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			por Ricardo GonzálezJulio 2007
 
			del Sitio Web
			
			LegadoCosmico 
			  
				
					
						
						“Ha sido creado como un arma; ha embestido como la muerte…A 
						
						los Anunnaki, que eran cincuenta, los ha destruido…
 El Orbitador Supremo, que vuela como un ave ha sido herido en el 
			pecho”.
 Antiguo Texto Sumerio
 
			De acuerdo a las informaciones que hemos recibido en nuestra 
			experiencia de contacto, seres de diversas civilizaciones, y con las 
			más variadas intenciones, se han interesado en nuestro planeta desde 
			que la Tierra era sólo un “proyecto” en el Plan Cósmico.
 Ante ello, como estrategia para protegernos de una eventual amenaza, 
			se estableció la llamada “cuarentena planetaria” - en su primera fase, 
			hace unos 12.000 años - una suerte de bloqueo cósmico a otras 
			civilizaciones que podrían llegar a nuestro planeta con propósitos 
			bélicos o de colonización. La medida, aunque operante desde aquellos 
			tiempos, habría sido fortalecida en una fecha tan reciente como 
			1945, debido a las repercusiones de la Segunda Guerra Mundial y el 
			estallido de la bomba atómica.
 
 La 
			Confederación de Mundos de la Galaxia, que vigila la Tierra y 
			otros planetas en vías de evolución, así lo consideró: al 
			desarrollar armas de destrucción masiva, podríamos “atraer” como un 
			imán a diversas criaturas cósmicas de similar condición vibratoria. 
			Alguien tenía que protegernos.
 
 Pero ese “interés” en la Tierra no era gratuito.
 
			  
			Aquellas guerras 
			son tan antiguas como nuestra propia historia…
 
			  
			
			La Guerra de los Dioses
 
 Uno de los manuscritos más largos y completos, perteneciente al 
			extraordinario 
			
			hallazgo del Mar Muerto en 1947, habla de una guerra 
			entre “Los Hijos de la Luz y los Hijos de las Tinieblas”.
 
			  
			Lo 
			intrigante es que el manuscrito no sólo anticipa una guerra de 
			humanos - y que a la luz del panorama mundial actual no resulta del 
			todo descabellada - sino que seres divinos se involucrarán en un 
			enfrentamiento contra la mismísima oscuridad: 
				
				“Los Hijos de la Luz lucharán contra los Hijos de las Tinieblas con 
			una demostración de poderío divino, en medio de un estrepitoso 
			tumulto, en medio de los gritos de dioses y hombres”. 
			Según el 
			
			Mahabharata, un texto antiguo de la India, hubo una feroz 
			batalla en el cielo. El vencedor fue el poderoso Indra, que combatió 
			desde su vehículo aéreo a los asuras, que se ocultaban en sus “nubes 
			fortalezas”.  
			  
			Los himnos del Rig Veda describen así a la “deidad”: 
				
				“Tú avanzas de combate en combate intrépidamente, destruyendo 
			castillo tras castillo con tu fuerza. Tú Indra, con tu amigo, que 
			hace que el enemigo se doblegue, redujiste desde lejos al astuto 
			Namuchi.
 Tú que diste muerte a Naranja, Parnaya... Tú que has destruido las 
			cien ciudades de Vangrida.
 
 Las crestas del noble cielo sacudiste cuando tú, atrevido, por ti 
			mismo heriste a Sambara”
 
			Por otra parte, en los archivos reales de la cultura hitita, se 
			habla del dios Teshub - “Divino Tormentador” - y de sus pretensiones 
			por controlar las regiones superiores de la Tierra; se menciona 
			además las batallas que el dios Kumarbi había lanzado contra él y 
			contra sus descendientes. Al igual que el relato que ofrecen otras 
			culturas del mundo, el vengador Kumarbi se apoya en otros “dioses” 
			aliados para dar la batalla final.
 El hilo conductor está en que los hititas, aunque pronunciaban los 
			nombres de sus deidades en su propia lengua, los escribían 
			utilizando la escritura sumeria… Para pensar un poco más, el término 
			“divino” que empleaban, “DIN.GIR”, es sumerio, y significa:
 
				
				“Los 
			Justos de las Naves Voladoras”. 
			Pero no todos fueron tan “justos”.
 Todas las referencias que disponemos, ya sean largos relatos épicos 
			o proverbios de dos líneas, señalan a los dioses en medio de 
			terribles batallas estelares.
 
