por Cathy Scott-Clark y Adrian Levy
The Guardian

14 Junio 2003

del Sitio Web WorldPeace-Phaedrus
traducción de Editorial-Streicher
29 Abril 2013

del Sitio Web Editorial-Streicher
Versión original en ingles

 



En Junio de 2003 el periódico inglés The Guardian (www.guardian.co.uk) publicó el siguiente reportaje (Fast Forward into Trouble) que hemos traducido, en el que sus autores van dando cuenta de los efectos que aparentemente siguieron a la introducción de la televisión (por cable) en el remoto país de Bután.

 

El sitio worldpeace-phaedrus.blogspot.com presentó este importante artículo sobre las causas del comportamiento antisocial de la siguiente manera: "El Síndrome de la Televisión Tóxica No Es un Mito. ¡La Televisión Tóxica Es Real!".

 

El siguiente artículo del periódico The Guardian del Reino Unido (y si incluso ELLOS - adalides del Nuevo Orden Mundial - admiten esto, es indudablemente AÚN PEOR que lo que ellos declaran aquí) demuestra más allá de cualquier duda razonable que el daño intolerable a nuestra sociedad que vemos alrededor de nosotros en todas sus diversas formas surge principalmente de las influencias culturales venenosas propagadas por la Televisión (en un 96% poseída o influida por los judíos en Occidente).

 

Lo siguiente es lo más cercano a una prueba de laboratorio de los efectos de la introducción de la televisión en una sociedad que era previamente lo más parecido en la Tierra a una utopía perfecta.

 

Lea ahora cómo la introducción de la pantalla judía destruyó totalmente el capital social de este anteriormente sano pequeño país en un lapso de sólo unos cuantos meses.


 

 

 

 

 

 

 

El Síndrome de la Televisión Tóxica No Es un Mito

-   ¡La Televisión Tóxica Es Real!   -

 

Hace cuatro años [1999], Bután, la legendaria Shangri-la de los Himalaya,

se convirtió en la última nación en la Tierra en introducir la televisión.

De repente una cultura escasamente cambiada en siglos

se vio bombardeada por 46 canales de cable.

Y demasiado pronto vino la primera ola delictiva de Bután:

asesinato, fraude y abusos de drogas.

Cathy Scott-Clark y Adrian Levy hacen un informe desde un país

que realizó un aterrizaje forzoso en el siglo veintiuno.



Abril de 2002 fue un mes turbulento para la gente de Bután.

 

Una de las más remotas naciones en el mundo, ubicada en lo alto en la línea de las nieves del Himalaya, sufrió una ola delictiva. Los 700.000 habitantes de un reino que se llama a sí mismo la Tierra del Dragón de Trueno nunca antes habían experimentado infracciones serias de la ley. Pero ahora había informes desde muchas ciudades y pueblos reportando fraude, violencia e incluso asesinatos.

Los butaneses siempre habían estado orgullosos de sus funcionarios incorruptibles, hasta que Parop Tshering, el jefe de contabilidad de 42 años de la Corporación de Comercio Estatal, fuera acusado el 5 de Abril por el desfalco de 4,5 millones de ngultrums (70.000 libras esterlinas).

 

Cada aspecto de la vida butanesa está impregnado con el budismo himalayo, y sin embargo el 13 de Abril la policía del Reino de Bután comenzó a buscar en la ciudad provincial de Mongar a ladrones que habían destrozado y robado tres de las stupas (santuarios) más antiguas del país.

 

Tres días más tarde en Timbu, la tranquila capital de Bután, donde la indulgencia excesiva hacia el vino de arroz había sido el único vicio social, Dorje, un camionero de 37 años, aporreó a su esposa hasta la muerte después de que ella descubrió que él se había convertido en un adicto a la heroína.

 

En Bután, el bienestar de la familia siempre estaba en primer lugar; entonces, el 28 de Abril, Sonam, un agricultor de 42 años, condujo a sus aterrorizados parientes a un acantilado en medio de una cólera causada por el alcohol, matando a su sobrina e hiriendo a su hermana.

¿Por qué estaba este reino con su cabeza en las nubes cayendo víctima de una clase de delitos asociados con la vida urbana en Estados Unidos y Europa?

 

Para los butaneses, la única explicación parecía ser las cinco grandes antenas parabólicas plantadas en un huerto rodeado de flores en las afueras de la capital Timbu.

En Junio de 1999 Bután se convirtió en la última nación en el mundo en encender el televisor.

