Los "Muros de la Vergüenza" en América Latina
15 Abril 2016

del Sitio Web QuestioDigital
 

 

 


Aunque la pobreza ha disminuido mucho durante este último decenio, América Latina sigue siendo la región del mundo con mayor desigualdad, sólo adelantada por el África subsahariana.

 

Con ansia de protegerse y diferenciarse, las familias pudientes no vacilan en gastarse un dineral para atrincherarse dentro de verdaderas fortalezas, tales como las que vemos en Perú y en Brasil.

Más de cuarto de siglo después de que cayera el Muro de Berlín y cuando los panegiristas del neoliberalismo no se cansan de glorificar los méritos de la globalización, en el mundo nunca se ha visto semejante cantidad de muros.

 

Cada día más presentes en Europa, construidos para protegerse de los inmigrantes y refugiados que huyen de la guerra y de la miseria, los muros se han vuelto nuevos marcadores geográficos y se supone que han de repeler a los indeseables.

Lo que se sabe menos y se ve menos es que esas inmensas fortalezas sirven también para separar a los ricos de los pobres y crean pues horrendas segregaciones sociales, territoriales y también raciales.

 

En América Latina, donde la desigualdad siempre ha sido particularmente patente, la construcción de muros se ha acelerado estos últimos años y ahonda un poco más la zanja que separa a los que lo poseen todo de quienes no poseen nada.
 

 


Construidos para que los de arriba

no se mezclen con los de abajo

 


Ya van cuatro años que los habitantes del suburbio de Vista Hermosa, en los altos de Lima, viven sin poder ver el panorama de la capital.

 

¿Porqué? Por culpa de un muro de más de diez kilómetros de largo y de tres metros de alto que los separa de uno de los barrios más lujosos de la capital: Las Casuarinas.

"La vista desde acá era bonita; se podía ver toda la ciudad; hasta que los de Las Casuarinas se enteraron de que llegamos y construyeron el muro; nos quitaron la vista para que no miremos a su lado, para alejarnos de ellos porque no teníamos su nivel", comenta Amadeo Alarcón, habitante de Vista Hermosa.

A un lado, pues, viviendas fabricadas con lo que venga a mano. No tienen ni gas, ni luz, ni agua corriente.

 

De este lado del muro, una casa vale menos de trescientos dólares, del otro lado del muro, en cambio, es otro mundo. Allí, las casas pueden valer hasta cinco millones de dólares. Allí vive parte de la alta burguesía del país.

 

Mientras los primeros pagan una fortuna por el agua que necesitan para sus necesidades elementales, los segundos disfrutan de un agua barata y abundante para llenar sus inmensas piscinas.

La construcción de ese "muro de la vergüenza", como lo llaman los habitantes de las barriadas, empezó en 1980,

"cuando el terrorismo y el avance de las invasiones en Perú" explica Elke McDonald que vive en Las Casuarinas.

Los años 80 fueron marcados por la terrible guerra civil en la que se enfrentaron los combatientes de la guerrilla marxista del Sendero Luminoso y el Estado peruano.

 

Obligados a huir los combates, muchos campesinos emigraron a la capital y encontraron refugio en estos cerros escarpados donde las condiciones de vida resultaron pésimas.

Más de veinte años después de que se terminara el conflicto que causó más de setenta mil muertos, numerosos campesinos siguen llegando a la capital en busca de un porvenir mejor para su familia.

 

Pero ¿porqué se van? La respuesta nos la dan las políticas económicas aplicadas desde hace decenios, en Perú, y cuyas primeras víctimas son los pueblos indígenas.

Muy dependiente de las exportaciones, la economía peruana está casi exclusivamente basada en la extracción de minerales (oro, cobre, zinc…). Para gestionar lo mejor posible esa actividad, los sucesivos gobiernos no escatiman los medios para atraer a los inversionistas extranjeros que se apresuran a responder al llamamiento.