			  
			La epopeya hitita, con claras 
			connotaciones sumerias, recuerda también el relato sánscrito de la 
			batalla final entre Indra y el “demonio” Vritra: 
				
				“Y entonces se pudo contemplar una terrorífica visión, cuando dios y 
			demonio entablaron combate. Vritra disparó sus agudos proyectiles, 
			sus incandescentes rayos y relámpagos…
 Después, los relámpagos se pusieron a centellear, los estremecedores 
			rayos a restallar, lanzados orgullosamente por Indra…
 
 Y de pronto el toque de difuntos de la perdición de Vritra estuvo 
			sonando con los chasquidos y estampidos de la lluvia de hierro de 
			Indra; perforado, clavado, aplastado, con un horrible alarido el 
			agonizante demonio cayó de cabeza…
 
 E Indra le dio muerte con un rayo entre los hombros…”
 
			Los textos antiguos de la India están llenos de estas 
			desconcertantes referencias a batallas en el cielo y vehículos 
			voladores.
 Volviendo al Mahabharata - palabra sánscrito que no en vano significa 
			“gran guerra” - se puede leer que Maia, otra curiosa “deidad” hindú, 
			construyó un gran habitáculo de metal, que fue trasladado al cielo…
 
			  
			Cada una de las divinidades, como Indra, Yama, Varuna, Kuvera y 
			Brama, disponía de uno de estos aparatos metálicos y voladores 
			llamados “vimanas”. Estos vehículos cósmicos tenían la forma de una 
			esfera, y navegaban por los cielos por el efecto del mercurio que 
			provocaba un gran viento propulsor. Los hombres alojados al interior 
			de las vimanas podían recorrer grandes distancias en un instante.
 Otra referencia intrigante la aporta Narada - el gran sabio de la 
			antigua tradición - quien menciona a una “ciudad volante” 
			perteneciente a Indra, “estacionada” interrumpidamente en el cielo; 
			por si ello fuera poco, ese portento estaba rodeado de una “pared” 
			blanca, que producía destellos de luz en el firmamento. Sin 
			comentarios.
 
 En el Ramayana, otra antigua obra hindú, también se habla de esos 
			misteriosos objetos volantes. Según se dice, las personas que se 
			montaban en aquellos vehículos divinos podían viajar hacia los 
			cielos y dirigirse inclusive a las estrellas y a mundos lejanos, 
			para luego retornar a la Tierra.
 
 Esta y otras epopeyas hindúes, describen batallas aéreas con 
			“misiles” semejantes al rayo, capaces de destruir los sembrados y 
			convertirlos en tierra yerma. Una de tales armas, desprendía “un 
			humo más brillante que diez mil soles”.
 
			  
			La desaparición de la ciudad 
			de 
			Mohenjo-Daro en la India, hace unos 3.500 años, podría estar 
			relacionada con estos relatos. Según hoy sabemos, sobre esa ciudad 
			se produjo un resplandor deslumbrante, una gigantesca explosión con 
			una luz totalmente cegadora y que hizo hervir los mares cercanos a 
			este enclave costero.
 Si el lector aún se tambalea en la duda ante aquel cinematográfico 
			efecto destructivo de 
			las vimanas, echemos un vistazo al siguiente 
			párrafo del “Bhisma Parva”:
 
				
				“Es un rayo desconocido, gigantesco, mensajero de la muerte que 
			redujo a cenizas a los Vrishnis y a los Andhakas. Los cadáveres 
			quemados no eran reconocibles. A los muertos se les caía el cabello 
			y las uñas... Cukra, volando en una vimana de gran poder, lanzó 
			sobre la triple ciudad un objeto único cargado con la fuerza del 
			Universo.    
				Una humareda incandescente, parecida a diez mil soles, se 
			elevó esplendoroso. Cuando la vimana descendió del cielo, se vio 
			como un reluciente bloque de metal posado en el suelo”. 
			Aquellas “guerras del cielo”, también son mencionadas en el 
			Apocalipsis de San Juan (Capítulo XII), donde Miguel y sus ángeles 
			se enfrentan al Dragón.  
			  
			Por otra parte, la mitología griega menciona 
			la sublevación de los dioses ante la suprema divinidad: Zeus. 
			Resultado de ello fue una verdadera batalla que tuvo como escenario 
			las blancas paredes del Olimpo. Además, las culturas americanas 
			también hablan de una guerra en los cielos que ocurrió “antes del 
			diluvio”.  
			  
