por Montalk
28 Junio 2004

del Sitio Web Montalk
traducción de Dion Conde

Versión original en ingles
 

 

 

Concejo para cualquiera en Colegio.

Como el Sistema de Educación Publica

está Diseñado para Convertir a los Individuos en Autómatas.

 

 

 


"La escuela apesta"

La mayoría de los estudiantes estará de acuerdo, y muchos ha dado voz a su disgusto en relación a esta abominación que llamamos educación pública.

 

Ellos desprecian a los buenos estudiantes quienes obedecen como pequeños corderos, fruncir el ceño ante la conformidad impuesta y se ríen de la naturaleza hipócrita del sistema.

Lo mismo se hará en este artículo, pero existe una gran diferencia entre estos estudiantes desafiantes y yo, el autor. Yo fui uno de esos buenos corderitos. Me gradué de la secundaria con un 4.0, un record perfecto de asistencia, dos años del consejo estudiantil en mi haber y un serie de honores que me condujeron a la universidad. Los maestros me amaban, los estudiantes me temían y me respetaban, y el director me conocía mejor de lo que yo a él.

Eso es suficiente como para hacerte vomitar. Yo sé que a mí me hizo vomitar. Así que aquí estoy, mordiendo la mano que me alimentó debido a que lo que me fue dado no ha sido más que propaganda y amarguras.

No estoy escribiendo este artículo debido a la envidia o por despecho contra los universitarios adoctrinados por el sistema, tampoco estoy tratando de poner en vergüenza a mi escuela por todos mis fallos académicos. De hecho, no puedo, debido a que yo fue un graduado universitario y tuve pocos, si no es que ningún fallo académico.

Estoy escribiendo este artículo porque el sistema mismo es un desastre.

 

Al haber estado en muchas escuelas públicas diferentes por los últimos 15 años, tengo una credibilidad más que adecuada para realizar esta afirmación.
 

 

 


Lo que se enseña es fortuito, inútil y carente de significado

En las clases se invierte mucho tiempo en tópicos inútiles.

 

La calidad de la educación ha sido sacrificada por la cantidad, y como resultado de ello, la inflación académica y la devaluación de la información ha convertido la ambición intelectual en apatía y a las mentes brillantes en simplonas.

En el esfuerzo de ser multicultural y ecléctico, el plan de estudio académico se ha vuelto superficial y desorganizado en medio de su esfuerzo por enseñar a los estudiantes un punto de vista global. Los tópicos se enseñan de manera fragmentaria, y los profesores nunca invierten tiempo para ayudar a sus alumnos a integrar las piezas en forma de un todo coherente que pueda constituir una base para futuros desarrollos.

 

E incluso, si dentro de una clase las ideas son colocadas juntas, el esquema educativo mayor todavía permanece fragmentado.

Por ejemplo, tanto la geometría como en la física pueden ser dominados por el estudiante promedio, pero la relación entre los dos a menudo no. Cuando la física es enseñada en una escuela primaria o en una secundaria, solamente involucra los conceptos más elementales de geometría, y viceversa. Son la síntesis de los dos, cada una de las ciencias permanece sin ningún propósito o efectividad.

Tal síntesis entre los tópicos ha sido un aspecto descuidado en el plan de estudios, y consecuentemente, la experiencia de uno dentro del sistema de educación pública se convierte en una vaga memoria de hechos al azar, carentes de significado e inútiles, de la misma manera que un motor desarmado es sólo un montón chatarra consistente en partes de metal.

La mayoría de los temas escolares mismos ni siquiera son verdadero conocimiento.

 

Los libros de historia están llenos de inexactitudes y distorsiones cuidadosamente incluidas a propósito con la finalidad de obtener una ganancia corporativa y ser políticamente correctos.
 

 

 


Mucho de lo que es la escuela es una pérdida de tiempo

El propósito de la educación es hacerlo a uno pensador independiente y competente, uno que pueda marcar la diferencia para un mundo mejor, y que obtenga la mayor probabilidad de supervivencia y éxito en el mundo.

Así que, ¿qué demonios es lo que estamos haciendo con eventos tan superficiales como talleres motivacionales, juegos de fútbol y básquetbol, días de peinados locos, educación sexual, educación sobre la muerte, trivias de bolos y juntas del consejo estudiantil?

Seguro, sin estos elementos, la escuela sería muy aburrida. Pero se supone que la escuela es una incubadora de jóvenes humanos que los prepara para la excitación del mundo real. La escuela está haciendo más de lo que se supone que hace, y se ha convertido en un proveedor sustituto de tal excitación, convirtiéndola en artificial y socialmente perjudicial.

