| 
 
 
           
 
 
                 
 Todo este complejo arquitectónico está orientado según el eje de la mayor de las pirámides, la Pirámide del Sol, con una desviación de 15 grados y 30 minutos con respecto al Norte verdadero, que hace coincidir su eje con el paso del Sol a través del cenit. La base de esta pirámide no llega a ser tan exacta como la de la Gran Pirámide, en este caso sus medidas son de 222 X 225 metros, prácticamente lo mismo que la Egipcia (230 metros), y su altura es algo menos de la mitad, 147 metros la situada a las orillas del Nilo y 65 metros la mexicana, sobre cinco cuerpos o niveles superpuestos en los que se han detectado algunos túneles y corredores, así como un pozo de unos 7 metros de profundidad al pie de la escalera principal y que termina bajo la pirámide en una gruta con forma de cuatro pétalos. 
 
          Curiosamente a diferencia 
			de otras pirámides y templos de la antigüedad la Pirámide del Sol 
          esta orientada al poniente. La otra pirámide de grandes 
			proporciones es la Pirámide de la Luna, situada al 
			fondo de la Avenida de los Muertos, con una altura de 45 
			metros y una base de 140 X 150 metros, pero al estar situada sobre 
			una elevación natural del terreno hace que quede al mismo nivel que 
			su compañera de mayores proporciones. Apenas sí se han realizado 
			excavaciones y trabajos de investigación sobre ella, por lo que se 
			desconoce si está dotada de túneles o cámaras. La Pirámide del 
			Sol o 
          TONATIUH rige todo el complejo arquitectónico de 
          TEOTIHUACÁN. Constituye el epicentro del cual se partió para 
			construir una de las más enigmáticas ciudades de la antigüedad.  
 Cuando Hernán Cortes y sus hombres conquistaron el imperio Azteca en el siglo XVI preguntaron sorprendidos a los nativos dada la grandiosidad de estas ruinas, quiénes habían construido tan colosales edificios y avenidas. Los aztecas contestaron que ellos no fueron los autores, sino los QUINANATZIN, una raza de Dioses Gigantes que habían llegado desde el cielo en tiempos del Segundo Sol (según la mitología Azteca ahora vivimos en la época del Quinto Sol, que desaparecerá por una catástrofe al igual que los otros soles). Del mismo modo desconocían el nombre verdadero de la ciudad y la llamaron TEOTIHUACÁN, que en su lengua significaba Ciudad donde los Hombres se Convierten en Dioses. 
 Denominaron a las dos pirámides con los nombres de TONATIUH y MEZTL ITZAQUATI, (Casas del Sol y de la Luna respectivamente). Contaron a los Españoles que en la antigüedad la Pirámide del Sol estaba recubierta de basalto negro, pintado con todos los colores del Arco Iris, pero insistieron en que cuando ellos llegaron, hacía siglos que estaba todo abandonado y sólo la utilizaban para ritos ceremoniales religiosos. 
 En la actualidad la arqueología oficial data el origen de TEOTIHUACÁN entre los siglos I y III de nuestra era, y se cree que alcanzó en su máximo nivel de expansión la cantidad de 200.000 habitantes, con una actividad básicamente agrícola. Por motivos totalmente desconocidos esta maravillosa ciudad fue abandonada entre los años 650 y 750 DC. También se cree que sus pobladores fueron una mezcla de pueblos autóctonos de Mesoamérica, con una fuerte influencia Tolteca, un pueblo con una estructura teocrática y guerrera. 
 
