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	 traducción de Editorial-Streicher 14 Noviembre 2012 del Sitio Web Editorial-Streicher 
	 
 
	 
 
 
	
	 Es 2025 y una triple protección de vigilancia avanzada y drones armados llena los cielos estadounidenses desde lo más abajo hasta la exo-atmósfera. 
 Una maravilla de la edad moderna puede transportar su armamento a cualquier lugar del planeta con velocidad asombrosa, dejar fuera de combate el sistema de comunicaciones satelitales de un enemigo, o seguir a individuos biométricamente durante grandes distancias. 
 
	Junto con la avanzada capacidad 
	de 
	ciberguerra del país, es también el sistema de información militarizado 
	más sofisticado alguna vez creado y una póliza de seguros para el dominio 
	global estadounidense profundamente en el siglo veintiuno. Esto es el futuro 
	como el Pentágono lo imagina; está bajo desarrollo, y los estadounidenses no 
	saben nada sobre ello. 
 Con palabras de burla mordaz, el presidente Obama le contestó de vuelta: 
 Obama más tarde ofreció sólo un indicio de cuáles podrían ser aquellas capacidades: 
 Entre toda la charla de los medios posterior al debate, sin embargo, ni un solo comentarista pareció tener alguna pista acerca de los profundos cambios estratégicos codificados en las escasas palabras presidenciales. 
 Pero durante los pasados cuatro años, trabajando en silencio y en el secreto, la administración de Obama ha presidido una revolución tecnológica en la planificación de la defensa, moviendo la nación mucho más allá de las bayonetas y los buques de guerra hacia la ciberguerra y la militarización a gran escala del espacio aéreo. 
 
	Ante la disminución de la influencia 
	económica, este audaz nuevo avance en lo que se ha llamado "la guerra de la 
	información" puede demostrarse como considerablemente responsable si el 
	dominio global estadounidense debería de alguna manera proseguir durante el 
	siglo veintiuno. 
 
	En el lapso de un siglo, sumergido en 
	tres crisoles asiáticos de la contrainsurgencia - en las Filipinas, Vietnam y 
	Afganistán - el ejército estadounidenses ha sido repetidamente empujado hacia 
	el punto de quiebre. Y éste ha respondido repetidamente fusionando las más 
	avanzadas tecnologías nacionales en nuevas infraestructuras de información 
	de un poder sin precedentes. 
 
	Finalmente, durante su más de una 
	década en Afganistán (y sus años en Irak), el Pentágono ha comenzado a 
	fusionar la biométrica, la ciberguerra, y un potencial futuro escudo del 
	espacio aéreo de triple protección en un régimen de información robótica que 
	podría producir una plataforma de poder sin precedentes para el ejercicio 
	del dominio global - o para el futuro desastre militar. 
 
	 
 
	Su 
	suma fue nada menos que una nueva infraestructura de información con una 
	capacidad sin precedentes para la vigilancia de las masas. 
 Para pacificar una determinada resistencia guerrillera que persistió en las Filipinas durante una década después de 1898, el régimen colonial estadounidense - a diferencia de los Imperios europeos con sus estudios culturales de las "civilizaciones orientales" - usó estas avanzadas tecnologías de la información para acumular datos empíricos detallados sobre la sociedad filipina. 
 De esta manera, ellos forjaron un aparato de seguridad con los ojos de Argos que desempeñó un papel principal en aplastar el movimiento nacionalista filipino. 
 
	El 
	resultante sistema colonial de policía y vigilancia también dejaría una 
	impronta institucional durable en el Estado estadounidense emergente. 
 
	Él 
	reclutó un personal que rápidamente creció desde uno (él mismo) a 1.700 
	personas, utilizó aproximadamente unos 300.000 agentes-ciudadanos para 
	compilar más de un millón de páginas de informes de vigilancia sobre 
	ciudadanos estadounidenses, y puso los fundamentos para un aparato de 
	vigilancia doméstico permanente. 
 
	Entre sus nueve ramas, Research & Analysis reclutó un personal de casi 2.000 
	académicos, que acumularon 300.000 fotografías, un millón de mapas y tres 
	millones de fichas de archivo, que ellos desplegaron en un sistema de 
	información vía "indexación, indexación cruzada, y contra-indexación" para 
	contestar innumerables preguntas tácticas. 
 Muchos de los materiales que había coleccionado con tanto cuidado fueron dejados para descomponerse en su almacenamiento, no leídos y no procesados. 
 