 

¿Se supone que tu aspiradora también lava los platos, corta tu cabello, maneja tus cuentas y se convierte en tu cita para la noche del viernes?

Mucho de lo que se ocupa la escuela son actividades extracurriculares, tiempo el cual podría ser invertido en actividades en el mundo real en vez de desperdiciarlo en trivialidades. El efecto es un cúmulo de estudiantes que dependen del sistema y que son aislados del mundo real.

 

El resultado es disfuncionalidad social, financiera y académica. Una vez más la cantidad ha prevalecido sobre la calidad debido a que no existe ganancia para el que provee si proporciona calidad. La calidad solamente ayuda a aquellos que la exigen, pero cuando los consumidores de educación han sido reducidos a niveles primarios, el discernimiento y la apreciación de la calidad desaparecen.

A pesar de estos problemas, casi todo mundo está contento.

Los padres están contentos. Las mamás pueden ver sus telenovelas y los papas pueden ir a trabajar mientras los chicos son adiestrados. Ellos no tienen que preocuparse por enseñar moral o ética a sus hijos debido a que la escuela lo hace por ellos. Ellos no tienen que entretenerlos o invertir tiempo auténtico en convivir con ellos debido a que estos niños están demasiado ocupados siendo entretenidos en funciones estudiantiles.

 

Las mamás sólo tienen que llevar a sus niñas a las prácticas de futbol, y los papás arrojan el balón unas cuantas veces. Los padres perfeccionistas hacen que sus hijos sean competitivos, no guiándolos y ayudándoles de forma constante, sino riñéndoles en cada ocasión en que en la escuela surge un reporte sobre su desempeño.

Los maestros están contentos, ya que ellos obtienen un empleo seguro de las 8 a las 5 horas, y entre más trabajen, más les pagan. Entre más los programas escolares se encuentren financiados con el fondo federal o estatal, más obtienen. Entre más escuelas posean programas, más financiamientos y bonificaciones reciben de los benefactores federales.

Todo mundo es feliz, excepto los estudiantes.

 

Pero, ¿a quién lo importa? ¿Quiénes son ellos para quejarse? Aquellos que poseen el oro hacen las reglas, y los estudiantes apenas tienen unas pocas monedas para galletas y leche.

Es un hecho bien conocido, que en la escuela pasas más tiempo aprendiendo a cómo obedecer y aprendiendo qué debes pensar, en vez de aprender a cómo pensar y pensar por ti mismo.

 

La verdad del asunto es que al menos tres cuartas partes del tiempo escolar son una pérdida de tiempo.
 

 

 


Los estudiantes no tienen la culpa

Pero eso no es lo peor. La peor parte es que la escuela pública no sólo posee un plan de estudios detestable, sino que además ellos oprimen a los estudiantes forzándoles a participar en él.

 

Una cosa es asignar tareas de escasa importancia, y otra es obligarlos a hacer esas tareas.

En pocas palabras, a los estudiantes se les obliga a estar ocupados con basura para evitar que aprendan algo útil.

Casi todo lo que he aprendido de importancia, lo he aprendido en mi propio tiempo fuera de la escuela. Durante el colegio, las tareas que me eran asignadas eran pocas, y a menudo las acababa en clase. Esto me dejaba suficiente tiempo como para ir a la librería y comenzar mi estudio sobre metafísica y lo paranormal, en aprender la verdad por mi propia cuenta y experimentar con lo que había aprendido para confirmar la naturaleza de la verdad absoluta.

Pero conforme progresé hacia la secundaria, me fueron asignadas cada vez más tareas que no me enseñaron nada (y créeme que he buscado algo de utilidad en ellas), pero que, no obstante, ocupaban mi tiempo. Lo que se me enseñó estaba fragmentado, lleno de lagunas y errores, era superficial y políticamente correcto al punto del absurdo.

 

¿Era mi deber integrar las partes y aprender lo suficientemente bien como para poder aplicarlo? Seguro, pero la gran cantidad de tarea escolar evitaba que encontrara tiempo para hacer eso. Cantidad sobre calidad, una vez más.

Actualmente me encuentro en una universidad estatal, y no existe ninguna diferencia. La opresión continúa, excepto que ahora me estoy volviendo más inteligente y he logrado captar el esquema tramposo de graduar robots en vez de seres humanos.

Me gustaría tener más tiempo para realizar investigación relacionada con este sitio, para aprender física e historia verdadera, para continuar escribiendo música y marcar la diferencia. Pero ese tiempo es consumido por los componentes inútiles del plan de estudios académicos.

