
	16 Enero 2014
	
	del Sitio Web
	
	GazzettaDelApocalipsis
 
	
	 
	
	
	
	
	
 
	
	 
	
	
	¿De qué sirve realmente la educación?
	¿Te has planteado alguna vez 
	
	qué función real tiene asistir al colegio?
 
	
	 
	
	
	La mayoría de nosotros concebimos la escolarización como algo crucial para 
	la salud de los individuos y de la sociedad y aceptamos esta idea como una 
	verdad absoluta, para la que no existe alternativa ni discusión posible.
	
	Como loros amaestrados repetimos, una y otra vez, los mismos tópicos sobre 
	la sacrosanta necesidad de escolarizar a los niños y automáticamente 
	asociamos en nuestra cabeza la "no escolarización" con la explotación 
	infantil y la exclusión social.
	
	Y una vez realizadas estas asociaciones automáticas y muchas veces 
	simplistas, hábilmente inoculadas en nuestra mente, evitamos afrontar en 
	profundidad el propio funcionamiento de los centros de enseñanza y su 
	implicación en la destrucción de nuestra identidad individual.
	
	Rápidamente olvidamos los conceptos básicos que deberían preocuparnos como 
	seres humanos y los cubrimos con elementos superficiales y circunstanciales 
	como la alfabetización, la formación académica y la posterior obtención de 
	un trabajo bien remunerado y reconocido socialmente.
	
	Es triste, pero un tema tan crucial como la formación de los individuos 
	jamás se afronta como algo trascendente.
	
	Así, en países como España, asistimos legislatura tras legislatura a una 
	lucha continua e imperecedera entre los dos grandes partidos por dirimir qué 
	Ley de Educación se aplica a la enseñanza pública.
 
	
	
	
 
	
	
	Nos sumergimos en discusiones estériles sobre el modelo educativo 
	centrándonos en aspectos como la educación por la ciudadanía, la puñetera 
	religión, la educación sexual, las identidades nacionales o si es necesario 
	o no recuperar la lista de los Reyes Godos.
 
	
	
	
 
	
	
	Y mientras nos embarramos en la pestilente dialéctica PP-PSOE, en la 
	falsaria y teatralizada lucha entre supuestas izquierdas progresistas y 
	derechas reaccionarias y en los pequeños detalles de la discusión en forma 
	de informes PISA, obtención de becas y asignaturas obligatorias y optativas, 
	apartamos el foco del auténtico problema: y es que unos y otros discuten, 
	literalmente, sobre qué programa mental debe instalarse en el cerebro de los 
	más jóvenes.
	
	Como si dos informáticos discutieran acaloradamente sobre la conveniencia de 
	instalarle a una computadora Windows o Linux como sistemas operativos.
	
	A eso hemos reducido la educación de las personas: a la mera programación de 
	robots.
 
	
	
	
 
	
	
	Y parece que nadie quiere darse cuenta de ello ni profundizar en lo que 
	realmente significa escolarizar a un niño con estos modelos de enseñanza, no 
	a escala ideológica o política, aspectos en realidad insustanciales, sino a 
	escala humana.
	
	Porque ¿qué hacemos cuando llevamos a nuestros hijos al colegio?
	
	Lo que hacemos es entregarlos a manos de desconocidos para que los 
	programen, para que moldeen sus mentes y los conviertan en piezas de la 
	maquinaria del Sistema.
	
	Y una vez cercenada su individualidad, una vez reducida su posible visión 
	personal del mundo a la mínima expresión, son clasificados en piezas de 
	primera, segunda o tercera categoría, según su función en la gran máquina y 
	les hacemos creer que en el hecho de ser clasificado en tal o cual categoría 
	radica el triunfo en la vida y la plena realización como seres humanos.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Porque el objetivo primordial de la enseñanza oficial es que nunca lleguemos 
	a convertirnos en lo que podríamos ser según nuestros propios criterios, 
	sino que nos convirtamos en lo que debemos ser según los esquemas 
	preconcebidos del Sistema.
	
	Al fin y al cabo, 
	
		
			
			¿Cuál es la primera cosa que te 
			enseñaron en la escuela?
			