 

El Rey Dragón había levantado una prohibición de la pequeña pantalla como parte de un plan radical para modernizar su país, y aquellos que podían permitirse una suscripción de 4 libras esterlinas al mes contrataron por miles un servicio de cable que proporcionaba 46 canales de entretenimiento durante las veinticuatro horas, la mayor parte de ellos de la red Star TV de Rupert Murdoch.

Cuatro años después, aquellos mismos suscriptores están comenzando a acusar a la televisión de asfixiar su cultura única, de promover un mundo que es incompatible con el suyo propio, y de amenazar con destruir un idilio donde el tiempo ha estado detenido durante medio milenio.

 

Un monje refugiado del Tíbet, el Shabdrung, creó este diminuto país en 1616 como un bey-yul, o santuario budista, un refugio contra los males del mundo. Tan exitosos fueron él y sus descendientes en aislarse ellos mismos, que hacia los años '30 prácticamente todo lo que se sabía de Bután en Occidente era la novela de 1933 de James Hilton "Horizonte Perdido" (Lost Horizon).

 

Él lo llamó Shangri-la, un secreto valle himalayo, cuya gente nunca envejecía y vivía de acuerdo a principios establecidos por su gran lama:

"Aquí permaneceremos con nuestros libros y nuestra música y nuestras meditaciones, conservando las frágiles elegancias de una edad agonizante".

En el verdadero Bután no había hospitales públicos o escuelas hasta los años '50, y tampoco papel moneda, caminos o electricidad hasta varios años después de entonces.

 

Bután no tuvo relaciones diplomáticas con ningún otro país hasta 1961, y los primeros visitantes occidentales invitados llegaron sólo en 1974, para la coronación del actual monarca, el Rey Dragón Jigme Singye Wangchuck.

 

Hoy, aunque una constante corriente de gente se está moviendo a Timbu - con sus automóviles - no existe aún ninguna palabra en dzongja, la lengua butanesa, para la congestión del tráfico vehicular.

Pero ninguno de estos desarrollos, al parecer, ha tenido un impacto tan fundamental en la vida butanesa como la televisión. Desde la ola delictiva de Abril de 2002, el periódico nacional Kuensel ha pedido la censura de la televisión (algunos han sugerido incluso que las emisoras extranjeras, como Star TV, sean prohibidas totalmente).

 

Un editorial advierte:

"Estamos viendo por primera vez familias rotas, deserciones escolares y otros delitos juveniles negativos. Estamos comenzando a ver los delitos asociados con usuarios de drogas por todo el mundo: hurto en tiendas, robo y violencia".

Cada semana, la página de cartas publica columnas con correspondencia de gente preocupada:

"Estimado editor: la Televisión es muy mala para nuestro país... controla nuestras mentes... y nos vuelve locos. El enemigo está aquí mismo con nosotros en nuestra propia sala de estar. La gente se comporta como los actores, y está preocupada ahora, codiciosa y descontenta".

Pero,

  • ¿Realmente la Televisión está destruyendo este último refugio del budismo himalayo, la reserva de decenas de miles de libros antiguos y un estilo de vida que China ya ha arrasado en la frontera con el Tíbet?

  • ¿Puede razonablemente la Televisión ser acusada de debilitar los valores espirituales, de incitar al fraude y al asesinato entre un pueblo pacífico, o es que el nuevo grupo de presión anti-TV de Bután es sólo una tapadera para aquellos que temen el cambio?

La Televisión siempre tiene la culpa en Occidente cuando la sociedad sufre convulsiones, y siempre existen los que están listos con un argumento contrario.

 

En Bután, gracias a su aislamiento político y geográfico, y la brusquedad con la que su gente aceptó aquellos 46 canales de cable, la cuestión debería ser más tajante. Y para aquellos de nosotros sentados en el sofá en Occidente, la manera en que dicho reino es afectado por la TV bien puede ayudar a encontrar una respuesta a la pregunta que nos ha evadido: ¿nos hemos convertido en el producto de lo que miramos?

El gobierno butanés mismo dice que es demasiado temprano para decidir.

 

Sólo Sangay Ngedup, Ministro de Salud y Educación, admitirá que hay un abismo que se está abriendo entre el antiguo Bután y el nuevo:

"Hasta hace poco, nos habíamos negado a matar a los insectos, pero ahora a nosotros los butaneses se nos pide que miremos a gente por la TV volando cabezas con escopetas. ¿Vamos ahora a estar volándonos las cabezas unos a otros?".

Al llegar el anochecer, pasamos fortalezas medievales y torres de barro prensado, cuyos techos están alfombradas con pimientos rojos secos.

