CAPÍTULO 1
				
				
				
				Fuente
				
				
				El juego del diablo
				
				En este capítulo repasaremos las técnicas que ha utilizado el 
				Imperio británico a lo largo del siglo XX para destruir los 
				Estados nación soberanos, que van desde fomentar iniciativas 
				antitecnológicas, la des-industrialización y el crecimiento cero 
				hasta instigar corrientes contraculturales, respaldar 
				movimientos sufíes y crear organizaciones terroristas con 
				objetivos específicos en cada país.
				
				 
				
				Por no mencionar el modo en 
				que el Imperio se ha servido de las divisiones históricas en 
				Oriente Medio para imponer la "Nueva Edad Media" que en el 
				presente amenaza la propia supervivencia de la humanidad.
				
				 
				
				* * *
				 
				
				
				
				El período comprendido entre la caída del Sha de Irán y el nombramiento 
				del ayatolá Jomeini marcó un punto de inflexión en la historia 
				de Oriente Medio y del mundo islámico. 
				
				 
				
				El establecimiento de la 
				República Islámica de Irán1 del ayatolá fue el primer paso para 
				imponer los intereses económicos anglo-estadounidenses e 
				implementar la estrategia de los Servicios de Inteligencia 
				británicos, dirigida a sumir a toda la región en la "Nueva Edad 
				Media".
				
				El recrudecimiento de la locura islámica (ya sea del tipo ISIS o 
				del tipo de sus antecesores, como los Hermanos Musulmanes, la 
				Yamaati Islami de Pakistán, Al Qaeda, Ansar al Islam, Tehrike-Taliban, 
				Lashkar-e-Jhangvi al Alami, Abu Sayyaf e Hizb ut-Tahrir, o 
				incluso del tipo de las hermandades místicas sufíes de Asia) es 
				un proyecto de la City de Londres.
				
				En lo que respecta a la estrategia de la mafia islámica de 
				Londres para imponer la "Nueva Edad Media", pueden identificarse 
				dos consecuencias interrelacionadas, que a su vez son objetivos 
				políticos. La primera es la que resulta más evidente a primera 
				vista: si se permite que la revolución islámica siga su curso 
				actual, Oriente Medio quedará reducido a escombros y la 
				población musulmana se reducirá a la mitad o incluso en dos 
				terceras partes.
				
				Tal como hemos atestiguado en la última década con las revoluciones 
				de colores o con los flagrantes golpes de Estado, estos cambios 
				van seguidos de un colapso de la autoridad central, de reivindicaciones 
				de autonomía por parte de caudillos sectarios y tribales, así 
				como del saqueo masivo del país en cuestión a manos de hordas de 
				ejércitos rebeldes errantes que arrasan con todo a su paso.
				
				En declaraciones del coronel general Leonid G. Ivashov, exjefe 
				del Departamento de Cooperación Militar Internacional del 
				Ministerio de Defensa de la Federación Rusa, 
				
					
					"la fuerza impulsora 
				que subyace a estas operaciones no son las provocaciones de 
				Siria o Irán, ni Hezbolá, ni siquiera el propio Israel. 
					
					 
					
					Más 
				bien, la pieza clave es la oligarquía financiera mundial, 
				indefinida desde el punto de vista político, que trabaja de un 
				modo constante y persistente para cambiar la organización 
				política, económica y social de la comunidad global, atendiendo 
				a sus propios intereses. 
					 
					
					Entre los objetivos de esta "oligarquía 
					financiera" figurarían destruir de una vez por todas el 
					sistema de Estado-nación de Westfalia en aras de favorecer 
					una dictadura global; preparar el terreno para lanzar 
					ataques contra Irán, y saquear sus recursos, lo cual está 
					implícito en ese tipo de dictadura, y redibujar el mapa del 
					Gran Oriente Medio".
				
				
				Este proceso se ha extendido ahora a Túnez, Libia, Siria, 
				Egipto, Sudán, el Yemen, Bahrein, Argelia, Iraq, Irán, Turquía, 
				Pakistán y Afganistán. 
				
				 
				
				La fragmentación de Oriente Medio 
				siguiendo esas fronteras es lo que se conoce como el "plan de 
				Bernard Lewis", llamado así en honor al especialista británico 
				en el islam de la Universidad de Oxford, que colabora 
				estrechamente con los servicios de Inteligencia británicos e 
				israelíes.
				