			¿Ya no la recuerdas?
			
			¿No recuerdas lo primero que aprendiste en tu primer día de colegio?
		
	
	
	Lo primero que aprendiste es a OBEDECER
	
	A obedecer a la autoridad sin razón ni justificación alguna. A obedecer 
	porque sí. A obedecer ciegamente a un desconocido con el que no te unía 
	ningún vínculo afectivo y a aceptar todo lo que él te dijera como una verdad 
	absoluta e indiscutible.
	
	Esa es la primera y más importante "lección" que recibimos en nuestro primer 
	día de escuela.
	
	Y queda marcada con fuego en nuestra mente para siempre.
	
	Puedes tener por seguro que el Sistema jamás renunciará a este mecanismo tan 
	valioso, pues ésta obediencia obligatoria al extraño, representa el pilar 
	fundamental sobre el que se asienta todo mecanismo de autoridad en la 
	sociedad actual.
	
	Ese primer día de colegio, en el que muchos niños, entre lloros y sollozos, 
	se separan de sus padres por primera vez y pasan a someterse a la tutela de 
	un completo desconocido, al cual deben someterse bajo amenaza de castigo, 
	ese día en concreto, representa el gran triunfo del Sistema sobre el 
	individuo.
	
	Ese impacto emocional, seguido por la resignación de verse subyugado por un 
	extraño representa el mecanismo psicológico fundamental que nos convierte en 
	esclavos del Sistema para el resto de nuestras vidas.
	
	Porque una vez marcada nuestra psique con esa fuerte impresión a tan tierna 
	edad, aprendemos a obedecer ciegamente cualquier tipo de autoridad, sin 
	jamás preguntarnos por qué debemos hacerlo.
 
	
	 
	
	 
	
	
	Es pura programación 
	mental
 
	
	
	
 
	
	
	Seguramente habrá quien argumente que siglos atrás, cuando la población no 
	recibía escolarización obligatoria, los conceptos de autoridad y obediencia 
	también existían.
	
	Pero comparar épocas tan diferentes entre sí en el aspecto social, 
	económico, cultural, tecnológico e incluso psicológico, resulta absurdo, 
	pues cada época obedece a sus propios mecanismos lógicos y las 
	circunstancias del Sistema evolucionan adaptándose convenientemente a ellos.
	
	Y en la actualidad, que es donde vivimos aquí y ahora, las escuelas actúan 
	como cadenas de montaje de ciudadanos obedientes y programados.
 
	
	
	
 
	
	
	Factorías en las que burdos operarios reciben el nombre de "maestros", 
	cuando en realidad no son más que funcionarios prescindibles, que como 
	brazos robóticos pueden ser sustituidos por otros nuevos si no ensamblan las 
	piezas adecuadamente, sin que apenas se note la diferencia.
	
	Si algún maestro(a) o profesor(a) está leyendo esto y se siente herido o 
	insultado, quizás debería tomarse un tiempo de reflexión antes de reaccionar 
	airadamente.
	
		
		¿Acaso no estáis obligados a "instruir" a 
		vuestros alumnos siguiendo un programa escolar perfectamente marcado y 
		estipulado desde instancias superiores?
		
		¿A qué se reduce pues vuestra intervención en el proceso de enseñanza de 
		las generaciones futuras?
		
		¿A repetir lo que os ordenan bajo amenaza de quedaros sin trabajo?
		
		¿Cuánto tiempo podéis dedicar a establecer vínculos emocionales con 
		vuestros alumnos y ejercer sobre ellos una influencia real, profunda y 
		positiva, de persona a persona y no de "funcionario" a "expediente 
		escolar número tal"?
		
		¿Acaso no sois los primeros damnificados por estos aberrantes sistemas 
		de enseñanza?
		
		¿Acaso no sois tratados como operarios de una factoría completamente 
		prescindibles y sustituibles?
		
		¿Os habéis planteado en profundidad lo que realmente significa ser 
		maestro de alguien?
		
		¿Lo que realmente significa Enseñar?
		
		¿Os sentís realizados con el trabajo que realizáis?
		