 

El país es un Edén para las multinacionales que acumulan beneficios fabulosos.

En la región de Cajamarca, por ejemplo, las actividades criminales de la potente multinacional estadounidense Newmont provoca el éxodo de miles de familias campesinas pobres, echadas fuera de su tierra por las autoridades para dejar sitio al saqueo de los recursos mineros.

 

A menudo víctimas de la represión policial, metidos en la cárcel cuando no asesinados pura y sencillamente, las comunidades indígenas hallan refugio en las grandes urbes y particularmente en la capital a donde vienen a engrosar las filas de indigentes y excluidos de la sociedad.
 


 

 

Para protegerse de esos náufragos del sistema que las élites peruanas consideran peligrosos y a menudo tildan de delincuentes, los pudientes residentes de Las Casuarinas han construido este muro con el beneplácito de las autoridades.

Estos adinerados consideran sencillamente que se trata de una medida de seguridad:

"Cualquiera tiene derecho a cercar su propiedad privada para protegerse", aboga M. McDonald y añade "es el lugar mejor de Perú ya que uno puede pasear y dormir tranquilo.

 

Todos pagamos una cotización mensual de 100 dólares para la seguridad".

En cambio, según opinión de Alicia Yupamqui que vive en una chabola, ese muro es una manera de "discriminarlos".

"Yo creo que el muro se construyó para que no se mezclen los de arriba con los de abajo abajo", prosigue Sara Torres, otra habitante del barrio.

Otra urbe del continente conoce semejante fenómeno, Sao Paulo.

 

Mégalopole de más de once millones de habitantes, es el pulmón económico de Brasil. Allí también son enormes las desigualdades y discriminaciones.

 

Las simbolizan ese largo bloque de hormigón que separa la favela de Paraisopolis, donde viven setenta mil habitantes, del barrio rico de Morumbi.

  • a un lado: catorce mil casas de tablas o plástico

     

  • al otro: pisos que pueden valer hasta 700 000 euros

Mientras unos carecen cruelmente de servicios públicos, los otros acuden a las consultas del hospital Alberto Einstein, uno de los más célebres y costosos del país.

 

Los habitantes de ambos barrios no se hablan, no se frecuentan, no se conocen.

"No nos mezclamos con ellos. Ellos se quedan allá y nosotros aquí", comenta un habitante de la favela.

La ciudad, y más globalmente el Estado de Sao Paulo, atrae cada año a miles de personas que vienen esencialmente de las regiones pobres del Norte en busca de un trabajo y de mejores condiciones de vida.
 

 


Una violencia simbólica

En su obra maestra, "Las venas abiertas de América Latina", publicada en 1971, el escritor Eduardo Galeano ya daba la alarma y denunciaba el espectáculo insoportable de la miseria y de las desigualdades que asolan el continente.

 

Más de cuarenta años han transcurrido y aunque se han registrado no pocos avances en cuanto a la disminución de la pobreza, de la erradicación del analfabetismo o de lucha contra la hambruna, América Latina todavía tiene no pocas dificultades en curar todas sus llagas.

Tras haber sido un laboratorio de las políticas neoliberales que hicieron crecer el número de pobres de 136 millones en 1980 a 225 millones a principios de los años 2000, el subcontinente americano conoció, durante el último decenio, éxitos sociales sin precedentes.

 

Nuevos países, Bolivia, Venezuela, fueron declarados por la UNESCO "territorio libre de analfabetismo".

 

Esas políticas sociales pudieron aplicarse en particular gracias al boom de los precios de las materias primas de las que dependen esencialmente las economías latinoamericanas.

En Brasil, país en donde la política de la presidenta Dilma Rousseff se derechiza cada día más y son apartados los movimientos sociales, las desigualdades son particularmente escandalosas.

 

Después de Honduras, Brasil es el país menos igualitario del continente americano.

