
	
	por Martín Lozano
	
	extraído de 'EL 
	NUEVO ORDEN MUNDIAL'
	
	del Sitio Web
	
	NuevoOrdenMundial-MembersTripod
	
	 
	
	 
	
	
	Con arreglo a la versión oficial, el Instituto de Asuntos Internacionales 
	fue constituido en 1920 como resultado de las conversaciones mantenidas por 
	varios delegados británicos y norteamericanos asistentes a la Conferencia de 
	Paz de 1919, celebrada en París al término de la 1ª Guerra Mundial. 
	
	 
	
	Más 
	tarde, en 1926, el Instituto recibía el título de "Real" en virtud de una 
	Carta de la Corona británica que le encomendaba la tarea de promover y 
	sufragar medios de información sobre cuestiones internacionales, pero de 
	forma que los análisis vertidos en los mismos no fuesen en ningún caso 
	asumidos oficialmente por la institución. 
	
	 
	
	La entidad debería financiarse con 
	las aportaciones de sus miembros individuales, con sus propias inversiones y 
	con las donaciones recibidas para labores de investigación. Hasta aquí llega 
	la información que el susodicho Instituto difunde sobre sí mismo. De lo que 
	ahora se trata, pues, es de penetrar en su verdadera génesis y en los 
	resortes que impulsaron su constitución.
	
	El 19 de mayo de 1919, Edward Mendel House, alias "coronel" House, convocó a 
	una reunión de trabajo en el hotel Majestic a un reducido grupo de delegados 
	norteamericanos y británicos participantes en la Conferencia de Versalles. 
	
	
	 
	
	De este sujeto, cuyo decisivo papel en la adopción del 
	Federal Board System 
	norteamericano ya fue significado páginas atrás, podría escribirse en 
	términos muy similares a los empleados cuando se describiera la trayectoria 
	de Joseph Retinger, pues se trata de otro de esos singulares personajes cuyo 
	papel en la historia reciente, siempre desarrollado en la sombra, ha sido 
	incomparablemente superior al de innumerables figurones políticos que han 
	gozado de gran notoriedad. 
	
	 
	
	Además de eminencia gris de Woodrow Wilson, el 
	"coronel" House ejerció como peón de lujo del Establishment financiero 
	estadounidense, circunstancias que compaginaba con su condición de iniciado 
	en la logia iluminista Maestros de la Sabiduría y con su pertenencia a la 
	sociedad 
	The Order.
	
	Por parte americana, los asistentes a dicha reunión fueron:
	
		
			- 
			
			John Foster Dulle, 
	futuro secretario de Estado, y su hermano Allen Dulles, tiempo después 
	director de la CIA, ambos perteneciente a un bufete de abogados ligado a los 
	trusts Morgan y Rockefeller 
- 
			
			Christian Herter, que también ocuparía años 
	después la Secretaría de Estado 
- 
			
			Jerome Greene, asesor del Instituto 
	Rockefeller 
- 
			
			W.Shepardson, miembro de la sociedad The Order 
- 
			
			Robert Lansing 
- 
			
			James Shotwell 
- 
			
			Archibald Carey Coolidge 
- 
			
			el general Tasker Bliss,  
	
	...todos 
	ellos vinculados a instituciones dominadas por la sección norteamericana de 
	la 
	Round Table. 
	
	 
	
	En la delegación británica figuraban 
	
		
			- 
			
			lord Robert Cecil,  
- 
			
			lord 
	Eustace Percy,  
- 
			
			sir Valentine Chirol,  
- 
			
			Lionel Curtis,  
- 
			
			Harold Temperly  
- 
			
			Edward Grigg,  
	
	....miembros todos ellos de la Round Table y de la Fabian Society.
	
	El 30 de mayo tuvo lugar un segundo encuentro, y el 12 de junio, en la 
	tercera reunión, fueron designados Lionel Curtis y Whitney Shepardson, 
	respectivamente, como secretarios de las ramas inglesa y americana de la 
	organización. Asimismo se acordó que cada una de las dos ramas del Instituto 
	adoptara una denominación propia. 
	
	 
	
	De acuerdo con dicha determinación, el 9 
	de noviembre de 1923 se presentaba oficialmente la sección inglesa bajo el 
	nombre de Instituto Británico de Asuntos Internacionales, título que fue 
	sustituido en 1926, tras la concesión de la Carta Real, por el definitivo de 
	Real Instituto de Asuntos Internacionales. Su sede social se estableció en 
	un inmueble conocido como Chatam House (10 de Saint-James Square), donde 
	también tenía sus dependencias la Round Table.
	
	Siguiendo los mismos designios, la sección norteamericana se constituía 
	oficialmente en 1921 con el nombre de Council on Foreign Relations (CFR) o 
	Consejo de Relaciones Exteriores. 
	
	 
	
	Ni que decir tiene que la dirección del 
	nuevo organismo recayó en el ínclito House, cuyas especiales relaciones con 
	los magnates de la banca neoyorquina explican el hecho de que se rodease en 
	la plana mayor del Consejo de elementos reclutados entre los asociados de la 
	banca J.P.Morgan, en los despachos jurídicos que trabajaban para dicha 
	firma, y en los círculos tecnocráticos vinculados a la Alta Finanza. 
	
	
	 
	
	Figuraban entre ellos:
	
		
	
	
	Desde entonces hasta hoy, el CFR ha venido siendo uno de los más eficientes 
	instrumentos del Establishment, que a través de este organismo determina el 
	curso de la vida pública estadounidense en todos los ámbitos, y muy 
	especialmente en el relativo a la política exterior, como iremos viendo a lo 
	largo de las páginas sucesivas.
	
