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			3 -
			Las profecías 
			Visiones silenciosas de un futuro olvidado 
			
			 
			Prácticamente todas las tradiciones del mundo que cuentan con siglos 
			de antigüedad nos recuerdan que nuestra época no es un momento 
			ordinario en la historia de la humanidad sobre la Tierra. Los que 
			vivieron antes que nosotros nos legaron sus mensajes proféticos 
			cifrados en sus textos sagrados, tradiciones orales y en los 
			sistemas de cronometría. Sus mensajes, escritos para unas personas 
			de las que sólo podían conocer su existencia en sueños, mantienen 
			vivo el recuerdo de visiones, que en algunos casos preceden a los 
			primeros momentos de nuestra historia escrita.  
			
			  
			
			Con el tiempo, los 
			temas de sus visiones se han incorporado a una gran variedad de 
			tradiciones religiosas y prácticas espirituales. Por dispares que 
			puedan parecer, las huellas de las similitudes en dichas tradiciones 
			nos ofrecen claves para descifrar el sentido que esas palabras 
			sacras tienen hoy para nosotros. Sólo recientemente, con la ayuda de 
			los ordenadores y otras ciencias del siglo XX, se han podido 
			confirmar y autentificar las referencias de las antiguas visiones 
			respecto a un tiempo futuro. 
			
			  
			
			 
			LOS GUARDIANES DEL TIEMPO: LOS MISTERIOSOS MAYAS 
			A medida que nos acercamos a los albores del siglo 
			XXI, uno de los 
			misterios de nuestro pasado, el de los maya, todavía está por resol 
			ver. Casi con la misma rapidez que hicieron su aparición en las 
			remotas áreas de la península del Yucatán, hace aproximadamente 
			1.500 años, estos arquitectos de templos masivos y observatorios 
			celestiales de pronto se esfumaron alrededor del 830. Además de sus 
			inmensas plazas y torres de piedra desperdigadas, nos dejaron pistas 
			de su pasado, y quizá de nuestro futuro, en sus inigualables 
			cálculos del tiempo. 
			
			 
			El calendario de los mayas puede que sea uno de los sistemas más 
			antiguos y sofisticados de medir el tiempo conocidos por la 
			humanidad. Hasta la llegada de nuestros relojes atómicos, basados en 
			la vibración del átomo de cesio, el calendario maya rivalizaba en 
			precisión con cualquier otro sistema de medir el tiempo conocido 
			hasta el siglo XX. Hasta la fecha, los descendientes de los antiguos 
			mayas calculan el tiempo y determinan la fecha correcta mediante un 
			sistema que, según los expertos, «no se ha saltado ni un día en, más 
			de veinticinco siglos». Al reconocer la naturaleza como ciclos 
			recurrentes de acontecimientos, el
			calendario maya refleja que ese' pueblo entiende el tiempo como un 
			sistema de períodos que se entremezclan. 
			
			 
			En el sistema de medición del tiempo maya era esencial un cálculo de 
			260 días denominado 
			
			tzolkin o «calendario sagrado». Común a otras 
			tradiciones mesoamericanas, el tzolkin se crea como una 
			interconexión entre veinte días designados y un cálculo basado en el 
			número trece (es decir, 20 meses de trece días). Los mayas, sin 
			embargo, llevaron su cronometría aún más lejos. Entremezclado con un 
			calendario de 365 días denominado «año vago», progresaban los dos 
			ciclos de tiempo como los engranajes de dos ruedas, hasta que se 
			producía la extraña concurrencia de que un día del calendario 
			sagrado coincidía con el del calendario vago. Eso marcaba el fin de 
			un ciclo de 52 años; ese día, que era muy celebrado, definía un 
			período de tiempo aún más extenso. El «gran ciclo» de los 5.200 años 
			anteriores era medido como 100 ciclos de 52 años. Según estos 
			cálculos y las tradiciones de los propios sacerdotes del calendario 
			maya, nuestro último gran ciclo empieza en los tiempos bíblicos de 
			Moisés, en el 3114 a.C., y termina en el 2012. 
			
			 
			Las visiones mayas sobre nuestro futuro están íntimamente 
			relacionadas con su sistema de medir el tiempo. Los antiguos 
			profetas sugieren que los ciclos del tiempo tienen características 
			únicas que se basan en una «gran ola» que viaja periódicamente por 
			el cosmos. Mientras la ola se riza durante la creación, su 
			movimiento sincroniza la vida y las fuerzas de la naturaleza en 
			ciclos. El final de nuestro ciclo actual se considera especialmente 
			significativo tanto para la Tierra como para la humanidad. 
			
			 
			El doctor 
			
			José Argüelles, reconocido experto en la cosmología maya, 
			sugiere que el actual subciclo de veinte años, que empezó en 1992, 
			marca, 
			
				
				«el surgimiento de tecnologías no materialistas y 
			ecológicamente armónicas... apoyadas por una nueva sociedad mediárquica de información descentralizada ...».2 
				 
			 
			
			Los mayas ancianos 
			de nuestros días creen que el cierre de este gran ciclo milenario 
			tendrá lugar en nuestra generación, en el año 2012, lo cual ya se 
			había predicho hace tres mil años. Ven este momento único como la 
			culminación de un ciclo y el nacimiento de una época de cambios 
			extraordinarios. El doctor Argüelles, al hacer referencia a 
			atributos específicos asignados a los ciclos, evoca las creencias 
			mayas cuando sugiere que, con la convergencia de los ciclos mayas, 
			se cumplirá nuestro propósito de «reunir toda la mente de la 
			Tierra... y sellarla con una armonía de simiente estelar».' 
			
			 
			De modo similar, las tradiciones aztecas del centro de México siguen 
			los grandes períodos de la historia de la Tierra con sus ciclos 
			denominados «soles». Su historia les
			habla de una época del primer Sol, denominada Nahui Ocelotl, cuando 
			nuestro mundo estaba habitado por gigantes que vivían sobre la 
			tierra. Si evocamos las referencias bíblicas a un mundo similar, nos 
			encontramos con que el preniceano
			
			Libro de Enoc describe los días en 
			que, 
			
				
				«las mujeres que concebían sólo parían gigantes, cuya estatura 
			era de 300 codos [unos 150 metros]. Estos devoraban todo lo que 
			producía el trabajo de los hombres hasta que fue imposible 
			alimentarlos ...».4  
			 
			
			Este período concluyó cuando el reino animal 
			conquistó al reino humano. 
			
			 
			El segundo Sol o siguiente gran ciclo, denominado Nahui Ehecatl, 
			tiene lugar cuando los seres humanos empezaron a cultivar y a cruzar 
			las plantas. Este período culminó con un gran viento que barrió la 
			superficie de la Tierra, arrasando todo lo que encontró a su paso. 
			
			 
			Durante el tercer Sol, Nahui Quiauhuitl, los pobladores de la Tierra 
			construyeron grandes templos y ciudades. Se dice que grandes grietas 
			y una «lluvia de fuego» puso fin a este ciclo. En los registros 
			geológicos podemos ver que, de hecho, hubo un tiempo en que partes 
			de la Tierra estuvieron cubiertas de fuego. Se cree que fue debido a 
			la colisión de un objeto, posiblemente un asteroide, hace casi 65 
			millones de años. El final del cuarto Sol, con hielo e inundaciones, 
			también se ha confirmado geológicamente, así como en las tradiciones 
			orales y escritas de todo el mundo. El calendario azteca indica que 
			hoy estamos viviendo los últimos días del quinto Sol. El fin de ese 
			quinto mundo se predice que tendrá lugar en nuestra generación, 
			coincidirá con el último ciclo maya y dará lugar al próximo gran 
			ciclo, el nacimiento del sexto Sol. 
			
			 
			Con el pasado como plantilla, muchas antiguas tradiciones describen 
			los días del cambio como tiempos de tribulaciones y purificación. En 
			esos tiempos se nos invita a que contemplemos los inusuales y, en 
			algunos casos destructivos, despliegues de la naturaleza como una 
			oportunidad para fortalecernos y prepararnos para cambios aún 
			mayores que tendrán lugar en el mundo. Los temas comunes a todas las 
			profecías sobre esta época de la historia incluyen fenómenos 
			climáticos anormales y la pérdida de la costa debido al aumento del 
			nivel del mar, hambrunas, sequías, terremotos, y la destrucción de 
			las infraestructuras en todo el mundo. 
			
