| 
			 
 
			 
			 
 
 
			 
 Uno de ellos refutados por la ciencia, es que usamos apenas el 30% de nuestro cerebro. Pero no significa que el órgano más importante de nuestro cuerpo no sea capaz de realizar cosas increíbles, como el de materializar seres que después intentarán controlarnos. 
			 
 Hay egregores positivos, o podríamos decir que, compuestos por energías de carga positiva, y hay egregores que son todo lo contrario, asociados a miedos, temores, y todo el abanico de emociones y energías derivados de ellos. 
			 
 Mucho se ha hablado de las larvas en el ámbito del esoterismo, de hecho, según algunos maestros del hermetismo, el descubrimiento de estas y de sus modos de operar ha sido uno de los mayores aportes del esoterismo moderno. 
 
 
 
			 
 
			 
 
			 
 Una larva se asemeja a lo que la psicología llama un complejo, una estructura psíquica independiente de quien la posee. 
 De hecho, toda obsesión es un sentimiento o un pensamiento que se sienten y piensan por la persona, independientes de su deseo y su voluntad. 
 Las larvas funcionan como parásitos energéticos, los cuales viven de nosotros, en especial de nuestra energía psíquica. Las obsesiones, temores y vicios son claramente larvas. Todo lo que siendo nuestro nos domina sin que nosotros podamos controlarlo es una larva. 
 Como ocurre con los malos hábitos, lamentablemente, erradicarlas no es sencillo especialmente cuando estas llevan muchos años de formadas. 
 Las larvas no quieren morir, y al vivir exclusivamente de nosotros, tienden a realimentar los sentimientos y pensamientos que las mantienen vivas. 
 Ellas, 
 No solo las obsesiones son larvas, también lo son nuestros prejuicios, ideas y sentimientos arraigados, irracionales e inamovibles. 
			 
 
 
			
			Los Egrégores 
 
			 
 
			 
 Actualmente nuestra sociedad está de algún modo "infectada" de energías egregóricas por la influencia de los medios de difusión y la instalación masiva de ideas. 
 Así es que, gregariamente, 
 Un claro ejemplo son las constantes noticias negativas sobre la 'pandemia' que vemos diariamente, provocando una psicosis en caer contagiado al menor descuido. 
 Aunque nos cueste aceptarlo, 
 El nazismo, así como todas las corrientes radicales poseen su egrégor. Un egrégor equivale a la zona oscura provocada por un objeto iluminado. 
 
			Cuando quienes deben 
			trasmitir una verdad en paz lo hacen desde el totalitarismo y la 
			violencia están creando un egrégor, que lo convierte cada vez más 
			fanáticos e intolerantes. 
 
			
			 
 
			 
 La Inquisición ha sido uno de los grandes egrégores de la iglesia romana, así como lo ha sido también la inquisición protestante. 
 
			Cuando los egrégores se 
			han desarrollado en el tiempo adquieren algo así como un "cuerpo 
			simbólico" el cual es siempre una expresión cabal del imaginario que 
			los formó. 
 
			 Cortesía: proyectoemaus.com 
 
			 
 
			No son las almas de los 
			difuntos lo que alimenta al egrégor si no la voluntad de los que 
			luchan y el dolor de los que sufren. 
 
 
			 
 Esto que parece tan fantástico y hasta un juego, es en verdad extremadamente peligroso. 
 Al alimentar de vitalidad a estas imágenes por medio de un culto, se les está abriendo la posibilidad de que en un momento adquieran una vida propia. 
 
			Los egrégores son 
			entidades parasitarias porque viven de
			
			la energía de aquellos que los crean. 
 
			
			 
 
			 
 Algunos confunden a los seres de luz, a los seres espirituales, con egrégores lo que es un error. Los seres de luz como por los ángeles son creaciones divinas y no humanas. 
 Los espíritus de luz a diferencia de un egrégor, se acercan a las personas actuando como entidades benefactoras, generadoras de luz y de vida, mientras que los segundos son vampiros que viven de quienes están ligados a su energía. 
 Si un grupo humano con un sentimiento negativo en común se disuelve, su egrégor muere lentamente ya que se le quita la energía vital del grupo que lo ha formado. 
			 
 
 ¿Por qué es tan difícil desligarse de un egregor? 
			 
 Si se trata de un grupo vinculado con la religión, la espiritualidad o la sanación y la persona está enferma, esta suele mejorar de su enfermedad, o incluso curarse. 
 
			Este bienestar aparente 
			le creará una dependencia hacia el grupo y sin saberlo, su devoción 
			lo convertirá en un nuevo alimentador del egregor. 
 
 
			 
 Está es la razón principal por la que algunas personas son incapaces de abandonar posiciones mentales aberrantes o por qué es tan difícil abandonar una secta. 
 
