de Daniel Estulin

01 Octubre 2015

del Sitio Web IslamEnMurcia
 

 

 


 

 

 

Entre las amenazas y peligros que actualmente se ciernen sobre el mundo, sin duda uno de los primeros es el terrorismo islámico.

 

Superada la Guerra Fría, resueltos los conflictos a que dio lugar la descomposición del bloque del Este, en vías de encauzarse las guerrillas latinoamericanas, prácticamente todos los focos de tensión actuales tienen que ver con el islam y el terrorismo practicado en su nombre.


Daniel Estulin, autor de importantes best sellers sobre las fuerzas secretas que mueven el mundo, especialmente el Club Bilderberg, se ocupa en este nuevo libro del terrorismo islámico, entrando a fondo en sus entresijos y secretos, y desvelando sorprendentes complicidades.

 

Dicho de otra forma, muestra las estrechas relaciones que hay entre esas élites político-financieras mundiales que se mueven en la sombra y por encima de los gobiernos, y el terrorismo yihadista.


Fiel a su estilo, lo hace sin morderse la lengua y apoyándose en una voluminosa documentación (el libro tiene más de 700 notas que remiten a un conjunto muy variado de fuentes: informes, revistas especializadas, declaraciones de expertos, documentos de difícil acceso...).

 

Y aunque pone el foco en este aspecto concreto, las tesis de Estulin son coherentes con lo que viene denunciando en libros anteriores: la existencia de oscuros poderes que trascienden a los gobiernos democráticos y manejan los hilos que mueven a su vez a grupos e instituciones que son como marionetas suyas.

 

En este caso, las marionetas son los grupos terroristas yihadistas.


Sus conclusiones son rotundas:

"No estamos a salvo. No tanto de los terroristas, sino de quienes los financian, les suministran armamento, los entrenan y los utilizan para sus propios objetivos a largo plazo".

 

"El objetivo final de la guerra global contra el terrorismo [esta expresión, Estulin la pone siempre en cursiva o entre comillas, que es una forma de ponerla en tela de juicio] es subyugar a los ciudadanos, despolitizar totalmente la vida social en Estados Unidos, impedir que la gente piense y conceptualice…"

 

"La llamada guerra global contra el terrorismo se ha convertido en uno de los mayores engaños criminales de la historia moderna".

 

"La amenaza terrorista local es una invención. Sí, los terroristas existen, y sin embargo ¿quién los puso ahí en primer lugar? ¿Quién sentó las bases, los financió, les proporcionó armamento, les observaba marchar y asesinar con impunidad por casi todo Oriente Medio?".

Esas preguntas son minuciosamente respondidas en las bien documentadas páginas del libro.

 

Fuera de control se divide en tres grandes bloques (bien que profusamente comunicados entre sí):

  • El juego del diablo

  • Los saudíes

  • El ISIS y todo lo demás

El primer apartado es una visión panorámica e histórica sobre las insospechadas y terribles complicidades de las grandes potencias e instituciones (principalmente el Imperio británico, que Estulin sostiene que sigue existiendo como tal) con el terrorismo islámico.

 

Los siguientes se centran en lo que anuncian sus títulos. En todo caso, a lo largo del libro los temas se entrecruzan y reaparecen en páginas sucesivas.

 

 

 


El otro eje del mal


El comienzo no puede ser más claro ni contundente:

"Quiero empezar diciendo que la guerra global contra el terrorismo es una invención basada en la mentira y la idea equivocada de que un hombre, Osama bin Laden, fue más listo que los Servicios de Inteligencia estadounidenses, dotados de un presupuesto anual de cuarenta mil millones de dólares.

 

La guerra contra el terrorismo es una guerra de conquista".

Y añade dirigiéndose directamente al lector, recurso que emplea a menudo en el libro:

"¿Te has fijado en que allí donde haya un país con un gobierno independiente que tenga reservas petrolíferas o recursos financieros, agrícolas o estratégicos que no se hayan sometido aún al control corporativo transnacional siempre existe una campaña liderada por Estados Unidos para destruirlo?"

Y para que no queden dudas:

"Desde los atentados del 11 de septiembre, Estados Unidos, junto con sus aliados regionales, ha patrocinado cada vez más a yihadistas de todo tipo para destruir cualquier estado social que se resista a sucumbir a las pretensiones hegemónicas del Imperio…

 

El Estado Islámico de Iraq y Siria (ISIS) es un instrumento al servicio de la estrategia de la guerra civil, y está financiado y armado por las mismas fuerzas lideradas por Estados Unidos que lanzan bombas sobre él en Siria e Iraq".

¿Difícil de creer? El propio Estulin lo viene a reconocer cuando dice que esto es "la locura encarnada".


El autor sostiene que, tanto el ISIS como otros movimientos islámicos extremistas, Al Qaeda en el Magreb Islámico, Hermanos Musulmanes, talibanes…,

"son el resultado de objetivos políticos a largo plazo diseñados en Washington y Londres, y financiados a través de organizaciones benéficas saudíes".

Estados Unidos, Gran Bretaña, Arabia Saudí (sin olvidar a Israel).

 

Estulin nombra directamente a los principales miembros de este otro eje del mal, en el que destaca especialmente Gran Bretaña,

"primus inter pares de la oligarquía financiera del mundo".

Y les señala una y otra vez.

 

Las frases acusatorias, extremadamente bien apoyados por la voluminosa documentación, recorren todo el libro:

"Londres es el centro neurálgico del terrorismo islámico".

 

"El recrudecimiento de la locura islámica […] es un proyecto de la City de Londres".

 

"Los Hermanos Musulmanes [son] una secta fundamentalista musulmana engendrada por los servicios secretos británicos".

 

"Londres es el epicentro y la sede de decenas de las organizaciones terroristas internacionales más sangrientas, financiadas y protegidas por el gobierno y por la propia Corona británica".