				Antes de que existieran el ISIS, Al Qaeda y los talibanes, la 
				élite contaba con otros ejércitos para luchar por su causa. Uno 
				de los primeros fueron los Hermanos Musulmanes (al-Ikhwan 
				alMuslimeen), una secta fundamentalista musulmana engendrada por 
				los servicios secretos británicos a partir de miembros de Oxford 
				y Cambridge, y de los círculos místicos del Rito Escocés de la 
				Masonería, en tanto que abanderado de una antigua herejía 
				antirreligiosa (pagana) que ha plagado el islam desde el 
				establecimiento de la comunidad islámica por parte del profeta 
				Mahoma en el siglo VI.
				
				Fruto de un movimiento que comenzó en el siglo XIX en el seno 
				del mundo musulmán, los Hermanos Musulmanes son la organización 
				islamista más antigua y grande de Egipto, y ha dado lugar a 
				grupos islamistas suníes por todo el mundo árabe.
				
				 
				
				En la 
				actualidad, sirve de organización marco en cuyo seno prosperan 
				numerosas sociedades y hermandades fundamentalistas sufíes y suníes, así como chiíes radicales. 
				
				 
				
				Oficialmente, lleva activa en 
				Oriente Medio desde 1928, iniciando su actividad en reacción a 
				la abolición del califato por parte del reformador turco Kemal Atatürk en 1924.
				
					
					"Los Hermanos Musulmanes surgieron de entre 
					los cultos islámicos patrocinados por los británicos, que 
					incluían sociedades sufíes secretas y grupos como el bahaí. 
					El padrino político de los Hermanos Musulmanes era Jamal al 
					Din al Afghani y sus discípulos, los "reformistas" del islam 
					y el grupo salafí."
				
				
				En palabras de Robert Dreyfuss, experto en el 
				islam, 
				
					
					"en conjunto, visto de forma genérica, los 
					Hermanos Musulmanes no pertenecen realmente al islam, sino a 
					las religiones bárbaras preislámicas que adoraban a la diosa 
					madre",
				
				
				...al misticismo satánico, a la alquimia, a la 
				magia negra, a la hechicería y a la brujería que prevalecía en 
				la antigua Arabia, como la adoración a las diosas Allat, Uzza y 
				Manat, que a su vez son copias de los cultos más antiguos a Isis 
				y Osiris, a Apolo y a la Gran Madre.
				
					
					"Los Hermanos Musulmanes no existirían en la 
					actualidad si los orientalistas británicos de Oxford y 
					Cambridge no hubieran adoctrinado con mimo a los elementos 
					más retrógrados, y más reaccionarios desde el punto de vista 
					epistemológico, de la cultura musulmana. 
					 
					
					Lejos de ser la expresión real de la historia 
					y la cultura musulmanas, la parásita hermandad es fruto de 
					una paciente organización por parte de agentes de los 
					servicios secretos del mundo islámico, como Arnold J. 
					Toynbee,10 Harry St. John Bridger Philby, T. E. Lawrence, E. 
					G. Browne y muchísimos más."
				
				
				En este proceso fue clave un plan británico 
				centenario para explicar el declive del islam; Londres opinaba 
				que la decadencia y caída - y, finalmente, el dominio del mundo 
				musulmán por las potencias imperialistas - se debían a una 
				debilidad intrínseca, o a un defecto, en la "psique musulmana".
				
				 
				
				La mafia londinense de pseudo-orientalistas fue 
				metiéndoles en la cabeza esas premisas a los intelectuales 
				musulmanes modernos a fuerza de repetirlas. Para lograrlo, los 
				británicos se aliaron con las religiones preislámicas que 
				quedaban en la región. 
				 
				
				Estos cultos ahondan sus raíces en una tradición 
				aún más antigua, la de los cultos paganos de Grecia, Persia y el 
				Imperio romano.
				
					
					"Más recientemente, los orientalistas 
					británicos y los especialistas en Inteligencia 
					anglo-jesuitas creyeron conveniente utilizar las tradiciones 
					"negras" del islam (sus cultos y religiones mistéricas) como 
					medio para imponer una involución en el momento en que el 
					Imperio británico empezaba a extenderse por el mundo 
					islámico. 
					 
					
					Valiéndose de alianzas entre oscurantistas 
					islámicos y cultos espirituales, por una parte, y de la 
					propia
					
					Nobleza Negra de la oligarquía europea, 
					cuyos orígenes se remontan a hace siglos, a la época de la 
					Cuarta Cruzada, los orientalistas británicos del siglo XIX 
					fomentaron el crecimiento y desarrollo de una sucesión de 
					cultos institucionales que sirvieron de base para el 
					establecimiento de los Hermanos Musulmanes y su prole."
				
				
				Hay que entender que ninguna de estas operaciones 
				habría tenido la más remota posibilidad de triunfar si no las 
				hubieran financiado y arropado las élites del poder. 
				 
