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                 Al igual que las pirámides que se encuentran en el mismo 
				emplazamiento que La Esfinge de Giza, ésta tampoco 
				tiene ninguna inscripción que la identifique con su constructor. 
                 
                Entre los años 1.816 y 1.818 el Capitán Giovanni Battista 
				Caviglia se encargó de desenterrar La Esfinge y los templos 
				que la rodean. Su proximidad a la Pirámide de Kefren fue 
				inmediatamente razón más que suficiente para asociar su 
				construcción a la figura de este faraón, defendiéndose incluso 
				la idea de que el rostro de La Esfinge es la del propio Kefren 
				(2.520-2.494 a.C.). Desde entonces esta teoría ha permanecido 
				inamovible hasta nuestros tiempos, y es una de las piezas 
				fundamentales de la cronología establecida de la historia de 
				Egipto por parte de la egiptología oficial. 
                
                  
                  
                    
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                Con sus 57 metros de 
				longitud y casi 20 metros de altura, construidos en un sólo 
				bloque de roca natural, ha permanecido gran parte de su historia 
				enterrada por las arenas del desierto. Así la vieron los 
				ejércitos de Napoleón a finales del Siglo XVIII, y en el 
				1.400 a.C. el 
                      Faraón Tutmosis IV, quien según cuenta la 
				leyenda, un día, cuando aún era príncipe, se tumbó cansado a la 
				sombra de la cabeza de La Esfinge que sobresalía de la arena y 
				se durmió. De repente La Esfinge abrió la boca y le habló, 
				diciéndole que era el Dios Harachte-Chepere-Ra-Atón, 
				y que a cambio de desenterrarla le prometía entregarle la corona 
				de Egipto, y hacerle poseedor de riquezas inimaginables. 
						
						 
                  
                
                
                Sin embargo personajes de la talla de Herodoto, que 
				visitaron 
                Giza y nos dejaron testimonio de la grandeza de 
				sus pirámides, no hicieron referencia a la presencia de ninguna 
				esfinge.  | 
                      
                       
                      
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                Otra vez la estela inventario 
                En el tema "Evolución e involución en las pirámides del 
				Imperio Antiguo", ya hablábamos de la existencia de una 
				estela mandada erigir por el Faraón Keops y 
				descubierta por Auguste Mariette, en la que se relataba 
				que tanto la Gran Pirámide como La Esfinge, ya existían mucho 
				antes de la aparición de los gobernantes de la IV Dinastía. Esta 
				estela conocida con el nombre de la Estela Inventario, 
				jamás fue tomada en serio por los egiptólogos, pues suponía el 
				admitir que todos sus conocimientos y medallas académicas 
				mantenidas durante un siglo, quedaban en papel mojado, teniendo 
				que rescribir de nuevo toda la historia de Egipto desde el 
				principio. Era más cómodo hacer oídos sordos e ignorar tan 
				molesto y peligroso elemento desestabilizador de sus 
				irrefutables "verdades" sobre la antigua historia de Egipto.  
                 
                Nuevas y molestas evidencias 
                Sin embargo, "alucinados" jamás han faltado que molesten el 
				plácido sueño en el que viven los "grandes maestros de la 
				egiptología". Y es que con el termino de "alucinados" y 
				aficionados, se refirió el prestigioso arqueólogo y Jefe de 
				Excavaciones de Giza, el señor Zahi Hawass, 
				cuando a comienzos de los años noventa distintos investigadores 
				con el norteamericano John Anthony West a la cabeza 
				cuestionaron la datación de La Esfinge basándose 
				en las huellas de erosión que sobre el cuerpo del monumento se 
				pueden apreciar, y que retrasaban su construcción como mínimo en 
				13.000 años.  
                