En Perú, aunque la pobreza ha disminuido una mitad estos últimos años, en particular merced a un crecimiento económico de casi un 6,5%, les desigualdades siguen grandes. Desigualdades sociales, pero también territoriales e incluso raciales.

 

En efecto, en 2004, las probabilidades para un habitante del campo de caer en la pobreza eran dos veces superiores a las de un urbano. En 2014, esas mismas probabilidades eran tres veces superiores.

 

Los peruanos de lengua materna indígena (aymara, quechua…) tienen dos veces más probabilidades de caer en la pobreza que aquéllos cuyo idioma materno es el castellano.

Los muros levantados en Lima o en Sao Paulo son el símbolo de esa tierra de contrastes llamada América Latina. Un continente y pueblos que vienen luchando desde hace más de quinientos años por su liberación y su independencia definitiva.

Esas inmensas fortalezas también sacan a la luz el carácter despectivo y racista de las élites latinoamericanas para con los pobres e indígenas a quienes desprecian y por quienes hasta sienten verdadero asco.

 

A las claras estos "muros de la vergüenza" se emparentan con una violencia simbólica, una violencia que no lastima los cuerpos sino las mentes.

 

Una violencia sutil que no mata pero que crea frustraciones y contribuye en la desesperación de quienes no tienen la suerte de situarse del buen lado del muro.

El debilitamiento de los gobiernos de izquierdas y la ofensiva de las derechas latinoamericanas bien amenazan con vapulear muchos avances sociales conseguidos estos quince años últimos, como en Argentina, por ejemplo.

 

Punta de lanza de la protesta contra las políticas neoliberales, los movimientos sociales bien podrían actuar de nuevo para tirar abajo estos muros indignos y acabar para siempre con esas sociedades sumamente no igualitarias.

 

 

 


Ciudades de Latinoamérica Levantaron Muros de Desigualdad Mucho Antes de Trump
30 Enero 2017

del Sitio Web ElPais
 

 



Los "muros de la vergüenza"

que separan a ricos de pobres en América Latina.

 

Una de las estampas más habituales en las ciudades de América Latina es la de los muros físicos y barreras invisibles que separan los barrios ricos de los pobres, un patrón de segregación socio-espacial que se ha dado en las últimas décadas, mucho antes de que el presidente de EE.UU., Donald Trump, firmara el decreto para levantar una muralla en la frontera con México.

"Hemos desarrollado ciudades compartimentadas donde segregamos los diferentes usos del suelo, pero también donde, en parte acompañado por las políticas de vivienda.

 

Se han segregado los barrios, a veces con muros físicos y otras con muros invisibles y eso responde al modelo de urbanización prevaleciente en los últimos 40 ó 50 años", explicó a Sputnik Nóvosti el director de la oficina regional de ONU-Habitat para América Latina y el Caribe, Elkin Velásquez.

Los decretos firmados la semana pasada por Trump establecen la construcción de un muro en la frontera entre EE.UU. y México y endurecen las leyes contra el ingreso de inmigrantes indocumentados.

También firmó una orden ejecutiva de inmigración en la que vetó el ingreso a EE.UU. de refugiados sirios y de personas provenientes de siete países con mayoría de población islámica, lo que ha provocado el rechazo de varios representantes del Partido Demócrata, así como de miles de personas que se manifestaron en distintas ciudades y aeropuertos del país.

La decisión de construir un enorme muro en la frontera con México para impedir la entrada de inmigrantes indocumentados también ha causado polémica en todo el mundo, pero lo cierto es que América Latina lleva tiempo experimentando un fenómeno parecido.

Actualmente la mayor parte de las ciudades latinoamericanas, con excepción de las cubanas, han desarrollado ese patrón de segregación socio-espacial, indicó Elkin Velásquez.
 