	Entre la firmas multinacionales y Fundaciones "filantrópicas" que 
	contribuyen a costear los ingentes gastos de este poderoso club figuran:
	
		
			- 
			
			la 
	Carnegie Corporation of New York 
- 
			
			IBM World Trade Corporation 
- 
			
			General 
	Motors Corporation 
- 
			
			Morgan Guaranty Trust Company 
- 
			
			Citybank 
- 
			
			Chemical Bank 
- 
			
			Citicorp 
- 
			
			International Minerals and Chemical Corporation 
- 
			
			Association of 
	Radio and Television News Analysts 
- 
			
			The Ford Fundation 
- 
			
			The Rockefeller 
	Fundation 
- 
			
			Rockefeller Brothers Fundation 
- 
			
			The Andrew Mellon Fundation 
- 
			
			The 
	Commonwealth Fundation 
	
	Eso no impide, más bien todo lo contrario, que el CFR sea el organismo donde 
	mejor se ha operado la síntesis fabiana entre el capitalismo y uno de sus 
	hijos bastardos, el marxismo, que de esta forma, una vez ultimada la labor 
	de disolución cultural y espiritual para la que fue diseñado, se reintegra a 
	la matriz burguesa de la que surgió. 
	
	 
	
	Dicho de otro modo, el CFR ofrece el 
	más preclaro exponente de la dialéctica hegeliana, y en su seno los dos 
	supuestos antagonistas se funden en la síntesis deseada. 
	
	 
	
	Aquí, el 
	internacionalismo "proletario" de la retórica marxista se transfigura en el 
	cosmopolitismo "humanista" del capitalismo multinacional; el materialismo 
	marxista se identifica con el materialismo burgués que lo engendró; y el 
	gregarismo social del colectivismo bolchevique se corresponde con el paraíso 
	progresista de las masas uniformizadas pastando en los prados felices del 
	bienestar nihilista y del consumismo material.
	
	No tiene nada de extraño, por tanto, que este Club oligárquico patrocinado 
	por el Gran Capital haya servido de tribuna para la difusión de la "cultura" 
	izquierdista y contado entre sus miembros con innumerables gentlemen 
	filomarxistas. Además del ya citado Henry Kissinger (presidente en su día de 
	este organismo) y de su equipo de colaboradores pro-soviéticos, son 
	abundantes los ejemplos de oligarcas progresistas que han destacado en sus 
	filas. 
	
	 
	
	Entre algunos de los más conocidos figuran Alger Hiss, Herbert 
	Matthews, John Fairbank y Harry Dexter White, todos ellos agentes activos de 
	la Inteligencia soviética durante la época de la "confrontación".
	
	El caso de Alger Hiss merece especial significación, entre otras razones 
	porque ilustra bastante bien la naturaleza del régimen de Franklin Delano 
	Roosevelt y de su equipo de colaboradores íntimos (Baruch, Morgenthau, 
	Lehman, Frankfurter, Hopkins, Rosenmann, Bloch, Cullmann), todos ellos 
	miembros del CFR y de la Round Table, todos ellos acaudalados plutócratas y 
	todos ellos simpatizantes y benefactores del régimen estalinista. 
	
	 
	
	Pues bien, 
	entre esos colaboradores de Roosevelt figuraba también Alger Hiss, cuya 
	importancia viene dada por el decisivo papel que, en su calidad de asesor 
	especial del Departamento de Estado, desempeñó en los acuerdos de Yalta, tan 
	provechosos para la Rusia soviética.
	
	Nacido en el seno de una familia de la alta burguesía, Alger Hiss cursó 
	estudios en Harvard, feudo fabiano donde fue captado para su equipo de 
	cerebros por el financiero Frankfurter, uno de los ideólogos del New Deal. 
	Tras prestar servicios como abogado en una firma de Wall Street, entró en 
	contacto con otro destacado militante de la izquierda del New Deal, Lee Pressmann, quien le introdujo en la organización WARE, una red de espionaje 
	al servicio del Komitern. 
	
	 
	
	Aunque la trayectoria de Hiss suscitó frecuentes 
	sospechas, no sería hasta tiempo después, con motivo de las imputaciones 
	formuladas contra él por un ex-camarada de la red WARE, Whittaker Chambers, 
	cuando quedaron al descubierto sus vínculos con los servicios secretos 
	soviéticos y su intensa labor de penetración y reclutamiento en las altas 
	esferas de la Administración estadounidense. 
	
	 
	
	Pero lo más esperpéntico de 
	este asunto sería su desenlace, ya que, una vez desenmascarado, Alger Hiss 
	fue retirado del servicio estatal, recibiendo por toda sanción la 
	presidencia del Carnegie Endowment for Peace, una de las principales 
	entidades patrocinadoras de las Conferencias Bilderberg.
	
	Otro de los "camaradas" americanos que desempeñó un importante papel en los 
	acuerdos de Yalta fue Averell Harriman, embajador especial de Roosevelt en 
	la Conferencia, miembro de una poderosa saga de banqueros y socio del CFR. 
	Este sujeto, conocido tanto por su pertenencia a todos los círculos 
	oligárquico-mundialistas como por sus deferencias hacia la antigua URSS, fue 
	señalado por Anatoli Golitsin, ex-agente del KGB, como uno de los más 
	activos integrantes de la red filomarxista de la Administración 
	estadounidense.
	
