembre de ese
mismo año.
Asimismo, se demostró fehacientemente que los
internacionalistas cubanos eran civiles y por ello fueron
repatriados pocos días más tarde.
En este caso, la ocupación militar garantizó
condiciones para la instalación
de una administración favorable a Washington bajo ropajes
pretendidamente democráticos, lo que sin dudas
fue posible también gracias al apresamiento y ejecución de los
principales líderes del Movimiento Nueva Joya.
Dicho de otro modo:
la potencia norteamericana aprovechó la
coyuntura interna para conseguir sus objetivos geopolíticos
y tuvo éxito...
Panamá, 1989
Seis años más tarde, el Gobierno de EE.UU.,
encabezado por el republicano
George H. Bush, volvería a
echar mano de la invasión militar para deponer ahora a
Manuel Antonio Noriega,
al que había acusado de tener vínculos con el Cártel de Medellín,
de Pablo Escobar Gaviria.
Además, se esgrimieron como motivos la
"protección de las vidas de los ciudadanos estadounidenses
residentes" en el país centroamericano, asegurar el buen
funcionamiento del canal y restaurar la "democracia", que para la
Casa Blanca, se encontraba en suspenso desde 1968.

Manuel Antonio
Noriega
en Panamá,
1987
Bill Gentile /
Gettyimages.ru
Así, en la madrugada del 20 de diciembre de
1989, Bush dio la orden de iniciar la 'Operación
Causa Justa', cuya planeación había comenzado en febrero de
1988, cuando se encontraba al frente de la Casa Blanca Ronald
Reagan, según consta en la documentación oficial.
El objetivo declarado era capturar a Noriega
y desarticular su estructura de poder, sustentada en buena
medida en las Fuerzas de Defensa de Panamá.
Para ello,
se dispusieron cerca 27.000 soldados estadounidenses -
13.000 de ellos ya estaban en el terreno - que bombardearon sin
piedad, además de instalaciones militares, algunos barrios
populares en los que se suponía que Noriega tenía bases.
Tras el fin de los ataques militares, un
número significativo de tropas permaneció en suelo panameño para
"participar en operaciones de estabilización y ayudar a
establecer el nuevo Gobierno", encabezado por el conservador
Guillermo Endara, quien se arrogó el triunfo de los
comicios celebrados en mayo de 1989 y que el oficialismo
norieguista se negó a reconocer.
Está fuera de cuestión que durante la
invasión se cometieron gravísimas violaciones a los derechos
humanos de los civiles panameños, particularmente en la Ciudad
de Panamá, Colón y Río Hato, que,
"fueron bombardeadas e incendiadas
indiscriminadamente",
...de acuerdo con un
informe elaborado por la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH).
Asimismo, aunque el número de fallecidos
varía según la fuente, entidades locales han
estimado que entre 2.000 y
7.000 vidas se perdieron por la acción violenta de la fuerza de
ocupación.

Intervención de
EE.UU. en Panamá.
Diciembre de
1989.
Raphaël Gaillarde
/ Gettyimages.ru
A simple vista, el caso panameño pareciera
seguir el esquema clásico de la intervención armada para deponer
a una administración no alineada con los intereses de
Washington.
Empero, la trama detrás de la 'Operación
Causa Justa' era sensiblemente más compleja.
Noriega
fue
agente de la Agencia Central de Inteligencia
de EE.UU. (CIA) durante más de tres décadas.
En ese lapso, el Gobierno estadounidense le
pagó "322.000 dólares en efectivo y regalos", como
reveló en 1991 The New York Times a propósito del
juicio por narcotráfico que enfrentaba el ex 'hombre fuerte' de
Panamá en una corte de Miami.
En adenda, el diario refirió que ex-asesores
del general panameño y documentos gubernamentales de EE.UU.
dejaron al descubierto que en la década de 1980,
Noriega se ofreció a cooperar con Washington en operaciones de
sabotaje contra el Gobierno sandinista de Nicaragua,
como parte de los esfuerzos de la administración Reagan para
deponerlo, según consta en la documentación oficial del célebre
escándalo Irán-Contra.
En 1986, cuando el poder de Noriega lucía
incontestable y era recibido sin problemas por las autoridades
estadounidenses, la prensa local
divulgó que la
Administración Reagan estaba al corriente de la implicación de
Noriega en actividades ilícitas, que incluían
narcotráfico y lavado de activos.

El ex-presidente
estadounidense
Donald Reagan.
Corbis /
Gettyimages.ru
Además, informes de inteligencia de la época
aseguraban que el general panameño enviaba información de
inteligencia a Cuba, a lo que se sumaban la cooperación con el
Gobierno de
Fidel Castro para sortear el bloqueo impuesto
a la isla y su presunta responsabilidad en el asesinato del
médico Hugo Spadafora, opositor abierto a Noriega y
prestigioso combatiente, junto a los sandinistas, contra la
dictadura de Anastasio Somoza Debayle.
En su día, altos funcionarios panameños
negaron todos los señalamientos.
Luego, Arthur H. Davis Jr., embajador
estadounidense en Panamá entre 1986 y 1990,
admitió que,
"todos en Panamá - todos en el
Departamento de Estado, todos en las Fuerzas Armadas -
estaban convencidos de que Noriega y su gente dejaban pasar
estas drogas",
...al tiempo que un subcomité del Senado
calificaba a Noriega,
"como uno de los fracasos más grandes de
la política exterior de EE.UU.".
Pese a ello, los reparos de Washington hacia
Noriega, según su propia versión, solo comenzaron cuando
se decidió a retomar las
negociaciones con Japón para construir un canal adicional en el
istmo, plan que ya había adelantado el general Omar
Torrijos, uno de los artífices y principal impulsor de los
tratados que habrían de garantizarle a Panamá la soberanía sobre
el paso transoceánico.
"El asunto llegó a un punto de
coincidencia del año 1985 en adelante, en que se hicieron
presiones diplomáticas a Panamá y también a los japoneses a
fin de que estos disminuyeran su interés y compromiso.
Así me lo hicieron conocer en diciembre
de 1986, cuando asistí a Tokio por invitación de la Cámara
de Comercio.
Se me dijo que tenían mucha presión y que
por ello suspenderían una serie de proyectos originales",
contó el general en una entrevista concedida en 1993,
mientras purgaba prisión en Miami.
Con el Gobierno de Guillermo Endara
(1989-1994), EE.UU. recuperó su influencia política sobre
Panamá, que se había visto parcialmente comprometida desde 1968
con el ascenso de Torrijos al poder.
En paralelo,
la nación centroamericana se erigió como un 'hub' financiero y
paraíso fiscal, a condición de una inmensa
desigualdad social.
El canal, hoy codiciado por Trump, sigue
siendo una fuente esencial de ingresos para el país y también un
punto caliente de disputa geopolítica en la región.
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