 

Débiles perlas de luz eléctrica delinean la somnolienta Timbu. Retorcidas callejuelas suben y bajan a lo largo de la ladera, todas ellas conduciendo al campanario central, donde el destrozado cadáver de Tshering, un agricultor de 50 años, fue encontrado. En esta escena parecida a las de Brueghel, abarrotada y caótica, donde la población entera comparte menos de dos docenas de nombres, la Televisión es omnipresente.

 

Las tiendas de patatas venden Trinitrons de pantalla plana; viejos penitentes hacen girar sus molinillos de oraciones [1] fuera del centro de servicio Sony; dentro de cada tienda a la luz de las velas una nueva marca de pantalla brilla intermitentemente.
 


[1] Un molinillo de oración o rueda de rezar - prayer wheel - es un cilindro que contiene oraciones escritas. Cada revolución que da es considerada como una oración pronunciada, y es usado especialmente por los budistas del Tíbet. N del T.
 


Su Excelencia Jigmi Thinley, Ministro de Asuntos Exteriores de Bután, nos saluda envuelto en una bufanda naranja y con una espada de plata de un pie de largo que cuelga sobre su traje ceremonial, o gho.

 

Él nos conduce a una sala sostenida con pilares grabados con dragones dorados para explicar por qué el rey dio la bienvenida a la televisión por cable a la Tierra del Dragón de Trueno.

"Queríamos un objetivo diferente del concepto material de maximizar el Producto Nacional Bruto perseguido por los gobiernos occidentales", dice él con una sonrisa beatífica.

 

"Su Majestad decidió que, como una sociedad espiritual, la felicidad era la cosa más importante para nosotros, algo que nunca había sido planteado antes como un objetivo de política o declarado como responsabilidad del Estado".

Y así, en 1998, el Rey Dragón definió el principio rector de su nación como la Felicidad Nacional Bruta.

Pero la felicidad resultó ser un concepto difícil de describir. Los butaneses se preguntaban si ésta aumentaba con una casa más grande o con el número de revoluciones de un molinillo de oración.

 

Una delegación del ministerio de Asuntos Exteriores fue enviada al extranjero para investigar si la felicidad podría ser medida. Ellos finalmente encontraron a un profesor holandés que había hecho de ese estudio su trabajo de toda la vida y que estaba decepcionado de saber que su conclusión era que la felicidad equivalía a 6.400 libras esterlinas por año, la cantidad mínima con la cual se podía vivir cómodamente.

 

Ésta era una respuesta simple e irrelevante para las clases medias butanesas, cuyo sueldo anual promedio era de apenas 1.000 libras esterlinas y cuya perspectiva era ligeramente más metafísica.

Las gentes de Bután, sin embargo, finalmente decidieron por ellas mismas lo que los haría felices. El campeonato mundial de Francia 1998 estaba volviendo al reino loco por el fútbol, en un frenesí de envidia de ojos muy asombrados hacia aquellos que eran capaces de mirar la Copa Mundial por televisión.

 

La pequeña pantalla siempre había estado prohibida en Bután, aunque el reino estuviera entrecruzado por señales de satélite de las cuales se encontraba cada vez más difícil impedir su entrada. Incluso se rumoreaba que el rey tenía un paquete satelital de Star TV instalado en su palacio.

 

Encarado con las recriminaciones, el gobierno aflojó y al Comité Olímpico de Bután se le permitió erigir una pantalla gigantesca en el estadio Changlimithang... pero sólo temporalmente.

 

Una pantalla de televisión en medio de Timbu era una vista revolucionaria.

 

El reino, durante tanto tiempo una autocracia, sólo recientemente había establecido vínculos con el mundo exterior.

 

En 1959 China reprimió un levantamiento en el Tíbet, derramando la guerra en el Norte de Bután, obligando al anterior Rey Dragón a forjar lazos diplomáticos por primera vez en la historia del país.

"Incluso entonces", dice el Ministro de Asuntos Exteriores, "estuvimos determinados a no convertirnos en peones en un tablero de ajedrez, y decidimos no tener relaciones formales con las superpotencias. También nos dimos cuenta del arrepentimiento de muchas naciones de todo el mundo por lo que habían perdido en términos de valores y cultura".

El padre del actual Rey Dragón inició un cuidadoso programa de modernización que vio a su pueblo adoptar la clase de progreso material que a la mayoría de los países occidentales toma siglos en conseguir:

educación, medicina moderna, transporte, dinero, electricidad.

