XI - LA PARTIDA DE MADRE


¿Por qué se fue? ¿Por qué?


Hace ya años que estamos luchando con este dolor.

70.294 – Esta apariencia (Madre designa su cuerpo) parece ser lo mas importante para la consciencia ordinaria. Es para ella evidentemente lo último que cambiara. Y esa consciencia ordinaria cree que es lo ultimo que cambiara porque lo considera lo mas importante; será asi el signo seguro. ¡Pero no es así en absoluto!

 

El cambio en la CONSCIENCIA de las células es lo importante. Todo lo demás son solo consecuencias. Respecto a mi, cuando esto (el cuerpo) pueda ser visiblemente diferente, entonces dirán: ¡”Ah!, ahora la cosa si esta hecha.” Pero no es verdad: la cosa ESTA HECHA YA. El cuerpo es una consecuencia secundaria.

Es perfectamente comprensible que una vez que la mente de las células se ha puesto a enrollar “esa otra vibración”, el mantra lo repetirá y lo enrollara tan imperturbablemente como la célula viene enrollando aminoácidos desde hace tres mil quinientos millones de años o como el núcleo de hidrogeno enrolla su electrón; con tal de que las células duren el tiempo suficiente como para operar las transformaciones que se derivan naturalmente de la nueva vibración.

“Dame tiempo”, era la plegaria tan frecuentemente repetida por Madre. “Dame tiempo” “Quisiera disponer de cientos y cientos de años para poder hacer el trabajo”, decía un año después de la partida de Sri Aurobindo.

60.281 – estoy dispuesta a luchar doscientos años, pero este trabajo se hará.

Pero incluso ese “tiempo” no parecía ya verdaderamente un problema.

54.258 – Las células que pueden vibrar al contacto con la alegría divina son células regeneradas en vías de ser inmortales.
 

67.2110 – tengo la impresión de que la muerte es ahora solo un viejo habito, que ya no es una necesidad. Existe solo porque el cuerpo es todavía lo suficientemente inconsciente como para sentir la necesidad del reposo total, es decir, de la inercia.

 

Cuando eso sea abolido, ya no habrá desorganización que no sea reparable, o en todo caso no habrá desgaste ni deterioro ni desarmonía que no puedan ser reparables. Solo existe por eso. Y además por esa formidable sugestión colectiva… que pesa.

Esa sugestión, si, y también la vieja memoria de la paz del mineral.

 

Pero incluso esa memoria había sido abolida y reemplazada por la inmovilidad de esas “ondas fulminantes”, tan rápidas que parecen inmóviles.

61.206 – (Pregunta:) Cuando todo esta así, inmóvil, y parece que no pasa nada. ¿pasa algo?...


¿Si pasa algo?... No lo se. Es el mismo infinito que cuando se sale del cuerpo. Pero eso, en si mismo, ya es algo. Es muy difícil para el cuerpo tenerlo, siempre hay algo que vibra y que se mueve. Es como si eso lo pusiera todo en orden, pero nada se mueve. Y no es solo silencio; es la inmovilidad SIN TENSIÓN, sin esfuerzo, sin nada. Es como una especie de eternidad en el cuerpo. Es un estado que me parece totalmente natural – oigo sonar el reloj.


64.189 – Los años, los meses, están pasando con una rapidez vertiginosa, y sin dejar huella, eso es lo interesante. Y si uno lo observa atentamente, entonces empieza a comprender como es posible vivir casi indefinidamente, porque deja ya de existir esa fricción del tiempo.

Y de nuevo en 1970:

70.1410 – La consciencia del cuerpo esta cambiando lentamente y de tal forma que toda su vida anterior le parece extraña y ajena. Le parece que es la consciencia de otro, la vida de otro. Es como si no tuviera pasado, ¿sabes?, todo esta así, adelante, no hay nada detrás. Es una curiosa sensación. Una curiosa sensación de algo que comienza siempre. Y en absoluto, en absoluto de algo que acaba.

 

Algo que comienza. Con todo lo que eso tiene de desconocido, de improviso… Es curioso. Todo el tiempo tengo la impresión de que las cosas son nuevas, de que mi relación con ellas es nueva.