El HUT (Partido de la Liberación),

"uno de los grupos armados más violentos de Asia Central" es "un grupo terrorista británico protegido por Tony Blair y el gobierno británico… controlado por el Servicio de Su Majestad".

En resumen:

"La palabrería de Londres en nombre de las víctimas del terrorismo es detestable a la luz de la absoluta falta de consideración del Reino Unido hacia el derecho internacional.

 

El Reino Unido no sólo es el epicentro y el hogar de decenas de las organizaciones terroristas internacionales más sangrientas, sino que los terroristas afincados en Inglaterra operan amparados por el gobierno y la Corona británicos".

 

 


Los saudíes


Dentro de ese auténtico eje del mal que aparenta serlo del bien, Arabia Saudí juega un papel esencial.

 

Ha sido un elemento clave a la hora de propagar el islamismo radical por todo Oriente Medio, lo que no hubiera conseguido sin el patrocinio del Imperio británico. Los saudíes, que gobiernan en virtud de una alianza centenaria con los fanáticos wahabíes, son la mayor fuente de financiación del terrorismo yihadista global.

 

Arabia Saudí es,

"el punto neurálgico del control y despliegue del terror wahabí en todo el planeta".

Arabia Saudí, creación del Imperio británico, es una marioneta en sus manos,

"el actor clave en este programa de caos y disturbios planificados".

Y,

"no queda ninguna duda de que Riad y Al Qaeda actúan en estrecha colaboración".


"En la actualidad, la fuente de todo el terrorismo internacional importante es la alianza imperial anglo-saudí".

Y dentro de esa alianza imperial hay un claro reparto de papeles:

"Los británicos fijaron la política, definieron el diseño, organizaron el terreno y protegieron y apoyaron a los terroristas, pero el dinero siempre procedía de Arabia".

Estulin denuncia,

"una estructura jerárquica anglo-saudí que controla Al Qaeda y todos los demás grupos del frente yihadista… Los Hermanos Musulmanes, Al Qaeda, los talibanes y el ISIS son una creación anglo-saudí…

 

Los anglo-saudíes los dirigen como si fueran un ejército internacional con el fin de destruir los estados nación y aterrorizar a la población".

En cuanto al vecino Dubai, Estulin considera "irrefutable" que se trata del epicentro del terrorismo, el narcotráfico y el blanqueo de capitales.

 

 

 


El plan dominar impidiendo el desarrollo


Los hechos actuales hunden sus raíces en lo que Estulin considera un punto de inflexión en la historia de Oriente Medio y del mundo islámico:

la caída del shá de Irán y la toma del poder por el ayatolá Jomeini en 1979, lo que constituyó,

"el primer paso para imponer los intereses económicos anglo-estadounidenses".

Aquel episodio supuso la sustitución de un régimen pro-occidental y laico, en pleno proceso de industrialización, por otro islámico fundamentalista y contrario a la industrialización y la modernización.

 

Y fue una operación diseñada,

"para desencadenar la propagación del fundamentalismo islámico por todo el mundo musulmán".

Fue el primer eslabón de la cadena de acontecimientos que siguieron, de un vasto plan que se puede explicar así:

El Estado nación es la base del progreso económico, científico y político de la humanidad, la forma más adecuada que las naciones han encontrado para crecer y desarrollarse.

Por lo tanto, las potencias que quieren apoderarse de las riquezas y recursos del planeta necesitan hacer retroceder a los países del Tercer Mundo en vías de desarrollo, desintegrándolos y balcanizándolos.

 

Y un excelente método para ello es fomentar las formas más retrógradas de pensamiento en contra de las corrientes liberales y modernizadoras.

 

Esto, en los países de Oriente Medio y Asia Central, supone fomentar el fundamentalismo islámico. En el fondo, se trata de una ecuación simple:

fundamentalismo = atraso político y económico = facilidad de dominación.

El objetivo final es destruir hasta el último vestigio de cualquier estado nación soberano para crear un estado supranacional controlado por la élite.

 

Esa élite considera que los recursos naturales mundiales le pertenecen, y para apropiárselos y saquear libremente el planeta, los pueblos son un obstáculo, sobre todo los pueblos que progresan organizados como Estado nación.


La jugada de Irán en 1979 se ha seguido repitiendo en otros sitios, de distintas formas pero con el mismo fondo común: combatir los movimientos nacionalistas regionales en Oriente Medio y Asia Central con el objetivo de perpetuar la falta de unidad árabe y acabar con el panarabismo.


Estulin insiste en esta idea a lo largo del libro:

"Las élites consideraban suyos los recursos de la Tierra y no querían compartirlos con un Tercer Mundo emergente y en vías de desarrollo".

 

"El Imperio es consciente de que el progreso de la humanidad comporta su inminente fin. Que no puede sobrevivir en un mundo donde existe un progreso tecnológico y científico generalizado".

 

"El Imperio del dinero depende de la supresión del progreso científico y del conocimiento, favoreciendo el atraso y la ignorancia".

 

"El Imperio necesita un mundo con habitantes ignorantes y dóciles".

 

 


Beneficios colaterales


El atraso y la disgregación de estos países es la premisa para que sean dominados a largo plazo.

 

Pero ya en el corto plazo el Imperio obtiene beneficios.

"Allí donde esté presente Al Qaeda aparece a continuación el ejército estadounidense, y en la retaguardia de los militares las compañías petroleras esperan y presionan; y detrás de éstas, los bancos ganan dinero", describe Estulin el proceso.

Otra fuente enorme de beneficios es el narcotráfico, cuya mafia dice Estulin está dirigida por las altas esferas de Londres y Wall Street.

 

El dinero que éste genera es una parte fundamental del sistema financiero y bancario mundial. Por ello no sorprende que la CIA, a la que señala como cómplice de la mafia afgana del narcotráfico desde 1947 hasta hoy, haya llegado a un acuerdo secreto para proteger la ruta Siria del narcotráfico.


