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          por Esperanza Carrasco Licea y Alberto Carramiñana 
			Alonso 
			 
          Diario Síntesis 
          
          29 de Octubre de 1996 
            
            
            
          Friedrich William 
			Bessel (1784-1846), uno de los científicos mas notables de su 
			tiempo, hizo una de las aportaciones mas fundamentales de la 
			astronomía del siglo XIX. Una de la cuestiones que mayormente 
			frenaban el desarrollo del conocimiento acerca de las estrellas era 
			el desconocer sus distancias. Los esfuerzos infructuosos de varios 
			astrónomos de principios del siglo XIX dejaron claro que estas 
			distancias debían ser enormes. En 1838, Bessel utilizando un 
			método puramente geométrico, conocido como "método de paralaje", 
			logró medir después de 18 meses de observaciones la distancia a la 
          estrella 61 Cygni, midiendo su distancia al Sol en unos 10 
			años-luz. Una vez dado este primer gran paso, Bessel dirigió 
			su esfuerzo hacia la estrella mas brillante de la noche, 
			Sirio. 
           
           
          Una de las características de las estrellas cercanas, como 61 
			Cygni o Sirio, es que se mueven muy despacio, apenas 
			perceptiblemente después de muchos años, con respecto a las 
			estrellas del fondo, mucho mas lejanas. Este movimiento es en 
			principio rectilíneo, pero al estudiar Sirio, Bessel encontró 
			que la 
          trayectoria de Sirio se desvía ligeramente de una recta. 
			Después de 10 años de minuciosas observaciones Bessel 
			concluyó que Sirio es en realidad una estrella doble, 
			girando alrededor de una estrella compañera cada 50 años. A pesar de 
			estar seguro de su existencia, Bessel no logró observar a la 
			compañera de Sirio, mucho menos luminosa que esta.  
           
          La primera observación de "Sirio B" (siendo "Sirio 
			A" la estrella principal del sistema doble) se dio en 1862, 
			16 años después de la muerte de Bessel, cuando Alvan Clark 
			probó el telescopio de 18 pulgadas (45 centímetros) de diámetro que 
			su padre había terminado de construir. Sirio B resultó 
			ser unas 10 mil veces menos brillante que Sirio A. Sin embargo las 
			masas de las estrellas no difieren tanto: mientras que Sirio A 
			tiene 2.3 veces la masa del Sol, Sirio B es igual de masiva que el 
			Sol. Dado que la luminosidad de una estrella depende fuertemente 
			de su temperatura, los astrónomos de la época, que aun no contaban 
			con los instrumentos adecuados para realizar los estudio necesarios, 
			supusieron que 
          Sirio B era una estrella de tamaño similar que Sirio A 
          pero mucho mas fría. De esta manera podían reconciliar el que el 
			cociente de las masas de las dos estrellas fuera de 2.3 mientras que 
			el de luminosidades era de mas de 10 mil.  
           
          Cincuenta años después, Walter Adams empleando métodos de 
			espectroscopía en el observatorio de Mount Wilson logró medir la 
			temperatura de Sirio B. Para absoluta sorpresa de 
			todos,
          Sirio B resultó ser una estrella extremadamente 
			caliente: la temperatura en su superficie es de mas de 27 mil grados 
			centígrados, mayor que la de Sirio A que no alcanza 
			los 10 mil grados, o que la de nuestro Sol, que es de unos 5700 
			grados. La única forma de que una estrella tan caliente fuera tan 
			poco luminosa era que sus dimensiones sean muy pequeñas. De hecho el 
			diámetro de Sirio B resultó ser de menos de 1% del diámetro 
			del Sol. Los resultados de Adams, publicados en 1915, hacían 
			de 
          Sirio B una estrella tan extraña que muchos astrónomos 
			calificaron los resultados de absurdos: cómo iba a tener una 
			estrella de 27 mil grados una masa igual a la del Sol contenida en 
			un objeto mas pequeño que la Tierra? Esto implicaba que un cubo de 
			materia de 
          Sirio B de un centímetro de lado debería pesar unas 3 
			toneladas!  
           
          A pesar de las críticas la evidencia era tan clara que gradualmente 
			fue aceptada la existencia de estrellas superdensas. 
			Hoy en día sabemos que Sirio B no es una estrella 
			común, sino una "enana blanca". Las enanas blancas 
			son los restos de estrellas "normales" que vivieron algunos 
			centenares o miles de millones de años y que después de violentos 
			cambios solo conservaron su partes centrales, calentadas al haberse 
			contraído súbitamente pero desprovistas de combustible nuclear capaz 
			de proveer nueva energía. Tanto Sirio A como el Sol 
          terminaran sus vidas como enanas blancas, estrellas 
			superdensas y extremadamente calientes que se enfrían lentamente 
			hasta perderse en la oscuridad del cielo. 
            
