| editado por Alonso González de Nájera 02 Mayo 2019 del Sitio Web Editorial-Streicher 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
			 
			Genocidio Español en 
			América del Sitio Web LaGaceta 
 
			 
 ¿En qué se basa esta acusación? 
 Se basa en datos que proceden de la propia época. Uno, muy concreto, son los censos de población india realizados por los españoles en el siglo XVI, que reflejan una reducción brutal del número de nativos. 
 Por ejemplo, los taínos de Santo Domingo pasaron de 1.100.000 en 1492 a apenas 10.000 en 1517. Es decir, en un cuarto de siglo había prácticamente desaparecido la población precolombina de Santo Domingo y las Antillas. 
 ¡Un millón noventa mil muertos en sólo veinticinco años! Esas cifras se extrapolaron después al resto del continente. 
 Sorprende que un número exiguo de españoles fuera capaz de matar a tanta gente en tan poco tiempo, pero, al fin y al cabo, hay un testimonio de la época que lo afirma con toda claridad: 
 Los españoles, en una generación, han matado a más de quince millones de indios, dice fray Bartolomé. 
 Unas líneas más adelante, en ese mismo texto, el buen dominico multiplica esa cifra por dos. Irrefutable, ¿no? 
 
			Pues no... 
 
			 
 Por otro lado, 
 Respecto a Las Casas, 
 Y además, si eso pasó en América, 
 Aún peor: 
 
			¿Por qué?, ¿qué pasa 
			aquí? Nada encaja... Vamos a explicar lo que pasó de verdad. 
 Directamente: 
 Eso lo ha demostrado una estadounidense, Lynne Guitar, de la Universidad de Vanderbilt, que fue a Santo Domingo a estudiar la historia de los taínos y se quedó allí, enseñando. 
 Y la profesora Guitar descubrió que los censos no es que no sean fiables, sino, más aún, que son inútiles: 
 Para colmo, los encomenderos - los españoles que regentaban tierras y explotaciones - mentían en sus censos, porque preferían trabajar con negros, a los que podían esclavizar, que con indios, cuya esclavitud estaba prohibida por la Corona, de manera que sistemáticamente ocultaban las cifras reales. 
 
			Es decir que las cifras 
			censales de los indios en América, en el siglo XVI, son papel 
			mojado. 
 Le recuerdo a usted la nota de la agencia oficial argentina TELAM, hace un par de años: 
 Jamás hubo tantos... 
 ¿Mentía entonces fray Bartolomé al hablar de aquel exterminio? Quizá no a conciencia. 
 Las Casas vio graves casos de crueldad. Y vio también muertos, muchos muertos. Era fácil conectar una cosa con otra. 
 
			Pero hoy sabemos que la 
			gran mayoría de aquellos muertos, que sin duda se contaron por 
			cientos de miles, fueron causados por los virus, algo que ningún 
			español del siglo XVI podía conocer. 
 
			 
 Desde muy pronto se pensó en la viruela; se cree que la introdujo en América un esclavo negro de Pánfilo de Narvaéz, hacia 1520, y se sabe que hizo estragos en Tenochtitlán. 
 Cuando Pizarro llegó al Perú, encontró que la población estaba diezmada por la viruela mucho antes de que ningún español hubiera asomado por allí la nariz: 
 Estudios posteriores, como el del doctor Francisco Guerra, señalan sobre todo a la gripe porcina, la llamada "influenza suina", como causante de la mortandad indígena a principios del XVI. 
 
			El hecho es que los 
			indígenas americanos, que habían vivido siempre aislados del resto 
			del mundo, recibieron de repente y en muy pocos años el impacto 
			combinado de todos los agentes patógenos difundidos por los buques 
			europeos, sus cargamentos, sus animales, sus pasajeros. 
 ...fueron letales. 
 Del mismo modo que los primeros establecimientos españoles en América fueron diezmados por las fiebres, así también los indios, en gigantescas proporciones, fueron diezmados por los virus, virus que sus cuerpos desconocían y que no pudieron resistir. 
 
