por Antonio Vaquero
23 Mayo 2018

del Sitio Web Tendencias21
 

 

 

 

Imagen: Schueler-Design

 



Los conceptos clásicos

para probar la existencia 'Dios'

se tambalean a la luz de la ciencia.

No hay que justificar la fe.

Simplemente hay que respetarla,

pero siempre que no se intente explicar con ella

lo que aún no se entiende.

 




La paradoja de Dios

Ha salido a la calle en autobús. Dios tiene publicidad pagada.

 

¿Necesita Dios publicidad? El creyente responderá que no. Y el no creyente se gasta el dinero en hacer publicidad de Dios. Y el creyente acude al trapo y responde con más publicidad. Parece un contrasentido.

 

En realidad es cómico pero también descorazonador, porque hay que ver en lo que gastamos el tiempo y el dinero. Como si no hubiera cosas más interesantes que hacer.

 

¿Cómo es posible que haya dinero para esas chorradas cuando está la casa sin barrer?

 

Cuando hay que andar por el suelo, miramos al cielo. Así nos va. Parece que el espectáculo público ha remitido. ¿En qué nueva forma volverá?

Pero no hay mal que por bien no venga.

 

Corre tinta abundantemente, creacionista y evolucionista, porque coincide el bicentenario del nacimiento de Darwin. Ciencia y Religión. Evolucionismo, creacionismo, diseño inteligente… y por ahí.

 

Pues aquí va un poco de tinta científica...

La existencia de Dios no es una cuestión del dominio de la Ciencia, por supuesto. Entonces, ¿qué tiene que decir un científico sobre Dios?

En primer lugar la Ciencia estudia el lenguaje; es decir, quiere responder a la pregunta ¿qué quiere decir lo que se dice?, o sea las relaciones entre lenguaje y pensamiento. En particular la Informática trata con lenguajes. Formales, sí; pero la Inteligencia Artificial trata también de responder involucrando el lenguaje natural.

El informático está acostumbrado 'a pensar con lógica'; en particular a descubrir el sentido de lo que se dice. ¿Tiene sentido lo que se dice? Conviene analizar las frases chocantes para sacar su sentido, si es que lo tienen, o para probar que no lo tienen.

Hay muchas afirmaciones, aparentemente con sentido, pero que, después de ser formuladas, se ha visto que no lo tienen.



Por ejemplo en Física quántica, Werner Heisenberg desmanteló una buena cantidad de teorías que violaban su 'principio de incertidumbre'(1927); es decir, los que las expresaban no entendían lo que decían.

 

Él sí fue consciente de que no las entendía y esa desazón fue un acicate para llegar a alcanzar su ley.

 

Moraleja:

Lo que hoy no se entiende, puede que algún día se llegue a explicar.

 

 


El sinsentido de crearse a sí mismo

Con respecto a Dios hay cosas que se dicen y chocan.

 

Por ejemplo, en el Credo católico se dice:

"Jesucristo… hijo único de Dios, engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre…"

La idea monoteísta de un Dios creador, incluida la Trinidad cristiana, pasa por la clave de que Dios no se ha creado a sí mismo.

 

Independientemente de que esa creencia es parte de la fe religiosa, se debe analizar la frase desde la perspectiva del lenguaje y la lógica. La verdad es que suena como un sinsentido.

 

Rondan por la cabeza las paradojas sabidas. Algo tendrán que ver en esto, piensa uno.

Recordemos que la famosa paradoja de Russell (1901) es un esquema:

"El conjunto C de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos, ¿se contiene a sí mismo?"

La respuesta es:

Ni Sí ni No.

En efecto:

Si se contiene a sí mismo, entonces C tendría que estar en el conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos.

 

Pero si está en ese conjunto, entonces no se contiene a sí mismo, puesto que todos los conjuntos que están no se contienen a sí mismos.

 

Luego es falso, puesto que la hipótesis es que se contiene a sí mismo.

Y si NO, entonces C tendría que estar en el conjunto de todos los conjuntos que no se contienen a sí mismos; pero si está, se contiene a sí mismo.

 

Luego también es falso, puesto que la hipótesis es que no se contiene a sí mismo.

Así pues, es rigurosamente falsa tanto la proposición afirmativa como la negativa.

 

Las consecuencias de esta paradoja en la Lógica y en la Matemática han sido trascendentes [Gia2002]. También en la Informática; así el concepto de 'tipo de datos' proviene directamente de eludir esa paradoja.
 

 

 


Paradoja del barbero

Hay muchos ejemplos de este esquema, como la famosa Paradoja del barbero:

El barbero que afeita a todos los hombres que no se afeitan a sí mismos.

Si se sustituye barbero por Dios, afeitar por crear y hombres por cosas, se sacan las mismas consecuencias lógicas.

 

En efecto una particularización de la paradoja de Russell aplicable al caso es la Paradoja de Dios:

Dios ha creado todas las cosas que no se han creado a sí mismas.

Es claro que esa afirmación concuerda con la fe del creyente.

 

Pero de ella se sigue que las afirmaciones 'Dios se ha creado a sí mismo' y 'Dios no se ha creado a sí mismo' son rigurosamente falsas. Las dos...

Si Dios no se ha creado a sí mismo es algo que no se ha creado a sí mismo y, por tanto, como Dios ha creado todas las cosas que no se han creado a sí mismas, entonces se ha creado a sí mismo, en contra de la hipótesis.

Luego la afirmación 'Dios no se ha creado a sí mismo' es rigurosamente falsa.

