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  27 Marzo 2017
 del Sitio Web
 
			
 
 
 
  En verde
 
			las 
			células granulares del cerebelo.  
			Imagen: 
			Mark Wagner. 
 
 
 Una investigación
 
			descubre con sorpresa 
			que el Cerebelo  está 
			implicado 
			en el sistema de recompensa. 
			
 
 Investigadores de Stanford han descubierto en ratones que el 
			cerebelo participa en el mecanismo cerebral de recompensa, uno de 
			los principales elementos que influyen en el comportamiento.
 
			  
			Eso significa que no se 
			limita a regular las funciones motoras, sino que está asociado a los 
			procesos de conciencia. El descubrimiento (Cerebellar 
			Granule Cells Encode the Expectation of Reward) ayudará a 
			conocer mejor lo que pasa dentro de nuestras cabezas.
 Neurocientíficos de la Universidad de Stanford han descubierto 
			accidentalmente que
			
			el cerebelo, además de regular las 
			funciones motoras del organismo, desempeña también un papel 
			importante en el sistema cerebral de la recompensa, uno de los 
			principales elementos que influyen en el comportamiento humano, 
			según se informa en un comunicado.
 
 Aunque este descubrimiento se ha centrado en ratones, los 
			científicos piensan que el cerebelo actúa de manera similar en todos 
			los vertebrados y que probablemente funcione de igual manera en 
			seres humanos.
 
 Hasta ahora se ha pensado que el cerebelo era una región del 
			encéfalo cuya función principal era la de integrar las vías 
			sensitivas y las vías motoras.
 
			  
			Se le ha considerado como 
			el hermano menor del cerebro, que es la sede del pensamiento, la 
			inteligencia y la planificación. Y que su cometido era únicamente 
			ayudarnos a respirar y a mantener el equilibrio.
 Sin embargo, los investigadores han descubierto que en realidad 
			es una de las regiones menos conocidas del cerebro.
 
			  
			Sólo ocupa el 10% del 
			volumen total 
			del cerebro, pero contiene más del 
			50% de sus neuronas.  
			  
			Y lo más importante:
			 
				
				no está al margen de 
				los procesos de la conciencia. 
			Este descubrimiento 
			sugiere que las neuronas que integran el cerebelo, (término 
			que literalmente significa cerebro pequeño) funcionan de una 
			forma totalmente inesperada.
 
			  
			  
			La punta del 
			iceberg
 
 La realidad es que todo lo que se sabía hasta ahora del cerebelo 
			puede ser la punta del iceberg.
 
			  
			El cerebro humano 
			contiene alrededor de 60.000 millones de células granulosas. Las 
			células granulosas son neuronas extremadamente pequeñas que se 
			encuentran dentro de la capa granular del cerebelo y son muy 
			difíciles de estudiar.
 El equipo de Stanford ha utilizado una técnica nueva para observar 
			en directo las células granulosas, conocida como
			
			microscopía de excitación de dos fotones.
 
			  
			Es una técnica de 
			proyección de imagen fluorescente que permite la imagen de tejido 
			vivo hasta una profundidad de un milímetro.
 El resultado de esta técnica permite observar la imagen de un órgano 
			con una coloración verde que no es un color falso, sino una 
			sustancia conocida como
			
			proteína verde fluorescente.
 
			  
			En realidad es una 
			proteína producida por la medusa 
			
			Aequorea victoria, que emite 
			fluorescencia en la zona verde del espectro visible.  
			  
			El gen que codifica esta 
			proteína está aislado y se utiliza habitualmente en biología 
			molecular como marcador.
 Dada esta propiedad de la proteína verde fluorescente de destacar 
			sobre otras, los investigadores la introdujeron mediante 
			manipulación genética en el ADN de los ratones del experimento, con 
			la finalidad de observar en vivo y en directo el funcionamiento de 
			las células granulosas del cerebelo de los ratones en acción.
 
 
 
			
 Sorpresa en el 
			cerebelo
 
 El experimento (Cerebellar 
			Granule Cells Encode the Expectation of Reward) consistía 
			en un sistema que daba a los ratones una recompensa de agua con 
			azúcar cada vez que empujaban una palanca.
 
			  
			De esta forma, podían 
			observar la implicación del cerebelo en los movimientos físicos. 
			  
			Inesperadamente, 
			observaron también una conexión entre las células granulosas y el 
			sistema de recompensa, desencadenado por el agua con azúcar.
 Constataron que algunas células granulosas se activaban cuando el 
			ratón empujaba la palanca, pero también que todas las células 
			granulosas también se activaban cuando el ratón esperaba su 
			recompensa.
 
			  
			Y por último, que otro 
			grupo de células granulosas se activaba cuando el ratón conseguía la 
			recompensa.
 Este descubrimiento certifica que las células granulosas no están 
			asociadas únicamente al movimiento, sino también al sistema cerebral 
			de recompensa. Este sistema se activa ante un estímulo externo y 
			envía señales que liberan neurotransmisores responsables de 
			sensaciones placenteras como la dopamina y la oxitocina.
 
 El descubrimiento es algo así como una revelación, consideran los 
			investigadores.
 
			  
			Durante 50 años, se 
			suponía que las células granulosas - y por extensión el cerebelo - 
			desempeñaban sólo las funciones más básicas, porque nadie tenía las 
			herramientas necesarias para observar de cerca las células 
			granulosas en acción.
 Ahora que los científicos tienen una idea más clara de lo que está 
			sucediendo, la esperanza de estos investigadores es que el 
			descubrimiento pueda conducir a algo mucho más grande.
 
			  
			Si el cerebelo está 
			implicado en otras tareas asociadas a la cognición, y que no limita 
			sus funciones a las tareas motoras, será preciso integrar este 
			descubrimiento con el conocimiento que se tiene de las demás 
			regiones cerebrales para averiguar lo que realmente está sucediendo 
			dentro de nuestras cabezas, concluyen los investigadores.
 
			  
			  
			Referencia
 
				
			 
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