Los estudiantes, excepto en algunos pocos casos de genuinos holgazanes, no tienen la culpa cuando se retrasan en el desarrollo de habilidades fundamentales de pensamiento.

 

Ellos no están siendo obstaculizados por su propia pereza, sino por la opresión directa de un sistema con el poder de castigarlos y de fichar su expediente si ellos no se rinden en su persecución individual de conocimiento en favor de labores escolares vanas.
 

 

 


La sobrecarga produce disfunción

Existen consecuencias múltiples de esta programación de cantidad por encima de calidad. Los niños se encuentran actualmente bajo una gran cantidad de estrés debido a esto, y como consecuencia, ellos se transfieren a una modalidad de supervivencia.

Este modo de supervivencia consiste en tomar atajos para conseguir ganar con el menor esfuerzo posible, pero incluso esta pequeña cantidad de esfuerzo es aplicada en gran medida a fines inútiles.

 

Obtener grados se convierte en el objetivo final en vez de ser los medios, y la verdadera meta de la educación se desconecta del trabajo en el mundo real.

 

Estudiar solamente sirve para pasar el examen, pero no sirve para que lo estudiado sea retenido por la mente posteriormente. El escapismo entra a escena y ver la televisión, consumir drogas, involucrase en actos delictivos y una socialización extrema es el resultado. Esto evita todavía más que el estudiante aprenda lo que verdaderamente necesita.

Bajo tal cantidad de estrés, el cuerpo estudiantil se divide en dos grupos: aquellos que se conforman y los que fracasan.

Los que se conforman aprenden las reglas del juego, sin importar que tan ilógicas sean, y juegan el juego a completa satisfacción de la facultad. Ellos se desconectan de la realidad, de lo que verdaderamente importa, y sus potenciales son reprimidos conforme se les despoja de su inspiración, creatividad y originalidad.

 

La cantidad por encima de la calidad es fundamental como parte de un sistema de supervivencia, y enfocarse en la calidad no genera ninguna ganancia ya que esta se presenta muchas décadas después como para ser de provecho.

 

Debido a esto, en la mentalidad de supervivencia, el pensar en el futuro es algo que es descuidado. Los que se conforman se convierten en robotizados y son respetados por lo bien que se acoplan al molde. Lo que alguna vez fue una curiosidad por descubrir el mundo se convierte en intentos de escapar al castigo.

Los que no se conforman se quedan atrás a menos que sean lo suficientemente listos como para hallar otra fuente de educación de la cual se beneficien. Sus calificaciones son mediocres debido a que ellos se encuentran desilusionados del sistema y no se preocupan más por complacerlo.

 

Los cambios en las calificaciones y la búsqueda de una educación superior es floja, y la mayoría de ellos desertan o se gradúan e inmediatamente adquieren empleos con baja paga. El precio por rehusarse a conformarse es el rechazo hacia los empleos de paga menor.

De cualquier forma, ingresar al sistema de educación produce robots o campesinos, hiperbólicamente hablando.
 

 

 


El sistema mismo

Los maestros tampoco tienen la culpa.

 

Ellos son como soldados en las trincheras que pelean una guerra con la finalidad de educar al público, tomando órdenes de sus superiores quienes no tienen la menor idea de las condiciones actuales que prevalecen en las primeras líneas de fuego.

Los maestros están sobrecargados de presiones, tienen baja paga y su habilidad para responder a lo que perciben en el salón de clases está restringida. Debido a las políticas correctas, a la amenaza de una acción legal llevada a cabo por los padres, a comités escolares contritos con miedo a la desaprobación de una minoría con una fuerte influencia política, los maestros se hallan confinados a un estrecho plan de estudios que ellos son forzados a seguir.

Ellos son forzados a enseñar algunas cosas, y no se les permite enseñar otras, y los lineamientos de esto son implementados por un panel de marionetas quienes no tienen la menor idea de cuál es la verdad real de todo aquello, y menos todavía tener la iniciativa de difundir la verdad que ellos posiblemente lleguen a saber.

 

Estas marionetas son los que diseñan el plan de estudios escolares, quienes, a pesar de que alguna vez fueron maestros ellos mismos, actualmente están en su mayoría fuera del mecanismo de retroalimentación del salón de clases.

Son las cosas pequeñas las que contribuyen a la atmósfera opresiva en las escuelas. Sin poder resistir la atmósfera social, los maestros dentro de una escuela con bajo presupuesto, se preocupan más por ahorrar papel, grapas o cinta.