Por eso, afirma Estulin,

"no puede hablarse en serio de desmantelar redes terroristas, ya que eso implicaría desmantelar toda la maquinaria mundial que alimenta a ese monstruo y que a su vez vive a costa de él.

 

Ningún servicio de Inteligencia se arriesgará a perder miles de millones de dólares de financiación de su presupuesto en negro para desmantelar las organizaciones terroristas que ellos mismos controlan".

 

 


El ISIS, último capítulo por ahora


El capítulo más reciente del terrorismo islámico, es decir, de su utilización para desestabilizar y balcanizar a los países árabes, es el siniestro Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), tristemente célebre por las decapitaciones masivas y la destrucción del patrimonio cultural.

 

Estulin empieza por llamar la atención sobre el hecho sorprendente de que este,

"variopinto grupo de terroristas no tenía ninguna posibilidad de tomar por sí solo el control de una ciudad y un territorio tan grandes (Mosul y Tikrit) recuérdese cuánto tardó el ejército estadounidense en tomar el control de Faluya, en Iraq y mucho menos ejercer ningún control sobre grandes ciudades o territorios sin el apoyo de potencias regionales o incluso mundiales".

Semejante capacidad militar sólo se explica por los respaldos con que cuentan estos yihadistas.

 

Respaldos que enumera con detalle el autor del libro.

"El ISIS es una creación, una prolongación y un agente de la OTAN. Es evidente que la amenaza del ISIS ha sido obra de la OTAN desde el principio".

Además,

"el ISIS está estrechamente ligado al MI6 británico y a la CIA, que respaldan una gran cantidad de sus operaciones".


"Los anglo-estadounidenses, en connivencia con los ricos países petroleros árabes liderados por Arabia Saudí, han creado un ejército del Califato con los yihadistas que han salido de la guerra de Siria… algo que los yihadistas nunca habrían logrado por sí solos".

El ISIS, dice Estulin, es un pretexto para lanzar un nuevo ataque imperialista abierto en Oriente Medio, y gran parte de sus principales generales y combatientes,

"fueron seleccionados a dedo, trasladados, armados y equipados por los aliados de Estados Unidos, la OTAN y los países del Golfo".

 

"La Administración Obama usa a Al Qaeda, y ahora al ISIS, para derrocar a gobiernos independientes con el fin de balcanizar o desintegrar después los países en cuestión, o bien utilizarlos como marionetas kamikazes contra mayores enemigos, como Rusia, China o Irán", añade Estulin.

 

"Nos encontramos ante una iniciativa liderada por Estados Unidos para azotar la región por medio del ISIS y sus fuerzas asociadas, con el fin de acabar totalmente con la estabilidad y la capacidad de Siria, Iraq e Irán de coordinar cualquier acción militar, económica o política significativa".

Paralelamente, su increíble potencia económica no se explica sin tener en cuenta a los "financieros entre bambalinas" de Arabia Saudí, Kuwait, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos, cuyas donaciones se blanquean como ayuda humanitaria.


Este último capítulo es una nueva vuelta de tuerca a la tesis central del libro sobre el gran engaño que constituye la llamada "guerra global contra el terrorismo":

"ElPrograma Antiterrorista de Washington en Iraq y Siria se basa en el apoyo a los terroristas. La incursión del Estado Islámico… se enmarcó en una operación de la Inteligencia militar cuidadosamente planificada y apoyada en secreto por Estados Unidos, la OTAN, Arabia Saudí e Israel.

 

La misión antiterrorista es una ficción sin sentido, dado que Estados Unidos es el principal estado patrocinador del terrorismo".

Como el propio Estulin ha dicho en las páginas anteriores,

"la locura encarnada" o "el mundo al revés".

 

 

 

***

 

CAPÍTULO 1

Fuente


El juego del diablo

En este capítulo repasaremos las técnicas que ha utilizado el Imperio británico a lo largo del siglo XX para destruir los Estados nación soberanos, que van desde fomentar iniciativas antitecnológicas, la des-industrialización y el crecimiento cero hasta instigar corrientes contraculturales, respaldar movimientos sufíes y crear organizaciones terroristas con objetivos específicos en cada país.

 

Por no mencionar el modo en que el Imperio se ha servido de las divisiones históricas en Oriente Medio para imponer la "Nueva Edad Media" que en el presente amenaza la propia supervivencia de la humanidad.

 

* * *
 


El período comprendido entre la caída del Sha de Irán y el nombramiento del ayatolá Jomeini marcó un punto de inflexión en la historia de Oriente Medio y del mundo islámico.

 

El establecimiento de la República Islámica de Irán1 del ayatolá fue el primer paso para imponer los intereses económicos anglo-estadounidenses e implementar la estrategia de los Servicios de Inteligencia británicos, dirigida a sumir a toda la región en la "Nueva Edad Media".

El recrudecimiento de la locura islámica (ya sea del tipo ISIS o del tipo de sus antecesores, como los Hermanos Musulmanes, la Yamaati Islami de Pakistán, Al Qaeda, Ansar al Islam, Tehrike-Taliban, Lashkar-e-Jhangvi al Alami, Abu Sayyaf e Hizb ut-Tahrir, o incluso del tipo de las hermandades místicas sufíes de Asia) es un proyecto de la City de Londres.

En lo que respecta a la estrategia de la mafia islámica de Londres para imponer la "Nueva Edad Media", pueden identificarse dos consecuencias interrelacionadas, que a su vez son objetivos políticos. La primera es la que resulta más evidente a primera vista: si se permite que la revolución islámica siga su curso actual, Oriente Medio quedará reducido a escombros y la población musulmana se reducirá a la mitad o incluso en dos terceras partes.

Tal como hemos atestiguado en la última década con las revoluciones de colores o con los flagrantes golpes de Estado, estos cambios van seguidos de un colapso de la autoridad central, de reivindicaciones de autonomía por parte de caudillos sectarios y tribales, así como del saqueo masivo del país en cuestión a manos de hordas de ejércitos rebeldes errantes que arrasan con todo a su paso.