Sin embargo, teniendo en cuenta los temores de aquellos que señalaban que las influencias extranjeras podían destruir la cultura butanesa, intentó inhibir el consumo ostentoso. Ninguna Coca-Cola. Ninguna valla publicitaria. Y definitivamente ningún televisor.

Para la época de 'Francia 98' Bután tenía un nuevo Rey Dragón y, bajo la presión creciente de un país inestable, él tenía una nueva agenda política.

 

Ese año el rey Jigme Singye Wangchuck anunció que abandonaría su papel como cabeza del gobierno y traspasaría el poder a la asamblea nacional. El pueblo sería consultado sobre la redacción de una Constitución.

 

El proceso completaría la transformación de Bután desde la monárquica Shangri-la en una democracia moderna. Y la Televisión jugaría su parte.

 

El Primer Ministro de Bután, Kinzang Dorji, nos había invitado a tomar té y nos sentamos con él bajo una gran pintura thangka de la Rueda de la Vida.

"Su Majestad quiere que el pueblo butanés dirija su propio país. Pero muchos están atemorizados por la responsabilidad. Muchas cosas han cambiado muy rápidamente en Bután, y reconocemos realmente que alguna gente se siente perdida, como en el mar", explica el Primer Ministro.

 

"Mirar las noticias en la BBC y en la CNN les permite ver cómo las democracias funcionan en otras partes del mundo, cómo la gente puede hacerse cargo de sus propios destinos. Las antiguas costumbres feudales tienen que terminarse".

El año después de que Francia batiera a Brasil 3-0 en la final de la Copa Mundial, la gente de Timbu se reunió una vez más en el estadio Changlimithang, esta vez para celebrar el vigésimo quinto aniversario del Rey Dragón.

 

El 2 de Junio de 1999 él se paró frente a ellos para anunciar que ahora podrían mirar televisión siempre que quisieran.

"Pero no todo lo que ustedes verán será bueno", advirtió él. "Es mi sincera esperanza que la introducción de la televisión será beneficiosa para nuestra gente y nuestro país".

El Primer Ministro insiste en que la introducción de la televisión fue cuidadosamente preparada:

"Para mitigar el impacto de los mensajes negativos, lanzamos en primer lugar el Bhutan Broadcasting Service (BBS) para proporcionar un servicio educativo y cultural local".

Sólo después de que el BBS hubo encontrado su voz, a un número limitado de canales extranjeros le fue permitido emitir programas en Bután vía operadores locales de cable.

Imágenes de noticias de la primera emisión del BBS del 2 de Junio de 1999 registran la ovación que resonó alrededor de Changlimithang. Los líderes espirituales y culturales de Bután estuvieron todos de acuerdo en que que la televisión sólo podría aumentar la Felicidad Nacional Bruta del país y ayudar a la gente a preparar el terreno para una nación moderna y democrática.

 

Mynak Tulku, la reencarnación de un poderoso lama, es el embajador no oficial del Rey Dragón para la nueva tecnología. La luz que se derrama por las ventanas de madera esculpida atrapa sus sobresalientes grandes orejas y baña al monje en un resplandor dorado.

 

Cerca, en la biblioteca principal, algunos los más antiguos textos supervivientes del budismo tibetano, versos dhármicos escritos con oro líquido, están siendo digitalizados.

"Estoy tan excitado con respecto a la tecnología", expresa alegremente el Tulku, el epitome de la noción del rey de la Felicidad Nacional Bruta.

 

"Y déjeme decirle que la TV está bien mientras usted aprecie que es una experiencia transitoria. Les digo a mis alumnos que se parece a llegar corriendo desde el frío, ir directamente al calefactor y finalizar en un congelamiento. Ja, ja.

 

La televisión puede hacerle pensar que usted está siendo educado, cuando de hecho todo lo que usted está haciendo es encendiendo y apagando su vida con un control remoto. Ja, ja".

El Servicio de Difusión de Bután (BBS) fue concebido como un baluarte contra la televisión por cable.

 

Cuando le hacemos una breve visita, está claro que sus estudios todavía no han sido terminados de construir: el equipo de técnicos contratados desde Bollywood se ha ido a casa para Diwali [festividad hindú de la Luz]. La emisora estatal tiene sólo un micrófono de clip, pero el productor principal no puede encontrarlo.

 

Hay un montón de programas "envasados", dice él, pero ninguno está listo para ser emitido.

 

Una lista de ideas cuelga en una pizarra, cada una eclipsada por un gran signo de interrogación:

¿MTV butanesa?, ¿cámara indiscreta? ¿ídolo de música pop?, ¿Gran Hermano?...

