Artículos Adicionales

 



¿Prueba Nuclear Submarina Provocó el Tsunami?
por Alfredo Jalife-Rahme

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=10133 

Las insuperables fábulas de La Fontaine enseñan que “la desgracia de unos constituye la felicidad de otros”.

 

La página mordaz Xymphora (7 de enero) enumera cuatro “ventajas" del tsunami para Estados Unidos:

  1. Merma aún más a los tigres asiáticos, países cuyo éxito había sido embarazoso para el modelo rapaz de desarrollo mundial de Estados Unidos
     

  2. Provee inmensas oportunidades a los amigos de la administración de Bush para enriquecerse por medio de lucrativos contratos de abastecimiento de emergencia en la misión de socorro
     

  3. Le otorga a la flota de Estados Unidos la justificación para encontrarse en lugares en los que en otras circunstancias no podrían estar, así como enormes oportunidades para descargar cualquier cargamento, que luego podría utilizar útilmente en el Océano Índico
     

  4. Provee la oportunidad para una exhibición ostentosa de la buena voluntad de Estados Unidos, que puede ser empleada para una campaña de propaganda para restaurar la imagen de ese país en el mundo”. Los cuatro puntos van viento en popa.
     

  5. Revitalización de las bolsas neoyorkinas en Wall Street (NASDAQ, NYSE)

Una crítica feroz de Free Internet Press (7 de enero), que proclama ofrecer “noticias sin censura para la gente real” (sic), propina un golpe demoledor que se puede prestar a interpretaciones dolosas y hermenéuticas:

“El ejército de Estados Unidos y el Departamento de Estado recibieron aviso temprano del tsunami, pero hicieron muy poco para alertar a los países asiáticos. La base naval estadounidense en el atolón de Diego García en el Océano Índico fue notificada y salió ilesa”.

El economista Michel Chossudovsky, tremendo crítico canadiense, realizó una extensa investigación que cuestiona sarcásticamente:

“¿Por qué el Departamento de Estado quedó mudo sobre la existencia de una catástrofe inminente?”. (“Conocimiento de un desastre natural: Washington sabía que un maremoto letal se fraguaba en el Océano Índico”: Centre for Research on Globalisation, 29 de diciembre).

¿Se trata de otro encubrimiento similar al del paradigmático 11 de septiembre?

 

Como de costumbre, las teorías conspirativas abundan en Internet y varias son verdaderamente descabelladas, pero otras nos dejan perplejos. A ver quién es capaz de contestar en el mundo la pregunta de BBC News (5 de enero):

“¿Por qué la base de Estados Unidos se salvó del tsunami?”.

De no haber sido porque lo publicó The Jerusalem Post, diario israelí vinculado al partido Likud y a los ultra-halcones de Estados Unidos - cuyo director es el influyente israelí-estadounidense Richard Perle - debemos confesar que no nos hubiéramos atrevido a cruzar el Rubicón informativo, por ser “políticamente incorrecto” (es decir, no es la moda mediática), sobre la temeraria aseveración de la revista egipcia Al-Usbua (que en árabe significa “hebdomadario”; 6 de enero), que repite el periódico israelí:

“Fue provocado posiblemente por un experimento nuclear en el que los expertos nucleares de Israel y Estados Unidos participaron” (...).

¿Pueden las pruebas nucleares submarinas, difícilmente detectables, a diferencia de las pruebas atmosféricas y subterráneas, provocar un tsunami? Desde luego que sí.

Dependiendo de la magnitud de la prueba nuclear (en la actualidad no existen explosiones “menores”; todas son superiores a las de Hiroshima y Nagasaki) y la ubicación (por ejemplo, en la cercanía de una placa tectónica o de una zona geológicamente sensible, sin soslayar que existe el antecedente en los últimos tres siglos de tres tsunamis en el Cinturón de Fuego), es científicamente creíble.

 

Pero de allí a deducir y/o inducir, sin evidencias concluyentes, parece a primera vista temerariamente descabellado. (...)

