
	por Alfredo Jalife-Rahme
	Ciudad de México (México)
	18 Julio 2014
	
	del Sitio Web
	
	RedVoltaire
 
	
	 
	
		
			
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				Alfredo Jalife-Rahme 
				Profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad 
				Nacional Autónoma de México (UNAM).  
				
				Publica crónicas sobre 
				política internacional en el diario La Jornada y el semanario 
				Contralínea.  
				
				Último libro publicado: El 
				Híbrido Mundo Multipolar: un Enfoque Multidimensional, (Orfila, 
				2010)  | 
			
		
	 
	
	
	
 
	
		
			
				
					
					Lejos de ser una alianza 
					levantina al servicio de las ambiciones occidentales, el 
					nuevo "califato" del siglo XXI responde a los objetivos del 
					imperialismo global. 
					 
					
					Para Washington, el Emirato 
					Islámico es un arma de destrucción masiva dirigida contra 
					los países emergentes, fundamentalmente contra Rusia, la 
					India y China. 
					 
					
					El analista mexicano Alfredo 
					Jalife explica qué uso puede dar Estados Unidos al Emirato 
					Islámico, mucho más allá de Siria e Irak.
				
			
		
	
	
	
	
	
	
	Yihadistas armados desfilan en la provincia de Raqqa, norte de Siria, 
	
	
	celebrando la 
	proclamación del califato 
	
	anunciada por el 
	Emirato Islámico en Irak y el Levante.
	Foto Reuters 
 
	
	 
	
	 
	
	
	La nebulosidad sobre la sorprendente creación y propagación del grupo 
	sunnita jihadista Emirato Islámico de Irak y el Levante (Siria y Líbano) - 
	EIIL, conocido igualmente como
	
	ISIL, por sus siglas en inglés, o Daesh en árabe.
	
	 
	
	El EIIL que ha generado aparente "confusión", 
	empieza a disiparse debido a sus alcances geoestratégicos en la frontera del 
	"triángulo RIC" (Rusia, India y China), cuyos tres miembros forman parte del 
	ascendente 
	grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y 
	Sudáfrica), a 14 días de celebrar su sexta cumbre en Fortaleza.
	
	El primer día del ayuno islámico del Ramadán, un dato simbólicamente 
	ilustrativo fue escenificado por ISIL/Daesh, que deja oficialmente de lado 
	su nombre por el de "Estado Islámico": 
	
		
		el lanzamiento del "califato islámico" en 
		los territorios bajo su ocupación militar, y nombró a su enigmático 
		líder Abu Bakr al-Baghdadi como su nuevo califa (que significa en árabe 
		"sucesor" del profeta Mahoma).
	
	
	El temerario lanzamiento del nuevo califato por 
	el "Estado Islámico" sunnita es un triple anatema para el chiísmo universal 
	de 300 millones de feligreses (20% del total islámico global):
	
		
			- 
			
			el califato, que nace con los 
			"compañeros" del profeta, es eminentemente sunnita y motivo de la 
			ruptura sucesoria con los chiítas seguidores de Alí (primo de 
			Mahoma)
 
 
			- 
			
			Abu Bakr fue el primer califa del 
			sunnismo, padre de la legendaria Aisha y uno de los suegros del 
			profeta, y hoy su nombre se convierte en nom de guerre del 
			"nuevo califa del siglo XXI"
 
 
			- 
			
			el califato sunnita proclamado llega 
			hasta las fronteras de Irán, en la provincia de Diyala, para 
			vincularse con Alepo (Siria), en la frontera turca.
 
		
	
	
	El primigenio califato fue abolido con la 
	derrota del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial.
	
	 
	
	Esto significó el reparto de sus despojos 
	mediante la artificial cartografía medio-oriental del
	
	tratado secreto anglo-francés Sykes-Picot, 
	que el nuevo califato del siglo XXI ha dado por muerto al borrar de facto la 
	transfrontera de Siria e Irak, lo cual beneficia el nuevo trazado militar 
	del Kurdistán iraquí.
	
	Las consecuencias del nuevo califato del siglo XXI son enormes a escala 
	local/transfronteriza/regional y euroasiática, en medio de su epifenómeno 
	multidimensional - donde el control de los hidrocarburos juega un papel 
	preponderante - cuando sus implicaciones prospectivas se plasman en su 
	irredentismo cartográfico tanto de su yihad petrolera como de su proyección 
	geopolítica para los próximos 5 años.
	
	A "alguien" le convino la guerra de 1980-1988 focalizada entre los árabes de 
	Irak (en la etapa de Sadam Husein) contra los persas de Irán (en la 
	fase del ayatolá Jomeini), para que luego Estados Unidos/Gran Bretaña/OTAN 
	librasen sus dos guerras puntuales contra Irak (en 1990-1991 y en 2003-2011) 
	del nepotismo dinástico de
	los
	Bush (padre e hijo).
	