No hay nadie más en ninguno de los tres pisos del edificio del BBS, pero hay un clamor distante que viene desde fuera.

 

Allí, detrás de una caseta de jardín, finalmente encontramos a los camarógrafos y reporteros del BBS vestidos con sus ondulantes ghos, lanzando dardos gigantescos hacia un objetivo de arcilla.

 

Éste es un ejercicio de creación de equipos muy necesario, dice Kinga Singye, el director ejecutivo de BBS, con una voz triste que lo hace sonar como si él hubiera tenido ya bastante del experimento de la realeza con la televisión.

 

Él describe cómo, en 1999, los últimos en enterarse del levantamiento de la prohibición de la televisión fueron los que estaban encargados entonces de la creación de la nueva estación nacional.

"Les dieron tres meses para hacerla funcionar. Fue hecha con increíble prisa, para que estuviera lista a tiempo para el vigésimo quinto aniversario del rey. Lo que el gobierno quería era enormemente ambicioso y caro, pero no teníamos experiencia y ellos no tenían ningún financiamiento para dar", dice él.

Todos estuvieron sorprendidos cuando los ministros expidieron luego licencias para operadores de televisión por cable en Agosto de 1999, apenas tres meses después de que el BBS salió al aire.

Tres años más tarde, en ausencia de inversión, el BBS todavía podía ser transmitido sólo en Timbu; las grabaciones de sus espectáculos con destino a la remota ciudad oriental de Trashigang tardan tres días en llegar, en autobús y en mula.

"Se suponía que nuestro trabajo era mostrar a la gente que no todo lo que viene desde fuera es bueno", dice Kinga Singye. "Pero estamos siendo ahogados ahora por las señales de la TV extranjera. La gente está continuamente decepcionada con nosotros".

Esa tarde, las nocturnas Noticias del BBS a las Siete comienzan a las 7:10 PM.

 

Un documental sobre un (jugador) prodigio butanés de fútbol es misteriosamente recortado a la mitad de tiempo. Es seguido por algunas imágenes de un importante acontecimiento del gobierno, el Movimiento Por la Salud. El sonido no se aprecia, la imagen se desvanece, el mensaje se pierde.

En el centro de la ciudad, en el extremo sur de la calle mayor Norzin Lam, una movediza muchedumbre de niños presiona sus caras contra un escaparate. Dentro de la oficina central de Sigma Cable, las paredes están empapeladas con un calendario de los Archivos-X y carteles para un espectáculo de HBO llamado Bellezas de Hollywood.

 

Bajo un retrato del Rey Dragón, el televisor en la tienda muestra un programa de lucha libre antes de que BeastMaster salga al aire. Un hombre con pantalones de piel de tigre ha entrenado a sus monos tití para infiltrarse en el palacio de un rey bárbaro.

 

Cuando el monarca es decapitado y la sangre chorrea a través de la pantalla, los niños que miran fuera chillan con regocijo. Dentro de la oficina de Sigma el personal se pelea por el control remoto, saltando por los canales, mezclando mensajes. El presidente Bush con un sombrero de 10 galones da la bienvenida a Jiang Zemin a Texas. Los enanos luchan en Star World. Patinadoras se enfrentan hostilmente en Rollerball.

Hoy, Sigma Cable, cuya alimentación proviene de cinco grandes antenas parabólicas en el límite de la ciudad, es el más exitoso de más de 30 operadores de cable. Juntos, ellos cubren prácticamente el país entero, asegurando que incluso la gente en la remota Trashigang pueda sentarse cada noche para mirar a Larry King.

Rinzy Dorje, el director de Sigma, lleva puesto el tradicional gho, pero su mente está en la fibra óptica y en la banda ancha.

 

Él fue una de las primeras personas en Bután en aprender a programar un computador, y entonces (en los años '80) su máquina se albergaba en una casera caja de madera. Cuando él lanzó Sigma el 10 de Septiembre de 1999, capturó el mercado en Timbu, suscribiendo a la reina madre, al rey y a sus cuatro esposas, entre otros.

 

En medio de llamadas a su nuevo teléfono móvil, él defiende la televisión por cable:

"Mire usted: Bután no podía contenerse por más tiempo; no podemos pretender que somos todavía una nación medieval y ermitaña. Cuando el gobierno finalmente se decidió a anunciar la televisión por cable, yo estaba listo, eso es todo.

 

Toda la información que usted necesita saber sobre la tecnología de cable está en la red. Conseguí los precios e importé las partes de Delhi y Taiwán. Y el cable vino a Bután. Esto no es ningún gran negocio".

