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			2 - “Y OCURRIÓ”
 
 Es altamente significativo que en esta documentación de Súmer y de 
			la temprana civilización sumeria, la Biblia escogió dar relevancia 
			al incidente de la conexión espacial—aquel conocido como el relato 
			de la ‘Torre de Babel’:
 
				
					
						
						Y ocurrió mientras viajaban desde el orienteque encontraron un plano en la tierra de Shin’ar
 y ahí se establecieron.
 Y se dijeron unos a otros:
 “Vengan, hagamos ladrillos y los cocemos por fuego.”
 Y los ladrillos servirán como piedras,
 y el betún servirá como mortero.
 Y ellos dijeron: Vengan, construyámonos una ciudad
 Y una torre cuya cabeza alcance al cielo.”
 Génesis 11: 2–4
 
			Así es como la Biblia grabó el intento más audaz—¡Por Marduk!—por 
			imponer su supremacía al establecer su propia ciudad en el corazón 
			de los dominios enlilitas y, más aun, para construir ahí su propia 
			instalación espacial con su propia torre de lanzamiento. El sitio es 
			llamado en la Biblia Babel, Babilonia en español. 
			Este relato bíblico es notable en varios aspectos. Documenta, antes 
			que nada, la instalación humana en el valle Tigris-Éufrates después 
			del Diluvio, luego que el suelo se había secado lo suficiente para 
			permitir el re-asentamiento.
 
			Menciona correctamente la nueva tierra Shin’ar, el nombre hebreo 
			para Súmer. Contribuye con la importante clave desde donde—de las 
			regiones montañesas hacia el oriente—los asentados habían venido. 
			Reconoce que fue ahí donde comenzó la primera civilización urbana—la 
			edificación de ciudades. Señala correctamente (y explica) que en esa 
			tierra, donde el suelo consistía de capas de fango seco y no hay 
			roca nativa, la gente empleaba ladrillos de barro para construir y 
			que por endurecer los ladrillos al horno podían ser empleados en vez 
			de la piedra.
 
			  
			También habla del uso del betún como mortero en la 
			construcción—una asombrosa cantidad de información, ya que el betún, 
			un producto natural del petróleo, escapaba del suelo en la zona sur 
			de Mesopotamia pero era totalmente ausente de la Tierra de Israel.  
			
			Los autores de este capítulo de Génesis estaban bien informados en 
			lo que se refiere a los orígenes y las innovaciones clave de la 
			civilización sumeria; también reconocieron la significancia del 
			incidente de la Torre de Babel.
 
			  
			Como en los relatos de la creación 
			de Adán y del Diluvio, mezclaron varias deidades sumerias en el 
			plural ‘Elohim’ o dentro de un omni-abarcante y supremo  
			
			Yahweh, pero 
			dejan en el cuento el hecho que le tocó a un grupo de deidades 
			decir: 
				
				“descendamos y pongamos fin a esta insolencia 
				 
				(Génesis 11:7). 
			Los documentos sumerios y más tarde los babilonios dan testimonio de 
			la veracidad del relato bíblico y contienen muchos más detalles, 
			enlazando el incidente con las ya tensas relaciones entre los dioses 
			que causaron el estallido de las dos ‘Guerras de las Pirámides’ 
			después del Diluvio. Los arreglos para la ‘Paz en la Tierra’, cerca 
			del 8.650 a.C. dejó al antiguo Edin en manos enlilitas. Eso conforme 
			a las decisiones de Anu, Enlil, e incluso Enki—pero jamás fue 
			aceptado por Marduk/Ra.  
			  