 


LA INSEGURIDAD GENERA UN MERCADO LUCRATIVO

La construcción de muros y barrios privados está ligada a la,

"obsesión generalizada que existe con la seguridad en la región",

...indicó por su parte el politólogo Marcelo Pérez, profesor adjunto en la Universidad de la República en Uruguay.

"Se va construyendo una idea en torno a la inseguridad más allá de lo real y eso da lugar a urbanizaciones cerradas, barrios privados, a partir de los años 80 se empieza a dar sobre todo en México, Venezuela y Brasil, y más hacia los años 90, en Argentina y Uruguay, donde tiene una fuerte expansión", indicó Pérez, quien realiza un doctorado en estudios urbanos.

Se trata de un producto inmobiliario muy tentador para el mercado, sostuvo Pérez, e indicó que además existe una industria de la inseguridad,

"en la que se incluyen alarmas, guardias y rejas, entre otros elementos, que genera mucho dinero".



UNA REALIDAD en RIO, BUENOS AIRES, LIMA o PUNTA del ESTE

La separación es una realidad en las grandes metrópolis de Perú, Argentina o Brasil, entre otros países.

Así, en Río de Janeiro se han levantado muros de hormigón para limitar el crecimiento de las favelas que se encuentran en las colinas de la ciudad, mientras que en Sao Paulo, el barrio rico de Morumbi linda con Paraisópolis, una especie de laberinto con cerca de 14.000 viviendas precarias.

En Buenos Aires, una malla de acero separa La Recoleta, uno de los barrios más caros de la capital argentina, de la Villa 31, un asentamiento de casas de chapa y ladrillo donde se estiman que viven unas 40.000 personas.

Otro ejemplo más se da en Lima, donde un muro de 10 kilómetros de concreto y alambre de espino separan la lujosa urbanización Las Casuarinas de una de las zonas más pobres, Pamplona Alta.

En otras ciudades de la región en lugar de muros se construyen avenidas para separar estas zonas, como ocurre en Caracas, donde la autopista Francisco Fajardo divide el barrio pobre de Petare de una lujosa zona de la capital venezolana.

Lo mismo ocurre en uno de los destinos turísticos más famosos de América Latina, Punta del Este en Uruguay.

 

Allí las humildes viviendas del asentamiento Kennedy se sitúan al lado del exclusivo club de golf.

"No hay relación entre vecinos iguales.

 

Si hay interacción se da a través de dos lógicas: captación de mano de obra no cualificada, pues trabajan dando servicios como empleadas domésticas, jardineros, o por lógicas de beneficencia, dándoles una dádiva o aquello que sobra", explicó Pérez a Sputnik Nóvosti.
 


USO MIXTO DEL SUELO

Para poder cambiar ese modelo, en opinión de Velásquez,

"se necesita voluntad política y mucha claridad sobre los impactos positivos de construir la ciudad de otra manera".

Una de las soluciones que proponen desde ONU Habitat es desarrollar usos mixtos del suelo para "evitar la zonificación", es decir, la división de un terreno en sectores homogéneos.

"Hay una tendencia a la especulación en la conversión de áreas rurales en áreas urbanas en las zonas periféricas de las ciudades (latinoamericanas)", indicó Velásquez, y añadió que en su opinión "los barrios tienen que ser mixtos en los usos del suelo, combinar actividades comerciales con las residenciales".

En ese sentido, concluyó el experto de Onu Habitat, México y Chile están avanzando, al igual que Lima y Quito, ciudades que están trabajando por la recuperación de sus centros históricos, además de Medellín, que está llevando a cabo un urbanismo social tratando de mejorar las condiciones de los barrios no formales.






 

Perú

 

 

El Hombre que Podría Derribar el 'Muro de la Vergüenza' en Perú
13 Junio 2017

del Sitio Web RT

 

 

RT

 

 


Se llama Carlos Hinostroza

y su acción ante un juzgado podría poner fin

al muro de diez kilómetros de largo

que divide a la opulencia y la pobreza

en la capital peruana.

