| 
			  
			  
			
			 por Charles Leadbeater
 Artículo aparecido en “The Theosophist” Enero 1932
 
			de
			
			BibliotecaUpasika Website 
			  
			Una de las más grandes verdades, una de las que más satisfacen al 
			alma, es la magnífica verdad con la que la Teosofía ilumina nuestras 
			vidas; esa grande y espléndida realidad de la existencia del 
			Gobierno Interno del mundo.  
			 Echando una mirada sobre las condiciones de la humanidad, tal como 
			las ve el hombre corriente, nos hallamos enfrentados a una 
			sorprendente confusión, a una curiosa mezcla de la bueno y lo malo, 
			y en la cual lo malo parece a menudo predominar; es pues difícil 
			discernir el curso que sigue la evolución y la meta que pretende 
			alcanzar, y aún es difícil tener la seguridad de que la humanidad 
			está realmente haciendo algún progreso espiritual.
 
			  
			De manera que, 
			cuando nos enteramos definitivamente de que la evolución es un hecho, 
			de que el mundo no ha sido abandonado, para que siga su curso al 
			azar, sino que su dirección y administración está en las manos de 
			una gran Jerarquía de Adeptos,
			quienes están trabajando en el desarrollo de un plan predeterminado, 
			tal noticia nos llega como un verdadero evangelio llenándonos de 
			alivio y de estímulo. 
			Si esto es así, entonces la vida vale la pena de vivirse después de 
			todo, pues existe la certeza de llegar a la meta con solo perseverar 
			en nuestros esfuerzos: y, cuando más adelante aprendemos: que 
			podemos tener el privilegio de trabajar en el sentido de aquella 
			gloriosa consumación, de ayudar a nuestros hermanos en aquel camino, 
			apresurando así su llegada, entonces, se despierta nuestro 
			entusiasmo y esta nuestra existencia terrenal, toma para nosotros un 
			aspecto enteramente nuevo.
 
 Pero llega un momento en el cual inevitablemente se presenta a la 
			mente del estudiante la pregunta:
 
				
				"¿Puedo yo estar seguro de que 
			todo eso es así, de que no es una mera esperanza, un hermoso sueño?"
				 
			Se obtiene absoluta certeza, pues muchos de nosotros: la hemos 
			obtenido; pero generalmente solo llega como el resultado de largos y 
			continuados esfuerzos y de paciente desarrollo de uno mismo.  
			  
			Esta 
			completa seguridad llega solo a través: de una visión directa, la 
			que no es fácil alcanzar; pero, sin embargo puede uno llegar a una 
			convicción intelectual razonable por medio del cuidadoso estudio de 
			la literatura teosófica sobre el particular. El hombre que, por 
			varias razones no puede toda vía ver o experimentar por sí mismo, no 
			tiene otra alternativa que la de escuchar o leer las evidencias de 
			otros que han visto, examinar las variadas hipótesis que se le 
			presentan y, decidir por él mismo cuales de entre ellas le parecen 
			más probables. 
 Los que de nosotros hemos tenido el estupendo privilegio de entrar 
			en contacto directo con miembros de 
			
			la Gran Fraternidad Blanca, no 
			tenemos dudas de ninguna clase sobre tales hechos. Muchos de tales 
			estudiantes han visto ellos mismos algo de la incesante labor que 
			llevan a cabo los Adeptos como parte del Gran Plan, y hasta se les 
			ha permitido, en relación a sus habilidades, tomar alguna pequeña 
			parte en aquella labor.
 
			  
			Pero no todos nuestros miembros han 
			apreciado el honor que se les ha conferido por el ofrecimiento de 
			una tal oportunidad; no todos han comprendido el hecho de que esta 
			distinción ha llegado a ellos como resultado de muchas vidas de 
			aspiración y de rudo trabajo, y no han comprendido que si dejan de 
			lado esta oportunidad, pueden pasar muchas vidas antes de que se les 
			presente de nuevo.  
			 ¡Hasta ha habido alguno que habiendo tomado esta oportunidad, 
			cometió la increíble locura de abandonarla!
 