Como el 11 de septiembre de 2001, en términos geopolíticos no importa tanto si el tsunami fue natural o provocado: otra vez el gran beneficiado resultó el unilateralismo bushiano, independientemente de la autoría natural o artificial. Desde luego que sí importa en términos humanos y humanistas, para prevenir otros tsunamis, sean “naturales” o provocados.

 

En este último caso, tan sencillo como abolir las pruebas nucleares submarinas por ser de lesa humanidad en el mayor grado de criminalidad planetaria. Pero a nuestro juicio, fue tan criminal haber provocado, como haber ocultado deliberadamente a las 13 naciones afectadas, con varias horas de antelación, un cataclismo que a todas luces era previsible y prevenible.

 

El resultado es el mismo.

Para beneficio de un análisis descontaminado de la ausencia de evidencias concluyentes, eliminamos de tajo la posibilidad causal del experimento nuclear submarino —sin desechar la obligatoriedad de investigar la hipótesis operativa de Al-Usbua sobre la(s) presunta(s) prueba(s) nuclear(es) en el Océano Índico—, y observamos que el epicentro del tsunami “natural”, frente a la superestratégica región de Aceh-Sumatra (Indonesia) — pletórica en gas y yugular del transporte comercial marítimo entre el Océano Índico y el mar del sur de China —, tuvo un increíble tino de alta precisión geopolítica, que beneficia a Estados Unidos como a nadie.

The Backward Flow in Qian Tang Jiang River land sliding tidal wave,

Hangzhou, Zhejiang, China. 2002/10

It is an amazing natural phenomenon.

銭塘江逆流 /中国杭州

 

 

 

El Tsunami
por Luis Javier Garrido

La Jornada

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=9741

El maremoto de fines de 2004 está poniendo en crisis al modelo de dominación neoliberal, y por todo lo que significa es un desafío para los pueblos de todo el mundo.

El tsunami, o sucesión de olas gigantes producidas por el movimiento sísmico que tuvo su epicentro en Banda Acech (Sumatra) la mañana del 26 de diciembre, que de confirmarse las informaciones sería el tercer terremoto más devastador de la historia (tras los acaecidos en Sanshi en 1556 y en Tangshan en 1976) -ya que destruyó una docena de países del océano Indico, con más de 200 mil muertos, decenas de miles de desaparecidos, medio millón de heridos y millones de damnificados- está poniendo también de relieve cuál es la naturaleza del llamado modelo neoliberal que el gran capital trasnacional tratan de imponer al mundo, y de paso está desnudando a los gobiernos de Estados Unidos y de las potencias occidentales.


El tsunami modificó el eje de rotación de la Tierra, arrasó islas enteras, devoró pueblos, redujo archipiélagos a la mitad y cambió la geografía de varios países, pero sobre todo dejó una estela de hambre, de epidemias y de desolación que cuestiona a los poderes políticos y económicos trasnacionales, que si fueron incapaces de advertir del desastre no han respondido tampoco ante sus dimensiones.


El maremoto no pudo haberse evitado, desde luego, pero sí sus efectos, que pudieron ser menores si la información de que dispusieron los gobiernos, y en especial la administración de Bush, se hubiera hecho del conocimiento de los pueblos.

  • ¿Por qué la base militar estadounidense en la isla británica de Diego García recibió el aviso del Centro de Alerta de tsunamis de Hawai y su personal fue puesto a salvo mientras la población civil era devastada, según informaron The New York Times y la BBC de Londres el 30 de diciembre?

  • ¿Y por qué ningún responsable del gobierno indio hasta ahora ha explicado el motivo por el cual si la propagación de la cadena de olas tardó entre tres y cuatro horas en llegar a las costas de India no se alertó a los pobladores - mismo caso en que se hallan las autoridades de Sri Lanka -, lo que hubiera permitido salvar decenas de miles de vidas?

El modelo neoliberal ante una tragedia de estas dimensiones estalla hecho pedazos: no tiene respuesta para los seres humanos.

 

El gobierno de Bush decidió invertir más en su fiesta de investidura que en la ayuda a Asia hasta que la crítica de algunos medios y la presión de los legisladores lo hizo reaccionar y darse por enterado asignando más fondos, que pasaron de 35 a 300 millones de dólares (1º de enero), aunque aun así otros países, como Australia y Japón, sigan aportando más que Estados Unidos.