		¿O hay algo que chirría en vuestro interior, en lo más profundo, como un 
		grito ahogado por la necesidad del día a día que preferís no escuchar?
	
	
	
	
	
 
	
	
	En un artículo anterior, titulado
	
	PORQUÉ NO ESTALLA UNA REVOLUCIÓN, 
	exponíamos una de las causas principales que explican la apatía generalizada 
	de la sociedad y su falta de respuesta ante los constantes abusos recibidos 
	y lo achacábamos al excesivo bombardeo de información superficial al que 
	estamos sometidos en la sociedad actual.
	
	Este estado "interior" de apatía, a escala psicológica, combinado con 
	elementos externos de carácter económico, tan obvios como el miedo a perder 
	lo poco que se tiene en caso de rebelarse, configuran la base lógica para 
	explicar el conformismo y la sumisión con la que la población en general 
	encaja tanto atropello e injusticia por parte de los más poderosos.
	
	Pero hay un elemento adicional que no podemos pasar por alto: y es la 
	incapacidad generalizada de concebir nuevas estructuras más allá del 
	Sistema, de imaginar nuevas alternativas a éste.
	
	Y esta incapacidad creativa e intelectual la podemos achacar en gran parte a 
	la educación recibida.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Fue en respuesta al artículo anteriormente citado, que en el blog recibimos 
	los e-mails de dos lectores, que por abordar el tema de la educación 
	representan dos testimonios muy significativos y que invitan a una reflexión 
	profunda sobre el tema.
	
	En el primero, una lectora llamada 'Liberty', española residente en Suecia,
	
	nos exponía su punto de vista sobre el 
	problema de la educación en España:
	
		
		"…el gran problema que arrastra España en 
		relación al resto de países desarrollados y europeos es el de la 
		educación y se de qué hablo. A lo largo de mi vida, he estudiado en tres 
		universidades distintas, de tres países distintitos y tengo material 
		para hacer comparación…
		
		En el colegio en España, da igual público o privado nunca, absolutamente 
		nunca, nos han enseñado a pensar.
		
		La escuela en España se basa en una serie de acumulación de datos, que 
		aprendemos a memorizar con el único objetivo de sacar buena nota para el 
		examen"
	
	
	¿No os sentís identificados con este modus 
	operandi estudiantil?
	
	Pero el mensaje continua y se hace especialmente revelador cuando Liberty 
	nos expone el caso de su propio hijo:
	
		
		"Ahora soy madre de tres niños, que estudian 
		en un colegio público sueco, y en el cual el mayor de ellos, que tenía 
		notas excelentes en España, se ha convertido en uno de los últimos de su 
		clase con tan solo 12 años porque no sabe pensar.
		
		Nunca ha tenido que discutir, razonar o le han enseñado a ser crítico en 
		el colegio de España"
	
	
	Es realmente triste tener que leer algo como 
	esto.
	
	Y es que la vergüenza que representa
	
	el Sistema Educativo Español es flagrante e 
	incluso hiriente.
	
	Pero más allá de la especificidad del caso Español, el problema de la 
	educación como herramienta de programación y adoctrinamiento lo podemos 
	encontrar en muchos países.
 
	
	
	
	
 
	
	
	Esto se evidencia en la respuesta recibida, también por e-mail, a
	
	la carta de Liberty y que por su contenido, 
	muy revelador al respecto, reproduciremos íntegramente:
	
		
		"Hola, me ha parecido muy interesante la 
		experiencia de la lectora exiliada en Suecia que te escribió por e-mail, 
		a la cual posteaste en los comentarios.
		
		Primeramente me gustaría comentarte que, tal como describe esta lectora, 
		mi experiencia con el sistema educativo español es nefasta, quizás 
		porque al contrario que su hijo, al que describe como bien adaptado a 
		este sistema de memorizar y repetir, yo siempre fui un niño y 
		adolescente extremadamente curioso, crítico y creativo, al que le 
		gustaba pensar y profundizar en todas las cuestiones.
		
		Por eso he detestado que me impusieran memorizar datos que estaban lejos 
		de mi interés, y más cuando esto se hacía de forma mecánica e inconexa.
		