En declaraciones del coronel general Leonid G. Ivashov, exjefe del Departamento de Cooperación Militar Internacional del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa,

"la fuerza impulsora que subyace a estas operaciones no son las provocaciones de Siria o Irán, ni Hezbolá, ni siquiera el propio Israel.

 

Más bien, la pieza clave es la oligarquía financiera mundial, indefinida desde el punto de vista político, que trabaja de un modo constante y persistente para cambiar la organización política, económica y social de la comunidad global, atendiendo a sus propios intereses.

 

Entre los objetivos de esta "oligarquía financiera" figurarían destruir de una vez por todas el sistema de Estado-nación de Westfalia en aras de favorecer una dictadura global; preparar el terreno para lanzar ataques contra Irán, y saquear sus recursos, lo cual está implícito en ese tipo de dictadura, y redibujar el mapa del Gran Oriente Medio".

Este proceso se ha extendido ahora a Túnez, Libia, Siria, Egipto, Sudán, el Yemen, Bahrein, Argelia, Iraq, Irán, Turquía, Pakistán y Afganistán.

 

La fragmentación de Oriente Medio siguiendo esas fronteras es lo que se conoce como el "plan de Bernard Lewis", llamado así en honor al especialista británico en el islam de la Universidad de Oxford, que colabora estrechamente con los servicios de Inteligencia británicos e israelíes.

Antes de que existieran el ISIS, Al Qaeda y los talibanes, la élite contaba con otros ejércitos para luchar por su causa. Uno de los primeros fueron los Hermanos Musulmanes (al-Ikhwan alMuslimeen), una secta fundamentalista musulmana engendrada por los servicios secretos británicos a partir de miembros de Oxford y Cambridge, y de los círculos místicos del Rito Escocés de la Masonería, en tanto que abanderado de una antigua herejía antirreligiosa (pagana) que ha plagado el islam desde el establecimiento de la comunidad islámica por parte del profeta Mahoma en el siglo VI.

Fruto de un movimiento que comenzó en el siglo XIX en el seno del mundo musulmán, los Hermanos Musulmanes son la organización islamista más antigua y grande de Egipto, y ha dado lugar a grupos islamistas suníes por todo el mundo árabe.

 

En la actualidad, sirve de organización marco en cuyo seno prosperan numerosas sociedades y hermandades fundamentalistas sufíes y suníes, así como chiíes radicales.

 

Oficialmente, lleva activa en Oriente Medio desde 1928, iniciando su actividad en reacción a la abolición del califato por parte del reformador turco Kemal Atatürk en 1924.

"Los Hermanos Musulmanes surgieron de entre los cultos islámicos patrocinados por los británicos, que incluían sociedades sufíes secretas y grupos como el bahaí. El padrino político de los Hermanos Musulmanes era Jamal al Din al Afghani y sus discípulos, los "reformistas" del islam y el grupo salafí."

En palabras de Robert Dreyfuss, experto en el islam,

"en conjunto, visto de forma genérica, los Hermanos Musulmanes no pertenecen realmente al islam, sino a las religiones bárbaras preislámicas que adoraban a la diosa madre",

...al misticismo satánico, a la alquimia, a la magia negra, a la hechicería y a la brujería que prevalecía en la antigua Arabia, como la adoración a las diosas Allat, Uzza y Manat, que a su vez son copias de los cultos más antiguos a Isis y Osiris, a Apolo y a la Gran Madre.

"Los Hermanos Musulmanes no existirían en la actualidad si los orientalistas británicos de Oxford y Cambridge no hubieran adoctrinado con mimo a los elementos más retrógrados, y más reaccionarios desde el punto de vista epistemológico, de la cultura musulmana.

 

Lejos de ser la expresión real de la historia y la cultura musulmanas, la parásita hermandad es fruto de una paciente organización por parte de agentes de los servicios secretos del mundo islámico, como Arnold J. Toynbee,10 Harry St. John Bridger Philby, T. E. Lawrence, E. G. Browne y muchísimos más."

En este proceso fue clave un plan británico centenario para explicar el declive del islam; Londres opinaba que la decadencia y caída - y, finalmente, el dominio del mundo musulmán por las potencias imperialistas - se debían a una debilidad intrínseca, o a un defecto, en la "psique musulmana".

 

La mafia londinense de pseudo-orientalistas fue metiéndoles en la cabeza esas premisas a los intelectuales musulmanes modernos a fuerza de repetirlas. Para lograrlo, los británicos se aliaron con las religiones preislámicas que quedaban en la región.

 

Estos cultos ahondan sus raíces en una tradición aún más antigua, la de los cultos paganos de Grecia, Persia y el Imperio romano.

"Más recientemente, los orientalistas británicos y los especialistas en Inteligencia anglo-jesuitas creyeron conveniente utilizar las tradiciones "negras" del islam (sus cultos y religiones mistéricas) como medio para imponer una involución en el momento en que el Imperio británico empezaba a extenderse por el mundo islámico.

 

Valiéndose de alianzas entre oscurantistas islámicos y cultos espirituales, por una parte, y de la propia Nobleza Negra de la oligarquía europea, cuyos orígenes se remontan a hace siglos, a la época de la Cuarta Cruzada, los orientalistas británicos del siglo XIX fomentaron el crecimiento y desarrollo de una sucesión de cultos institucionales que sirvieron de base para el establecimiento de los Hermanos Musulmanes y su prole."

Hay que entender que ninguna de estas operaciones habría tenido la más remota posibilidad de triunfar si no las hubieran financiado y arropado las élites del poder.

 

Y quien más contribuyó a agrupar a esos yihadistas dispersos en grupos poco organizados y hacerlos prosperar fue el servicio de Su Majestad en el Reino Unido.