 

Y la explicación fue clara: son las grandes empresas, y si éstas no pueden son los ciudadanos los que deben afrontar la situación y no el gobierno, y para subrayarlo demandó la complicidad de dos ex presidentes, su padre y Bill Clinton, para que lo ayuden a una colecta que desresponsabiliza a su administración.


Y es eso mismo lo que Kofi Annan, el secretario general de Naciones Unidas, está haciendo: en vez de exigir a las grandes potencias y a los poderosos intereses trasnacionales que actúen corresponsablemente, pretende que sean los países con menos posibilidades, como los de América Latina, quienes lo hagan.

 

De ahí que 10 días después del maremoto, y cuando los topos de la ciudad de México llevan allá días trabajando en los rescates, Vicente Fox se da por enterado y repite las mismas palabras de Bush y de Annan en un deplorable acto publicitario más de los que acostumbra (6 de enero).


La reacción tardía de Colin Powell, el saliente secretario de Estado estadounidense, ante la tragedia no ha hecho más que evidenciar aún más lo que históricamente ha significado "la ayuda" para el gobierno estadounidense, y cuáles son las nuevas amenazas que se ciernen sobre esa región, donde a todas luces la Casa Blanca no piensa en las víctimas, sino en sus intereses en la lógica de dominación.

 

Powell no ocultó que el gobierno de Bush pretende utilizar el tsunami para alcanzar de manera menos complicada en el sureste asiático lo que ha estado buscando en Afganistán y en Irak tras costosísimas guerras: ampliar su hegemonía en la región; de ahí que vea fundamental estrechar sus vínculos con el que es el gobierno más represivo de la región, y el que enfrenta amplia oposición armada.


Tras sobrevolar Banda Acech, Powell justificó que su gobierno esté ayudando a Indonesia de manera prioritaria señalando ante las cámaras de televisión que este "apoyo militar" se debe a que Indonesia es el país musulmán más populoso del mundo (5 de enero), por lo que Washington espera que en retribución a su "generosidad" se entiendan cuáles son los valores americanos y mejore la imagen de Estados Unidos entre los pueblos musulmanes a los que, olvidó decir, sigue exterminando en Fallujah y otras ciudades iraquíes o en las montañas afganas.

 

Por eso ya algunas voces empiezan a alertar sobre el hecho de que la ayuda pueda no servir para salvar vidas y reconstruir la infraestructura esencial de los miles de pueblos de pescadores y campesinos de esos países, sino para:

  • fortalecer gobiernos espurios

  • modificar las relaciones de producción

  • imponer valores culturales que faciliten la expansión del modelo neoliberal

El hecho de que los gobiernos occidentales y la administración de Bush estén engañando a sus pueblos sobre el número de sus connacionales muertos no es sino una evidencia más de su noción de lo que es "la globalización", y de que buscan presentar el desastre como algo que afecta a los pueblos asiáticos, pero no a ellos (que sólo van a prestar "ayuda generosa").

 

En un principio se hablaba de 20 mil estadounidenses desaparecidos: ahora sólo son 4 mil, aunque nada más se reconozcan 16 muertos.


El desastre anuncia de esta manera una recomposición de las zonas de influencia hegemónica en la región. Y si hasta ahora esos países siniestrados, supuestamente independientes, habían estado bajo la influencia británica, no en balde la infraestructura de consulados y agencias responsables de informar sobre los desaparecidos sigue siendo la inglesa, como informó El País (2 de enero), Estados Unidos está empezando a tomar el relevo.


La depredación causada por el tsunami de 2004 no tiene paralelo, pero las hambrunas, las enfermedades y las epidemias que se ven venir, y sobre todo la desolación que amenaza a esos pueblos de no poder reconstruir su propio mundo, podría ser algo mucho peor.

 

El maremoto de Lisboa de 1755 conmocionó a las inteligencias del Siglo de las Luces; el de ahora exige una reflexión global.


