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 No dudar de nada, saberlo todo, conocer lo que fue, es y será. Este utópico grial que muchos creen poseer, otros aspiran encontrar y que todos en algún momento pretendemos hallar. 
 
			Hoy está inaccesible, 
			gracias a nuestras propias trabas metales, la educación y la vida 
			atada a unos dogmas de fe, en cualquier tipo de idea que condicione 
			nuestro pensamiento hacia unos patrones, nos hace perder el enfoque 
			y la perspectiva, para siquiera aproximarnos a rozar ese absoluto. 
 Cuando algo es cierto, no es posible discutir, no es posible enfrentarse y no es posible crearse puntos de vista alternos. 
 Parece de perogrullo, pero solo hay que entrar en la Web, para darse cuenta que hoy la verdad es tan relativa como la mentira, todo es adjetivado, analizado y matizado hasta tal punto que es discutible hasta lo más obvio. 
 Sea el tema que sea, siempre hay alguien más listo, con más argumentos y con más léxico que tú, para opinar incluso de tú vida como si te conociera mejor que tú mismo. 
 El relativismo ha infectado tanto las mentes que ya no somos capaces de ver nada con absoluta nitidez, ahora todo es relativo, por lo tanto todo se discute, se debate y se opina. 
 
			En un principio puede ser 
			hasta democrático, pero llevado al extremo no hace más que perpetuar 
			el absurdo, llegando a la sordidez más surrealista, alargando una 
			eterna agonía en la que la razón de la sinrazón campa a sus 
			anchas destrozando cualquier ápice de certeza. 
 La verdad dependía de varios factores sujetos a relativos puntos de enfoque, con lo que al final solo manejamos distintas formas fragmentadas de verdad, adjetivadas, analizadas y matizadas. 
 Hemos preferido hipotecarnos el futuro abrazándonos a conjeturas irresolubles, teorías indemostrables e hipótesis inconclusas. 
 La verdad es fractal y siempre ES verdad tenga la forma o el tamaño que tenga, no admite discusión, opinión o análisis que valga, es lo que conocemos como absoluto, veas desde el punto de vista que lo veas jamás variará un ápice su integridad. 
 Si no entiendes este concepto, llena un vaso con agua y pregunta a tus seres cercanos, familia o amigos que opinen sobre lo que ven, todos opinaran de forma distinta, todos relativizaran sobre la cantidad, la pureza, la temperatura o lo que sea, pero nadie discutirá sobre su contenido, porque esa es la verdad. 
 Todos podremos ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero nunca habrá disparidad en admitir que el contenido es agua. 
 
 
			 
 Nos distraemos en perpetuos tiras y aflojas, midiendo, analizando y sopesando cualquier cosa, obviando casi de forma deportivamente enfermiza, lo que nos une y solo vemos aquello que nos enfrenta, que por norma es tan relativo y subjetivo, que no debería hacernos perder un segundo, pero en cambio llevamos miles de años discutiendo pequeños detalles que potencian la diferencia y no la unión. 
 Unión que hoy es tan relativa que nadie podría decir que somos de la misma especie, hasta ahí, llega la estupidez relativista, que como todos los conceptos paridos desde este sistema, el cual ideologiza y etiqueta hasta el absurdo, esos "ismos" que son los trapos a los que todos entramos a poco que nos los muestran. 
 
			Batallas que no son 
			nuestras batallas, pero a las cuáles vamos a muerte a la mínima que 
			piden voluntarios. 
 Lagunas mentales llenas de pensamientos vacuos, relativo a lo propio y lo ajeno, relativo a la vida y la obra, los actos y la justicia, todo un océano de relativos presuntos, que hacen que naufraguemos sin remedio en la eterna divagación. 
 
			Jamás concluimos nada, no 
			nos cercioramos de nada, no tenemos ni una sola certeza, ni un solo 
			recuerdo de algo que sea verdad y que no haya nadie que lo rebata, 
			todo quedo etéreo, difuso y adimensional, lo relativo de lo 
			relativo, pero ninguna verdad. 
 
			Lo relativamente normal 
			en estos casos es estar encasillados, etiquetados y listos para ser 
			consumidos, en un sistema donde en lo relativo, es en el estado mas 
			próximo que estarás de la razón y la cordura, pero jamás trates de 
			cruzar a la acera de los locos, porque eso sería acercarse 
			peligrosamente a la verdad. 
 Dicen que la verdad ofende, pero solo ofende al necio que prefirió vivir engañado, pensado que todo lo que ve, oye, toca o huele es lo único que es y será. 
 
			Por eso es tan difícil 
			aceptar la verdad cuando te acercas a ella, por eso crea trauma, por 
			eso asimilarla es una tarea titánica, porque vivir en la absoluta y 
			completa mentira hace que todo sea relativamente sencillo y es mejor 
			lo relativo a lo comprometido; lo último requiere responsabilidad y 
			aceptar nuestra posición en el tablero de juego. 
 Esa es hoy por hoy la única verdad indiscutible y absoluta... 
 
			La mentira y lo relativo 
			es lo único que tenemos, es lo único que es aceptado y es lo único 
			que admitiremos como prueba argumental de cualquier duda que nos 
			acucie. 
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