 

Desde los Hermanos Musulmanes a Al Qaeda y el ISIS, lo que logró la financiación británica inicial de la,

"Hermandad fue la globalización del terrorismo, que acogió bajo su auspicios a diversos grupos armados suníes, identificados ampliamente como salafíes, y a la píldora venenosa de Arabia Saudí, los wahabíes.

 

Estas fuerzas estaban en primerísimo plano durante el ascenso de los Hermanos Musulmanes en Egipto, tras el desmantelamiento del régimen de Mubarak, que puso a Mursi, un ingeniero egipcio educado en Estados Unidos, al mando de El Cairo".

Las principales organizaciones y fundaciones que representan en este momento el núcleo de la red de los Hermanos Musulmanes de los servicios secretos británicos son,

  • la Federación de Organizaciones Islámicas en Europa, con sede en Londres, que ejerce de organización marco

  • el Consejo Islámico de Europa

  • la Fundación Islámica, afincada en Inglaterra y dirigida por Khurshid Ahmad, que es el principal canal de financiación procedente de la Inteligencia británica y de los Estados Árabes del Golfo, sobre todo Kuwait y Arabia Saudí, y la Fundación Hanns Seidel, con sede en Múnich (Alemania), que estuvo liderada por Otto de Habsburgo, de la poderosa dinastía de los Habsburgo

La financiación que reciben estas organizaciones e instituciones para llevar a cabo actividades relacionadas con los Hermanos Musulmanes procede en su mayoría de dos fuentes.

"Parte del capital viene directamente de los círculos británicos, sobre todo de la aristocracia de la Cámara de los Lores británica, así como de los bancos y las empresas más importantes del Reino Unido.

 

Entre ellos figuran muchas de las instituciones que se identifican en mayor medida con los sionistas, como Lazard Frères.

 

Sin embargo, el grueso de la financiación de las operaciones de la Hermandad proviene de círculos con vínculos británicos en Arabia."

"En el pasado, el capital se desembolsó a través del rey Abdalá de Arabia Saudí y el emir de Kuwait, Saad al Abdalá al Sabá."



CAABU y MECAS

Con el derrocamiento del presidente egipcio Mohamed Mursi en 2013, da la impresión de que la Hermandad ha perdido algo de lustre, pero esto no podría estar más lejos de la realidad.

 

La desestabilización de los países, y de Oriente Medio en general, continúa, aunque de un modo más subrepticio, lo que hace que la Hermandad sea más letal que antes.

Para entender qué fuerzas londinenses respaldan a los Hermanos Musulmanes cabe examinar dos bastiones imperialistas británicos arquetípicos.

"El primero es el Centro Árabe-Británico, también denominado Consejo para el Entendimiento Árabe-Británico (CAABU, por sus siglas en inglés).

 

El segundo, recientemente clausurado después de treinta y cinco años, es un organismo emparentado, el Centro de Estudios Árabes del Medio Oriente (MECAS, por sus siglas en inglés), ubicado en Shemlan, en el Líbano.

 

Este último se fundó en 1944 bajo los auspicios del Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA, por sus siglas en inglés) y su fundador fue Abba Eban, que más tarde se convirtió en ministro de Asuntos Exteriores y viceprimer ministro de Israel.

 

El MECAS, creado en Shemlan, justo al sur de Beirut, era un centro de formación para el personal de la Inteligencia británica y del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reino Unido destinado a Oriente Medio."

El Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA) del Reino Unido, o grupo de la Mesa Redonda, es un brazo de una sociedad secreta creada por el magnate británico Cecil Rhodes para unir al mundo (empezando por los dominios de habla inglesa) bajo el gobierno de elitistas iluminados como él.

 

La rama estadounidense se llama Consejo de Relaciones Exteriores (CFR, por sus siglas en inglés), el más poderoso comité de expertos en tráfico de influencias del país.

"En aquel momento estaban vinculados al proyecto MECAS primeras figuras británicas como Martin Charteris, jefe de los servicios secretos británicos; sir Harold Beeley, secretario personal de la reina Isabel, y Albert Hourani, un miembro libanés del RIIA.

 

Desde 1940, literalmente cientos de funcionarios y agentes de los principales servicios de Inteligencia británicos han recibido formación en el MECAS, donde han estudiado la lengua, la historia y la cultura árabes.

 

Entre los antiguos estudiantes y profesores encontramos al famoso pachá sir John Bagot Glubb y su hijo Faris Glubb; George Kirk, del RIIA; A. J. Wilton, embajador británico en Arabia Saudí; Kim Philby; sir Donald Maitland, el coronel Bertan Thomas, etcétera.

 

Entre sus principales graduados figuran los Lawrence de Arabia contemporáneos que fundaron el Centro Árabe-Británico.

"El listado de empresas y bancos británicos que han respaldado al CAABU durante décadas parece un quién es quién imperialista:

  • Barclay’s Bank

  • British Aircraft Corp.

  • British Bank of the Middle East

  • Lazard Brothers

  • Lloyd’s International

  • Lonrho

  • National Westminster Bank

  • Rolls Royce

  • Unilever

La Sociedad Anglo-Árabe del pachá sir John Bagot Glubb está vinculada al CAABU y al MECAS. Glubb, excomandante de la Legión Árabe de Jordania, es el principal personaje influyente en Gran Bretaña y Oriente Medio.

 

El CAABU, el MECAS, la Sociedad AngloÁrabe y la Middle East International School (MIS) reúnen a la élite que respalda la operativa de los servicios secretos que controla a los Hermanos Musulmanes."

En los años setenta existían pruebas directas de que los círculos del CAABU eran el conducto de los Hermanos Musulmanes en la Europa continental.

 

Robert Dreyfuss, experto en el islam, afirma que,

"en Aquisgrán, Alemania occidental, la llamada mezquita Bilal, vinculada al Consejo Islámico, ha servido de sede secreta para el despliegue de las fuerzas del ayatolá Jomeini.