                
                 
                Una vez más y al igual que con las cronologías recogidas por 
				distintos autores como Manetón, La Esfinge 
				también señalaba que la historia de Egipto se remontaba mucho 
				tiempo atrás a la que se nos querían hacer creer. J.A.West 
				en colaboración con el geofísico Thomas Dobecki y el 
				geólogo Robert Schoch de la Universidad de Boston, 
				llevaron a cabo un análisis minucioso de la roca caliza de 
				La Esfinge, en el que se concluía que la erosión era 
				producto de la lluvia. ¿Lluvia en Egipto?, pero ¿cuándo?. Este 
				era el punto crucial, pues ésta misma lluvia existió antes del 
				cambio climático que asoló al Desierto del Sahara al finalizar 
				la Ultima Era Glacial.  
                 
                Pero todos estos datos hubiesen quedado en el olvido sino 
				hubiesen contado con el apoyo de cientos de geólogos, tras la 
				presentación de un informe muy detallado por parte de 
				J.A.West a la Sociedad de Geología Norteamericana, la cual 
				prometió fondos económicos y ayuda técnica para la continuación 
				de los estudios en Giza. ¿Cuál fue entonces la 
				reacción de la egiptología oficial?. Muy sencillo teniendo en 
				cuenta lo que se jugaban, presionaron al Gobierno egipcio para 
				que prohibiese la realización de pruebas geológicas cerca de La 
				Esfinge, y trataron de desprestigiar este tipo de estudios 
				geológicos que habían irrumpido en una parcela de "uso y 
				disfrute exclusivo", de la egiptología oficial. 
                 
                Nuevos datos e informes siguieron apareciendo, incluso a través 
				de medios tan prestigiosos como el "New York Times", 
				donde se cuestionaba a través de un informe forense otro de los 
				axiomas de la egiptología clásica, que mantenía que la cara de 
				La Esfinge era la del Faraón Kefren.  
                 
                Los resultados demostraban que en poco o nada se parecían. Del 
				mismo modo también conmocionó a la opinión pública otro informe 
				de R. Schoch y T. Dobecki en el que se denunciaba 
				la presencia en el subsuelo de La Esfinge, de numerosas cámaras 
				y galerías secretas, incluso algunas conectadas con las 
				pirámides. 
                 
                Golpe a la razón 
                La ira y la rabia de la comunidad arqueológica oficialista 
				terminó por hacer ceder al Gobierno de Egipto, que a partir del 
				año 1.993 prohibió todo tipo de investigaciones a locos 
				extranjeros que no constasen con la aprobación y el beneplácito 
				del Sr. Zahi Hawass y sus colegas académicos. 
				 
                
                  
                  
                    
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                Posteriormente 
				nuevos detalles han aparecido para tener en cuenta, como el 
				propuesto por Robert Baubal y Graham Hancock, que 
				hacen especial hincapié en la gran desproporción existente entre 
				la cabeza y el resto del cuerpo de La Esfinge, con 
				el detalle de que la cabeza apenas sufre de la misma erosión que 
				se puede apreciar a simple vista en el cuerpo, además de ser 
				diferente, dado que no parece que sea producto de la lluvia. 
				Esta situación les ha hecho pensar que con casi total seguridad 
				la cabeza original de La Esfinge se perdiese después de alguna 
				remodelación sufrida con posteridad, ya en tiempos 
				climatológicos más semejantes a los actuales. 
                        
                      
                
                Son muchos los 
				textos antiguos y leyendas que apoyan que 
                      el rostro de La Esfinge representaba a un 
				dios, como así cuenta en la estela que mandó erigir el 
				propio Tutmosis IV entre las garras de La Esfinge, 
				después de su experiencia personal a través del sueño en el que 
				le habló La Esfinge y le prometió el trono de 
				Egipto, a cambio de que la desenterrara. Tal vez un dios de los 
				que dominó Egipto en el "Zep-Tepi" o 
                      Tiempo Primero, como lo denominan los 
				antiguos textos egipcios y que, procedentes de las estrellas 
				gobernaron durante miles de años a las orillas del Rio 
				Nilo. 
                  