 


El Tsunami - Tragedia en Asia

por Bruno Cardeñosa

http://www.proyectopv.org/1-verdad/tsunami.htm

Algo falló; el terremoto fue detectado y diferentes organismos científicos alertaron de la proximidad de devastadores tsunamis en el sureste de Asia. Sin embargo, no se tomaron las medidas oportunas. Hay que conocer las claves que los grandes medios ocultan respecto a la tragedia más devastadora de nuestros últimos tiempos.

El maremoto del pasado veintiséis de diciembre se cobró la vida de más de 296.000 personas. Impotentes ante la sacudida de un destino trágico y que nos venden imprevisible, asistimos a un desfile de muerte y desolación. Entonces, el mundo y sus gobernantes pusieron cara de solidarios; dinero aquí y allá, ayuda humanitaria, ONG's entregadas a los necesitados, “tropas de paz” e historias por el estilo para cubrir de más lodo la verdad sobre un hecho que jamás debería haber provocado tragedia semejante.

 

Porque mientras millones de personas lloran, unos cuantos poderosos ríen porque la naturaleza les ha puesto en bandeja el cumplimiento de sus sueños más ruines. Ahora un mes y medio después se frotan sus manos haciendo cuentas y desplegando sobre el mapa geoestratégico de la Tierra las piezas de la partida de ajedrez a la que juegan.

A las 00.59 horas del 26 de diciembre, las fallas del Índico chocaron provocando un terrible terremoto cerca de las costas de Sumatra. A miles de kilómetros de allí, el Centro de Alertas de Hawai captó el movimiento sísmico. En este observatorio está instalada la sede del Centro de Alertas del Pacífico, un sistema de previsión de catástrofes dependiente de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. Organismo que a la vez depende del gobierno de los Estados Unidos.

Apenas quince minutos después de que se produjera el rompimiento de las capas terrestres bajo el mar, los responsables del equipo de científicos emitieron una nota en la que se ofrecen los parámetros del terremoto al tiempo que se advertía que “no existe amenaza de tsunami destructivo”. Justo cincuenta minutos después –es decir, una hora y cinco minutos después del terremoto y entre una y tres horas antes de la llegada de inmensas olas a las costas-el equipo de Hawai emitió un nuevo comunicado en el cual se advertía de “posibles tsunamis en las proximidades del epicentro del terremoto”.

El telegrama remitido desde Hawai llegó al instante a decenas de centros asociados en el Pacífico, así como a diferentes oficinas del departamento de Estado, nombre que allende los mares tiene el Ministerio de Asuntos Exteriores. Dicho departamento es gobernado en Estados Unidos por el famoso oficial-político Colin Powell. Sin embargo, ese aviso se sumergió en un inmenso agujero negro en cuanto llegó a los despachos de Washington.

 

Pero se trató de un agujero negro más que particular, porque sin ir más lejos, los miles de oficiales y soldados de la base norteamericana de Diego García - de donde parten los aviones que bombardean Irak y Afganistán - sí recibieron el aviso y tomaron las medidas de precaución establecidas para esta serie de casos.

Apenas tres horas después de la alarma, las gigantescas olas alcanzaron aquella isla propiedad del gobierno norteamericano. No hubo víctimas ni daños humanos que lamentar. Al mismo tiempo, decenas de miles de indios, indonesios y cingaleses, entre otros, tragaban el agua de los tsunamis que les llevaron a la tumba colectiva más grande y amplia que recuerdan los tiempos modernos. A ellos nadie les avisó porque el Departamento de estado no consideró necesario alertar a las once naciones que sufrirían los estragos de las olas.

A medida que se profundiza en la información, brota una sensación irrespirable. Da asco pensar que nadie hizo nada por evitar la catástrofe. La misma que cualquiera puede sentir ante estos datos la tiene también Michel Chossudovsky, profesor de la Universidad de Ottawa (Canadá). Ha intentado ordenar todos los datos y buscar que falló. De sus consultas se deduce que aunque en principio no se emitió una alerta en condiciones, los científicos de Hawai confirmaron a Chossudovsky que informaron a las autoridades pertinentes y, en especial, al Departamento de Estado.