Un suscriptor descontento llama para quejarse de que MTV se ha caído. ¿Hay allí demasiados canales?

"Yo no podría reducir los canales aunque quisiera. Los clientes irían a otra parte, y Star TV quiere que nosotros mostremos más canales, no menos".

¿Han sido corroídos los valores de Bután por acción de la Televisión?

"Tenemos derecho a mirar lo que queramos, cuando queramos y si lo queremos. Y somos completamente capaces de eliminar la basura, de apagar la mierda", replica él.

Y aunque usted lo mire, es obvio que el BBS ha sido repelido por el gigante Star TV.

"Si el gobierno quisiera controlar lo que la gente mira, ellos deberían haber legislado, no haber intentado competir", dice Rinzy Dorje.

Toma tres días ubicar a Leki Dorji, el viceministro de Comunicaciones, una sobrecargada persona designada por la corona que es también responsable de los caminos, la renovación urbana, la aviación civil y la construcción.

 

Él prontamente confiesa que, en su prisa por introducir la televisión, el gobierno dejó de preparar la legislación.

 

No hay ningún consejo de clasificación de películas o punto de referencia de la TV que esté vigente aquí, ninguna regulación sobre la propiedad de los medios. Compañías como Star TV son libres de transmitir lo que ellas quieran. Sólo tres años después de la introducción de la TV por cable el gobierno anunció que sería redactada una ley sobre los medios de comunicación.

 

Leki Dorji dice que su ministerio también planea un estudio de impacto, pero añade que él no cree que la televisión vía cable sea responsable de la ola delictiva de Abril.

"Sí, estamos viendo algunos tipos diferentes de delito, pero aquello sólo refleja el hecho de que nuestra sociedad está cambiando desde muchos puntos de vista.

 

Una cultura tan rica y sofisticada como la nuestra puede sobrevivir a la basura entregada por la televisión, y la gente es completamente capaz de apagar la basura".

Si el camionero Dorje fue influido por algo que hubo mirado por televisión cuando él comenzó a fumar heroína o cuando él aporreó a su esposa hasta la muerte, tiene que ser establecido aún. No sabremos si la muerte de la sobrina de Sonam tuvo algo que ver con la sociedad impaciente y egoísta promovida por la televisión hasta que el estudio de impacto sea completado.

 

Pero hay una riqueza de pruebas que señalan a la televisión como habiendo sido un factor crítico.

La marihuana que se propaga rápidamente en cada valla butanesa de setos sólo era usada antes para alimentar a los cerdos antes del advenimiento de la Televisión, pero la policía ha arrestado a cientos de personas por fumarla en años recientes.

 

Seis empleados del Banco de Bután han sido condenados por sustraer 2,4 millones de ngultrums (40.000 libras esterlinas). Seis semanas antes de que llegáramos, 18 personas fueron encarceladas después de que una pandilla de muchachos borrachos irrumpió en casas para robar moneda extranjera y un televisor de 21 pulgadas.

 

Durante las celebraciones sagradas de Bishwa Karma Puja, un hombre fue apuñalado en el estómago en una lucha por causa del alcohol. Un muchacho de la clase media de Timbu cumple una condena después de ponerse un pañuelo y disparar al techo de una bar local con la nueva arma de su padre. La policía apenas puede controlar las luchas en la nueva noche de hip-hop los sábados.

Mientras el gobierno se demora, un grupo independiente de académicos butaneses ha realizado su propio estudio de impacto, y ha encontrado que la televisión vía cable ha causado "cambios dramáticos" en la sociedad, siendo responsable de aumentar el delito, la corrupción, un deseo incontrolado de productos occidentales, y cambiar actitudes con respecto al amor y las relaciones.

 

Dorji Penjore, uno de los investigadores involucrados en el estudio, dice:

"Incluso mis hijos están cambiando. Ellos luchan en el patio, imitando las técnicas que ellos ven en la Federación Mundial de Lucha Libre (World Wrestling Federation, WWF).

 

Algunos ya han sido heridos, por cuanto no entienden que lo que ellos ven no es real. Cuando yo era muchacho, WWF significaba el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wide Fund for Nature)"

Kinley Dorji, editor del periódico Kuensel (lema: "Que la Nación Sea Informada"), advierte que la élite dirigente de Bután no está al corriente.

"Estamos orgullosos de ser intelectuales y sofisticados, pero somos también un reino muy ingenuo que no comprende todavía totalmente el mundo exterior.

 

El gobierno subestimó cuán agresivamente canales como Star TV se involucran en los asuntos comerciales, cuán poco a ellos parece preocuparles la programación, cuán virulento es el mensaje de los anunciantes".