                
                
                La respuesta, como tantas otras, permanece perdida y en parte 
				oculta por la intransigencia de aquellos que se creen en poder 
				de la verdad absoluta. Sólo a ellos se les debe reprochar tan 
				triste y lamentable actitud que en nada beneficia nuestro 
				innegable derecho a conocer y saber nuestra historia, dejando a 
				un lado banderas o credos, pobres lastres creados por la 
				ignorancia y la arrogancia del ser humano.   | 
                      
                       
                      
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                por
                Nacho Ares 
                
				
                publicado en la 
				revista Año Cero  
                
				
                Agosto de 1998 
                  
                
                
                El redescubrimiento 
				en los años ochenta de una galerías que discurrían bajo el 
				cuerpo de la Esfinge de Gizeh parece dar la razón 
				a los cronistas antiguos y modernos que defendieron su 
				existencia. Ahora la Egiptología debe evaluar hasta qué punto 
				son ciertas las leyendas que atribuyen al subsuelo de la meseta 
				de Gizeh la posesión de un entramado de galerías con los tesoros 
				materiales y psíquicos de civilizaciones legendarias. 
                
                  
                  
                    
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                      Aquella mañana 
						de septiembre, muy temprano, desde la ventana del hotel, 
						presencié cómo la niebla comenzaba a disiparse por la 
						meseta de Gizeh. Ya se podía observar las cimas de las 
						tres pirámides. Cogí el material que había amontonado 
						sobre la cama y me dispuse a caminar hasta la meseta. El 
						lugar, casi vacío después de los últimos atentados 
						terroristas, daba pie a pensar que el trabajo iba a 
						resultar tranquilo. Tras veinte minutos a pie, ante mis 
						ojos se encontraba, majestuosa como siempre, la 
						Esfinge de Gizeh. 
                       
                      Auténtico logotipo de la cultura faraónica, 
						Abu-el-Hol
                      o Padre del terror tal y como la llaman los 
						actuales egipcios, este león larguirucho mantiene en 
						silencio uno de los secretos mejor guardados de la 
						civilización egipcia. Aunque a ciencia cierta se 
						desconozca la fecha de su construcción y a quien 
						representa, suele vincularse más mal que bien con el 
                      faraón Kefrén de la IV dinastía (ca. 2550 a. 
						C.). La popularidad que siempre la rodeó ha motivado que 
						tan ilustre monumento haya protagonizado las leyendas 
						más bellas y a la vez, los espectáculos luminotécnicos 
						de peor gusto a los que uno pueda asistir.  | 
                     
                   
                  
                 
                
                  
                  
                    
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                      Tutmosis 
						IV tenía razón 
                      
                      
                      Entre los relatos más hermosos que acompañan la historia 
						de esta figura milenaria, se encuentra el celebérrimo 
						encuentro con el entonces príncipe y futuro faraón 
                      Tutmosis IV (ca. 1425 a. C.). cuando el príncipe 
						tras una cacería se quedó dormido a la sombra de la 
						Esfinge, el león se le apareció en sueños anunciándole 
						que reinaría aunque, realmente Tutmosis por aquel 
						entonces, no fuera más que un segundón. También le pidió 
						que fuera clemente con su sufrimiento y que la liberara 
						de la ardiente arena del desierto que la cubría. Tras 
						ser coronado, Tutmosis mandó erigir una estela de 
						granito entre las patas de la Esfinge para rememorar el 
						encuentro divino.   | 
                      
                       
                      
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                Dejando de lado la 
				veracidad o no de la historia descrita en la estela, son más 
				interesantes y enigmáticos los relieves que aparecen grabados 
				sobre la luneta. En ella se ha representado una escena 
				duplicada, en donde aparece el faraón Tutmosis IV 
                realizando una serie de ofrendas ante una esfinge. La estatua 
				del león se presenta con todos los aditamentos decorativos que 
				debió de tener en la antigüedad y, lo más curioso de todo, 
				reposa sobre una construcción arquitectónica. 
                