 La Gran Fraternidad está siempre dispuesta a acoger a los nuevos 
			aspirantes que posean las cualidades esenciales, pero antes de que 
			un hombre pueda conquistar la admisión 
			en la más cerrada de todas las organizaciones, él debe pasar a 
			través de un entrenamiento preliminar muy arduo para estar en 
			condiciones de poder ocupar la posición a la que aspira. Los pasos 
			del Sendero que debe recorrer y, las cualidades que le son 
			requeridas, están ampliamente explicada en la literatura teosófica, 
			y son bien conocidas de todos nuestros estudiantes.
 
			  
			Mucho se ha 
			dicho y se ha escrito para ayudar a aquellos que desean hollar el 
			Sendero de la Santidad, de manera que no necesito ahora entrar en 
			detalles al respecto, pero yo quisiera llamar la atención de todos 
			los que buscan con sinceridad, hacia ciertas dificultades, ciertas 
			malas influencias que levantan serios obstáculos en ese Sendero y, 
			que, a menudo, son pasadas por alto sin dárseles
			importancia.
 Todos sabemos que existen aquellos que deliberadamente se oponen al 
			trabajo de la Jerarquía; que así como hay una Gran Fraternidad 
			Blanca que se esfuerza incesantemente en ayudar la evolución, así 
			también existe una fraternidad de las sombras que lucha con mal 
			dirigida energía para obstaculizarla. Sus miembros han sido llamados 
			los Poderes Negros, los Hermanos de la Sombra, los Señores de la 
			Negra Faz, o meramente, magos negros. Existen diferentes clases 
			entre ellos; yo hablo de ellos en mi obra "Los Maestros y el 
			Sendero" y en "Pláticas sobre el Sendero del Ocultismo", a las que 
			remito a quienes se interesen en mayores detalles.
 
			  
			En la "Doctrina 
			Secreta" se hallarán muy interesantes datos sobre ellos. 
			Esos hombres como lo he escrito en otro lugar, siguen una línea de 
			trabajo absolutamente diferente de la nuestra, línea que los pone en 
			oposición a los Maestros de Sabiduría, a la Jerarquía que dirige el 
			mundo y el sistema solar. Naturalmente, que esa oposición se ejerce 
			no solamente sobre aquellos grandes Adeptos sino también sobre 
			nosotros Sus humildes discípulos.
 
			  
			Por lo tanto, ellos nos atacan 
			esforzándose en malograrnos, debilitarnos, volvernos más vulgares y 
			llevarnos por cualquier medio imaginable a una condición de 
			deterioro e inferioridad; y recordemos que es parte del
			credo de esas criaturas, proceder con carencia absoluta de todo 
			escrúpulo porque para ellos, el tener escrupulosidad significa una 
			debilidad tonta y despreciable, de modo que 
			ellos hacen las cosas más viles, no habiendo para ellos nada 
			demasiado despreciable, nada demasiado pequeño para su atención, si 
			ello contribuye al relajamiento de la humanidad y, a minar lo que 
			exista de bueno y verdadero.  
			  
			Cada vez que nos enfrentamos a esas 
			criaturas y, constantemente lo hacemos en el curso de nuestro 
			ordinario trabajo por los Maestros, tratan de influenciarnos para 
			que hagamos lo malo;
			tratan de aprovecharse de nuestras debilidades, de despertar en 
			nosotros sutil amor propio y, de disminuir de todas las maneras 
			posibles, nuestra utilidad en la causa del bien.
 No desdeñan tampoco utilizar los medios que les pueda ofrecer el 
			plano físico para ayudarse en su nefasta labor. Y así como nuestros 
			Maestros tratan de guiar la opinión 
			pública en una recta dirección, así ellos luchan constantemente por 
			inflamar las pasiones populares, por incitar al ignorante a la lucha 
			y al desorden; para encender en todas 
			partes la llama del odio, para rebajar las costumbres y gustos de 
			los pueblos y, para alimentar en los pechos la concupiscencia y la 
			crueldad.
 