			¿Acaso la guerra de los dioses provocó la legendaria 
			“inundación” del planeta? ¿Con ello no nos estaremos acercando a la 
			historia de la Atlántida?
 Como fuere, hubo un “nuevo comienzo” en el mundo luego de una 
			catástrofe de proporciones inimaginables. El tiempo y las leyendas 
			han ocultado el misterio. Un misterio que señala un comportamiento 
			bélico y destructivo de los dioses o, para llamar las cosas por su 
			nombre, de los seres extraterrestres que visitaban en aquellos 
			tiempos nuestro planeta.
 
 Pienso que aquellas contiendas estelares no encuentran una 
			explicación satisfactoria únicamente en la cuarentena de protección 
			planetaria. La sensación que dejan los relatos antiguos es que 
			aquellos seres, los “dioses”, se “conocían”, y que se habían jurado 
			batalla en la Tierra. Por alguna razón - estimo poderosa - quienes 
			estaban en nuestro mundo cumpliendo una misión, se separaron tomando 
			rumbos y posturas distintas.
 
			  
			Y de un conflicto de ideas se 
			desencadenó el accionar bélico.
 ¿Fuimos nosotros la causa?
 
 
			  
			
			Los deportados de Orión
 
 Las siguientes líneas, aunque difíciles de digerir, son 
			indispensables para comprender por qué se habría desencadenado la 
			“guerra de los dioses”.
 
 Una de las civilizaciones extraterrestres más poderosas se encuentra 
			diseminada en lo que llamamos Orión, la constelación del “cazador” 
			en la mitología griega. De acuerdo a nuestra experiencia de contacto, 
			en Orión se produjo una batalla estelar encabezada por un ser 
			denominado Satanael. Aquella entidad, cuyo nombre se asemeja 
			sospechosamente al “Satán” bíblico - nombre hebreo que significa “el 
			adversario” - dirigió una rebelión que propugnaba un cambio en la 
			dinámica del Plan Cósmico.
 
 Satanael no estaba de acuerdo en que la humanidad sea la 
			civilización que debía “salvar a las otras” a través de un proyecto 
			que no había tenido en cuenta a las propias civilizaciones de Orión. 
			La insurrección de Satanael - y he aquí la pieza clave de aquel drama 
			cósmico - en realidad no había germinado en Orión.
 
 Era una postura generada por otra entidad, no extraterrestre, sino 
			procedente del mismísimo Universo Mental. Los seres que viven allí 
			son de energía pura, y actúan como co-creadores en el Universo 
			Material. Por tanto nos hallamos ante un ser poderoso e impensable. 
			Un Helell o “resplandeciente”.
 
 Fue en el Universo Mental donde se delineó los pasos del Plan 
			Cósmico. Según sabemos, ello se dio a través de un “Concilio de los 
			Helell”. No obstante, una de las entidades no estuvo de acuerdo en 
			que el proyecto sea aplicado a una nueva humanidad, proponiendo que 
			sean las civilizaciones extraterrestres ya existentes - como 
			
			la de 
			Orión - las depositarias de los cambios para corregir el 
			estancamiento evolutivo en que el Universo Material se hallaba 
			sumido.
 
 Pero las cosas no se podían hacer así. Introducir cambios tan 
			gravitantes en las antiguas civilizaciones extraterrestres resultaba 
			peligroso; todas ellas habían venido experimentando un orden mental, 
			un patrón heredado de los propio Helell, y cambiar drásticamente de 
			enfoque podría generar el colapso. Se tenía que empezar de cero.
 
			  
			Empezar con una nueva humanidad en donde se puedan medir, 
			gradualmente, los cambios, y en consecuencia las respuestas que 
			brindaría este proyecto para todo el Universo.
 Lug - uno de los más poderosos Helell del Universo Mental 
			- al ver que 
			el proyecto se desarrolla ajeno a sus expectativas, empezará a 
			influir en los más poderosos seres del Universo Material para 
			boicotear la ejecución del Plan Cósmico. Lug recuerda 
			inevitablemente a “Lucifer”, palabra de origen latín que significa 
			“el que porta la luz”. Por tanto, Lucifer y Satán son dos entidades 
			diferentes. El primero un ser ultraterrestre - como los ángeles - y el 
			segundo un ser extraterrestre de Orión.
 