                
                 
                La interpretación habitual que afirma que el palacio grabado en 
				la estela no es más que el templo que tiene ante si la Esfinge, 
				es del todo evasiva desde nuestro punto de vista si nos atenemos 
				a las reglas de perspectiva utilizadas por los artistas 
				egipcios. Dejando de lado el hecho de que la forma del edificio 
				representado sobre la estela y la del que podemos ver en Gizeh 
				es totalmente diferente, los egipcios habrían colocado el 
				templo, según sus reglas, delante de la Esfinge y no bajo 
				ella, ya que la ubicación de este edificio en la meseta se 
				encuentra más adelantada que la de la propia Esfinge. La única 
				solución que queda, por eliminación, es que ese edificio, 
				palacete o lo que sea, se encuentre debajo del cuerpo de la 
				estatua, hecho que todavía nadie ha podido confirmar aunque los 
				indicios sobre su existencia son cada vez más abundantes y 
				espectaculares. 
                 
                Primeras menciones de los túneles 
                
                  
                  
                    
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                      La sospecha de 
						que bajo la Esfinge exista algún tipo de túnel que la 
						pueda vincular con la Gran Pirámide o con una supuesta 
						biblioteca milenaria que pudiera estar bajo el león, es 
						tan antigua como el propio monumento. Ya en el siglo X 
						de nuestra Era, los cronistas árabes mencionaban la 
						existencia de puertas secretas que daban acceso a 
						interminables galerías que a su vez llevaban a grandes 
						cámaras llenas de tesoros. 
                        
                      
                      
                      Con ocasión de 
						una conferencia pública, el Dr. John Kinnaman 
                      (l877-1961), arqueólogo bíblico de renombrada fama durante 
						la primera mitad de nuestro siglo, afirmó que, habiendo 
						ido a excavar a la meseta de Gizeh en 1924 junto con el 
						prestigioso egiptólogo Sir Flinders Petrie, 
						célebre por sus estudios sobre dicha meseta, ambos 
						investigadores descubrieron de forma casual un túnel al 
						sur de la Gran Pirámide.   | 
                      
                       
                      
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                Según Kinnaman, quien durante su exposición narró una historia 
				al estilo de las célebres novelas de Lobsang Rampa, 
				existía un corredor descendente que, sumergiéndose a gran 
				profundidad, llegaba hasta una sala que albergaba un gran número 
				de máquinas de extraño funcionamiento y, por supuesto, de origen 
				desconocido. También mencionó la existencia de miles de prismas 
				de cristal cuya función ignoraba, y una máquina antigravedad, 
				entre otras muchas cosas que "usted no se creería", según las 
				palabras textuales que Kinnaman pronunció en la 
				mencionada conferencia. Curiosa o sospechosamente, el arqueólogo 
				no recordaba la ubicación exacta de este túnel tan singular, por 
				lo que no ha vuelto a ser encontrado jamás. 
                 
                Pero sin duda alguna, el episodio más simpático de la época 
				moderna fue el vivido por el príncipe Faruk, el 
				hijo del rey Fuad de Egipto, quien en 1945, emulando la gesta de 
				su heroico antepasado Tutmosis IV no tuvo otra 
				ocurrencia que ir de noche en su jeep a visitar la Esfinge 
                
                  
                  
                  "para tocar 
					algo y empujar una enorme losa abierta, que hacía de puerta", 
					según nos cuenta el propio Faruk. La narración del 
					rey no tiene nada que envidiar a la anterior, pues tras 
					aquella puerta encontró, en palabras textuales, "una gran 
					habitación guardada por un autómata". 
					 
                 
                
                
                Desgraciadamente, 
                Faruk no dice que‚ era aquello tan importante que merecía 
				ser guardado por un autómata, y al igual que sucedió con 
                Kinnaman, tampoco recordó el lugar exacto donde estaba dicha 
				puerta.  
                
                  
                  
                    
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                      Sin embargo, 
						haciendo bueno el refrán "cuando el río suena agula 
						lleva", todas estas historias aunque narradas, que duda 
						cabe, de una forma extravagante por sus protagonistas, 
						no hacen más que respaldar los estudios que se han 
						realizado sobre el monumento en el que se han apreciado 
						varias concavidades en diferentes partes de la estatua. 
                      