			Y fue tanto así que cuando las Ciudades del 
			Hombre comenzaron a ser ubicadas en el antiguo Edin de los dioses, 
			Marduk sacó a juicio el asunto,  
				
				¿Qué hay conmigo? 
			Aunque Súmer era el corazón de los territorios enlilitas y sus 
			ciudades eran ‘centros de culto’ enlilita, hubo una excepción: al 
			sur de Súmer, al borde de la marisma, estaba Eridu; fue reconstruida 
			después del Diluvio en el exacto sitio donde estuvo el original 
			asentamiento de Ea/Enki en la Tierra. Fue insistencia de Anu, cuando 
			la Tierra fue dividida entre los clanes anunnakis rivales, que Enki 
			retuviera a perpetuidad Eridu como propia. Cerca de 3460 a.C. Marduk 
			decidió que él podía extender el privilegio de su padre al tener 
			también su propio punto de apoyo en el corazón de la tierra 
			enlilita. 
			Los textos disponibles no proveen la razón por qué Marduk escogió 
			ese específico sitio en los bancos del Éufrates para su nuevo 
			cuartel general, pero su ubicación provee una clave: estaba situada 
			entre la reconstruida Nippur (el Centro de Control de la Misión) y 
			la reconstruida Sippar (el puerto espacial pre-Diluvio de los 
			anunnakis), de modo que lo que Marduk tenía en mente pudo haber sido 
			una instalación que sirviera ambos propósitos.
 
			  
			Un mapa posterior de 
			Babilonia, dibujado en una tableta de arcilla (Fig. 10) lo 
			representa como el ‘Ombligo del Mundo.’—cercana al título-función 
			original de Nippur. El nombre que Marduk le dio al lugar, Bab-Ili en 
			acadio significa ‘Portal de los dioses’—un sitio desde el cual los 
			dioses pudieran ascender y descender, donde la apropiada instalación 
			iba a ser una ‘torre cuya cúspide pueda alcanzar los cielos’— !una 
			torre de lanzamiento¡ 
			 
			Figura 10 
			  
			Como en el relato bíblico, se halla contado en paralelo (y antes) en 
			versiones mesopotámicas que este astuto intento por establecer una 
			instalación espacial se desplomó por completo. Aunque fragmentados, 
			los textos mesopotámicos (primero traducidos por George Smith en 
			1876) dejan claro que los actos de Marduk enfurecieron a Enlil, 
			quién “en su ira decretó” un ataque nocturno para destruir la torre. 
			La documentación egipcia reporta que un período caótico que duró 350 
			años precedió el inicio del reinado faraónico en Egipto, cerca del 
			3110 a.C. Es el marco de tiempo que nos conduce a fechar el 
			incidente de la Torre de Babel cerca del 3460 a.C., para el fin del 
			caótico período que marcó el retorno de Marduk/Ra a Egipto, la 
			expulsión de Thot, y el inicio del culto a Ra.
 
 
 Esta vez frustrado, Marduk nunca desistió de sus empeños por dominar 
			las instalaciones espaciales oficiales que servían como el “Enlace 
			Cielo-Tierra”, el puente entre Nibiru y la Tierra—o disponer de su 
			propia instalación. Dado que, al final, Marduk alcanzó sus objetivos 
			en Babilonia, la pregunta interesante es: ¿Por qué falló en 3460 
			a.C.?
 
			  
			La igualmente interesante respuesta es: Fue una cuestión de 
			oportunidad. 
			Un texto muy conocido describe una conversación entre Marduk y su 
			padre, Enki, en la cual un descorazonado Marduk pregunta a su papá 
			en qué había fallado por aprender. En donde se equivocó fue en tomar 
			en cuenta el hecho que en esa época—el Tiempo Celeste—era la Era de 
			Tauro, la Era de Enlil...
 
			Entre las miles de tablillas inscritas desenterradas del antiguo 
			Cercano Oriente, una buena cantidad proveyó información relacionada 
			con los meses asociados con una deidad particular. En un complejo 
			calendario iniciado en Nippur en 3760 a.C., el primer mes, Nissanu, 
			era el EZEN (tiempo festivo) para Anu y Enlil (en un año bisiesto 
			con trece meses lunares, el honor se dividía entre ambos).
 