 Satanael, por alguna razón desconocida, se había convertido en el 
			leal seguidor de la postura de Lug. Por ello su insurrección en 
			Orión.
 
 Una batalla cósmica había estallado en aquellas lejanas estrellas. 
			Empero, la Confederación de Mundos de la Galaxia logró controlar la 
			disidencia, atrapando a Satanael y a sus principales guerreros. 
			Posteriormente, todos ellos serían enviados a la Tierra en calidad 
			de deportados. ¿Por qué? Su presencia en nuestro mundo procuraba que 
			ayudasen a la humanidad, identificándose de una vez con el propósito 
			superior del Plan Cósmico y resarciendo así el error cometido en 
			Orión.
 
 De allí en más, el relato de los Guías extraterrestres menciona que 
			los oriones deportados envejecieron prematuramente en la Tierra, 
			quizá por las condiciones diferentes de nuestro planeta - en sus 
			mundos pueden vivir cientos o miles de años—; al perder la 
			corporeidad, sus esencias o espíritus debían volver a Orión, a su 
			lugar de origen.
 
 Sin embargo, un grupo de Guardianes y Vigilantes (the 
			Watchers) extraterrestres 
			sembraron en el planeta unos poderosos cristales verdes brillantes - de aspecto piramidal 
			- para retener en nuestro mundo a los espíritus 
			de los oriones deportados, como si la Tierra fuese un 
			planeta-prisión. Quedarían aquí, hasta el final de los tiempos.
 
			  
			Una 
			historia muy similar a la de “los ángeles caídos”, que menciona más 
			de una religión.
 Desde luego, aquellos seres “atrapados” en nuestro mundo han 
			intentado liberarse. Tarea nada sencilla ya que para poder escapar 
			de su “prisión”, los espíritus de Orión necesitan tomar un cuerpo 
			físico. Y no puede ser cualquier cuerpo.
 
			  
			Por ello sedujeron, con un 
			poder asombroso como maligno, a un grupo de Vigilantes 
			extraterrestres de las Pléyades, para que se unieran a las hijas de 
			los hombres y engendraran hijos mestizos, ideales como “envase” a 
			tomar para luego fugar del planeta. Todo esto explica el insólito 
			episodio que menciona el Libro de Enoch.
 Los hijos mestizos serían trasladados por los Vigilantes a un grupo 
			de islas, en el océano Atlántico, dando con ello inicio a lo que 
			sería más tarde el reino fabuloso de 
			
			Atlántida. Un reino que, 
			penosamente, no encontró el equilibrio necesario entre la ciencia 
			que adquirió y su improvisada aparición. Fueron poderosos, pero sus 
			guerras y ambición - en gran medida una influencia de los oriones 
			atrapados - generarían su propia destrucción al atraer un desastre 
			cósmico.
 
			  
			Hace 12.500 años esa civilización mestiza se hundió en las 
			aguas.
 Más tarde, los denodados esfuerzos de la 
			
			Confederación de Mundos 
			procuraron que no se perdiera el rumbo del proyecto en la Tierra, 
			alentando la inserción de conocimientos para la formación de nuevas 
			culturas post-diluvianas (o más bien, post-Atlántida). Consecuencia 
			de este nuevo acercamiento de instructores extraterrestres - y 
			también de algunos sabios supervivientes del desastre atlante - nació 
			
			Sumeria, 
			Egipto, India y otras grandes culturas.
 
 El avance fue significativo. Sin embargo, los hombres de aquel 
			entonces crearon peligrosos lazos de dependencia con los visitantes.
 
			  
			Finalmente, aquellos “dioses” - los instructores extraterrestres 
			- resolvieron marcharse, hasta que la humanidad creciera lo suficiente 
			como para comprender. Detrás de su partida nos dejaron leyendas y 
			singulares representaciones rupestres, desconcertantes escritos 
			religiosos, símbolos e ideogramas misteriosos, anomalías 
			arqueológicas, entre otras piezas de este gran rompecabezas que la 
			ciencia actual ha tildado en llamar “curiosidades” del pasado.
 Y no les culpo. Esta información - ya lo he dicho, reconozco que roza 
			un relato moderno de ciencia-ficción - es difícil de aceptar. 
			Tendríamos que reconstruir todo lo que hemos llamado “historia”.
 