                       
                        
                      
                      
                      De esta 
						manera, se ha podido descubrir que, para asombro de 
						muchos y espanto de otros, tanto la meseta de Gizeh como 
						la propia Esfinge son un auténtico 
						queso de agujeros. 
                        
                      
                      
                      Tengamos muy 
						en cuenta que con los estudios realizados sobre la 
						configuración geológica de la planicie, por encima de la 
						cual se asientan las tres pirámides más importantes de 
						Egipto, se ha llegado a la conclusión de que hace miles 
						de años el agua debió correr a su gusto bajo la meseta, 
						por lo que los egipcios pudieron haber utilizado estos 
						túneles creados de forma natural, para comunicar 
						subterráneamente unos monumentos con otros. 
                        
                      
                      
                      Un 
						descubrimiento asombroso  
                      En el año 1979, el estado de conservación de la Esfinge de 
						Gizeh iba de mal en peor se necesitaba realizar con 
						urgencia una campaña de salvación del monumento para 
						que, literalmente, el león no perdiera la cabeza. Una 
						precaria restauración realizada por los egipcios, y en 
						la que no tuvieron otra ocurrencia que usar cemento para 
						reconstruir la Esfinge, empeoró en pocos años el estado 
						de la cabeza de la estatua.  | 
                     
                   
                  
                 
                
                
                Para salvar a la Esfinge, un grupo 
				egipcio-americano de arqueólogos diseñó el llamado Sphinx 
				Project. Durante los años 1979 y 1983 el Proyecto de la 
				Esfinge, evaluó los daños sufridos sobre el león y esbozó una 
				especie de invernadero que algún día, esperemos que pronto, 
				cubrirá la estatua en su totalidad, alejándola de los peligros 
				de la contaminación de la zona. 
                
                
                 
                Tras las primeras campañas de la misión egipcio-americana, un 
				viejo obrero fellah llamado Mohamed Abd al-Mawgud 
				Fayed, que había trabajado cuando era niño en el último 
				desenterramiento de la Esfinge en 1926 llevado a cabo por el 
				ingeniero francés Emile Barazi, comunicó a los directores 
				del equipo de restauración la existencia de una pequeña 
				abertura junto a la cola del león, que había sido olvidada 
				hasta hoy. Según este anciano, el agujero daba acceso al 
				interior del cuerpo de la estatua. Ante tan extraordinario 
				descubrimiento, los miembros del ARCE (American 
				Research Center in EGYPT) encabezados por los egiptólogos 
                Zahi Hawass y Mark Lehner, no dudaron un instante en 
				coger sus lámparas, olvidarse por unos días de la cabeza de la 
				Esfinge e introducirse en su interior. Lo que descubrieron los 
				arqueólogos no se parecía en nada a las legendarias galerías 
				descritas por los cronistas árabes antiguos y modernos; galerías 
				y pasillos que se introducían en el interior de la tierra hasta 
				profundidades insospechadas, encontrando a su paso toda clase de 
				tesoros maravillosos. Todo lo contrario. 
                  
                
                
                Descubrieron un 
				túnel-pozo formado por dos grutas muy estrechas con poco más de 
				1 metro de anchura, cuya longitud total no superaba los 9 
				metros. Uno de los pozos asciende hacia el interior del cuerpo 
				del león siguiendo la curva de sus cuartos traseros, mientras 
				que el otro desciende introduciéndose en vertical en la roca de 
				la meseta de Gizeh. Ambas grutas forman un ángulo de 90 grados. 
				Las paredes no han sido pulidas, por lo que su aspecto es muy 
				tosco, similar a la traza que ofrecen las bodegas castellanas. 
				Si se hace un seguimiento exhaustivo de las huellas de las 
				herramientas utilizadas para su construcción, éstas parecen 
				indicar que la labor en el labrado del túnel-pozo se realizó de 
				arriba a abajo.  
                  