          
          
           
           
           
           
           
           
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
          
           
           
          
	 
           
            
          por Lola 
			Morales Ruiz 
  
          La estrella Sirio 
          es blanca brillante, con una temperatura superficial de alrededor de 
			10.000 grados centígrados. Es la tercera estrella más cercana a la 
			Tierra (sin contar al Sol), a unos 8.9 años luz de nosotros. Su 
			nombre proviene del griego y significa “abrasador”. Se 
			encuentra acompañada de una estrella enana blanca que recibe el 
			nombre de Sirio B o el Cachorro, tardando unos 50 años 
			en girar alrededor de la estrella principal, a una distancia 
			comprendida entre las 8 y las 32 unidades astronómicas. 
             
          Esta singular acompañante 
			es muy pequeña, pero extremadamente masiva. Una pequeña cantidad de 
			materia del Cachorro tiene un peso enorme: si se pudieran llenar 
			cinco cajetillas de fósforos con materia procedente de esta enana 
			blanca, las cinco cajetillas pesarían tanto como un elefante (unas 6 
			Tm). Su descubrimiento resultó accidental: en la noche del 31 de 
			enero de 1862, el astrónomo aficionado norteamericano Alvan 
			Clark, 
          estaba probando un telescopio realizado por él mismo, de casi medio 
			metro de abertura . Su hijo quiso ver la estrella más brillante del 
			cielo y, al mirar a través del ocular, se sorprendió al ver que 
          Sirio es una estrella doble. No obstante, Sirio B 
          había sido predicha por F.W. Bessel en 1844 al observar un 
			extraño bucle en el movimiento propio de la estrella: todas las 
			estrellas se mueven muy lentamente respecto a la Tierra, pudiéndose 
			calcular la dirección de su movimiento; si se perciben alteraciones, 
			suele ocurrir que la estrella sea un sistema doble.  
           
          Sin duda, el mayor misterio que encierra Sirio es que, 
			en la antigüedad, era descrito por un brillante lucero de color 
			rojizo. Séneca afirma rotundamente este color, al comparar a 
          Sirio con Marte y con Antares, 
          cuerpos de claro color rojo, aunque anteriormente había sido 
			mencionada así por Homero en la Ilíada (estrella 
			“funesta” de color rojo), por Horacio y por Ovidio. 
          Virgilio escribe en La Eneida que es un astro maléfico y de 
			mal agüero, asociándolo con la enfermedad, el dolor y la muerte. 
			Incluso en el Alma gesto de Ptolomeo se incluye entre 
			las estrellas rojas. Independientemente al mundo clásico, el 
			historiador galoromano Gregorio de Tours (538-593) escribió 
          De Cursu Stellarum ratio, un texto que servía a los monjes para 
			conocer el momento en el que debían de hacer los oficios 
			nocturnos mediante la posición de las estrellas. Los nombres de 
			las estrellas principales no coinciden con los que siempre se han 
			denominado en la época clásica, pues siguen una tradición local. 
          Sirio es llamada Rubeola (rojiza).  
           
          El famoso astrónomo italiano Schiaparelli (quien observó los 
			canales marcianos) dio a mitad del siglo XIX una posible explicación 
			al cambio de color de Sirio: cuando una estrella se encuentra 
			baja en el horizonte, su luz debe de atravesar un mayor espeso r de 
			atmósfera que cuando la estrella está en una posición cercana al 
			cenit (el punto más alto del cielo, justo sobre nuestras cabezas), 
			por lo que sucede un fenómeno físico denominado refracción de la 
			luz. Un ejemplo de la refracción es observar que un palo en un 
			estanque parece estar doblado. Los rayos se dispersan más en el 
			color azul, y menos en el rojo. Si el astro es muy brillante (caso 
			de Sirio) el efecto es más acusado. Así, al salir la estrella por el 
			Este, siempre se suele ver de color rojizo. Para los egipcios, el 
			orto de Sirio antes del amanecer indicaba la llegada 
			de la crecida del Nilo, por lo que posiblemente asociaron este color 
			rojo al verdadero color de la estrella. La llamaron Shotis, 
			que significa “luminaria”. Era simbolizada mediante un 
			perro 
          (chacal= Dios Anubis), de ahí que con el paso del tiempo 
			terminó toda la constelación denominada Can Mayor.  
           
          Además, debido al movimiento de las capas de aire en la atmósfera (las 
			turbulencias se producen porque el aire caliente tiende a subir, 
			mientras que el frío baja), una estrella brillante como Sirio 
          puede parpadear o disminuir un poco su brillo e incluso aparecen 
			destellos de distintos colores (rojo, azul o verde), cambiando a un 
			ritmo muy rápido. Esto hizo que Hesíodo (contemporáneo de 
          Homero) la describiera como poikilios Seiros (Sirio, 
			la de los muchos colores). A Arturo en el Boyero 
          y a Capella en Auriga también les sucede este fenómeno. 
			Las personas que no están acostumbradas a ver el cielo pueden creer 
			que la estrella está más cerca que las demás, y que se está 
			moviendo, llegando a la errónea conclusión de que han avistado a un 
			ovni.  
           