			 
			Los profetas del siglo XX, como Edgar Cayce, han previsto cambios 
			masivos en nuestro planeta, que se supone que reestructurarán la 
			geografía de Norteamérica desde finales de los noventa hasta el 
			siglo XXI. Esto incluye visiones de un gran mar interior, que
			conectará el Golfo de México con los Grandes Lagos, y la inmersión 
			de gran parte de las costas orientales y occidentales. Las 
			descripciones gráficas que se han hecho de nuestro futuro, a veces 
			de cientos o de miles de años de antigüedad, han establecido un 
			nuevo criterio para las posibilidades de la tecnología interior y 
			
			la 
			profecía.  
			
			  
			
			¿Cómo pudieron nuestros antepasados haber vislumbrado lo 
			que todavía ha de suceder en nuestro tiempo? Quizá lo que es aún más 
			importante: ¿hasta qué punto son exactas sus visiones sobre nuestro 
			futuro? 
			
			  
			
			 
			VISIÓN REMOTA: PROFETAS DEL SIGLO XX 
			La palabra profeta invoca imágenes de antiguos videntes envueltos en 
			hábitos con capucha, que soñaban despiertos con una época que 
			todavía había de llegar. Sin embargo, la ciencia de la profecía se 
			ha conservado hasta nuestros días como una respetable profesión 
			envuelta en el misterio de un nuevo nombre. 
			
			 
			Según una investigación realizada en el prestigioso 
			
			Stanford 
			Research Institute (SRI) a principios de los setenta,' la facultad 
			de ver acontecimientos lejanos ha pasado a denominarse visión 
			remota. Aunque las características de la visión remota pueden variar 
			entre las personas, el procedimiento general es similar para todas. 
			Con frecuencia empieza con un suave estado de relajación con los 
			ojos cerrados; el receptor trabaja con impresiones sensoriales 
			respecto a acontecimientos que puedan estar sucediendo en cualquier 
			lugar de nuestro planeta, en la habitación contigua o en un puesto 
			fronterizo de un desierto que se encuentre en la otra punta del 
			mundo.  
			
			  
			
			El vidente, adiestrado para distinguir los múltiples tipos de 
			sensaciones, asigna identificadores a la experiencia y va refinando 
			las impresiones hasta grados cada vez más detallados. Sonidos, 
			olores, sabores y sensaciones, así como imágenes, pueden presentarse 
			en este viaje. El entrenamiento para enseñar a los videntes remotos 
			a aceptar y grabar esas impresiones con imparcialidad constituye la 
			habilidad que los diferencia de los soñadores fortuitos. Con las 
			ventajas obvias que esta técnica ofrece a los servicios secretos y 
			de inteligencia, estas facultades suponen todo un nuevo campo de 
			recopilación de información con menos riesgos. 
			
			 
			La visión remota desempeña ahora un papel viable en la seguridad y 
			la defensa de las naciones en el mundo libre. En 1991, por ejemplo, 
			a los videntes remotos que trabajaban bajo los auspicios de la 
			Science Applications International Corporation (SAIC) se pidió que 
			redujeran el área de búsqueda para un tipo específico d misil en el 
			oeste de Irak.6  
			
			  
			
			Confinar la búsqueda a regiones 
			específicas del desierto iraquí tenía el potencial de
			ahorrar tiempo, combustible, dinero y salvar vidas. La visión 
			remota, o la habilidad de una persona de proyectar la conciencia de 
			un lugar a otro, se ha convertido en un tema de estudio riguroso. 
			Irónicamente, sólo ha sido ahora, en los últimos años del segundo 
			milenio, cuando la ciencia moderna ha confirmado los principios de 
			esta tecnología interna, que ya conocían los profetas de hace 2.500 
			años. 
			
			 
			Para muchas personas, su primer contacto con la ciencia de videncia 
			a distancia de acontecimientos en tiempo real, ha sido través de los 
			invitados de los programas de radio nocturnos. Para de la llegada 
			del siguiente milenio, una serie de expertos en e campo de la 
			futurología y las visiones remotas han reivindicad haberse adentrado 
			en el mundo de una Tierra postmilenio, aun que, a veces, con 
			resultados inquietantes, lo cual no es de extrañar, Al igual que 
			otras descripciones de profecías para el milenio, lo viajes remotos 
			hacia nuestro futuro generalmente se encuentran e dos categorías de 
			experiencias. Algunos videntes han descubierto que no pueden ver más 
			allá del año 2012, el familiar año del calendario maya que marca el 
			cierre de nuestro gran ciclo.  
			
			  
			
			En 
			
			el año 2012, los viajeros del tiempo 
			dijeron haber visto una Tic muy diferente. Desde su actual punto de 
			ventaja, el mundo parecí haber sufrido algún cataclismo. No veían 
			edificios, signos de comercio o normalidad según nuestros patrones 
			actuales. Lo evidentes del año 2012 puede que se hayan visto en 
			presencia de un resultado descrito ya por otros videntes y profetas, 
			la destrucción debida a una guerra, de gran parte del mundo, tal 
			como hoy lo conocemos. 
			
			 
			Otros videntes que han visto nuestro futuro recientemente relatan un 
			escenario similar, pero añaden que habrá una gran ola de fuego y de 
			calor. Este escenario nos recuerda las teorías que preveían olas 
			cíclicas de flujo de protones y plasma que viajan por el cosmos en 
			ciclos de tiempo descomunales, y que esporádicamente se encuentran 
			con la Tierra a su paso. En cualquiera de los dos casos, los 
			informes de los videntes remotos describen un futuro que no es nada 
			prometedor. Aparte de ese tema común para muchas profecías, puede 
			que exista una alternativa para tales resultados. 
			
			  
			
			 
			NOSTRADAMUS 
			Durante más de cuatrocientos años, la palabra profecía ha sido casi 
			sinónimo del nombre de un gran vidente cuyas visiones se extendieron 
			varios siglos en el futuro. Nacido el 14 de diciembre de 1502, 
			Michel de Nostredamus, conocido como 
			
			Nostradamus, ha sido quizás el 
			profeta más ilustre de los últimos tiempos. Su don de la videncia le 
			permitió adentrarse en el futuro de nuestros días como testigo de 
			hechos
			con extraordinarios detalles y precisión. Cuando estudiaba los 
			antiguos oráculos, desarrolló sus propias técnicas para navegar en 
			las ondas del tiempo como observador, y con frecuencia llevó a su 
			tiempo tecnologías del futuro que había visto en sus visiones.  
			
			  
			
			Al 
			final, Nostradamus se hizo médico e incorporó muchas de las ideas de 
			sus profecías en su práctica. Sus técnicas, que hoy en día parecen 
			de sentido común, fueron revolucionarias en la Europa del siglo XVI, 
			durante la época de la peste negra, entre las que se incluía el uso 
			de plantas medicinales, aire fresco y agua limpia. Además, recetaba 
			una mezcla de áloe y pétalos de rosa, muy rica en vitaminas y 
			desconocida en su tiempo. 
			
			 
			Una de las anécdotas más conocidas sobre la facultad de Nostradamus 
			de ver el futuro es la siguiente: Nostradamus se cruzó 
			inesperadamente con un grupo de frailes que caminaban por una 
			carretera. Inmediatamente se arrodilló a los pies de uno de ellos y 
			le besó el hábito. Cuando le preguntaron por qué hacía eso, 
			sencillamente respondió: «He de inclinarme ante Su Santidad». 
			Pasaron cuarenta años, diecinueve desde la muerte de Nostradamus, 
			para que el misterioso acontecimiento de la solitaria carretera 
			cobrara sentido. En 1585, el fraile cuyos hábitos había besado el 
			profeta se convirtió en el Papa Sixto V 
			
			 
			En lo que quizá sea su obra más conocida, Las centurias, Nostradamus 
			registró sus visiones del futuro. A su muerte había registrado 
			visiones para diez siglos, cada una de ellas con cien versos de 
			cuatro líneas, denominadas cuartetas. Las profecías de Nostradamus, 
			que siempre han sido reeditadas desde entonces, se extienden hasta 
			el año 3797 y, según las interpretaciones, incluso más lejos. 
			