                
                
                A lo largo del mismo 
				aparecen en la parte superior una especie de peldaños, a modo de 
				agujerillos en la pared, excavados para ayudarse en la ascensión 
				por el túnel. Tras obtener el permiso oportuno me introduje por 
				un angosto hueco. El ambiente era húmedo y fresco comparado con 
				el terrible calor de la superficie. Recientemente han colocado 
				una pequeña escalera metálica que facilita de alguna manera el 
				acceso al interior de la Esfinge. En lo más profundo del pozo se 
				amontonan los desechos, improvisado basurero de los guías 
				locales que "vigilan" el recinto de Gizeh. 
                
                  
                  
                    
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                      La estructura 
						del túnel-pozo se haya dividida en cuatro partes. Según 
						el esquema, la que lleva el número 1 puede ser 
						considerada como la sala más grande de todas. Su altura 
						es de 1,80 metros, pudiendo estar una persona de 
						estatura media de pie, y su anchura de 1 metro. 
						 
                        
                      
                      
                      Uno de los 
						aspectos que más llamaron la atención fue el hallazgo de 
						varios objetos en la cámara que lleva en el dibujo el 
						número 4.  
                        
                      
                      
                      En ella se 
						encontraron dos zapatos viejos, una pequeña chapa 
						metálica y restos de cemento convencional. Todos estos 
						objetos, probablemente, fueran el fruto de la apertura 
						del túnel en 1926 o quizás en una restauración moderna 
						más antigua.  | 
                      
                       
                      
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                Las hipótesis de trabajo  
                El significado de este túnel-pozo, como reconocen Hawass 
                y Lehner, se nos escapa de las manos. Las evidencias 
				descubiertas por los arqueólogos, indican claramente que su 
				realización se llevó a cabo durante una época faraónica, 
				ignorada desde el punto de vista cronológico. La existencia de 
				los peldaños antes mencionados, ha hecho pensar a los 
				investigadores del Sphinx Project en la 
				posibilidad de que los túneles pudieran tratarse de una tumba 
				privada, ya que son varios los ejemplos que conservamos en donde 
				aparece esta estructura arquitectónica. Por otra parte, que duda 
				cabe que una hipótesis mucha más sugestiva, es que pudo tratarse 
				del intento desesperado de buscar en el interior de la Esfinge 
				las legendarias riquezas de las que la tradición la hacía 
				poseedora. Finalmente, también puede tratarse del comienzo de 
				una galería mucho más extensa que, quizás, diera lugar a una 
				enrevesada red de galerías que pudieran transcurrir bajo la 
				meseta de Gizeh, conectando las pirámide entre si, tal y como 
				hemos señalado anteriormente. Dilucidar cual de estas opciones 
				es la correcta será tarea de futuras expediciones. 
                 
                Investigaciones futuras: lo que queda por descubrir 
                No obstante quedan por estudiar otras muchas partes de la 
				Esfinge en las que se conoce la existencia de varias 
				concavidades. A raíz del descubrimiento del fellah 
				al-Mawgud Fayed, los investigadores se han detenido a 
				apreciar el momento vivido a comienzos de siglo con la apertura 
				de otras cavidades. Para su estudio, según estas fotografías, se 
				utilizaron niños de baja estatura y corpulencia. 
                 
                Por otra parte, el geofísico estadounidense Thomas Dobecki 
                realizó a comienzos de los años 90 una serie de investigaciones 
				conjuntas con el geólogo de la Universidad de Boston Robert 
				Shoch -autor este último de las polémicas teorías que datan 
				la Esfinge por su erosión entre el año 5000 y el 7000 a.C. En 
				estas investigaciones se descubrieron "anomalías y cavidades en 
				la roca madre entre las patas del león y a lo largo de los lados 
				de la Esfinge. La más sorprendente de las cuatro que se 
				descubrieron, era una cuyas medidas de la base eran 9 por 12 
				metros, y con una profundidad de 5. Las dimensiones y la 
				estructura de esta nueva cámara excluían totalmente la 
				posibilidad de que se tratara de una cámara natural del suelo de 
				Gizeh. Por el contrario, daban a entender que Dobecki se 
				encontraba ante una construcción artificial que alguien dejó 
				allí hace no se sabe cuanto. Es decir, que aún quedan secretos 
				escondidos en el oscuro vientre de la Esfinge. 
                