	Naturalmente, el CFR no es el único espacio en el que se ha operado la 
	síntesis ideológica señalada, aunque sí el más notorio. Los núcleos 
	iluministas radicados en las Universidades de Oxford y Yale, de los que se 
	hablará más adelante, se han mostrado igualmente activos en esa misma labor, 
	si bien dentro del más absoluto hermetismo. 
	
	 
	
	Igualmente digna de mención a 
	este respecto es la Universidad de Cambridge, bastión fabiano del que 
	salieron los dandis británicos Philby, McLean, Blunt, Burgess y Cairncross, 
	cuyos eficientes servicios al régimen estalinista han sido minuciosamente 
	recogidos en una obra escrita por el que fuera su enlace soviético, el 
	oficial del KGB Yuri Modin.
	
	El órgano oficial del CFR es la revista Foreign Affairs, una publicación 
	trimestral abierta a todos las opiniones "progresistas" en la que vierten 
	sus análisis los iniciados en los discretos círculos del Poder. 
	
	 
	
	Dado su 
	carácter "abierto", la revista reitera en cada uno de sus números que no 
	asume oficialmente ninguna de las tesis expuestas en ella por sus 
	colaboradores, añadiendo que tan sólo se ofrece como un foro de reflexión en 
	el que confluyan ideas "divergentes", por estimar que de esa forma se 
	facilita a sus lectores una mejor información que adscribiéndose a una sola 
	escuela de pensamiento (sic).
	
	A pesar de esa "disparidad" de criterios que se observa leyendo las 
	opiniones de individuos de la misma cuerda oligárquica (el Poder es su 
	denominador común) e ideológica (todos ellos participan en lo esencial de 
	una misma mentalidad), resulta sumamente instructivo ojear las páginas de 
	esa publicación. Y es que leyéndola resulta fácil prever el curso que van a 
	seguir ciertos acontecimientos, especialmente cuando las colaboraciones 
	literarias llevan la rúbrica de un capitoste del CFR o de algún iniciado en 
	los círculos más influyentes del Establishment. 
	
	 
	
	Así, en el número 
	correspondiente a julio de 1990, uno de los analistas del CFR, Barry Rubin, 
	exponía la necesidad de, 
	
		
		"tomar medidas especiales y urgentes para acabar con 
	el poder militar y nuclear de ciertos Estados", indicando a continuación que 
	tales medidas "debían aplicarse a las ambiciones de Irak". 
		
	
	
	Unos meses 
	después se desencadenaría la guerra del Golfo Pérsico. 
	
	 
	
	No menos ilustrativos 
	fueron los análisis realizados en 1982 sobre la evolución interna de los 
	regímenes marxistas de Polonia y la URSS por William Hyland, editor del 
	Foreign Affairs, ex-analista de la CIA y miembro del 
	
	Bilderberg Group, de la 
	Comisión Trilateral, de la
	
	Pilgrims Society y de la 
	
	Round Table. Análisis 
	que, cuando menos, pusieron de manifiesto las portentosas dotes "proféticas" 
	del susodicho Hyland, ya que todas sus previsiones se han ido cumpliendo con 
	asombrosa precisión.
	
	Pero el vehículo idóneo para hacer llegar a la gran masa de la población las 
	opciones decididas en los laboratorios del CFR no es el órgano oficial de 
	éste, de carácter y alcance restringidos, sino los grandes medios de 
	comunicación estadounidenses. 
	
	 
	
	Después, los diversos 
	
	tributarios mediáticos 
	del Sistema esparcidos por las provincias del Imperio se aprestarán a 
	desempeñar su papel habitual de caja de resonancia de las consignas 
	elaboradas en el centro emisor, que es donde se decide qué asuntos deben 
	pudrirse en el silencio y cuáles otros han de convertirse en temas de 
	candente actualidad, marcando asimismo las pautas del modo en que deben 
	tratarse éstos.
	
	Para hacerse una idea de la presencia del Consejo de Relaciones Exteriores 
	en los más influyentes medios de comunicación estadounidenses, he aquí una 
	breve relación de algunos de los capitostes de tales medios adscritos a 
	dicho organismo:
	
		
			
				- 
				
				New York Times:  
					- 
					
					Richard Gelb 
- 
					
					William Scranton 
- 
					
					John F. Akers 
- 
					
					Louis Gerstner 
- 
					
					George Munroe 
- 
					
					Donald Stewart 
- 
					
					Cyrus Vance 
- 
					
					A.M.Rosenthal 
- 
					
					Seymur 
	Topping 
- 
					
					James Greenfield 
- 
					
					Max Frankel 
- 
					
					Jack Rosenthal 
- 
					
					John Oakes 
- 
					
					Harrison 
	Salisbury 
- 
					
					H.L.Smith 
- 
					
					Steven Rattner 
- 
					
					Richard Burt
 
 
 
- 
				
				Washington Post/Newsweek: 
				 
					- 
					
					Katherine Graham 
- 
					
					N.Katzenbach 
- 
					
					Robert 
	Christopher 
- 
					
					Osborne Elliot 
- 
					
					Philipp Geyelin 
- 
					
					Murry Marder 
- 
					
					Maynard Parker 
- 
					
					George Will 
- 
					
					Robert Kaiser 
- 
					
					Meg Greenfield 
- 
					
					Walter Pincus 
- 
					
					Murray Gart 
- 
					
					Peter Osnos 
- 
					
					Don Oberdorfer
 
 
 
- 
				
				Time Inc.:  
					- 
					
					Ralph Davison 
- 
					
					Donald Wilson 
- 
					
					Henry Grunwald 
- 
					
					Alexander Heard 
- 
					
					Sol Linowitz 
- 
					
					Thomas Watson
 
 
 