 No nos quedaría otra alternativa que reflexionar hasta qué punto 
			algunas religiones - muchas de ellas - puedan haber surgido del 
			contacto con estos seres, o por lo menos, que los conocían y que 
			ellos formaban parte importante de nuestro propio proceso como 
			criaturas humanas.
 
 Aceptar que estuvieron aquí antes que nosotros bajo un propósito, es 
			inquietante. Y ese es el punto: la misión que pesa sobre la 
			humanidad.
 
 Los “dioses” se marcharon. Pero prometieron volver. ¿Qué es lo que 
			viene para estos tiempos?
 
			  
			Segunda parte del artículo será publicado en agosto...
 
			  
 
			  
			  
			  
			  
			El Destino de la Humanidad
 
			por Ricardo GonzálezAgosto 2007
 
			del Sitio Web
			
			LegadoCosmico 
				
					
					“Cuando veo tus cielos, obra de 
					tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: 
					¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo 
					del hombre para que lo visites? Le has hecho poco menor que 
					los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Lo hiciste 
					señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste 
					debajo de sus pies”(Salmos 8: 3-6)
     
					Al estudiar detenidamente las 
					informaciones que hemos recibido en nuestra experiencia de 
					contacto, comprendemos que una de las principales razones 
					por la cual diversas civilizaciones extraterrestres 
					protagonizaron intensas conflagraciones, somos nosotros. Es 
					decir, por alguna razón poderosa, la aparición del ser 
					humano en la Tierra dividió las posturas en aquellos seres.
 Un argumento que parece sacado de un guión de película. 
					Empero, al echar una hojeada a las páginas más misteriosas 
					de nuestra historia, como las “guerras de los dioses” que 
					tratamos en el episodio anterior, es evidente de que “algo” 
					ocurrió.
 
			En anteriores artículos ―indispensables 
			para comprender estas reflexiones― hablamos de la creación de un 
			tiempo alternativo en la Tierra, el origen del denominado “Plan 
			Cósmico”, y la proyección de los acontecimientos mundiales.  
			  
			Todo ello se conjuga en un escenario que 
			tiene en medio de las luces al ser humano, semilla y simiente de un 
			proceso que sería absurdo de catalogar como “extraterrestre”. Yo le 
			llamaría “cósmico”.
 Y he allí la clave de esta increíble historia, perdida en algún 
			lugar de las estrellas: el ser humano está aquí para sellar un 
			camino y abrir una puerta. En definitiva, alcanzar una respuesta. 
			Quizá no sólo involucrada con la crisis de estancamiento evolutivo 
			que nos ha descrito el contacto con estos seres ―quienes nos ven 
			como una esperanza de cambio para el Universo― sino algo mucho más 
			profundo y espiritual.
 
 A continuación, quisiera compartir algunos extractos de mensajes 
			recibidos.
 
			  
			En ellos, los Guías extraterrestres 
			expresan su visión sobre el destino humano y su rol en el Cosmos:
 
				
				New York, 21 de agosto de 2001“Aquella luz que 
				custodiamos, es la misma que mora dentro vuestro. Al encontrarse 
				consigo mismos sólo habrán hallado la llave y el camino que los 
				conducirá a la entrega de la Alianza Universal, del equilibrio 
				cósmico.
 
 Siempre estamos cerca, observando vuestros pasos y asistiendo. 
				Aprendiendo también en cada esfuerzo vuestro. Y es que el Plan 
				es dinámico, sabio. Permite un crecimiento que llevará al 
				planeta entero a esferas superiores reservadas al ser humano 
				desde eones de tiempo, para restituir el orden perdido que 
				conocen y por el cual están trabajando”.
 
				(Alcir)
 
 
 California, 28 de noviembre de 2001
 “Desde siempre nos 
				hallamos muy cerca vuestro, asistiéndoles y formando parte del 
				proceso de cambio y transformación que enfrenta el planeta. 
				Saben que se encuentran viviendo un momento extraordinario, 
				donde deberán aplicar todo cuanto han aprendido al interior de 
				la experiencia de contacto.
   