 

Cuando mi escuela secundaria recibió miles de dólares de financiamiento proveniente de la comunidad, usaron el dinero para ampliar su inventario de computadoras que ni siquiera eran necesarias, sólo para mantenerse al día con la corriente políticamente correcta de las escuelas de estar al día tecnológicamente. Ese dinero debió haberse empleado en cosas pequeñas, tales como suministros de oficina.

Los estudiantes destructivos son puestos en la misma aula que los que se comportan bien, creando un socialismo académico en donde la igualdad es mantenida al cargar con los idiotas a expensas de los más inteligentes.

 

Separar a los estudiantes en base a un criterio equivocado conduce a incongruencias y a una falla en el sistema y sus componentes. Situarlos en grados de acuerdo a sus edades, cuando deberían ser separados respecto a su nivel de conocimiento y habilidad, resulta en una entropía académica en donde el inteligente se convierte en tonto y el tonto aprende a cómo gastar el tiempo del otro.

Los maestros pasan más tiempo enseñando a los chicos a como callarse y quedarse quietos que lograr que pongan atención y piensen. Debido a que se encuentran muy limitados en sus métodos de disciplina, los maestros y estudiantes sufren conforme una minoría idiota y delincuente arruina al resto.

La fricción dentro del sistema debido a la mala distribución de recursos induce a la aversión entre sus componentes, ya que cada uno sufre y culpa al otro en vez de culpar al sistema mismo.

 

De hecho, el sistema está establecido de tal manera que los componentes se conducen unos a otros en una espiral hacia abajo de largo plazo.

Los maestros tienen desdén por los estudiantes, y a menudo hacen el esfuerzo por encaminar su agresión hacia ellos, viéndolos como el enemigo y la causa de su propio estrés. Los estudiantes ven a la autoridad como algo que debe ser desafiado, a menos que ellos ya hayan sido vencidos por ella.

 

Los maestros establecen reglas ilógicas para examinar qué tanto los alumnos obedecen, tales como hacer que caminen de cierta manera a través de la biblioteca, o no entrar o salir por ciertas entradas a ciertas horas, y otras nimiedades que irritan a los estudiantes y hacen que la facultad se sienta bien cuando ejercen sus poderes.

 

 Esta tensión entre estudiantes y maestros destruye la confianza entre ellos, y cualquier enseñanza y aprendizaje entre ellos entra en el reino de la estimulación negativa. En vez de apreciarse y respetarse mutuamente, ellos se detestan unos a otros, pero aún así hacen lo que se supone que deben hacer, con la finalidad de evitar consecuencias si actúan de otra manera.

Cuando uno ve a un estudiante, lo que realmente está uno viendo es al alguien que tiene poca ambición e iniciativa, pero que ansía el reconocimiento y la autoestima.

 

Esto es un síntoma de un sistema que es contrario a la vida, anti-individualista y anti-espiritual. Comprimir a un ser humano maravilloso en un bloque preciso que quepa perfectamente en un cubículo induce una un estilo de vida enfocado a la supervivencia.

 

El conocimiento, al ser ubicado como la fuente de su angustia, es situado hasta abajo en la lista de prioridades, ya que tiene que hacer todo lo posible con el fin de recobrar su auto-estima, de ganar reconocimiento y lograr una paz mental. No obstante, él debe hacerlo dentro de los confines del sistema.

El resultado es la disfunción. En vez de que el individualismo signifique pensar por uno mismo y una búsqueda propia de la verdad y un sentido de la moralidad, individualismo se convierte en vestir extravagante, tener cortes de pelo llamativos y llamar la atención por medio de vulgaridades infantiles sin importar si se realiza por fama o por infamia.

 

Estos métodos superficiales son todo lo que aún sigue siendo legal dentro del sistema. El verdadero espíritu humano, no obstante, es suprimido.

Los que se rinden siguen las reglas ilógicas de los maestros y aprenden a confiar en la autoridad en vez de en sus propios potenciales. Al hacer esto, ellos se transforman en parte del engranaje de la maquinaria.

 

Desobedecer órdenes se convierte en tabú para ellos, algo sobre lo que se ponen muy nerviosos cuando ocurre, y ciertamente sería algo que no harían voluntariamente. Se convierten en perfeccionistas neuróticos e inestables que sobresalen sustentados en una base convulsa.

Una vez acabada su individualidad, se convierten en robots que son muy eficientes al realizar sus tareas. Muchos ingresan a la universidad, absorben muy bien lo que se les proporciona y se convierten en académicos con un genial y pequeño nicho y un buen ingreso en sus respectivos campos de investigación. Pero aunque suene maravilloso, ellos no son más que robots. O, empleando otra analogía, son vacas.

