por Craig Murray
22 Abril 2018
del Sitio Web CraigMurray

traducción de SOTT
24 Abril 2018
del Sitio Web SOTT
Versión original en ingles





© Reuters

 

 


La segunda mitad de mi vida ha sido un proceso continuo de desilusión hacia las instituciones que solía respetar.

 

Supongo que empezó con la Oficina del Exterior (Foreign Commonwealth Office - FCO), donde pasé de ser el embajador más joven de Gran Bretaña a ser despedido por oponerme al uso de la tortura con el fin de obtener información de inteligencia.

 

Al mismo tiempo tuve una visión interna de las mentiras conscientes sobre las armas de destrucción masiva iraquíes que se utilizaron como pretexto para la invasión y la apropiación de recursos.

Todavía me quedaba un poco de respeto por la BBC, la cual desapareció durante el referéndum de independencia escocés, en el que la propaganda de la BBC y el desprecio por la verdad fueron verdaderamente desvergonzados.

 

Mi amor por las universidades se puso a prueba durante mi período como rector de la Universidad de Dundee, cuando vi hasta qué punto el modelo corporativo los había hecho pasar de comunidades académicas que desarrollaban a personas y aspiraban al conocimiento, a ser una implacable fuente de graduados desconsiderados e investigaciones financieramente rentables, sin casi ningún sentido de comunidad.

Mi respeto por las organizaciones de beneficencia desapareció cuando descubrí que Save the Children estaba pagando a su director general £370.000 y que se había convertido en un refugio para los políticos del Nuevo Laborismo que ganaban salarios enormes, razón por la cual estaba tan involucrada en la promoción de una narrativa a favor de la guerra en Siria.

 

Cuando Justin Forsyth y Brendan Cox - ambos empleados con un salario descomunal que entraron a Save the Children por la puerta giratoria de la oficina de Gordon Brown - fueron acusados de depredación sexual, eso pareció ser un resultado natural de que las "organizaciones de beneficencia" estaban encabezadas por ricos que hacían fiestas y no por gente sencilla que intentaba hacer el bien.

 

En cuanto al respeto al parlamento, bueno, el escándalo de los gastos masivos y todos esos pedófilos protegidos...

Se ha hecho difícil mantener el respeto por cualquier institución, y eso es inquietante.

Lo que me lleva a los premios anuales de la semana pasada del Índice de la Censura (Index of Censorship).

 

Los ganadores de los premios (procedentes de Cuba, la República Democrática del Congo, Honduras y Egipto) parecen bastante merecedores, e incluso hay una cierta desviación de la narrativa neoconservadora al reconocer un problema de derechos humanos en Egipto.

Pero el presidente del Índice de la Censura es, increíblemente, el principal escritorzuelo de Rupert Murdoch, David Aaronovitch, y él presidió los premios, en la misma semana en la que el periódico para el que escribe produjo este atroz ataque a la libertad de expresión:
 



"Los apologistas de Assad

trabajan en las universidades"

Fuente

 


Allí dentro había otras dos páginas de ataque contra académicos de renombre que tienen la temeridad de pedir pruebas de las afirmaciones del gobierno sobre Siria, incluyendo a los distinguidos profesores,

  • Tim Hayward

  • Paul McKeigue

  • Piers Robinson

The Times también atacó a periodistas y blogueros y, para colmo, terminó con una columna en la que se alegaba connivencia entre los nacionalistas escoceses y el Estado ruso...

El hecho de que el presidente del "Índice de la Censura" se asocie a este tipo de ataque contra la libertad de expresión, la libertad de pensamiento y la libertad de investigación no es nada sorprendente.

 

La lista de invitados de la ceremonia del Índice tenía un claro matiz de derecha, incluyendo a A.C. Grayling y Sara Khan, así como una buena parte de la BBC, que también estuvo representada en el panel de jueces.

 

No se dan cuenta de la ironía de que la emisora estatal forme parte de un panel sobre la libertad de expresión.

Me di cuenta de que algo estaba muy mal en el Índice de la Censura, cuando me puse en contacto con ellos hace más de una década, cuando Jack Straw intentó prohibir la publicación de mi libro Murder in Samarkand, después de que hubiera pasado satisfactoriamente el exhaustivo proceso de autorización de la secretaría de Relaciones Exteriores que duró un año.

 

Intenté despertar su interés de nuevo cuando mi editor rechazó mi segundo libro, The Catholic Orangemen of Togo, tras las amenazas de difamación del comandante mercenario Tim Spicer de Aegis/Executive Outcomes/Sandline.