				No están solos, y a pesar de la 
				tensión mundial que parece cernirse sobre vuestro esfuerzo, el 
				trabajo que están llevando a cabo, con tanto empeño y entrega, 
				está dando sus resultados. No desmayen en el camino, porque 
				ahora es el tiempo en que el tiempo es ahora. Para ello fueron 
				preparados, y he allí el verdadero compromiso del caminante…”
				 
				(Oxalc)
 
				Lima, Perú, 13 de enero de 2002
 “El camino del compromiso 
				necesita diversas determinaciones que brinden claridad. Saben 
				que aquel camino los conducirá finalmente a los objetivos 
				ulteriores de la experiencia de contacto y a vuestra propia 
				autorrealización como seres que forman parte del proceso. Las 
				experiencias, aunque muchas veces sean intensas y conmovedoras, 
				en verdad son sólo una herramienta de apoyo para seguir 
				adelante.
   
				No olviden que aún se espera una 
				conexión colectiva con el Real Tiempo del Universo. No se 
				desanimen por el tiempo que les ha tomado comprender la 
				importancia y preparación para esta experiencia, porque en ella, 
				precisamente, verán que no hay tiempo, sino una conexión con la 
				eternidad, el viento que emana el Profundo Amor de la Conciencia 
				Cósmica.
 Existen energías y manifestaciones del Universo que no conocen. 
				Las deberán sentir. Sepan que muchas de estas fuerzas conviven 
				en ustedes y los moviliza. Por tanto la preparación que están 
				recibiendo orientará el recuerdo consciente de aquel 
				conocimiento que alguna vez poseyeron”.
 
				(Oxalc)
 
				Monte Sinái, Egipto, 17 de marzo de 
				2003
 “No hay ascensión sin 
				compromiso, y el compromiso se logra cuando el caminante 
				descubre en él, en su propio corazón, el polvo del camino que 
				transitaba, reconociéndose como parte de un todo y al mismo 
				tiempo como otro grano de arena en un desierto inmenso de 
				probabilidades.
 
 El compromiso es recordar quiénes somos, y trabajar por ello, en 
				su perfecto orden de evolución, en base a nuestra historia 
				personal, colectiva, así como planetaria e inclusive cósmica”.
 
				(Oxalc, Anitac, Antarel y Sampiac).
 
				Mount Shasta, 28 de agosto de 2004
 “No olviden que el 
				contacto físico es tan sólo un momento de vuestra preparación, 
				una “forma” de hacerles recordar, y hacerles llegar un 
				conocimiento que debe fluir en vuestro plano. Sin embargo, con 
				el tiempo comprenderán que las experiencias interdimensionales 
				y/o espirituales pueden ser muy significativas, e inclusive más 
				intensas que los encuentros materiales.
   
				Ello debe ser así, ya que se 
				encuentran en medio de un tránsito cósmico al Real Tiempo del 
				Universo. Los Mayores han dispuesto que vayan familiarizándose 
				con otros planos y dimensiones, con la esencia básica de la 
				Creación, más allá de la materia y de la mente: el espíritu”.
				 
				(Oxalc)
 
 Punta Piedras, Buenos Aires, 9 de 
				abril de 2004
 “Integración es unir los 
				eslabones de una cuenta larga, no necesariamente circular, sino 
				más bien un espiral ascendente. Por ello cada uno es importante. 
				Forman la geometría necesaria, la “forma” por donde ha de fluir 
				vuestras iniciativas, transformadas en poderosas energías de 
				ascensión para el planeta.
 
 Integración significa desarrollar la capacidad de amar, tolerar, 
				y reconocer con sabiduría y humildad el rol que a cada caminante 
				corresponde.
 
 Integración es dar un paso para unir lo que aparentemente se 
				hallaba disgregado. Entonces los granos de arena serán un gran 
				desierto, y las rocas una maciza montaña.
 
 Integración no debe conducirles a subir precipitadamente por la 
				senda de la montaña. Su cima es alta y hay que saber vencerla. 
				Para grandes empresas existen procedimientos básicos de 
				seguridad: empezar por lo pequeño e ir progresivamente por 
				mayores metas. Así, en la experiencia adquirida encontrarán la 
				clave.
   
				Y caerse de la cima de la montaña es 
				una buena oportunidad para evaluar el ascenso, pero no para 
				abandonarlo. Sentir el vértigo de la altura es positivo para 
				medir el equilibrio y reflexionar en que mientras más alto se 
				encuentre el peregrino, más preparado debe estar; y no 
				lamentarse sentado sobre una roca.
 Porque ustedes son como las gotas de agua que horadan la piedra. 
				La piedra no orada el agua. Por lo tanto deben ser blandos y 
				flexibles para afrontar exitosamente las pruebas más duras. 
				Integración es saber mirar, desear aprender, intentar y 
				compartir. Por ello están aquí”.
 