Kinley Dorji, un miembro de la fuerza de tarea encargada de redactar la primera ley de los medios de comunicación del reino, cree que la sociedad butanesa está en peligro de ser polarizada por la Televisión.

"Mi generación, los ministros, los lamas y los maestros, tienen su fundamento en el viejo Bután, y pueden aplicar la cultura antigua a este nuevo fenómeno.

 

Pero la gente común, los aldeanos, está confundida sobre si ellos deberían ser antiguos o modernos, y a la generación más joven realmente no le preocupa. Ellos desechan la cultura tradicional a cambio de cualquier cosa que a ellos les vendan por la TV.

 

Vaya y vea el verdadero Bután, vea cómo la gente es afectada".

Una fanfarria de trompetas tibetanas retumba por el bosque de pinos.

 

Un coro áspero de mil voces repite:

"Movimiento, movimiento por la salud".

Es tan de madrugada que las aves están todavía dormidas.

 

Pero Sangay Ngedup, Ministro de Salud y Educación, ha estado en el camino durante horas. Su gho está envuelto bajo su morral, y una insignia con la cara sonriente del rey está prendida en su sombrero de béisbol.

 

En los pasados 15 días él ha subido y ha trepado sobre algunos de los terrenos más extremos del mundo, desde el nivel del mar hasta unos enrarecidos 13.500 pies [4.150 metros] en el Himalaya butanés.

 

¿Hay algún otro lugar en el mundo donde un ministro viajaría 560 kilómetros para advertir a la gente que no se convierta en una nación de patatas de sofá?

"Estábamos acostumbrados a no preocuparnos de andar tres días para ver a nuestros parientes", dice él. "Ahora ni siquiera nos molestamos en caminar hasta el final de la calle mayor Norzin Lam".

Él hace una pausa en una improvisada estación de alimentación, tomándose de un trago el té de sal y el queso del yak untado con mantequilla.

"Usted nunca puede predecir el impacto que cosas como la televisión o la urbanización traen consigo", dice él.

 

"Pero usted puede prepararse. Si el BBS se hubiera pretendido como nuestra respuesta al mundo de la TV por cable, tengo que decir que, en este momento, es más bien patético".

Sangay Ngedup es uno de los únicos ministros del gobierno dispuestos a expresar sus preocupaciones sobre la televisión.

Por primera vez, dice él, los niños están revelando a sus profesores sensaciones de manía, envidia y tensión emocional. Los muchachos han sido capturados asaltando para conseguir dinero efectivo.

 

Una muchacha fue descubierta prostituyéndose ella misma por un poco de dinero en un hotel en la sureña ciudad de Phuentsholing.

"Hemos tenido que enviar profesores a Canadá para ser entrenados como consejeros profesionales", dice Sangay Ngedup.

Esta marcha no es sólo contra un estilo de vida sedentario; es una protesta contra los valores de los canales de cable.

 

El cartel de un niño proclama:

"Si usa droga, no hay esperanza" (Use dope, no hope)

"La lactancia es mejor" (Breast is best) grita una muchacha

"Disfrute del regalo del sexo con condones", dice la camiseta de un niño

Al día siguiente, como ellos lo hacen cada día en la escuela secundaria Yangchenphug, los profesores preparan a sus alumnos para el impacto nocturno de imágenes extranjeras por la televisión.

 

Ellos le rezan a Jambayang, el budista dios de la sabiduría, una adición reciente al horario escolar a petición del clero.

 

Una clase con alumnos de 15 años es inquisitiva e inteligente.

"¿Cuántos de ustedes tienen televisión?", preguntamos. La risa llena la sala. "Todos tenemos televisión", empieza a hablar una muchacha en la fila delantera.

"¿Cómo es su cultura?", ellos preguntan. "¿Tienen universidades ustedes?; ¿llueve mucho allá de donde ustedes vienen?".

"¿Qué es lo que les gusta de la televisión?", preguntamos a la clase.

 

"Posh and Becks [Victoria Adams y David Beckham], Eminem, Linkin Park. Amamos el rock", dicen ellos a coro. "Aliens. Homero Simpson".

Ninguna mención del BBS. Nadie vio su documental sobre festivales budistas anoche.

 

Superficialmente, estos alumnos son como ellos serían en cualquier escuela en el mundo, pero éste es un país que ha alcanzado la modernidad a tal velocidad vertiginosa que Jambayang, el dios de la sabiduría, encuentra prácticamente imposible competir con los nuevos iconos.