- 
				
				Public Broadcast Service: 
				 
					- 
					
					Robert McNeil 
- 
					
					Jim Leher 
- 
					
					C.Hunter Gault 
- 
					
					Hodding 
	Carter 
- 
					
					Daniel Schorr
 
 
 
- 
				
				Associated Press:  
					- 
					
					Stanley Swinton 
- 
					
					Harold anderson 
- 
					
					Katherine Graham
 
 
 
- 
				
				Wall Street Journal: 
				 
					- 
					
					Richard Wood 
- 
					
					Robert Bartley 
- 
					
					Karen House
 
 
 
- 
				
				ABC:  
					- 
					
					Thomas Murphy 
- 
					
					Barbara Walters 
- 
					
					John Connor 
- 
					
					Diane Sawyer 
- 
					
					John Scall
 
 
 
- 
				
				NBC/RCA:  
					- 
					
					John Welch 
- 
					
					Jane Pfeiffer 
- 
					
					Lester Crystal 
- 
					
					R.Sonnenfeldt 
- 
					
					John Petty 
- 
					
					Tom Brokaw 
- 
					
					David Brinkley 
- 
					
					John Chancellor 
- 
					
					Marvin Kalb 
- 
					
					Irving Levine 
- 
					
					Herbert Schosser 
- 
					
					P.G.Peterson 
- 
					
					John Sawhill
 
 
 
- 
				
				CBS:  
					- 
					
					Laurence Tisch 
- 
					
					Roswell Gilpatric 
- 
					
					James Houghton 
- 
					
					Henry Schacht 
- 
					
					Dan Rather 
- 
					
					Richard Hottelet 
- 
					
					Frank Stanton
 
 
 
- 
				
				CNN:  
					- 
					
					W.T.Johnson 
- 
					
					Daniel Schorr 
 
	
	
	Todo esto no es más que una pequeña muestra de la incidencia del CFR en la 
	vida pública norteamericana; y no será necesario explicar el peso de ese 
	país en el escenario internacional. 
	
	 
	
	De ahí las declaraciones efectuadas en 
	el W Magazine (4-8-78, Fairchild Publications) por Winston Lord, presidente 
	por entonces del CFR y miembro de la sociedad 
	
	The Order: 
	
		
		"La Comisión 
	Trilateral no dirige el mundo entre bastidores; es el Consejo de Relaciones 
	Exteriores quien lo hace". 
	
	
	Palabras que, siendo certeras, no reflejaron sino 
	una parte de la realidad, ya que este organismo no es la la última instancia 
	o el núcleo central del organigrama oligárquico-mundialista, como más 
	adelante podremos comprobar.
	
	Desde el mismo momento en que el CFR fuera creado, la política exterior 
	norteamericana ha venido siendo un predio de su absoluto dominio. Pero su 
	influencia, que ha ido a más con el transcurso del tiempo, no se reduce a 
	esa parcela, ya enormemente importante de por sí, sino que se hace extensiva 
	a todos los ámbitos de la esfera política estadounidense. 
	
	 
	
	Como será fácil 
	comprender, resultaría excesivamente prolijo reproducir la relación 
	exhaustiva de todos y cada uno de los miembros del CFR que, desde 1921 hasta 
	hoy, han ostentado algún cargo de alto nivel en la Administración 
	norteamericana. Lo que sí podrá hacerse aquí es ofrecer una concisa 
	pero significativa muestra de la incidencia de este organismo en el presente. 
	Ésta era, en el momento en que se constituyó la Administración Clinton, la 
	relación de altos cargos de la misma pertenecientes al CFR. 
	
	 
	
	Quede claro que 
	en modo alguno se trata de una enumeración exhaustiva, sino de un muestreo 
	referido a algunas de las áreas gubernamentales más relevantes. 
	
	 
	
	Por otra 
	parte, el cuadro que se ofrece a continuación es perfectamente extrapolable 
	a cualquiera de los gabinetes precedentes, ya que la presencia del CFR en 
	todos ellos ha sido similar, con independencia de la facción política 
	gobernante en cada momento.
	
		
			- 
			
			Gabinete Gubernamental: 
			 
			William Clinton (Presidente del Gobierno); Albert 
	Gore (Vicepresidente); Warren Christopher (Secretario de Estado); Les Aspin 
	(Secretario Defensa); Bruce Babbit (Secretario Interior); Lloyd Bentsen 
	(Secretario del Tesoro); Henry Cisneros (Secretario de Vivienda y Desarrolo 
	Urbano); Donna Shalala (Secretaria Salud y Servicios Sociales); Anthony Lake 
	(Consejero Nacional de Seguridad); James Woolsey (Director de la CIA); Laura 
	Tyson (Directora del Consejo Económico); Colin Powel (Presidente Junta Jefes 
	Estado Mayor).
 
 
- 
			
			Staff de la Casa Blanca: 
			 
			G.Stephanopoulos (Director Comunicaciones); Wiliams 
	Crove (Asesor Jefe de Inteligencia Exterior); Nancy Soderberg (Directora del 
	Staff del Consejo Nacional Seguridad); Samuel R.Berger (Consejero Delegado 
	de Seguridad Nacional); W.Bowman Cutter (Asesor Delegado del Consejo 
	Económico).
 
 
- 
			
			Departamento del Tesoro: 
			 
			Robert M.Bestani (Delegado Adjunto Asuntos 
	Monetarios Internacionales); Roger Altman (Secretario Adjunto del Tesoro); 
	Robert R.Glauber (Subsecretario Finanzas); J.French (Delegado Adjunto 
	Departamento Finanzas); John M.Niehuss (Delegado Adjunto Asuntos Monetarios 
	Internacionales).
 