				(Oxalc).
 
				Alto Bandera, República Dominicana
 “Pongan en práctica 
				vuestra intuición y el espíritu crítico para discernir. El 
				conocimiento que procuramos compartirles es uno solo. Y aunque 
				para algunos, en principio puede resultar difícil de 
				interpretar, en realidad no hay misterios y su mensaje es simple 
				y práctico. Nosotros entregamos piezas de un mismo 
				“rompecabezas” a diferentes hermanos.
   
				Siempre hemos operado así para 
				estimular el trabajo en equipo. Nadie de ustedes lo recibirá 
				todo ni tiene el tablero donde poner las piezas. El tablero es 
				el Universo, la experiencia colectiva y el trabajo en conjunto 
				de todos ustedes”.  
				(Antarel)
 
 Mount Shasta, 23 de junio de 2007
 “Sabemos, que muchos de 
				ustedes se han venido comprometiendo en la preparación para el 
				giro del tiempo, y todo el proceso que ello conlleva. Hemos 
				percibido también vuestras conversaciones y pensamientos sobre 
				el significado del año 2012, su importancia y mensaje. Y debemos 
				decirles que vuestra misión no apunta sólo a ese momento de gran 
				trascendencia para la humanidad y el Universo, sino más allá de 
				esa coordenada.
 
 A muchos les ha tocado activar conciencias y advertir a sus 
				hermanos que pronto se cruzará aquella puerta. Pero luego de 
				ello vendrá un momento especial en el mundo que requerirá de 
				vuestra participación como nunca antes, vuestro servicio y 
				entrega. En otras palabras, vuestra preparación puesta en 
				práctica.
   
				Y así, algunos de ustedes deberán 
				continuar con esta segunda fase, pues cruzar la puerta de 2012 
				es sólo una parte de vuestra misión planetaria. Importante. 
				Trascendental. Decisiva. Pero no el final, sino el principio de 
				vuestra realidad y la nuestra en convivencia.
 Se reintegrarán gradualmente al Universo y su más íntima 
				naturaleza, y ello tomará un tiempo de adaptación, de reaprender 
				las cosas y proyectarse al eterno presente, con su magia de 
				conocimientos y realización”.
 
				(Oxalc, Antarel, Sampiac, Alcir).
 
			Es impresionante ver cómo más allá del 
			fenómeno ovni y el estudio del contacto extraterrestre, estos 
			mensajes contienen un alto contenido filosófico y espiritual, todos 
			apuntando al crecimiento humano y hasta haciéndose eco de antiguas 
			profecías, como la de los mayas, que habla del
			2012 
			como el momento del gran “test” de la humanidad.
 En síntesis, los seres de las estrellas sostienen que el mundo no se 
			va a destruir, sino que se está transformando, y que todo ello forma 
			parte de su tránsito a una dimensión superior de conciencia. Desde 
			luego, los cambios climáticos, las crisis económicas globales y las 
			tensiones bélicas, sumado todo ello a la cada vez más frecuente 
			observación de ovnis sobre las principales ciudades del mundo, 
			constituyen una señal que recuerda ese cambio inminente.
 
 ¿Cómo prepararnos ante ello? Los mensajes son claros: iniciando el 
			contacto con nosotros mismos. He allí la respuesta.
 
 Y en ese silencio comprenderemos porqué están aquí desde tiempos 
			antiguos. Porqué van y vuelven. Y la razón de su comportamiento 
			discreto - sin mostrarse oficialmente - como si estuvieran esperando 
			“algo”, aguardando un momento.
 
 Ellos nos hablaron de este mes de agosto, año 2007, como un momento 
			de importantes decisiones para la humanidad, y sobre difíciles 
			acontecimientos que esperamos puedan ser evitados.
 
 Por esta razón nos recordaron que el ser humano puede “crear lo que 
			cree”, afectando el curso de los acontecimientos mundiales a través 
			del ejercicio de una mentalidad positiva y alta vibración.
 
 Si aplicamos todo ello con éxito, estoy seguro que enrumbaremos 
			también los pasos de la humanidad hacia una etapa diferente, en 
			armonía con otras formas de vida en el Universo. Así reza la 
			profecía.
 
 Espero que se haya entendido el espíritu de estas líneas.
 
 
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