por Comandante Clomro
22 de noviembre de 1998
luego de volver a ver las imágenes apocalípticas de "Terminator II, el juicio final"

de RevelacionesReveladoresCosmos Website
 

Cinco mil años de civilización, para llegar a esto. Habían pasado milenios de civilización cuando pasó lo mismo: destrucción total. Y todo en las enfermizas manos del ser más autodestructible del planeta. Si "Alguien" en el Cosmos, Alguien Inteligente, Alguien "Divino" ha puesto en manos de esta especie la responsabilidad del destino de un mundo, y ha llegado a la cúspide de su Obra con el "rey de la Creación", pues ¡abajo esta monarquía!

 

Si ese "Alguien" otorgó a este ser incontrolable la facultad de dominio sobre las especies vivientes y sobre el planeta entero, y si se trata de "Aquél que todo lo sabe", preferible sería creer en lo que dicen otros pueblos y no el cristianismo: esto no es obra de "Dios", sino de dioses; pequeños y enfermizos "dioses" hacedores de mundos, de pueblos y de culturas. Aquellos mismos de los que tanto escribió y habló Erich von Däniken. Aquéllos que parecen demasiado lejos de haber respondido a un mandato divino, cuando transportaron a la esfera en que habitamos, todas sus deficiencias que en nuestra genética y en nuestro espíritu se transportaron hasta aquí, para proyectar el desequilibrio en el que ellos vivían en sus mundos.


Las razas humanas no son producto de ningún plan cósmico de seres cósmicos integrados para un fin que, en la concordia y la colaboración mutua entre distintos mundos, pudiera dar como producto una humanidad unida. La división y las luchas entre mundos se proyectaron aquí, cuando colonias de razas alienígenas diversas se establecieron en diversos territorios, dando inicio a pueblos y civilizaciones que rivalizarían unos con otros, así como sucedía cuando gente de un mundo invadía otro para establecerse, en un anárquico y piratesco accionar, que nada tenía que ver con un Orden Universal que determinara los poblamientos de planetas en forma adecuada, sin conflictos entre los que están y los que llegan, y sin posibilidad de que los que lleguen se disputen el control de territorios y se multipliquen indiscriminadamente, superpoblando áreas, arrasando con especies vivientes y contaminando el medio físico.


Estos imperfectísimos seres cósmicos, antes adorados como "dioses", y ahora anhelados como "extraterrestres salvadores", que la nueva mitología fílmica, literaria y contactista, ha hecho creer que son la esperanza de la humanidad, han sido justamente todo lo contrario, sellándole desde su génesis el destino para su ruina. Sólo algunos pocos vienen para ayudar, y algunos de ellos, después del reconocimiento de los errores cometidos. El resto persiste en sus planes de experimentación genética, de usar reductos donde asentarse, donde sobrevivir, perdurar como especie, apegados al plano de la materia, del cual son tan esclavos como los habitantes de la Tierra, al no tener la suficiente evolución para liberarse y ascender a planos más sutiles.


Lejos de interesarles que la humanidad en su conjunto se perfeccione, se una, esos iniciadores de las distintas razas y culturas humanas dejan que las bombas atómicas sigan siendo fabricadas y ensayadas; han permitido demasiado porque si este mundo se destruyera, sería, en todo caso, un mundo más para ellos, entre los tantos por los cuales han pasado, que no les pertenece, al cual no pertenecen, y que si estallara como otros han estallado, lo mismo les da. Y si necesitaran estar aquí para seguir habitando como lo hacen en lugares tales como reductos subterráneos, o si quisieran hacerlo en la superficie, la desaparición de la especie humana no dejaría de ser favorable a un nuevo repoblamiento que pudieran proyectar.


Cultural y psíquicamente manipulado por seres cósmicos negativos, el ser humano es fácil de ser volcado al armamentismo, a las guerras y a otras formas de destrucción. Obedientemente, cumple con el plan que los manipuladores cósmicos han trazado. Sólo aquellos rebeldes que sienten necesidad de liberarse de los poderes mundiales -que no vienen de este mundo- y de trabajar por el mutuo entendimiento y la unidad entre los pueblos, hacen posible la existencia de muchos oasis de vida en este desierto hecho de hostilidad encaminada a la muerte.

 

Quizá no alcance para salvar a la humanidad de lo que los grandes poderes -terrenales y cósmicos- están logrando una vez más, como cuando desaparecieron grandes civilizaciones. Pero aunque el fantasma nuclear aceche en manos de los poderosos que tienen la balanza del mundo, un oasis podrá ser un grano de arena en el desierto, pero es una conquista, una posición tomada en territorio enemigo, una cabeza de playa en un combate en el que, si se va a perder de todos modos, al menos se hizo algo mientras tanto; algo por lo cual, dentro del mundo, hubo una partícula que fue un mundo aparte, funcionando al margen del desorden del mundo, conforme al Orden Universal.

 

Porque si hay planetas donde se vive en orden, en medio del desorden cósmico de mundos en desequilibrio, y en esos planetas, aunque se sepa de los conflictos cósmicos externos, prevalece el orden interno, el equilibrio, y se vive feliz a pesar de todo, lo mismo pasa en la Tierra: que cada uno, a pesar de los conflictos mundiales, logre hacer su propio mundo dentro del mundo, en unidad, en integración con todos aquéllos que tengan la misma buena voluntad.

 

Una Red Mundial de Libres Rebeldes, que se ayudan mutuamente a vivir mejor, a pensar correctamente, a no ser engañados, a ver con claridad la gran manipulación que los grandes poderes ejercen sobre la sociedad, y a permanecer ajenos a ella, es un mundo dentro del mundo, de "otro mundo", mentalmente hablando, en su actitud de cómo encarar la existencia, y la coexistencia con un mundo de farsas y manipulaciones, que no será el de ellos.