 

La mezquita Bilal ejerció de centro coordinador durante el complot para desestabilizar Irán a través de los círculos de Jomeini y de los Hermanos Musulmanes en 1978, canalizando a los agentes de Jomeini desde París y Londres para repartirlos por toda Europa y Oriente Medio.

 

En este caso, los canales operan principalmente a través de grupos musulmanes extremistas formados por estudiantes".

Sin embargo, la contribución más importante de los Hermanos Musulmanes al Imperio británico fue la difusión de un extremismo oscurantista y antifilosófico, la xenofobia y un movimiento contracultural entre las masas egipcias y árabes, sobre todo entre los estudiantes.

 

Con el surgimiento del sionismo, que como veremos más adelante está también patrocinado por Londres,

"los Hermanos Musulmanes se convirtieron en el principal instrumento de un antisemitismo agitador y de un falaz nacionalismo islámico que hizo que los británicos y su ejército tuvieran que mediar continuamente entre las facciones beligerantes árabes y judías".

No hay más que ver el efecto que ha tenido la "revolución" de Al Qaeda y del ISIS en Afganistán, Irak y Siria en la mente de la población musulmana, sobre todo en los jóvenes.

 

Al son de los diabólicos cantos de los seguidores de esta locura se está destruyendo la valiosa capacidad mental creativa de toda una generación.

Sin duda, eso es justo lo que tenían en mente los británicos: la erradicación de toda "influencia occidental" en el islam (es decir, el progreso y la tecnología industrial) se ajusta al método británico de dominación colonial mediante una involución forzada.
 



El modelo de la psicología de masas

A la hora de imponer la corriente contracultural en Oriente Medio, los británicos se basaron en un precedente:

"las ceremonias de cultos paganos de los imperios decadentes de Egipto y Roma. Y éstos contaban con una historia propia. Aquí es importante reseñar la continuidad del culto a Apolo.

 

Hay familias de la "nobleza negra" de Roma cuyo linaje y tradiciones políticas se remontan a la antigua república romana.

 

"La república y el imperio bajo el que vivieron sus antepasados estaban a su vez controlados por la rama romana del culto a Apolo. En aquella época, dicho culto se manifestaba de diversas maneras, la institución más usurera de recolección de deudas de toda la región mediterránea", un servicio de Inteligencia política, una secta y a su vez un creador de sectas.

Desde la muerte de Alejandro Magno hasta que el culto a Apolo dejó de practicarse para dar paso al estoicismo, que él mismo había creado durante el siglo II a. J.C., la base de dicho culto fue el Egipto tolemaico, desde el cual la secta controlaba a Roma.

"En Egipto, el culto a Apolo sincretizaba los cultos a Isis y a Osiris como imitación directa del culto frigio a Dioniso y su imitación romana, el culto a Baco. Allí fue donde el culto a Apolo creó la secta del irracionalismo estoico.

 

El culto a Apolo establecido por el Imperio romano creó el derecho romano basándose en la antihumanista ética nicomáquea de Aristóteles.

 

Ésa es la tradición transmitida por las familias 'negras' de Roma."

Familias de Roma que, con el tiempo, fueron conocidas como la Nobleza Negra veneciana, cuyos miembros en la actualidad ocupan puestos de importancia clave en los círculos más íntimos de organizaciones como el Club Bilderberg.

Esa tradición persistió al amparo de distintas instituciones, preservando siempre intactas la visión esencial del mundo y la doctrina.

 

La monarquía británica, la parásita clase de los aristocráticos lores ingleses y las facciones feudalistas de la Orden de Malta, dominadas por los británicos, constituyen la expresión moderna de la tradición y las políticas ininterrumpidas del antiguo culto a Apolo.

Quienes creen en las doctrinas aristotélicas saben que,

"debido a las condiciones de formación y de libertad para innovar que exige el progreso científico y tecnológico generalizado, el ciudadano dedica el potencial creativo de su mente, en contradicción con el sistema oligárquico.

"Lo que los aristotélicos llevan milenios repudiando y temiendo es el hecho de que saben que el progreso científico y tecnológico persistente y generalizado, como política rectora de la sociedad, supone una hegemonía de la república que pone fin para siempre a la posibilidad de establecer un gobierno oligárquico mundial".

Han recurrido a los mismos métodos que empleaban los antiguos sacerdotes de Apolo y los sacerdotes de Isis del tercer milenio a.C. - la promoción de las sectas dionisíacas de culto a las drogas, las contraculturas orgiástico-eróticas, chusmas desquiciadas de "rompe-máquinas" y maníacos terroristas - para volver semejante mezcla de turbas enloquecidas contra las fuerzas de la sociedad dedicadas al progreso científico y tecnológico.

En primer lugar, se consumen drogas cuando se rinde culto a Isis.

 

Se trata de una secta de sumos sacerdotes y de rituales secretos. Durante siglos, la familia real británica y amigos de la misma pertenecientes a la clase dirigente han seguido estos rituales en secreto. Es un culto que se practicó en Egipto durante la Tercera Dinastía del Reino Antiguo, alrededor del año 2780 a.C.

 

El culto a Isis es esencialmente pagano, es la primitiva adoración a la Madre. Los sacerdotes de Isis formaban un círculo cerrado, sus nobles tenían el control de la sociedad, el dominio de la voluntad de los seres humanos, y explotaban y sometían a las personas.

 

El culto a Isis se "popularizó", pero sin sus secretos, gracias a la obra de Edward Bulwer-Lytton, un sumo sacerdote de Isis, titulada 'Los últimos días de Pompeya'.

 

El hijo de Bulwer-Lytton, Robert, fue virrey y gobernador general de la India desde 1876 hasta 1880, período en el que aumentaron enormemente las exportaciones de opio bengalí a China.

 

Lytton fue el mentor de lord Palmerston, ministro de Asuntos Exteriores durante las guerras del opio, que obligaron a China no sólo a continuar sino a expandir la venta de opio en aquel país.
 