			  
			Ellos no descuidan nada, por más pequeña e insignificante 
			que sea su apariencia y que, directa o indirectamente tienda a 
			degradar a la humanidad; ellos inyectan insidiosamente su veneno en 
			el mundo de las artes y, en esa forma convierten a esos maravillosos 
			poderes que han sido creados para elevar y espiritualizar a la 
			humanidad, en poderosos instrumentos para la corrupción y 
			contaminación de los hombres. El arte, que debería elevar nuestro 
			pensamiento hacia la libertad, hacia la gloria, hacia el inefable 
			esplendor de los más altos planos, es ahora execrable en vez de ser 
			santificado, en forma que arrastra a
			los desventurados admiradores de un arte corrompido hacia el fondo 
			de un estanque de pestilente lodo.
 Hoy, estos Señores del Lodo, planean con gran habilidad imponer 
			subrepticiamente al mundo, su culto insidioso y del más pésimo 
			gusto, de fealdad deliberada, bajo la máscara de lo novedoso y del 
			seudo progreso y, es ciertamente nuestra obligación, como servidores 
			de la buena Ley, ponernos especialmente en guardia contra todo esto. 
			Nosotros no podemos ser cómplices de estos males y, necesitamos 
			tener una mente 
			clara y una definida orientación hacia la pureza y la decencia.
 
			  
			Sabiduría, Fortaleza y Belleza, son los atributos esenciales de la 
			Deidad; cualidades éstas que debemos tener presentes como ejemplo y, 
			tratar de desarrollarlas en nosotros tanto como podamos, para 
			imprimirlas en nuestro ambiente por todos los medios posibles. 
			Existiría ahora en el mundo, un espíritu de intranquilidad, de 
			perversidad, de impaciencia para todo lo antiguo, por más bello que 
			fuese. Existe un loco deseo de cambiar todo a toda costa, aunque el 
			cambio sea decididamente peor. 
			Ningún hombre sensato negará que hay mucha perversidad actualmente 
			en el mundo y, en muchos sentidos es necesario efectuar algún cambio 
			urgentemente, aunque esto 
			deba ser hecho con discernimiento. Los Poderes del Mal están siempre 
			en acecho, esperando ansiosamente la oportunidad de hacer el mal, de 
			entorpecer nuestros adelantos, de manera de poder tomar ventaja de 
			todos los impulsos nuestros que
			sean factibles de torcerse en una dirección maligna.
 
 Hoy podemos observar la traicionera influencia de esos poderes, no 
			solamente en el arte, ya sea éste pintura o escultura, sino que en 
			aquello a que se da el nombre de música; en la poesía que no es tal 
			poesía; en la danza; en el culto inmoral de lo macabro y de lo 
			intencionadamente grosero, burdo y feo. Es en todas esas cosas y en 
			muchas otras, que aquellos que conocen pueden ver claramente las 
			señales de un vasto complot cuidadosamente organizado y tanto más 
			peligroso cuanto hábilmente disimulada su depravación, bajo la 
			máscara de la moda, de la novedad y del modernismo.
 
			 Pocas son las personas que se han dado clara cuenta de la profunda e 
			inherente perversidad de todo esto; son pocos los que realmente 
			conocen el mal en su origen o pueden seguir la dirección en la cual 
			se inclina inevitablemente. Más hay algunos, ante quienes la verdad 
			no puede menos de revelarse y, de entre ellos, uno o dos no han 
			temido hablar claramente y con valentía, en esta campaña por la 
			cordura y la pureza.
 
			  
			 No hace muchos días leí una novela del señor 
			E. Lascelles Forester titulada: "Ojo al lobo", ("Ware-Wolf") y encontré 
			pasajes que indican que el autor se ha dado cuenta del peligro que 
			amenaza al mundo; ha descorrido el velo que ocultaba su vista y ha 
			lanzado una mirada al abismo a cuyo borde se nos lleva 
			apresuradamente.  
			  