			 
			Muchas visiones que prevén acontecimientos sociales, políticos y 
			científicos de magnitud global, son extraordinariamente exactas. 
			Otras sin fechas específicas, en el mejor de los casos son nebulosas 
			y sujetas a interpretaciones. Nostradamus anunció dos guerras 
			mundiales, de las que citó el nombre de Hitler y describió el 
			símbolo de la svástica, el descubrimiento de la penicilina y de la 
			energía nuclear, el asesinato de John E Kennedy, el virus del SIDA y 
			el fracaso del comunismo. Aunque las fechas y los acontecimientos 
			estén sujetos a interpretaciones, los eruditos sobre Nostradamus 
			están de acuerdo en que el profeta predijo un cambio catastrófico a 
			escala global, para final del milenio. 
			
			 
			Aunque la fecha precisa de un acontecimiento podía ser calculada por 
			sus lectores a raíz de frases clave, sólo cuando él sentía que había 
			un hecho en concreto que era critico daba la fecha del mismo. Por 
			consiguiente, la circunstancia de que una de estas
			se produzca en nuestra generación es especialmente interesante. La 
			centuria X, cuarteta 72, reza:  
			
				
				«En el año 1999 y siete meses, vendrá 
			del cielo un gran Rey del Terror. Hará revivir al gran rey de los 
			mongoles. Antes y después, la guerra reinará afortunadamente».7
				 
			 
			
			Se 
			pueden hallar más revelaciones sobre esta ominosa cuarteta en la 
			Carta a Enrique II, verso 87, donde Nostradamus escribe que, 
			
				
				«esto 
			será precedido por un eclipse de sol, más oscuro y tenebroso que 
			nunca desde la creación del mundo, salvo el que tuvo lugar tras la 
			pasión y muerte de Jesucristo».  
			 
			
			El 11 de agosto de 1999 tuvo lugar 
			un eclipse solar que pudo verse desde muchos países del continente 
			europeo. 
			
			 
			Las visiones de Nostradamus también prevén cataclismos en la Tierra 
			que producirán cambios, semejantes a las profecías que hallamos en 
			las tradiciones de los amerindios y en la Biblia. En el verso 88 de 
			la Carta a Enrique II hay detalles hasta el mes específico.  
			
				
				«Habrá 
			presagios en primavera y cambios extraordinarios a partir de 
			entonces, cambios en las naciones y grandes terremotos... Y en el 
			mes de octubre se producirá un gran movimiento del globo, y será de 
			tal magnitud que la gente pensará que la Tierra ha perdido su 
			movimiento natural de gravitación y que será sumida en un abismo de 
			oscuridad eterna. » 
			 
			
			Nostradamus proyectó su visión todavía más lejos y vio una época 
			mucho más feliz, tras los días de oscuridad sobre la Tierra. En un 
			pasaje de la Centuria II, cuarteta 12, los eruditos interpretan la 
			visión de Nostradamus como una descripción de un tiempo de 
			renovación espiritual:  
			
				
				«El cuerpo sin un alma ya no es sacrificado. 
			El día de la muerte se convierte en un renacimiento».  
			 
			
			En la Centuria III se describe más a fondo esta época de nuestro futuro en la 
			cuarteta II:  
			
				
				«La divina palabra dará la sustancia que contendrá al 
			Cielo y la Tierra... Cuerpo, alma y espíritu serán omnipotentes. 
			Todo está bajo sus pies, como en el trono del cielo». 
			 
			 
			
			Indiscutiblemente, poco científicas y abiertas a muchas 
			interpretaciones, estas visiones del siglo XVI sobre nuestro futuro 
			comparten cosas con las de otros profetas, tanto antiguos como más 
			recientes. 
			
			  
			
			 
			EDGAR CAYCE 
			
			Edgar Cayce es el hombre que se ha llegado a conocer como el 
			«profeta dormido» del siglo XX. Nacido en el mes de marzo de 1877, 
			la educación formal de Cayce terminó cuando completó el noveno 
			curso. Aunque de niño ya dio muestras de tener experiencias 
			paranormales, no desarrolló sus dones de clarividencia y sanación a 
			gran escala hasta que fue adulto. 
			 
			Cayce, que limitaba las sesiones de sanación a dos al día, a menudo 
			viajaba por el pasado de sus pacientes para comprender su condición 
			actual. Aunque no recordaba los contenidos de sus lecturas cuando 
			despertaba de su estado de trance en que las realizaba, su 
			secretaria, Gladys Davis, siempre estaba presente para tomar notas 
			de las sesiones. Mediante cientos de esos informes, sistemáticamente 
			catalogados para su estudio en la 
			
			Association for Research and 
			Enlightment (ARE) [Asociación para la Investigación y la 
			Iluminación], Cayce ofreció breves revelaciones sobre los misterios 
			de nuestro olvidado pasado, así como de nuestro futuro milenario. 
			
			 
			La primera curación de Edgar Cayce tuvo lugar cuando tenía 24 años y 
			fue una que se realizó a sí mismo. Con la ayuda de un hipnotizador, 
			este le pidió a Cayce que se centrara en su persistente dolor de 
			garganta mientras estaba en un relajado estado de con ciencia 
			alterada. Para sorpresa de los presentes, en su «estado de sueño» 
			Cayce empezó a hablar, dirigiendo al hipnotizador para que le diera 
			sugerencias a su cuerpo inconsciente. Respondió inmediatamente a las 
			instrucciones de redirigir el flujo sanguíneo hacia la parte 
			superior de su cuerpo, su problema de garganta se solucionó y Edgar 
			Cayce inició lo que acabó convirtiéndose en un servicio de por vida, 
			que fue realizar lecturas similares para los demás. 
			
			 
			La precisión de sus lecturas está bien documentada. Predijo el 
			hundimiento de la bolsa en el mes de octubre de 1929, en sus 
			lecturas #137-117:  
			
				
				«Con toda certeza se producirá un hundimiento que 
			hará cundir el pánico en los centros monetarios, no sólo en la 
			actividad de Wall Street sino que supondrá el cierre de muchos 
			centros... »8 
			 
			
			Cayce vio lo que posteriormente se denominaría la 
			Segunda Guerra Mundial, años antes de que sucediera. 
			
			  
			
			En su visión 
			futura sobre el conflicto (lectura #416-417), afirmó que los países 
			empezarían a tomar partido como, 
			
				
				«demostraron los austriacos, 
			alemanes y posteriormente los japoneses al unir sus fuerzas...». 
			 
			
			Su 
			descripción continúa con la afirmación de que, a menos que hubiera 
			la intervención de una fuerza, que él describió como sobrenatural,  
			
				
				«los asuntos de las naciones y de los pueblos, del mundo entero, por 
			así decirlo, arderían en las llamas provocadas por los militares y 
			por los que ansían el poder y la expansión... ». 
			 
			
			Cayce, en lo que sería una de las más conocidas y a la vez confusas 
			profecías, sugirió que los últimos años del siglo XX y los primeros 
			del siglo XXI serían una época de cambios sin precedentes sobre la 
			Tierra. Al igual que los videntes del pasado, vio cambios globales 
			que podían clasificarse en dos categorías: un futuro que vendría por 
			un
			cambio gradual, y una época de tumultuosos cambios que, en el mejor 
			de los casos, se pueden describir como catastróficos. Curiosamente, 
			los dos tipos de profecía tienen lugar para el mismo periodo de 
			tiempo. 
			
			 
			En la lectura #826-828, de agosto de 1936, se le pregunta a Cayce 
			sobre cambios que ve para los años concretos de finales de milenio y 
			comienzos del 2001. Lejos de la vaguedad de muchas de estas 
			profecías, su respuesta es una afirmación directa de un movimiento 
			tangible de cambio sobre la Tierra.  
			
				
				«Hay el cambio del polo. O 
			empieza un nuevo ciclo ...»11  
			 
			
			Las fluctuaciones de los polos 
			magnéticos de más de cinco grados en los últimos cuarenta años, 
			unidas al rápido descenso de la intensidad magnética que ha 
			precedido a estas inversiones polares en la historia de la Tierra, 
			han renovado el respeto por esas visiones. 
			