			¿Recordamos algún caso 
			más reciente? Entre los años 1918 y 1919 la llamada "gripe española" 
			causó la muerte de más de treinta millones de personas en todo el 
			mundo. Lo de América no fue inusual. 
 
			Es decir que la mortandad 
			es cierta, pero no el genocidio... 
 Ya hemos citado el caso del Perú: 
 Otro dato: 
 La llegada a las Indias de los primeros niños europeos, con su carga de varicelas, sarampiones, paperas y demás, fue más letal que cualquier ejército. 
 Mientras tanto, las expediciones de por ejemplo, 
 ...contabilizaban hasta un 50 por ciento de bajas mortales apenas dos meses después de haber desembarcado; los de Pizarro caían fulminados por infecciones, etc. 
 
			Los avances de la 
			Medicina en el último medio siglo han permitido explicar numerosos 
			episodios de este género. Es asombroso que aún hoy tantos 
			historiadores sigan renuentes a introducir el factor médico en sus 
			narraciones de la Conquista. 
 Eso no pasó en la América española. 
 
			Pasará después en la 
			América anglosajona, que sí ejecutó proyectos de exterminio 
			deliberado de la población indígena, esa misma América anglosajona 
			que ahora maldice a 
			Colón y los españoles. 
 
			 
 Pero, al mismo tiempo, fue una empresa guiada por un innegable espíritu de misión en el sentido religioso del término: 
 El resultado de todo eso fue un mundo 'nuevo': 
 El antecedente más parecido que se le puede encontrar a este magno proceso es la construcción del Imperio romano: 
 Enfrente estaban los indios, por supuesto. Pero también sobre este particular hay que hacer infinitas matizaciones y revisar numerosos tópicos. 
 Los excesos románticos de la literatura indigenista nos han vendido la imagen del pérfido depredador español que llega a las Indias para explotar al buen indio, que dormitaba tranquilamente en la puerta de su bohío. Es una imagen ridícula. 
 Primero y ante todo: 
 Segundo y no menos fundamental: 
 
			Esa era la realidad... 
 Las comunidades amerindias, prácticamente sin excepción, eran sociedades muy conflictivas, muy violentas, donde unos pueblos aniquilaban a otros sin la menor contemplación, donde la esclavitud era una institución absolutamente convencional, donde las mujeres - en términos generales - eran usadas como objeto de cambio y donde los sacrificios humanos formaban parte de la vida cotidiana. 
 Todo esto no fue un invento de los cronistas para legitimar la hegemonía española; todos los hallazgos arqueológicos lo confirman. 
 Por eso los pueblos más débiles, los que sufrían la violencia de los más fuertes, se unieron a los españoles de muy buen grado: 
 La conquista no se sustancia, pues, en un simple esquema de "europeos contra indios". 
 La realidad fue muchísimo más compleja. Y así como hubo algunas poblaciones indígenas enteramente aniquiladas, hubo otras - de hecho, la mayoría - que abrieron la puerta a la conquista y contribuyeron a la radical transformación del continente. Las cosas fueron así. 
 
			Nunca hubo un genocidio 
			español en América. 
 
 
			 
 
 
			 del Sitio Web ABC 
			 
 En un grabado holandés del siglo XVII aparece Don Juan de Austria, héroe de la batalla de Lepanto, vanagloriándose del martirio de un grupo de indígenas americanos. 
 La mentira es insultantemente estúpida: 
 Así, entre mentiras, cifras exageradas y episodios novelados, se gestó el mito que pervive hasta la actualidad de que los españoles perpetraron una matanza masiva y ordenada de la población americana. 
 