				
				Y quien más contribuyó a agrupar a esos 
				yihadistas dispersos en grupos poco organizados y hacerlos 
				prosperar fue el servicio de Su Majestad en el Reino Unido.
				
				 
				
				Desde los Hermanos Musulmanes a Al Qaeda y el 
				ISIS, lo que logró la financiación británica inicial de la,
				
					
					"Hermandad fue la globalización del 
					terrorismo, que acogió bajo su auspicios a diversos grupos 
					armados suníes, identificados ampliamente como salafíes, y a 
					la píldora venenosa de Arabia Saudí, los wahabíes. 
					
					 
					
					Estas fuerzas estaban en primerísimo plano 
					durante el ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto, 
					tras el desmantelamiento del régimen de Mubarak, que puso a 
					Mursi, un ingeniero egipcio educado en Estados Unidos, al 
					mando de El Cairo".
				
				
				Las principales organizaciones y fundaciones que 
				representan en este momento el núcleo de la red de
				
				los Hermanos Musulmanes de los 
				servicios secretos británicos son,
				
					
						- 
						
						la Federación de Organizaciones Islámicas 
						en Europa, con sede en Londres, que ejerce de 
						organización marco 
- 
						
						el Consejo Islámico de Europa 
- 
						
						la Fundación Islámica, afincada en 
						Inglaterra y dirigida por Khurshid Ahmad, que es el 
						principal canal de financiación procedente de la 
						Inteligencia británica y de los Estados Árabes del 
						Golfo, sobre todo Kuwait y Arabia Saudí, y la Fundación 
						Hanns Seidel, con sede en Múnich (Alemania), que estuvo 
						liderada por Otto de Habsburgo, de la poderosa dinastía 
						de los Habsburgo 
				
				La financiación que reciben estas organizaciones 
				e instituciones para llevar a cabo actividades relacionadas con 
				los Hermanos Musulmanes procede en su mayoría de dos fuentes.
				
					
					"Parte del capital viene directamente de los 
					círculos británicos, sobre todo de la aristocracia de la 
					Cámara de los Lores británica, así como de los bancos y las 
					empresas más importantes del Reino Unido. 
					 
					
					Entre ellos figuran muchas de las 
					instituciones que se identifican en mayor medida con los 
					sionistas, como Lazard Frères.
					 
					
					Sin embargo, el grueso de la financiación de 
					las operaciones de la Hermandad proviene de círculos con 
					vínculos británicos en Arabia."
					
					"En el pasado, el capital se desembolsó a través del rey 
					Abdalá de Arabia Saudí y el emir de Kuwait, Saad al Abdalá 
					al Sabá."
				
				
				
				
				CAABU y MECAS
				
				Con el derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Mursi 
				en 2013, da la impresión de que la Hermandad ha perdido algo de 
				lustre, pero esto no podría estar más lejos de la realidad.
				
				 
				
				La desestabilización de los países, y de Oriente 
				Medio en general, continúa, aunque de un modo más subrepticio, 
				lo que hace que la Hermandad sea más letal que antes.
				
				Para entender qué fuerzas londinenses respaldan a los Hermanos 
				Musulmanes cabe examinar dos bastiones imperialistas británicos 
				arquetípicos. 
				
					
					"El primero es el Centro Árabe-Británico, 
					también denominado Consejo para el Entendimiento 
					Árabe-Británico (CAABU, por sus siglas en inglés).
					
					 
					
					El segundo, recientemente clausurado después 
					de treinta y cinco años, es un organismo emparentado, el 
					Centro de Estudios Árabes del Medio Oriente (MECAS, por sus 
					siglas en inglés), ubicado en Shemlan, en el Líbano. 
					
					 
					
					Este último se fundó en 1944 bajo los 
					auspicios del Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA, 
					por sus siglas en inglés) y su fundador fue Abba Eban, que 
					más tarde se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores y 
					viceprimer ministro de Israel. 
					 
					
					El MECAS, creado en Shemlan, justo al sur de 
					Beirut, era un centro de formación para el personal de la 
					Inteligencia británica y del Ministerio de Asuntos 
					Exteriores del Reino Unido destinado a Oriente Medio."
				
				
				El
				
				Real Instituto de Asuntos Internacionales 
				(RIIA) del Reino Unido, o grupo de la Mesa Redonda, es un brazo 
				de una sociedad secreta creada por el magnate británico Cecil 
				Rhodes para unir al mundo (empezando por los dominios de 
				habla inglesa) bajo el gobierno de elitistas iluminados como él.
				
				 
				
				La rama estadounidense se llama Consejo de 
				Relaciones Exteriores (CFR, 
				por sus siglas en inglés), el más poderoso comité de expertos en 
				tráfico de influencias del país.
				