			La lista de ‘honores’ cambió a medida que pasó el tiempo, igual que 
			la composición de los miembros del supremo Panteón de Doce. Las 
			asociaciones mensuales también cambiaban localmente, no sólo en 
			varias tierras sino a veces en reconocimiento del dios local. 
			Sabemos, por ejemplo, que el planeta que llamamos Venus fue 
			inicialmente asociado con Ninmah y más tarde con Inanna/Ishtar.
 
			Aunque tales cambios dificultan la identificación de quién estaba 
			ligado celestialmente a qué, algunas asociaciones zodiacales pueden 
			inferirse con facilidad a partir de escritos o dibujos.
 
				
					
					
					Enki 
			(llamado primero E.A., “Aquel cuyo hogar es el agua”) estaba 
			claramente asociado con el ‘Portador de Agua’ “Acuario” (Fig. 11), e 
			inicialmente aunque no permanente también con los Peces, Piscis.
					
					La constelación que fue llamada Los Gemelos, ‘Gemini’, sin duda fue 
			nombrada en honor de los únicos mellizos divinos nacidos en la 
			Tierra—los hijos de Nannar/Sin, Utu/Shamash e Inanna/Ishtar. 
					
					
					La 
			femenina constelación de ‘Virgo’ (la ‘Soltera’ más que el inexacto 
			‘Virgen’) que, como el planeta Venus, fue probablemente nombrada 
			primero en honor a Ninmah, fue renombrada AB.SIN, ‘Cuyo padre es 
			Sin’, lo que sólo podría ser correcto pata Inanna/Ishtar. 
					
					
					El Arquero 
			o Defensor, ‘Sagitario’, hizo juego con los numerosos textos e 
			himnos ensalzando a Ninurta como el Arquero Divino, guerrero y 
			defensor de su padre.
					
					Sippar, la ciudad de Utu/Shamash, que después 
			del Diluvio no fue más el puerto espacial, era considerada en los 
			tiempos sumerios como el centro de la Ley y la Justicia, y el dios 
			era considerado (incluso por los últimos babilonios) como el Jefe de 
			Justicia del reino; es cierto que la Balanza de la Justicia 
			representó su constelación. 
			Y estaban los sobrenombres comparativos de fuerza, destrezas, o 
			características de un dios con un animal agarrado en 
			sobrecogimiento; Enlil, como lo reiteran texto tras texto, era el 
			Toro. Fue representado en sellos cilíndricos, en tablillas 
			relacionadas con astronomía, y en el arte.  
			 
			Figura 11
 
			Entre los más bellos 
			algunos son objetos descubiertos en las Tumbas Reales de Ur donde 
			había cabezas de toro esculpidas en bronce, plata, y oro, adornadas 
			con piedras semipreciosas. Sin duda, la constelación del 
			Toro—Tauro—honró y simbolizaba a Enlil. Su nombre, GUD.ANNA, 
			significa ‘El Toro del Cielo,’ y los textos que tratan de un ‘Toro 
			del Cielo’ real vincularon a Enlil y su constelación a uno de los 
			más únicos sitios en la Tierra. 
			Era un lugar llamado El Sitio de Aterrizaje—y hay ahí una de las más 
			asombrosas estructuras en la Tierra, incluyendo una torre de piedra 
			que llega al cielo, aun de pie.
 
			Muchos textos de la antigüedad, incluyendo la Biblia Hebrea, 
			describen o se refieren al elevado y gran bosque único de cedros en 
			Líbano. En los tiempos antiguos se extendía por millas, rodeando un 
			sitio especial—una vasta plataforma de piedra construida por los 
			dioses como su primer sitio terrestre enlazado con el espacio, antes 
			que sus centros y el verdadero puerto espacial fueran establecidos.
 