 
- 
			
			Departamento de Estado: 
			 
			Madeleine Albright (Embajadora en la ONU); Lynn 
	Davis (Subsecretario Seguridad Internacional); Peter Tarnoff (Subsecretario 
	Asuntos Políticos); John E.Spero (Subsecretario Asuntos Económicos); Brian 
	Atwood (Subsecretario Administración); G.E.Moose (Subsecretario Asuntos 
	Africanos); H. Allen Holmes (Secretario Adjunto Asuntos Político-Militares); 
	Joseph Verner Reed (Jefe Protocolo); Edward Perkins (Director Personal); 
	Winston Lord (Secretario Adjunto Asuntos Este de Asia y Pacífico); John 
	H.Kelly (Secretario Adjunto Asuntos Sudeste Asiático y Cercano Oriente); 
	Stephen A.Oxman (Secretario Adjunto Asuntos Europeos)); Clifton Wharton 
	(Consejero Delegado); Brandon Grove (Director Servicios Asuntos exteriores); 
	Dennis B.Ross (Director Staff Planificación Política); Abraham David Sofaer 
	(Asesor Legal).
 
 
- 
			
			Cuerpo Diplomático (Embajadores): 
			 
			Strobe Talbot (CEI); John Negroponte 
	(Méjico); Thomas Pickering (Rusia); Edward Ney (Canadá); Morton Abramowitz 
	(Turquía); Robert Oakley (Paquistán); Michael Armacost (Japón); Henry Catto 
	(Gran Bretaña); Robert Pelletreau (Túnez); Shirley T.Black (Rep.Checa); 
	Nicholas Platt (Filipinas); Christopher Phillips (Brunei); James Spain (Sri 
	Lanka); Frances Cook (Camerún); Terence Todman (Argentina); Edward Djerejlan 
	(Siria); Frank Wisner (Egipto); Warrem Zimmerman (Yugoslavia).
 
 
- 
			
			Departamento de Defensa: 
			 
			Frank G.Wisnerll (Subsecretario Asuntos Políticos); 
	Michael P.W.Stone (Secretario de la Armada); Donald B.Rice (Secretario 
	Fuerza Aérea); Henry S.Rowen (Secretario Adjunto Seguridad Interior); Seymur 
	Weiss (Presidente Política de Defensa); Franklin C.Miller (Delegado Adjunto 
	Sec.Nuclear); W.Bruce Weinrod (Delegado OTAN); Charles M.Herzfeld (Director 
	Departamento Investigación);
 
 
- 
			
			Junta Jefes Estado Mayor: 
			 
			Tte. Gral. T.Boyd; Tte.Gral. G.L.Butler; Tte.Gral. 
	B.C.Hosmer; Gral. Carl E.Vuono; Gral. Merrill A.McPeak; Gral. John T.Chain.
 
 
- 
			
			Reserva Federal:  
			Alan Greenspan (Presidente); Gerald Corrigan 
	(Vicepresidente); Richard Cooper; Robert Forrestal; Robert Erburu; Bobby 
	Inman; Anthony Solomon; Edwin Truman; Cyrus Vance; Paul Volker; Sam Cros; 
	John Opel; Steven Muller; Robert Knight.
 
 
- 
			
			Oficina de Comercio:  
			Gary R.Edson (Presidente); Joshua Bolten (Consejero 
	General); Daniel M.Price (Consejero General Adjunto).
 
 
- 
			
			Export-Import Bank:  
			John Macomber (Presidente); Eugene Lawson 
	(Vicepresidente); Rita Rodríguez (Directora); Hart Fessenden (Consejero 
	General).
 
 
- 
			
			Agencia Control y Desarme: 
			 
			William Schneider (Presidente); Thomas Graham 
	(Consejero General); Richard Burt (Negociador Defensa Estratégica); David 
	Smith. 
	
	Antes de pasar a ver las relaciones que ha venido manteniendo la izquierda 
	occidental con el CFR, no estará de más dedicar una breve reseña al papel 
	desempeñado por este poderoso club en el alumbramiento de la ONU, de la que 
	últimamente se ha puesto de moda deplorar su inoperancia, lo que no deja de 
	ser una maniobra más de intoxicación, ya que este organismo ha dado buenas 
	muestras de su eficacia cuando los intereses de quienes lo manejan lo han 
	exigido así. 
	
	 
	
	Recuérdese, si no, la Guerra del Golfo y todo lo que ha 
	sobrevenido después, entre otras cosas el embargo criminal decretado por tan 
	humanitaria institución contra la población iraquí, que es la que está 
	pagando sus consecuencias.
	
	Pues bien, los avances preparatorios para la constitución de las Naciones 
	Unidas, cuyo edificio, dicho sea de paso, se levantó en unos terrenos 
	cedidos al efecto por el clan Rockefeller (tan filantrópica donación se 
	vería largamente compensada por la revalorización del suelo colindante 
	propiedad de la familia), fueron elaborados por un Comité Secreto (Secret 
	Steering Committee) instituido en 1943 por el Secretario de Estado 
	norteamericano, Cordell Hull. 
	
	 
	
	Dicho Comité estaba formado, además del citado 
	Hull, por cinco asesores del presidente Roosevelt: Taylor, Davis, Bowman, Pasvolski y Welles, todos ellos miembros del CFR.
	