					
					"En aquel momento estaban vinculados al 
					proyecto MECAS primeras figuras británicas como Martin 
					Charteris, jefe de los servicios secretos británicos; sir 
					Harold Beeley, secretario personal de la reina Isabel, y 
					Albert Hourani, un miembro libanés del RIIA. 
					 
					
					Desde 1940, literalmente cientos de 
					funcionarios y agentes de los principales servicios de 
					Inteligencia británicos han recibido formación en el MECAS, 
					donde han estudiado la lengua, la historia y la cultura 
					árabes. 
					 
					
					Entre los antiguos estudiantes y profesores 
					encontramos al famoso pachá sir John Bagot Glubb y su hijo 
					Faris Glubb; George Kirk, del RIIA; A. J. Wilton, embajador 
					británico en Arabia Saudí; Kim Philby; sir Donald Maitland, 
					el coronel Bertan Thomas, etcétera. 
					 
					
					Entre sus principales graduados figuran los 
					Lawrence de Arabia contemporáneos que fundaron el Centro 
					Árabe-Británico.
					
					"El listado de empresas y bancos británicos que han 
					respaldado al CAABU durante décadas parece un quién es quién 
					imperialista: 
					
						
					
					
					La Sociedad Anglo-Árabe del pachá sir John 
					Bagot Glubb está vinculada al CAABU y al MECAS. Glubb, 
					excomandante de la Legión Árabe de Jordania, es el principal 
					personaje influyente en Gran Bretaña y Oriente Medio. 
					
					 
					
					El CAABU, el MECAS, la Sociedad AngloÁrabe y 
					la Middle East International School (MIS) reúnen a la élite 
					que respalda la operativa de los servicios secretos que 
					controla a los Hermanos Musulmanes."
				
				
				En los años setenta existían pruebas directas de 
				que los círculos del CAABU eran el conducto de los Hermanos 
				Musulmanes en la Europa continental. 
				
				 
				
				Robert Dreyfuss, experto en 
				el islam, afirma que,
				
					
					"en Aquisgrán, Alemania occidental, la 
					llamada mezquita Bilal, vinculada al Consejo Islámico, ha 
					servido de sede secreta para el despliegue de las fuerzas 
					del ayatolá Jomeini. 
					 
					
					La mezquita Bilal ejerció de centro 
					coordinador durante el complot para desestabilizar Irán a 
					través de los círculos de Jomeini y de los Hermanos 
					Musulmanes en 1978, canalizando a los agentes de Jomeini 
					desde París y Londres para repartirlos por toda Europa y 
					Oriente Medio. 
					 
					
					En este caso, los canales operan 
					principalmente a través de grupos musulmanes extremistas 
					formados por estudiantes".
				
				
				Sin embargo, la contribución más importante de 
				los Hermanos Musulmanes al Imperio británico fue la difusión de 
				un extremismo oscurantista y antifilosófico, la xenofobia y un 
				movimiento contracultural entre las masas egipcias y árabes, 
				sobre todo entre los estudiantes. 
				 
				
				Con el surgimiento del sionismo, que como veremos 
				más adelante está también patrocinado por Londres, 
				
					
					"los Hermanos Musulmanes se convirtieron en 
					el principal instrumento de un antisemitismo agitador y de 
					un falaz nacionalismo islámico que hizo que los británicos y 
					su ejército tuvieran que mediar continuamente entre las 
					facciones beligerantes árabes y judías".
				
				
				No hay más que ver el efecto que ha tenido la 
				"revolución" de Al Qaeda y del ISIS en Afganistán, Irak y Siria 
				en la mente de la población musulmana, sobre todo en los 
				jóvenes. 
				
				 
				
				Al son de los diabólicos cantos de los seguidores de 
				esta locura se está destruyendo la valiosa capacidad mental 
				creativa de toda una generación.
				
				Sin duda, eso es justo lo que tenían en mente los británicos: la 
				erradicación de toda "influencia occidental" en el islam (es 
				decir, el progreso y la tecnología industrial) se ajusta al 
				método británico de dominación colonial mediante una involución 
				forzada.
				 
				
				
				
				
				El modelo de la psicología de masas
				
				
				A la hora de imponer la corriente contracultural en Oriente 
				Medio, los británicos se basaron en un precedente: 
				
					
					"las ceremonias 
				de cultos paganos de los imperios decadentes de Egipto y Roma. Y 
				éstos contaban con una historia propia. Aquí es importante 
				reseñar la continuidad del culto a Apolo. 
					 
					
					Hay familias de la
				"nobleza negra" de Roma cuyo linaje y tradiciones políticas se 
				remontan a la antigua república romana. 
					 