			  
			Era, atestiguan los textos sumerios, la única estructura que 
			sobrevivió al Diluvio, y pudo entonces servir después del Diluvio 
			como una base de operaciones para los anunnakis; desde donde 
			revivieron las devastadas tierras con cultivos y animales 
			domesticados. El lugar, llamado ‘Sitio de Aterrizaje’, en la Epopeya 
			de Gilgamesh, era el destino del rey en su búsqueda de la 
			inmortalidad; sabemos por el relato épico que era ahí, en el sagrado 
			bosque de cedros, que Enlil guardaba el GUD.ANNA—el ‘Toro del 
			Cielo,’ el símbolo de la Era de Tauro de Enlil. 
			Y lo que sucedió entonces en el bosque sagrado tuvo relación con el 
			curso de los asuntos de dioses y hombres.
 
			El viaje al 
			Boque de Cedros y su Sitio de Aterrizaje, aprendemos del 
			cuento épico, comenzaba en Uruk, la ciudad que Anu otorgó como 
			regalo a su bisnieta Inanna/Ishtar (un nombre que significa ‘Amada 
			por Anu’). Su rey, a comienzos del tercer milenio a.C., era 
			Gilgamesh (Fig. 12).
 
			  
			No era un hombre ordinario, porque su madre era 
			la diosa Ninsun, miembro de la familia de Enlil.  
			 
			Figura 12 
			  
			Esto hacía a 
			Gilgamesh no un mero ‘medio-dios’, sino uno que era ‘dos tercios 
			–divino.’ Cuando creció y comenzó a contemplar los asuntos de la 
			vida y la muerte, se le ocurrió que ser dos-tercios divino debía 
			hacer una diferencia; ¿por qué debería ser como un mortal 
			ordinario?, preguntó a su madre.  
			 Ella estuvo de acuerdo, pero le explicó que la apariencia inmortal 
			de los dioses era en realidad una longevidad debida al largo período 
			orbital de su planeta.
 Para lograr tal longevidad él tenía que unirse a los dioses en 
			Nibiru; y para hacer eso, él debía acudir al sitio donde las naves 
			cohete ascendían y descendían.
 
 
			Aunque advertido de los peligros del viaje,  
			
			Gilgamesh
			estaba 
			determinado a ir. Si fallo, decía, al menos seré recordado como 
			alguien que trató. Por insistencia de su mamá, un doble artificial, Enkidu (ENKI.DU significa ‘Hecho por Enki’), tenía que ser su 
			compañero y guardián. Sus aventuras, relatadas una y otra vez en las 
			12 tablillas y sus muchas interpretaciones antiguas, pueden ser 
			seguidas en nuestro libro ‘Escalera al Cielo.’   
			  
			Hubo, en efecto, no 
			uno sino dos viajes (Fig. 13):  
				
			 
			 
			Figura 13 
			  
			En el primer viaje hacia 2860 a.C.—al 
			Bosque de Cedros del Líbano—el 
			dúo fue asistido por el dios Shamash, abuelo de Gilgamesh, y la 
			marcha fue relativamente rápida y tranquila. Cuando llegaron al 
			bosque fueron testigos durante la noche del lanzamiento de una nave 
			cohete.  
			  
			Así es como lo describe Gilgamesh: 
				
					
						
						¡La visión que tuve fue del todo asombrosa!Chillaron los cielos, tronó la tierra.
 Aunque el día estaba amaneciendo, vino la oscuridad.
 Estallido de relámpago, un incendio brota.
 Las nubes se hinchan, ¡¡ llovió muerte ¡!
 Entonces el brillo se desvaneció, el fuego se extinguió.
 Y todo lo caído se volvió cenizas.
 
			 
			Figure 14 
			  
			Impresionados pero inmutables, al día siguiente Gilgamesh y Enkidu 
			descubrieron la entrada secreta que era empleada por los anunnakis, 
			pero apenas entraron, fueron atacados por un guardián automático 
			armado con rayos mortales y un fuego rotatorio. Se las arreglaron 
			para destruir al monstruo, y se relajaron en un arroyo pensando que 
			su camino ya estaba despejado. 
			Pero cuando se aventuraron más profundo en el Bosque de Cedros, 
			apareció un nuevo desafío: el Toro del Cielo.
 