			La verdad detrás de esta 
			controversia histórica muestra que el auténtico genocidio, pese a 
			que los españoles no escatimaron en brutalidad para llevar a cabo 
			sus propósitos, lo causaron las enfermedades portadas por los 
			europeos. 
 Antes de la llegada de los españoles se ha estimado tradicionalmente que la población del continente se encontraba entre los 40 millones y los 100 millones. 
 No obstante, el hispanista venezolano Ángel Rosenblat argumenta en su estudio "La Población de América en 1492 - Viejos y Nuevos Cálculos" (1967) que la cifra no pasaría de 13 millones, concentrándose los principales grupos en las actuales regiones de Méjico y de Perú, ocupadas por el Imperio azteca y el inca respectivamente. 
 
			Sea una cifra u otra, la 
			disminución demográfica fue dramática: el 95% de la población total 
			de América murió en los primeros 130 años después de la llegada de 
			Colón, según el investigador estadounidense H.F. Dobyns. 
 Los habitantes de América habían permanecido aislados del resto del mundo y pagaron a un alto precio el choque biológico. 
 Cuando las enfermedades traídas desde Europa, que habían evolucionado durante miles de años de Humanidad, entraron en contacto con el Nuevo Mundo causaron miles de muertes frente a la fragilidad biológica de sus pobladores. 
 Un sencillo catarro nasal resultaba mortal para muchos indígenas. 
 
			El resultado fue la 
			muerte de un porcentaje estimado del 95% de la población nativa 
			americana existente a la llegada de Colón debido a las enfermedades, 
			según los cálculos del ecólogo Jared Diamond. 
 Esa misma epidemia fue introducida por los hombres de Hernán Cortés en Méjico y, tras arrasar Guatemala, bajó hasta el corazón del Imperio Inca en 1525, donde diezmó a la mitad de la población. 
 Precedida por la viruela, la llegada de Francisco Pizarro a Perú fue el golpe final a un Imperio que se encontraba colapsado por las enfermedades. 
 La epidemia de viruela fue seguida por, 
 
			La difteria, las paperas, 
			la sífilis y la peste neumónica también golpearon fuerte en la 
			población. 
 
			 
 Las traducciones y reediciones de la "Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias" se multiplicaron entre 1579 y 1700: de ellas 29 fueron escritas en neerlandés, 13 en francés y seis en inglés. 
 Lo que todos obviaron cuando emplearon a Las Casas para atacar al Imperio español es que él mismo representaba a un grupo de españoles con el coraje de denunciar la injusticia, la mayoría misioneros, y a una creciente preocupación que con los años atrajo el interés de las autoridades. 
 Ese grupo crítico consiguió que en 1542 las Leyes Nuevas confirmaran la prohibición de reducir a los indios a la esclavitud y sancionaron el fin del trabajo forzoso, la encomienda. 
 Asimismo, en la Controversia de Valladolid, donde por desgracia se sacaron pocas conclusiones finales, se enfrentaron quienes defendían que los indígenas tenían los mismos derechos que cualquier cristiano contra los que creían que estaba justificado que un pueblo superior impusiera su tutela a pueblos inferiores para permitirles acceder a un grado más elevado de desarrollo. 
 
 
 
			 
 
			En el "Ensayo sobre las 
			Costumbres" (1756) Voltaire afirma que Las Casas exageró de 
			forma premeditada el número de muertos e idealizó a los indios para 
			llamar la atención sobre lo que consideraba una injusticia. 
			 
			 
 El que existiera un grupo de personas críticas con los métodos empleados por los conquistadores - un grupo de hombres que perseguían como principal objetivo el hacerse ricos - o que los Reyes españoles plantearan soluciones - aunque fueran incompletas e incluso hipócritas - no exime a España de sus pecados históricos y del daño cometido, pero sí la diferencia de precisamente los países que censuraron una actuación que luego ellos mismos practicaron. 
 Sin entrar a valorar el fangoso proceso llevado a cabo por los anglosajones en Norteamérica, la explotación de caucho en el África negra dejó a sus espaldas 10 millones de muertos en el Congo Belga. 
 