		Por eso, a pesar de haber aprobado todo cuanto me propuse durante esos 
		años a base de una ley del mínimo esfuerzo y de mi buena capacidad 
		intelectual, recuerdo mi paso por las aulas como una lenta agonía de 
		saturación de datos y más datos inútiles, de una disciplina diaria sin 
		aparente sentido, una competición motivada por el miedo (estudia si 
		quieres ser algo en la vida) y una lucha constante contra el 
		aburrimiento y la frustración.
		
		Pero además, con lo que sé hoy y desde una perspectiva adulta, contemplo 
		mi paso por el sistema escolar como el mayor robo de tiempo y energía 
		que he sufrido en mi vida.
 
		
		
		
		
 
		
		
		A veces pienso que ojala pudiera recuperar todas las horas, días, meses 
		y años que contra mi voluntad, pasé sentado en esas jaulas para humanos 
		jóvenes, un tiempo y un esfuerzo que siento totalmente desperdiciado e 
		inútil.
		
		Pienso en cuanto me hubiera gustado dedicar toda esa energía a mis 
		verdaderas pasiones e intereses, las cuales tenía claras desde niño y no 
		eran apenas valoradas en ese sistema.
		
		Pienso dónde estaría ya ahora en mi camino, si no me hubieran sofocado 
		con aquella doctrina escolar completamente alienante y devastadora para 
		mí
		
		Siempre sentí que había algo tremendamente errado en el sistema 
		educativo, algo que iba más allá de metodologías o esfuerzos, pero no 
		fue hasta hace unos pocos años que esa intuición se completó con 
		pruebas.
		
		La confirmación de que yo no era el problema.
		
		Poco a poco fui encontrando a pensadores contemporáneos como el inglés
		Ken Robinson, el chileno Claudio Naranjo o el brasileño 
		Rubem Alves, que denunciaban estos mismos defectos de base del 
		sistema educativo en cada uno de sus países y a nivel mundial. 
		
		 
		
		Y curiosamente todos coincidían en señalar 
		como principal motivo de este "malfuncionamiento", el hecho de que este 
		sistema hubiera sido diseñado y ejecutado no en interés de los 
		individuos y su desarrollo humano, sino en el de la industria económica 
		que lo impulsó.
		
		Pero si tuviera que hablar de un momento realmente revelador, de una 
		autentica epifanía que cambió profundamente y para siempre mi visión de 
		la educación, fue mi encuentro casual o causal (según se vea) con un 
		libro en concreto: "The 
		Underground History of American Education - A School Teacher’s Intimate 
		Investigation Into the Problem of Modern Schooling" de 
		John Taylor Gatto.
 
		
		
		
		
 
		
		
		Un ex-profesor de la educación pública estadounidense que, como él mismo 
		explica, tras décadas luchando desde dentro contra ese sistema 
		alienante, y tras una serie de investigaciones y descubrimientos, 
		decidió abandonarlo para siempre el mismo día que fue nombrado profesor 
		del año del estado de Nueva York.
		
		Seguramente te preguntarás que tiene que ver el sistema educativo 
		americano con el español, y la respuesta es que básicamente todo lo que 
		se explica en el libro es extrapolable a nuestra realidad educativa y a 
		la de casi todos los países del mundo.
		
		Así lo afirma también el propio traductor de la obra, un profesor de 
		matemáticas español, que tras descubrir la edición en inglés, se tomó la 
		molestia de traducir el libro y distribuirlo gratuitamente a través de 
		la red, ya que esta obra no se encuentra publicada en nuestro idioma.
		
		Así se puede encontrar fácilmente en cualquier buscador como,
		
		Historia Secreta del Sistema Educativo.
		
		Sería demasiado largo para un e-mail, el explicar todo lo que esta obra 
		abarca, pues es importante decir que no sólo está llena de datos 
		rigurosos y hechos contrastables, sino que está escrito desde un punto 
		de vista profundamente humano que nace de la experiencia íntimamente 
		personal del autor.
		
		Para mí, lo que atrapa más poderosamente de este libro (además de las 
		propias experiencias vitales y profesionales de Taylor Gatto dentro del 
		sistema educativo) es que el resultado de sus pesquisas no se limita a 
		una mera serie de especulaciones más o menos hilvanadas, a las que tan 
		acostumbrados estamos en el ámbito de la denuncia conspirativa.
		