 Infortunadamente, la sexta tablilla de la epopeya está demasiado 
			dañada para que las líneas describan la creatura y la batalla de 
			forma completamente asequible. Las porciones legibles dejan en claro 
			que los dos camaradas corrieron por sus vidas, perseguidos por el 
			Toro del Cielo todo el viaje de regreso a Uruk, allí donde Enkidu se 
			las ingenió para darle muerte.
 
 El texto se hace legible cuando el jactancioso Gilgamesh, quién 
			cortó el cuerno al toro, “llamó a los artesanos y los armeros” de 
			Uruk para admirar el cuerno del toro. El texto sugiere que eran 
			artificiales—“cada uno está formado por treinta piezas de 
			lapislázuli, la cubierta tiene dos dedos de espesor.
 
			Hasta que otra tablilla con caracteres legibles sea descubierta, no 
			sabremos de seguro si el símbolo celeste de Enlil en el bosque de 
			cedros era un toro viviente especialmente seleccionado, decorado y 
			embellecido con oro y piedras preciosas, o una creatura robótica, un 
			monstruo artificial.
 
			  
			Lo que ciertamente sabemos es que sobre su 
			muerte,  
				
				“Ishtar, en su morada, lloró” todo el camino hasta Anu en 
			los cielos.  
			El asunto fue tan serio que Anu, Enlil, Enki y Shamash 
			formaron un consejo divino para juzgar a los camaradas (sólo Enkidu 
			terminó siendo castigado) y considerar las consecuencias del 
			fallecimiento... 
			La ambiciosa Inanna/Ishtar tenía razón en sus aullidos: la 
			invencibilidad de la Era de Enlil había sido perforada, y la Era 
			misma fue simbólicamente acortada por el desmembramiento del cuerno 
			del toro.
 
			  
			Sabemos por fuentes egipcias, que incluyen descripciones 
			pictóricas en papiros astronómicos (Fig. 15), que el simbolismo del 
			asesinato trascendió más allá de Marduk: fue tomado para significar 
			que en los cielos, también, se había recortado la Era de Enlil. 
			 
			Figura 15 
			  
			El intento de Marduk para fundar una instalación espacial 
			alternativa no fue tomado a la ligera por los enlilitas; la 
			evidencia sugiere que Enlil y Ninurta estuvieron preocupados con la 
			fundación de sus propias instalaciones espaciales alternativas al 
			otro lado de la Tierra, en las Américas, cerca de las fuentes de oro 
			post-Diluvio.  
			  
			Esta ausencia, sumada al incidente del Toro del Cielo, 
			marcó el inicio de un período de inestabilidad y confusión en sus 
			centros mesopotámicos, sometidos a incursiones desde las tierras 
			vecinas.  
			  
			El pueblo de los Gutianos, luego los Elamitas vinieron del 
			oriente, gente de lengua semítica vino desde el poniente. Pero 
			mientras los orientales rendían culto a las mismas deidades 
			enlilitas que los sumerios, los ‘Amurru’ (“Occidentales”) eran 
			diferentes. A lo largo de las costas del ‘Mar Superior’ (el 
			Mediterráneo), en las tierras de los cananeos, la gente era 
			inclinada hacia los dioses egipcios de Enki. Ahí yacen las 
			semillas—quizá hasta el presente—de las Guerras Santas emprendidas 
			‘En Nombre de Dios’, excepto que diferentes pueblos tenían 
			diferentes dioses nacionales… 
			Fue Inanna quién tuvo una brillante idea; que puede ser descrita 
			como “si no puedes contra ellos, invítalos a unirse.” Un día, 
			mientras navegaba los cielos en su Cámara Celeste—sucedió alrededor 
			de 2360 a.C.—aterrizó en un jardín vecino a un hombre durmiendo que 
			le había despertado las ganas. Quería sexo, quería al hombre.
 
