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			17 Diciembre 2015del Sitio Web 
			SputnikNews
 
			  
			  
			  
			  
			 
			  
			  
			Lo demuestra el cambio climático.
 
			  
			Lo cierto es que las energías 
			renovables son un gran negocio financiero, pero choca con otro de 
			gran calado: 
			el petrolero, que cuenta con un ejército que lo 
			defiende a muerte, y nunca mejor dicho:  
				
				sus lobistas, personajes dispuestos 
				a llegar hasta la extinción misma de toda forma de vida sobre la 
				tierra. 
			  
			  
			  
			  
			Y todo con tal de que la industria de la energía limpia no se 
			apodere de grandes cuotas de mercado.
 
			  
			Sus cómplices: los políticos 
			conservadores. Los que más, los de EE.UU., que bajo el paraguas de 
			teorías de la conspiración, denuncian que el cambio climático no es 
			más que un complot urdido por científicos y ecologistas alrededor 
			del mundo que buscan incendiar el negocio del petróleo.
 Para el economista político y profesor de la Universidad del País 
			Vasco, Joaquín Arriola, los republicanos norteamericanos son uno de 
			los mayores peligros que acechan a la humanidad.
 
			  
			El analista aclara 
			que no se trata de una opinión política, sino que es una realidad 
			que el Partido Republicano de EE.UU. defiende y representa los 
			intereses de los lobbies con todo el peso político y económico que 
			tienen.
 El experto afirma que en las economías realmente existentes, los que 
			toman las decisiones en el ámbito de la política y de las empresas 
			planifican a muy corto plazo.
 
			  
			El ciclo máximo que planifica un 
			político es el comprendido entre el momento en que resulta electo y 
			el de las siguientes elecciones, es decir, 4 o 5 años, y lo que 
			pueda ocurrir más adelante, influye poco en sus decisiones.
 Esto, según Arriola, demuestra que desde el punto de vista de la 
			voluntad hay carencias importantes.
 
			  
			Porque si se evaluaran hoy los 
			costes de no hacer nada o de actuar de forma parcial en torno al 
			cambio climático a 30, 40 o 50 años vista, el coste sería tremendo.  
			  
			Y cita a Keynes:  
				
				"a largo plazo, todos estaremos muertos", y agrega: 
			"y el que venga de atrás, que arree".  
			Para Arriola se trata de una 
			actitud irresponsable que llevan a la práctica la mayoría de los 
			decisores políticos y económicos.
 Un estudio realizado por el Instituto de Cambridge para el Liderazgo 
			Sostenible indica que las medidas destinadas a detener el 
			calentamiento global tendrían efectos negativos tanto en la economía 
			financiera como en la real.
 
			  
			Sin embargo, a largo plazo generarían un 
			efecto positivo en la situación económica mundial.
 Un claro ejemplo que el cambio climático es sólo una cuestión de 
			voluntad política es Uruguay. En menos de 10 años, ha cambiado su 
			matriz energética, diversificándola, hasta reducir el uso de 
			recursos fósiles a un porcentaje residual. Y todo esto, sin ayudas 
			del estado.
 
			  
			Hoy las energías limpias o renovables aportan el 94% de 
			la energía del país.
 Ramón Méndez, director de Cambio Climático del Ministerio de 
			Vivienda, Ordenamiento Territorial y Medio Ambiente de Uruguay, dijo 
			en la cumbre 
			
			COP21 de París:
 
				
				"Lo que hemos aprendido es que las 
				energías renovables es sólo un negocio financiero.  
				  
				Los costos de 
				construcción y mantenimiento son bajos, por eso, siempre y 
				cuando el país le da a los inversores un entorno seguro, se 
				convierte en algo muy atractivo". 
			   
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