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  Noviembre 01, 2013
 del Sitio Web
			
			GazzettaDelApocalipsis
 
 
			  
			  
			
 
 
  
 
			  
			  
			Hemos caído en la trampa.
 
			Es triste aceptarlo y sobretodo resulta profundamente 
			descorazonador.
			Pero es la cruda verdad.
			La dictadura global avanza con paso firme y seguro.
			El infierno del Control Masivo ya es un hecho imparable.
 
 A mucha gente quizás le parezca absurdo que ahora, precisamente 
			ahora, cuando se desenmascaran los casos de espionaje masivo de
			
			la NSA y de 
			
			Wikileaks, alguien se exprese de forma tan derrotista.
 
			Mucha gente quizás piense que jamás se habían desvelado tantas 
			verdades juntas y que la sombra del Gran Hermano se aleja 
			definitivamente, diluida por la cegadora potencia de los focos 
			mediáticos.
 
			Pero son precisamente esos focos mediáticos los que revelan la cruda 
			realidad, los que nos muestran cuan terrible es la situación que 
			estamos viviendo.
			Porque realmente importa muy poco, por no decir, absolutamente nada, 
			lo que está sucediendo sobre el escenario.
 
			Poco importa que los gobiernos Europeos y Latinoamericanos se 
			muestren indignados ante la vigilancia masiva de la NSA.
 
			Poco importa que algunos de ellos colaboraran o no en la vigilancia 
			Norteamericana, como es el caso de Francia y España, enfrascados 
			como están sus máximos dirigentes Hollande y Rajoy en una frenética 
			carrera por dirimir cuál de los dos alcanza las más altas cotas de 
			ridículo en la política Europea.
 
 
			Poco importan las medidas que tomen Angela Merkel, 
			Dilma Rousseff, o 
			los altamente democráticos gobiernos de China y Rusia en su lucha 
			por rematar al malvado Imperio Americano, convertido ya en villano 
			de su propia película. 
			Ni tan solo importan las nuevas revelaciones que puedan surgir a 
			partir de ahora, porque en realidad, nada va a cambiar lo que puedan 
			aportar Edward Snowden, Julian Assange, la NSA, ni mil y un 
			documentos filtrados o sacados a la luz quien sabe desde qué oscuros 
			ficheros.
 
 
			
			
  
			  
			No nos dejemos embaucar por la estimulante inmediatez de las 
			noticias ni por el torbellino de detalles superficiales formados por 
			luces de colores y titulares rutilantes y explosivos.
 
			Y mucho menos por las presuntas soluciones que surgirán 
			milagrosamente, aparentemente destinadas a preservar nuestra 
			privacidad y nuestra seguridad en ese pomposamente bautizado como 
			espacio de libertad 
			
			que es Internet.
 
 Porque la verdad es que el Gran Hermano ya ha triunfado.
			Ya está aquí.
			Y ha llegado para quedarse para siempre, para formar parte integral 
			de la Especie Humana hasta el fin de los tiempos.
 
 Esa es la espantosa y terrorífica realidad...
 
			  
			¿Porqué? 
			Porqué ya vivimos sometidos al más estricto control las 24 horas del 
			día, rodeados de las omnipresentes cámaras de vigilancia en calles, 
			oficinas, edificios y carreteras.
 
			Y porque somos totalmente incapaces de prescindir de los móviles y 
			de las tablets y sobretodo de Internet y del imparable 
			almacenamiento de nuestros datos en la Nube, esa suerte de creciente 
			cerebro común que nos arroja a un nuevo y tenebroso estado como 
			especie.
 
 
			
			
  
			  
			  
			Y ante todo, porque a nadie le importa ni le preocupa en 
			lo más mínimo que le estén vigilando y controlando. 
			Porque al fin y al cabo, ¿cuales han sido las 2 frases más 
			pronunciadas por la ciudadanía tras desvelarse el escándalo de 
			vigilancia masiva de la NSA?
 
				
				"Todos lo sabíamos" 
				y...
 