          Más tarde, cuando se comenzó a saber con algo de detalle la evolución 
			estelar, se pensó que Sirio B se encontraba en la fase 
			final de su vida. Todas las estrellas nacen de una nebulosa de gas, 
			principalmente compuesta de hidrógeno, que se condensa para formar 
			estrellas. De una misma nebulosa pueden surgir cientos de estrellas 
			jóvenes, muy calientes y de color azul, formando un cúmulo abierto 
			de estrellas. Las Pléyades, en Tauro, son el mejor 
			ejemplo de cúmulo abierto. Conforme van gastando el combustible , se 
			van haciendo algo más frías, pasando a un color amarillento, como es 
			en la actualidad nuestro Sol. En estos momentos, el Sol se encuentra 
			aproximadamente a la mitad de su vida de alrededor de 10.000 
			millones de años (nuestra estrella nació hace unos 5.000 millones de 
			años). Luego llega la vejez de la estrella, se enfría aún más, y se 
			convierte en una gigante roja.  
           
          Dependiendo de la masa de la estrella, su muerte será de una manera u 
			otra. Una estrella como nuestro Sol liberará las capas exteriores al 
			espacio, formando una nebulosa planetaria. El núcleo de la estrella 
			forma un objeto muy masivo, al que se denomina enana blanca. 
          Sirio B es una enana blanca, por lo que anteriormente 
			debía de haber sido una gigante roja, que explicaría el color de la 
			estrella en la antigüedad.  
           
          Sin embargo, existe un problema importante: el tiempo. Los modelos de 
			evolución estelar dan una duración mínima de nebulosa planetaria 
			entre 1.000 y 10.000 años, y si Sirio B era una 
			gigante roja hace 1.500 años, debería de haber creado dicha nebulosa 
			planetaria, 
          algo que no ha ocurrido. Además, según los datos obtenidos, 
          Sirio B tiene una edad de unos 10 millones de años,
          en contradicción con los pocos más de mil que tendría esta 
			explicación.  
           
          No obstante, se consiguió otra teoría para explicar el enrojecimiento 
			de Sirio B, a partir de los estudios de las enanas 
			blancas mediante luz ultravioleta conseguidos gracias a la 
			información de satélites artificiales, ya que éstos pueden estudiar 
			estas longitudes de onda que son “filtradas” por la atmósfera (la 
			luz ultravioleta es nociva para la vida). Las enanas blancas 
			pertenecientes a sistemas binarios, en caso de ser suficientemente 
			compactas y estar cerca de la estrella principal, pueden “atraer” 
			hacia sí la materia de ésta estrella. El gas, principalmente 
			hidrógeno, eleva mucho su temperatura, llegando a producirse una 
			reacción termonuclear en la superficie de la enana blanca (es como 
			si “resucitase”), pudiendo ser responsable de la formación de 
			las novas (estrellas que aumentan mucho su brillo en pocos 
			días, y que anteriormente no habían sido observadas). 
             
          Sin embargo Sirio B
          no está lo suficientemente cerca de Sirio A como 
			para que le ocurra este fenómeno. Posteriores desarrollos teóricos 
			pronosticaron que estrellas como Sirio B, en las que 
			se tiene una importante atmósfera de hidrógeno, podrían utilizar 
			este gas para realizar pulsos termonucleares, convirtiendo a la 
			enana blanca en una gigante roja durante un pequeño intervalo de 
			tiempo, que dependerá de la cantidad de materia utilizada (una media 
			de 250 años), logrando explicar el enrojecimiento de Sirio en 
			la antigüedad. 
          Pero el tiempo en el que fue visto como rojo fue de 1.000 años, 
			implicando, en el caso de que la teoría fuese correcta, que la enana 
			blanca tuvo que emplear en este fenómeno gran parte de su masa.  
           
          En los últimos 70 años, los astrónomos han anunciado en varias 
			ocasiones la sospecha de que Sirio no sea doble, sino realmente 
			triple, de manera que este casi imperceptible tercer astro perturbe 
			muy sutilmente el movimiento del par principal, aunque muchos no han 
			encontrado ninguna evidencia de ello. No obstante, la polémica ha 
			vuelto a resurgir cuando los astrónomos Daniel Benest y 
			J.L. Duvent completaron un análisis de todas las medidas 
			de Sirio A-B para buscar algunos comportamientos periódicos 
			a partir de órbitas binarias, llegando a concluir que existe un 90% 
			de probabilidades de que Sirio C exista realmente, 
			perturbando la órbita de la pareja A-B unos 0.055 segundos de arco 
			en su movimiento de 6.3 años en torno a la principal.  
           
