por Luis Aravena S.

desde Viña del Mar./La Segunda

26 Septiembre 2013

del Sitio Web Globedia

 

 

 


Científico chileno inventó

cómo dar agua potable

a 1.100 millones de personas pobres en el mundo.
Alfredo Zolezzi abrió las puertas del

Centro de Innovación Avanzada

para dar a conocer sus proyectos de innovación

con alto impacto social.

 



Zolezzi en su laboratorio ubicado en la ruta Las Palmas.
 

 

 

Ultrasonido para reciclar

Uno de los proyectos más ambiciosos es el que busca impactar a 16 millones de familias latinoamericanas a través del reciclaje.

 

La idea del AIC es generar una planta capaz de eliminar, a través del ultrasonido, la tinta de los envases Tetra Pak, para luego vender los cartones como productos intermedios a las papeleras.

 

Zolezzi desea compartir su creación con la Asociación Latinoamericana de Recicladores.

"Estamos estudiando cómo lograr que los más pobres de los pobres, gente que trabaja en la basura, se convierta en un eslabón fundamental de la industria del reciclaje en el continente", cuenta Zolezzi.

Alfredo Zolezzi (54) está empecinado en demostrarle al mundo que la ciencia es clave para ganar la batalla contra la pobreza.

Por eso, el diseñador industrial abrió las puertas del Centro de Innovación Avanzada (AIC) a "La Segunda" para dar a conocer el actual desarrollo de proyectos tecnológicos con alto impacto social.

"¿Por qué no podemos demostrar que la ciencia avanzada puede resolver problemas sociales que se arrastran por décadas?", se pregunta Alfredo Zolezzi.

Tras una pausa, no tarda en responderse:

"Nos dedicamos a la innovación porque queremos que las tecnologías lleguen a las poblaciones en riesgo social antes que estén obsoletas", asegura.

 



Purificación

Zolezzi alcanzó reconocimiento público luego de que el centro que dirige creara un sistema de sanitización de agua que a través del plasma, es capaz de eliminar microorganismos nocivos para salud.

 

La tecnología fue testeada con aguas contaminadas del Estero Marga-Marga, que incluso contenía el cadáver de un ratón. Las pruebas del Dictuc determinaron que el equipo era capaz de combatir con eficacia altas cargas bacteriológicas.

El pasado 13 de junio, el AIC se trasladó a Michigan para validar el purificador ante el NSF de Estados Unidos, entidad internacional que certifica sistemas de sanitización de agua.

De obtener la validación - el resultado será entregado en los próximos días - le permitirá al AIC negociar la fabricación y distribución masiva a nivel global de productos con algunas de las 12 compañías interesadas en este invento.

En el AIC comentan que purificar agua a gran escala y a bajo costo - fabricar el artefacto cuesta alrededor de US$ 200 - podría ser una solución para las 1.100 millones de personas que no tienen acceso a agua potable en el mundo.

 

Por ello, Zolezzi garantiza que se reservarán licencias a costo cero para ONGs, tal como ocurrió con el sanitizador instalado por SocialLab del Techo para Chile en el campamento San José de Cerrillos.

"Queremos llevar esta tecnología hasta el último rincón del planeta que viva problemas humanitarios por falta de agua", asevera Zolezzi.

 

 


El modelo del éxito

El equipo de 18 profesionales del AIC - entre los que figuran científicos rusos y de la NASA - creó el Modelo de Objetivos Integrados (MOI), metodología que les permite desarrollar tecnologías con innovación.

"Abordamos problemas para buscar la generación de valor distribuido en la sociedad y acelerar la lucha contra la pobreza. Cuando los escalamos, estos proyectos se convierten en magnetos que atraen el capital", explicó el director del AIC.

El MOI es la culminación de una vida científica, dice Zolezzi, quien calcula que demoró 15 años en alcanzarlo.

 

Este modelo, que les garantiza una alta tasa de acierto, es aplicado en cada uno de los emprendimientos que lleva a cabo el AIC.

Uno de éstos tiene relación con el consorcio firmado con el prestigioso Advanced Magnet Lab de Estados Unidos y la Fundación Avina, instituciones que conformaron la primera colaboración mundial para la creación y comercialización de aplicaciones industriales de superconductividad.

 

Esta tecnología logra transmitir grandes cantidades de energía sin resistencia y sin pérdidas significativas.

 

Además, el acuerdo contempla la instalación de un centro científico.

 

 



"Made in Chile"

Actualmente, el Centro de Innovación Avanzada se encuentra trabajando para empresas de la industria forestal, la minería y el petróleo.

 

El objetivo es inventar aplicaciones tecnológicas que optimicen los procesos energéticos y causen menores impactos ambientales. El sueño de Zolezzi es que estos proyectos no se "encapsulen" para que estén disponibles en todo el mercado mundial.

El trabajo del AIC ha captado la atención de prestigiosos medios estadounidenses como el Washington Post y el Chicago Tribune; y le ha significado a Zolezzi importantes reconocimientos como la Medalla Yuri Gagarin de la Academia Rusa de Ciencias y el Premio a la trayectoria a la Innovación Avonni 2012.

"Queremos demostrar que Chile sí es un polo de desarrollo tecnológico porque se democratizó la innovación y el emprendimiento", asegura el científico viñamarino.

Si bien ha recibido múltiples ofertas para emigrar al extranjero, Zolezzi tiene claro que su lugar está en Chile.

"A nadie le molesta que desde acá busquemos soluciones a los problemas que agobian a la sociedad", sentencia desde su laboratorio emplazado en el "Silicon Valley Chileno", un sobrio edificio ubicado en la Ruta Las Palmas en Viña del Mar.