El sufismo

"Bajo la tutela británica, el movimiento sufí encajó a la perfección con la estrategia en desarrollo para imponer una Nueva Edad Media.

 

Dado que el sufí se centra sobre todo en la introspección, o en la destrucción del ego y el yo, suprime el intelecto en favor de las emociones y la meditación sexual. Las redes sufíes y la ideología del sufismo, así como las redes más convencionales de los Hermanos Musulmanes, son una estructura de control ideológico y una inspiración para lo que hoy se conoce como integrismo.

 

La oligarquía que despliega movimientos integristas por todo el mundo utiliza actualmente el sufismo como una ideología oscurantista con el objetivo de manipular a la población y mantener así el control político sobre ella."

Desde finales del siglo XIX, en un momento de creciente nacionalismo antibritánico en Oriente Medio, sobre todo en Irán y en Egipto, los defensores británicos del sufismo y el misticismo crearon una doctrina panislámica xenófoba, antiintelectual y "fundamentalista" que podía utilizarse contra los movimientos republicanos y anticoloniales entonces emergentes en Oriente Medio.

Antes de la primera guerra mundial, así como en su transcurso,

"Arnold Toynbee, historiador y miembro de los servicios de Inteligencia británicos, supervisó un 'proyecto sufí' y otras operaciones en Oriente Medio, de las cuales surgieron Lawrence de Arabia y los Hermanos Musulmanes.

 

En ese momento, Toynbee era director internacional del Real Instituto de Asuntos Internacionales (RIIA), o Chatham House.

 

Estas mismas redes británicas, tras haber creado los Hermanos Musulmanes como fuerza opositora al movimiento sionista respaldado por el Reino Unido (entre otras razones), más tarde financiaron el movimiento nazi de Adolf Hitler y el fascismo de Benito Mussolini".



El sufismo en el siglo XX

El integrismo islámico actual es el resultado directo de un nuevo proyecto sufí ideado inmediatamente después de la segunda guerra mundial, a través del RIIA. Su objetivo era que el sufismo fuera más universal y operativo.

El sufismo ha servido de tapadera a numerosas organizaciones secretas que se han creado en Europa, cuyas actividades encajan en un Programa Mundial Único más amplio implementado a través de organizaciones que fomentan el consumo de drogas y las ideas malthusianas.

 

La Organización Mundial Sufí, creada a mediados de los años sesenta, contaba entre sus miembros a Johannes Witteveen, exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), y Alexander King, miembro fundador del Club de Roma malthusiano y exdirector general de Asuntos Científicos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) en París.

"Islam and the West ('El islam y Occidente') reúne en sus páginas las reacciones negativas de la ortodoxia en contra de la modernidad, así como las redes anticientíficas del Club de Roma de Alexander King y Aurelio Peccei, la élite de poder británica en 'Oriente Medio' representada por sir Harold Beeley", y las redes de los Hermanos Musulmanes en torno al ya fallecido Maruf al Dawalibi, agente nazi y criminal de guerra del Congreso Islámico Mundial, una organización fundada y dirigida por el Gran Muftí Al Husseini desde 1931.

Los movimientos integristas y su convergencia con el  suponen una amenaza para los gobiernos nacionales en focos de tensión internacionales.

"No se trata de movimientos espirituales espontáneos, sino que son fruto de décadas de desarrollo de redes, de creación de ideologías y de promoción del consumo de drogas que anulan la mente, todo ello con el objetivo de crear una fuerza que se despliegue justo en un período de crisis económica y de amenaza de colapso de las instituciones nacionales como el actual.

 

Los movimientos integristas se despliegan, como lo hizo la fuerza del ayatolá Jomeini en Irán, para apoderarse de los gobiernos seculares y controlar naciones enteras mediante una estructura concreta de creencias religiosas irracionales.

"Estos movimientos, ya sean ostensiblemente cristianos, judíos o musulmanes, se oponen totalmente al progreso tecnológico y a la existencia de Estados nación.

 

De hecho, el integrismo recupera la idea del hombre que rechaza la concepción, en la que se ha cimentado la civilización occidental y que es común a las tres grandes religiones, expresada en el mandamiento de 'sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla', y trata de destruir los Estados nación modernos, que han sido la base del progreso económico, científico y político de la humanidad."

Las sectas fundamentalistas están vinculadas a las operaciones terroristas en la "Europa de las regiones", cuyo objetivo es subdividir los países europeos en un grupo de provincias diminutas y sin poder en función de unas líneas divisorias ostensiblemente étnicas.
 



Operaciones con sello inglés

La metodología basada en el asesinato y la desestabilización, directamente sacada del manual del Instituto Tavistock, quedó patente cuando los terroristas asesinaron al tercer presidente de Egipto, Mohamed Anuar el Sadat, derrocaron al Sha de Irán, trataron de desestabilizar Arabia Saudí y destrozaron la economía mundial orquestando la crisis del petróleo de 1973.

Fijémonos en cuatro ejemplos específicos de la metodología que subyace a la desestabilización de larga distancia y largo alcance.

 


La desestabilización de Arabia Saudí en los setenta

A principios de los años setenta, los intelectuales de la élite y las instituciones globalistas se habían centrado en el crecimiento demográfico y el desarrollo industrial como dos de los enemigos más acuciantes de la raza humana.

"Las Naciones Unidas, el Club de Roma, el Instituto Tavistock, los Institutos Aspen y muchas otras organizaciones que sirvieron de portavoces a las élites gobernantes empezaron a gritar a los cuatro vientos que se estaba destruyendo el medio ambiente y que la industrialización se convertía en una terrible amenaza.

 

La tecnología, la ciencia y el progreso de la humanidad estaban cayendo en desgracia. Las élites consideraban suyos los recursos de la Tierra y no querían compartirlos con un Tercer Mundo emergente y en vías de desarrollo.