			En la pág. 49 (de la edición inglesa), él dice de 
			uno de los principales protagonistas de su obra, lo siguiente: 
			 
				
				"Afirmaba la existencia de una conspiración internacional, teniendo 
			por objeto la
			destrucción de la Cristiandad y de la civilización, tal como la 
			conocemos... La lucha terrible que convulsionó a Europa durante 
			cuatro años y medio, fue solo un incidente en un plan mucho más 
			vasto y maligno."  
			Naturalmente, que desde el punto de vista del 
			escritor, la destrucción de la Cristiandad sería el más serio de 
			todos los males, pero nosotros que probablemente tenemos un 
			horizonte más vasto, sabemos que esa hostilidad no es llevada .a 
			cabo solamente contra determinada forma de fe religiosa sino contra 
			todo lo que tiende hacia el bien.
 Bien sabemos todos los estudiantes de Ocultismo, que la Gran Guerra 
			(1914-1919) fue programada y llevada a cabo por los Poderes del Mal 
			y, que esos Poderes se deleitaron en el horror y la terrible 
			carnicería de los mejores tipos de hombres de todas las razas 
			afectadas. De tiempo en tiempo ocurren grandes crisis mundiales, en 
			las cuales las fuerzas del bien y del mal se lanzan las unas contra 
			las otras en compactas filas, y obligan a la humanidad a tomar parte 
			en el conflicto, ya sea de uno u otro lado.
 
			  
			La ocasión anterior a 
			ésta, en la que una lucha mundial de tal magnitud tuvo lugar, fue en 
			
			Atlántida, hace ya doce o trece mil años. Fue una terrible lucha 
			aquella, entre quienes estaban del lado del bien y los que 
			representaban el egoísmo; entonces vencieron las fuerzas del mal. y 
			porque aconteció así, fue necesario hundir esa Isla de Poseidón, más 
			de mil años después, bajo las aguas del Atlántico, y sesenta y cinco 
			millones de seres humanos perecieron en veinticuatro horas, en ese 
			gran cataclismo.
 Y una vez más en nuestros tiempos, las fuerzas del bien y del mal se 
			materializaron aquí en el plano físico, y el terrible conflicto se 
			llevo a cabo de nuevo en este nivel, pero 
			esta vez el triunfo fue del bien. Sin duda fue un gran fracaso para 
			los Señores de la Negra Faz, pero ellos tienen, al menos, la virtud 
			de la perseverancia aunque sea en el sentido del mal y, se han 
			puesto hoy tenazmente a la obra para conseguir sus fines, por medio 
			de la sistemática destrucción de todo lo que sea bueno, verdadero y 
			bello.
 
			Esos Seres de las Sombras arrastran consigo una gran cantidad de 
			hombres y mujeres irreflexivos; pero, algunos, como el autor de la 
			novela que hemos citado, están ya comenzando a ver como se lleva a 
			cabo esa maniobra y, rehúsan seguir siendo víctimas de ella.
 
			  
			El 
			autor de la novela, señor Foster, no es de ninguna manera ciego a la 
			profunda
			astucia y la notable multiplicidad de los esfuerzos que esas fuerzan 
			realizan, pues en la pág. 244 de su obra, pone las siguientes 
			palabras en boca del protagonista: 
				
				"Hay un delirio por todo lo que excita; un continuo esforzarse tras 
			la sensación, que caracteriza a mucha gente de la generación 
			presente. El peligro está en que aquellas 
			fuerzas en acecho para provocar todo malestar social, aprovechan de 
			esta particular deformación, como de otra cualquiera, y, en secreto 
			y de todas las formas imaginables, 
			ellos están usando sus negros poderes. 
				 