          Según sus cálculos, Sirio C puede tener una masa de no 
			más de 0.05 masas solares, lo que quiere decir que probablemente 
          sería una enana roja o, incluso, una enana marrón. Las 
			enanas marrones son más masivas que los planetas, pero algo menos 
			que las estrellas, encontrándose justo en el límite de 0.08 masas 
			solares: si un cuerpo tiene más masa, se produce una reacción 
			termonuclear en su núcleo y se enciende una nueva estrella. Las 
			enanas marrones no hacen ignición, pero emiten radiación proveniente 
			de la energía que les ha sobrado tras su formación. Actualmente, los 
			astrónomos han detectado varias de estas enanas marrones, destacando 
			dos de ellas en
          las Pléyades (PPL 15 y Teide 1, ésta 
			descubierta por el astrofísico español Rafael Rebolo desde el 
			Instituto Astrofísico de Canarias).  
           
          Las simulaciones de las posibles órbitas de Sirio C 
          indican que el comportamiento gravitacional del sistema no permite una 
			órbita estable de más de cuatro años entorno a Sirio B, 
          pero sí podría existir una estrella de baja masa alrededor de 
          Sirio A con un período de 6.3 años. Desde la Tierra, 
          Sirio C nunca podría estar más lejos de 3 segundos de arco de 
			la principal, en comparación con los 12 segundos de arco que alcanza 
			el Cachorro en su punto más alejado. Además, la magnitud visual de 
			esa estrella sería entre 12 y 17, incluso algo más débil (Sirio 
			B 
          tiene magnitud 8.5). Sin embargo, como estas clases de enanas emiten 
			mucha radiación infrarroja, se tiene la esperanza de poderla 
			detectar mediante modernos equipos de detección de este tipo de 
			radiación.  
           
          Aún podemos mencionar otro hecho curioso sobre Sirio: las tradiciones 
			orales de los pueblos que habitan en el valle del Níger (antiguo 
			Sudán francés), especialmente la tribu de 
          los Dogones, narran algunas 
			leyendas sobre astronautas del pasado, que provinieron de Sirio. 
			Muchas de estas historias son muy especulativas; pero coinciden 
			asombrosamente en algunas características astronómicas. Para 
			los Dogones, Sirio no era la estrella más brillante, sino 
			una pequeña estrella que gira en torno a ella (Po Tolo) 
			en unos 60 años, siguiendo una elipse (antes de que Kepler 
          consiguiese dar sus tres famosas leyes sobre el movimiento de los 
			planetas alrededor de las estrellas, se pensaba que la órbita era 
			una circunferencia; la tradición de estos pueblos africanos se 
			pierden en la noche de los tiempos). La propiedad principal de la 
			estrella pequeña era que estaba formada de un material muy denso, 
			tal y como sucede en realidad. También creían que alrededor de Sirio 
			giraba una tercera estrella (aún no se puede asegurar) y varios 
			planetas. Sin embargo, en el caso de que Sirio B se 
			hubiese convertido en una gigante roja hace 2.000 años, habría 
			destruido los planetas que se hubiesen encontrado en torno suya  
            
          
          
           
            
            
            
          
           
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
          
           
           
           
           
           
           
          
           
            
          
            
          
          por Claudio De Carlo 
            
          ¿Existe alguna relación 
			entre la estrella Sirio y nuestro planeta? Veremos aquí una serie de 
			datos que nos harán comprender el porqué de esta pregunta... y tal 
			vez nos den una respuesta. 
           
          El interrogante se lo formuló un astrónomo inglés, el Dr. Robert 
			Temple, mientras estudiaba antiguos documentos egipcios. Su 
			búsqueda lo llevó a una tribu africana, los dogon, quienes basan 
			toda su mitología y gran parte de sus costumbres en la mencionada 
			estrella. El Dr. Temple descubrió, por ejemplo, que 
          los Dogon saben que 
			Sirio tiene una compañera invisible que gira a su alrededor, 
			la enana blanca 
          Sirio B, cuya existencia se comprobó luego de ser 
			fotografiada con éxito en 1970. También saben el período exacto 
			(tiempo que tarda en girar alrededor del cuerpo principal) de 
			Sirio B, que es de aproximadamente 60 años, y que es una de 
			las estrellas más pesadas del universo. 
           
          Es bueno tener presente que Sirio B no sólo es 
			invisible al ojo desnudo, sino que resultaba invisible para los 
			telescopios más poderosos hasta hace algunas décadas; además, para 
			poder determinar su peso y el período de su rotación, son necesarios 
			instrumentos de precisión y conocimientos matemáticos muy avanzados. 
			Debemos saber también que los Dogon son una tribu que 
			apenas ha llegado un poco más allá de la Edad de Piedra. 
           
          ¿Cómo pueden saber estas cosas? Dicen que las saben porque un 
			visitante de Sirio se las dijo, hace varios miles de años. 
           