			  
			Él era 
			un occidental, que hablaba una lengua semítica. Como él mismo 
			escribió después en sus memorias, no sabía quién era su padre, pero 
			sabía que su madre era una Entu, una sacerdotisa divina, que lo puso 
			en una canasta que fue arrastrada por el flujo del río hasta un 
			jardín al cuidado de Akki el Regador, quién lo hizo crecer como un 
			hijo. 
			La posibilidad que el fuerte y buen-mozo hombre pudiera ser un hijo 
			descastado de algún dios fue suficiente para que Inanna recomendara 
			a los otros dioses que el siguiente rey de esas tierras fuera este 
			Amurru. Cuando estuvieron de acuerdo ella le otorgó el 
			nombre-epíteto Sharru-kin, el viejo y querido título de los reyes 
			sumerios.
 
			  
			Al no provenir de algún linaje antiguo real y reconocido 
			de sumeria, estaba impedido de ascender al trono en cualquiera de 
			las viejas capitales, y se fundó entonces una nueva ciudad que 
			sirviera como capital. Fue llamada ‘Aggade’—“Ciudad Unión”—Nuestros 
			libros de texto llaman ‘Sargón de Akkad a este rey, y a su lengua 
			‘acadio’. Su reinado, que añadió provincias al norte y al noroeste 
			al antiguo Súmer, fue llamado Súmer y Akkad. 
			Sargón perdió poco tiempo en realizar la tarea para la cual fue 
			escogido—poner a las ‘tierras rebeldes’ bajo control.
 
			Himnos a Inanna—de ahí en adelante conocida por el nombre acadio 
			Ishtar—contienen lo que decía ella a Sargón: que sería recordado 
			‘por la destrucción de la tierra rebelde, la masacre de su gente, 
			haciendo que sus ríos fluyan con sangre.’
 
			  
			Las expediciones militares 
			de Sargón fueron escritas y glorificadas en sus propios anales 
			reales; sus logros fueron sintetizados así en las Crónicas de 
			Sargón: Sharru-kin, rey de Akkad.  
				
					
						
						Afloró al poder en la época de Ishtar.No dejó ningún rival ni oponente.
 Él esparció su sobrecogimiento que inspira terror en todas las 
			tierras.
 Cruzó el mar en el oriente.
 Conquistó el país del poniente
 en toda su extensión.
 
			El alarde implica que el sitio sagrado relacionado al espacio, el 
			‘Sitio de Aterrizaje’ en lo profundo del ‘país del oeste’, había 
			sido capturado y sujeto en nombre de Inanna/Ishtar—aunque no sin 
			oposición. 
			Incluso textos escritos para glorificar a Sargón dicen que “cuando 
			viejo todas las provincias se revolvieron contra él.”
 
			  
			Anales que 
			documentan los hechos desde el punto de vista de Marduk, revelan que 
			Marduk encabezó una agotadora contraofensiva: 
				
					
						
						En cuenta del sacrilegio cometido por Sargón,el gran dios Marduk se puso enfurecido…
 Desde oriente a poniente él distanció a la gente de Sargón,
 y lo castigó con una aflicción de permanecer
 sin descanso.
 
			El territorio de Sargón incluía, es necesario apuntarlo, sólo uno de 
			los cuatro sitios ‘espaciales’ post-Diluvio—sólo el Sitio de 
			aterrizaje en el bosque de Cedros (ver Fig. 3). Sargón fue 
			rápidamente sucedido por hijos en el trono de Súmer y Acadia, pero 
			su verdadero sucesor en espíritu y letra fue un nieto llamado 
			Naram-Sin. El nombre significa ‘Favorito de Sin’, pero los anales e 
			inscripciones concernientes a su reino y campañas militares muestran 
			que él fue de hecho un favorito de Ishtar. 
			Textos y representaciones dicen que Ishtar animó al rey a buscar 
			grandiosidad y grandeza mediante incesantes conquistas y la 
			destrucción de los enemigos de ella, asistiéndolo de forma activa en 
			los campos de batalla.
 
			Representaciones de ella, que acostumbraban a mostrarla como una 
			atractiva diosa del amor, ahora la mostraron como una diosa 
			guerrera, atestada de armas (Fig. 16).
 