			 *** 
 
 
 
			 del Sitio Web ABC 
 
			 
 ¿A qué se refería el intelectual vasco con una colonización más generosa? 
 
			Básicamente - reseñan los 
			historiadores - a una legislación en defensa de los indígenas 
			impensable en cualquier otro país europeo de ese periodo y de 
			cualquier periodo colonial. 
 
			Sus esfuerzos quedaron 
			materializados en las 
			
			Nuevas Leyes de 1542, que 
			reconocían a los indios como súbditos libres de la Corona española, 
			y en la Controversia de Valladolid, donde la ciudad castellana 
			presenció un debate inédito sobre derechos humanos en pleno siglo 
			XVI. 
 
			Los primeros en sufrir 
			casos claros de esclavitud fueron los indios taínos de La Española, 
			ya en los primeros viajes de Cristóbal Colón, aunque pronto se 
			recurrió a otras fórmulas, como la recaudación de impuestos en oro a 
			los indios y a las Encomiendas. 
 El proceso consistía en "encomendar" a un grupo de indígenas a un conquistador, un encomendero, como si se tratara de un vasallaje, pero sin cesión de tierras. 
 Todo indígena varón entre los 18 y 50 años de edad era considerado tributario, lo que significaba que estaba obligado a pagar un tributo al Rey en su condición de "vasallo libre" de la Corona castellana o, en su defecto, al encomendero que ejercía ese derecho en nombre del Monarca. 
 Las Encomiendas, no en vano, eran una cesión de los Reyes Católicos a cambio de que los conquistadores corrieran con los gastos de la evangelización: 
 
 
			 
 Sin embargo, conforme la Corona española fue ganando fuerza institucional en el Nuevo Mundo, fue posible ejercer un mayor control y evitar los abusos de un instrumento que vertebró la colonización de muchas tierras. 
 Con el paso de los años, las encomiendas perdieron su papel en la colonización y, gracias a que se trataban de concesiones por un plazo determinado, la Corona pudo neutralizar el surgimiento de caudillos españoles. 
 
			En otras regiones 
			periféricas sin embargo, como Yucatán, Paraguay o Chile, las 
			encomiendas se mantuvieron durante varios siglos. 
 
 mmm 
			 
 En ese contexto, se suele señalar el sermón del fraile dominico Antonio Montesinos dado en La Española, en el año 1511, como el primer alegato en defensa de la igualdad entre indígenas y españoles. 
 El sermón tuvo como eje central el cuestionamiento de la licitud del dominio español y de los abusos por parte de los conquistadores, lo cual no había sido puesto bajo debate hasta entonces dado que, según la teoría medieval del Dominus Orbis, bastaba la concesión del Papa para dar legitimidad a la conquista o a cualquier empresa. 
 
			Los Reyes Católicos 
			tenían el apoyo papal, pero tanto dentro como fuera de sus fronteras 
			cada vez eran más los que planteaban que los argumentos teológicos 
			eran una respuesta insuficiente. 
 Firmadas por Fernando "el Católico" el 27 de Diciembre de 1512, el debate concluyó que el Rey de España tenía justos títulos de dominio sobre el continente americano y que el indio tenía la naturaleza jurídica de hombre libre con todos los derechos de propiedad, que no podía ser explotado, pero como súbdito debía trabajar a favor de la Corona. 
 Pese a sus defectos, las Leyes de Burgos fueron precursoras dentro del Derecho internacional y representaron una legislación vanguardista para su tiempo. 
 
			Sin embargo, la realidad 
			es que no siempre se cumplió en los territorios españoles de 
			ultramar y su valor efectivo se limitó a acotar las encomiendas. 
 