67.1511 – No hay día en el que no constante que, no ya una dosis, sino una pequeñísima dosis, una gota infinitesimal de “eso”, te cura en un minuto. Por ejemplo, aparece una corriente de desorganización, y entonces la sustancia que constituye el cuerpo empieza primero por sentir y luego por ver su efecto y después todo empieza a desorganizarse.

 

Y es esa desorganización lo que impide la cohesión necesaria de las células para constituir un cuerpo individual, es entonces cuando uno sabe: “¡Ah! Esto se acaba.”

 

En ese momento, las células aspiran, y al instante se nota una especie de… es curioso, da la impresión de una dosificación de esa corriente de desorganización, y algo se para. Se siente primero una alegría, luego la armonía, y el desorden desapareció. Y entonces, inmediatamente, las células tienen la impresión de vivir la eternidad, para toda la eternidad. Pues bien, eso me sucede no solo a diario sino varias veces al día. Ese es el trabajo.

 

Es un trabajo muy oscuro. En el fondo, las proclamaciones, las revelaciones, las profecías, todo eso es muy confortable, da la impresión de algo “concreto”; pero esto es muy oscuro, invisible (sus resultados no serán visibles mas que dentro de mucho, mucho tiempo), incomprendido.

 

Y de hecho, en la medida en que sea verdaderamente nuevo, tiene que ser incomprensible.

Nos parecía evidente que el experimento iba a llegar hasta el final, ni siquiera nos lo planteábamos, era sencillo y evidente. Incluso pensábamos que la próxima etapa de la operación debía ser la supresión de todo alimento (Madre ya no hacia casi más que beber) y la abolición de todo el viejo sistema digestivo, reemplazado por la absorción directa de energías.

 

Pero en verdad, no comprendíamos el verdadero problema, seguíamos imaginándonos alguna “transformación maravillosa” que por, fin, fuera el signo tangible, visible para la humanidad entera, y que obliga a esta humanidad recalcitrante a comprender el proceso, a comprender que había una salida, un medio lógico y racional de salir de esta pecera sofocante y de crear una vida nueva sobre la Tierra. No era en el cuerpo de Madre en el que pensábamos verdaderamente, sino en el cuerpo de la Tierra. Era necesario que este cuerpo doloroso, miserable, tan pequeño, comprendiera por fin su propia alegría y su propia libertad, y el medio.


No entendíamos tan siquiera que la primera tierra y la primera humanidad estaban sencillamente allí, alrededor de Madre, en las personas de un cierto número de discípulos que precisamente representaban a la Tierra; eran las muestras humanas de la gran operación evolutiva, y si esta no sucedía allí ¿Dónde iba a suceder?

 

Si no la comprendían allí, ¿Quién iba a comprenderla? Todavía estábamos en una tierra abstracta.


Tampoco comprendíamos muy bien un segundo aspecto del problema, que es, sin embargo, su aspecto capital, precisamente lo que podía cambiar a la humanidad y forzar a la Tierra, a pesar de si misma, a vivir en una especie de aceleración evolutiva hacia el punto, el momento, la conjunción inevitable en la que todo el viejo caos deberá hundirse sobre si mismo, colapsarse como las estrellas muertas, y abrir la puerta nueva.


Ese aspecto es el “poder”.


Esa aceleración podemos verla ya por doquier a nuestro alrededor.


Pero una aceleración es algo muy doloroso, rechina, todo rechina.


Y el poder es insoportable.


Madre estaba haciéndose “insoportable” para todas las pequeñas muestras evolutivas reunidas alrededor de ella. No se puede, evidentemente, hacer entrar en un cuerpo esa formidable energía de la que estamos tan delicadamente protegidos en el interior de nuestra trama, sin que toda esa energía se esparza e irradie y “contagie” toda la materia de alrededor.

 

Sabíamos, sin embargo, por nosotros mismos, por haberlo experimentado en nuestro cuerpo cada vez que nos encontrábamos con Madre (e incluso a distancia), hasta que punto estar junto a ella era sumergirse en una especie de baño de rayo, un torrente de potencia compacta y tan densa que todo nuestro cuerpo parecía entrar en fusión.