 

En ambas ocasiones me dijeron que el entonces Jefe Ejecutivo del Índice, John Kampfner, no consideraba estos intentos de prohibición de libros como incidentes de censura.

 

Presumiblemente porque no estaban en algún lugar como Cuba o Zimbabwe...

El ataque del Times contra los académicos fue parte de una campaña coordinada y dirigida por el gobierno para deslegitimar a cualquiera que dude de la narrativa oficial sobre Salisbury y Siria.

 

La BBC colaboró con este horrible esfuerzo:


 

"Guerra en Siria:

los activistas en línea que

promueven teorías de la conspiración"

Fuente

 


El gobierno emitió entonces un ridículo comunicado de prensa calificando a personas decentes de "bots rusos" sólo por oponerse a la política británica en Siria.

 

En un episodio de macartismo tan macabro que no puedo creer que esté sucediendo realmente, un hombre aparentemente agradable y normal llamado Ian fue interrogado en vivo en el canal Sky News de Murdoch, después de haber sido nombrado por su propio gobierno como un bot ruso:
 

 

 

 

 

 

The Guardian publicó acríticamente las acusaciones del gobierno en su totalidad, y asombrosamente parecía orgulloso de no haber hecho ningún intento de investigar su veracidad, sino que simplemente publicó lo que el gobierno deseaba que publicaran:
 

 

 

Vladimir Kornilov: Estoy desesperadamente tratando de encontrar cualquier "cuenta operada por Rusia" en tu "análisis". Pero sólo tienes dos ejemplos: @Ian56789 y @PArtisangirl. ¿¿¿Quieres decir que son "operados por Rusia"??? ¿Por qué lo piensas? ¿Porque no te gusta lo que escriben?

Heather Stewart @GuardianHeather: No es mi análisis (como el artículo deja claro), es el del gobierno.

 

The Guardian, naturalmente, fue tan 'confiable' como la BBC a la hora de transmitir el mensaje de que cualquiera que dudara de la palabra del gobierno sobre Siria estaba negando rotundamente la 'verdad':
 

 


"La gran línea divisoria de nuestros tiempos

no es la izquierda contra la derecha,

sino la verdad contra la falsedad.

La denigración de Robert Mueller y los Cascos Blancos

prueba el grado al que los hechos comprobables

están ahora bajo asedio."

Fuente

 

 

Jonathan Freedland es, por supuesto, la perfecta representación de un hecho interesante.

 

Aquellos que nos dicen enérgicamente que debemos atacar a Siria, y que cualquiera que cuestione los pretextos del gobierno es demente o malvado, son precisamente las mismas personas que apoyaron la guerra en Irak y atacaron a aquellos que dudaban de la existencia de las armas de destrucción masiva iraquíes.

 

De hecho, estas personas,

  • Jonathan Freedland

  • David Aaronovitch

  • Oliver Kamm

  • Alan Mendoza

  • Andrew Rawnsley

  • John Rentoul

  • Nick Cohen,

...son los líderes del pequeño e insignificante número de personas que todavía creen que la invasión de Irak fue justificada y beneficiosa en su resultado.

Sin embargo, estas personas que han demostrado tener un terrible criterio, ellos y otros de su clase mediática, son los árbitros a los que se les permite dictar los términos de lo que es y lo que no es una declaración pública aceptable sobre la situación en Siria.

Cuando Jeremy Corbyn se convirtió en líder de la oposición, debía suceder una de dos cosas:

  1. o la ventana de (Iain) Overton debía cambiar para permitir la reflexión de los puntos de vista del líder de la oposición oficial y sus innumerables partidarios

     

  2. o el líder de la oposición debía ser castigado y humillado como un lunático irrazonable

El escepticismo racional de Corbyn sobre la participación británica en el conflicto de Siria es un momento clave en este proceso.

 

A pesar de que el escepticismo de Corbyn está respaldado por una amplia gama de opiniones diplomáticas y militares dentro del Reino Unido, tiene que ser descrito como marginal, extremo e irracional.

Por lo tanto, tenemos el extraordinario espectáculo de un ataque coordinado del gobierno y los medios de comunicación contra cualquiera que dude de sus narrativas totalmente exentas de hechos.

 

Aquellos que estaban completamente equivocados sobre Irak son considerados infalibles, y se les da el control total de todas las plataformas mediáticas estatales y corporativas, donde se burlan de aquellos que estaban en lo cierto sobre Irak tratándolos como chiflados y 'bots rusos'.

Mientras tanto, la confianza del público en los medios de comunicación estatales y corporativos alcanza un nuevo nivel mínimo, que es lo bueno de esta historia...