				"Yo no tengo nada que esconder"
 
			Frases repetidas hasta la saciedad por la gente de la calle, como un 
			mantra hipnótico, que revelan el profundo estado de condicionamiento 
			mental y de vergonzante sumisión al que estamos todos sometidos.
 Porque en realidad, estas frases ocultan un mensaje mucho más duro 
			de aceptar:
 
				
				"Todos lo sabíamos" en realidad significa: 
				"no hicimos nada por impedirlo" 
				"No tengo nada que esconder" en realidad significa: 
				"no me importa en absoluto que me vigilen… no me importa mi 
				privacidad ni me importa mi dignidad como ser humano… solo 
				quiero que me dejen seguir jugando con mis chismes"
 
			Y este es el punto clave que determina el triunfo final del Gran 
			Hermano. 
				
			 
			Así ha triunfado el mal siempre y así triunfará de nuevo.  
			  
			Aunque esta vez será para siempre...
 
			  
			  
			
			CÓMO NOS HAN MANIPULADO
 
			Pero llegados aquí, quizás deberíamos preguntarnos ¿cómo hemos 
			llegado a este punto sin retorno?
 
			Ciertamente, el triunfo del Gran Hermano se fundamenta en 7 
			maniobras de manipulación psicológica, 7 mecanismos clave instalados 
			en nuestra mente sin los cuales no habríamos aceptado tal situación:
 
 
			  
				
				1 - Inoculación 
				Este es el primer paso, el punto inicial de toda programación mental 
			de la población.
 
				Básicamente consiste en inocular una idea en el imaginario común, 
			con el objetivo de normalizarla, es decir, hacerla plausible, 
			comprensible y asumible para todos, hasta convertirla en una 
			posibilidad vital.
 
				El objetivo principal consiste en eliminar el impacto emocional que 
			implicaría imponer súbitamente y por la fuerza el concepto que se 
			quiere inocular.
			En este ejemplo concreto, el concepto a inocular es el del Control 
			Masivo de la Población.
 
				El vehículo habitual y más efectivo utilizado para introducir 
			conceptos destinados a moldear el imaginario social es la ficción 
			cinematográfica y televisiva de masas.
 
 
				
      
				Así, durante años hemos sido inoculados 
			progresivamente con el concepto del Control Masivo a través de 
			exitosas películas, como por ejemplo:  
					
					El Show de Truman o Enemigo 
			Público, hasta culminar en series de TV como Person of Interest, 
			donde la visión de ese Control ya es casi real, sin olvidar el show 
			televisivo más destructivo y malintencionado jamás creado: Gran 
			Hermano.
 
				
      
				Todas estas ficciones, especialmente 
				Enemigo 
			Público y Person of Interest, dada su plausibilidad y actualidad, 
			han condicionado nuestra mente para que pronunciemos sin pestañear 
			la frase:  
					
					"Todos lo sabíamos".   
						
						
						¿Qué habría sucedido si nuestra mente jamás hubiera ni tan solo 
			concebido la posibilidad del control masivo que nos ofrecen estas 
			obras de ficción?  
						
						¿Cómo habría reaccionado entonces la población al despertarse un 
			buen día y descubrir que todas nuestras llamadas y mensajes son 
			monitoreados, analizados y almacenados? 
				El impacto podría haber sido brutal. 
				La confianza hacia nuestros gobernantes y hacia el sistema entero se 
			habría venido abajo, como si un repentino día descubrieras que tus 
			padres te secuestraron cuando eras un bebé o que tu marido es un 
			asesino en serie.
 
				Pero ese impacto no se ha producido, porqué el concepto ya había 
			sido hábilmente inoculado en nuestros cerebros.
 
				Por esta razón no ha sucedido ni sucederá nada.
 
   
				2 - Generalización
 
				Otro de los puntos clave consiste en conseguir que el concepto 
			afecte a todas las personas sin distinción.
 
				Pongamos el ejemplo del Control Masivo.
 
					
						
						
						¿Qué sucedería si un día despertaras y descubrieras que solo te 
			vigilan a ti?
						