 

Uno era cogido desde dentro, en cada célula, como si de pronto milenios de noche y de dolor se pusieran a gritar y a suplicar luz, suplicar amor, suplicar espacio, libertad…; y nos zambullíamos en ese baño de fuego a pecho descubierto, a alma descubierta, como si, por fin, se estuviera en el… “eso” del mundo con el propio cuerpo, el “eso” por el que uno había gritado tanto y hacia el que había espirado a través de vidas y mas vidas de dolor y de desesperación, milenios de inútil estupidez. Y luego, de pronto, te encontrabas ya allí…

 

Pero era necesario zambullirse, fundirse allí, era evidente, porque si uno no se fundía, si se resistía, si seguía habiendo algún “yo” en medio de ese torrente de potencia, te rompías, rechinabas, te rebelabas. Era insoportable.


Y todas las pequeñas muestras de alrededor rechinaban en su corazón.


Y toda la Tierra se debatía y se batía.

67.34 – Cuando viene esa potencia luminosa ¡es tan compacta! Tan compacta…, da la impresión de ser algo mucho mas pesado que la materia; y están velado, velado, velado, si no… insoportable.
 

68.1311 – Hay solo una cosa; como una acumulación de fuerza… de una fuerza que podría ser un poder. Siento que se acumula lentamente, lentamente. Y una consciencia clarísima de todos los obstáculos, de todo lo que esta en contra, de la actitud general. Con la clarísima percepción de que… hay que permanecer velada. Es el tiempo de permanecer velada. Eso es todo.
 

70.165 – Si tuviera la certeza, si por ejemplo, Sri Aurobindo me dijera “¡Es así!”, entonces seria facilísimo; pero lo difícil es… Estoy rodeada de gente que me cree enferma ¿no?, y que me trata como a una enferma, y se que no estoy enferma; estoy rodeada de una “certeza” de que estoy yendo rapidísimamente hacia el final, así que este pobre cuerpo esta así, vacilante.
 

71.177 – Si las cosas se apaciguan y puedo entrar en mi atmósfera normal, es como si todo desapareciera; dejo de sufrir. Y es algo que me viene de fuera como un ataque furibundo; la gente querellándose, las circunstancias atravesándose, todo. Y todo eso me lo echan encima, asi que… Hay una riada de mentira.
 

71.63 – “Esta vieja, esta vieja…” Eso crea una atmósfera de resistencia al cambio. Casi crea un conflicto en el ser: “Es imposible, es imposible…”, de todas partes.
 

71.33 - ¿Sabes cual es mi impresión? ¡Que son ellos los que están viejos y que solo yo soy joven! Con tal de estar lo que ellos llaman “confortable”, no necesitan más, y libres para hacer ciertas tonterías que no harían si estuvieran fuera de este lugar. Y mientras, yo siento como se PODRÍA acelerar la venida si se fuera… si se fuera… si se fuera un conquistador. En el fondo les da igual.
 

69.511 – Ya no tengo el control, cada uno ha cogido el control. Ha perdido la costumbre de decir “quiero”.
 

66.179 – Tengo la impresión de estar colgada por un tenue hilo en una atmósfera absolutamente podría de incredulidad, de futilidad, de mala voluntad, y eso, es un hilo tenue, y es un milagro que… Y ni siquiera comprenden que esta vibración de verdad, si se impusiera, ¡les destruiría! La maravilla es esa compasión infinita que cuida que esta fuerza no destruya nada, y que espera. Sigue ahí con su pleno poder, su plena fuerza y… simplemente afirma su presencia sin imponerla a fin de reducir al mínimo los daños. Es una compasión maravillosa. ¡Y todos esos idiotas lo llamas impotencia!
 

65.1610 – Se han puesto una mascara de buena voluntad. Pero sus vibraciones interiores siguen perteneciendo al mundo de la mentira.
 

64.221 - ¡Es una comedia, tu ya lo sabes! y que dura desde 1926. Hay ciertamente, ¡oh!, y eso siendo extremadamente generosa, paciente y misericordiosa, hay un buen tercio que esta aquí solo porque resulta confortable; uno trabaja si quiere, no trabaja si no quiere, come a diario, se tiene siempre un refugio, ropa, y en el fondo hacen lo que les da la gana (hay que aparentar que obedece, pero eso es todo). Y si se les niega una comodidad empiezan a gruñir. De yoga, mejor no hablar, están a cien mil leguas de la consciencia, tienen la boca llena de yoga, pero solo la boca. Yo digo “no”, y ellos aparentan haber oído “si”, pero en fin… Es la vida… la vida “espiritual”, ¡que cosas!
 