					
					"La república y el imperio 
				bajo el que vivieron sus antepasados estaban a su vez controlados 
				por la rama romana del culto a Apolo. En aquella época, dicho 
				culto se manifestaba de diversas maneras, la institución más 
				usurera de recolección de deudas de toda la región 
				mediterránea", un servicio de Inteligencia política, una secta 
				y a su vez un creador de sectas.
				
				
				Desde la muerte de Alejandro Magno hasta que el culto a Apolo 
				dejó de practicarse para dar paso al estoicismo, que él mismo 
				había creado durante el siglo II a. J.C., la base de dicho culto 
				fue el Egipto tolemaico, desde el cual la secta controlaba a 
				Roma. 
				
					
					"En Egipto, el culto a Apolo sincretizaba los cultos a 
				Isis y a Osiris como imitación directa del culto frigio a 
				Dioniso y su imitación romana, el culto a Baco. Allí fue donde 
				el culto a Apolo creó la secta del irracionalismo estoico. 
					
					 
					
					El 
				culto a Apolo establecido por el Imperio romano creó el derecho 
				romano basándose en la antihumanista ética nicomáquea de 
				Aristóteles. 
					 
					
					Ésa es la tradición transmitida por las familias 
					'negras' de Roma."
				
				
				Familias de Roma que, con el tiempo, fueron 
				conocidas como
				
				la Nobleza Negra veneciana, 
				cuyos miembros en la actualidad ocupan puestos de importancia clave en los círculos más íntimos de organizaciones 
				como 
				el Club Bilderberg.
				
				Esa tradición persistió al amparo de distintas instituciones, 
				preservando siempre intactas la visión esencial del mundo y la 
				doctrina. 
				
				 
				
				
				
				La monarquía británica, la parásita clase de los 
				aristocráticos lores ingleses y las facciones feudalistas de 
				
				la 
				Orden de Malta, dominadas por los británicos, constituyen la 
				expresión moderna de la tradición y las políticas ininterrumpidas del antiguo culto a Apolo.
				
				Quienes creen en las doctrinas aristotélicas saben que, 
				
					
					"debido 
				a las condiciones de formación y de libertad para innovar que 
				exige el progreso científico y tecnológico generalizado, el 
				ciudadano dedica el potencial creativo de su mente, en 
				contradicción con el sistema oligárquico.
"Lo que los aristotélicos llevan milenios repudiando y temiendo 
				es el hecho de que saben que el progreso científico y 
				tecnológico persistente y generalizado, como política rectora de 
				la sociedad, supone una hegemonía de la república que pone fin 
				para siempre a la posibilidad de establecer un gobierno oligárquico 
				mundial".
				
				
				Han recurrido a los mismos métodos que empleaban los antiguos 
				sacerdotes de Apolo y los sacerdotes de Isis del tercer milenio 
				a.C. - la promoción de las sectas dionisíacas de 
				culto a las drogas, las contraculturas orgiástico-eróticas, 
				chusmas desquiciadas de "rompe-máquinas" y maníacos terroristas - 
				para volver semejante mezcla de turbas enloquecidas contra las 
				fuerzas de la sociedad dedicadas al progreso científico y 
				tecnológico.
				
				En primer lugar, se consumen drogas cuando se rinde culto a 
				Isis. 
				
				 
				
				Se trata de una secta de sumos sacerdotes y de rituales 
				secretos. Durante siglos, la familia real británica y amigos de 
				la misma pertenecientes a la clase dirigente han seguido estos 
				rituales en secreto. Es un culto que se practicó en Egipto 
				durante la Tercera Dinastía del Reino Antiguo, alrededor del año 
				2780 a.C. 
				
				 
				
				El culto a Isis es esencialmente pagano, es la 
				primitiva adoración a la Madre. Los sacerdotes de Isis formaban 
				un círculo cerrado, sus nobles tenían el control de la sociedad, 
				el dominio de la voluntad de los seres humanos, y explotaban y 
				sometían a las personas. 
				
				 
				
				El culto a Isis se "popularizó", pero 
				sin sus secretos, gracias a la obra
				de Edward Bulwer-Lytton, un sumo sacerdote de Isis, titulada 
				'Los 
				últimos días de Pompeya'. 
				
				 
				
				El hijo de Bulwer-Lytton, Robert, fue 
				virrey y gobernador general de la India desde 1876 hasta 1880, 
				período en el que aumentaron enormemente las exportaciones de 
				opio bengalí a China. 
				
				 
				
				Lytton fue el mentor de lord Palmerston, 
				ministro de Asuntos Exteriores durante las guerras del opio, que 
				obligaron a China no sólo a continuar sino a expandir la venta 
				de opio en aquel país.
				 