			 
 Este fraile dominico, cuyo padre acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje, denunció el maltrato que estaban sufriendo los indígenas en una obra escrita en 1552, la "Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias", que fue usada como uno de los puntales de la leyenda negra que los enemigos del Imperio vertieron a nivel internacional. 
 Como explica Joseph Pérez, autor de "La Leyenda Negra" (2012), 
 
			La propaganda extranjera 
			hizo suya la tesis del fraile dominico y exageró aún más unas cifras 
			de muertes ya de por sí poco realistas. 
 El fraile español fue muy influyente en la corte castellana y consiguió materializar sus protestas en 1542, con las Nuevas Leyes para el Tratamiento y Preservación de los Indios, que acabaron de golpe con la indefinición legal reinante en América. 
 Esas leyes consideraban a los reinos de Indias en los mismos términos que a otros tantos dentro del Imperio español - como podía ser Aragón, Navarra, Sicilia, etc. - y clasificaba definitivamente a los indios como súbditos de pleno derecho de la Corona, lo que impedía que fueran esclavizados bajo ningún supuesto. 
 
			Concretamente, el 
			artículo 35 prohibía directamente las encomiendas y el artículo 31 
			ordenaba que los indios sometidos a encomiendas debían ser 
			transferidos a la Corona a la muerte del encomendero. 
 No en vano, aunque Francisco de Vitoria - pionero en muchos asuntos de Derecho internacional - y Las Casas perseguían fines humanitarios impulsando esas leyes, el principal objetivo de la Corona española era otro: 
 Los conquistadores interpretaron el fin de las encomiendas como una agresión directa. 
 En Nueva España, lo que hoy es la zona de Méjico, el virrey Mendoza consiguió evitar la sublevación de los conquistadores con una aplicación parcial de las Nuevas Leyes; pero el severo virrey del Perú, Blasco Núñez de Vela, dio lugar precisamente a lo contrario con su poco tacto. 
 Nuñez de Vela causó una gran rebelión encabezada por Gonzalo Pizarro, hermano menor de Francisco Pizarro, que terminó con el virrey decapitado. 
 
			Desde Madrid se 
			apresuraron a enviar contra Pizarro al astuto y pragmático Pedro 
			de la Gasca, que pudo apagar el incendio y ejecutar al hermano 
			del conquistador del Perú a cambio de posponer la abolición de las 
			encomiendas en esa región. 
 
			 
 
			Durante la conocida como 
			la Controversia de Valladolid, celebrada entre 1550 y 1551, 
			se enfrentaron quienes defendían que los indígenas tenían los mismos 
			derechos que cualquier cristiano - tesis defendida por Las Casas - 
			contra los que creían que estaba justificado que un pueblo superior 
			impusiera su tutela a pueblos inferiores para permitirles acceder a 
			un grado más elevado de desarrollo, una idea capitaneada por 
			Ginés de Sepúlveda. 
 Esa figura legal era básicamente una oficina administrativa de la Colonización española de América dedicada a atender el bienestar de las poblaciones nativas de los amerindios y a evitar que fueran víctimas de abusos. 
 
			Felipe II reglamentó su 
			nombramiento y actividad en 1589. 
 *** 
 
 
 
			 del Sitio Web ABC 
			 
 Para defender una causa justa se valió de datos falsos o poco precisos, que más tarde empleó la propaganda extranjera con el propósito de levantar la Leyenda Negra contra España. 
 En verdad, algunos conquistadores aprovecharon las encomiendas para abusar de los indígenas en contra de las recomendaciones de la Corona española, pero las cifras fueron exageradas adrede para que la voz de los críticos fuera escuchada. 
 
			Los extranjeros dieron 
			por buena esa cifra hasta que los propios enciclopedistas franceses 
			cuestionaron su verosimilitud. El daño, no obstante, ya estaba 
			hecho. 
 
			Durante esa primera 
			estancia en América, el sevillano se convirtió en encomendero, que 
			era una forma de esclavitud encubierta. 
 