 

Sin embargo, los avisos no llegaron a la mayor parte de los países de la zona. Sólo la base aérea de Diego García y los gobiernos de Australia e Indonesia recibieron los comunicados del equipo de Powell. Cabe recordar que estados Unidos tiene un especial vínculo con el gobierno Indonesio, ya que quiere conquistar un aliado en la zona, Indonesia es el país con más población musulmana del planeta.

 

Otros países como Tailandia que si pertenecen a la “Red de Alerta de Tsunamis” no recibieron el pertinente informe. Pese a ello, tampoco Indonesia tomó medidas. Oficialmente, las explicaciones que se han dado son vagas y se reducen a “la necesidad de evitar el pánico en las zonas turísticas”.

Tras analizar todos los datos, Tad Murty, de la Universidad de Manitoba, dictaminó que,

“se podría haber salvado la vida de miles de personas; no hay razón para que ni una hubiera fallecido a consecuencia del Tsunami”.

Y es que como bien dice,

“en algunos lugares hubo hasta cuatro horas para tomar medidas hasta la llegada de las olas”.

En un principio el gobierno de Bush apenas destinó treinta y cinco millones de dólares para ayudar a las zonas afectadas. Sin embargo, la ola de críticas obligó al presidente de los Estados Unidos a multiplicar la cuantía de la ayuda hasta casi quinientos millones de dólares. Al mismo tiempo, dos altos dirigentes de Estados Unidos se desplazaron hasta el lugar de la tragedia.

 

Se trata del mencionado Colin Powell y del hermano del presidente, el gobernador de Florida, Jeb Bush, que en octubre del año 2000 apoyó políticamente un informe del Proyecto Nuevo Siglo Americano (PNAC) redactado por líderes conservadores estadounidenses. En dicho trabajo se solicitaba del próximo gobierno una serie de actuaciones destinadas a mantener la hegemonía de Estados Unidos durante el siglo XXI.

 

Entre otras cosas, los ideólogos neoconservadores instaban a su gobierno a tomar posiciones militares estratégicas en diferentes partes del mundo, especialmente en Asia.

En esos mismos días, el eufemismo “ejercito humanitario” se globalizó al hilo del envío a la zona afectada de decenas de miles de soldados de diferentes países con objeto de colaborar en su recuperación.

Los responsables de las ONG's que llevan décadas trabajando en la zona no esconden su sorpresa ante la “novedosa” forma de actuar de los ejércitos:

“No está claro porque deban ser los ejércitos los primeros en hacer ayuda humanitaria; estamos ante una cuestión tremenda de la que vamos a tener que hablar, porque había unos organismos que eran las ONG's que se supone que prestan ese socorro y resulta que ahora son los soldados. Hay que replantearse esta esquizofrenia”, aseguró Alberto Soteres.

ABC –16 de enero de 2005-02-15

Los Estados Unidos han desplegado allí más de quince mil soldados repartidos entre los portaviones Abraham Lincoln y Bonhomme-Richard, que llegaron junto a otros veinte buques de guerra, seis barcos de transporte, cuarenta y seis helicópteros y un hospital naval. Por su parte, el principal aliado norteamericano, el Reino Unido, envió a la zona treinta y un barcos, veinte helicópteros y cuatro aviones.

 

¿A qué se debe tan monstruoso desplazamiento de tropas?

 

Lógicamente, la opinión pública Indonesia mostró su disconformidad. No obstante se trata del país de mayoría musulmana más poblado del mundo y en su población anida un profundo sentimiento antiamericano. Sin embargo, el gobierno es, para los dirigentes de Washington, un tradicional aliado en la zona. De hecho, a finales de 2001, George Bush decidió ayudar militarmente al desarrollo militar de Indonesia. Como consecuencia de ello entrega a Yakarta dieciocho millones de dólares anuales para la compre de material bélico norteamericano.

 

A cambio, Indonesia debe permitir que sean instructores militares estadounidenses los que formen en técnicas de combate a los soldados locales, al tiempo que se le exige al país asiático mantener bajo control a los grupos radicales islamistas.

 

En la actualidad, la ayuda norteamericana se estaba traduciendo en una enorme y manifiesta superioridad Indonesia frente a los islamistas en la Banda Aceh, en donde estos guerrilleros locales luchan por su independencia. Precisamente, en esa región el Tsunami dejó más de 120.000 víctimas.