				
				
				
				
				El sufismo
				
					
					"Bajo la tutela británica, el movimiento sufí encajó a la 
				perfección con la estrategia en desarrollo para imponer una 
				Nueva Edad Media. 
					 
					
					Dado que el sufí se centra sobre todo en la 
				introspección, o en la destrucción del ego y el yo, suprime el 
				intelecto en favor de las emociones y la meditación sexual. Las 
				redes sufíes y la ideología del sufismo, así como las redes más 
				convencionales de los Hermanos Musulmanes, son una estructura de 
				control ideológico y una inspiración para lo que hoy se conoce 
				como integrismo. 
					 
					
					La oligarquía que despliega movimientos 
				integristas por todo el mundo utiliza actualmente el sufismo 
				como una ideología oscurantista con el objetivo de manipular a 
				la población y mantener así el control político sobre ella."
				
				
				Desde finales del siglo XIX, en un momento de creciente nacionalismo 
				antibritánico en Oriente Medio, sobre todo en Irán y en Egipto, 
				los defensores británicos del sufismo y el misticismo crearon 
				una doctrina panislámica xenófoba, antiintelectual y 
				"fundamentalista" que podía utilizarse contra los movimientos 
				republicanos y anticoloniales entonces emergentes en Oriente 
				Medio.
				
				Antes de la primera guerra mundial, así como en su transcurso, 
				
				
					
					"Arnold Toynbee, historiador y miembro de los servicios de 
				Inteligencia británicos, supervisó un 'proyecto sufí' y otras 
				operaciones en Oriente Medio, de las cuales surgieron Lawrence 
				de Arabia y los Hermanos Musulmanes. 
					 
					
					En ese momento, Toynbee era 
				director internacional del Real Instituto de Asuntos 
				Internacionales (RIIA), o Chatham House. 
					 
					
					Estas mismas redes 
				británicas, tras haber creado los Hermanos Musulmanes como 
					fuerza opositora al movimiento sionista respaldado por el 
					Reino Unido (entre otras razones), más tarde financiaron el 
					movimiento nazi de Adolf Hitler y el fascismo de Benito 
					Mussolini".
				
				
				
				
				
				El sufismo en el siglo XX
				
				
				El integrismo islámico actual es el resultado directo de un 
				nuevo proyecto sufí ideado inmediatamente después de la segunda 
				guerra mundial, a través del RIIA. Su objetivo era que el 
				sufismo fuera más universal y operativo.
				
				El sufismo ha servido de tapadera a numerosas organizaciones 
				secretas que se han creado en Europa, cuyas actividades encajan 
				en un Programa Mundial Único más amplio implementado a través de 
				organizaciones que fomentan el consumo de drogas y las ideas 
				malthusianas. 
				
				 
				
				La Organización Mundial Sufí, creada a mediados de 
				los años sesenta, contaba entre sus miembros a Johannes Witteveen, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional 
				(FMI), y Alexander King, miembro fundador del 
				
				Club de Roma malthusiano y exdirector general de Asuntos Científicos de la 
				Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos 
				(OCDE) en París.
				
					
					"Islam and the West ('El islam y Occidente') reúne en sus 
				páginas las reacciones negativas de la ortodoxia en contra de la 
				modernidad, así como las redes anticientíficas del Club de Roma 
				de Alexander King y Aurelio Peccei, la élite de poder británica 
				en 'Oriente Medio' representada por sir Harold Beeley", y las 
				redes de los Hermanos Musulmanes en torno al ya fallecido Maruf 
				al Dawalibi, agente nazi y criminal de guerra del Congreso 
				Islámico Mundial, una organización fundada y dirigida por el 
				Gran Muftí Al Husseini desde 1931.
				
				
				Los movimientos integristas y su convergencia con el  suponen una amenaza para los gobiernos 
				nacionales en focos de tensión internacionales. 
				
					
					"No se trata de 
				movimientos espirituales espontáneos, sino que son fruto de 
				décadas de desarrollo de redes, de creación de ideologías y de 
				promoción del consumo de drogas que anulan la mente, todo ello 
				con el objetivo de crear una fuerza que se despliegue justo en 
				un período de crisis
				económica y de amenaza de colapso de las instituciones nacionales 
				como el actual. 
					 
					
					Los movimientos integristas se despliegan, como 
				lo hizo la fuerza del ayatolá Jomeini en Irán, para apoderarse 
				de los gobiernos seculares y controlar naciones enteras mediante 
				una estructura concreta de creencias religiosas irracionales.
					
"Estos movimientos, ya sean ostensiblemente cristianos, 
					judíos o musulmanes, se oponen totalmente al progreso 
					tecnológico y a la existencia de Estados nación. 
					 