			 
			En una serie de lecturas que culminaron en 1934, Cayce describió 
			cambios geográficos y geofísicos que vió que comenzarían en un 
			período de cuarenta años, entre 1958 y 1998.12 Una clave para 
			interpretar estos indicadores es que fueron profetizados como que 
			han de empezar, no necesariamente como que suceden, alrededor de 
			1998. Estos cambios es muy previsible que se alarguen hasta el siglo 
			próximo.  
			
			  
			
			Mark Thurston, un experto en las enseñanzas y filosofía de 
			Edgar Cayce, resume sus descripciones como sigue: 
			
				
					
					1. Se producirá una ruptura de la masa terrestre en la porción 
			occidental de América. 2. La mayor parte del Japón quedará sumergida bajo las aguas. 3. Habrá algunos cambios en las partes del norte de Europa que 
			sucederán tan rápido que se podrá decir que ha sido en «un abrir y 
			cerrar de ojos». 4. Surgirán tierras del océano Atlántico frente a las costas de 
			América. 5. Grandes solevantamientos azotarán el Ártico y la 
					Antártica. 6. Los volcanes entrarán en erupción, especialmente en los trópicos. 7. Un cambio en los polos alterará las condiciones climáticas. Por 
			ejemplo, ciertas áreas frías y semitropicales se volverán 
			tropicales. 
				 
			 
			
			Tal como indica Thurston, varios de estos cambios parecen estar 
			directamente conectados con un cambio en los polos magnéticos. 
			Aunque todavía se ha de producir
			un cambio completo, cada vez hay más científicos e investigadores 
			que creen que los cambios recientes en los campos magnéticos de la 
			Tierra son justamente los precursores de dicho acontecimiento. 13 
			
			 
			Aunque entre las primeras predicciones de Cayce hay una serie de 
			profecías sobre el milenio que parecen ser catastróficas, lecturas 
			posteriores sugieren un cambio interesante, aunque sutil. En una 
			lectura de 1939, la visión de Cayce del final de siglo describe 
			cambios graduales, en vez de los cambios repentinos anteriormente 
			citados. Cayce afirma que «en 1998 veremos una gran actividad creada 
			por los cambios graduales que se están produciendo». 14 Continúa 
			hablando sobre el cambio de milenio, y afirma que «en lo que a los 
			cambios se refiere, el cambio entre la era de Piscis a la era de 
			Acuario es gradual, sin cataclismos».'' 
			
			 
			Al ofrecer dos visiones distintas sobre el cambio de siglo, Cayce 
			puede que hubiera aportado una nueva revelación sobre el valor de la 
			profecía en nuestras vidas actuales. Puesto que sus lecturas de 
			catástrofes, así como la de cambios graduales, comprendían sólo unos 
			cuantos años en vez de siglos, ¿qué cambio en nuestro futuro puede 
			sugerir esa diferencia en sus lecturas? 
			
			 
			Es indiferente qué visiones sobre nuestro futuro consideremos, pues 
			la mayoría se escapan de las mediciones exactas del tiempo parecen 
			representar momentos de posibilidad, más que una cita concreta con 
			un resultado preciso. Con sus propias palabras, el «profeta dormido» 
			ofrece una clave para la ciencia de la profecía, recordándonos que 
			nosotros influimos en el resultado de la historia mediante el rumbo 
			que toman nuestras vidas en el presente.  
			
			  
			
			En la lectura #311-310,'6 Cayce sugiere que nuestra respuesta a los retos de nuestra vida 
			puede determinar, al menos en parte, el grado en que experimentemos 
			los cambios que él predijo.  
			
				
				«Puede depender en gran medida de lo 
			relacionado con la metafísica... Existen las condiciones que en la 
			actividad de las personas, de acuerdo con su pensamiento y empeño, a 
			menudo mantienen intactas muchas ciudades y tierras con su 
			aplicación de las leyes espirituales. » 
			 
			
			  
			
			PROFECÍAS SOBRE LOS AMERINDIOS 
			Los pueblos nativos del norte y del sur de América creen firmemente 
			que los acontecimientos actuales evocan las profecías de sus 
			antepasados. Muchas visiones de un mundo que ha de venir han sido 
			mantenidas en secreto por distintas tribus para salvaguardar la 
			integridad de las revelaciones de sus antepasados. Al sentir que el 
			cambio de milenio
			representa el día descrito en las profecías tribales, sus 
			directrices para este momento en la historia se comparten ahora 
			abiertamente. La creencia es que personas de todas clases y de todas 
			las naciones se beneficiarán de las revelaciones que nos legaron 
			hace mucho tiempo.  
			
			  
			
			Salvo las diferencias específicas entre las 
			tradiciones de las familias y de las tribus, hay hilos comunes que 
			unen muchas de las profecías de las Américas tribales en una visión 
			unificada de nuestro futuro. 
			
			 
			
			Los indios hopi del sudoeste de América del Norte ofrecen algunas de 
			las visiones más concisas sobre el futuro en sus profecías del 
			nacimiento de un nuevo Sol. Al igual que las tradiciones de los 
			maya, de los aztecas y de otros pueblos indígenas anteriores que se 
			encuentran por toda América, los hopi creen que ha habido grandes 
			ciclos de experiencia humana antes de nuestro tiempo. 
			
			 
			Cada uno de ellos terminaba en un período de destrucción, de los 
			cuales el más reciente era el de la Gran Inundación. Estamos en los 
			últimos días del fin de uno de esos ciclos, dicen ellos, y nos 
			estamos preparando para entrar en los días del quinto Sol. Antes del 
			fin de nuestro ciclo, las profecías hopi describen un período de 
			declive seguido de una etapa de transición hacia el próximo ciclo. 
			Desde su perspectiva, el tiempo de declive es un tiempo de grandes 
			cambios, a menudo denominado «tiempo de purificación». Al creer que 
			la Tierra y nuestros cuerpos son uno, los hopi ven el estado de la 
			Tierra como un «mecanismo de interacción», como una especie de 
			barómetro, que nos recuerda cuándo hemos tomado decisiones que 
			afirman o niegan la vida en nuestro mundo. 
			
			 
			Una de las primeras visiones hopi que se divulgó fue la que habla de 
			los tres signos que denotan un calendario para el Gran Cambio. El 
			primer signo era la aparición de la Luna «sobre la tierra, así como 
			en el cielo». El cumplimiento de esta parte de la profecía supuso un 
			misterio hasta 1993, cuando empezaron a aparecer las imágenes 
			lunares circulares en los campos de cereales de la campiña inglesa. 
			Las inconfundibles imágenes de luna creciente fueron interpretadas 
			por los ancianos hopi como la primera parte de su profecía. 
			
			 
			El segundo signo fue la aparición de la «estrella azul», símbolo que 
			es habitual en el folclore y en los mitos de muchas tradiciones hopi. Algunos ancianos hopi vieron en 1994 el 
			
			impacto del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter como una señal de la segunda profecía. Los investigadores no comprendían cómo podían creer que 
			el impacto de un cometa roto significaba el cumplimiento de la 
			segunda profecía. La respuesta llegó cuando se
			vieron las imágenes espectrográficas del planeta gigante tras las 
			colisiones: Júpiter brillaba emanando un curioso tono azul, ¡que 
			sólo podía verse con sofisticados instrumentos de imagen! 
			
			 
			Quizás el signo más místico de las profecías hopi sea el tercero y 
			último. Usadas con profusión en las danzas, tejidos y en la arena, 
			las pinturas de los hopi son curiosas imágenes humanoides que a 
			menudo adornan sus viviendas y sitios ceremoniales. Con extraños 
			trajes y rostros de otro mundo, estas representaciones de los 
			antepasados de los hopi, las gentes del cielo, se denominan 
			kachinas. La tercera parte de la profecía afirma que la época del 
			tercer gran cambio ocurre cuando regresan los kachinas de las 
			estrellas y vuelven a bailar sobre las mesas de las plazas de sus 
			pueblos. Que yo sepa cuando escribí este libro, este tercer signo 
			todavía no se había producido. 
			