	En diciembre de 1943 se incorporó al grupo Edward Stettinius, recién 
	nombrado Subsecretario de Estado y miembro también del CFR. Hijo de un 
	asociado de la banca Morgan, y antiguo ejecutivo de la United States Steel, 
	este sujeto había gestionado antes de acceder a su nuevo cargo la Ley de 
	Préstamo y Arriendo dictada al final de 2ª Guerra Mundial por el gobierno 
	estadounidense. 
	
	 
	
	Una ley cuyos beneficiarios no sólo fueron los grandes 
	consorcios industriales norteamericanos, que recibieron a precio de saldo 
	las modernas instalaciones construidas por el Estado durante la guerra, sino 
	también la Unión Soviética, a la que el susodicho Stettinius entregó a fondo 
	perdido equipamientos por valor de 10.000 millones de dólares que, por 
	supuesto, nunca fueron pagados.
	
	Posteriormente se irían añadiendo al Comité en cuestión nuevos miembros, la 
	inmensa mayoría procedentes del CFR: Green, Cohen, Hornbeck, Hackworth y 
	Dunn entre ellos. Finalmente, el borrador definitivo para la constitución de 
	la ONU fue redactado por un equipo de juristas socios en su mayoría del CFR 
	(Hughes, Taylor, Davis y Miller entre ellos).
	
	Pero vayamos ya con el tema apuntado líneas atrás, esto es, las relaciones 
	mantenidas por la izquierda occidental y su foro más prestigioso, la 
	Internacional Socialista, con ese sólido baluarte del poder plutocrático que 
	es el CFR.
	
	Antes de nada convendrá recordar que el proyecto de crear una Internacional 
	Socialista se planteó por primera vez en la Conferencia de Claton-on-Sea de 
	1946, a propuesta de los ministros fabianos del gabinete británico. Dicho 
	proyecto no respondía sino a la doctrina formulada por el CFR para el 
	escenario post-bélico europeo, doctrina que se basó en la conveniencia de 
	crear un frente de contención al comunismo que, al mismo tiempo, no fuera 
	anticomunista. 
	
	 
	
	Se trataba, pues, de frenar el expansionismo político y 
	territorial de la URSS, pero sin cercenar la expansión ideológica del 
	marxismo y de las tesis izquierdistas. Un planteamiento, como podrá verse, 
	en la línea de la más pura dialéctica hegeliana, y sin duda el más idóneo 
	para alcanzar la síntesis ya comentada.
	
	La idea esbozada en Claton-on-Sea no tardó en fructificar. Poco después se 
	constituía en Londres el Comité Socialista Internacional, integrado por 
	socialistas alemanes y británicos; y éstos fueron quienes, a su vez, se 
	encargaron de preparar el Congreso Internacional de 1951 celebrado en 
	Frankfurt con la participación de treinta y cuatro delegaciones socialistas, 
	la mayoría de las cuales procedían de los países integrados en la OTAN. La 
	Internacional socialista nacía así como el instrumento más idóneo para 
	lograr los objetivos marcados.
	
	En las postrimerías de la década de los setenta surgieron dos nuevos 
	organismos que vinieron a completar la estructura de la Internacional 
	Socialista:, de la que bien podrían considerarse como una prolongación: La 
	Comisión Palme y la Comisión Brandt.
	
	Entre los integrantes de la primera en el momento de su creación figuraban, 
	además del propio Olof Palme, socio del Bildreberg Group, individuos como 
	
	
		
			- 
			
			David Owen (Trilateral) 
- 
			
			Egon Bahr (Bilderberg) 
- 
			
			Cyrus Vance (Trilateral, 
	Bilderberg, CFR, Pilgrims) 
- 
			
			Georgi Arbatov (director del Instituto de 
	Relaciones Internacionales de Moscú, equivalente soviético del CFR) 
- 
			
			Emma Rothschild 
	
	De parecido corte era la nómina de miembros de la Comisión Brandt, nacida a 
	finales de 1977 bajo los auspicios de Robert McNamara (Trilateral, 
	Bilderberg, CFR, presidente del Banco Mundial). 
	
	 
	
	La presidencia de la 
	Comisión recayó, lógicamente, en Herbert Karl Frahm, más conocido como 
	Willy 
	Brandt, al lado del cual figuraban:
	
		
			- 
			
			Edward Heath (Bilderberg) 
- 
			
			Peter Peterson 
	(director de la banca Lehman-Kuhn&Loeb) 
- 
			
			Edgard Pisani (Bilderberg) 
- 
			
			Eduardo 
	Frei (líder democristiano chileno) 
- 
			
			Katherine Graham (Trilateral, Bilderberg, CFR, propietaria del Washington Post y de la revista Newsweek), 
	
	...y 
	algún que otro sindicalista de relleno incluido en la lista para conferir el 
	oportuno toque proletario a la comisión.
	
	A esta distinguida organización Internacional y Socialista pertenece el 
	Partido Socialista Obrero Español, uno más de los muchos clubs de 
	izquierdistas incendiarios devenidos en férvidos apagafuegos tan pronto como 
	sus ambiciones de pequeño-burgueses resentidos encontraron la debida 
	satisfacción. Veamos, pues, sin más preámbulos, algunas de las 
	peregrinaciones efectuadas por sus más destacados dirigentes a las 
	dependencias del CFR y a otros santuarios del Gran Capital.
	
	Tales peregrinaciones, iniciadas ya en la época en que los líderes 
	socialistas vestían de pana progre, comenzaron en agosto de 1975, con la 
	visita de una delegación del PSOE a Israel, donde la poderosa 
	socialdemocracia judía, entonces en el poder, y su organización sindical, la 
	no menos poderosa Histadrut, brindaron a sus homólogos españoles ayuda 
	económica y formación de cuadros a cambio de silenciar o poner sordina a las 
	tropelías israelíes en la zona.
	