		En este libro, el autor no expone lo que él cree, sino hechos y datos 
		que insta en todo momento a buscar y contrastar en sus fuentes (de las 
		que da milimétricas referencias a fin de posibilitar su consulta) en 
		todos y cada uno de los sucesos y datos expuestos.
		
		Sobre lo que significó para mi y lo que creo que puede significar para 
		muchas personas el conocer esta obra y lo que en ella se revela, 
		expondré este ejemplo a modo de anécdota personal:
		
		En 2012 estoy en una estancia de varios meses en Brasil. Es allí que 
		encuentro este libro en la red y comienzo su lectura, me atrapa al 
		instante.
		
		Una de las primeras revelaciones que me sorprenden y sacuden, es la 
		exposición detallada, con hechos, citas contrastables y fechas, que el 
		autor hace sobre la manipulación que la moderna pedagogía sufre desde 
		sus orígenes por parte de las elites financieras. Un sistema educativo 
		que se convirtió en universal y obligatorio al amparo de estos grandes 
		capitales, que no sólo lo impulsaron, sino que lo crearon y financiaron 
		en pos de sus propios intereses.
		
		Entre todos los hechos que el autor expone, me llama la atención 
		sobremanera, como describe la introducción de una especie de "método 
		defectuoso" en la enseñanza del lenguaje.
		
		Un cambio en la pedagogía de la lectura y la lengua cuyo objetivo 
		(oculto) es dificultar (e indirectamente disuadir) a los individuos 
		escolarizados tanto de la lectura placentera como de la escritura.
		
		En un primer momento me resulta increíble, me resulta casi un disparate, 
		pero en la medida que leo los datos y las explicaciones todo cobra más y 
		más sentido.
		
		Haciendo un resumen esquemático de lo que expone el autor, viene a 
		revelar que frente al método tradicional usado hasta el momento (y 
		prácticamente a lo largo de toda la historia de nuestra cultura 
		occidental) para enseñar a leer y a escribir, se introduce 
		repentinamente, junto con la escolarización obligatoria, un nuevo método 
		abalado por los modernos pedagogos y expertos de las fundaciones 
		privadas creadas por, entre otros muchos, Henry Ford, Andrew 
		Carnegie o 
		el clan Rockefeller.
 
		
		
		
		
 
		
		
		Un sistema que supuestamente debía facilitar y mejorar el aprendizaje 
		del lenguaje, pero que en realidad lo dificultaba y lo ralentizaba 
		enormemente.
		
		Todo a fin de suministrar a la enorme y creciente industria, mano de 
		obra dócil y poco letrada, o lo que es lo mismo indefensa y sumisa.
		
		Como te decía al comienzo de este texto, siempre fui crítico y 
		observador, y no creo en algo simplemente porque esté escrito en un 
		libro, pero lo que allí se describía, estaba expuesto de tal forma y con 
		tantas pruebas abrumadoras que sinceramente, dejé abierta la posibilidad 
		de que fuera real. 
		
		Pero fue por una de esas maravillosas
		
		sincronicidades que describía Carl 
		Jung, por sorprendente que parezca, que la realidad me ofreció 
		inmediatamente la confirmación de lo que acaba de leer.
		
		No recuerdo si esa misma tarde o al día siguiente de la lectura, recibí 
		en la vivienda dónde me alojaba la visita de una profesora local de un 
		colegio de primaria, una amiga de la propietaria de la casa. 
		 
		
		Ella comenzó a conversar de las cosas más 
		cotidianas hasta que, sin yo preguntar nada y sin ni siquiera haberla 
		relacionado con el tema, comenzó a hablar sobre su trabajo en la 
		escuela. 
		 
		
		De repente, dijo algo que captó 
		completamente mi atención:
		
			
			(Transcribo aproximadamente sus 
			palabras, traducidas del portugués)
			
			- Pues mis niños leen ya todos bien. La directora me felicitó esta 
			semana, porque mi clase es la única de todo el curso donde todos los 
			niños ya han aprendido a leer perfectamente.
		