Tropas en Asia, ¿maniobras estratégicas?

¿Qué se esconde tras el envío masivo de “tropas humanitarias” a Indonesia?

 

No pocos señalan que son razones puramente estratégicas. Por un lado, se considera importante “lavar” la negativa imagen que el ejército se ha granjeado a nivel mundial tras las atrocidades de Irak. Pero por otro, los ideólogos estratégicos de Estados Unidos llevan años intentando que el sureste asiático se convierta en un enclave ocupado por una importante cantidad de tropas militares.

Quizá por ello el aviso de que se acercaba una tragedia a las costas de aquellos países quedó sumergido en un agujero negro...



¿TSUNAMI PROVOCADO?

http://www.proyectopv.org/1-verdad/tsunamiprovocado.htm

Una noticia transmitida por la agencia de Prensa Reuters y publicada en varios periódicos de Australia el 28 de noviembre de 2004, informaba que 169 ballenas y delfines estaban atrapados en unas playas de Tasmania. Según el senador Bob Brown –miembro del Parlamento de ese país-, este fenómeno fue provocado por los bombardeos de infrasonidos sobre los lechos marinos del Pacífico, que se realizan para detectar yacimientos de petróleo y gas natural. La frecuencia de estos infrasonidos interfiere en la capacidad auditiva de los cetáceos, impidiéndoles distinguir los cambios de profundidad del agua y la distancia a las playas.

Jim Cummings, del Instituto de Ecología Acústica de Australia, afirma que estas prospecciones se vienen realizando desde 1968 mediante “cañones de aire comprimido”. Los impulsos creados por la liberación del aire de veinticuatro cañones sincronizados, generan ondas de sonido lo suficientemente poderosas como para penetrar hasta cuarenta Km. en el lecho marino. El nivel sonoro de dichas ondas se sitúa entre 200 y 240 decibelios. Cada cinco segundos se lanza un disparo a unos diez metros desde la superficie del mar, durante veinticuatro horas al día.

Es sabido que las ondas de muy baja frecuencia pueden resonar en diferentes tipos de roca, provocando su desintegración. Durante la Guerra Fría, el científico francés Vladimir Gavreau investigó el desarrollo de armas tácticas defensivas sobre la base de las propiedades destructivas de los generadores de infrasonidos.

El terremoto de 8´1º en la escala de Richter del 24 de diciembre, a unas 500 millas del sureste de Tasmania, puede atribuirse al uso de estos generadores. En este caso no se formaron tsunamis, aunque la altura de las olas mar adentro fue mucho más alta que lo normal.

Dos días después de este violento seísmo, el 26 de diciembre 2004, otro terremoto, esta vez de 9´0º en la escala de Richter se produjo en la intersección de las placas tectónicas australiana e india, provocando el terrible desastre que todos conocemos.

Al día siguiente, otras veinte ballenas se quedaron varadas en las playas de Tasmania. Lo más curioso de todo esto es que los lugares donde quedaron atrapados los cetáceos en los treinta días anteriores están en la misma zona donde se produjo el sismo australiano de 8´1º Richter el 24 de diciembre, precisamente en el punto donde se realizan los disparos con los cañones de aire comprimido. Dos días después del violento desplazamiento de la placa tectónica, la costa Indonesia fue golpeada por el terremoto de 9´0º Richter.

Nuestra actividad - como ya se ha comprobado suficientemente, clima, etc. - puede provocar catástrofes naturales sin precedentes y efectos imprevisibles. Baste recordar que las erupciones volcánicas pueden disparar el efecto invernadero y que seísmos como el de Asia han alterado los litorales y los fondos marinos con consecuencias desconocidas que sólo se verán en el futuro.

También nos enseña que vivimos en un mundo interconectado y que la tragedia de los cetáceos enloquecidos por nuestros sonares y bombardeos de infrasonidos bien puede ser el prólogo de una tragedia sin precedentes que afecte a toda la Humanidad.

Pero como casi siempre, prima el asunto económico a la conciencia de que Gaia (La Tierra) esta enferma.

 

Volver al Índice