          
          La opinión generalizada especula que el abandono fue debido a 
			desordenes sociales y luchas tribales entre distintas facciones o 
			familias, aunque no se aprecien señales significativas de 
			destrucción por conflictos o guerras, y también posibles causas 
			naturales, entre las que destacaría una pertinaz sequía. Sin embargo 
			las leyendas hablan de una huida masiva de la ciudad por la 
			presencia de unos demonios que comenzaron a dar una muerte 
			progresiva a sus habitantes. Otro de los mayores misterios de los 
			pobladores de TEOTIHUACÁN, son los elevadísimos 
			conocimientos matemáticos y astronómicos 
          demostrados en la construcción y alineación de sus grandes avenidas y 
			templos, en una cultura que ha sido considerada por los arqueólogos 
			de primitiva y carente de un elemento tan básico para el desarrollo 
			de la civilización como la escritura.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
          
			 
          
          Cada vez son más numerosos los investigadores de culturas antiguas que 
			reconocen la existencia de una función estelar en los 
			monumentos de culturas desaparecidas, como la Egipcia, la China, la 
			Mesopotámica o, como sucede en este caso, la Mesoamericana. 
			Curiosamente, no deja de ser sintomático que muchas de estas 
			culturas antiguas pusieran sus ojos en unas constelaciones muy 
			concretas, como sucede con Orión, identificada por los 
			antiguos Egipcios, por ejemplo, con el Dios de la muerte, 
			Osiris. Para él levantaron numerosas pirámides en el 
			Valle del Nilo, dibujando sobre la Tierra el mismo esquema que 
			tiene esta constelación en el cielo, una especie de reloj de arena.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
          
			 El cuarto de millón de almas que llegó a poblar la metrópolis de TEOTIHUACÁN en su apogeo, en el siglo V antes de nuestra Era, ofrece a lo largo de los 2 Km. que mide su gigantesca Avenida de los Muertos, una magnífica visión de lo que era capaz el Hombre de la antigüedad para satisfacer a sus Dioses. 
 
 Pero, además de toda la parafernalia necrológica que rodea al recinto, las investigaciones más recientes de la última década han llegado a la conclusión de que también en TEOTIHUACÁN, se dieron ciertas similitudes estelares que acercan este complejo al de GIZEH, en Egipto. 
 Los monumentos más importantes de TEOTIHUACÁN, las pirámides del Sol y de la Luna y el templo de QUETZALCOATL, construidos en algún momento entre el 200 AC. y el 200 DC., están ubicados en la misma posición que las pirámides Egipcias, si bien con una orientación diferente. 
 La gran plaza de la Ciudadela y el templo del Sol, están paralelos a lo largo de la Avenida de los Muertos, mientras que el templo de la Luna está al final de la misma, es decir fuera del alineamiento con las otras dos, tal y como ocurre en la meseta de GIZEH con la pirámide de MICERINOS. 
 
          
          Esta circunstancia ha sido utilizada por el investigador Británico 
          Adrian Gilbert para intentar buscar algún vínculo de conexión con 
			la misteriosa constelación de  Orión.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
           
           
 Este tipo de investigaciones ya tuvo su eco hace años en el seno de las más prestigiosas universidades europeas. Gerald S. Hawkins, astrónomo del observatorio de Cambridge (USA), es una de las piezas clave en el descubrimiento de aparentes coincidencias entre la construcción de TEOTIHUACÁN y algunas constelaciones. 
 Muy conocido desde la década de los 60 por su revolucionado libro "STONEHENGE DESCODIFICADO", en el que realizaba un barrido sistemático de las relaciones de este monumento megalítico con las estrellas del cielo, continuó sus investigaciones en otro volumen no menos codiciado que el anterior: "MÁS ALLÁ DE STONEHENGE". 
 En él, Hawkins apunta que mientras las calles de TEOTIHUACÁN están planeadas sobre un sistema de cuadrículas, las intersecciones de estas mismas calles, en cambio, no tienen un ángulo de 90 grados como sería de esperar, sino de 89. Por su parte, tampoco la cuadrícula está orientada a los puntos cardinales, tal y como ocurre en casi todos los grandes monumentos de la antigüedad, sino que corre paralela a la Avenida de los Muertos, dirección Noreste, apuntando a la constelación de las Pléyades. 
          
           
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
           
 
 |