				  
				Esa "música" sincopada que 
			viola todas las leyes de la armonía natural; esa indecente forma de 
			danza que no es más que una manifestación del Vudú, del Misticismo 
			Negro; la pintura cubista; el culto de lo feo, antinatural e 
			inarmónico, no son sino medios utilizados para un fin. No solo 
			nuestros jóvenes sino muchos de edad madura, son víctimas de 
			desórdenes mentales y nerviosos, diligentemente fomentados con el 
			fin de acelerar la destrucción de todo lo bueno y hermoso. Ningún 
			medio es bastante vil o bajo; ninguna locura es bastante pequeña 
			para no ser utilizada por esos enemigos de la sociedad". 
				 
			Y, de nuevo volvemos a leer en la página 111:  
				
				"Las gentes de este 
			mundo, inclinadas a crear en él el caos llamado revolución, hacen 
			uso de todo medio posible para robar a la humanidad, su 
			tranquilidad, su control de sí misma y su cordura. Es principalmente 
			debido a las maquinaciones de esas personas, que el hábito de tomar 
			drogas ha aumentado en forma tan alarmante a pesar de todos los 
			esfuerzos que se llevan a cabo para detener ese tráfico.  
				  
				Drogas bien 
			conocidas, tales como la cocaína y los varios derivados del opio, ya 
			más que malas en sus efectos cuando son usadas para otros propósitos 
			que el puramente medicinal, vienen a ser inocuas, comparadas con 
			otras drogas que actúan directamente sobre los centros psíquicos". 
			Existe, en verdad, tal clase de drogas como éstas últimas a las que 
			se refiere el escritor de este libro; que ellas hayan sido o no 
			usadas en Occidente, no lo sé, pero no me parece imposible. El autor 
			del libro llega hasta atribuir a los mismos Poderes de la Sombra, la 
			intención de revivir, en ciertas partes de Europa, y en otras 
			introducirlas, la horrible tragedia del Hombre Lobo, práctica ahora 
			casi extinguida. 
			Y es así que el autor nos advierte en la página 109 de su obra:
 
				
				"Han 
			ocurrido recientemente en varios distritos de Rusia, de Alemania y 
			de Hungría, ciertos casos de locura, que presentan todos los 
			síntomas de la manía lupina". 
			La teoría del autor de este libro, sobre 
			la práctica del Hombre 
			Lobo, no es exactamente la misma que aceptamos en los círculos 
			teosóficos, pues parece que el autor la considera más bien, como una 
			clase de locura y, la forma del lobo como una alucinación. Esto 
			sería ya bastante malo pero, temo que mis propias investigaciones me 
			obliguen a darle una más siniestra explicación.  
			  
			Nosotros no podemos 
			eludir la conclusión de que la forma de lobo es una efectiva 
			materialización, que tiene todos los poderes y cualidades de un lobo 
			ordinario, unidas a desagradables peculiaridades propias. Yo mismo, 
			en una ocasión, vi claramente efectuarse el cambio de la forma 
			humana a la de lobo, cosa que ocurrió a tres metros de distancia del 
			lugar donde me hallaba; y tuve la inmediata y segura evidencia de la 
			realidad, fuerza y ferocidad de la bestia.  
			  
			Yo había llegado a 
			considerar esa terrible transformación, más bien como una clase de 
			enfermedad astral que como un culto definido, con una especial forma 
			de adoración pero, es muy posible que también lo sea así. Y nos 
			parece completamente cierto que ese culto tomó una tal forma en la 
			Atlántida entre los pueblos pertenecientes a la cuarta raza. Si esta 
			práctica puede ser revivida entre gentes de pura raza Aria, yo no lo 
			sé, y espero sinceramente que no. Pero si tal horror es posible, 
			estoy completamente seguro, que ese sería el trabajo que con mayor 
			placer haría un mago negro. 
			Pues, por más intelectualmente desarrollados y más instruidos en las 
			artes mágicas que puedan estar algunos de sus dirigentes, son los 
			más crueles entre los salvajes, más allá de toda medida, bestias 
			feroces del más endurecido corazón; de manera que llamar "brutales" 
			a sus acciones es agraviar a los seres del reino animal. Hace solo 
			unos pocos
 días que la prensa nos ha dado a conocer un crimen que es típico de 
			ellos - la demolición con dinamita de la espléndida catedral del 
			Redentor en Moscú.
 