          El Dr. Temple ha descubierto menciones y símbolos relativos a 
			Sirio en buena parte del mundo antiguo, sobre todo en Egipto y 
			Babilonia. Encontró, por ejemplo, que todo el calendario egipcio 
			giraba en torno a los movimientos de esta estrella; que para los 
			antiguos iniciados egipcios, la 
          diosa Isis era un símbolo de 
			Sirio y el 
          dios Osiris 
          (esposo de Isis) simbolizaba a la Compañera Oscura de Sirio 
			(aclaramos que una enana blanca, como Sirio B, es una estrella que 
			ya no brilla porque ha consumido totalmente aquellos recursos que le 
			permitían hacerlo). 
           
          A partir de antiguas inscripciones, Temple demuestra que una de 
			las imágenes más conocidas de Isis, con una estrella sobre ella, 
			otra a sus pies en el agua y la otra en la tierra, era un símbolo de 
			la conexión entre nuestro planeta con Sirio; sin saber que esta 
			imagen aparece en una de las cartas del Tarot... "La Estrella".  
            
          
           
          ¿Hubo un contacto? 
           
          Por medio de un detallado examen de los mitos egipcios, babilónicos y 
			dogon, el Dr. Temple afirma que existió un contacto con seres 
			provenientes del sistema solar de Sirio en la región de Sumeria, 
			aproximadamente en el año 4500 antes de Cristo. Los pueblos de aquel 
			entonces incorporaron a sus mitologías tal encuentro y los 
			conocimientos obtenidos a través de él, y con el tiempo sus 
			tradiciones se expandieron hacia otros lugares, llegando sus rastros 
			hasta nuestros días. 
            
            
            
              
                | 
                 
                Aprox. 30,000 a.C.  | 
  
   
  Chamanismo  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 4,000 a.C.  | 
  
   
  Contacto con Sirio  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 1,000 a.C.  | 
  
   
  Mitos egipcios y babilónicos - Tantra indio - Taoísmo - 
	Cultos ortodoxos (hindú, budista, islámico, cristiano, etc.) 
	Gnosticismo - Tantra - Taoísmo 
	La ruta de la seda ( Roma-norte de India )  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 700 d.C.  | 
  
   
  Sufíes  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 1,000 d.C.  | 
  
   
  Caballeros templarios  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 1,600 d.C.  | 
  
   
  Hermetismo - Alquimia - Paracelso 
	Giordano Bruno - Rosacruces - Francmasonería - Dr. John Dee  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 1,800 d.C.  | 
  
   
  Los Iluminados 
	Goethe - Golden Dawn - Ordo Templi Orientis  | 
               
              
                | 
                 
                Aprox. 1,900 d.C.  | 
  
   
  Wilhelm Reich - Aleister Crowley - G. I. Gurdjieff  | 
               
              
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                Presente  | 
               
             
            
           
          
          
           
          Algunos arqueólogos señalan que, entre los años 4500 y 3500 a. C., los 
			pueblos de la región de Egipto y Sumer 
			pasaron de ser culturas en estado primitivo de carácter tribal a 
			civilizaciones prósperas basadas en monarquías, con un amplio 
			desarrollo de las ciencias, artes y oficios, todo ello en un tiempo 
			relativamente breve en términos históricos; algo casi imposible para 
			cualquier pueblo de aquella época. 
            
          Hombres de ciencia como 
			Temple sugieren que este avance se debió al contacto con seres 
			mucho más avanzados, y no falta quien relaciona esto con 
          la Atlántida. 
          Un dato que coincide con estas teorías es que la 
			antigua mitología egipcia habla de sus dioses como seres que 
			llegaron al país e instruyeron a los pobladores acerca de ciencias, 
			artes y mucho más.
           
            
          
            
            
            
            
          
           
           
            
            
            
            
            
            
           
           
           
           
          
	 
          
           
            
          
          por Javier Sierra y 
			Manuel J. Delgado 
          
          Artículo aparecido en la 
			revista 
          
           
          
          Año Cero en Mayo de 1995. 
          
	 
            
          El reciente descubrimiento 
			de que 
          Sirio es, en verdad, un sistema estelar triple, está 
			levantando todo tipo de controversias. Y es que, lo que nuestra 
			astronomía acaba de reconocer, era ya sabido por pueblos antiguos 
			como los egipcios o la tribu de los Dogones en Malí. Y 
			lo sabían, al parecer, porque un día descendieron unos "dioses 
			instructores" de ese sistema y se lo contaron. 
          
          
          La noticia nos sobrecogió. Dos investigadores franceses, D. Benest
          y J.L.Duvent, hacían público hace escasas semanas el 
			resultado de sus últimas investigaciones en torno a la estrella, la 
			más brillante del firmamento y ubicada a unos 8,7 años luz de la 
			Tierra. Según sus conclusiones Sirio es, en verdad, un 
			sistema estelar formado por tres estrellas y no por dos, como 
			desde mediados del siglo pasado asegura nuestra astronomía; y lo 
			pudieron averiguar al estudiar con detenimiento las variaciones en 
			la órbita del sistema de Sirio desde 1862 hasta nuestros días, lo 
			que les llevó a pensar que un tercer cuerpo estelar estaba 
			influyendo en su recorrido. Benest y Duvent 
          dedujeron, además, que la nueva Sirio C es una enana 
			roja, una clase de estrella quinientas veces menos masiva que el Sol 
			y muy poco brillante, para cuyo descubrimiento óptico -que todavía 
			no se ha confirmado- ser necesario utilizar los más potentes 
			telescopios en un futuro inmediato.  
           