					
					De hecho, el integrismo recupera la idea del 
					hombre que rechaza la concepción, en la que se ha cimentado 
					la civilización occidental y que es común a las tres grandes 
					religiones, expresada en el mandamiento de 'sed fecundos y 
					multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla', y trata de 
					destruir los Estados nación modernos, que han sido la base 
					del progreso económico, científico y político de la 
					humanidad."
				
				
				Las sectas fundamentalistas están vinculadas a las operaciones 
				terroristas en la "Europa de las regiones", cuyo objetivo es 
				subdividir los países europeos en un grupo de provincias 
				diminutas y sin poder en función de unas líneas divisorias 
				ostensiblemente étnicas.
				 
				
				
				
				
				Operaciones con sello inglés
				
				
				La metodología basada en el asesinato y la desestabilización, 
				directamente sacada del manual 
				
				del Instituto Tavistock, quedó 
				patente cuando los terroristas asesinaron al tercer presidente 
				de Egipto, Mohamed Anuar el Sadat, derrocaron al Sha de Irán, 
				trataron de desestabilizar Arabia Saudí y destrozaron la 
				economía mundial orquestando la crisis del petróleo de 1973.
				
				Fijémonos en cuatro ejemplos específicos de la metodología que 
				subyace a la desestabilización de larga distancia y largo 
				alcance.
				
				 
				
				
				
				La desestabilización de Arabia Saudí en los setenta
				
				A principios de los años setenta, los intelectuales de la élite 
				y las instituciones globalistas se habían centrado en el 
				crecimiento
				demográfico y el desarrollo industrial como dos de los enemigos 
				más acuciantes de la raza humana. 
				
					
					"Las Naciones Unidas, el Club 
				de Roma, el Instituto Tavistock, los Institutos Aspen y muchas 
				otras organizaciones que sirvieron de portavoces a las élites 
				gobernantes empezaron a gritar a los cuatro vientos que se 
				estaba destruyendo el medio ambiente y que la industrialización 
				se convertía en una terrible amenaza. 
					 
					
					La tecnología, la ciencia 
				y el progreso de la humanidad estaban cayendo en desgracia. Las 
				élites consideraban suyos los recursos de la Tierra y no querían 
				compartirlos con un Tercer Mundo emergente y en vías de 
				desarrollo.
"La subida del precio de la energía puso a prueba el estado de 
				desarrollo del Tercer Mundo, pero también enriqueció notablemente 
				al Oriente Medio árabe. 
					 
					
					Fue entonces cuando los globalistas 
				recurrieron a sus aliados, los islamistas, para poner remedio a 
				la situación. 
					 
					
					Se utilizaría el islam para atacar a la 
				industrialización y la modernización, valiéndose de la mentira 
				de que el progreso de la humanidad era antiislámico y de un complot 
				occidental contra los siervos de Alá. 
					 
					
					El verdadero complot iba 
				dirigido en realidad a las masas de piel morena de Oriente Medio 
				que hacía poco que habían empezado a experimentar un cambio 
				positivo en su calidad de vida en cuanto a educación, empleo, 
				vivienda, higiene y alimentación. 
					 
					
					Aun así, los religiosos e 
				intelectuales defensores de la ignorancia, la suciedad y la 
				violencia aunaron sus fuerzas para que el próspero Oriente Medio 
				volviera a la Edad Media."
				
				
				Durante los años sesenta y setenta, Arabia Saudí e Irán formaban 
				una alianza estratégica con una notable interacción en materia 
				política, militar y de seguridad.
				
				 
				
				A lo largo de los setenta, 
				Arabia Saudí, y su producción de un tercio de las importaciones 
				mundiales de petróleo, fue el objetivo de la "Revolución 
				islámica". 
				
				 
				
				Casi inmediatamente después del triunfo de esa revolución, 
				la nueva cúpula iraní se volvió en contra de Arabia Saudí y su 
				familia real.
				
					
					"Entre las fuerzas que intervinieron en la desestabilización 
				de la familia real saudí figuraban el gobierno iraní del ayatolá 
				Jomeini, sus simpatizantes radicales en el mundo árabe y los 
				controladores expertos británicos, que se han pasado la vida 
				conociendo hasta el último rincón de Arabia."
				
				
				Quienes se beneficiaron 
				de esta desorganización planificada del gobierno más
				estable de la Organización de Países Exportadores de Petróleo 
				(OPEP) fueron los bancos de la City de Londres y las compañías 
				petroleras multinacionales bajo su control.
				