			  
			Fijaos que no se demolió alguna 
			fortificación 
			sino un templo del Señor, un lugar santificado, una casa de oración 
			y plegaria y una magnífica obra de Arte. Tratad de imaginaros, si 
			podéis, la inconcebible barbarie, la horrible inconciencia, el odio 
			mezquino y la perversidad diabólica de una destrucción tan 
			injustificable.
 El señor Forester no es el único que ha vislumbrado la amenaza que 
			se cierne sobre la humanidad, ni el único que ha dado el grito de 
			alarma, pues nada menos que una autoridad como Cyril Scott, ha 
			tenido también el coraje de hablar muy claramente en su tan 
			interesante trabajo titulado: "La influencia de la música en la 
			historia y en la moral".
 
			  
			En la página 151 y en las siguientes, dice: 
				
				"Es lamentable que una clase de "música" tan popular como el "jazz", 
			ejerza una influencia malsana, pero esta es la verdad oculta. El 
			"Jazz" ha sido en definitiva, inculcado a los hombres, Por la 
			Fraternidad Negra, conocida en la tradición cristiana como "Los 
			Poderes del Mal" o "de las Tinieblas", con la intención de 
			acrecentar su naturaleza sexual y alejar 'a la humanidad de todo 
			progreso espiritual. Porque la Fraternidad Negra es aquella misma 
			entidad conocida como La Hermandad del Sendero de la Izquierda, la 
			que trabaja en contra de la Voluntad Divina, por obtener poder 
			personal. En casi todas las escrituras de los pueblos del mundo, 
			encontraremos referencias de ellas bajo uno u otro nombre. 
				"Desde la propagación del "Jazz", ha comenzado a notarse un marcado 
			descenso en el nivel de moral sexual, y en lugar de ser contenida ha 
			aumentado la promiscuidad. Mientras que en otra época las mujeres se 
			sentían satisfechas flirteando decorosamente, un gran número de 
			ellas, están ahora ocupadas constantemente en ¡a búsqueda de 
			aventuras eróticas... y bien, es precisamente de esa falta de 
			moderación, de esa importancia exagerada que se da a la naturaleza 
			sexual, de esa equivocada actitud hacia ella, de lo que es 
			responsable la música del "Jazz". Hay elementos de orgía en su ritmo 
			sincopado, divorciado por completo de todo contenido musical 
			superior, que produce una sobre-excitación del sistema nervioso 
			falto del poder del dominio propio. Esa 
			música produce un falso estímulo, una ilusoria resistencia y una 
			ansiedad insaciable con el resultado de una deletérea reacción moral 
			y física.
 
 "Por otra parte, la antigua y melodiosa música de danza inspiraba 
			amables sentimientos, en tanto que, el "Jazz" con sus baterías de 
			instrumentos ásperos y ruidosos, de percusión que lastima el oído, 
			excita, intoxica y embrutece, causando el retroceso de la naturaleza 
			humana hacia los instintos primitivos de la raza. Porque después de 
			todo la música de "Jazz" está estrechamente ligada a la música de 
			los primitivos salvajes.
 
				"Otro de los resultados del "Jazz" se nota en el gusto por lo 
			sensacional que ha aumentado considerablemente en los últimos años. 
			Como el "Jazz" es en sí mismo, marcadamente sensacional, el público 
			ha llegado a exigir ser estremecido también, por medio de dramas y 
			representaciones del hampa cuyo único interés dramático, es estar 
			conectados con el crimen, el misterio y la brutalidad. También esto 
			alcanza a la literatura sensacionalista, pues la producción y venta 
			de este tipo de libro, es prodigiosa. El interés general y exagerado 
			por el espectáculo del boxeo es otro síntoma de sensacionalismo" .
 