	A pesar de su 
	ambicioso alcance global, este primer régimen estadounidense de información, 
	estando ausente el cambio tecnológico, bien podría haber colapsado bajo su 
	propio peso, enlenteciendo el flujo de la inteligencia extranjera que 
	demostraría ser tan crucial para el ejercicio estadounidense del dominio 
	global después de la Segunda Guerra Mundial. 
 
	 
 Desarrollado por las más avanzadas grandes computadores de IBM, los militares estadounidenses compilaron tabulaciones mensuales de seguridad en todos los 12.000 pueblos de Vietnam del Sur y archivaron los tres millones de documentos enemigos que sus soldados capturaron anualmente en gigantescos rollos de película con códigos de barra. 
 Al mismo tiempo, la CIA cotejó y computarizó datos diversos sobre la infraestructura civil comunista como parte de su infame Programa Phoenix. 
 
	Esto, por su parte, se 
	convirtió en la base para sus torturas sistemáticas y sus 41.000 "ejecuciones 
	extra-judiciales" (las que, basadas en la desinformación de pequeños 
	resentimientos locales y el contraespionaje comunista, mataron a muchos, 
	pero no capturaron más que a un puñado de cuadros comunistas superiores). 
 La información así recolectada fue luego reunida en sistemas computarizados para los programados incesantes bombardeos. 
 
	Después de que 100.000 soldados vietnamitas del Norte pasaron 
	directamente por esta no detectada rejilla electrónica con camiones, tanques 
	y artillería pesada para lanzar la ofensiva Nguyen Hue en 1972, la Fuerza 
	Aérea estadounidense del Pacífico juzgó este audaz intento de construír un 
	"campo de batalla electrónico" como un fracaso rotundo. 
 Hacia el final de la guerra, éste se había transformado en un avión no tripulado cada vez más ágil que haría 3.500 vuelos ultrasecretos de vigilancia sobre China, Vietnam del Norte y Laos. 
 
	Hacia 1972, el drone SC/TV, con una cámara en su nariz, era 
	capaz de volar 2.400 millas navegando mediante una imagen de televisión de 
	baja resolución. 
 
	A pesar de una funesta sucesión de 
	fracasos a corto plazo que ayudaron a dar un golpe abrasador al alma del 
	poder estadounidense, toda esta recopilación de datos computarizados 
	demostró ser un experimento germinal, aun cuando sus avances no se hicieran 
	evidentes durante otros 30 años, hasta que Estados Unidos comenzó a crear un 
	tercer - robótico - régimen de información. 
 
	 
 
	Luego construyó 
	una base de datos biométrica con más de un millón de huellas digitales 
	iraquíes y escaneos de iris con los cuales las patrullas de Estados Unidos 
	en las calles de Bagdad podrían tener acceso al instante mediante enlace 
	satelital a un centro computacional en West Virginia. 
 
	Esto significó acelerar los desarrollos tecnológicos en la guerra con drones que había estado largamente suspendida durante dos décadas después de 
	la guerra de Vietnam. 
 
	Hacia 
	2011, el drone MQ-9 Reaper, con capacidades "persistentes de asesino cazador", 
	estaba fuertemente armado con misiles y bombas así como con sensores que 
	podrían leer la tierra alterada desde 5.000 pies de altura y rastrear las 
	huellas hasta las instalaciones enemigas. Como un indicador del intenso 
	ritmo del desarrollo de los drones, entre 2004 y 2010 el tiempo total de 
	vuelo para todos los vehículos no tripulados se elevó de sólo 71 horas a 
	250.000. 
 Estos aparatos recolectaron y transmitieron 16.000 horas de video diariamente, y entre 2006 y 2012 dispararon cientos de misiles Hellfire que mataron a aproximadamente 2.600 supuestos insurgentes dentro de las áreas tribales de Paquistán. 
 Aunque los drones Reaper de segunda generación pudieran parecer increíblemente sofisticados, un analista de defensa los ha llamado como "bastante modelo Ford T". Más allá del campo de batalla, hay ahora aproximadamente 7.000 drones en la armada estadounidense de aviones no tripulados, incluyendo 800 drones más grandes que disparan misiles. 
 
	Financiando su 
	propia flota de 35 drones y tomando prestado otros de la Fuerza Aérea, la 
	CIA se ha movido más allá de la pasiva recolección de inteligencia a 
	construír una capacidad robótica paramilitar permanente. 
 