						¿Qué solo controlan tus llamadas, que solo monitorean tus datos y 
			comunicaciones y que las cámaras solo te graban a ti, 
			exclusivamente? 
				Simplemente, no podrías soportarlo y tu reacción podría ser 
			imprevisible. 
				Sin embargo, si sabes que todos somos controlados y vigilados por 
			igual, la idea del Control se te hace mucho más reconfortante y 
			aceptable.
			No te sientes como el único, como el aislado, como el perseguido.
			Y eso reduce en gran medida tu sentimiento de rebeldía.
 
				Es un sentimiento análogo al que tendrías si te dijeran que has 
			contraído un virus mortal y que solo lo has contraído tú.
			Te sentirías señalado y maltratado por el universo, por el destino o 
			por Dios.
 
				Sin embargo, si sabes que ese virus proviene de un brote epidémico 
			que ha afectado a la mayoría de la población mundial y que vamos a 
			morir todos, te sientes integrado en un destino común y en cierta 
			manera, eso te tranquiliza.
 
				Desgraciada y paradójicamente, este es uno de los resortes 
			psicológicos que impiden que nos rebelemos ante el establecimiento 
			del Gran Hermano.
 
     
				3 - Seguridad 
				Evidentemente, el argumento base, la excusa, el vil subterfugio en 
			el que se fundamenta el establecimiento del Gran Hermano, es en la 
			supuesta seguridad de la población.
 
				En esa división ficticia entre 
				Buenos y Malos, entre ciudadanos 
			pacíficos y terroristas criminales.
 
				Este es el punto que nos lleva a pronunciar la patética frase:
 
					
					"yo 
			no tengo nada que esconder". 
				Una frase terrible, pues alberga en su interior muchas 
			implicaciones. 
				La primera consiste en considerarse el bueno de la película sin tan 
			solo preguntarse por las motivaciones que puedan tener los supuestos 
			malos ni quienes son en realidad.
 
				La segunda y aún mas terrible es la aceptación sumisa de que la 
			autoridad tenga derecho a vigilar si escondes algo o no.
 
				Tal cesión del poder individual, reflejo directo del mundo que hemos 
			construido, resulta sin lugar a dudas, el hecho más lamentable y 
			despreciable de todos, pues representa un insulto directo a nuestra 
			propia naturaleza humana más esencial.
 
				Pero comprender esa esencia implicaría una conciencia profunda como 
			individuos y eso es algo difícil de conseguir y transmitir, pues ha 
			sido debidamente borrada de nuestra mente por la sociedad, a través 
			de esas factorías de programación mental que son las escuelas.
 
   
				4 - Dependencia
 
				A estas alturas, ya no sabemos prescindir de los propios mecanismos 
			tecnológicos que sirven para controlarnos.
 
				Somos dependientes de ellos, o más bien dicho, nos sentimos 
			dependientes.
			La mayoría de gente no sabría vivir sin su teléfono Móvil, su 
			Smartphone, su Tablet, su Computadora, su Whatsapp, su Twitter o su 
			Facebook.
 
				A pesar de que muchos de ellos 
				hayan vivido feliz y confortablemente 
			durante muchos años sin ninguno de estos elementos.
 
 Ahora parece que hayan estado ahí siempre y que sin ellos la 
			supervivencia sea imposible.
			Y lo cierto es que nadie querrá aceptarlo, pero hay una palabra para 
			definir eso:
 
					
					se llama Adicción.
			Pura adicción psicológica. 
				Somos adictos a las redes sociales y a nuestros móviles y chismes 
			como lo es un heroinómano o un jugador.
 
				
    
				Y como los adictos nos hemos buscado mil y una excusas para 
			justificar nuestra adicción.
 
				Nos hemos convencido a nosotros mismos de que los necesitamos.
			Pero eso no es cierto.
			Los necesitamos porque los demás también son adictos como nosotros y 
			no queremos quedarnos solos y aislados.
 
				Se trata de un curioso caso de adicción psicológica social, de 
			carácter masivo, en la que todos ejercemos de camello y de yonki a 
			la vez, una estructura altamente eficiente que impide que nadie 
			abandone jamás su adicción.
 
   
				5 - Participación
 
				Este es quizás uno de los puntos clave más sutiles y tenebrosos.
 