 

Pero también es falso 'Dios se ha creado a sí mismo', ya que entonces entra como algo creado por él mismo entre las cosas creadas; pero al entrar entre las cosas creadas, éstas no se han autocreado, en contra de la hipótesis.

No es fácil proponer ejemplos de paradojas de Russell.

 

Las que se conocen son bastante traídas por los pelos. ¿Alguien conoce a un hombre que no se afeite nunca? O la de la lista de listas que no hacen referencia a sí mismas, etc.

 

En cambio 'Dios no se ha creado a sí mismo' hace siglos que se viene diciendo y, mucho antes,

'Dios ha creado todo lo que existe'.

Es muy curioso que la paradoja de Dios no se haya formulado antes.

 

Releyendo la famosa discusión, recuperada ahora en la revista electrónica Tendencias de las Religiones, publicada con la Universidad de Comillas, entre Russell y el padre Copleston, SJ, sobre la existencia de Dios (1948), uno se asombra de que no se le ocurriera al propio Russell.

 

Ver sus argumentos en [Rus1981]. Un análisis actual de dicha discusión puede verse en la misma revista.

 

 

 

 

Atajo inadmisible

Pero ¿quiere esto decir que, a pesar de que no tiene sentido la frase 'Dios no se ha creado a sí mismo', éste no existe?

 

No. Sólo quiere decir que expresamos muchas cosas que no tienen sentido, que no entendemos, que chocan con la razón.

 

Para el no creyente Dios es un producto de la mente humana, como parte del lenguaje, un producto social. Para el creyente la existencia de Dios es su fe.

Ahora bien el intento creacionista de 'explicar' desde esa fe lo que no entendemos del mundo, incluyéndonos a nosotros, aunque fuese verdad, no puede ser válido para un científico, creyente o no creyente, que ha de ver en esa 'explicación' un atajo inadmisible.
 
Lo que aún no se entiende hay que intentar entenderlo alcanzando nuevo conocimiento, ¿habrá que decir científico? Valga la redundancia. Sin atajos, sin violar la razón.

 

Desde el 'Eppur si muove' galileano hasta ahora, han pasado más de cuatro siglos en los que la ciencia sigue su camino, siempre preguntándose antes de contestar, siempre volviendo a preguntarse si la contestación no concuerda con lo que se observa del mundo.
 
Los creacionistas, en cambio, parece que lo saben todo de antemano, Bernard Wood 'dixit'. Intentan justificar la fe dando respuesta con ella a preguntas  que no deben ser respondidas desde la fe, sino desde la razón. 

 

El creacionismo no sigue el hilo de los argumentos de la razón:

  1. Dios no se ha creado a sí mismo es falso, por la paradoja de Dios.
     

  2. La referencia del tiempo y el espacio, que son percepciones humanas, no son el momento y el punto en que Dios creó el mundo, como yo le escuché decir en sus clases de Relatividad a D. Julio Palacios (curso 1960-61).

     

    El referente absoluto no tiene cabida en la ciencia; es decir en la cabeza humana.

     

    Las teorías que se han esforzado en mantenerlo no tienen validez, como la teoría de la relatividad de Palacios [Pal60], que no forma grupo.

     

    Tampoco  se mantiene en pie el  llamado 'momento 0'.

¿Quién entiende la frase 'antes de ese instante no había nada'?
 

 

 


Explicar la evolución por la ciencia
 
Por tanto, la evolución se debe intentar explicar por la ciencia.

 

El creacionismo va contra la evolución y hace propaganda de los premios Nobel creacionistas. Entre ellos el químico  Anfinsen, por poner un ejemplo.

 

Citemos una noticia aparecida en el periódico New York Times del día 19 de agosto de 1986:

72 premios Nobel reclaman a la Corte que elimine las leyes creacionistas, en referencia a las pretensiones de Louisiana de enseñar creacionismo en las escuelas.

 

En ese manifiesto los firmantes afirman claramente:

El creacionismo no tiene ningún fundamento dentro de la ciencia legítima.  

Ésta fue la primera vez que un número tan amplio de laureados con el Nobel firmaban un manifiesto de cualquier tipo.

 

Uno de los firmantes fue Christian B. Anfinsen. Por tanto, si Anfinsen es considerado creacionista por webs afines a este movimiento religioso, éste es un error mayúsculo. Una referencia fiable de eminentes científicos creyentes, evolucionistas o creacionistas, es el libro [FR2000].
 
No hay que justificar la fe. Simplemente hay que respetarla, pero siempre que no se intente explicar con ella lo que aún no se entiende.

 

Si no se puede entender ni explicar la fe, no es de recibo que se pretenda entender y explicar desde ella este mundo, o sea el mundo. Se puede ser científico de prestigio, creyente y evolucionista, como Anfinsen.
 
Desde luego, a partir de ahora, se habrá de tomar en cuenta la paradoja de Dios.

 

En efecto, los conceptos 'causa' y  'efecto' en la segunda vía tomista para probar la existencia de Dios, así como los de 'ente contingente' y 'ente necesario' en la tercera, se tambalean al tomarla en consideración.


No hay nada de soberbia en intentar entender el mundo. Es una exigencia humana.

 

Ya se preguntó Platón, y no sería el primero:

¿Qué es esto? ¿qué hago yo aquí?

Muy al contrario, hay que tener mucha humildad y mucha paciencia.
 
En fin mi propósito no es ganar acólitos para el ateísmo, no. Mi propósito es despertar la razón...

 

 

 

 

Referencias