	Del mismo modo, la FBI comenzó un Depósito Investigativo de Datos 
	que, hacia 2009, tenía mil millones de archivos individuales. 
 En 2009, el Pentágono formó el Ciber Comando estadounidense (CYBERCOM), con su cuartel central en Ft. Meade, Maryland, y un centro de ciberguerra en la base aérea Lackland en Texas, conformado por 7.000 empleados de la Fuerza Aérea. 
 
	Dos años más tarde éste declaró al ciberespacio como un "dominio 
	operacional", como el aire, la tierra o el mar, y comenzó a poner su energía 
	en el desarrollo de un equipo de ciberguerreros capaces de lanzar 
	operaciones ofensivas, como una multiplicidad de ataques contra las 
	centrifugadoras automatizadas en las instalaciones nucleares de Irán y los 
	bancos del Medio Oriente que manejan el dinero iraní. 
 
	 
 En 2012, después de años de guerra en tierra en ambos países y de un continuo aumento del presupuesto del Pentágono, la administración de Obama anunció una futura estrategia de defensa más austera. 
 
	Esto incluía un recorte del 14% en la 
	futura fuerza de infantería para ser compensada por un mayor énfasis en 
	inversiones en las áreas del espacio exterior y del ciberespacio, 
	particularmente en lo que la administración llama las "capacidades críticas 
	basadas en el espacio". 
 Significativamente, tanto el espacio como el ciberespacio son áreas nuevas y no reguladas del conflicto militar, en gran parte más allá de la ley internacional. 
 
	Y Washington espera 
	usar ambos, sin limitación, como palancas de Arquímedes para ejercer nuevas 
	formas de dominio global en el siglo veintiuno, tal como el Imperio 
	británico alguna vez gobernó desde los mares y el Imperio estadounidense de 
	la Guerra Fría ejerció su alcance global mediante el poder aéreo. 
 En ausencia de cualquier acuerdo internacional sobre el grado vertical del espacio aéreo soberano (ya que una conferencia sobre la ley aérea internacional, convocada en París en 1910, fracasó), algún doloso abogado del Pentágono podría contestar: sólo tan alto como usted pueda hacerla cumplir. 
 
	Y Washington ha 
	llenado este vacío legal con una matriz ejecutiva secreta - manejada por 
	la 
	CIA y el clandestino 
	
	Comando de Operaciones Especiales - que asigna nombres 
	arbitrariamente, sin ningún tipo de supervisión judicial, en una 
	confidencial "lista de asesinatos" que significa la muerte silenciosa y 
	repentina desde el cielo para los sospechosos de terrorismo a través del 
	mundo musulmán. 
 
	Tan pronto como en 
	2020, el Pentágono espera patrullar el globo entero sin cesar e 
	implacablemente mediante un escudo espacial de una triple defensa, 
	alcanzando desde la 
	
	estratósfera a la
	
	exósfera mediante drones armados con 
	ágiles misiles, unidos por un resistente sistema satelital modular, 
	monitoreado mediante un sistema pan-óptico telescópico, y hecho funcionar 
	por controles robóticos. 
 
	A 
	finales de 2011, la Fuerza Aérea y la CIA ya tenían circundada la masa 
	continental euroasiática con una red de 60 bases para drones armados con 
	misiles Hellfire y bombas GBU-30, permitiendo ataques aéreos contra 
	objetivos casi en cualquier parte de Europa, África o Asia. 
 
	Se reveló que se trataba de un drone con alas de 
	murciélago equipado con capacidad invisibilizadora que evade el radar, radar 
	activo de escaneo electrónico, y una óptica avanzada "que permite a los 
	operadores identificar positivamente a sospechosos de terrorismo desde miles 
	de metros de altura". 
 
	Estableciendo la viabilidad de esta nueva tecnología, el 
	avión Pathfinder de la NASA potenciado por energía solar, con una 
	envergadura de 30 metros, alcanzó una altitud de 21,8 kms. en 1997, y su 
	sucesor de cuarta generación, el "Helios", voló a 29,5 kms. con una 
	envergadura de 74 metros en 2001, 3,2 kms. más alto que cualquier avión 
	anterior. 
 Volando a una altitud de 32 kms., se espera que, 
 
	Aunque los 
	primeros lanzamientos de prueba en Abril de 2010 y Agosto de 2011 se 
	estrellaran en medio del vuelo, ellos alcanzaron asombrosamente 20.900 kms. 
	por hora, 22 veces la velocidad del sonido, y enviaron "datos únicos" que 
	deberían ayudar a resolver algunos problemas aerodinámicos restantes. 
 