          Pero lo que realmente nos sobrecogió de la noticia fue que la 
			conclusión a la que han llegado estos dos investigadores galos 
			recientemente, era ya de sobra conocida por algunos de los pueblos 
			más antiguos de África, como los Egipcios y los Dogones. Estos 
			últimos, que actualmente viven en la planicie de Bandiagara, en las 
			montañas Hambori de Mali veneran desde tiempos inmemoriales a la 
			estrella Sirio 
          a la que parecen conocer hasta en sus detalles más íntimos. En 1931 el 
			antropólogo francés Marcel Griaule visitó por primera vez a 
			esta tribu, descubriendo que en sus tradiciones más sagradas y 
			secretas se hablaba de una estrella compañera de Sirio, 
			a la que llamaban
          Po Tolo, 
          y de la que sabían que tarda cincuenta años en completar una órbita en 
			torno a ésta y que, además, es extraordinariamente densa, lo que es 
			rigurosamente cierto. Por si esto fuera poco, los Dogones sabían 
			de la existencia una tercera estrella a la que llaman Emme 
			Ya (y que corresponde a la recién descubierta Sirio C), 
			de la que dicen es "cuatro veces más ligera que Po Tolo 
			aunque que tarda el mismo tiempo que ésta en completar su órbita 
			alrededor de Sirio A.   
           
          Aquellos conocimientos, que Griaule completó quince años más 
			tarde con otras investigaciones de campo que realizó junto a la 
			etnóloga 
          Cermaine Dieterlen, fueron considerados en principio pura 
			mitología; pero aún con todo, en medios académicos, escépticos como 
			E.C. Krupp, 
          director del Observatorio Criffith de Los Ángeles y uno de los mas 
			reconocidos especialistas mundiales en arqueoastronomía, 
          reconocieron que - además de su conocimiento sobre Sirio 
			- era difícil explicar cómo conocían también los anillos de Saturno 
			o las cuatro lunas galileas de ]úpiter, descubiertas por Galileo 
			Galilei siglos después de que 
          los Dogones hablasen de ellas, gracias a su primer 
			telescopio.  
           
          LOS ORIGENES DEL SABER 
          Además de los Dogones, otros pueblos vecinos como los 
			Bambara, los Bozo de Segu y los Miniaka de Kutiala, 
			comparten desde tiempos inmemoriales idénticos conocimientos sobre 
			Sirio, en torno a cuyo sistema gira buena parte de la vida 
			ritual de estas gentes. Cada cincuenta años, por ejemplo, y 
			cumpliendo estrictamente con el "ciclo u orbita de Sirio B 
			alrededor de Sirio A, estas tribus celebran sus ritos 
			de renovación a los que llaman Fiestas Sigui, en honor 
			a
          Sigui Tolo que es como conocen a Sirio A. 
			Es entonces cuando elaboran complejas máscaras de madera para 
			celebrar la entrada del nuevo ciclo, que después almacenan en un 
			lugar sagrado y donde los arqueólogos han podido encontrar piezas 
			que datan, al menos, del siglo XV. Ahora bien, ¿de dónde obtuvieron 
			los Dogones en ‚ época tan remota sus precisos conocimientos 
			astronómicos?  
           
          Griaule y Dieterlen prefirieron limitarse a describir 
			aquello que les fue transmitido por los hogon, o 
			jefes de cada pueblo iniciados en el secreto de Sirio, 
			sin hacer una valoración de sus hallazgos. Pero en 1970 Cenevieve 
			Calame-Griaule publicó en un libro que tituló Génesis Negro, 
			algunas de las notas que su padre Marcel no se atrevió a dar a la 
			luz. En ellas se describía como los Dogones creían en 
			un dios hacedor del Universo al que llaman Amma, que 
			mandó a nuestro planeta a un dios menor, al que conocen como 
			Nommo, para que sembrara la vida aquí. Nommo 
			descendió a la Tierra y trajo semillas de plantas -describe una de 
			las tradiciones recogidas por Griaule de boca de 
          un hogon llamado Ogotemmeli -, que habían ya crecido en 
			campos celestes... Después de crear la Tierra, las plantas y los 
			animales, Nommo creó a la primera pareja de humanos, 
			de los que más tarde surgirían ocho ancestros humanos, que vivieron 
			hasta edades increíbles.  
            