				A corto plazo, el objetivo británico era dar un importante giro 
				a la política saudí, de modo que los saudíes dejaran de dar su 
				apoyo a que el precio del petróleo se mantuviera bajo y estable, y abandonaran el dólar estadounidense en aras de una,
				"canasta de monedas" como los derechos especiales de giro 
				(DEG) del Fondo Monetario Internacional. 
				
					
					"La caída de Arabia 
				Saudí habría provocado una trágica crisis del petróleo en la que 
				la subida desmesurada del precio y la escasez de la oferta 
				habrían llevado a imponer un régimen energético global bajo los 
				auspicios de la Agencia Internacional de la Energía, cuyo 
				objetivo era conseguir la autoridad necesaria para adjudicar 
				todas las exportaciones de petróleo y el consumo de energía."
				
				
				En palabras de Robert Dreyfuss, uno de los principales expertos 
				en Oriente Medio: 
				
					
					"El secreto tras la desestabilización de Arabia 
				Saudí, así como tras la revolución iraní del ayatolá Jomeini, es 
				que Londres hacía uso de longevas redes superpuestas. 
					
					 
					
					Se trataba, 
				por un lado, de los fundamentalistas Hermanos Musulmanes y, por 
				el otro, de la red de radicales de izquierda asociada al 
				extremista Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) 
				de George Habash.
"Para intensificar aún más la tensión, los británicos se 
				valieron, en el interior de Arabia Saudí, de la creciente 
				amenaza que suponía una coalición de fuerzas tribales disidentes 
				que eran contrarias a la familia real saudí. 
					 
					
					Basada en un típico 
				modus operandi británico, la idea era desintegrar territorios 
				enteros y crear miniestados que pudieran controlar fácilmente 
				las fuerzas externas. 
					 
					
					En concreto, se trataba de tres grupos 
				étnicos fundamentales, 
					
						
					
					
					En el seno de la élite de 
				poder saudí, los miembros tribales suelen estar representados 
				por la Guardia Nacional, entrenada y equipada por los 
				británicos, que a su vez cuenta con efectivos tribales y está a 
				las órdenes del príncipe Abdalá, uno de los principales 
					patrocinadores de los Hermanos Musulmanes en Arabia Saudí".
				
				
				Esas tribus situadas en la zona oriental de Arabia Saudí son lo 
				que queda de la fuerza reunida por T.E. 'Lawrence de Arabia'
				y el ejército británico durante la primera guerra mundial, y 
				son los antiguos opositores del rey Saud bin Abdelaziz y la 
				familia saudí que acabó estableciendo la hegemonía en toda 
				Arabia. 
				
					
					"En este sentido, están bajo el control de Londres a 
				través del comando de los Hermanos Musulmanes."
				
				
				
				
				La crisis del petróleo de 1973
				
				
				Uno de los métodos al que recurría Londres era utilizar la revolución 
				islámica como shock mundial para desencadenar una
				"desintegración controlada" de la economía mundial, 
				principalmente a través del caos en los mercados internacionales 
				tanto monetarios como del petróleo causado por la revolución 
				iraní. 
				
				 
				
				La desestabilización encubierta de Arabia Saudí era uno 
				de los modus operandi. 
				
				 
				
				El otro era el plan a largo plazo para 
				originar una crisis del petróleo, cuyo objetivo era hundir la 
				economía internacional y llevar al mundo al borde de la 
				desintegración económica.
				
				Hay que entender que la destrucción total de la economía mundial 
				no es algo casual, ni un error de cálculo debido a trapicheos 
				políticos, sino que es intencionada. Totalmente intencionada. 
				
				 
				
				Y 
				el motivo es que el Imperio es consciente de que el progreso de 
				la humanidad comporta su inminente fin. Que no puede sobrevivir 
				en un mundo donde existe un progreso tecnológico y científico 
				generalizado. 
				
				 
				
				El Imperio necesita un mundo con habitantes 
				ignorantes y dóciles como ovejas para poder destruir estructuras 
				como los Estados nacionales que permitan a la población 
				sobrevivir, que apoyen el progreso de la humanidad. 
				
				 
				
				Han puesto 
				intencionadamente en su punto de mira a los Estados nacionales, 
				a los países independientes, a las economías nacionales, y 
				quieren acabar con todo ello para mantener su propio poder.
				
				Y todo esto es intencionado.
				
				Resulta que el Imperio no es un rey o una reina en un trono
				chapado en oro, sino que es algo que está por encima de los 
				reyes.
				Es un sistema de control. Lo controla todo mediante un sistema
				monetario internacional intervenido por banqueros internacionales. 
				
				 
				
				Y 
				
				la globalización no es más que una nueva forma de imperio. 
				
				 
				
				Acaba con el Estado nación, con la libertad, con los 
				derechos.