				Pues lo cierto es que no solo somos víctimas del Control Masivo.
			También somos partícipes de él y cada vez lo seremos más y más.
 
				En los últimos años, todos y cada uno de nosotros hemos abandonado 
			el rol de mero espectador del espectáculo audiovisual, para pasar al 
			otro lado de la cámara.
 
				Y este es un salto psicológico esencial.
			Crucial.
 
				Desde el mismo momento en que somos nosotros los que podemos grabar 
			a los demás, desde el mismo momento en que podemos capturar el mundo 
			y verlo en una pequeña pantalla en tiempo real, nuestra mente supera 
			la línea divisoria y nos introduce inconscientemente en el rol del 
			controlador, del vigilante.
 
				Nos hace partícipes del proceso de Control Masivo y eso reduce 
			enormemente nuestra angustia y de nuevo, nuestra rebeldía.
 
				Nos hemos acostumbrado a ver mil y una imágenes furtivas grabadas 
			con móviles. Imágenes de agresiones policiales, delitos, peleas, 
			accidentes de tráfico y desgracias de todo tipo, vistas en cámara 
			subjetiva.
 
				Nos hemos acostumbrado a grabar sin pedir permiso y a ser grabados 
			sin concederlo.
 
 
				
      
				Porque nosotros también somos el Gran Hermano.
			Y eso sí es terrible... 
				Pues en un futuro cercano, todos nos grabaremos los unos a los 
			otros, todos ejerceremos de vigilantes, de controladores y de 
			denunciantes.
 
				Ahora quizás parezca una fantasía alocada, pero si todo sigue así, 
			llegará un día no muy lejano en que cada cara que nos crucemos por 
			la calle será una cámara de vigilancia y cada mirada una grabación… y 
			llegados a ese punto ¿qué seremos nosotros?
 
 
				
    
				Solo seremos actores, fingiendo constantemente para ser aceptados 
			por los demás y por la sociedad.
 
				El triunfo absoluto de la dictadura más atroz y aterradora jamás 
			imaginada, la destrucción de la esencia individual del ser humano y 
			de la libertad personal hasta sus raíces más profundas.
 
   
				6 - Modus Vivendi
 
				Este significa, sin duda, el punto culminante del proceso, la 
			garantía de perpetuación del Gran Hermano:
 
					
					convertir el Control 
			Masivo en un modo de vida. 
				Y es que ciertamente, ya hemos llegado a esta situación. 
				Ahí están las nuevas generaciones, crecidas al amparo de los 
			Smartphones y las redes sociales.
 
				Generaciones de jóvenes acostumbrados a exhibirse como monos de 
			zoológico ante los turistas, adictos a la exposición pública de sus 
			rutinas diarias, como un modo de vida y de relación con los demás.
 
				Criados desde pequeñitos en la navegación por las redes sociales, en 
			las que ver constantemente mil y una caras iguales a las suyas, con 
			ropas, peinados, poses y posturas imitadas como las suyas, en un 
			patético e infinito bucle de imitación-exhibición-imitación con el 
			que diluir cualquier atisbo de individualidad en ese ácido tóxico 
			que es la masa despersonalizada.
 
 
				
    
				Esa es la triste realidad:
 
					
					la aparición de una nueva subespecie 
			humana, formada por semi-individuos con espíritu de colmena, 
			incapaces de vivir si no es bajo la (para ellos) cálida mirada de la 
			omnipresente cámara ante la cual rendir credenciales de forma sumisa 
			y voluntaria. 
				Porque con las nuevas generaciones, al Gran Hermano ya no le hace 
			falta camuflar sus actividades. 
				Se exhiben gratuita y voluntariamente, dando todos los detalles 
			sobre sus pensamientos, conductas, actividades e intenciones.
			No solo son vigilados y controlados. Quieren ser vigilados y controlados. Lo necesitan.
 
				Una maravillosa generación de esclavos que por encima de todo desean 
			ser esclavizados. Cuyo único sueño es ser esclavizados. Incapaces de 
			concebir cualquier cosa que no sea su propia esclavitud.
 
