Las Palabras del Señor Enki

 


Sinopsis de la Decimocuarta Tablilla

Babili, el centro elegido por Marduk, sobrevive a la calamidad Enki lo ve como un augurio de la inevitable supremacía de Marduk
Enlil reflexiona sobre el pasado, el Hado y el Destino Acepta la supremacía de Marduk, se retira a tierras lejanas
Los hermanos se dan una sentimental despedida
Enki ve el Pasado como una guía para predecir el Futuro
Decide tomar nota de todo para la posteridad
Colofón del escriba Endubsar
Representación babilónica de un resplandeciente Marduk


 

LA DECIMOCUARTA TABLILLA

Babili, donde Marduk había declarado la supremacía, se libró del Viento Maligno.
Todas las tierras al sur de Babili fueron devoradas por el Viento Maligno, también alcanzó al corazón de la Segunda Región.


Cuando con posterioridad a la Gran Calamidad, Enlil y Enki se encontraron para estudiar el desastre,
Enki le hizo considerar a Enlil el libramiento de Babili como un augurio divino.
¡El libramiento de Babili confirma que Marduk ha sido destinado para la supremacía! Así le dijo Enki a Enlil.
¡Debe haber sido la voluntad del Creador de Todo!, dijo Enlil a Enki. Entonces, Enlil le reveló la visión-sueño y la profecía de Galzu.


Si eras conocedor de eso, ¿por qué no impediste el uso de las Armas de Terror?, le preguntó Enki.
¡Hermano mío!, dijo Enlil a Enki con una voz apesadumbrada. Era evidente el motivo.
Tras tu llegada a la Tierra, cada vez que la misión se veía obstaculizada, encontrábamos una forma de eludir el obstáculo; de ahí, la creación de los Terrestres, la gran solución,
fue también una fuente de miles de giros y vueltas no deseados.
Cuando llegaste a comprender los ciclos celestes y asignaste constelaciones,
¿quién hubiera previsto en ellas las manos del Destino?
¿Quién habría podido distinguir entre los hados que elegimos y el inquebrantable destino?
¿Quién proclamaba falsos augurios y quién podía pronunciar profecías verdaderas'?


De ahí que decidiera guardar para mí mismo las palabras de Galzu. ¿Era de verdad el emisario del Creador de Todo, o era una alucinación mía? ¡Lo que tenga que suceder, suceda!, me dije a mí mismo. Enki escuchaba las palabras de su hermano, mientras afirmaba con la cabeza arriba y abajo. La Primera Región está desolada, la Segunda Región está sumida en la
confusión, la Tercera Región está herida,
el Lugar de los Carros Celestiales ya no existe; ¡eso es lo que ha sucedido!, dijo Enki a Enlil. ¡Si era ésa la voluntad del Creador de Todo, eso es lo que ha quedado de
nuestra Misión en la Tierra! ¡Las semillas se sembraron con las ambiciones de Marduk, lo que salga de
ello será para que lo coseche él!


Así le dijo Enlil a su hermano Enki, entonces aceptó el triunfo de Marduk. ¡Que el rango de cincuenta, que tenía pensado para Ninurta, le sea dado en
su lugar a Marduk!


¡Que Marduk declare su supremacía sobre la desolación en las Regiones! En cuanto a mí y a Ninurta, no nos vamos a interponer más en su camino. ¡Partiremos hacia las Tierras de Más Allá de los Océanos, por lo que vinimos, llevaremos a término la misión de obtener oro para Nibiru! Así le dijo Enlil a Enki; había abatimiento en sus palabras. ¿Habrían sido diferentes las cosas si no se hubieran usado las Armas de
Terror?, cuestionó Enki a su hermano.


¿Y si no hubiéramos escuchado las palabras de Galzu para que no volviéramos a Nibiru?, replicó Enlil.
¿Y si hubiéramos detenido la Misión Tierra cuando los Anunnaki se amotinaron? Yo hice lo que hice. Tú hiciste lo que hiciste. ¡No se puede desandar el
pasado!


¿Acaso no hay en eso también una lección?, preguntó Enki para ambos.
¿Acaso lo que ha ocurrido en la Tierra no es un reflejo de lo que tuvo lugar en Nibiru?
¿Acaso no está escrito en el Pasado el esbozo del Futuro?
¿Repetirá la Humanidad, creada a nuestra imagen, nuestros logros y fracasos?
Enlil guardó silencio. Cuando se puso en pie para marcharse, Enki le tendió el brazo.
¡Estrechemos los brazos como hermanos, como camaradas que, juntos, se enfrentaron a muchos desafíos en un planeta extraño!


Así le dijo Enki a su hermano.
Y Enlil, asiendo el brazo de su hermano, lo abrazó también.
¿Nos volveremos a encontrar en la Tierra o en Nibiru?, preguntó Enki.
¿Estaría en lo cierto Galzu de que moriríamos si volvíamos a Nibiru?, respondió Enlil. Luego, se volvió y se fue.


Enki quedó solo; acompañado tan sólo por los pensamientos de su corazón.
Se sentó y reflexionó sobre cómo había comenzado todo y cómo había terminado.
¿Estaba todo destinado, o fue el hado forjado por esta o aquella decisión? Si Cielo y Tierra estaban regulados por ciclos dentro de ciclos, ¿volverá a ocurrir lo que ha sucedido? ¿Acaso el Pasado es el Futuro? ¿Imitarán los Terrestres a los Anunnaki, revivirá la Tierra lo que vivió Nibiru? ¿El primero en llegar será el último en partir? Asediado por sus pensamientos, Enki tomó una decisión:
De todos los acontecimientos y decisiones, comenzando desde Nibiru hasta este día en la Tierra,
tomar nota, para que fuera una guía para generaciones futuras;
¡Que la posteridad, en el tiempo que designe el destino,
lea el registro, recuerde el Pasado, comprenda el Futuro como profecía,
que el Futuro sea el juez del Pasado!


Estas son las palabras de Enki, Primogénito de Anu de Nibiru.
Decimocuarta tablilla: Las Palabras del señor Enki.
Escritas de boca del gran señor Enki,
ninguna palabra perdida, ninguna palabra añadida,
por el escriba maestro Endubsar, un hombre de Eridú,
hijo de Udbar.


Por el señor Enki, con larga vida he sido bendecido.

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