 



Discriminación e impedimento al libre tránsito son los argumentos que esgrime un hombre, en nombre de la sociedad civil, para pedir que se derribe el 'muro de la vergüenza' en Perú.

La muralla, de tres metros de alto y casi diez kilómetros de largo, es la que separa,

  • la opulenta urbanización Las Casuarinas, donde una casa puede rondar los dos millones y medio de dólares

     

  • la humilde barriada de La Florida, en Villa María del Triunfo, en Lima

 

 


 

 

El Juzgado Penal Permanente de San Juan de Miraflores admitió un recurso interpuesto por Carlos Hinostroza Rodríguez, en nombre de la sociedad civil, para solicitar la demolición del muro que impide la libre circulación de los vecinos más pobres, lo cual atenta contra un derecho consagrado por la Constitución, refiere el portal de La República.

 

Hinostroza, abogado y dirigente vecinal, informó a finales de mayo de este año que preparaban la demanda contra el muro por considerarlo un acto de discriminación para con los vecinos de Villa María del Triunfo.

 

De acuerdo a lo que contempla el recurso, el titular del juzgado deberá trasladarse al lugar el próximo 15 de junio, a las 9:00 de la mañana, para constatar si hay una violación de un derecho constitucional, tal como lo han denunciado durante años los habitantes de La Florida sin que, hasta ahora, hayan surtido efecto las demandas.

 

Según el diario peruano, el alcalde de La Molina, Juan Carlos Zurek de Prado y Figueroa, y el procurador de esa zona deberán acudir al juzgado para colaborar con las investigaciones.

 

El juez que lleva la causa considera que existen "motivos razonables" para evaluar el caso a nivel jurisdiccional.

 

 

 

Muro de vieja data

 

El muro existe desde 1985 y, desde entonces, ha ido expandiéndose con la anuencia de las autoridades locales.

 

El argumento que tuvieron los precursores de la edificación - y que persiste hasta hoy - era que el crecimiento desmedido de las zonas marginadas, tan cerca de la urbanización, terminaría por "devaluar" el precio de las casas de lujo de Las Casuarinas.

 

Por esa razón, el recurso interpuesto por Hinostroza es  directamente en contra del alcalde, quien habría autorizado la ampliación del muro en 4,5 kilómetros de longitud, refiere la agencia Andina:

"Toda autoridad está impedida de discriminar por condición económica", alega el demandante.

Una de las razones que la municipalidad ha planteado para defender la existencia de la muralla es que obedece a un acuerdo suscrito entre la actual alcaldesa del distrito, Silvia Barrera, y la ex burgomaestre de Villa María del Triunfo.

 

Según el portal Perú 21, el juzgado también ha previsto que la Superintendencia de Bienes Nacionales demuestre la titularidad y cesión del Parque Ecológico.

 

 

 

 

 

México


 


El Muro Mexicano que Separa el Lujo de la Pobreza  - A Vista de Dron
01 Junio 2017

del Sitio Web RT

 

 

 

 

 

El muro fue erigido

para ocultar un vecindario

que vive en la pobreza total

de los residentes de un prestigioso

barrio residencial.
 

 

 

Aunque a la mayoría de los mexicanos les indigna la propuesta del presidente de EE.UU., Donald Trump, de construir un muro fronterizo para dividir a ambos países, México ya tiene su muro que literalmente separa a ricos de pobres.

Imágenes captadas por un dron muestran la dramática brecha social entre el barrio de lujo Bosque Real Country Club y el barrio La Mancha, en la ciudad de Naucalpan de Juárez, cerca de la Ciudad de México.

Los dos mundos opuestos están separados por un muro de 3 metros de alto que fue erigido para ocultar el vecindario que vive en la pobreza.

 

En el video se puede ver,

  • A un lado, un sinfín de pequeñas casas de cemento con techo de chapa

     

  • Al otro lado, asoman torres modernas y un inmenso campo de golf