          
          LA CONEXION EGIPCIA  
          De Nommo, los Dogones dicen también que 
			era una criatura anfibia - probablemente muy parecida al dios 
			babilónico Oannes -, y que regresó al cielo en un arca 
			roja como el fuego después de cumplir con su tarea. Pues bien, con 
			todos estos datos, en 1976 Robert K.C. Temple, 
          un lingüista norteamericano miembro de la Royal Astronomical 
			Society 
          británica y afincado en Londres, publicó un osado libro que tituló 
			El Misterio de Sirio, en el que aventuró que Nommo fue un 
			extraterrestre 
          que dejó en la Tierra, hace entre siete y diez mil años, toda clase de 
			pistas sobre su origen estelar. "Cualquier otra interpretación de 
			las citadas pruebas no tendría sentido, concluyó Temple. Y 
			quizás no le faltase razón, pues sus argumentos, lejos de haber sido 
			refutados con el tiempo, se ven reforzados por descubrimientos como 
			el de Sirio C 
          que ya anunció en su obra hace casi veinte años. Pero el conocimiento 
			del sistema triple de Sirio no fue patrimonio exclusivo de 
          los Dogones 
          y de los pueblos vecinos, lo cual nos obliga a abrir aún más el radio 
			de esa supuesta influencia extraterrestre en el pasado. 
	 
            
          Los antiguos egipcios, por 
			ejemplo, mostraban una gran veneración hacia la 
          "estrella del Perro" o Sirio, que se encuentra en la 
			constelación del Can Mayor. Fue sir Norman Lockyer, astrónomo 
			británico fundador de la 
          revista Nature, el primero en darse cuenta de que muchos 
			templos egipcios estaban alineados hacia Sirio, cuya 
			aparición y desaparición en los cielos sirvió como base a uno de los 
			dos calendarios usados en Egipto. El primero de ellos era de uso 
			popular y de escasa complejidad matemática estableciendo la duración 
			del año en 365 días exactos, pero el basado en Sirio 
			además de servir para fechar cuestiones sagradas y dinásticas, se 
			fundamentaba en observaciones astronómicas extraordinariamente 
			precisas y establecía la duración del año en 365,25 días. 
	 
            
          Se comprobó, por ejemplo, 
			cómo muchos de los templos egipcios, orientados hacia el sol 
			naciente (lo que dio pie a que los arqueólogos especulasen con la 
			existencia de una religión solar), estaban flanqueados por dos 
			obeliscos que, ubicados en un lugar previamente determinado, servían 
			a los sacerdotes para ver sobre la línea del horizonte por donde 
			salía el sol a lo largo del año, pudiendo marcar así el inicio de 
			los solsticios de verano e invierno. Aquel control del Sol 
			sirvió a los egipcios para comprobar que había un día en el 
			que Sirio y el Sol salían por el 
			mismo punto.  
           
            
            
              
                | 
                 
          Comprobaron igualmente que 
			cada cuatro años Sirio se retrasaba un día en acudir a 
			su cita, lo que originó el ciclo de Sirio o sóthico en 
			honor de la 
                diosa Isis o Sothis que se cumplía cada 1460 años; 
			es decir, pasado ese periodo de tiempo el calendario sóthico 
			y el vulgar volvían a coincidir al inicio del año nuevo (1460 años X 
			0,25 días de error = 365 días).  
				 
            
          Este calendario sóthico 
			ha permitido fechar con precisión acontecimientos que sucedieron 43 
			siglos antes de Cristo, lo cual demuestra que hace ya más de cuatro 
			mil años los egipcios conocían estos ciclos.    | 
                
                 
                
            
                   | 
               
             
            
           
          
          ¿Cuándo, pues, hicieron ‚ 
			éstos sus 
          observaciones de Sirio para establecer su calendario? 
			¿Acaso fue este un conocimiento llegado por los mismos dioses de 
			los Dogones y una nueva pista sobre su origen? La 
			identificación de Sirio con la diosa Isis 
			(la Señora de los Dos Fuegos), refiriéndose a sus dos estrellas más 
			grandes, A y B) fue confirmada hace ya varias décadas por los 
			estudiosos Otto Neugebauer
          y Richard Parker, Lo que nunca supieron interpretar fue el 
			por qué‚ en la iconografía egipcia Isis iba a 
			menudo acompañada de las diosas Anukis y Satis, 
			que ahora, desde luego, pueden entenderse como 
          Sirio B y Sirio C. Otra clave simbólica 
			puede tener que ver con
          Osiris, 
          mitológicamente hermano y compañero de Isis y 
			encarnación de la Tierra, cuyo nombre en jeroglífico es representado 
			frecuentemente como un ojo sobre o bajo un trono, lo que podría dar 
			lugar a pensar en la rotación de nuestro planeta (y, por ende, de 
			todo el sistema solar) en torno a Sirio. No en vano 
			Kant definió a Sirio como "el Sol de nuestro Sol", 
			hipótesis que llevó a muchos astrónomos decimonónicos a establecer 
			la distancia entre Sirio y nosotros como "unidad 
			astronómica. Y lo chocante es que los Dogones 
			conocían a 
          Sirio A 
          también como la "estrella sentada". ¿Simple casualidad?  
           