"La subida del precio de la energía puso a prueba el estado de desarrollo del Tercer Mundo, pero también enriqueció notablemente al Oriente Medio árabe.

 

Fue entonces cuando los globalistas recurrieron a sus aliados, los islamistas, para poner remedio a la situación.

 

Se utilizaría el islam para atacar a la industrialización y la modernización, valiéndose de la mentira de que el progreso de la humanidad era antiislámico y de un complot occidental contra los siervos de Alá.

 

El verdadero complot iba dirigido en realidad a las masas de piel morena de Oriente Medio que hacía poco que habían empezado a experimentar un cambio positivo en su calidad de vida en cuanto a educación, empleo, vivienda, higiene y alimentación.

 

Aun así, los religiosos e intelectuales defensores de la ignorancia, la suciedad y la violencia aunaron sus fuerzas para que el próspero Oriente Medio volviera a la Edad Media."

Durante los años sesenta y setenta, Arabia Saudí e Irán formaban una alianza estratégica con una notable interacción en materia política, militar y de seguridad.

 

A lo largo de los setenta, Arabia Saudí, y su producción de un tercio de las importaciones mundiales de petróleo, fue el objetivo de la "Revolución islámica".

 

Casi inmediatamente después del triunfo de esa revolución, la nueva cúpula iraní se volvió en contra de Arabia Saudí y su familia real.

"Entre las fuerzas que intervinieron en la desestabilización de la familia real saudí figuraban el gobierno iraní del ayatolá Jomeini, sus simpatizantes radicales en el mundo árabe y los controladores expertos británicos, que se han pasado la vida conociendo hasta el último rincón de Arabia."

Quienes se beneficiaron de esta desorganización planificada del gobierno más estable de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) fueron los bancos de la City de Londres y las compañías petroleras multinacionales bajo su control.

A corto plazo, el objetivo británico era dar un importante giro a la política saudí, de modo que los saudíes dejaran de dar su apoyo a que el precio del petróleo se mantuviera bajo y estable, y abandonaran el dólar estadounidense en aras de una, "canasta de monedas" como los derechos especiales de giro (DEG) del Fondo Monetario Internacional.

"La caída de Arabia Saudí habría provocado una trágica crisis del petróleo en la que la subida desmesurada del precio y la escasez de la oferta habrían llevado a imponer un régimen energético global bajo los auspicios de la Agencia Internacional de la Energía, cuyo objetivo era conseguir la autoridad necesaria para adjudicar todas las exportaciones de petróleo y el consumo de energía."

En palabras de Robert Dreyfuss, uno de los principales expertos en Oriente Medio:

"El secreto tras la desestabilización de Arabia Saudí, así como tras la revolución iraní del ayatolá Jomeini, es que Londres hacía uso de longevas redes superpuestas.

 

Se trataba, por un lado, de los fundamentalistas Hermanos Musulmanes y, por el otro, de la red de radicales de izquierda asociada al extremista Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) de George Habash.

"Para intensificar aún más la tensión, los británicos se valieron, en el interior de Arabia Saudí, de la creciente amenaza que suponía una coalición de fuerzas tribales disidentes que eran contrarias a la familia real saudí.

 

Basada en un típico modus operandi británico, la idea era desintegrar territorios enteros y crear miniestados que pudieran controlar fácilmente las fuerzas externas.

 

En concreto, se trataba de tres grupos étnicos fundamentales,

  • los Oteiba

  • los Kahtani

  • los Harb, junto con los Idrissi al suroeste de Arabia

En el seno de la élite de poder saudí, los miembros tribales suelen estar representados por la Guardia Nacional, entrenada y equipada por los británicos, que a su vez cuenta con efectivos tribales y está a las órdenes del príncipe Abdalá, uno de los principales patrocinadores de los Hermanos Musulmanes en Arabia Saudí".

Esas tribus situadas en la zona oriental de Arabia Saudí son lo que queda de la fuerza reunida por T.E. 'Lawrence de Arabia' y el ejército británico durante la primera guerra mundial, y son los antiguos opositores del rey Saud bin Abdelaziz y la familia saudí que acabó estableciendo la hegemonía en toda Arabia.

"En este sentido, están bajo el control de Londres a través del comando de los Hermanos Musulmanes."



La crisis del petróleo de 1973

Uno de los métodos al que recurría Londres era utilizar la revolución islámica como shock mundial para desencadenar una "desintegración controlada" de la economía mundial, principalmente a través del caos en los mercados internacionales tanto monetarios como del petróleo causado por la revolución iraní.

 

La desestabilización encubierta de Arabia Saudí era uno de los modus operandi.

 

El otro era el plan a largo plazo para originar una crisis del petróleo, cuyo objetivo era hundir la economía internacional y llevar al mundo al borde de la desintegración económica.

Hay que entender que la destrucción total de la economía mundial no es algo casual, ni un error de cálculo debido a trapicheos políticos, sino que es intencionada. Totalmente intencionada.

 

Y el motivo es que el Imperio es consciente de que el progreso de la humanidad comporta su inminente fin. Que no puede sobrevivir en un mundo donde existe un progreso tecnológico y científico generalizado.

 

El Imperio necesita un mundo con habitantes ignorantes y dóciles como ovejas para poder destruir estructuras como los Estados nacionales que permitan a la población sobrevivir, que apoyen el progreso de la humanidad.

 

Han puesto intencionadamente en su punto de mira a los Estados nacionales, a los países independientes, a las economías nacionales, y quieren acabar con todo ello para mantener su propio poder.

Y todo esto es intencionado.

Resulta que el Imperio no es un rey o una reina en un trono chapado en oro, sino que es algo que está por encima de los reyes. Es un sistema de control. Lo controla todo mediante un sistema monetario internacional intervenido por banqueros internacionales.

 

Y la globalización no es más que una nueva forma de imperio.

 

Acaba con el Estado nación, con la libertad, con los derechos.