 
 
			 
			 
 
			Según 
			
			Walter Evans en "El Libro 
			Tibetano de la Gran Liberación" (The 
			Tibetan Book of the Great Liberation), el tulpa se crea a 
			través de la visualización clara, intensa y sostenida de un objeto o 
			entidad, y que sólo las mentes cultivadas en la meditación, como los 
			yoguis o los lamas tibetanos, son capaces de crear y deshacer tulpas 
			a voluntad. 
 (Wikimedia Commons) 
 
			 
 No es una simple visión, sino un fenómeno dotado de consistencia física, que es capaz incluso de emitir olores y sonidos, entre otras cosas. Puede tomar la forma de un animal, un objeto, un edificio, un paisaje o un ser humano. 
			 
 
			
			 
 
 
 
			 
			 
 Sin embargo, a diferencia del espiritismo occidental, no se requiere de la presencia de un médium y las sesiones para su creación pueden realizarse a plena luz del día. 
			 
 Por lo general, estas proyecciones mentales tendrían una vida corta. Lo normal es que se desintegren casi inmediatamente después de ser creadas. 
 Sin embargo, si el pensamiento que los creó fuese particularmente intenso, producto de una obsesión o de un temor arraigado, la onda de pensamiento transformaría la materia mental en una energía que tendría una vida más larga e intensa. 
 El ente va aumentando su poder a medida que más gente crea en su existencia. 
			 
 
 
 
			 
			 
 
			Ella fue además una 
			famosa escritora, periodista, orientalista y espiritualista 
			franco-belga. En 1924, Alexandra viajó a Lhasa, capital del Tíbet, 
			una ciudad vedada para los extranjeros en aquel entonces. 
 
			 Cortesía: odiseajung.com 
 
			 
			 
 Este ser imaginario fue visto por Alexandra en una sesión, y desde allí comenzó a seguirla a donde iba como si fuese una mascota. 
 Durante esta primera fase solo Alexandra era capaz de ver al tulpa, pero sus continuas interacciones con este ser fueron confiriéndole más energía, y posteriormente cuentan que algunos monjes lo llegaron a ver. 
			 
 El tulpa creado por Alexandra comenzó a cambiar de aspecto, volviéndose delgado y adoptando rasgos faciales malévolos, junto con una sonrisa pícara y una mirada maligna. 
 Según su propio testimonio, el tulpa se volvió agresivo e impredecible. 
 
			Entonces, Alexandra se 
			sintió atemorizada, sobre todo después de que ciertos monjes le 
			confirmaron haber visto al tulpa maligno junto a ella, que se estaba 
			desfigurando rápidamente. 
 
			
			 
 
			 
 
 
 
 
			 
			 
 
			Ese era el caso de la 
			Sociedad de Toronto para la Investigación Psíquica, cuyo 
			director el Dr. A.R.G. Owen, organizó un experimento a 
			inicios de los años 70s para probar si era posible "crear un 
			fantasma". Owen reunió a ocho sujetos de distintas profesiones, y les encargó la tarea de crear un personaje histórico ficticio. 
 El personaje construido por los voluntarios fue un aristócrata al que llamaron Philip Aylesford, un inglés del siglo XVII, que sufrió por su matrimonio no correspondido, pero a la vez terminó provocando en forma involuntaria la muerte de su amante gitana, tras lo cual se suicidó lanzándose desde la torre de su castillo. 
 
			Todos estos detalles 
			fueron acompañados por bocetos, relatos, conversaciones y 
			descripciones que sirvieron para que el grupo visualice una imagen 
			más vívida del personaje que serviría de tulpa. 
 
			
			 
 
			 
			 
 Con el ambiente adecuado usando velas, penumbra, una mesa redonda, y el típico proceso en el cual los participantes se toman las manos, empezaron a realizar invocaciones. 
 Poco tiempo después de este nuevo método, en una sesión todos presenciaron que alguien golpeaba la mesa, y entonces intentaron entablar comunicación con la entidad. 
 Acordaron que un golpe sería un sí, dos golpes serían un no. Sorprendentemente, la entidad respondió, y todas sus respuestas correspondían con la descripción de Philip Aylesford. 
 
			También cuentan que la 
			mesa llegó a flotar y, por último, que el espíritu no sabía nada que 
			no reflejase algo de Philip Aylesford y su mundo ficticio. 
 
			 
 
			 
 
 
 
 Cómo crear un tulpa 
			 
 
			Un hecho particularmente 
			perturbador es que éstos cambian caprichosamente de forma y con 
			frecuencia de manera nada agradable. 
 
			
			 
 
 
			A pesar del dilema entre 
			abrir una puerta a lo desconocido o arruinar el equilibrio mental de 
			manera deliberada, algunos experimentadores han publicado las 
			instrucciones detalladas para conseguir crear un tulpa. 
 
 
 
 
 
 
 
 
  |