			  
			
			 
			PROFECÍAS BÍBLICAS 
			Tal como se ha mencionado en el segundo capítulo de este libro, una 
			serie de libros relacionados con nuestra Biblia moderna fueron 
			considerados inapropiados para ser aceptados oficialmente por la 
			Iglesia Católica del siglo IV. Relegados a la oscuridad de las 
			criptas y a las bibliotecas privadas, uno de los libros antiguos más 
			fascinantes y quizás el más místico sea el del profeta Enoc. Con 
			elocuentes descripciones de la creación, el linaje humano e 
			información astronómica, tan detalladas que sólo podían ser 
			autentificadas con la tecnología del siglo XX, este antiguo texto se 
			conoce como el Libro de los secretos de Enoc.  
			
			  
			
			Encontramos 
			referencias directas a este extraño texto en la obra del teólogo del 
			siglo II, Tertuliano. En cartas recientemente recuperadas, nos 
			explica que la «Escritura de Enoc» no es tratada del mismo modo que 
			el resto de las escrituras porque no está incluida en el canon 
			hebreo." Estas referencias confirman que el Libro de Enoc era 
			considerado como una obra apta por los eruditos antes de las 
			revisiones del Concilio de Necea en el siglo IV. 
			
			 
			Las profecías de Enoc guardan una considerable semejanza con las de 
			los profetas bíblicos posteriores a él, como Isaías, y 
			posteriormente Juan en el Apocalipsis. Enoc describe con tremendo 
			detalle su viaje profético hacia el futuro a su hijo Matusalén, que 
			anota la experiencia de su padre para las generaciones siguientes. 
			Enoc, en un manuscrito descubierto en la biblioteca Bodleian en 
			1773, comparte su visión de los cambios climáticos y celestes que 
			predijo para finales de nuestro siglo. Matusalén, identificado como 
			el «séptimo hijo después de Adán», habla de las experiencias 
			proféticas de su padre de un modo muy distinto a como lo hacía el, 
			«profeta dormido» Edgar Cayce, cuando dice
			que Enoc «hablaba con los ojos abiertos, mientras tenía una visión 
			sagrada en los cielos». 18 
			
			 
			Tras sus grandes visiones sobre nuestro futuro, Enoc afirmó, 
			
				
				«haber 
			oído todas las cosas, y comprendido lo que había visto; - aquello no 
			tendría lugar en su generación, sino en una generación que había de 
			llegar en una época muy lejana, a causa de los elegidos... En esos 
			días... la lluvia escaseará..., los frutos de la tierra se 
			retrasarán y no florecerán en su estación; y en su estación los 
			frutos de los árboles serán retenidos...; el cielo permanecerá 
			inmutable. La Luna cambiará sus leyes y no será vista cuando 
			corresponde... ».19 
			 
			
			Justo después de la tribulación que describe para la Tierra Enoc 
			narra una secuencia adicional de acontecimientos que encarnan una 
			época de belleza, esperanza y futuro. En esta secuencia, que se 
			presenta como si se originara en una visión diferente que hablara de 
			un tiempo distinto, Enoc ve el anterior cielo «partir y 
			extinguirse», y anuncia que «un nuevo cielo aparecerá». Este antiguo 
			patrón de adversidades, aparentemente seguido de la redención, se 
			repite en todas las visiones de Enoc, así como en otras profecías 
			que examinaremos. 
			
			 
			Quizá las revelaciones con más carga emotiva sobre los tiempos 
			futuros puedan hallarse en la colección de visiones proféticas de 
			los textos bíblicos modernos. Las profecías de la Biblia, que 
			abarcan desde el destino de dirigentes específicos y jefes de Estado 
			hasta las visiones globales del fin de los tiempos, continúan 
			provocando fuertes reacciones en quienes las leen, miles de años 
			después de que estas tuvieran lugar. Las pistas sobre el poder, así 
			como la confusión que rodea a tales visiones, que suscitan desde una 
			curiosidad sin límites hasta un ardiente fervor, podemos hallarlas 
			al revisar las modernas interpretaciones sobre las mismas hasta 
			llegar a su origen. 
			
			 
			No es extraño descubrir, por ejemplo, que muchas de las profecías a 
			las que hoy hacemos alusión no fueron escritas hasta algunos años 
			después de que la profecía original fuera revelada, a veces incluso 
			tras haber transcurrido cientos de años. Puesto que eran 
			transmitidas oralmente, de generación en generación, no se sabe 
			Seguro si algunos libros proféticos fueron escritos por los propios 
			profetas o por otros que usaban su nombre como metáfora en las 
			historias. 
			
			 
			El Libro de Daniel es uno de estos ejemplos. En la edición de la
			New 
			American Bible, de la editorial Saint Joseph, el prólogo a Daniel 
			afirma que, 
			
				
				«este libro lleva este nombre, no por su autor, que en 
			realidad es desconocido, sino de su héroe, un joven judío llevado de
			pequeño a Babilonia, donde vivió hasta el año 538 a. C. ».20 
				 
			 
			
			La 
			introducción prosigue:  
			
				
				«El libro contiene historias que se 
			originaron en las tradiciones populares y fueron transmitidas por 
			estas, que narran las pruebas y los triunfos del sabio Daniel y de 
			sus tres compañeros». 
			 
			
			Esta interpretación contradice directamente la de otros expertos en 
			la Biblia, como John Walvoord, que afirma, 
			
				
				«está claro que el libro 
			dice ser producto de Daniel, pues se hace referencia a él en primera 
			persona en numerosos pasajes de la segunda mitad del libro... 
			También se menciona a Daniel en Ezequiel, lo cual sería bastante 
			natural puesto que eran contemporáneos ...».21  
			 
			
			Incluso hoy, casi dos 
			milenios después de la recopilación de los textos, los expertos 
			todavía han de llegar a un consenso incluso respecto a los aspectos 
			básicos de algunos de los textos más sagrados. Para añadir más 
			confusión al desciframiento de las profecías bíblicas, está la 
			cuestión de la precisión de las traducciones con el paso de los 
			siglos. A diferencia de algunas partes de la Biblia hebrea, que se 
			sabe que fue copiada letra por letra con total exactitud durante al 
			menos los últimos mil años,* la Biblia occidental ha sufrido muchos 
			cambios. Incluso desde la fundación de Estados Unidos, hace menos de 
			trescientos años, las adaptaciones y traducciones de un idioma a 
			otro han introducido cierto margen de error.  
			
			  
			
			* El códice de Leningrado data del año 1008. Desde esa época, los 
			eruditos están de acuerdo en que los cinco libros del Antiguo 
			Testamento hebreo han permanecido inalterables  
			
			  
			
			Por exacta que nuestra recopilación de 
			la historia, la genealogía y la sabiduría nos pueda parecer en 
			algunos aspectos, no se puede interpretar al pie de la letra, porque 
			el texto cambia con cada traducción. Con frecuencia, sencillamente 
			en un idioma no hay palabras que representen exactamente el mismo 
			concepto y del mismo modo que se expresa en otro. En estos casos, 
			los traductores hacen todo lo que pueden. Aquí es donde cabe 
			introducir una aproximación de temas y conceptos en tales 
			traducciones. 
			
			 
			La Biblia occidental, tal como hoy la conocemos, ha sufrido muchos 
			de estos procesos, incluyendo una traducción del idioma egipcio 
			altamente simbólico, que a su vez procedía de las lenguas originales 
			aramea y hebrea. Un ejemplo de cómo la aproximación puede alterar 
			sutilmente una traducción bien intencionada queda ilustrada en las 
			palabras en arameo de la primera línea de la oración del 
			Padrenuestro. En inglés esta frase reza como el familiar «Padre 
			nuestro que estás en los cielos». Sin embargo, en el original 
			arameo, la misma frase sólo tiene dos palabras: Abwoon
			d'bwashmaya. No hay palabras en inglés que puedan expresar con 
			exactitud estas palabras arameas.
			 
			
			  
			
			Los traductores han tenido vía 
			libre para crear series de palabras inglesas que se aproximen al 
			significado original. Una muestra de tales aproximaciones puede 
			verse en las siguientes posibles traducciones de este ejemplo del 
			Padrenuestro:  
			
				
				«¡Oh, Otorgador de vida! Padre-Madre del Cosmos», 
				 
				
				«¡Oh, Tú! El aliento de la vida de todos», 
				 
				
				«Nombre de los nombres, 
			nuestra pequeña identidad se disuelve en tu interior» y 
			 
				
				«Resplandeciente: Tú brillas en nuestro interior»."
				 