   
				7 - Ilusión de 
			victoria
 
				Por último, el Gran Hermano nos ofrece un hábil y malintencionado 
			resorte al que podemos asirnos en momentos de desesperación o súbita 
			clarividencia.
 
 
				Se trata de un brillo de esperanza prefabricado: 
				 
					
					la visión del 
			Hacker romántico, del liberador, del Robin Hood de las redes, capaz 
			de derrotar al dragón.
			El héroe invencible que desde el anonimato de un aislado sótano 
			puede acabar cuando quiera con tanta opresión masiva, reventando el 
			sistema entero desde su interior. 
					Una fantasía inoculada junto al concepto del Control Masivo, por la 
			misma vía de la ficción cinematográfica, que actúa como un 
			anticuerpo ficticio en el que, en última instancia, podríamos 
			confiar para liberarnos del Gran Hermano, de la bestia que nos 
			aprisiona.
 
				Pero solo es una patraña. Un simple y burdo engaño. 
				Una ilusión en la que no debemos confiar, a pesar de los esfuerzos 
			mediáticos por mostrarnos a algunos de estos héroes solitarios y 
			presentarlos como una alternativa real, con nombres y caras reales y 
			reconocibles, como,
 
					
				 
				
    
				
				   
				
				     
				Pero realmente, el Gran Hermano los 
			necesita... 
				Porque sin ellos no habría alternativa, no existiría oposición 
			alguna ni lugar a la esperanza y entonces solo quedaría una opción 
			para oponerse al Gran Hermano:
 
					
					cortar los cables, reventar los 
			móviles, derribar los satélites, destruir las redes, demoler el 
			sistema entero… ¡y eso sí sería peligroso! 
				Es mucho mejor una alternativa fiable, una cara amable y heroica que 
			forme parte de los propios mecanismos del sistema.
			No hay mejor enemigo que el que creas y controlas tú mismo. 
				   
				Lo saben 
			todos los gobernantes de la historia.
   
			Así pues,  
				
					
					
					¿Alguien duda aún de que el Gran 
					Hermano ya ha triunfado?
					
					¿Cómo hemos llegado hasta aquí?
					
					¿Se trata de un proceso casual o 
					ha sido fruto de una hábil y compleja maniobra de ingeniería 
					social, dirigida durante generaciones? 
			Ciertamente, poco importa ya.  
			  
			El sistema 
			de Control Masivo ya está instaurado. Y basa sus futuros triunfos en 
			la falta de perspectiva de los ciudadanos. 
			En la falta de visión de esos ciudadanos que ahora piensan que no 
			importa que les vigilen, incapaces de comprender las profundas 
			implicaciones que este sistema de control tendrá sobre sus vidas y 
			sobre las de sus descendientes.
 
			Ciudadanos que no comprenden que al otro lado no se encuentra un 
			señor con auriculares que escucha sus conversaciones y toma notas en 
			un trozo de papel, sino una fría y desalmada máquina que los 
			clasifica, los analiza y los monitorea como si fueran piezas de una 
			factoría o pollos de una granja.
 
 
			Una máquina sin sentimientos ni empatía 
			que ni tan solo sabe lo que es un ser humano, que nos clasifica a 
			todos según nuestros perfiles, costumbres, aficiones, amistades e 
			inclinaciones ideológicas e incluso sexuales. 
			  
			
  
			  
			Y con cuya información, determinadas entidades pueden saber, en cada 
			momento, qué resortes deben accionar y cómo deben hacerlo para 
			manipularnos y conducirnos como a un rebaño camino del matadero.
 
			Con un poder de control que ni el más enloquecido de los dictadores 
			y criminales de la historia habría podido ni tan solo soñar.
			Porque poco importa que ahora nos portemos bien y no tengamos nada 
			que esconder.
 
			Los criterios de la máquina pueden ser programados a conveniencia y 
			podemos convertirnos en peligrosos cuando ella decida, no cuando lo 
			decidamos nosotros.
 