                  
                  
                    
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                      ¿Qué‚ es lo 
						que esconden estas cavidades? ¿Contienen los archivos de 
						antiquísimas civilizaciones que relacionan la mítica 
						Atlántida con Egipto tal y como pronosticó el vidente 
						norteamericano 
						Edgar Cayce? 
						¿A qué‚ se debe la reticencia del gobierno egipcio a 
						investigar este tipo de descubrimientos? Y es que la 
						Esfinge de Gizeh parece ser un auténtico queso de 
						agujeros, del que todavía podemos extraer multitud de 
						sorpresas. 
                        
                      
                      
                      Una vez 
						acabado el proyecto de restauración de la Esfinge 
						comenzado hace más de una década, es hora de que los 
						investigadores dediquen su tiempo a excavar e intentar 
						explicar el significado de estas cámaras.   | 
                     
                   
                  
                 
                
                
                Solamente, el tiempo que se dedique a estas investigaciones, 
				podrá resolver el enigma de la Esfinge y descubrir si, 
				finalmente, existe algo bajo esta figura milenaria cuya mirada 
				parece desafiar a la moderna arqueología. En este caso, la 
				verdad está ahí dentro. 
                 | 
               
             
            
           
            
          
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
            
          
            
            
              
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                by Barbara Keller
                 
                 
                
                
                
                (I) In a series of expeditions between 1991 and 1993 led 
				by 
                John Anthony West, and independent Egyptologist, 
				scientific investigators conducted geological and seismic 
				surveys around the Great Sphinx of Egypt. The 
				chief geologist was
                Dr. Robert Schoch, Professor of Geology at Boston 
				University, and the chief seismologist was Thomas Dobecki 
				from the highly-respected Houston consulting firm, 
				McBride-Ratclif & Associates.  
                 
                (II) The team's conclusions were as follows: 
                  
                
                
                 A. Geology, The pattern of erosion on the 
                Sphinx indicates that it was carved at the end of the 
				last Ice Age, when heavy rains fell in the eastern Sahara - 
				perhaps more than 12,000 years ago. This contrasts starkly with 
				the 'orthodox' Egyptological dating for the Sphinx 
				of around 4,500 years ago.  
                 
                B. Seismography. The seismic survey indicated the 
				existence of several unexplored tunnels and cavities in the 
				bedrock beneath the Sphinx, including a large 
				rectangular chamber at a depth of some 25 feet beneath the 
				monuments front paws.  
                   
                
                
                (III) In 1993 John West and his team were 
				physically expelled from the site by Dr. Zahi Hawass then 
				(and now) the Egyptian government's Chief Inspector of 
				Antiquities for the Pyramids and Sphinx. He appeared to be 
				angered by the suggestion that the 
                Sphinx might be far older than the civilization of 
				Egypt itself - and thus the work of a lost civilization - and 
				was particularly incensed by an NBC television film that was 
				made about the team's work. This film linked the Sphinx 
				to 
                Atlantis 
                and suggested that the chamber beneath the paws might contain 
				the legendary "Hall of Records of Atlantis". 
                Hawass called these claims, "American 
				hallucinations...There is no scientific base for any of this. We 
				have older monuments in the same area. They definitely weren't 
				built by men from Atlantis. It's nonsense and we won't allow our 
				monuments to be exploited for personal enrichment. The 
				Sphinx is the soul of Egypt."  
                 
                (IV) An article in the Egyptian press responding to the 
				NBC film quoted Dr. Hawass on his further reasons for 
				expelling John West 
                and his team from the Sphinx enclosure: "I have 
				found that their work is carried out by installing endoscopes in 
				the Sphinx
                body and shooting film for all phases of the work in a 
				propagandistic but not scientific manner. I therefore suspended 
				the work of this unscientific mission and made a report which 
				was presented to the permanent commission who rejected the 
				mission's work in the future."  
                 