		
		Por supuesto, aquello fue como un una señal 
		luminosa para mí, inmediatamente le pregunté sobre el método que usaba 
		en la enseñanza de la lectura, casi presintiendo que me encontraba 
		mágicamente ante la confirmación de lo que había descubierto hacía tan 
		poco. 
		 
		
		Y efectivamente, ella me confesó que no 
		usaba el método pedagógico oficial para enseñar a leer.
		
		Me dijo que aunque sabía que era el que tenía que usar y era el que 
		aplicaban todos los demás compañeros en el centro, ella usaba el "método 
		antiguo" porque, instintivamente, sabía que era mejor. El método con el 
		que ella misma aprendió a leer en su casa. 
		 
		
		Entusiasmado, le pregunté con detalle por la 
		diferencia entre ambos métodos, y te puedes imaginar mi asombro cuando 
		al describírmelos, todo correspondía con exactitud con lo explicado en 
		el libro sobre dichos métodos de aprendizaje y su lógica interna.
		
		Devoré el resto del libro con auténtica avidez y puedo decir que sólo 
		tras leerlo comprendí totalmente y en su verdadera magnitud, el nivel de 
		manipulación al que esta granja humana que es nuestra sociedad, somete a 
		las "castas inferiores".
		
		Y no hablo ya desde los medios de comunicación, algo mucho más evidente, 
		sino desde su formación como individuos.
 
		
		
		
 
		
		
		Por eso considero que este "sistema de adoctrinamiento obligatorio", es 
		el pilar sin el cual el resto del proceso manipulativo que se produce 
		durante toda la edad adulta (ya sin capacidad para discernir y con la 
		auto-confianza totalmente minada) no podría calar de la manera que lo 
		hace.
		
		Personalmente, desde que llegó hasta mi tal descubrimiento, no he 
		perdido la oportunidad de difundir esta obra, que considero no sólo 
		necesaria, sino vital.
		
		Porque tal como se explica el método hindú para amaestrar elefantes:
		
		basta que al pequeño elefante apenas recién nacido, se le ate 
		diariamente una delgada cuerda a la pata (de la que por su tamaño aún no 
		puede liberarse) para que cuando llegué adulto su mente haya asimilado 
		de tal forma que es incapaz de hacerlo, que ya ni siquiera lo intenta.
		
		 
		
		Por eso a los elefantes adultos en India, se 
		les ata con la misma cuerda de su infancia a una débil rama y permanecen 
		allí prisioneros de sus propios límites mentales. 
		 
		
		A pesar de que incluso si los ataran con una 
		gruesa cadena sujeta a un robusto árbol, serían capaces de romperla sin 
		dificultad.
 
		
		
		 
		
		 
		
		
		En fin, quizás ya conozcas el libro o el tema, pero si no fuera así y te 
		interesara profundizar en él, me gustaría también recomendarte otro 
		libro (mucho menos denso eso sí) que es una muy buena lectura 
		complementaria al de Taylor Gatto.
		
		Quizás porque a pesar de denunciar el mismo asunto de una manera menos 
		detallada y contundente, sí está más enfocado en aportar una gran gama 
		de ejemplos reales inspiradores frente a esta terrible maquina 
		adoctrinadora.
		
		El libro se llama, 'El 
		Elemento' del educador inglés 
		
		Ken Robinson, el cual sí se puede 
		encontrar publicado en nuestro idioma"
	
	
	
	
	
	
 
	
	
	Al menos estos testimonios dan que pensar, ¿no?
	
	Ningún intento de mejorar el mundo en el que vivimos arraigará si no somos 
	capaces de transformar de manera profunda la manera en la que educamos a las 
	personas del mañana.
	
	Es urgente abordar con valentía el tema de la educación, más allá de las 
	tonterías ideológicas superficiales a las que nos tienen habituados los 
	partidos políticos de turno.
	
	Y eso nos incumbe a todos, aunque son los propios docentes los que deberían 
	liderar este proceso, por dignidad personal y profesional. Y por la tremenda 
	responsabilidad que recae sobre sus espaldas.
	
	Ha llegado el momento de que así sea.