	En su momento, su segundo prototipo aterrizó en la base Vandenberg de la 
	Fuerza Aérea en Junio de 2012 después de un vuelo de 15 meses. Esta misión 
	confidencial representó una prueba exitosa de "nave espacial reutilizable 
	robóticamente controlada" y estableció la viabilidad de los drones 
	espaciales no tripulados en la exósfera. 
 En respuesta, el Pentágono está desarrollando ahora el sistema satelital F-6 que, 
 
	Y tenga 
	presente que el X-37B tiene un espacio de carga para llevar misiles o futuro 
	armamento láser para dejar fuera de combate a satélites enemigos; en otras 
	palabras, la capacidad potencial de mutilar las comunicaciones de un futuro 
	rival militar como China, que tendrá su propio sistema satelital global en 
	funciones hacia 2020. 
 
	Para manejar el 
	creciente torrente de información dentro de esta delicadamente equilibrada 
	triple cubierta, el sistema, al final, tendría que llegar a ser auto-mantenido 
	por medio de "tecnologías manipuladoras robóticas", como el 
	
	sistema FREND (Front-end Robotics 
	Enabling Near-term Demonstration) 
	del Pentágono que algún día podría potencialmente transportar combustible, 
	proporcionar reparaciones, o poner satélites en nuevas posiciones. 
 
	El sistema permitiría que futuros guerreros espaciales vieran todo el cielo 
	envolviendo el planeta entero mientras están sentados delante de una 
	pantalla, haciendo posible rastrear cada objeto en la órbita de la Tierra. 
 Así, hacia 2010, la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial tenía 16.000 empleados, un presupuesto de 5 mil millones de dólares, y una masiva oficina central de 2 mil millones de dólares en Fort Belvoir, Virginia, con 8.500 empleados involucrados en la seguridad electrónica, todos enfocados en la coordinación del diluvio de datos de vigilancia provenientes de los Predators, Reapers, aviones espía U-2, Global Hawks, drones espaciales X-37B, Google Earth, Telescopios de Vigilancia Espacial y satélites orbitales. 
 Hacia 2020 o a partir de entonces, un tecno-sistema tan complejo es poco probable que respetará lo programado. 
 
	Esta triple cubierta debería 
	ser capaz de vaporizar a un "terrorista" con un golpe de misil después de 
	rastrear su globo ocular, su imagen facial, o su firma de calor por cientos 
	de millas a través del campo y la favela, o cegar a un ejército entero 
	dejando fuera de combate todas las comunicaciones de tierra, la aviónica y 
	la navegación naval. 
 
	 
 Si todo o gran parte va según el plan, algún día en la tercera década de este siglo el Pentágono completará un sistema de vigilancia global completo para la Tierra, el cielo y el espacio, usando la robótica para coordinar un verdadero diluvio de datos provenientes de la monitorización biométrica al nivel de la calle, ciber-extracción de datos, una red mundial de Telescopios de Vigilancia Espacial y de patrullas aeronáuticas de la triple cubierta. 
 
	Mediante un ágil manejo de datos de 
	excepcional poder, este sistema podría permitir a Estados Unidos un veto de 
	letalidad global, un compensador para cualquier posterior pérdida de fuerza 
	económica. 
 Incluso si este régimen robótico de información pudiera de alguna manera comprobar el creciente poder militar de China, Estados Unidos podría aún tener la misma posibilidad de controlar fuerzas geopolíticas más amplias con la tecnología aeroespacial que el Tercer Reich tuvo de ganar la Segunda Guerra Mundial con sus "super armas" - los cohetes V-2 que llovieron la muerte sobre Londres y los aviones a reacción Messerschmitt Me-262 que golpearon duramente a los bombarderos aliados en los cielos de Europa. 
 
	Complicando el posterior futuro, la ilusión 
	de la omnisciencia de la información podría inclinar Washington a más 
	desventuras militares parecidas a Vietnam o Irak, creando la posibilidad de 
	conflictos aún más caros y agotadores, desde Irán al Mar del Sur de China. 
 
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