			Siendo todo esto así - y no hay la más ligera duda de que lo sea - 
			¿en qué forma podemos nosotros intervenir en el asunto? ¿Qué podemos 
			hacer para defendernos nosotros mismos y ayudar a nuestro hermanos? 
			Primeramente es claro, que debemos estar constantemente en guardia 
			contra los aviesos intentos del enemigo. Debemos mantener 
			constantemente ante nuestra mente la imagen de nuestro Maestro; 
			debemos estar firmemente de Su lado y del lado de todo lo que El 
			representa; debemos llevar a cabo con todo nuestro corazón el 
			trabajo que El nos ha confiado.  
			  
			No podemos arriesgar el dejarnos 
			invadir por la indecisión ni vacilar en nuestro camino; el débil que 
			se deja desviar de su trabajo, que es como un niño "arrastrado de 
			aquí para allá por cada viento de doctrina" (Eph. IV. 14. ) , está 
			en perpetuo peligro y tarde o temprano caerá en uno u otro de los 
			múltiples lazos que se le tienden hábilmente.  
			  
			Acordaos de la 
			advertencia dada en la antigüedad por Jacobo a Reuben :  
				
				"Inseguro 
			como el agua, vos no podréis superar". (Gen. 49, 4.) 
			Evitad el hábito poco inteligente de sentiros ofendidos, pues él 
			tiene sus raíces en el orgullo y el egoísmo. No esperéis que nadie 
			reconozca vuestros esfuerzos; sed vuestro 
			propio más severo controlador de vuestro trabajo, pero sed siempre 
			suaves y pacientes con los demás. Guardaos bien de lo que habláis, 
			pues "la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad, un mal sin freno 
			lleno de veneno mortal" (Sant. III, 6, 8. ) Recordad la sabiduría de 
			Jesús, el hijo de Sirah (1), cuando dijo:  
				
				"Aquel que pueda gobernar 
			su lengua, vivirá sin conflictos, y aquél que odie la charla liviana 
			cometerá menos errores. No repitáis a otro aquello que se os dice, y 
			no pasaréis peor por ello". (Ecl. XIX, 6, 7) . 
			No olvidéis tampoco las cosas relacionadas con vuestro cuerpo físico 
			de las que os hablé anteriormente. Vivid siempre como si estuvierais 
			en presencia de vuestro Maestro
			y en esta forma evitaréis instintivamente todo lo vulgar y grosero. 
			Sed valientes para discrepar con aquello que tontamente acepta la 
			inquieta multitud, y manteneos apartados 
			de todas las cosas impuras. No las toleréis bajo ningún concepto en 
			vuestras vidas ni en vuestro ambiente, ni aparentéis estar de 
			acuerdo con ellas cuando otros las exhiban en 
			vuestra presencia.  
			  
			Dejad que vuestros pensamientos, vuestras 
			palabras y hechos, sean delicados y refinados. Convertíos vosotros 
			mismos, vuestros vestidos, vuestro lenguaje
			y todo lo vuestro en un ejemplo de buen gusto. Dejad que lo que os 
			rodea sea simple pero hermoso y, acordáos de que todo lo feo que 
			pueda ser evitado y no lo sea, es un crimen y una ofensa a vuestros 
			hermanos.  
			  
			Para resumir; seguid el buen consejo de 
			San Pablo:  
				
				"Por lo 
			demás hermanos, todo lo que es conforme a la verdad, todo lo que 
			respira pureza, todo lo justo, todo lo que es santo, todo lo que es 
			hermoso, todo lo que sirve al buen nombre, toda virtud, toda 
			disciplina loable esto sea vuestro estudio". (Phil. IV, 8,) .
 
			NOTAS 
				
				(1) 
				Padre o abuelo de 
				Jesús o Josué, por sobrenombre Ben Sirah, 
			autor del libro
			sagrado del Eclesiástico. (Enciclopedia Espasa) Este Jesús fue el 
			que predicó unos 500 años antes de Cristo. (Nota del Trad.) |