			 
 
			Como explica el libro "La 
			Empresa de América: Los Hombres que Conquistaron Imperios y Gestaron 
			Naciones", el proceso consistía en "encomendar" a un grupo de 
			indígenas a un conquistador, un encomendero, como si se tratara de 
			un vasallaje, pero sin cesión de tierras. 
 
			Las encomiendas, no en 
			vano, eran una cesión de los Reyes Católicos a cambio de que los 
			conquistadores corrieran con los gastos de la evangelización. 
 ¿Cuándo se encendió en su ánimo esa preocupación por los indígenas? Tradicionalmente se emplaza sus preocupaciones a la matanza de indios en Caonao y la tortura del cacique Hatuey, en Cuba. 
 Sin embargo, no sería hasta 1523 cuando ingresó en la Orden Dominicana y empezó su campaña en defensa de la población indígena y en contra de las encomiendas. 
 
			Su texto clave fue la 
			"Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias", dedicada al 
			Príncipe Felipe con la intención de que el futuro Rey de España 
			conociera las injusticias que cometían los españoles en América. 
 
			 
 Orange buscaba la forma de debilitar a España a través de la propaganda y se valió de las exageradas cifras del dominico para criticar la conquista de América y pintar a los españoles como esclavistas crueles. 
 
			Coincidiendo con las 
			negociaciones entre el nuevo gobernador de los Países Bajos, 
			Alejandro Farnesio, y los líderes de las provincias de Flandes 
			más católicas para volver a obedecer al Rey español, lo que vendría 
			a llamarse la Unión de Arras, apareció en Amberes la primera edición 
			francesa de la Brevísima Relación. 
 
			La estrategia de Orange 
			pasaba por advertir a los católicos de que entenderse con los 
			españoles era hacerlo con opresores de naciones, como así lo habían 
			demostrado en las Indias, que no tardarían en hacer lo mismo en los 
			Países Bajos. 
 Y por si quedaba alguna duda en el título sobre la maldad de los hispánicos, el traductor sustituyó todas las menciones a los cristianos por la palabra españoles, lo cual tergiversa completamente el texto original del fraile. 
 Como apunta el hispanista Joseph Pérez en su libro "La Leyenda Negra", la intención de Bartolomé de las Casas era, 
 
			Es decir, que la crítica 
			no estaba enfocada contra los españoles, sino contra los malos 
			cristianos. 
 mmm 
 
			 
 La orden de los dominicos, la mayoría de teólogos y los profesores más eminentes, entre ellos Francisco de Vitoria, cargaban sin descanso contra la actuación de algunos conquistadores, a los que retrataban como gente violenta, grosera y carente de perspectiva. 
 
			El fraile español fue muy 
			influyente en la Corte castellana y consiguió materializar sus 
			protestas en 1542, con las Nuevas Leyes para el Tratamiento y 
			Preservación de los Indios, que acabaron de golpe con la 
			indefinición legal reinante en América. 
 Concretamente, el artículo 35 prohibía directamente las encomiendas y el artículo 31 ordenaba que los indios sometidos a encomiendas fuesen liberados. 
 
			Pero, ya se sabe, del 
			dicho al hecho hay mucho trecho. 
 
			 
 En el extranjero la Leyenda Negra dio por ciertas las palabras del fraile y hasta el siglo XVIII no se empezaron a poner en cuestión. 
 En el "Ensayo sobre las Costumbres" (1756), Voltaire reconoció que Las Casas exageró de forma premeditada el número de muertos e idealizó a los indios para llamar la atención sobre lo que consideraba una injusticia. 
 Así y todo, la Revolución francesa y la emancipación de las colonias en América elevaron a Las Casas a la categoría de benefactor de la Humanidad e hicieron olvidar otra vez los trabajos de Voltaire. 
 
			Asimismo, la emancipación 
			de las colonias disparó la publicación de ejemplares de la 
			"Brevísima Relación". 
 
			La mayor parte de su vida 
			restante la pasó en la Corte defendiendo sus textos. 
 
 
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