                (V) The NBC film was produced by a certain Boris Said 
				and partially financed by investments from the members of the 
				Association for Research and Enlightenment (ARE). 
				The ARE, headquartered in Virginia Beach in the US, is a 
				multi-million dollar organization that exists to promulgate the 
				teachings and prophecies of an American psychic, Edgar Cayce, 
				who died in 1947. Prominent amongst Cayce's pronouncements were 
				many statements to the effect that the Sphinx hand 
				been built in 10,500 BC and that survivors of Atlantis 
				had concealed beneath it a 'Hall of Records' 
				containing all the wisdom of their lost civilization and the 
				true history of the human race. Cayce 
                prophesied that this Hall of Records would be rediscovered 
				and opened between 1996 and 1998. He connected the opening 
				to the second coming of Christ.  
                 
                (VI) In 1995 John West and Professor Robert 
				Schoch of Boston University put in an application to the 
				Egyptian authorities to resume their research. Their application 
				was ignored.  
                 
                (VII) At the beginning of April 1996, the Egyptian 
				authorities granted a one- year license to a new team to conduct 
				surveys around the Sphinx and the Giza 
				necropolis
                using seismic equipment and ground-penetrating radar. 
				This team, which claims academic sponsorship from Florida State 
				University, is largely financed through the Schor Foundation 
				of New York - by Dr. Joseph Schor, an American 
				multimillionaire. Dr. Schor is a life member of the 
				ARE and wrote on the 24th of May 1994 of his great personal 
				interest in corroborating "the Cayce records which 
				indicated that the culture which led to the building of the 
				Pyramids dates to 10,400 BC." He also stated his wish "to 
				further delineate that civilization."  
                 
                (VIII) On April 11th 1996 Dr. Schor stated of his 
				current project at the Sphinx: "We do not work for 
				the
                Edgar Cayce Group... The major purpose of the 
				Schor Foundation and the Florida State University is to aid in 
				the preservation and restoration of the Pyramids and Sphinx. In 
				addition, we are surveying the underground of the Giza Plateau 
				to find faults and chasms that might collapse. This will 
				increase the safety of the plateau..."
                 
                 
                (IX) Also financed by Dr. Schor is a short video 
				film shot at the end of 1995 by Boris Said and produced 
				in early 1996. The film opens with Dr. Zahi Hawass 
				scrambling into a tunnel leading under the Sphinx. 
				When he reaches the bottom he turns to face the camera and 
				whispers to the viewer: "Even Indiana Jones will never dream to 
				be here. Can you believe it? We are now inside the Sphinx in 
				this tunnel. This tunnel has never been opened before. No-one 
				really knows what's inside this tunnel. But we are going to open 
				it for the first time." In commentary the film's narrator goes 
				on to state, "Edgar Cayce, America's famous 'Sleeping 
				Prophet', predicted that a chamber would be discovered beneath 
				the Sphinx - a chamber containing the recorded 
				history of human civilization. For the first time we'll show you 
				what lies beneath this great statue...a chamber which will be 
				opened tonight, live, for our television cameras."  
                 
                (X) Dr. Schor has stated (on the 11th of April 
				1996) that this video is not a promotional venture aimed at 
				hooking a major US network to televise a live opening of a 
				chamber under the Sphinx. On the contrary, he 
				insists, "It was made to test script and equipment and was made 
				in November 1995 which was many months before we received 
				approval for our expedition. We have abandoned its use..."  
                 
                (XI) On the 14th of April 1996, Dr. Zahi Hawass 
				announced in the Egyptian press that there were secret 
				tunnels under the Sphinx and around the Pyramids and 
				stated his belief that these tunnels would prove to "carry many 
				secrets of the building of the Pyramids."  
                 
                
                
				Graham Hancock completed his US book signing tour on Monday July 
				1st 1996 in Berkley California.  
                 
                Graham Hancock, Rovert Bauval, John Anthony 
				West, 
                Robert Shock, 
                Elem-Ath and Colin Willson will be together at the
                University of Delaware September 27th thru 29th along 
				with other notable speakers participating in a conference.   
                  
                
                  
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