			 
			
			Todas ellas son 
			traducciones válidas de las palabras originales y cada una expresa 
			un sentimiento muy distinto para la intención del texto original. 
			
			 
			En este ejemplo, podemos ver que el tema siempre permanece presente, 
			aunque las palabras cambien. Al igual que cuando hoy fotocopiamos un 
			texto, muchas de las copias se parecerán al original, aunque hayan 
			perdido claridad. En el último siglo de historia bíblica, ha habido 
			muchas oportunidades de que se introdujeran errores que cambiaran el 
			sentido original de los antiguos profetas. Hoy en día podemos 
			escoger entre una serie de interpretaciones y traducciones; todas 
			ellas satisfarán una necesidad especial y servirán a un propósito en 
			concreto para cada lector.  
			
			  
			
			Un estudiante de la Biblia puede que 
			elija la King James Version, u otras como la New International 
			Standard Version, The New Living Bible y la Saint Joseph Edition. 
			Cada versión tiene su origen en la misma colección de rollos, 
			libros, documentos y manuscritos aceptados por la Iglesia en el 
			siglo IV. 
			
			  
			
			 
			LA PROFECÍA PERDIDA 
			En las versiones modernas de las profecías bíblicas, vemos una clase 
			especial de textos visionarios identificados con nombres como «el 
			Final del Tiempo», «los Días Finales» o «en aquellos días». En su 
			conjunto estas obras se conocen como las profecías apocalípticas. 
			Aunque con frecuencia se ha considerado que anunciaban una terrible 
			época de oscuridad y cataclismos en el futuro del planeta, estas 
			obras, de hecho, puede que estén enseñando a generaciones futuras 
			algo de una naturaleza totalmente distinta. 
			
			 
			En la actualidad la palabra Apocalipsis evoca en nuestra psique 
			colectiva profundos sentimientos de tinieblas, desesperación y 
			juicio. La palabra griega apohalypsís tiene una definición 
			breve y aparentemente inocente. Sencillamente significa divulgar o 
			revelar. Esto es precisamente lo que nos ofrecieron los antiguos 
			profetas gracias a sus magistrales revelaciones sobre nuestro 
			futuro. Revelaron posibles resultados basados en las condiciones de 
			su tiempo y divulgaron sus descubrimientos a las generaciones 
			futuras.  
			 
			El Libro esenio de la revelación [o del apocalipsis] es un ejemplo 
			de uno de esos libros. Recuperado y traducido del idioma arameo 
			nativo en que fue escrito, esta versión de la Revelación es tan 
			similar a las versiones canonizadas posteriores conocidas como la 
			Revelación de Juan [el Apocalipsis] que los investigadores y 
			expertos sospechan que el manuscrito del mar Muerto pueda ser la 
			versión original de esta antigua visión de nuestro futuro. 
			
			 
			Consideradas por muchos como las profecías bíblicas más místicas, 
			las visiones del apóstol Juan también describen algunos de los 
			detalles más gráficos de las adversidades, como en cualquier otra 
			profecía, antigua o moderna. La fragmentada naturaleza de la visión 
			de Juan contribuye a lo que ya es en sí mismo un texto esotérico y 
			profundamente simbólico. Durante la canonización de la Biblia en el 
			año 325, parece casi como si se hubiera llegado a un compromiso 
			respecto a algunos de los textos clave. En lugar de descartar por 
			completo los manuscritos, fueron conservados como versiones 
			editadas, condensándolos en un formato que se creía que era más 
			asequible para los lectores de la época. 
			  
			
			El viaje, que se convierte en la revelación de Juan para las 
			generaciones futuras, empieza cuando él pide que le saquen de su 
			tiempo, le lleven al futuro y le permitan ver lo que posiblemente 
			nos espera y el final de milenio. Juan describe su visión de caos, 
			muerte, terror y destrucción, de una magnitud sin precedentes con 
			detalles gráficos. Le pregunta a su guía angélico por qué suceden 
			estas cosas, y este le responde:  
			
				
				«El hombre ha creado estos poderes 
			de destrucción. Los ha forjado de su propia mente. Ha apartado su 
			rostro de los Ángeles [fuerzas] del Padre Celestial y de la Madre 
			Terrenal y ha fabricado su propia destrucción». 
			 
			
			Tras presenciar estos hechos, el corazón 
			de Juan «se llena de compasión». «¿No hay esperanza?», pregunta. La 
			voz le responde a Juan, recordándole las grandes posibilidades para 
			el presente y para las generaciones futuras:  
			
				
				«Siempre hay esperanza, para ti y 
				para quienes fueron creados el cielo y la tierra ... ». 
			 
			
			De pronto, la visión de muerte y destrucción se disuelve y aparece 
			otro escenario, una segunda posibilidad. En lugar de un final para 
			lo que toda la humanidad ha llegado a conocer y amar, esta nueva 
			posibilidad ilustra un resultado de una naturaleza muy distinta. 
			 
			
				
				«Pero no vi lo que les acontecía, mi visión cambió y vi un cielo y 
			una tierra nuevos: pues pasaron el primer cielo y la primera 
			tierra... Y escuché una gran voz desde el cielo que decía: 
				
				«No habrá más muerte, ni tristeza, ni llanto, ni habrá más dolor". 
			»25 
			 
			
			Mientras la visión de Juan prosigue, éste ve un tiempo de paz y de 
			cooperación que engloba a todas las naciones del mundo. En esta 
			época ya no hay más necesidad de luchar. Escucha cómo su guía le 
			describe el fin de la guerra:  
			
				
				«Ninguna nación blandirá ya su espada 
			contra otra, tampoco aprenderá ya más la guerra, pues estas cosas ya 
			pasaron».26  
			 
			
			A través de estos pasajes y de otros similares, se nos 
			ofrece un mensaje de esperanza. 
			
			 
			A continuación viene un tema que es familiar en otras profecías, 
			Juan ha mostrado dos posibilidades para el futuro de la humanidad. 
			Ambos resultados eran reales y los humanos pueden elegir cualquiera 
			de ellos. La clave que quedó de nuestra oración masiva por la paz 
			fue que el resultado conjunto vendría determinado por nuestras 
			elecciones individuales. La capacidad de la gente que vivió en los 
			tiempos de Juan de respetar las leyes de la vida fueron las 
			experiencias que aportarían nuevos resultados, que desviarían la 
			posibilidad de una destrucción. 
			
			 
			En cada visión, se le recuerda a Juan que la gente que vivía en 
			«aquellos días» determinaría cómo iban a experimentar el gran cambio 
			del futuro de la humanidad. Él pregunta qué ha de pasar para que 
			ocurra el segundo resultado. Una vez más, la voz que guía sus 
			visiones le responde:  
			
				
				«Observa, hago de nuevo todas las cosas... Yo 
			soy el principio y el final... Daré de beber al sediento del agua de 
			la fuente de la vida. El que [recuerda] heredará todas las cosas... 
			».27 
			 
			
			Los pasajes finales registran el reconocimiento de Juan de 
			comprender lo que ha visto y el efecto que su visión ha tenido sobre 
			él:  
			
				
				«He alcanzado la visión interior... He escuchado tu asombroso 
			secreto... Mediante mi revelación mística has hecho brotar en mí un 
			manantial de conocimiento, una fuente de poder, que mana aguas 
			vivas; un torrente de sabiduría infinita».28 
			 
			
			Hay otros pasajes en los rollos esenios que continúan describiendo 
			con todo detalle la posibilidad de un tiempo en nuestro futuro en 
			que habremos superado, la necesidad de catástrofes para provocar un 
			cambio. En ese tiempo, las condiciones que se habían cobrado la vida 
			de los habitantes de la Tierra ya no estarán:  
			
				
				«En e reino de la paz 
			no hay hambre ni sed, ni viento frío ni caliente, ni vejez ni 
			muerte. En el reino de la paz, animales y hombres vivirán 
			eternamente».29 
			 
			
			Los profetas de la Biblia muchas veces describían resultad muy 
			distintos para nuestro futuro, a veces incluso contradictorios La 
			pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué hay
			diferentes visiones de las profecías para una misma época en nuestro 
			futuro? ¿Cómo puede un profeta ver dos posibilidades diferentes para 
			un mismo período de tiempo? 
			
