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6 Octubre 2010
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En “The future of food” se desvela como la industria biotecnológica y agroalimentaria se han unido para controlar el mercado de los alimentos.

 

Desde que la Corte Suprema de EE.UU. abrió la puerta para poder patentar organismos genéticamente modificados, las grandes empresas del sector, como Monsanto o DuPond, han utilizado sus patentes para apropiarse de todo aquello que contenga sus genes patentados.

 

Un ejemplo terrible de como el sistema de patentes no protege el conocimiento, sino que lo privatiza.

 

De este modo, Monsanto ha obligado a los agricultores cuyos cultivos han sido contaminados por cepas transgénicas a destruir sus reservas de semillas (o pagar la licencia por el uso de “su” tecnología), como parte de una estrategia dirigida a ir reduciendo la cuota de mercado de las semillas tradicionales, que progresivamente se irán contaminando conforme avancen los cultivos transgénicos.

 

Paralelamente, estas empresas han ido absorbiendo a sus competidores hasta configurar un gran oligopolio en el mercado de semillas y la producción de pesticidas y fertilizantes. Durante el documental se explican las técnicas invasivas de las que se sirve la ingeniería genética para obrar sus “milagros”: Primero se debilitan las células receptoras y, mediante virus y bacterias, se invade el núcleo con ADN con la esperanza de que se recombine.

 

Para separar las recombinaciones exitosas del resto se implanta también genes resistentes a un antibiótico específico, y luego se expone la muestra a dicho antibiótico. Los organismos que sobreviven son los que buscábamos, listos para introducirse en la cadena alimentaria junto a su recientemente adquirida inmunidad antibiótica.

 

¿Qué pasará cuando estas características de organismos genéticamente modificados contaminen las cosechas tradicionales y las semillas híbridas hereden las características de su progenitor modificado?