	Irak, hoy en delicuescencia, lleva 34 años ininterrumpidos de guerras 
	caleidoscópicas y ahora entra a un nuevo estadio: 
	
		
		una guerra etno-teológica que puede durar 
		otros 30 años.
	
	
	Esta es una réplica de las guerras europeas del 
	siglo XVII - entre sunnitas y chiítas, que abarca ya nítidamente a varios 
	países del "Gran Medio Oriente" (según la definición del general israelí 
	Ariel Sharon este Gran Medio Oriente va desde Marruecos hasta Cachemira 
	y de Somalia al Cáucaso): 
	
		
		Irak, Siria, Líbano, Yemen, Bahréin, Arabia 
		Saudita (en su parte oriental petrolera, donde predomina la "minoría" 
		chiíta), y en la que participan a escala regional tras bambalinas (ya 
		muy vistas) las 6 petromonarquías del Consejo de Cooperación del Golfo, 
		Turquía, Jordania e Irán, sin contar el Kurdistán iraquí (gran aliado de 
		Israel).
	
	
	El nuevo califato del siglo XXI, en pleno centro 
	de Eurasia, comporta implicaciones profundas en el triángulo geoestratégico 
	de los RIC, donde existen importantes "minorías" islámicas, a diferencia de 
	Estados Unidos y todo el continente americano, donde la presencia musulmana 
	es microscópica: 0,8% de la población en Estados Unidos; 0,42% en Sudamérica 
	y 1,6% en todo el continente americano.
	
	Es mi hipótesis que el nuevo califato del siglo XXI y su yihad global, tanto 
	petrolera como geopolítica, carcome las fronteras islámicas del "triángulo 
	RIC" y desestabiliza su conformación demográfica interna - con un total de 
	casi 200 millones de musulmanes en su seno - tomando en cuenta la doble 
	"contención" que Estados Unidos trata de imponer contra Rusia y China 
	(mediante la 
	doctrina Obama).
	
	Con antelación ya había expuesto el preponderante "factor islámico" en la 
	India, que se encuentra ante un tsunami demográfico y geopolítico.
	
	El presidente ruso Vladimir Putin ya declaró al respecto que,
	
		
		"los acontecimientos provocados por 
		Occidente
		
		en Ucrania son una muestra concentrada de una política de contención 
		contra Rusia".
	
	
	No se pueden soslayar los vasos comunicantes 
	entre Ucrania, el Mar Negro, el Trans-cáucaso y el Gran Medio Oriente, donde 
	se distingue intensamente el "factor chechenio".
	
	A juicio de Putin, después del fracaso del mundo unipolar, "Occidente" 
	pretende imponer a otros países sus principios, convirtiendo el planeta en 
	un "cuartel mundial". ¡Uf...!
	
	Durante el paroxismo de la guerra fría, el libro predictivo sobre la 
	disolución de la URSS, El imperio resquebrajado: la revuelta de las 
	naciones en la URSS, de la aristócrata francesa Helène Carrère 
	d’Encausse, exhibió la vulnerabilidad de la URSS debida al galopante 
	crecimiento demográfico de su poligámica población musulmana.
	
	Los políticos de Estados Unidos, entre ellos su vicepresidente Joe Biden, 
	vuelven a repetir el "modelo demográfico" del "imperio resquebrajado", 
	ya reducido a la mínima expresión de Rusia, donde existe una relevante 
	minoría musulmana de alrededor de 15% de su población (20 millones del 
	total) asentada en la región Volga/Ural y en el hipersensible Cáucaso norte 
	(Daguestán, Chechenia, etc.).
	
	En China también existe una "minoría" islámica sunnita muy inquieta, 
	ostensiblemente azuzada desde el exterior: los célebres
	
	uigures - de origen mongol, conectados con 
	sus congéneres de Asia central y Turquía - que predominan en la Región 
	Autónoma de Xinjiang y que ascienden a 10 millones (según el censo de 2010).
	
	La superestratégica región de Xinjiang, con una extensión de 1,6 millones de 
	kilómetros cuadrados, encierra grandes yacimientos de petróleo, constituye 
	la mayor región productora de gas natural de toda China y ostenta 
	importantes reservas de uranio.
	
	La conexión comercial de Xinjiang con Kazajstán es de la mayor importancia 
	geoestratégica en medio de Eurasia.
	
	En fechas recientes, los separatistas uigures sunnitas han intensificado sus 
	atentados en el mero corazón de China, en su capital Pekín.
	
	Los separatistas uigures, que buscan derrocar al gobierno chino local, están 
	inspirados por la teología de la yihad global avant la lettre, 
	teología que ahora proclama y reclama el nuevo califato del siglo XXI, con 
	el que muy bien pudieran conectarse.
	
	Cabe entonces que nos preguntemos: 
	
		
		¿Forman parte del "cuartel mundial" de 
		"Occidente" el nuevo califato del siglo XXI y su yihad global contra los 
		BRICS?