 Y por más que nos auto-engañemos, por más que decidamos calificar de 
			paranoicos a los que nos adviertan del terrible futuro que se cierne 
			sobre nosotros, por más excusas y subterfugios que busquemos, lo 
			cierto es que, ahora mismo, la única solución, la única salida para 
			impedir que el Gran Hermano siga adelante, pasa por la renuncia 
			radical y generalizada a estas tecnologías y por la demolición del 
			sistema hasta sus cimientos.
 
			Algo triste, casi inconcebible para todos nosotros, pues amamos 
			estas tecnologías, nos hacen la vida fácil y sobretodo, somos 
			adictos a ellas.
 
 Pero desgraciadamente nadie toma conciencia de la enorme magnitud de 
			lo que está sucediendo. Porque no se trata de una cuestión 
			ideológica, política o social.
			No es una mera cuestión de organización o de libertades civiles.
 
 Estamos ante un salto como especie, un momento crucial a nivel 
			evolutivo, pues implica la desaparición de la esencia misma del ser 
			humano tal y como lo hemos conocido hasta ahora y el surgimiento de 
			un nuevo tipo de humanidad.
 
 Por qué la gran pregunta que se plantea es de una profundidad sin 
			precedentes:
 
				
				¿EN QUÉ TIPO DE SERES QUEREMOS 
				CONVERTIRNOS? 
			Tú decides... 
			  
			  
			  
			  
			  
			*** 
			  
			  
			 
			  
			  
			  
			Fragmento-Resumen 
			
			
			Opresión en Red - El Nuevo Modelo de 
			TiraníaSeptiembre 29, 2014
 
			  
			  
			
			 
			  
			  
			Mucha gente se empeña en cerrar los ojos 
			ante lo que está sucediendo.
 Pero la realidad está ahí para quien tenga la valentía de verla: 
			estamos entrando, irremisiblemente, en
			
			la era del Gran Hermano.
 
 Una auténtica pesadilla de
			
			vigilancia masiva y monitoreo constante 
			del ciudadano, hábilmente disfrazados bajo un halo de modernidad y 
			progreso tecnológico supuestamente "repletos de ventajas".
 
 Pero lo más terrible del asunto es que estamos siendo conducidos a 
			la más espantosa de las dictaduras sin que nadie nos haya obligado a 
			ello. Somos nosotros mismos, la propia población, la que 
			voluntariamente se subyuga a las nuevas cadenas.
 
 Y lo hacemos gracias a uno de los mecanismos psicológicos más 
			simples y efectivos jamás creados:
 
				
				convertirnos en partícipes directos 
				del control masivo. 
			Es decir, estamos ante una tiranía que 
			se implantará porque nos permitirán ser, simultáneamente, 
			prisioneros y carceleros.
 
			
  
			  
			  
			  
			UNA MANIOBRA 
			GENIAL
 
 Cada vez más, el mundo que percibimos a nuestro alrededor nos está 
			siendo narrado a través de las pantallas que nos rodean por todas 
			partes.
 
 Pero en los últimos tiempos se ha producido un salto clave: 
			actualmente, todos y cada uno de nosotros hemos abandonado el rol de 
			mero espectador pasivo del espectáculo audiovisual, para pasar al 
			otro lado de la cámara.
 
 Ahora, gracias a los dispositivos de grabación de los móviles, todos 
			somos espectadores y directores a la vez.
 
 Y este es un salto psicológico absolutamente crucial.
 
 Desde el mismo momento en que somos nosotros mismos los que podemos 
			grabar a los demás, desde el mismo momento en que podemos capturar 
			el mundo y verlo en una pequeña pantalla en tiempo real, nuestra 
			mente supera una línea divisoria imaginaria y nos introduce 
			inconscientemente en el rol del controlador, del vigilante.
 
 
			
  
 
			Nos hace partícipes del proceso de Control Masivo y eso 
			reduce enormemente nuestra angustia y nuestra rebeldía ante el hecho 
			de ser constantemente observados y vigilados.
 
 En el interior de nuestra mente se han borrado las fronteras entre 
			"ellos" (los que vigilan) y "nosotros" (los vigilados).
 