No saben que ser la mejor vaca no lo hace a uno un vaquero.
 

 

 


El recto camino

Escuchamos historias de emprendedores que se vuelven ricos después de haber abandonado la universidad y perseguido sus sueños.

 

Escuchamos relatos de aquellos que partieron de mendigos y llegaron a millonarios, de aquellos que desafiaron el convencionalismo y revolucionaron el mundo.

Pero, ¿qué escuchamos en la escuela?

 

Escuchamos que estas gentes son la excepción, no la regla. Eso es ciertamente verdad, pero lo que el sistema está dando a entender con esto es que tú eres la regla, no la excepción, de modo que no intentes siquiera desviarte de la línea recta.

El recto camino es lo que el sistema enseña a los estudiantes, y que se relaciona con el curso de sus vidas.

 

El recto camino, tal como se les dice a los estudiantes de secundaria, es como sigue:

Necesitas hacer tu tarea para obtener una buena calificación. Cuando obtienes buenas calificaciones, tu boleta será favorecida por los empleadores y las universidades.

 

Incluso puede que obtengas una buena escolaridad yendo a una buena universidad, te gradúes y tengas una buena oportunidad de conseguir un buen empleo. Y con un buen empleo obtendrás una buena esposa, buenos hijos y una buena vida.

Lo que realmente están diciendo es esto:

No te preocupes por cambiar al mundo, sólo concéntrate en obtener buenas calificaciones, ya que es la única medida de valor persona a los ojos de los que servirás. Ve a la universidad y encuentra calladamente un sitio en el mundo.

 

Estarás trabajando para mantener el sistema conforme seas considerado apto.

 

Concentra toda tu energía en esa área especializada y no te preocupes por provocar un impacto en el mundo, ya que mientras permanezcas así de especializado y compartimentalizado, te proporcionaremos vestido, te daremos de comer, tendrás una buena familia y te enterraremos en una buena parcela cuando mueras.

Desviarse de la línea es algo abominable para el sistema.

 

Si muestras iniciativa y asumes el riesgo, te conviertes en una excepción estadística, en una anomalía ante sus modelos estadísticos, alguien que amenaza el sistema debido a que constituyes una semilla con el potencial de destruir los espejos y revelar la verdad detrás de esta guerra silenciosa.
 

 

 


Desafío

He aquí el punto de este artículo.

 

No puedes ser exitoso, reconocido o un verdadero ser humano a menos que desafíes al sistema. Si solamente haces lo que se te dice, no eres mejor que la gente promedio allí afuera.

El sistema ha sido diseñado por la corporación más importante de todas, el estado. Las escuelas públicas producen o robots trabajadores que sirven al estado y a sus codiciosas corporaciones asociadas, o producen gente a la que le es destinada la asistencia social, quienes son una excusa para el estado siga teniendo ese colosal tamaño parasitario y constituya una base de consumo para que esas corporaciones vendan sus artículos inútiles y venenosos.

Así que muchos estudiantes se encuentran bajo esta ilusión, la ilusión de ellos deben seguir la línea recta, intentar ser la mejor vaca del rebaño con la finalidad de mantener una seguridad económica y social, o desafiar al sistema y fracasar miserablemente, convirtiéndose al final en un vagabundo que recorre las calles.

Si desafías al sistema eres considerado como un fracaso social. Si mides tu éxito por lo que el sistema considera ser exitoso, entonces temerás desviarte de la línea recta debido a que eso sería un síntoma de fracaso.

Sin embargo, debes rediseñar tus estándares de éxito.

 

¿Abandonar la universidad estatal te convierte en un fracaso? A los ojos de otras vacas, tal vez, pero conseguir una educación mejor en otro lugar, ya sea de manera independiente o a través del mundo real, te hará mejorar.

¿Cuanta gente famosa que conoces hizo solamente lo que le dijeron y nada más, quien de ellos nunca se arriesgó y desafió el estatu quo?

 

No demasiados...
 

 

 


Conclusión

La lección es que no sólo debes asumir riesgos y utilizar tu iniciativa innata, debes también superar tu miedo a desafiar al sistema y adelantarte al rebaño. Tú eres la excepción, no la regla, porque tú tienes el poder de serla.

Luego, los robots dentro del sistema definitivamente son necesarios. Necesitamos empleados, soldados y científicos que se especializen en lo que hacen, pero actualmente existe una abundancia excesiva de ellos.

 

Por lo tanto, la aparición de individualistas, generalistas y emprendedores es requerida.

Y la única manera de hacer que crezcan en número, es que gente como tú rompa el molde y cumpla su destino como ser humano, no como una máquina.