64.3010 – El entorno no ayuda. El entorno inmediato no tiene ninguna fe.
 

61.254 – No soy el jefe de un grupo, ¡oh, Señor, no, a ningún precio! Es repugnante. Voy a hacer una declaración: “¡No soy el jefe de un grupo, no estoy a la cabeza de un Ashram!” De vez en cuando me dan ganas de decir cosas tremendas. Como le comprendo a Sri Aurobindo, que se fuera al otro lado.
 

62.132 – Es el pensamiento de la gente lo que es fastidioso, ¡oh!... todo el mundo, todo el mundo esta constantemente pensando: vejez y muerte, y muerte y vejez, y enfermedad, ¡oh!

Pero verdaderamente no alcanzamos a medir la extensión o la profundidad de la negación:

69.105 – Hay minutos en los que el cuerpo tiene la impresión de haber escapado a la ley de la muerte. Pero es algo que no dura. Y entonces llega la gente con todos sus pensamientos, y a causa de eso resulta un poco difícil. ¡Tú ya lo sabes, hay un considerable numero de deseos de que este cuerpo se muera! ¡por doquier, los hay por doquier! Y el lo ve, lo ve… No estoy totalmente segura de que todos estos dolores que siente en todas partes, todo el tiempo, no vengan de… no sean el efecto de todas esas malas voluntades.
 

68.155 – He luchado y luchado, pero… hay demasiadas mentiras a mi alrededor.

Y luego este giro:

69.234 - ¡Es todo el sistema lo que habría que disolver!

Y en 1972:

72.103 – La atmósfera esta desquiciada. Estamos, digamos que predicando la unidad del mundo, ¡lo menos que podíamos hacer por decencia es dar ejemplo de ella! Y damos ejemplo de todo lo que no hay que hacer. Lo veo, lo veo clarísimamente: si yo partiera, no tengo a nadie aquí, seria nuestra destrucción.

La verdad no era ni la biológica ni la física ni los noventa y cuatro años de Madre, la verdad era que ella no podía ya quedarse más.
Igual que Sri Aurobindo:

65.412 – Era su compasión la que le hacia aceptar a la gente a su alrededor tal y como era, pero sufría mucho.

Y a veces es desgarrador:

68.156 – Contemplo este cuerpo, y a veces dice (a veces, cuando hay demasiadas incomprensiones, cuando el entorno es demasiado absolutamente incomprensivo), dice: “¡Ah! deja que me vaya… bueno y que mas da, deja que me vaya.” Pero no esta fatigado ni disgustado, sino… Y en esos momentos, verdaderamente, es digno de lastima.

 

Entonces le digo: “¡No, no, no!” como a un niño. Es cuestión de paciencia ¿sabes? ¿Qué iría a pasar? No lo se. De todas formas tu si lo sabrás. Tu podrás decirle: ¡No es como pensáis.” Yo también se lo diré, pero no me oirán. No se, no se lo que va a pasar. ¿Qué pasara? ¿Lo sabes tú?


Será glorioso un día.


Cuando se hace algo por vez primera nadie te lo puede explicar.

Cuestión de paciencia.


Pero ellos no tenían ya más paciencia. Incluso gruñían a su alrededor.


Era toda la Tierra la que estaba gruñendo.

“No tengo a nadie aquí.”

Y era el Ashram de Sri Aurobindo.


Y luego, un día, nos cerraron la puerta de Madre. Ella no tenia ya a nadie con quien explayarse.

69.245 – Tú eres el único con quien puedo hablar. Los demás no comprenden nada.

Estaba sola con sus “guardianes”.


Aquel día, ellos, sellaron el destino.

 



Madre había previsto perfectamente la resistencia del Mundo.

 

Y había visto también la necesidad de una larga inmovilidad en la “ondulación”, sin aquella constante intrusión de las malas voluntades externas.

72.262 – Creo que el cuerpo tiene ahora una sensibilidad excesiva y que necesita ser protegido de todas las cosas que le vienen; como si debiera trabajar dentro de si como en un huevo.

Era en 1972, un año antes de su partida.