 Así ha sido como nos hemos habituado a ver mil y una imágenes 
			furtivas grabadas con móviles. Escenas de sexo, intimidad hogareña, 
			agresiones policiales y delitos, accidentes de tráfico y desgracias 
			de todo tipo, vistas en cámara subjetiva, como si hubieran sido 
			grabadas por nosotros mismos.
 
 Nos hemos acostumbrado a grabar sin pedir permiso y a ser grabados 
			sin concederlo. Nuestro concepto de intimidad se ha difuminado, así 
			como se ha difuminado la de los demás.
 
 Las pantallas de nuestros móviles, tablets y ordenadores son las 
			nuevas ventanas a las que nos asomamos para espiar a los vecinos. 
			Ventanas portátiles que acechan en cualquier rincón y que podemos 
			llevar en nuestros propios bolsillos.
 
 Ahí reside el truco...
 
 En hacernos creer que nosotros también participamos del poder del 
			Gran Hermano. Que nosotros también somos el ojo que todo lo ve y 
			todo lo escruta.
 
 
			
  
 
			Y eso sí es terrible.
 
 Pues en un futuro inmediato, todos nos grabaremos los unos a los 
			otros, todos ejerceremos de vigilantes, de controladores y de 
			denunciantes.
 
 Ahora quizás parezca una fantasía alocada, pero si todo sigue así,
			
			llegará un día no muy lejano en que 
			cada cara que nos crucemos por la calle será una cámara de 
			vigilancia y cada mirada una grabación…y llegados a ese punto ¿qué 
			seremos nosotros?
 
 Solo seremos actores, fingiendo constantemente para ser aceptados 
			por los demás y por la sociedad.
 
 Será el triunfo absoluto de la dictadura más atroz y aterradora 
			jamás imaginada, la destrucción de la identidad individual del ser 
			humano y de la libertad personal hasta sus raíces más profundas:
 
				
				las de la mente... 
			  
			  
			MODUS VIVENDI
 
 El punto culminante del proceso, la garantía de perpetuación del 
			Gran Hermano será cuando convirtamos el Control Masivo en nuestro 
			modo de vida.
 
 Y desgraciadamente, ya hemos llegado a este punto.
 
 Ahí están las nuevas generaciones, crecidas al amparo de los 
			Smartphones y las redes sociales.
 
 Generaciones de jóvenes acostumbrados a exhibirse como monos de 
			zoológico ante los turistas, adictos a la exposición pública de sus 
			rutinas diarias, como un modo de vida y de relación con los demás.
 
 
			
  
 
			Criados desde pequeñitos en la navegación por las redes sociales, en 
			las que ver constantemente mil y una caras iguales a las suyas, con 
			ropas, peinados, poses y posturas imitadas como las suyas, en un 
			patético e infinito bucle de imitación-exhibición-imitación con el 
			que diluir cualquier atisbo de individualidad en ese ácido tóxico 
			que es la masa despersonalizada.
 
 Esa es la triste realidad:
 
				
				la aparición de una nueva subespecie 
				humana, formada por semi-individuos con espíritu de colmena, 
				incapaces de vivir si no es bajo la (para ellos) cálida mirada 
				de la omnipresente cámara ante la cual rendir credenciales de 
				forma sumisa y voluntaria. 
			Porque con las nuevas generaciones, al 
			Gran Hermano ya no le hace falta camuflar sus actividades.
 Se exhiben gratuita y voluntariamente, 
			dando todos los detalles sobre sus pensamientos, conductas, 
			actividades e intenciones. No solo son vigilados y controlados. 
			Quieren ser vigilados y controlados. Lo necesitan...
 
 Una maravillosa generación de esclavos que por encima de todo desean 
			ser esclavizados. Cuyo único sueño es ser esclavizados. Incapaces de 
			concebir en su mente cualquier cosa que no sea su propia esclavitud.
 
 Ciertamente los tiranos han aprendido mucho: ya no nos encadenan por 
			la fuerza.
 
 Nos han convencido para que deseemos tanto sus cadenas que incluso 
			lleguemos a hacer cola por adquirirlas y celebremos como un triunfo 
			el ser los primeros en cerrar nuestro propio candado.
 
 Como hemos podido caer tan bajo…
 
 
 
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