			 
			A mediados de los noventa, se descubrió una nueva herramienta 
			profética en un formato muy antiguo. Puede que el cerrojo de 
			tecnología del tiempo nos haya permitido curiosear a través de lo 
			ojos de este instrumento profético sólo cuando hemos madurado 1 
			suficiente para poder reconocer sus posibilidades 
			
			  
			
			 
			EL MAPA DEL TIEMPO DE 3000 AÑOS DE 
			ANTIGÜEDAD 
			En 1995, un antiguo instrumento profético fue de pronto expuesto al 
			público de un modo gráfico y espectacular. El 4 de noviembre de ese 
			año sucedió algo que el instrumento había predicho con una precisión 
			que sobrepasaba la posibilidad de que fuera una coincidencia. El 
			acontecimiento fue el asesinato de Yitzhak Rabin, el primer ministro 
			de Israel, en la ciudad de Tel Aviv. El asesinato había sido 
			profetizado con tal precisión que el nombre del primer ministro, la 
			fecha en que se produciría, el nombre de la ciudad e incluso el 
			nombre del asesino, Amir, no eran un secreto, ¡todo ello estaba 
			cifrado en un documento de más de tres mil años de antigüedad! 
			
			 
			Lo irónico es que el documento no era un manuscrito perdido 
			custodiado por una organización secreta o por algún privilegiado. El 
			mapa codificado del futuro era el mismo mapa que nos ha 
			proporcionado confort y guía durante al menos setenta y cinco 
			generaciones y que hoy en día es considerado como sagrado por varios 
			cientos de millones de personas de todo el mundo. ¡El mapa del 
			tiempo fue descubierto como un código secreto oculto en la Biblia en 
			los tiempos en que fue escrita! Concretamente, el código se halló en 
			los cinco primeros libros de la Biblia hebrea, conocidos como Torah, 
			la versión que se dice que permaneció sin modificar desde que fue 
			revelada al ser humano hace más de tres mil años. 
			
			 
			La clave, conocida como el Código de la Biblia, descubierta por un 
			matemático israelí, el doctor Eliyahu Rips, ha sido revisada y 
			confirmada por matemáticos de las mejores universidades del mundo, 
			así como por organismos especializados en criptografía, como el 
			Ministerio de Defensa de Estados Unidos. Durante más de doscientos 
			años, los eruditos han sospechado que los textos bíblicos eran algo 
			más que una recopilación de palabras que se debían leer de forma 
			linear. Un experto del siglo XVIII, conocido como el Genio de Vilna, 
			afirmó que, 
			
				
				«la regla es que todo lo que fue, es y será hasta el fin 
			del tiempo, se encuentra en la Torah, desde la primera hasta la 
				última palabra. Y no meramente en un sentido general, sino con 
				los detalles de todo lo que le ha sucedido
			desde su nacimiento hasta su fin».30 
			 
			
			Los mensajes cifrados de nuestro pasado y futuro se pueden estudiar 
			creando una matriz con las letras de los cinco primeros libros de la 
			Biblia hebrea. Se empieza con la primera letra de la primera 
			palabra, se eliminan todos los espacios y puntuaciones hasta llegar 
			a la última letra de la última palabra, dejando una sola frase de 
			cientos de caracteres. Con el uso de sofisticados programas, se 
			examina la matriz restante en busca de patrones e intersecciones de 
			palabras.  
			
			  
			
			Por ejemplo, en el Génesis, la palabra «Torah» es 
			deletreada en secuencias de cincuenta caracteres hebreos entre cada 
			una de las letras de la palabra. Esta misma secuencia se halla en 
			los libros siguientes: Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. La 
			observación de esta secuencia por parte del rabino H. M. D. 
			Weissmandel en los años cuarenta se convirtió en la clave para 
			descifrar los patron de palabras cifradas en el texto. 
			
			 
			Michael Drosnin, en su libro The Bible Code, describe la precisión y 
			exactitud del Código de la Biblia para predecir los acontecimientos 
			pasados. Circunstancias tan dispares como el asesinato de Kennedy, 
			el impacto del cometa Shoemaker-Levy contra Júpiter, elección del 
			primer ministro israelí Netanyahu, incluso las fechas la 
			localización del ataque con mísiles SCUD que los iraquíes lanza ron 
			contra Israel durante la Guerra del Golfo en los noventa, están 
			descritos con un grado de detalle que desafía las probabilidad 
			matemáticas y estadísticas.  
			
			  
			
			El Código de la Biblia ofrece datos 
			específicos, no generalidades que puedan estar sujetas a 
			interpretación Drosnin describe muchas de esas referencias. En la 
			predicción de Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el código 
			deletrea palabra¡ como «guerra mundial» y «solución final», junto a 
			nombres de líderes políticos de la época: «Roosevelt», «Churchill», 
			«Stanlin» «Hitler».  
			
			  
			
			Los países involucrados en el conflicto estaban 
			claramente especificados: «Inglaterra», «Francia», «Rusia», «Japón» 
			y «Esta dos Unidos». Incluso aparecen las palabras «holocausto 
			atómico» « 1945 », el año en que se lanzó la bomba atómica sobre 
			Hiroshima la única vez que esas palabras aparecen en la Biblia. 
			
			 
			Gracias al desarrollo de los ordenadores de alta velocidad ha podido 
			descifrar el código que se halla en la Biblia hebrea. Lo nuevos 
			ordenadores han substituido la tediosa descodificación manual con 
			sofisticados programas de búsqueda. Tras haber comparado con otros 
			textos de grupos de control y diez millones de casos de prueba 
			creados por el ordenador, sólo se han hallad textos cifrados en la 
			Biblia. Vertical, horizontal y diagonalmente nombres de países, 
			acontecimientos, fechas, tiempos y
			personas se entrecruzan entre ellos, ofreciendo una instantánea de 
			los acontecimientos del pasado y de las posibilidades del futuro. El 
			mecanismo actual de este extraordinario pronosticador se tratará en 
			el capítulo VII, pero ahora quizá lo más importante para el asunto 
			de la profecía sea de qué modo este libro del tiempo aparentemente 
			milagroso se relaciona con nuestro futuro. 
			
			 
			En vista de la precisión del Código de la Biblia para detallar 
			nuestro pasado, ¿qué exactitud puede tener esa misma matriz en 
			predecir los tiempos futuros? El doctor Rips en sus conversaciones 
			con Drosnin, sugiere que todo el Código de la Biblia tuvo que ser 
			escrito de una sola vez, en lugar de en series de escritos que se 
			fueron haciendo con el paso del tiempo. Esa afirmación sugiere que 
			todas las posibilidades de todos los futuros ya están marcadas.  
			
				
				«Lo 
			experimentamos como un holograma; se ve de un modo distinto cuando 
			lo observamos desde otro ángulo, pero, por supuesto, la imagen está 
			pregrabada.»31  
			 
			
			La clave que aplicar a este antiguo código del tiempo 
			para los acontecimientos futuros puede estar en contemplarlo con los 
			ojos de un físico cuántico. 
			
			 
			En la física moderna hay un principio que afirma que es imposible 
			saber el «cuándo» y el «dónde» de una misma cosa al mismo tiempo. Si 
			mides dónde está algo, pierdes información sobre la rapidez con la 
			que se mueve. Si mides la rapidez con la que se mueve, no puedes 
			saber con certeza dónde está. Esta clave para el mundo cuántico fue 
			desarrollada por el físico Werner Heisenberg, y se conoce como el 
			principio de incertidumbre (o indeterminación) de Heisenberg.32 
			
			 
			La demostración de la impredecible conducta de la naturaleza en el 
			mundo cuántico puede que indique que nuestro sentido del tiempo 
			sigue precisamente este tipo de conducta. De ser así, las 
			posibilidades que aparecen en el Código de la Biblia pueden existir 
			sencillamente como tales, como posibilidades. Los acontecimientos, 
			tanto pasados como futuros, son el resultado final de una secuencia 
			de condiciones que puede que hayan empezado días, o incluso cientos 
			de años, antes de que el hecho real tenga lugar. Expuesto como una 
			ecuación actual, si elegimos un curso específico de acontecimientos, 
			entonces podemos esperar ver tal y tal resultado. 
			