	Dos años después, en noviembre de 1977, Felipe González viajaba a los 
	Estados Unidos para entrevistarse con Walter Mondale, vicepresidente 
	norteamericano, Cyrus Vance, secretario de Estado, y otros altos cargos 
	gubernamentales, encuentros que serían ampliamente reflejados en los medios 
	de comunicación. 
	
	 
	
	Lo que, sin embargo, no obtuvo el menor comentario fue su 
	visita a la sede del CFR, donde el líder socialista pronunció una 
	conferencia que, de acuerdo con los hábitos de ese organismo, fue seguida 
	del correspondiente coloquio-interrogatorio, cuyos resultados debieron ser 
	plenamente satisfactorios para los cancerberos del Gran Capital a juzgar por 
	la ulterior trayectoria política de su invitado. 
	
	 
	
	Acto seguido el futuro 
	presidente acudió a una cena organizada por otro feudo del Establishment, el 
	Carnegie Endowment for International Peace, donde también puso de manifiesto 
	que estaba en condiciones de satisfacer las expectativas de sus distinguidos 
	anfitriones. La primera romería a la meca plutocrática, que concluyó con una 
	visita a 
	David Rockefeller, no pudo ser, por tanto, más satisfactoria para 
	ambas partes, y de ella regresó Isidoro el revolucionario con el placet de 
	los patrones y una pequeña donación de doce millones de dólares para las 
	arcas del partido.
	
	En marzo de 1978 eran Enrique Múgica, entonces presidente de la Comisión de 
	Defensa del Congreso, y Luis Solana, futuro cacique de las comunicaciones, 
	quienes viajaban a Nueva York. 
	
	 
	
	En su agenda oficial figuraban entrevistas 
	con Harold Brown, secretario de Defensa, con altos cargos del Consejo 
	Nacional de Seguridad y con los rectores de la multinacional ITT. De todo 
	ello se hicieron eco los medios. Nada se publicó acerca de su asistencia al 
	correspondiente desayuno-sondeo celebrado en los despachos del CFR. 
	
	 
	
	Por 
	aquellas mismas fechas viajó también a la metrópoli el entonces ministro 
	socialdemócrata de la UCD, y futuro ministro del PSOE, Francisco Fernández 
	Ordóñez. Oficialmente, el objetivo de su visita, ya elocuente de por sí, era 
	contrastar con las autoridades norteamericanas la idoneidad de la política 
	económica del Gobierno español. 
	
	 
	
	A tal efecto se entrevistó con:
	
		
			- 
			
			Michel 
	Blumenthal, secretario del Tesoro y miembro del CFR 
- 
			
			Artur Burns, presidente 
	de la Reserva Federal y miembro del CFR 
- 
			
			William Dale, vicepresidente del 
	Fondo Monetario Internacional y militante del CFR 
- 
			
			Robert McNamara, 
	presidente del Banco Mundial y asimismo socio destacado del CFR 
	
	La visita 
	de Fernández Ordóñez finalizó, según la norma, con una sesión a puerta 
	cerrada en las oficinas del CFR, de la que tampoco se informó.
	
	Mientras tanto, el profesor Tierno Galván multiplicaba sus esfuerzos para 
	recabar el apoyo de personalidades influyentes (Brandt, Schell, Hoffman) que 
	le permitieran ingresar en la Comisión Trilateral, cosa que no logró debido 
	a que sus gestiones en ese sentido fueron sistemáticamente saboteadas por 
	Felipe González, quien por aquellas fechas estimaba inconveniente para la 
	buena imagen del PSOE el ingreso de uno de sus dirigentes en esa entidad. 
	
	
	 
	
	Tales remilgos no tardarían mucho en disiparse, y en 1985 el presidente de 
	la Compañía Telefónica y militante del PSOE, Luis Solana, ingresaba en la 
	Trilateral, siendo seguido un año después por Julio Feo, entonces fontanero 
	mayor de la Presidencia del Gobierno y miembro en la actualidad del Comité 
	Ejecutivo de la sección europea de dicha organización plutocrática.
	
	En marzo de 1981, Felipe González emprendía otra gira, esta vez a Gran 
	Bretaña, invitado por el Instituto de Estudios Europeos, una especie de 
	apéndice del Saint-Anthony College de la Universidad de Oxford. Ese centro 
	escolar, dominado por la Round Table y la Fabian Society, ha sido objeto de 
	frecuentes peregrinaciones por parte de diversos líderes socialistas, entre 
	los que se encuentran Fernando Morán, Narcís Serra, Alfonso Guerra, Pascual 
	Maragall y José Borrell. 
	
	 
	
	El viaje de González concluyó con una comida de 
	trabajo en la sede de la Fabian Society.
	
	En diciembre de 1982, con el sonado triunfo electoral del PSOE aún caliente, 
	Alfonso Guerra asistía a una reunión convocada por el European Management 
	Forum, un organismo en la órbita de Davos. Allí manifestaría públicamente la 
	disposición del Gobierno socialista a colaborar con las empresas 
	multinacionales "por la confianza en el futuro de España que han demostrado 
	en los tiempos difíciles".
	