Una nueva sección titulada "Controversias" en el informe anual del director de la escuela describe,

"maratónicas reuniones del personal que sigue en pie de guerra hablando de la disciplina de los estudiantes, el abuso de sustancias y la degradación de los valores en tiempos de cambio".

En otra página hay un breve obituario para el alumno del noveno año Sonam Yoezer,

"matado a palos por un adulto en la ciudad".

La violencia, la avaricia, el orgullo, los celos, el rencor... algunas de las nuevas materias en el plan escolar de estudios, todas las cuales los profesores las atribuyen al mundo de la televisión.

 

En su amplia sala, el director, Karma Yeshey, cuyo grado académico de magíster es de la Universidad Leeds, pero cuya actitud es aún así desapegada del mundo, vierte té Earl Grey.

"Nuestros niños viven en dos mundos diferentes: uno creado por la escuela y el otro por la televisión por cable. Nuestro desafío es ayudarles a entender a ambos, y estamos terriblemente temerosos de fracasar".

Fuera de Timbu, los dos mundos de Bután comienzan ya a confundirse en uno solo.

 

En el corazón de la capital espiritual del reino, Punaja, está el Palacio de la Gran Felicidad, donde el Shabdrung, el padre fundador del país, está enterrado. Hoy un alambre negro cruza el puente levadizo que lleva a la fortaleza del siglo XVII, traspasando una ventana de bisagras del último piso y llevando la televisión por cable al sagrado santuario.

 

Tan alta es la demanda por Oprah (Winfrey) y Mutante X, que en esta ciudad del tamaño del área de Blackheath en Londres hay ahora dos operadores rivales compitiendo por el negocio.

Los niños de Punaja están, por docenas, abandonando su ghos por jeans y camisetas que llevan logotipos de lucha libre estadounidense; en sus cabezas llevan pañuelos con Franjas y Estrellas.

 

En la blanqueada pared de barro del antiguo crematorio, ellos han garrapateado con carbón un mensaje en inglés: "Fuck off Kinley and die".

Qué rápidamente su antigua cultura está siendo suplantada por una mezcolanza de ideas ajenas, mientras sus padres holgazanean durante horas a la vez viendo la comedia Welcome Guest House, agricultores con sus nuevos calcetines estampados con logotipos de Fila, todos pegados a David Beckham gracias a Manchester United TV.

 

Un funcionario local nos dice que en un pueblo tantos agricultores estaban mirando la televisión que una cosecha entera falló. No es sólo de un estilo de vida sedentario del que este funcionario tiene miedo.

 

Aquí, en la Welcome Guest House, las esposas de los agricultores se comen con los ojos los anuncios de un automóvil Mercedes que costaría los salarios de más de una vida. Mobiliario que "usted siempre soñó", accesorios que "usted siempre quiso", zapatos con los que "usted siempre soñó"... los mensajes de los patrocinadores del cable aparecen cada cinco minutos, y la audiencia que los mira crece día a día.

 

Hay algo deprimente en mirar a una sociedad que deja su carácter único de lado a cambio de una playa californiana. La televisión por cable ha creado, con aguda velocidad, una nación de consumidores hambrientos en un reino que alguna vez actuó colectiva y espiritualmente.

El aislamiento de Bután ha hecho el impacto de la televisión lo suficientemente claro, incluso si el gobierno decide ignorarlo.

 

Considere los resultados de un no oficial estudio de impacto. Un tercio de las muchachas ahora quiere parecer más estadounidense (piel más blanca, pelo rubio). Una proporción similar tiene nuevos enfoques de las relaciones (novios y no maridos, sexo y no matrimonio).

 

Más del 35% de los padres prefiere mirar la TV que hablar con sus hijos. Casi el 50% de los niños mira televisión hasta 12 horas por día. ¿Así es como llegamos a vivir en nuestra sociedad del Gran Hermano, hipnotizados por el destino de celebridades menores que luchan en la selva?

Todo el mundo es todavía demasiado cortés para decirlo, pero, como todos nosotros, el Rey Dragón subestimó el poder de la televisión, percibiéndola como una fuerza benigna y controlable, permitiéndole rienda suelta, creyendo que la cultura de su reino era lo bastante fuerte para resistir a los mensajes de la Televisión.

 

Pero la Televisión es un portal, y en Bután está sistemáticamente sustituyendo una cultura por otra, torciendo la noción de la Felicidad Nacional Bruta, persuadiendo a una nación de novatos consumidores budistas de que estén preocupados por ellos mismos más bien que buscando su propio yo.