69.2412 – Si alguien entra descontento de algo que he hecho o que he dicho, de pronto los nervios del cuerpo se sienten torturados. Y es algo que proviene de la persona que tengo delante; aunque exteriormente aparente tenerme afecto, y ningún signo externo, ninguna manifestación hablada o directa de esa persona indiquen lo contrario, mis nervios se sienten torturados.

Cinco años antes, en 1967, en medio de una conversación, Madre se paro de repente, nos dijo que tomáramos papel y lápiz, y se puso a dictar con un tono totalmente neutro, como si hablara desde “otra parte”:

67.141 – A causa de las necesidades de la transformación, es posible que este cuerpo entre en un estado de trance que tendría una apariencia cataléptica. ¡Sobre todo, nada de médicos! No os apresuréis tampoco a anunciar mi muerte ni dar al gobierno el derecho de intervenir.

 

Guardadme cuidadosamente al abrigo de todo deterioro que pudiera venirme de fuera: infección, envenenamiento, etc.… y sed de una paciencia incansable; podrá durar días, quizá semanas, y quizá incluso mas, y será necesario que especie pacientemente a que yo salga naturalmente de ese estado después de que el trabajo de transformación este realizado.

El trance cataléptico, es decir, la inmovilización total con paro cardiaco y con todas las apariencias de la muerte – todos los yoguis lo conocen.
Siguiendo las órdenes de Madre, esta nota fue distribuida a cinco personas de su entorno inmediato. Por tanto lo sabían.

 

Madre había previsto claramente todo el cuadro.

65.412 – Según la ciencia exterior, es cuando uno duerme cuando quema las toxinas; pues bien, es esa inmovilidad la que ilumina las vibraciones oscuras.

Incluso existe toda una ciencia “criogénica”, que esta desarrollándose desde hace algunos años, de curación por enfriamiento de los tejidos; el trance cataléptico es ese mismo medio, pero natural.


Luego en abril de 1973, justo un mes antes de que los discípulos nos cerraran la puerta de Madre… (¡oh!, que inconscientes, pero que inconscientes éramos de las envidias de alrededor, vivíamos junto a Madre sin darnos cuenta de nada, en este maravilloso cuento del futuro, y nos parecía que todo el mundo lo comprendía, ¡era tan evidente!, entonces Madre nos hizo de pronto la siguiente reflexión:

73.74 – Parece que estoy reuniendo todas las resistencias del mundo… Tango una solución de transformación del cuerpo, ¿comprendes?, pero es… no ha tenido lugar jamás, así que es tan… inverosímil. No puedo ni creerlo. Mas para mi es la única solución. El cuerpo tiene ganas de dormirse y de despertar… (“dormir” en cierto modo: estaría totalmente consciente) y de no despertarse mas que transformado. Pero la gente no tendría nunca la paciencia necesaria para sostener esto, para cuidado… Todo el mundo pensaría que es el final y no me cuidarían.

¡La bella Durmiente del Bosque! ¡claro que si! Era luminoso, diáfano, Madre se preparaba, pues, para ese trance cataléptico.

 

Ahora bien, dos meses antes, en enero de 1973, Madre había tenido una visión que comenzó a contarnos jadeante; la estaban enterrando viva.

 

Era la tercera vez que lo veía.

73.101, 72.54 y 69.245 - ¡Oh!, no te lo he dicho, fue ayer o antes de ayer, ya no lo se, de pronto mi cuerpo, durante dos o tres minutos, sintió un horror…, la idea de que le metían así, en una tumba, ¡era terrible! Terrible. No hubiera podido soportarlo más que unos minutos. Era terrible. Y no era porque me enterraban viva; era porque mi cuerpo estaba consciente.

 

Estaba “muerto”, en opinión de la gente, porque el corazón ya no latía, pero estaba consciente. Fue una experiencia terrible… Yo mostraba todos los síntomas de la muerte, es decir que el corazón ya no andaba, ya nada andaba, pero estaba consciente. El cuerpo estaba consciente. Seria preciso… seria preciso prevenirles para que no se apresuren a…

Y luego, por segunda vez:

… Porque puede ser… puede ser pasajero, ¿comprendes? Puede ser momentáneo, ¿comprendes? ¿Comprendes lo que quiero decir?... Siento que hay un esfuerzo para transformas el cuerpo, el también lo siente, tiene buena voluntad, pero no se si será capaz. ¿Comprendes? Así que podría dar durante un tiempo la impresión de que ya se acabo, pero seria solo pasajero.

