por Rubén Torres
30 Junio 2014

del Sitio Web LaCosechaDeAlmas

 

 

 

 

 



Desde que somos pequeños, nos enseñan a orar.

 

Nos enseñan la forma de hablar con Dios a través de mantras repetitivos, los cuales, ignoramos a quien realmente van dirigidos o a quien benefician nuestros rezos.

 

Decretamos a través del verbo, ignorando seguramente cuan poderoso es este. Nos marcan de manera rígida las palabras exactas que debemos decir en nuestras oraciones, como debemos formar las frases y no omitir ni una coma.

 

Se aseguran fehacientemente que aprendamos, repitamos y finalicemos esta, con una sentencia.

 

Esta sentencia, hará que pongamos el universo en marcha para otorgarnos aquello que le pedimos con tanta pasión, pero acaso sabes lo que has pedido.

Una comunicación correcta con Dios no precisa templos, rituales, ni oraciones perfectamente estructuradas y medidas, son nuestros sentimientos y nuestro corazón los que hablan por nosotros, nuestro pensamiento cataliza nuestro deseo y nuestro verbo decreta nuestra petición.

 

Este método sencillo y eficaz, es tomado por el poder que controla y monopoliza la fe y lo convierte en una herramienta eficaz para atraer hacia si, aquello que precisan.

 

Eliminan la posibilidad del auto control de tu poder, extrayéndolo y tomándolo en su propio beneficio.

 

Una vez lo tienen, logran que, a través de esos millones de personas que a diario, utilizan su poder de petición diariamente, otorguen a ese monopolio de la fe, todo el poder de que disponen, poniendo su capacidad de petición en beneficio de otros y no del suyo propio.
 

 

Las instituciones religiosas monopolizan tu fe y desvían
tu poder en la oración hacia otros fines.



No voy a analizar esas oraciones, una por una, esas que a todos nos enseñaron de memoria en algún momento.

 

Sabemos de sobra que las religiones establecidas no enfocan su trabajo en adorar al verdadero creador del universo, al Dios del que todos somos fruto, si no a otras entidades, al margen, que solo quieren nuestro control y nuestra esclavitud.

 

Por muy increíble que te parezca (si aun guardas algún resquicio de fe en esas instituciones) todas las religiones, están creadas y diseñadas para la idolatría de entes que no representan el bien, ni el amor, ni la hermandad...

 

Todo lo que utilizan son argucias para tomar tu control y utilizar tu poder en su propio beneficio y alimentar con tu energía y tu pasión, a auténticos demonios.

Amen, esa sentencia al término de esas oraciones, significa "que así sea" es una orden que lanzamos al final de cada oración.

 

Esas oraciones bien planificadas, medidas y orientadas, son finalizadas con una orden que lanzamos nosotros de forma personal e individual, al finalizar nuestro ruego.

 

Esa orden es constantemente lanzada por millones de personas, enfocando toda su fe y toda su pasión, en un objetivo que desconocen.

 

En realidad están dando todo su poder y toda su energía a unas entidades que no lo merecen, y no beneficiará en nada a ese rebaño tan devoto y tan numeroso, los exprimirán como limones y se asegurarán que vuelvan pronto...

 

Para hablar con Dios,

no necesitas ninguna infraestructura



Es un paso necesario, para despertar de ese letargo de la fe, que cada uno de nosotros analice esas oraciones de forma aséptica y localice si hay de entre todos esos,

"Benditos sea…"

"Lleno de gracia…"

"Creo en…",

...si existe una sola que pida algo, por mínimo que sea, por la humanidad, el planeta o la paz, por poner unos ejemplos.

 

En todas las oraciones se ensalza a un padre, a una madre y su fruto, de los cuales ninguno de nosotros tenemos nada que ver,

  • o se pide un perdón por algo que no hicimos "Perdona mis ofensas…"

     

  • o se nos culpa "Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…"

Estos ruegos en ocasiones son repetidos una y otra vez formando mantras poderosísimos, enfocados en un objetivo que nada tiene que ver con el bien y la humanidad, con la paz o nuestro planeta.

 

Piensa detenidamente quien necesita tan encarecidamente nuestros ruegos y porqué, que saca esa institución de toda esa masa energética que emanamos en esos instantes de devoción, que les damos que tanto gusta y tanto necesitan

 

Medítalo y llegarás a la misma conclusión que yo.

 

¿Estas seguro de la identidad del "dios"

que recibe tu oración?
 


Borremos de nuestras mentes esas oraciones e incorporemos unas adaptadas a nuestras necesidades, emitidas con nuestro corazón, utilizando nuestro propio lenguaje.

 

Oraciones que retomen nuestro poder y permitan que nuestros pedidos trabajen no solo en nuestro beneficio, si no también en el bien humano y el bien planetario...

 

Oraciones que,

  • hagan que despertemos y trabajemos por la positividad común y nos eleven a todos a estados alejados del miedo y la culpa, del pecado y la auto represión

     

  • nos hagan libres de pensamiento y obra, sin necesidad de mas templo que nuestro cuerpo, sin símbolos patibularios, sin dolor, sin carne ni sangre ofrecida en sacrificio, sin mas comunión que la hermandad y la unidad humana