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por Eduardo Martínez de la Fe
02
Septiembre 2018
del Sitio Web
Tendencias21

¿Por dónde empezamos?
Foto:
Arek Socha.
La dimisión del ministro
francés
de Transición Ecológica,
Nicolas Hulot,
termina con la esperanza de
resolver la crisis global
desde dentro del sistema
político.
Tal como está constituido,
no está a la altura de los
desafíos planetarios.
La movilización social, la
desconexión o
la refundación del mundo
emergen como posibles
alternativas
para trascender la crisis de
nuestra civilización.
Urge un cambio de mundo.
La dimisión de Hulot
señala que no es posible el cambio global desde dentro del sistema
El curso político arranca este año con un episodio relevante:
la dimisión del
ministro francés de Transición Ecológica y Solidaria, el
emblemático ambientalista Nicolas Hulot.
El presidente Macron
lo había convencido para formar parte de su gobierno tras los
intentos fallidos de sus predecesores, Jacques Chirac y François
Hollande.
Pero esta conquista política para mejorar la situación del planeta
ha embarrancado después de un año porque, tal como confesó
Nicolas Hulot en la entrevista
que concedió a France Inter, en todo este tiempo se ha
sentido solo.
La política
medioambiental del Gobierno de Francia va demasiado lenta ante
los desafíos climáticos, y sobre
todo considera que la influencia de los lobbies en el gobierno
representa una degradación inaceptable de la democracia.
Plantea que la situación planetaria demanda un cambio de paradigma
que nadie quiere acometer y critica la "ortodoxia económica y
financiera" de Europa, a la que Francia se ha plegado (como
los demás países de
la UE), al considerar el medio
ambiente no como una inversión, sino como un gasto.
La transición ecológica
es inviable en este contexto, viene a decir.
La renuncia es un gran golpe para Macron, destaca
el diario alemán Süddeutsche
Zeitung.
Desde que Estados Unidos
abandonó el Acuerdo de París sobre Cambio Climático en junio de
2017, el presidente francés ha pretendido liderar la lucha contra el
cambio climático.
Este propósito se
debilita con la retirada de Hulot, la así llamada "conciencia verde"
de Francia.
Esperanza
perdida
Pero esto no es lo más grave.
Con Hulot desaparece
también una esperanza:
la posibilidad de
cambiar las cosas desde dentro del sistema político.
Tal como está constituido
y funciona en la actualidad, no está a la altura de los desafíos
planetarios.
La convivencia política está por los suelos, la corrupción asola las
estructuras del poder (Clotilde Champeyrache se refiere a este
proceso en su libro 'Quand
la mafia se légalise', CNRS
Editions, París 2016) y se impone un urgente cambio de mundo, como
plantea en 'Slate'
el escritor francés Laurent Sagalovitsch.
Es la misma civilización la que está cuestionada, plantea Carina
V. Kaplan en la obra colectiva inspirada en el pensamiento del
sociólogo
Norbert Elias
- 'La
Civilización en Cuestión' (Miño
y Dávila 2008).
Y es el reto que debemos
asumir...
Lo más duro es aceptar que realmente no sabemos cómo salir del
atolladero en el que estamos como civilización. Es decir, las
recetas son conocidas, y de aplicarse permitirían armonizar las
relaciones humanas con la naturaleza y entre los seres humanos.
Sólo nos queda por
resolver la ecuación energética, que está en el origen de la crisis
climática: los desarrollos tecnológicos no nos permiten todavía
atender los requisitos energéticos sin comprometer el medio
ambiente.
Estamos pues en un impasse que Sagalovitsch describe a la perfección
en su artículo:
el momento que
vivimos es grave, pero la sociedad no es consciente de la
situación.
Los políticos están
atrapados en la mecánica electoral (también está detrás de la crisis
suscitada por Hulot) y las empresas y los ciudadanos vivimos como si
no pasara nada.
Pensamos que vamos a
superar la crisis global y que saldremos de esta crisis, puede que
tocados, pero sin daños graves.

Otra civilización es posible.
Imagen: John Hain.
Desconexión,
refundación, nuevo mundo
El discurso científico es diferente:
mientras las
instituciones políticas, empresariales y religiosas reaccionan
tímidamente ante la crisis global, la comunidad científica se
moviliza como referente de certezas (siempre relativas) y de
posibles alternativas.
En noviembre pasado, más
de 15.000 científicos hicieron
un nuevo llamamiento a la humanidad
para detener la carrera hacia el abismo.
Plantean que son
imprescindibles cambios drásticos, tanto políticos como en
los comportamientos individuales, y llaman a la movilización social
para que los políticos y ciudadanos reaccionen, respeten la
naturaleza y cambien el modelo energético.
-
Este llamamiento
no ha caído en el olvido, pero ha sido mayoritariamente
ignorado.
-
Estos científicos
no han sido los únicos en señalar la necesidad de cambios
profundos.
Hace más de 30 años, el
economista egipcio Samir Amin planteó para los países en
desarrollo una idea que no tuvo mayor trascendencia:
la desconexión (La
déconnexion, Pour sortir du système mundial - La
Decouverte, París 1985).
Proponía que esta
comunidad de naciones creara un mundo aparte del de las grandes
potencias para escapar de lo que consideraba una amenaza para el
desarrollo global.
Más recientemente, el ensayista francés Jean-Claude Guillebaud
propuso otra idea no menos atractiva:
refundar el mundo (La
Refondation du monde - Seuil, París, 1999).
Entiende que refundar
el mundo no es restaurarlo, ni tampoco repatriar
tradiciones sin reinventarlas.
Se trata más bien de
redefinir lealmente lo que creemos y el futuro hacia el que
caminamos.
Y plantea que ha llegado
el momento del encuentro entre los que saben (nosotros entendemos
los científicos y los humanistas, en sentido amplio) y los que no
saben, pilar fundamental para cualquier refundación.
Y evocando a Hegel
propone que los que saben comuniquen sus conocimientos de forma
atractiva e incluso poética, para que puedan ser comprendidos.
Puede que debamos inventar otra forma de desconexión para crear un
nuevo mundo, no al margen del actual, pero paralelo, en el que las
nuevas ideas, iniciativas y proyectos, puedan crecer y desarrollarse
y conformar una civilización más armónica que la actual. Y también
que debamos pensar en refundar el mundo.
De hecho, algo de todo
esto está ocurriendo a pequeña escala de la mano de la sociedad
civil.
Como parte de todo este proceso telúrico incipiente, nosotros
estamos convocando a nuestra amplia comunidad de lectores y
seguidores en torno al
Club Nuevo Mundo.
En el marco del diálogo
ciencia-sociedad, nos hemos propuesto varios objetivos:
-
generar y
recopilar los conocimientos que nos permitan superar la
crisis global
-
prestar servicios
útiles a la transición hacia un nuevo mundo
-
formar a líderes
en los nuevos conocimientos científicos
Buscamos las herramientas
de gestión que nos ayuden a trascender el momento actual.
Pensamos que lo importante es reaccionar.
-
Puedes sumarte a
nuestro 'Club' o a cualquier otra iniciativa que plantee
medidas disruptivas que trasciendan la linealidad del
presente y nos ayuden a definir un nuevo futuro.
-
O también puedes
poner en marcha más iniciativas en sintonía con tus
conocimientos, habilidades e inquietudes.
La cuestión es generar y
sumar un gran esfuerzo colectivo para conseguir lo que ya es una
prioridad planetaria:
superar la crisis
global y trascender el modelo de civilización que hasta ahora
nos ha acompañado con una propuesta de relaciones más armónicas
con la naturaleza y entre los seres humanos.
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