 

Podría empezar otra vez. Y es posible que yo no sea capaz de hablar en ese momento ni de decirlo. Por eso te lo digo a ti… No se. ¡No se lo que va a pasar! Hay momentos en los que la cosa se vuelve tan difícil que me pregunto si el cuerpo podrá aguantar el golpe. Pero quiero que haya alguien que impida hacer esa tontería, porque si no todo el trabajo se habrá perdido. Hace falta gente que tenga autoridad y que diga: “No lo hagáis. Madre no quiere”, ¡tú!...


¿Pero quien me escuchara? ¡Dirán que estoy loco! ¡No me dejaran ni entrar donde tu!

No sabíamos hasta que punto éramos proféticos. El 19 de mayo de 1973 la puerta se cerraba sobre Madre. Estaba sola. Estábamos solos.

 

Le quedaban todavía seis meses. Muy pronto tendríamos que hacer frente a toda aquella jauría, a causa de esta Agenda de Madre, tan peligrosa para los “discípulos”, este secreto de un futuro que no tenía nada que ver con su espiritualidad.

 

Fuimos calumniados, perseguidos hasta en el Himalaya, amenazados con procesos, denunciados ante el Gobierno de la India y acosados por la policía, y no sabemos quien envió a aquellos asesinos a los barrancos de Pondicherry…

“¡La vida espiritual, que cosas!”, decía Madre.

Hasta imprimieron una falsa “Agenda” para impedir la salida de la verdadera.


Los viejos antropoides son implacables con los que no son de su tribu.


Pero, incluso con la puerta cerrada, no podíamos creer que era el final. Aquellas células no podían morir. ¡La Tierra no podía echar al hoyo esta esperanza tan maravillosa!

73.283 – Y la consciencia material repite: OM NAMO BHAGAVATE… Es como un trasfondo detrás de todo: OM NAMO BHAGAVATE… Un trasfondo que es un soporte material: OM NAMO BHAGAVATE…


No, aquellas células no podían morir.


69.245 - ¡Irse no es una solución! Quisiera… quisiera que no me metan en una caja y que no me entierren… así. Porque, incluso después de que los médicos hayan declarado que este cuerpo ha muerto, estará consciente: las células están conscientes.

Luego, una mañana de 1973, el 18 de noviembre, vinieron a avisarnos de que Madre había “muerto” el día anterior por la tarde, que la habían dejado tendida en la entrada de abajo del Ashram, y que todo el mundo estaba desfilando ante ella.


Llegamos allí estupefactos. Ella estaba tendida bajo unas luces doradas de neón que reflejaban su calor contra el cine de sus placas mientras los ventiladores giraban en el sofocante rumor de la masa. La habían bajado allí apenas siete horas después de su “muerte”, arrancada de la paz de su habitación y de su atmósfera para que fuera pasto de aquellos miles de vibraciones de angustia, de congoja, de temor, de mentira.


Fueron tres los médicos de Ashram que la declararon muerta. Era completamente medico e irrefutable.


Unos días antes, el 14 de noviembre, hacia medianoche, desde su tumbona – pues estaba tan encorvada que ni siquiera podía echarse en una cama - , había pedido caminar:

“Quiero caminar, si no voy a quedarme paralítica.”

Camino apoyándose en el brazo de uno de sus guardianes… hasta que se puso azul. La noche del 16 de noviembre, de nuevo, pidió caminar:

“Quiero caminar…”

Fueron sus últimas palabras.


Quiero caminar…


Pero en aquella tumba donde la metieron sabemos de unas células que repiten: OM NAMO BHAGAVATE… OM NAMO BHAGAVATE… OM NAMO BHAGAVATE…


Y que seguirán repitiendo y repitiendo su invocación hasta que la Tierra se despierte de su mentira irreal.


Hasta que se despierte de su falso materialismo igual que de su falso espiritualismo, para entrar en la verdadera materia y en la vida divina sobre la Tierra.
PERO QUIZÁ NO HAYAN TERMINADO TODAVÍA LAS SORPRESAS.

“Esperad al ultimo acto”, había dicho ella en 1958.

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