			 
			Si vemos la herramienta de predicción como una lente que nos muestra 
			mejor las posibilidades, esta aportará un nuevo entendimiento sobre 
			el papel de la profecía en nuestras vidas. El Código de la Biblia, 
			al coincidir sobre nuestro futuro con muchas profecías bíblicas, de 
			los amerindios y demás, nos pone sobre aviso respecto una serie de 
			escenarios apocalípticos. Con inicio en un futuro próximo, sucesos 
			como una tercera guerra
			mundial que se originará en Oriente Próximo, terremotos 
			catastróficos y la devastación de grandes centros de población, se 
			presentan como posibilidades. La amenaza de una colisión directa con 
			un cometa al final del siglo XX o principios del XXI, parece, ser 
			una de las, preocupaciones, más inmediatas. 
			
			 
			En 1992 el astrónomo Viran Marceen del Harvard-Smithsonian Centre for 
			Astrophysics, anunció el regreso del cometa «Tortuga Veloz» 
			(Swift-Turtle), descubierto originalmente en 1858. El día exacto del 
			redescubrimiento del cometa estaba en el Código de la Biblia, junto 
			con su predicho retomo 134 años después. Las palabras concretas 
			«cometa», «Tortuga Veloz» y la fecha del retorno de dicho cometa en 
			el año 2126, están claramente cifradas en el texto.  
			
			  
			
			Al principio se 
			pensó que estaba en vías de colisionar con la Tierra en el momento 
			de su retorno; sin embargo, la revisión de los cálculos parece 
			indicar que el cometa pasará a una distancia segura. No obstante, 
			los astrónomos advierten de una serie de «colisiones fallidas 
			cercanas» que nos conducirán hasta la época del regreso de la 
			Tortuga Veloz en el año 2126; 
			
			la primera de ellas tendrá lugar en el 
			año 2006. En el texto hebreo, cruzándose con la fecha del año 2006, 
			se encuentran las palabras:  
			
				
				«Su camino colisionó con su morada», 
			acompañadas de la frase en una línea adjunta, «Año en que se predice 
			para el mundo». 
			 
			
			A continuación de estas advertencias hay palabras similares que 
			conducen al año 2010. Las palabras «días de horror» cruzan esta 
			fecha con descripciones adicionales de «oscuridad», «tinieblas» y 
			«cometa». Quizá la secuencia más inquietante de las palabras 
			respecto al futuro se encuentre por encima del año 2012. Es aquí, 
			justamente en el mismo año en que finaliza el calendario maya, donde 
			vemos las palabras «Tierra aniquilada». Esta visión de una antigua 
			posibilidad para nuestro futuro ofrece un misterioso ejemplo de un 
			elemento que se halló en todo el Código de la Biblia. Drosnin afirma 
			que en el lugar donde está cifrada la fecha, un segundo pasaje 
			describe un resultado muy distinto.  
			
			  
			
			Las palabras simplemente dicen: 
			«Será hecho añicos, apartado, lo haré pedazos, 5772» (el año hebreo 
			para el año 2012).33 
			  
			
			Al igual que otras profecías, por una parte el código parece 
			estarnos diciendo que el año 2012 termina con la vida en el planeta, 
			al menos tal como la conocemos, mientras que a un mismo tiempo, en 
			otro lugar, la amenaza contra la Tierra es destruida. ¿Cómo pueden 
			darse los dos resultados a un mismo tiempo? De vez en cuando surgen 
			paradojas similares en el Código de la Biblia, concretamente en lo 
			que respecta a los resultados de elecciones, acontecimientos 
			políticos y guerras. Además de recordarnos
			la oportunidad de dar forma a
			resultados específicos para el futuro basados en nuestras elecciones 
			del presente, el Código de la Biblia nos recuerda algo aún más 
			significativo. 
			
			 
			Muy cerca de los resultados específicos, como asesinatos y las 
			simientes de una guerra mundial, hay dos palabras que se repiten una 
			y otra vez. Junto a muchos de los sucesos más graves, las palabras 
			formulan una sencilla pregunta: «¿Lo cambiaréis?». El Código de la 
			Biblia, al evocar las creencias de los antiguos esenios conservadas 
			para nosotros, también parece sugerir que desempeñamos un papel 
			significativo en el curso de los acontecimientos, incluso de 
			aquellos que ya están en movimiento en forma de posibilidades. 
			¡Según parece, nuestro papel es tan importante que puede que hasta 
			cambiemos el curso de los hechos! «¿Lo cambiaréis?», parece ser una 
			pregunta directa hecha a aquellos que con seguridad leerían el 
			mensaje del criptógrafo tres mil años después de que fuera escrito. 
			 
			
			  
			
			Es como si los escritores supieran que seria necesario disponer de 
			tecnología altamente sofisticada para comprender su código; como si 
			nos recordaran que ahora, cuando estamos descifrando el mensaje de 
			los criptógrafos, es cuando estamos preparados para participar en el 
			despliegue del tiempo y cambiar las posibilidades más oscuras del 
			futuro. ¿Cómo puede ser que hayan aparecido ahora estos y otros 
			mensajes en un manuscrito que fue cifrado hace más de tres milenios? 
			El Código de la Biblia nos devuelve a las mismas preguntas a que nos 
			han conducido las otras profecías. 
			
			  
			
			 
			UNA NUEVA PROFECÍA 
			Entre los múltiples cálculos y profecías de los indígenas respecto 
			al momento actual en la historia, el año 1998 parece marcar el 
			comienzo de una ventana en el tiempo donde podemos esperar ser 
			testigos de algunos de los más grandes cambios que tendrán lugar 
			sobre la faz de la Tierra. Saber en qué lugar exactamente dentro de 
			esa ventana se sitúa nuestra vida es cuestionable, incluso para los 
			propios profetas. Edgar Cayce, por ejemplo, vio el año 1998 como el 
			último año de un ciclo de cuatro décadas, en el que podíamos esperar 
			el inicio de «una transformación planetaria sin precedentes». 
			
			  
			
			Nostradamus, por otra parte, situó el año 1998 al principio de un 
			ciclo de cataclismos que él preveía que duraría unos trescientos 
			años. Más allá de las discrepancias de las fechas exactas, las 
			profecías para nuestro tiempo revelan casi universalmente un tema 
			común: 
			
				
				anuncian el nacimiento del nuevo milenio como una época en la 
			que podemos esperar ver grandes cambios sobre la Tierra y en 
			nuestros cuerpos. 
			 
			
			Junto a las visiones sobre nuestro posible futuro, los antiguos 
			videntes nos recuerdan un gran misterio. Este es especialmente 
			fascinante ante la sofisticación de los
			calendarios y la precisión de los sistemas para medir el tiempo. Por 
			precisas que las tradiciones proféticas orales y escritas puedan 
			parecer, ninguna llega a describir con detalle cómo terminará este 
			gran ciclo del tiempo y cómo empezará el siguiente. Además de 
			resaltar posibilidades para el futuro, nuestros antepasados 
			reconocieron una potente fuerza que nos daría el poder de elegir qué 
			posibilidad queremos vivir. Muy olvidada en los últimos tiempos, esa 
			fuerza es el poder de la elección en masa expresada en la forma de 
			oración masiva. 
			
			 
			En el lenguaje de su tiempo, los antiguos profetas sugirieron que 
			nosotros tendríamos la capacidad de evitar sus visiones de 
			destrucción para nuestro futuro, cambiando conscientemente el curso 
			del tiempo en el presente. Parece como si muchas de las tradiciones 
			de nuestros antepasados hubieran vislumbrado una relación entre las 
			acciones de las personas en este mundo y el resultado de las 
			profecías que ellos habían anunciado. Esa conexión entre nuestras 
			rutinas cotidianas y el resultado de la profecía ha sido un misterio 
			hasta el siglo XXI. Es en esta época, con la formulación de una 
			nueva física, cuando las posibilidades del tiempo, la profecía, los 
			milagros y nuestro papel en el futuro de la humanidad se han 
			aclarado. Ahora sabemos que las predicciones ofrecen sólo 
			posibilidades aisladas. También sabemos que elegimos nuestras 
			posibilidades cada vez que respiramos. 
			
				
					
					El tiempo no es lo que parece. No fluye sólo en una dirección, y el 
			futuro existe simultáneamente con el pasado 
					ALBERT EINSTEN 
				 
			 
			
			
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