	Una vez en el poder, los contactos socialistas con los centros de dominio 
	plutocrático se prodigaron aún más. En abril de 1983, David Rockefeller 
	giraba una visita a España de regreso de una cumbre de la Comisión 
	Trilateral, siendo recibido en la Moncloa por González y Boyer, dada su 
	condición de "miembro de primera fila del mundo económico internacional", 
	según palabras del comunicado emitido al respecto por el Gabinete de Prensa 
	de la Presidencia.
	
	En mayo de ese mismo año Miguel Boyer, Fernández Ordóñez y Guillermo de la 
	Dehesa, máximos representantes del equipo económico gubernamental, 
	emprendían un viaje a Nueva York para entrevistarse con varios dirigentes de 
	la banca estadounidense. 
	
	 
	
	En el curso de esa gira Miguel Boyer asistió a una 
	cena convocada por el Metropolitan Club neoyorquino durante la cual se 
	dirigió a los presidentes y directores de los principales bancos comerciales 
	estadounidenses para transmitirles, 
	
		
		"el mensaje del Gobierno español, que es 
	un gobierno socialista, pero moderado y pragmático, en la línea de la 
	tradición socialdemócrata y fabiana".
	
	
	Poco después, en junio de 1983, Miguel Boyer se desplazaba de nuevo a los 
	Estados Unidos, pero esta vez como segundo del jefe de la comitiva, el 
	presidente González. En el curso de esa importante gira la delegación 
	española se entrevistó con las más altas instancias políticas y económicas 
	estadounidenses, actuando David Rockefeller como introductor de González en 
	la entidad más representativa del capitalismo norteamericano, la Century Association.
	
	
	 
	
	En aquel viaje se ultimaron, entre otras cosas, los últimos 
	retoques y el visto bueno definitivo del Gran Capital al proyecto económico 
	socialista, todo ello dentro del mejor ambiente, dada la disposición del 
	presidente español, reiteradamente expresada por éste, de, 
	
		
		"fomentar ante 
	todo la inversión del capital extranjero en España como la mejor vía para su 
	desarrollo económico". 
	
	
	También fue sometido a un último examen el plan 
	cuatrienal de Boyer, cuyo elemento básico, la reconversión industrial, 
	respondía a los designios de la CEE y, en última instancia, a los esquemas 
	económicos trazados por la Comisión Trilateral. En virtud de tales 
	directrices, España entraba en la calificación de nación semiperiférica, lo 
	que suponía el desmantelamiento de su industria pesada y la consideración de 
	apta únicamente para el desarrollo de industrias auxiliares y subsidiarias 
	de las grandes multinacionales.
	
	Tras aquella visita crucial, de la que el órgano oficial del PSOE no se dio 
	por enterado, resulta perfectamente lógico que otros viajes más discretos 
	pasasen desapercibidos. Así, en septiembre de 1983, Fernado Morán acudía a 
	la sede del CFR para contrastar con ese organismo la política exterior del 
	Gobierno socialista, viaje que repetiría exactamente un año después. 
	
	 
	
	Durante 
	los años sucesivos habrían de prodigarse las visitas al CFR y a otros foros 
	mundialistas de los dos principales asesores de González, Roberto Dorado y 
	Juan Antonio Yáñez, que de esa forma le mantenían al corriente de los 
	últimos designios trazados por los árbitros de la economía y la política 
	internacional.
	
	En marzo de 1987 David Rockefeller giraba una nueva visita a España, en el 
	curso de la cual se entrevistó con el subgobernador del Banco de España, con 
	el jefe del Estado y con el presidente del Gobierno, sin que nada de ello 
	mereciera la más breve reseña en los medios de comunicación. En noviembre de 
	1988 Felipe González recibía a una delegación de la European Round Table 
	encabezada por Giovanni Agnelli, patrón de la multinacional FIAT y figura de 
	primera fila de la Comisión Trilateral. Y así ininterrumpidamente hasta hoy.
	
	Todo lo reseñado no son más que unos cuantos ejemplos sacados de una 
	casuística muchísimo más amplia y demasiado extensa para ser reproducida en 
	un texto cuyas prioridades son otras. A modo de colofón, bien podría 
	cerrarse este asunto con las andanzas por los mismos circuitos oligárquicos 
	de otra celebridad de la izquierda española, Santiago Carrillo, quien 
	también protagonizó una singular peregrinación a la meca del capitalismo 
	atendiendo los requerimientos de la Universidad de Yale, centro del 
	iluminismo yanqui y feudo de la logia
	
	The Order. 
	
	 
	
	Antes de partir, el 
	camarada Carrillo se reunió a cenar con Antonio Garrigues Walker, principal 
	asociado en España del trust Rockefeller, quien le instruyó acerca del modo 
	en que debía comportarse ante sus distinguidos anfitriones. En su gira 
	americana, el dirigente comunista pronunció una conferencia en Yale, donde 
	adelantó la renuncia del PCE al leninismo, acudiendo a continuación a una 
	cena convocada en su honor por la revista Time, uno de los medios 
	emblemáticos de la plutocracia norteamericana. 
	
	 
	
	En el curso del ágape, 
	Santiago Carrillo realizó una serie de declaraciones que luego serían 
	ampliamente difundidas por Radio Europa Libre y Radio Libertad, dos emisoras 
	controladas por la CIA. 
	
	 
	
	Pero entre los numerosos actos a los que asistió el 
	incalificable personaje, todos ellos organizados por entidades vinculadas a 
	los núcleos oligárquicos norteamericanos, merecen destacarse las entrevistas 
	a puerta cerrada que mantuvo en las dependencias del Institute for 
	International Affairs y en la sede neoyorquina del CFR. 
	
	 
	
	También en esta 
	ocasión el mutismo de los medios fue absoluto.