          LAS PIRÁMIDES APUNTAN AL CIELO   
          A ella no puede, desde luego, recurrirse cuando se averigua - como 
			hizo el astroarqueólogo ruso Vladimir Rubtsov - que el 
			antiguo vocablo iranio que se usaba para referirse a Sirio 
			era Tistrya, palabra que se origina en el vocablo 
			sánscrito Tri-Stri, y que significa 
          tres estrellas!. Es decir, que el conocimiento de que 
			Sirio es un sistema estelar triple fue casi universal en nuestro más 
			remoto pasado. ¿Pero por qué? ¿Quién difundió semejante "secreto"? 
			Los egipcios posiblemente hicieron evidente ese secreto en la meseta 
			de Giza, junto a El Cairo, precisamente gracias a las 
			tres monumentales pirámides que allí pueden contemplarse. No en vano 
			cada día somos más quienes creemos que 
			la Gran Pirámide fue en verdad un templo - y no 
			una tumba - 
          dedicado a Isis, la diosa que encarna a Sirio A, 
			y en cuyas medidas y proporciones fundamentales se encuentran 
			encerrados saberes relacionados con el monumento original de la 
			pirámide de Micerinos, 
          antaño cubierta por losas de granito de este color.   
            
            
              
                | 
                 
          Por la misma regla de 
			tres, la ciencia algún día podría llegar a comprobar que las tres 
			pequeñas pirámides satélite que hay junto a la de Keops 
			representan 
                tres planetas junto a Sirio A, al igual que las otras 
			tres pirámides menores que flanquean a Micerinos (Sirio 
			C). Curiosamente esta disposición no sitúa ninguna pirámide 
			menor junto a Kefrén, quizá por lo que los astrónomos 
			ya saben: el enorme peso gravitacional de Sirio B hace 
			imposible que ningún planeta orbite en torno suyo sin ser 
			fatalmente atraído hacia la estrella.  | 
                
                 
                
            
                   | 
               
             
            
           
          
          
          Frente a esta hipótesis, en el último año se ha acuñado otra no menos 
			interesante. En 1994 los investigadores Robert Bauval y 
			Adrian Gilbert 
          hacían público que tres de los cuatro canales de ventilación de la 
			Gran Pirámide estuvieron orientados hacia estrellas concretas. 
			Así el canal norte de la cámara del Rey miró hacia Alpha 
			Draconis, el canal norte de la cámara de la Reina hacia la 
			estrella más baja del cinturón de Orión (las tres 
			estrellas centrales de la constelación) , y el canal sur de esta 
			misma cámara hacia Sirio. Su particular 
			"descubrimiento" les llevó a formular su aventurada "teoría de la 
          correlación con Orión" de la que se desprende que las 
          pirámides de Giza son una réplica exacta del cinturón 
			de Orión y que el Nilo así como el resto de pirámides egipcias 
			ocupan los lugares correlativos a la Vía Láctea y otras estrellas 
			importantes. Pero hay más. La orientación de los canales de la Gran 
			Pirámide corresponde - según Bauval y Gilbert - a la 
			posición de las tres estrellas citadas en el 2450 a.C" aunque la 
			ubicación de las pirámides marca el lugar del cenit donde estuvo 
			Orión en el 10450 a.C.  
           
          UNA ESTRELLA FASCINANTE  
          Lo que proponen ambos investigadores para explicar esta diferencia 
			cronológica es que, si bien la Gran Pirámide fue 
			erigida en el 2450 a.C. (perpetuando así la falsa tesis 
			arqueológica oficial de que fue construída por
          Keops), en cambio conmemoran un acontecimiento remoto 
			que tuvo lugar en el 10450 a.C. Pero, ¿cual? Independientemente de 
			cual de las dos hipótesis para la disposición de las pirámides de 
			Giza est‚ más próxima a la verdad, lo cierto es que la 
			vinculación de Sirio y Orión, al menos desde un punto de 
			vista astronómico, es innegable, pues los egipcios sabían que 
			Orión se perdía tras el horizonte una hora antes que Sirio, 
			lo que sirvió de referencia también para el establecimiento del 
			calendario sóthico. 
	 
            
          En definitiva, pese a toda 
			la evidencia expuesta, los historiadores prefieren seguir ignorando 
			el porqué de la fascinación que ejerció sobre los egipcios (y sobre 
			otros pueblos tan alejados de ellos como chinos o Dogones) la 
			estrella Sirio, aunque todos ellos se esforzaron en 
			aclararnos estas dudas en sus templos y mitos:  
           
            
          
          sus "dioses instructores" 
			descendieron un día lejano de aquel sistema triple y habitaron quizá 
			entre nuestros antepasados. 
            
          
          
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