			 
			Figura 16 
			  
			No fue una guerra sin un plan—uno para frenar las ambiciones de 
			Marduk mediante la captura de todas las instalaciones espaciales en 
			nombre de Inanna/Ishtar. Las listas de ciudades capturadas o 
			subyugadas por Naram-Sin indican que no sólo llegó hasta el Mar 
			Mediterráneo—asumiendo el control del Sitio de Aterrizaje—sino 
			también viró hacia el sur para invadir Egipto.  
			  
			Tal incursión en los 
			territorios de Enki fue algo inaudito, y pudo tener lugar, como 
			revela un cuidadoso examen de los documentos, porque Inanna/Ishtar 
			había formado una poco honrosa alianza con Nergal, el hermano de 
			Marduk casado con una hermana de Inanna. La ofensiva contra Egipto 
			requirió además penetrar y cruzar la Sagrada Región neutral en la 
			Península de Sinaí, donde se hallaba el puerto espacial—otra 
			rajadura al viejo Tratado de Paz. Jactancioso, Naram-Sin se 
			auto-confirió el título de ‘Rey de las cuatro regiones’… 
			Podemos escuchar las protestas de Enki. Es posible leer textos que 
			registran las advertencias de Marduk. Era tanto que incluso el líder 
			de los enlilitas no pudo dejarlo pasar. Un extenso escrito conocido 
			como ‘La Maldición de Acadia’, que relata la historia de la dinastía acadiana, afirma claramente que su fin llegó ‘luego del ceño 
			fruncido en la frente de Enlil.’
 
			  
			Y así la ‘palabra de Ekur—la 
			decisión de Enlil en su templo de Nippur—fue ponerle fin:  
				
				“La 
			palabra del Ekur se enfocó en Acadia” para ser destruida y borrada 
			de la faz de la Tierra.  
			El fin de Naram-Sin llegó cerca del 2260 
			a.C.; textos de esa época reportan tropas del territorio oriental, 
			llamados Gutium, leales a Ninurta, que fueron el instrumento de la 
			ira divina; Acadia jamás fue reconstruida, nunca reinstalada; esa 
			ciudad real, de verdad, nunca ha sido hallada. 
			La saga de Gilgamesh al comienzo del tercer milenio a.C. y las 
			incursiones militares de los reyes acadios cerca de fin del milenio, 
			proveen un claro trasfondo de los eventos del milenio: los blancos 
			fueron las instalaciones espaciales—para Gilgamesh alcanzar la 
			longevidad de los dioses, para los reyes una deuda hacia Ishtar para 
			obtener supremacía.
 
			Sin duda, fue el intento de Marduk con la Torre de Babel lo que puso 
			el control de los sitios espaciales al centro de los asuntos de 
			dioses y hombres; y como veremos, esa localidad dominó mucho (si no 
			casi todo) de lo que vino después.
 
			La fase acadiana de la Guerra y la Paz en la Tierra no ocurrió sin 
			aspectos celestiales o ‘mesiánicos.’
 
			En sus crónicas, los títulos de Sargón siguieron la costumbre 
			honorífica:
 
				
				“Capataz de Ishtar, rey de Kish, gran ‘Ensi’ de Enlil’, 
			pero además se llamaba a si mismo “sacerdote ungido de Anu.” 
				 
			Fue 
			esta la vez primera que el ser divinamente ungido—que es lo que 
			‘Mesías’ literalmente significa—aparece en las inscripciones 
			antiguas. 
			Marduk, en sus pronunciamientos, advirtió de agitaciones por venir y 
			fenómenos cósmicos:
 
				
					
						
						El día se tornará en oscuridad,el flujo del río será desordenado,
 las tierras serán abandonadas
 la gente buscará perecer.
 
			Mirando hacia atrás, buscando profecías bíblicas similares, queda 
			claro que al inicio del siglo 21 a.C. dioses y hombres esperaban un 
			venidero Tiempo Apocalíptico.
 
			
			
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